Capítulo 20
Izuku agarró la toalla caída en la arena y la sacudió, para luego llevarla entre sus brazos en lo que corría para alcanzar a los otros dos. Pero con sus cortas piernas solo llego para ver el momento en que Katsuki reía y Shoto lo miraba con vergüenza, una de las pocas expresiones que le había visto hasta la fecha.
Y eso que llevaba de conocerlo casi dos años.
— ¡Ya basta, Bakugou! ¡No lo sabía! —se excusaba el bicolor.
— ¡Soba a la parrilla! —exclamaba el cenizo conteniendo la risa detrás de su mano diestra — ¡Cómo si eso fuera posible!
— ¡Deja de reírte!
Fue como ser testigo de una escena que ocurría muy lejos, donde dos personas desconocidas actuaban de forma muy íntima. Uno golpeaba suavemente el hombro del otro para que terminara con sus burlas, mientras que este seguía riendo sin hacer caso a la advertencia. El de pecas puede asegurar que son contadas las veces que al de ojos rojos le ha dado tal risa, una que brotaba desde el interior de su estómago y que no parecía capaz de ocultar con su mano. También le parecía muy obvio que debía ser la primera vez que veía al bicolor tan rojo como la parte izquierda de su cabello, formando pucheros y tirando de la ropa del cenizo para que parará de reírse de él.
Pasarían muchos años antes de que pudiera comprender porque esas escenas entre ambos chicos le producían una sensación de desazón en su estómago y le hacían sentir molesto pero bastaría muy poco tiempo para que comprendiera que nada podía hacer al respecto.
Midoriya únicamente quería que Bakugou fuera feliz y si Todoroki le daba esa felicidad pues, desgraciadamente, le tocaba aceptarlo.
¿O no?
— ¡Oye, Todoroki! ¡Espera, Todoroki! ¡Todoroki!
Bakugou odiaba la forma en que el bicolor marcaba más distancia entre ellos con sus piernas largas.
Realmente, no quería irse tan lejos de donde estaba Midoriya en caso de que pasara algo pero el otro ni hacía el intento de detenerse y eso empezaba a inquetarlo más.
¿Por qué parecía que últimamente su sola presencia parecía molestarle tanto a Todoroki? ¿Acaso le hizo algo?
No puede recordar nada en concreto que hubiera podido herir al de quirk dual. Maldita sea, ¡debería ser él quien estuviera molesto por aquel trato pero lo seguía persiguiendo por el centro comercial como todo un idiota!
El cenizo chasqueo la lengua y estaba por acelerar el paso, así tal vez pudiera atrapar al más alto si tiraba de su ropa, pero como se distrajo por un momento un hombre muy grande —en serio, muy grande, tal vez por su quirk— le chocó y lo mando de bruces al suelo.
— ¡Oh, chico, lo lamento mucho! —se disculpo el gigante con pena en lo que le estiraba su mano para ayudarlo a levantarse — ¿Estás bien, no? ¿No te lastimaste?
El de quirk explosivo soltó un bajo quejido en lo que llevaba su mano derecha hacia su codo izquierdo, se había golpeado bastante feo en esa parte y sí, eso le dolió bastante pero no mostró signo de eso al amable gigante que parecía tan preocupado por él. En cambio, inclinó la cabeza para comprobar si había perdido al bicolor entre la muchedumbre.
Para su sorpresa, el de quirk dual se estaba acercando con un gesto de preocupación hacía él y antes de que se pudiera dar cuenta de lo que estaba haciendo, se inclinó en una rodilla para sostener su codo herido y darle una sensación fría que ayudo a parar el hormigueo de dolor que sentía.
El gigante hombre decidió dejarlo solo en vista de que estaba bien acompañado.
Katsuki no hablo durante el tratamiento del bicolor pero apenas terminó y quiso volver a huir, le agarro fuertemente de la muñeca y tiró de él para dejarlo sentado en el suelo delante suyo.
