Capítulo 28
Rei sintió unos brazos fuertes rodearla por la cintura y sonrió tiernamente en lo que sentía el cálido cuerpo apoyándose contra el suyo.
—Bienvenido a casa, Enji —llevó sus manos hasta las más grandes que estaban colocadas en su estómago con gentileza —Hoy volviste a tiempo.
—Los medios finalmente se cansaron de fastidiarme —suspiro el pelirrojo disfrutando del frío que emanaba el cuerpo de su esposa — ¿Shoto y Natsuo todavía no llegan?
—Natsu debería llegar en veinte minutos, le pedí algo de helado para tener en casa. Sho...—suspiró la albina —Dijo algo sobre una cita con una chica.
— ¿Una chica? —repitió confundido el mayor —Por mucho que se parezca el mocoso de los Bakugou a su madre, mujer no es.
Rei le dio un pequeño codazo en el estómago a su esposo por su indiscreta broma pero, muy a su pesar, se terminó riendo un poco de la misma.
—Desgraciadamente, no es Katsuki-kun a quien se lo pido, si no a una chica de su clase —explicó para su esposo que estaba desinformado sobre el tema —No sé muy bien lo que piensa en ocasiones nuestro pequeño niño. Siendo que quiere tanto a Katsuki-kun, ¿por qué no le pidió salir a él?
—Debes dejarlo cometer errores, para que se haga hombre —opinó el pelirrojo separándose de su esposa para ir hasta la cocina a preparar un par de tés —No sirve de nada andar por la vida siendo precavido y sin tomar riesgos.
— ¿Eso lo dices más por Shoto o por Touya?
Enji se detuvo un momento en lo que miraba a su esposa que sonreía con una mínima muestra de diversión en sus ojos grises. Termino de preparar el té y fue a sentarse junto con ella en la sala de su comedor.
Entonces, volvió a recordar la llamada con su hijo mayor hacía una semana. Cuando se enteró de su papel como Dabi.
Nunca había conducido de aquella manera en su vida, las manos entorno al volante le temblaban y sus ojos se desviaban de la autopista en lo que miraba hacia su celular, rogando porque la persona a la que estaba llamando le contestará.
Las imágenes de las llamas azules en el bosque perseguían la mente de Enji y le causaban miedo. Un terror que pensó haber dejado en el pasado al mirar el Pico de Sekoto junto con una multitud de personas que murmuraban sobre la trágica perdida de los verdes árboles, los animales y las flores. Mientras él se recordaba a sí mismo a su niño de ojos azules, de cabello albino antes rojo, de carácter terco y osado como el suyo, ardiendo entre las llamas azules gritando por ayuda.
—Por favor, por favor, por favor —rogó mirando su celular —Contesta Touya. Te lo ruego. Por favor.
El celular siguió sonando por los parlantes de su auto hasta que su llamada entro y una voz grave, áspera llego hasta sus oídos.
—Viejo. No tengas un maldito infarto, estoy bien.
A Enji casi se le escapa el volante de las manos al escuchar la voz de su primogénito, redujo la velocidad de su auto —con el cual pensaba ir hasta el campeonato de Yuei— y estacionó en doble fila a un lado de la calle. Espero a que su respiración volviera a la normalidad para hablarle a su hijo que seguía con la llamada en línea.
—Touya, ¿donde estas? —quiso saber esperando que dijera cualquier cosa menos la que creía.
—Donde ya sabes —respondió su hijo rompiendo todas sus esperanzas —Cumpliendo mí misión encubierto.
—Prometiste no usar tu quirk en las misiones —murmuro el pelirrojo con la frente pegada al volante, gotas de sudor frío resbalando por su rostro y su corazón volviendo a latir con cierta, escasa, tranquilidad —Cumpliste esa promesa durante cuatro años, ¿por qué la rompiste ahora?
—No fue una promesa. Les dije que haría lo posible por no usarlo pero de requerirlo...—dejo las palabras en el aire convirtiéndolas en suspenso y las cambio al final —Quiero cumplir con un deseo, viejo.
— ¿Un deseo? ¿Qué deseo?
Hubo un breve silencio, como si Touya estuviera conteniendo el aliento, no alargando la intriga por maldad si no porque no sabía cómo expresarse correctamente. Enji fue paciente y espero, aún cuando pasaron tres minutos completos en silencio, no dijo nada y aguardo hasta que la voz de su hijo salió de los parlantes de su auto.
