Capítulo 15

Denki tenía miedo. En parte, porque ya le habían gritado por sentarse en una cobija sucia que pertenecía a una señora de extraño peinado. Luego, debido a todos los ojos que los observaban en ese callejón, sumido en la oscuridad de la ciudad.

Estaba asustado. Muy asustado.

Den, intenta dormir. No puedes estar despierto toda la noche.

Yuna había hecho un pequeño refugio en poco tiempo. Se hizo con un carro de compras para tener una cuna poner a Rui, unas sábanas que rescató de su casa y la mayor cantidad de ropa que pudo meter en su mochila y una valija. Los héroes se habían llevado todo el dinero de sus padres, que aún si era robado y entendía que debía volver a la sociedad, por consideración creía que debieron haberles dejado un poco para que no tuvieran que dormir en la calle.

Pero bien, no era como si pudiera ir a reclamar en algún lado. Había escuchado que los lugares a dónde llevaban a los hijos de villanos eran peores que la calle misma. Y se arriesgaba a que la separarán de su hermanos menores. A Rui quizás no le harían nada al ser una bebé pero Denki seguro...iba a ser molido a golpes por algún adulto. Bastaría con que el rubio hiciera una tontería, algo que podría ser perdonado, pero que no lo sería.

El rubio contempló la expresión pensativa de su hermana y se acercó a ella, poniendo su cabeza sobre su regazo. La mayor tenía una expresión fría todo el tiempo pero eso no quería decir que lo fuera. Todo lo contrario, ella era muy afectuosa, como su madre.

Si su madre ya no estaba, ¿eso convertía a Yuna en su madre y protectora?

Algo en eso le parecía mal pero no pudo encontrar una respuesta de porqué le pareció así.

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Un mes. Yuna lo aguanto un mes. Robo, mendigo, no llegó a vender su cuerpo solamente porque su quirk, en acto inconciente —pero voluntario— creaba un campo eléctrico a su alrededor antes de que algún hombre la llegara a tocar. Así era imposible que pudiera generar dinero. Estaba en una encrucijada.

El clima invernal llegaría dentro de poco, las mantas, el fuego comunitario que creaban los vagabundo en una hoguera, los buzos y camperas que trajo de su casa destruida, nada de eso serviría para proteger a sus hermanos, ¿qué haría si Rui enfermaba? ¿o Denki? Eran niños, cuyos sistemas inmunológicos todavía no estaban lo suficientemente desarrollados para protegerse de las enfermedades que traía el desamparo.

Necesitaba poner un techo sobre sus cabezas, sábanas sobre sus pequeños cuerpos, comida en sus estómagos. Sabía perfectamente bien que Denki no estaba comiendo, que guardaba su parte para dársela a ella que no comía por días con tal de que ellos lo hicieran. Dolía ver su sonrisa, tan dulce, mezclada con sus mejillas hundidas por la falta de alimentos.

Yuna se mordió los labios, se llevó el cabello corto rubio detrás de la oreja llena de aretes puntiagudos —sus padres siempre la consideraron una niña ruda por usar chaquetas de cuero y empezar con las perforaciones a los doce pero estaba muy lejos de serlo— quizás esa noche podía intentarlo otra vez con algún hombre que ronde el callejón y conseguir algunas esposas inhibidores de quirk para asegurarse que pasará lo que tenía que pasar. Necesitaba juntar dinero rápido. Con urgencia.

—Hey, rubia.

La llamada la tomo por sorpresa. Estaba en la esquina del callejón, lo bastante cerca como para ver a sus hermanos durmiendo y vigilar que nadie se les acercará. Oculta entre las sombras, con un cuchillo en mano —las calles no eran una maldita broma y ella lo sabía aún si era una cobarde, tenía que protegerse a sí misma y sus hermanos— junto con una expresión sombría. Todos sabían que meterse con ella era salir electrocutado —dio una demostración la primera vez que un borracho intento meterse en su refugio para tocarla— con una gran posibilidad de morirse, por lo tanto, nadie le hablaba.

Con pequeñas excepciones. Por ejemplo, Charlotte. Una proxeneta que le dio trabajo pero al ver que no estaba hecha para ello —el único cliente que tuvo no pudo tocarle ni un pelo— le dejo de lado.

— ¿Cómo has estado? —se apoyó a su lado en la pared, vestida con un ajustado vestido rojo que hacía resaltar su piel azul y melena blanca — ¿Has resultó tu problema eléctrico?

—No —admitió con honestidad —Pero si vine a darme un trabajo, estoy más que dispuesta a hacerlo.

Charlotte negó con la cabeza, saco un cigarrillo de su horrible bolso de felpa rosada y lo prendió delante suyo, inhalando profundamente antes de volver a hablar.