—Bakugou, estamos estorbando a los demás —dijo el más alto intentando no mirarlo —Por favor, sueltame.
— ¿Y qué garantía tengo de que no vuelvas a irte? —gruño apretando la muñeca del contrario — ¡Si no me escuchas por las buenas, entonces será por las malas! ¿Por qué mierda empezaste a correr, eh?
Shoto no supo qué contestar exactamente. En el momento en que vio a Izuku sonrojado mientras el cenizo sostenía sus manos, sintió lo mismo que cuando vio a Neito besándolo en el festival deportivo pero incrementado por mil. Un enojo, una ira, un odio que no podría justificar con la enemistad que ya sentía por el de pecas. Simplemente, antes de decir o hacer algo de lo cual pudiera arrepentirse, optó por irse lo más lejos que pudiera de esos dos, jamás esperando que el de quirk explosivo le siguiera con tanta insistencia.
—Todoroki, contesta —demando el cenizo con el ceño fruncido por la espera.
—Estabas muy entretenido hablando con Midoriya —reconoció con cierto tono de irritación en su voz —No quise interrumpirlos.
— ¿Qué clase de mentira es esa? Hemos pasado tiempo los tres juntos y nunca antes habías salido corriendo —dudo el más bajo pero, una pequeña parte suya no deseaba seguir discutiendo con el bicolor y termino dejando pasar el asunto —Además, solo estaba midiendo las manos del nerd con las mías. No era la gran cosa.
— ¿Midiendo? —repitió confundido el de quirk dual.
El cenizo asintió y paso a hacer lo mismo con el bicolor que lo que hizo con el de pecas, junto sus manos extendidas y las midió. Pudo notar que las del más alto era muchísimo más grande que las suyas, que le daban una sensación fría en la derecha y calor en la izquierda, que su piel era bastante suave y tenía pequeñas marquitas casi inexistentes. Entretenido como estaba con su experimento, el de ojos rojos no noto como el bicolor se empezaba a sonrojar y avergonzar por sus acciones. Para él, las manos del más bajo eran bastante bonitas, tenía la piel blanca y un poco áspera por el uso de su quirk, sus dedos eran largos y delgados junto con uñas prolijamente cortadas. Ni una marca a la vista.
Cuando eran niños recuerda que en numerosas ocasiones el cenizo le tomo de la mano por reflejo o impulso, pero nunca se había detenido a sentirlas con tal atención como ahora. Tal vez, porque en sí ese era un momento muy espontáneo, que raras veces ocurría y no le daba la oportunidad de pensar en las sensaciones que le transmitía.
Ahora, sentía que nunca quería soltarlas.
—Solo hacíamos esto —mencionó el más bajo satisfecho con su experimento aunque el otro no le soltó — ¿Te sientes mejor ahora, mitad-mitad?
—...Supongo, ¿ya nos podemos parar? —pidió el de quirk dual y en un acto de madurez, agrego —Habría que ir con Midoriya, lo dejaste solo.
A Bakugou le cayó un balde de agua fría cuando recordó que dejó al de pecas solo en el centro comercial, ni estaba seguro cuánto tiempo paso persiguiendo a el bicolor pero estaba convencido que fueron más de diez minutos y sumados a la conversación, quizás quince. Midoriya podría estar en peligro y si no fuera porque el de quirk dual lo menciono, se le hubiera olvidado por completo.
Realmente, algo malo le pasaba cuando estaba mucho tiempo con Todoroki. Su mente perdía todo enfoque y era absorbido completamente por el rojo y blanco, como si no hubiera lugar para otra cosa.
Lo sentía tan tranquilizante como aterrador.
El cenizo oculto aquellos sentimientos en el fondo de su ser en lo que se soltaba del agarre del otro y corría hacia donde recordaba estaba el de pecas. Pudo escuchar como el otro le seguía, preocupado e inquieto por su reacción, sin entenderla pero comprendiendo que debía haber una razón de peso para ella.