—Keigo quiere un mundo seguro donde los que ama puedan ser felices, yo deseo que él sea feliz. Si La Liga de Villanos no está presente, entonces el mundo será un poco más seguro y yo...—otro pequeño silencio, un suspiro melancólico que se le escapó del otro lado —Si la misión tiene éxito, le pediré que se case conmigo.
Enji levanto la cabeza tan rápido que sintió un agudo dolor detrás de sus ojos y sin importarle que estaba en medio de la calle, con peatones que parecían reconocerlo desde su auto, exclamo con fuerza.
— ¡¿Cuando empezaron a salir?! ¡Nunca me dices nada importante, mocoso!
Oh, debía ser el último en enterarse. Seguro Rei se guardo la noticia para que fuera su hijo el que se la dijera y Natsuo se habrá mordido la lengua para no decirlo, a Fuyumi le debió haber costado bastante el mantenerlo en secreto. Aunque, a Shoto se le podría haber escapado sin querer y eso no sucedió. De todos modos, el pelirrojo estaba indignado y pensaba seguirle reclamando a su hijo cuando su voz cansada se volvió a escuchar por los parlantes.
—No lo sabe todavía, viejo —se filtro un suspiro cansado —Y no, tampoco tiene una mínima idea de que lo quiero. Se lo llegas a decir y prenderé fuego tu maldito gimnasio en casa.
Enji se abstuvo de hacer algún comentario ante la amenaza verdadera de quedarse sin su querido gimnasio. Por lo tanto, decidió cambiar de tema y ser un padre atento con un hijo tan complicado que parecía seguir pasando por la adolescencia rebelde.
—Entonces, aceptaste hacer una misión tan peligrosa, donde corre riesgo tu vida al usar tu quirk para acabar con La Liga de Villanos y así pedirle matrimonio a un chico que no tiene idea de tus sentimientos —resumió el pelirrojo sintiendo lo absurdo que era todo cuando lo ponía en palabras —Touya, te haré una sola pregunta, ¿tú madre lo sabe, no?
—Pues, no —contestó con honestidad —Respondí tu llamada para que se lo digas, viejo.
—Oh, si déjale el trabajo difícil a tu viejo padre —suspiró el mayor sabiendo bien lo que enfrentaría una vez llegara a casa —Tú madre va a congelar el patio de la casa, ¿lo sabes cierto?
—Lo sé, buena suerte—deseó Touya y luego, agrego —Es un poco pronto pero felicitaciones, viejo.
— ¿Felicitaciones por qué? —cuestionó confundido el pelirrojo.
—All Migth cayó. El que sigue en la línea de héroes eres tú. Eso te convierte en el héroe número uno —pareció escucharse una pequeña risa del otro lado de la línea —Felicidades viejo. Lo conseguiste.
—...Si hubiera querido el puesto del número uno, habría hecho lo mismo que All Migth, actuar simpático y ser amable con las personas. Pero Touya, yo quería ser un hombre fuerte, el hombre más fuerte de todos —contó el pelirrojo con cierta nostalgia —Y ahora todo lo que quiero, es que mis hijos sean felices y que mí esposa no congelé el patio de nuestra casa en un ataque de pánico. Aún asi, gracias por las felicitaciones. Touya, por favor, mantenerte a salvo.
Hubo un breve silencio y después, la voz de Touya volvió a escucharse, en un tono suave y casi amable.
—Lo haré, viejo. Suerte con mamá.
—Touya y Shoto son muy parecidos entre sí, a ninguno de los dos puedo llegar a comprender —tomó un sorbo de su té Enji —Natsuo y Fuyumi salieron siendo más simples y directos.
—Ellos se parecen mucho a ti —rió la albina —Supongo que es debido a mí que nuestro hijo mayor y menor son tan herméticos. Cuando era adolescente me costaba mucho transmitir las cosas que me pasaban, me encerraba en mí misma y no quería tratar con otras personas.
—Yo me la pasaba entrenando todos los días, apenas convivía con otros chicos de mí edad —contó el pelirrojo —Parece que ninguno tuvo un adolescencia muy sociable.
Rei asintió con una ligera sonrisa y en ese momento, ambos escucharon el sonido de la puerta de la entrada abrirse. De frente a Enji, apareció Shoto con una expresión que demostraba un gran cansancio.