—Hay cosas que no puedes hacer sin importar cuánto lo intentes y otras que sí puedes cuando hacer, aún si no quieres —dijo en un tono misterioso —Es posible que halla alguien interesado en contratarte para algún trabajo. Depende de ti si estás dispuesta a hacer lo que te pida.

Yuna tuvo un presentimiento, aceptar era una mala idea. Pero entonces un viento frío movió su cabello rubio y el albino de Charlotte, entrando hacía el callejón y pudo escuchar el pequeño estornudo de Denki, que acababa de despertar de su siesta.

Su hermano menor asomó la cabeza sobre las cajas de cartón que uso para protegerlo, la busco con la mirada y le sonrió una vez la encontro. Tenía la nariz sucia, la ropa también y el rostro levemente rojizo.

Tal vez obtuvo un pequeño resfriado. Algo leve, pequeño, insignificante pero a Yuna le recorrió un escalofrío y antes de saberlo, habia acordado con Charlotte una entrevista con aquella persona.

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De pasar a la calle a un departamento y volver a asistir a una escuela se sintió como un giro de ciento ochenta grados para el niño rubio de siete años. Estaba tan contento que no noto la palidez de su hermana cuando lo llevo hasta ahí, tampoco el temblor en sus manos o en el hecho de que no le explicó de qué trataba su nuevo trabajo, aquel que le había dado una vivienda y el dinero para que él y Rui tuvieran una educación.

No, Denki solo era feliz de no pasar frío en la calle. También porque Yuna dejaría de estar tan angustiada todo el tiempo. O al menos, eso había pensado.

En su primer día en el departamento de dos habitaciones —una para los menores y otra para la mayor— con una bonita sala, una cocina llena de comida, calefacción y una televisión, la mayor lo llevo hasta un sillón, lo sentó y le pasó una lista de cosas que el rubio leyó.

E inmensamente frunció el ceño con confusión.

—Pero Yu-nee no tiene veintiún años. Tienes diecisiete —protesto el niño.

—Es para que puedas ser tutor legal tuyo y de Rui, no tiene importancia, es solo un papel. Debes presentarlo mañana en tu escuela y cuando vayas a buscar a Rui a la guardería —explicó la rubia —Te puse como la única persona autorizada para retirar a Rui. Nadie más que tú puede hacerlo, ¿entiendes lo importante que es eso?

El rubio asintió y la mayor sonrió levemente, dándole unas palmadas en la cabeza y dejando de lado los papeles. Se arrodilló en el piso, tomo el rostro del menor entre sus manos y le miró a los ojos con seriedad.

—Habrá varias ocasiones en las que no podré llegar a casa, Den. Así que, debes ser un buen niño. Intentaré dejar la cena para Rui y tú, si no, vas a tener que improvisar —indicó la mayor —La puerta debe estar siempre, siempre, siempre, cerrada con llave y los candados. Nadie, ni siquiera si te dice que es la policía, puede entrar.

Denki volvió a asentir y Yuna suspiro con cierto alivio, su hermano menor podía ser torpe en ocasiones o distraído, pero seguía todas sus indicaciones al pie de la letra. Por ende, el tiempo en que no estuviera ella, ellos deberían estar bien. A salvo.

Mientras ella cometía actos peores que los de sus padres bajo la tutela de All for One.

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— ¡No, por favor! ¡Por favor no!

El sonido y el brillo de la electricidad se hicieron presentes en medio de la oscuridad, el inocente político que no espero el movimiento final fue decapitado, su cabeza rodó sobre su oficina, quedando frente a su escritorio donde estaban las fotos de sus hijos, de sus colegas, de sus amigos.

—Lo lamento, que descanses en paz número nueve —murmuro Yuna en la oscuridad, sintiendo la billis subiendo por su garganta, su propia electricidad pareciendo asquerosa en sus manos.

Llevaba dos años bajo el mando de All for One, casi tres. Su número de asesinatos era bajo, abundaban más las peleas a las cuales el sádico villano la mandaba a poner orden entre sus subordinados. Ya que si lo hacía su protegido, Shigaraki Tomura, se quedaría sin nadie que lo siguiera.

En cambio, ella solamente tenía que encerrarlos dentro de su campo eléctrico y electrocutarlos por un largo tiempo, hasta que quedaran en un estado del cual sería difícil recuperarse pero no imposible. Unos intentaron pelear con ella y hubo quienes fueron realmente fuertes, pero Yuna se mantuvo siempre en pie.

Con la sangre de otro cubriendo su ser.

Estaba tan asqueada de sí misma que hacía un año entero que no recuerda la última vez que abrazo a Denki o Rui, ¿cómo podría tocarlos cuando género tanto daños a otros con sus propias manos? ¿cómo podría merecer un abrazo después de todo lo que había hecho?

Estaba satisfecha con volver a casa y verlos dormir.