Por favor, por favor, por favor, que ese maldito no lo halla encontrado.
Keigo le dijo una vez que él veía en el pecoso a un hermano menor, una persona que debía proteger y cuidar. Aunque al inicio no le creyó, con el paso de los años debió reconocer que estaba en lo cierto, quería proteger al de pecas que era tan inocente y dulce, ingenuo la mayoría del tiempo y estúpidamente valiente. Su intención pudo ser marcar una distancia para que no pasará lo del pasado dónde le hizo la vida imposible y el otro lo elimino por completo, pero eso se perdió de vista cuando empezó a llevarse bien con el de ojos esmeralda.
Si Shigaraki se atrevió a ponerle los dedos encima iba a cortarle la cabeza.
Para cuando el cenizo distinguió al de pecas sentado en una columna con almohadones, se dio cuenta que estaba acompañado por Uraraka y que una persona vestida de negro se alejaba del lugar, perdiéndose entre la muchedumbre. Pero antes de eso, giro la cabeza sobre su hombro para verlo, los ojos rojos brillaron con macabra diversión al hacer contacto con los suyos y los labios partidos y resecos del villano mostraron una sonrisa, junto con unas palabras silenciosas.
Una promesa escalofríante.
"Nos veremos pronto, héroe".
El de quirk explosivo hubiera corrido tras Shigaraki pero sería poner en riesgo el plan que tenía para salvar a las hermanas de Kaminari. Así que, en cambio, se acercó hasta el de pecas y la castaña para comprobar su estado. El primero se sostenía el cuello que tenía pequeñas marcas y la segunda le miraba pálida, sus manos temblando, pero manteniéndose firme.
— ¿A quién debemos avisar, Bakugou-kun? —pregunto preocupada.
—A nadie. Ese bastardo ya debe haber salido del centro comercial —respondió el de ojos rojos —No vale la pena poner a toda esta gente en pánico.
La femenina hizo una mueca de disconformidad pero termino por asentir y entre los dos intentaron calmar al pecoso, que aún con la palidez en su rostro aseguraba estar bien. El bicolor se mantuvo a una pequeña distancia de los tres, no era tan desalmado como para no preocuparse por alguien que conocía desde hacía años que estuvo con un villano sumamente peligroso hace menos de un minuto. Optó por hacer de vigilante por si volvía el de cabello celeste o alguno de sus compañeros, en lo que veía al de ojos rojos tranquilizando al más bajo.
Sin embargo, hubo una pequeña reacción que le llamo la atención.
Le tiemblan las manos. Esta mucho más afectado que Midoriya.
Katsuki podía aparentar fortaleza delante de todos pero Shoto sabía bien que se preocupaba mucho y pasaba mucho, mucho miedo cuando se trataba de alguien que quería. Un par de veces, en los inicios de Hawks cuando estuvo internado en el hospital por sus misiones, él fue a verlo para darle regalos y otras cosas al rubio junto con Touya, pero más que nada iba para verificar el estado de su amigo. El cual era mucho peor que el del héroe novato, el cenizo se veía pálido, ojeroso y nervioso, todavía mostrando una cara neutral delante de todos, fingiendo que no pasaba miedo cada vez que su hermano mayor pasaba por el quirófano, el bicolor logro ver que dentro suyo estaba agonizando.
Ahora pasaba lo mismo.
Solo que era con Izuku, quien debía importarle mucho más que cualquier otra persona.
—Te llevaré hasta tu casa, Deku y no te atrevas a darme un jodido no por respuesta —declaró el de quirk explosivo —Cara redonda, ve y dile a los demás que se sentía mal y por eso se fue.
—De acuerdo, cuídate mucho Deku-kun —pidió la castaña —Nos vemos en el campamento, ¡Bakugou-kun mándame un mensaje cuando lleguen a casa!