—Bienvenido a casa, cariño —lo saludo la albina con los ojos grises preocupados — ¿La pasaste bien en tu cita? ¿Por qué traes esa cara?
—...No quiero hablar de eso —murmuro el bicolor —Iré a dejar la mochila en mí habitación y usaré el gimnasio por unas horas.
Los inquietos padres se guardaron sus preguntas en lo que veían a su hijo irse con el semblante caído, luego se vieron mutuamente el uno al otro.
— ¿Debo ir a hablar con él, no? —pregunto nervioso Enji viendo cómo su esposa asentía con la cabeza — ¿Y-Y qué le digo?
—Pues, ¿cómo te sentías en nuestras citas arregladas? —interrogó la albina.
—A punto de vomitar por los nervios.
La de ojos grises contuvo una risa y sostuvo la mano de su esposo sobre la mesa, dándole un ligero apretón para darle ánimo e indicándole con la cabeza que vaya de una vez con el de quirk dual.
Enji se paró de la mesa para dejar la sala de estar y dirigirse por el pasillo de la derecha hacia donde estaba su gimnasio personal. Incluso antes de entrar, podía escuchar a Shoto golpeando el saco de boxeo viejo que ya debía cambiar. La puerta estaba abierta, así que pudo meterse sin hacer ruido. Su hijo estaba golpeando el saco de boxeo con una expresión de concentración que nunca le había visto.
Eso quería decir que, estaba muy frustado por algo o se sentía molesto debido a algo.
Intentando ser un padre calmado y en control, que solo pensaba en lo mejor para su hijo, el pelirrojo sostuvo la bolsa de boxeo en que el menor la golpeaba fuertemente, carraspeo para llamar su atención y tuvo un par de ojos desiguales rogando que no abriera la boca.
Desgraciadamente, eso hizo.
— ¿Tú cita salió mal, Shoto?
El bicolor bufo y golpeó más fuerte la bolsa, lo que menos quería en ese momento era una conversación sentimental con su padre. No, en realidad, nunca deseo una conversación sentimental con su padre. No, no, no gracias. Ya cuando le intento hablar de sexo —a los doce años— tuvo que prender fuego su habitación para que se callara.
Prendería fuego en el gimnasio si llegaba a ser una conversación de ese tipo.
—Las mujeres pueden ser difíciles de entender, si ella se enojo porque la cita no fue bien, no es tu culpa —intento consolarlo el pelirrojo —Eres inexperto, nada más.
Bien, sorprendentemente, eso no salió tan mal.
—Yaoyarozou dijo que la paso bien, no es ese el problema —murmuro el bicolor —Es otro.
—Oh, ¿y cual es ese problema?
Shoto golpeó una vez más la bolsa de boxeo en lo que miraba a Enji y pensó en que tan malo sería contarle que descubrió que estaba enamorado de quién era su amigo de la infancia. Se imagino a su padre cayendo de espaldas con una expresión en blanco y con la idea de que eso haría que su humor mejorará, decidió hacerlo.
—Me gusta Bakugou —confesó con las mejillas levemente rojas pero todo lo que hizo el mayor fue asentir con la cabeza en reconocimiento y seguir viéndolo, decidió repetirlo por si no lo había escuchado o si no quería escucharlo —Me gusta Bakugou.
—Sí, te oí —dijo el pelirrojo con tranquilidad.
—Dije que me gusta Bakugou, Katsuki Bakugou —aclaró el de quirk dual pero su padre siguió igual de neutral que antes —Mierda, dime que no lo sabías viejo. Dime que no tenías idea de que me gustaba Bakugou.
—Uh, oh...—balbuceo el pelirrojo nervioso —Saber de saber es un poco...
—Lo sabíamos todos, Shoto, ¿cómo es que recién ahora tú te diste cuenta? ¿a qué o a quien le debemos el milagro? Oh, carajo, perdí la apuesta con Touya de que no se daría cuenta hasta los veinte años.
— ¡Oye, Natsu, eso fue grosero!
El de quirk dual giro la cabeza para ver cómo Natsuo le miraba con una sonrisa divertida mientras sostenía los brazos de Fuyumi para no recibir un golpe por su parte. La vergüenza se apoderó de su rostro al caer en cuenta que su familia sabía sobre sus sentimientos por Katsuki e inconcientemente su quirk de fuego se descontroló, haciendo que por poco quemará parte del gimnasio. Por suerte, con ayuda de los quirks fríos de sus hermanos mayores, se evito una mayor pérdida del santuario de su padre.