Terminada su misión, cubrió el cadáver con una sábana, lo mínimo que podría hacer en muestra de respeto. Salió en silencio hasta las escaleras de emergencia para bajar del edificio y se perdió por los callejones donde las cámaras de tránsito —a las cuales era mejor no alterar— no podrían verla. Fue hasta una parada de autobús que lo dejo en Kamino, se metió entre las calles solitarias hasta llegar a aquel bar de mala muerte donde la esperaban.

Aunque, claro, en vez de pasar por dónde todos pudieran verla uso un pasadizo. Podría ser una criminal pero no le gustaba mezclarse con los demás villanos, le daban un miedo infantil, uno que no sabía de dónde venía. Tal vez porque ellos, a diferencia de ella, tenían malicia, disfrutaban de causar daño, de crear caos.

En cambio, a ella solamente le importaba el dinero que le daba All for One para seguir pagando el alquiler, los víveres y las matrículas de los niños. Denki ya tenía diez años y Rui tres, debía comprarles ropa nueva. Aunque el rubio parecía tan pequeño como un niño de ocho y su inquieta hermanita manchaba todo lo que se ponía.

Yuna sonrió un poquito al pensar en los menores pero borró esa expresión cuando bajó hasta el ático del bar, donde el frío que sentía no tenía nada que ver con el ambiente. No, era un frío de miedo, del conocimiento de que cada vez que entraba ahí ya no estaba tan segura de que podría volver a salir.

La rubia contuvo la respiración, sus tacos haciendo ruido por el largo pasillo oscuro que transitaba hasta que llegó a la sala donde One For All se sentaba todas las noches, casi con aburrimiento, a esperarla.

Power, bienvenida —la saludo con una sonrisa —Has terminado tu trabajo tan rápido como todos los demás.

"Power" una alusión al significado de su nombre "poder". Detestaba ese nombre con todas sus fuerzas desde que él lo uso la primera vez.

Yuna no quería ser poderosa. Con todo gusto sería una sin quirk si eso le daba protección a sus hermanos, un hogar, comida. Pero no estaba loca como para decirle eso al villano más grande de todos.

La rubia se quedó en silencio, en espera de que el villano dijera otra cosa o simplemente le diera su dinero. One For All rió ante esa actitud tan suya, se puso de pie y le extendió su dinero pero antes de que ella pudiera tomarlo —evitando que su mano temblará— se detuvo.

—Tus preciados hermanitos, uno de ellas todavía no manifestó su quirk, ¿cierto?

A Yuna se le aceleró el pulso, su cuerpo se volvió frío, la bilis volvió a apoderarse de su garganta.

Él sabía de sus hermanos, de sus motivos para trabajar, pero nunca le había preguntado directamente por ninguno se ellos.

Pensó en mentir. Claro que lo hizo. No dejaría que un megalómano psicópata supiera del quirk de su hermano menor, el cual era como el suyo, un quirk del tipo eléctrico muy poderoso. Pero si mentía, él la atacaría sin dudarlo.

Así que no le quedó de otra que responder.

No, sigue siendo pequeña —susurro en un hilo de voz.

—Oh, entonces habrá que esperar un tiempo más —sonrió.

Yuna asintió, tomo el dinero y salió del bar con el corazón acelerado. Fue hasta el departamento donde estaban sus hermanos lo más rápido que pudo, abrió la puerta con la llave y saco la mano para soltar todos los candados que había del otro lado. Una vez dentro, lo primero que vio fue a Denki en la puerta, sentado en el piso, tapado con una cobija.

No sabe cuándo exactamente pero se canso de repetirle que no tenía que esperarla. Porque de todos modos, el niño lo haría.

Yu-nee bienvenida a casa...—murmuro con la voz adormilada pero luego sus ojos se abrieron de par en par — ¿P-Por qué estás llorando? ¿Yu-nee?

Yuna se arrodilló en el piso, lágrimas desbordaban de sus ojos dorados, su corazón destrozado, ¿qué había hecho? ¿quién sabía de sus hermanos ahora? ¿en qué clase de peligros los había metido?

¡¿Qué rayos había hecho?!

Denki se paró para consolar a su hermana pero ella lloraba sin remedio, sin detenerse, abrazándolo como si pudiera sostenerla. Pero él no podía hacer eso, solo verla llorando, mirar como sus hombros temblaban, sentir sus manos cálidas manchadas de sangre.

Yuna hacía tiempo lo dejo de abrazar, había dicho que era porque se trataba de un niño grande, que ya no necesitaba de abrazos. Pero él sabía que se debía a que no podía tocarlo con las manos de esa forma, incluso cuando estaban limpias.

Sin embargo, nunca dijo nada. Porque era doloroso. Más doloroso que el abrazarse después de tanto tiempo.

El dolor de que Yuna no creyera que merecía su afecto.