El cenizo asintió con la cabeza y el bicolor en silencio se ofreció a también escoltar al de pecas a su hogar. El trayecto se sintió algo incómodo entre los tres pero al llegar al edificio donde vivía el pecoso, cierta persona en la entrada brindo una sensación de alivio.
Inko Midoriya.
— ¡Katsuki-kun, tanto tiempo sin verte! —exclamo sorprendida la femenina tomando la atención del cenizo por completo —Has crecido mucho, cada días eres más parecido a Mitchan.
—Eso no es un halago, Inko-san —bufo el de ojos rojos.
Inko rió divertida e Izuku aprovecho que mantenía a el cenizo entretenido para hablar con el bicolor. Le gustará o no, le había causado mucha preocupación a su amigo y solamente una persona podría darle alguna forma de relajarse.
—Todoroki-kun, pasa tiempo con Kacchan —pidió pese a que odiaba mucho aquella idea —Fue un día difícil para él y se divierte mucho estando contigo.
Es lo mismo a que si estuviera contigo. No hagas como que no lo sabes.
El bicolor no podía tolerar en ocasiones la inocencia e ingenuidad del pecoso, el de ojos rojos debía preferirlo sobre él por mucho. Pero no pensaba discutirlo, realmente quería hacer algo para que el cenizo pudiera desquitarse y tenía pensado hacerlo desde antes de que lo mencionara.
—Lo haré —aceptó sin agregar nada y dejo que el silencio incómodo los envolviera.
—No tuve la oportunidad de agradecerte apropiadamente por proteger a Izuku —dijo Inko con los ojos levemente húmedos —En serio, muchas gracias.
El cenizo se tocó el brazo con ligera incomodidad. Tratar con tal sinceridad era un poco complicado pero conocía a la mujer de cabello verde desde hacía años y sabía que para ella, su hijo era todo su mundo, su vida. Que lo que él sufrió por no tener un quirk, ella también lo padeció por no poder dárselo. Por eso, debía intentar ser lo más amable posible, decir no es nada como si fuera un asunto de ligereza le haría sentir bastante mal pero las palabras no acudían a su llamado y empezaba a desesperarse.
La mayor que entendió sus emociones —ella lo conocía bien y era bastante aguda— con facilidad, extendió su mano derecha para darle una palmada en el brazo y le sonrió con mucha ternura.
—Serás un héroe increíble, te estaré apoyando —aseguró —Por favor, cuídate mucho.
—Lo haré, Inko-san —suspiro el de quirk explosivo con alivio por poder soltar aquellas palabras.
—Iré otro día a tu casa y llevaré unos postres, le diré a Mitchan que no se los coma —rió la de cabello verde para después mirar sobre el hombro del cenizo — ¡Izuku, por favor ayudame con las compras!
— ¡Sí, mamá! —acudió a su llamado el pecoso, tomando un par de las bolsas que traía su madre y luego viendo hacía el de ojos rojos —Nos vemos, Kacchan.
Bakugou se despidió de los Midoriya con un gesto de mano y fue hasta Todoroki, que estaba en la entrada del edificio de apartamentos, con la espalda apoyada en el muro en una postura de aburrimiento. El cenizo se pregunto por un momento si debía sugerir que era hora de que ellos también se volvieran a casa pero la inesperada y grave voz del bicolor acabo por completo con sus planes.
— ¿Quieres caminar un rato, Bakugou? —propuso el más alto de la manera más natural que le salió —Nunca he estado por esta zona.
En primer lugar, el cenizo pensó que no valía la pena, la zona urbana donde él también vivo hacía mucho tiempo —aunque fue cuando recién llego su alma a este mundo y sería como mucho un mes o dos— no tenía grandes cosas para ver, eran mayormente edificios de apartamentos, casas y un parque cercano a un centro municipal. En segundo lugar, no había nada bueno en pasar mucho tiempo con el bicolor y carecía de sentido lógico cuando podría hacer otras cosas, como entrenar o repasar el plan para salvar a las hermanas de Kaminari. En tercer lugar, de por sí era raro que el de quirk dual propusiera tal actividad y quizás podría estar sospechando de porqué reaccionó como lo hizo cuando el de pecas estuvo en peligro.