Para que pudiera calmarse, Enji se llevó a Natsuo —quién le dio una disculpa por alterarlo tanto— a otro lado en lo que Fuyumi se quedó con él. Los dos se sentaron en unas butacas que servían para hacer abdominales, la mayor a un lado suyo, con las manos sobre su regazo y transmitiendo parte del frío de su cuerpo de modo preventivo, en caso de que en un nuevo ataque de vergüenza volviera a prender en llamas el lugar.
—Entonces, Shoto, ¿estás mejor? —empezo de forma tentativa la mayor.
—Sí —confirmó el bicolor aunque seguía sintiendo deseos de quemar todo el lugar para sacar la vergüenza y el bochorno hacia afuera.
—Perfecto, ¿quieres contarle a tu hermana mayor lo que te llevo a darte cuenta que te gustaba Katsuki-kun? —pregunto curiosa la albina de mechas rojas, fingiendo un cierre en su boca ante los ojos de su hermanito que le vieron con duda —No le diré una palabra a nadie.
Shoto soltó un ligero suspiro cargado de agotamiento y decidió que si debía elegir entre sus familiares su mejor opción para una conversación que sería incómoda, Fuyumi era la ideal. Aunque, de todos modos, con todos enterados de sus sentimientos —menos él mismo— ya podría darle igual incluso si lo hablaba con su padre.
—Una conversación con una amiga. La chica a la que pedí salir hoy, ella hizo que me diera cuenta de lo mucho que me gusta Bakugou —contó el de quirk dual —Luego, recordé que es imposible que llegue a ser algo mutuo y me sentí muy frustado por ello.
— ¿Por qué, Sho? —quiso saber la mayor —Eres un chico muy lindo, inteligente y amable, ¡no tengo dudas de que podrías conquistar a Katsuki-kun!
—No dirías lo mismo si vieras como trata a Midoriya —bufó el de ojos desiguales —Él le gusta, no yo.
— ¿Izu-chan? ¿Crees que a Katsuki-kun le gusta Izu-chan?
Fuyumi llamaba tan cariñosamente a Izuku porque le caía muy bien, lo había visto un par de veces en las ceremonias de la Fundación de Protección a Niños y en los cumpleaños de su hermano menor. Le parecía un niño muy tierno y dulce y recuerda bien al cenizo siendo más atento a él que con otros, pero lo atribuía a algo distinto. Era más como un sentido protector que amoroso.
—Sí, no sé porque lo rechazó pero le gusta —aseguró convencido el bicolor —Bakugou siempre le presta atención a Midoriya. Más que a cualquier otra persona.
—Comprendo...—murmuro la albina de mechas rojas viendo la expresión fruncida de su hermano menor y le dio unas palmadas en la espalda —Pero Shoto, creo que te equivocas. Katsuki-kun actúa con Midoriya-kun como si fuera su hermano menor, como lo haríamos yo o Touya y Natsu cuando se trata de ti. No creo que sea algo tan especial.
— ¿Tú crees? —le miró con un poco de esperanza en sus ojos azul y gris.
— ¡Pues claro! —asintió la albina de mechas rojas para después ayudar a su hermano menor a pararse del banquillo —Ahora, será mejor que vayamos a comer algo fresco. Tienes todo el fin de semana para aclarar tu mente y corazón.
Shoto se sintió bastante reconfortado cuando su hermana lo llevo de la mano hasta la cocina, donde Natsuo le sirvió una porción extra grande de helado de frutilla y Enji junto con Rei le dieron miradas amable y compresivas al notar su rostro rojo sin mencionar la razón detrás de la cual estaba así.
Realmente, adoraba a su familia. Aunque, faltaban las burlas de Touya sobre su primer amor en aquella tarde cálida de verano.
Yamada y Aizawa se preguntaban si realmente era todo, si la vida de tres personas podía consistir en solamente cuatro cajas y una bolsa llena de ropa. Pero los policías les aseguraron varias veces que era todo lo que encontraron en el departamento de los hermanos Kaminari, que no había nada más y que podían ir a verificar el mismo lugar si tenían dudas de ellos.
Todavía sin tragarse la historia de los policías, aceptaron las livianas cajas y las llevaron hasta el piso que les correspondía a ambos dentro de los dormitorios de Yuei. Las dejaron sobre la mesa del comedor y se miraron mutuamente con duda.