Había muchas razones por las cuales podría negarse y volverse directamente para su hogar pero en un impulso solo se puso delante del más alto, con las manos metidas en los bolsillos y se puso a guiar el camino por el barrio que poco y nada conocía.
El sol de verano era inclemente ese día y el de ojos rojos se aseguró de estar del lado derecho del otro chico, para darse alivio con la sensación de frío que transmitía a conciencia de que estaba pasando por un mal rato. No caminaron demasiadas cuadras, ya que realmente no había mucho para ver. El cenizo llevo al otro a una pequeña tienda que seguía estando todavía en el lugar que conocía y compro helados para ambos en lo que se dirigían al único lugar entretenido, el parque. Se sentaron ambos en una banca que tenía proyectada la sombra de un gran árbol y se pusieron a ver a los niños que jugaban sin importarles el calor corrían de un lado para el otro.
El de quirk explosivo comía de su paleta de helado ácido de limón cuando sintió la mirada del otro sobre su persona, no como siempre lo hacía que era con una tranquilidad que rozaba la indiferencia, como si solo quisiera mirarlo para asegurarse que estaba ahí. No, se sentía diferente, como si los ojos azul y gris buscarán saber todo lo que pasaba por su mente y la manera en que podían ayudarlo a enfrentarlo.
No había una manera de hacer eso. Realmente, el helado y la silenciosa compañía le parecían suficientes pero el de quirk dual no debía sentirlo así por la manera en que su aura gritaba déjame ayudarte, déjame consolarte.
A Katsuki se le escapó un largo suspiro y se cuestiono si no podría leer el alma del contrario para saber en qué pensaba o lo que sentía en ese momento. Quizás eso haría todo más sencillo. Pero no podía arriesgarse e intentarlo, así que guiado todavía por sus impulsos, acortó la distancia en la que estaban sentados uno del otro en la banca y apoyó su cabeza en el hombro derecho y magníficamente frío del más alto. Pese a que se sintiera extraño, era una acción que había hecho en varias ocasiones aunque se tratara de menos de siete o cinco.
Las veces en que Keigo paso por un quirófano mientras sus padres se la pasaban sin dormir de pie delante de las puertas cerradas y Touya se sentaba en una silla, moviendo rítmicamente la pierna derecha, el de ojos rojos se aislaba en el fondo de la sala de espera, sin querer ver a la puerta ni pudiendo hacer otra cosa que mirar el piso con aburrimiento y fingiendo que no imaginaba en el equipo médico rodeando el cuerpo de su hermano en una camilla. Fueron en esas ocasiones donde su temor era silencioso pero destructor en las que Shoto simplemente se sentó a su lado en la silla libre que tenía a su derecha o izquierda e hizo que apoyará su cabeza contra su hombro.
No le pidió que le dijera cómo se sentía. No le dijo que podía llorar. Nunca le hablaba, solo pasaba su mano libre por su cabello y ya.
Era un consuelo no pedido pero más que bienvenido.
En esta ocasión no sería diferente, tal vez se sentía raro porque hacía tiempo que no lo necesitaba o porque el bicolor tenía un olor distinto a cuando eran niños, el de ojos rojos estaba seguro que siempre había olido a una mezcla de lavanda y madera pero ahora solo podía sentir el aroma de una colonia masculina y té negro entrando por su nariz. Además, no puede entender debido a qué pero ahora la posición le parece más cómoda, como si su cuerpo se hubiera amoldado al otro y viceversa, no le dolía el cuello al estar en aquella posición y tenía ganas de pasar un brazo por la cintura del contrario para mantenerlo cerca pero se contuvo de hacer aquella innecesaria estupidez.