—Hum, creo que deberíamos esperar a que llegue Kaminari —opinó el rubio de cabello largo —Son sus cosas private.
—Estoy de acuerdo contigo —acepto el azabache —Pero al menos pondré la ropa a lavar.
— ¡Okay! Yo dejaré esto en sus habitaciones.
En un inicio, no iban a tener todo un piso para sí mismos, ya tenían un departamento propio a unas cuadras de la preparatoria, les hubiera bastado con un dormitorio lo suficientemente grande para ambos cuando necesitarán pasar la noche dentro de la escuela. Pero con la adopción de tres niños tuvieron que pedirle a Cementoss la creación de un piso entero que se acomodara a sus necesidades.
Tenían cuatro habitaciones, una sala de comedor con una mesa para seis personas, una cocina amplia y un pequeño balcón. Se suponía que Kaminari debería usar su habitación asignada en el dormitorio pero el rubio estaba muy preocupada por su hermana menor como para dejarla sola con ellos y habían hecho la vista gorda ante su falta de uso.
Todavía faltaba un mes para que Yuna pudiera usar su habitación, seguía estando muy desnutrida y los efectos del gas somnífero le causaba todavía jaqueca y horribles migrañas, debido a que su cerebro no estaba acostumbrado a volver a estar activo. Según las enfermeras, únicamente cuando sus hermanos iban a visitarla podían verla feliz. En los demás momentos, se la pasaba viendo por la ventana de su habitación o estudiando el lenguaje de señas que debía aprender para comunicarse de ahora en adelante.
Los esposos intentaron ir a verla durante la semana pero ella se notaba incómoda con su presencia. Les escribió una carta para mostrarles lo agradecida que estaba con que hubieran adoptado a Denki y Rui, en vista de que ahora para ella sería imposible mantenerlos, pero que no entendía porqué la incluyeron a ella. No quería ser una carga y únicamente, les rogó por el bienestar de sus hermanos.
Era una niña dulce y buena.
Y unos malditos que se suponía eran héroes le arruinaron la vida a ella y sus hermanos.
—Hey, Shota. No hagas is face, no se te ve bien.
EreaserHead había estado limpiando un poco en la cocina, cuando de la nada Present Mic le tomo de la barbilla para hacer que lo viera a los ojos. Reflejado en su mirada, vio su expresión triste y molesta, una que cambio dejando escapar un suspiro en en mismo momento en que se escuchaba la puerta de la entrada siendo abierta y a dos personas caminando por el corto pasillo.
Antes de que le atraparan en una escena acaramelada con su esposo, el azabache prefería matarse, así que lo alejo de un empujón y siguió limpiando como si nada, mientras veía a dos rubios haciendo acto de presencia en la sala de estar.
Como de costumbre, Rui se escondió detrás de Denki cuando los vio, su cabello rubio estaba cortado más prolijo y recto hasta los hombros, dejando que sus grandes ojos dorados tomarán protagonismo en su infantil rostro. Traía puesto un vestido de verano color blanco, una mochila con forma de rana y unas zapatillas negras. En cambio, el rubio llevaba una simple musculosa blancas, una bermuda y unas sandalias.
Hubo un momento incómodo en lo que se miraron sin saber que decirse.
Hizashi intentaba ser cercano con los niños pero se topó de frente con un muro de hielo, el de quirk eléctrico era educado con ellos pero todo lo amable y espontáneo que era en la escuela se borraba por completo cuando entraba en su piso. Por otro lado, la niña huía a cada rincón de la casa con tal de no tener que tratar con ellos.
Eran difíciles, por eso, Shota agradecía la terquedad de su esposo que pese a que tardaba un poco en dar un paso al frente —le dolía mucho el rechazo de los menores— no dudaba en hacerlo.
— ¡Hello, kids! —los saludo con una deslumbrante sonrisa el rubio — ¿Cómo estuvo la visita a su old sister?
—...Hola —correspondió el adolescente incómodo —Bien, gracias por preguntar, Yamada-sensei.
Rui asintió para demostrar que concordaba con las escuetas palabras de su hermano mayor, en lo que se agarraba de su pantalón y se escondía detrás suyo.
Los mayores hicieron un enorme esfuerzo por no deprimirse, en especial Yamada que le pidió en varias ocasiones al de ojos dorados que no era necesario que lo llamara como su profesor dentro del hogar. No quería que le dijera por el nombre tan pronto pero pensaba que si dejaba de usar el título formal la relación se haría más cercana. Aún así, hizo un gran esfuerzo por mantener el buen ánimo.
— ¡Que bueno, que bueno! —exclamo feliz y agrego, esperando que la noticia les alegrará un poco —Por cierto, llegaron las cosas que estaban en su departamento. Las dejamos en sus habitaciones.
Hubo un ligero cambio de expresión en los menores, el rubio pareció feliz por un segundo y la menor tiro de su pantalón más fuerte para ir a verlas. Los adultos se sintieron aliviados cuando fueron por las escaleras hacía sus habitaciones y con curiosidad los siguieron.
Sin embargo, cuando Denki y Rui empezaron a revisar las cajas sus semblantes fueron caminando poco a poco.
Estaban en la habitación del adolescente, no tenía nada mas que una cama, un escritorio y un armario, todavía con las cosas que habían esparcido por el suelo el lugar no parecía abarrotado en lo absoluto. Las muñecas que debían ser de la niña, un par de libros que parecían ser álbumes de fotos, dos o tres libros viejos, unas piezas de decoración sin importancia, una lámpara, etc. Objetos pequeños y carentes de importancia.
—Den-niichan, ¿y los libros?
La pregunta dicha en voz baja por la pequeña niña rubia llamo la atención de los adultos que vieron hacía el de ojos dorados, que sonrió con tensión hacía su hermana y llevo una mano hasta su cabello.
—Tal vez los perdieron, Rui. Ya sabes, los policías pueden ser muy torpes —se rió falsamente el rubio —Intentaré comprarte otros más adelante, lo prometo.
—Pero...quiero esos —murmuró la niña apretando la tela de su vestido entre sus manos —Son especiales.
—Lo sé, lo sé —acarició la cabecita de la menor —Lo siento, Rui. Llamaré más tarde a los policías para preguntarles si no los dejaron en otro lado. Haré lo que pueda, ¿de acuerdo?
La rubia le miró con una leve sonrisa y asintió más tranquila, haciendo con eso sonreír amablemente al de ojos dorados, una expresión que únicamente parecía pertenecer a ella.
—Ahora ve a poner a tus muñecas en tu habitación —indicó el mayor —Serán muy felices ahí y no en el piso.
Rui hizo de inmediato lo que dijo, recogió las muñecas del piso y salió de la habitación, teniendo cuidado de no chocar con los adultos que se quedaron en la entrada y cerraron la puerta una vez se fue.
Denki se quedó en el piso con una fotografía suya y de sus hermanas entre las piernas, una expresión triste paso por su rostro en lo que se paraba y miraba a los héroes con enojo en sus ojos dorados.
—Agradeceria mucho que dejarán la habitación. No estoy de humor, profesores —se dio la vuelta para colocar la fotografía en el escritorio —Ordenaré las cosas. Gracias por traerlas.
—Kaminari...—llamo el azabache juntando un poco de paciencia en su interior pero no para tratar con el rubio, si no, para no salir a matar a los malditos policías que tuvieron el atrevimiento de mentirle en la cara — ¿Cuántas cosas faltan?
— ¿Acaso importa? —bufo el de ojos dorados sentándose en la cama y con la cabeza gacha, mirando hacía el suelo.
— ¡Claro que importa, kid! —grito Yamada tomando lugar a un lado del menor —Eran sus pertenencias. No pueden hacer lo que quieran con ellas.
Kaminari soltó otro bufido para después mirar hacía los héroes, tal vez porque estaba triste o molesto, decidió contarles las cosas que debían incluir aquellas cajas.
—En mí antigua secundaria hay una biblioteca llena de libros nuevos y usados. Como en nuestro hogar no teníamos mucho con que entretenernos, iba a ahí a leer mangas, después pase a unos cómics y por último, a libros. Nunca podía quedarme hasta muy tarde ya que debía ir a buscar a Ruru al jardín de infantes y no sé cómo, la bibliotecaria lo supo y me ofreció un trato a mitad de mí primer año —relato el menor —Me dejaba llevarme los libros el tiempo que quisiera, siempre que los devolviera en una semana en sus mismas condiciones. Hacíamos listas sobre los libros que usaba pero después ella dejo de hacerla, dijo que confiaba en que no me robaría los libros y nunca lo hice. Cuando Ruru cumplió cuatro años le empecé a enseñar a leer con esos libros, por eso dice que son especiales, no había muchos libros infantiles así que use unos mangas viejos y unos poemas que adoro, con ellos práctico sus primeras letras. En mí ceremonia de graduación, la bibliotecaria me regaló unas dos a tres cajas llenas de libros, no eran los mejores porque dijo que notarían su ausencia y que la meterían en problemas, pero...yo estaba muy feliz.