Ninguno puede estar seguro de cuánto tiempo pasaron así, solo que cuando vieron el cielo tornarse naranja y recibieron la llamada de una preocupada Ochako —a la cual el cenizo se le olvidó avisar que el pecoso ya estaba a salvo en su casa— supieron que debían volver para sus hogares. Rei y Enji debían estar esperando al bicolor para la cena junto con sus hermanos y Masaru junto con Mitsuki posiblemente hicieran lo mismo.
Así que, sin más remedio, el cenizo y el bicolor tuvieron que despedirse, esperando ansiosamente en sus corazones que se volvieran a ver dentro de poco.
— ¿Solo querían presumir lo buenas que son? Que malas.
El reclamo de Sato fue más que aceptado por la clase A, la cual agotada y al borde del colapso se adentraba a la zona de su campamento, después de haber pasado por el bosque lleno de monstruos y obstáculos.
Bakugou podía sentir las palmas adoloridas de todas las explosiones que tuvo que utilizar contra los malditos golems de tierra. A su lado, Midoriya no estaba en mejor condición e Iida tenía un extraño ruido cada vez que caminaba que le hacía recordar a un auto descompuesto. Todoroki que apenas llegaron se arrojó en el piso, con los brazos y piernas extendidos tenía parte de la ropa quemada y la otra mojada por el hielo que se derritió.
Cuando vio el arco del campamento de verano nunca pensó que sería tan malo. Mierda que había subestimado a las Pussy Cats.
—Es lo que nos habría tomado a nosotras —se rió Madalay —Pero todos hicieron un muy buen trabajo.
— ¡En especial los cuatro de ahí! —señalo Pixie Bob — ¡Los reservo para dentro de cuatro años!
El cenizo ni se molestó en esquivar a la heroína, con una sola patada al moribundo bicolor, consiguió una barrera de hielo protectora que alejo a la mujer. No quería que nadie más se atreviera a robarle un jodido beso, no gracias.
— ¡Que aburrido! —se quejo Pixie Bob pero el de quirk explosivo la ignoro para ayudar al bicolor a ponerse de pie y hacer que derritiera la barrera.
— ¡Bien! Por esta noche nosotros haremos la cena, así que pueden ir a darse un baño y descansar un poco —aviso Madalay —Los baños están por allá.
— ¿Cómo lograste que hiciera eso? —quiso saber el de quirk dual en lo que su hielo terminaba en deshacerse con un pequeño fuego.
—Cuando estás cansado eres como un calefactor descompuesto, una patada y vuelves a funcionar —se burlo el más bajo viendo cómo el otro fruncía el ceño —Ya vamos a...
— ¡Uhg!
El grito de dolor del pecoso le llamo la atención a ambos y pudieron ver el momento en que un pequeño niño azabache de gorra roja se alejaba del pecoso, que había caído de rodillas al piso con el de lentes agarrándolo.
Ah, lo había olvidado, Kota aparece en este momento.
El cenizo soltó un suspiro, el personaje de Kota Izumi siempre le dio mucha pena, un niño que perdió a sus padres debido a un villano y desarrollo un odio hacia los héroes que sacrificaban tan tontamente sus vidas, sin pensar en aquellos que dejaban atrás. No pudo hacer nada por él, ya que en primer lugar no tenía ninguna idea de cuando exactamente fue el accidente de sus padres. Así que, sabiendo que pudo impedirlo, se sintió el doble de mal por el niño.
Esperaba que el de pecas le demostrara que el mundo no era tan malo como creía.
Que había personas dispuestas a dar su vida y vivir por otros.
— ¡Vaya, Kaminari eres muy bueno...! ¡¿Estás bien?!