El rubio se mordió los labios para no llorar delante del dúo de héroes que se mantuvo en silencio. De seguro, los policías que inspeccionaron su hogar pensaron que eran libros que había robado de la biblioteca de su secundaria, ya que todos tenían el sello de la institución. Por eso, en parte, no estaba sorprendido de que se los hubieran llevado pero seguía siendo muy doloroso.
Muy despacio y delicadamente, Yamada se deslizo a un lado del menor en la cama y aunque en un inicio recibió un empujón y un poco de forcejeo, el niño termino dejando que lo abracé. Pudo sentir como las lágrimas mojaron su camiseta y Aizawa optó por dejar a su esposo manejando la situación, él tenía muchos deseos de matar a alguien —de preferencia, los policías— como para ser capaz de consolar a el de ojos dorados. Abandono la habitación y cerro despacio la puerta, para después ir a ver qué estaba haciendo la pequeña rubia.
La habitación de Rui era de color violeta, tenía una cama de sábanas blancas con un dosel rosado, varios peluches en una esquina, un armario de madera oscura y una mesa baja en el medio. La niña se encontraba en ese momento sentada en la mesa, con un libro abierto. Las muñecas estaban sentadas en cada punta de la mesa y una en su regazo.
El azabache tocó ligeramente la puerta y los ojos dorados de la menor no tardaron en prestarle atención.
— ¿Puedo pasar? —pidió permiso que la niña le dio con un cabeceó inseguro de cabeza — ¿Qué haces?
—...Estudiando —respondió en voz bajita la rubia.
EreaserHead observó el libro con imágenes de manos en movimiento y comprendió que la niña estaba estudiando el lenguaje de señas. Sin embargo, estaba seguro que debía ser muy complicado para alguien tan joven y pensó que, tal vez, si le ofrecía su ayuda ella quisiera abrirse con él.
O la menos, no saldría corriendo hacia otro lugar para evitarlo.
— ¿Quieres practicarlo conmigo? —propuso y aunque la niña pareció estar a punto de negarse, termino asintiendo con la cabeza —Bien, préstame el libro un segundo.
El azabache tomo el libro entre sus manos y la rubia empezó a practicar delante suyo los movimientos de manos. Sabía varias letras, las palabras "por favor" y "gracias", un saludo y una despedida. Pero hubo un momento en que sus pequeñas manos se detuvieron y sus ojos dorados miraron fijamente al adulto seriamente.
—Esto es para Yu-nee —le aclaro antes de hacer el movimiento — ¿Salió bien?
Shota tuvo que buscar los movimientos en el libro, ya que se distrajo debido a que por una vez la niña le hablo de frente y sin tanto miedo. Una vez identificó los movimientos con una de las páginas del libro, su corazón se apretó y le devolvió la mirada a la menor que seguía con una expresión sería, esperando su evaluación.
La palabra que formó con el lenguaje de señas era te amo.
—Sí, salió bien —paso un nudo por su garganta y cerro con cuidado el libro que la niña veía como de gran valor —Rui, ¿puedo hacerte una pregunta?
La pequeña rubia ladeó la cabeza hacía un lado, dejando que su corto cabello se le agitara, traía puesto un listón rojo que ella mismo se ato. Luego de pensarlo mucho, ella asintió despacio con la cabeza. Después de todo, el héroe delante suyo había sido amable.
— ¿Qué libros les gustan a ti y a tus hermanos?
Aizawa pensaba ir a la central de policial a hacer un escándalo por los libros de sus hijos y no se detendría hasta que los encontrarán o fueran de rodillas a su hogar a disculparse con los menores. Pero eso no era todo, quería hacer algo por ellos, mostrarles que él y Yamada deseaban verdaderamente que fueran una familia.
Porque empezaba a amar a esos niños y solo quería protegerlos de todo lo horrible que tuvieron que vivir en este mundo.
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