El rubio soltó el cuchillo que había estado usando tan diestramente para cortar las verduras cuando Kirishima apareció de la nada, haciendo que se asustara con su grito y terminara haciéndose un corte en su dedo índice, sangraba y dolía mucho pero con simpleza fue hasta el lavado y puso la herida bajo el agua fría. Al alzar la cabeza y ver la mirada preocupada en los ojos rubí, rió torpemente y le resto importancia con su otra mano.
—No es nada, no es nada. Me he hecho peores heridas que está cuando empecé con la cocina —una pequeña sombra oscureció su rostro, recordando a su hermana menor ayudándolo en esos momentos y a la mayor probando su comida, en un inicio horrible y asegurando que era deliciosa, hizo todo lo posible por sonreír aún con el nudo en su garganta —Ya mañana no estará.
El pelirrojo se mordió el interior de su mejilla, no sabe exactamente porqué pero algo en las palabras del rubio se le hacía falso y le llevo a tomar su mano fría por el agua, viendo la herida que ahora se ponía de un tono rosado. De su bolsillo saco una pequeña bandita para envolverla y con eso, una pequeña parte suya, se sintió un poco satisfecha.
Porque le pareció que curar al menos una de las tantas heridas que debía tener el más bajo era mejor que ninguna.
—Lamento haberte asustado —soltó la mano del otro —Es que después de ver a Bakugou me sorprendió que a ti también se te diera igual de bien la cocina. Me hace sentir algo inútil, solo sé cosas básicas.
—En primer lugar, no se me puede comparar con Bakugou. Lo suyo es a otro nivel que ni me molestaría en alcanzar —rió despreocupado el de ojos dorados volviendo a tomar el cuchillo y siguiendo con su tarea —En segundo lugar, ¡no deberías sentirte mal por eso, Kirishima! Puedes aprender. Seguro serás un muy buen cocinero.
— ¿Tú crees? —cuestiono un poco inseguro.
— ¡Por supuesto! —exclamo convencido el rubio —Algún día puedo enseñarte...
Denki no termino la oración. Algún día podría invitar a el de pelirrojo a su casa y enseñarle pero sabía que sería una mentira descarada. Ni siquiera estaba seguro si seguiría en Yuei en cuanto terminara la semana y pasará lo del secuestro o si Shota lo llevaría a juicio por lo de la USJ. O si todos los de la clase A lo iban a odiar cuando supieran lo que hizo, un hecho el cual quería ignorar todo el tiempo que pudiera.
El cuchillo siguió moviéndose en automático en lo que miraba a Eijirou que inclinaba la cabeza, como un cachorro, en espera de una respuesta.
A el de quirk eléctrico se le encogió el corazón y se rió de forma torpe, quebrada, en lo que bajaba la cabeza e intentaba meterse en su mundo donde solo eran los vegetales y él.
—Olvidarlo, Kirishima, sería un pésimo maestro —rogó porque se notará que lo decía en serio —Bakugou podría enseñarte.
—Pero yo quiero que lo hagas tú.
El sonido de corte se detuvo, el más bajo alzó la cabeza y noto la mirada seria del otro que después, al entender lo que había dicho, se empezó a poner del color de su cabello y a pasar la mano tras su cuello, en un gesto nervioso.
—E-Es que quiero aprender de ti, Blasty seguramente pensará que es molesto enseñarme —balbuceo el de dientes puntiguados pidiendo perdón internamente a su amigo de cabello cenizo por dejarlo tan mal parado —A-Aunque claro, s-si no quieres enseñarme no te voy a obligar. Hum, deberia irme, a ayudar por allá. Nos v-vemos en la cena.
El rubio no tuvo tiempo de decir nada, solo pudo ver cómo el pelirrojo corría a ayudar a Tsuyu y Tohru a pelar un par de papas, se volvió a poner sobre la mesada para cortar los vegetales, viendo en su dedo índice la bandita que dejó el otro. Podía sentir en su corazón una mezcla entre la felicidad y el dolor.
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