Denki le devolvió el abrazo con la mayor fuera que podía tener su pequeño y débil cuerpo. Se abrazaron por horas, hasta quedarse dormidos en la entrada.

Cuando se despertaron ambos, con dolor en sus cuerpos por el lugar donde descansaron, Yuna sintió un estúpido optimismo invadirla, tal vez una forma de negar lo que sabía que eventualmente pasaría.

Y entonces, junto con Denki, se llevaron todo lo necesario para volver a las calles.

—Yuu-nee consiguió un trabajo como personal de limpieza en un hospital, no era una buena paga pero basto para tener este lugar —señalo el rubio —Vivimos aquí cinco, casi seis años. Éramos felices. Esperaba cumplir los dieciséis para poder conseguir un trabajo y ayudarla. Pero entonces...

Bakugou había escuchado la historia de Kaminari desde hacía dos horas, teniendo imágenes claras de lo que le relato gracias a sus sueños. Nunca creyó que escucharlo de él sería peor que haberlo visto, no comprendía porque le dolía más. Si era por el modo ausente en que lo contaba, como si no le hubiera pasado o por la forma obvia en que su labio inferior temblaba en cada oración.

Tenía deseos de moler a golpes a All for One.

Se aprovecho de un niña que únicamente quería proteger lo que quedaba de su familia.

—Me había inscripto a un instituto tecnológico, incluso gané una beca —un pequeño tono de orgullo se filtro en su voz pero después se vio opacado por la rabia e impotencia —Ese día era mí examen, Yu-nee y Ruru me hicieron un desayuno especial y prometieron esperarme en casa para que les diera la buena noticia apenas llegará. Pero cuando llegue, él estaba aquí y ellas...

El rubio cerro los ojos, intentando olvidar lo que vio, a su hermana mayor sangrando en el piso, a la menor siendo agarrada por los pelos por One For All que gigante como era ocupaba todo el espacio de su diminuta sala de estar. Su bolso cayó al piso provocando un fuerte ruido, ellas gritaron que corriera, que huyera.

—No...¡no, déjalo! ¡yo haré lo que querías, deja a mí hermano en paz! ¡él no tiene nada que ver! ¡él no será tu títere también!

Las palabras de Yuna se repitieron en su mente, el miedo, el dolor, la desesperación, con que las dijo quedó grabado en su memoria y se repetía en sus pesadillas.

—All for One me dijo que debía entrar a Yuei, ser de la clase A, estar atento al discípulo de All Migth que es Midoriya y buscar símbolos. Otros chicos que fueran excepcionales...—bajo el tono de voz, titubeó, pero finalmente miro hacía el cenizo —Como tú. Futuros héroes que puedan ser una amenaza para él. Aparte de eso, me pidió hacerle la entrada más fácil a la USJ.

— ¿Y tus hermanas? —interrogó tentativamente el cenizo — ¿Sabes cómo están?

El rubio asintió, llevo su mano diestra hasta su oreja derecha, corriendo un mechón de cabello rubio para mostrar un aro de color blanco que se quitó para poner en su palma.

—El quirk de Ruru es transferencia electrónica, ella puede desplazarse a cualquier objeto eléctrico sin importar lo lejos que esté, como este pequeño intercomunicador que diseñe —explicó el rubio mostrando el artefacto en la palma de su mano —Pero apenas lo está desarrollando, así que si no es sumamente necesario no la contacto. Lo hago cada cinco días. Ella mayormente me dice que está en un lugar oscuro y que tiene miedo...pero está viva y sin heridas. A Yu-nee la mantienen durmiendo, no sé a qué se refiere con eso, pero dice que la conectaron a una máquina y que no ha despertado desde entonces.

—Tu hermana tiene un quirk que All for One debe considerar problemático. Por eso la debe mantener neutralizada —razonó el de ojos rojos — ¿Te ha pedido algo más?

—De momento no. Esta contento por el desastre de USJ, la caída del prestigio de Yuei y esas cosas.

Katsuki asintió. Bien, ahora venía lo difícil.

Kaminari —lo llamo por su apellido porque aquello merecía seriedad y atención, no podía llamarle por apodos tontos —Sé que no confías en los héroes y entiendo que tienes un muy buen jodido motivo para eso. Pero, ¿puedes confiar en mí?

Denki se mordió el interior de la mejilla. Recordó al alma dorada que hacía poco había estado en su hogar, pidiéndole que confiara en el chico que estaba delante suyo, que le aseguro que él no le iba a fallar, que no lo decepcionará. Intento que su mente aceptará eso, que su lado razonable comprendiera lo que su corazón ya había aceptado. Que incluso antes de aquella pregunta, ya tenía una respuesta.

Confía en Bakugou Katsuki. Confiaba de tal forma que estaba asustado.

¿Por qué tenía tanta confianza en él cuando apenas le conocía? ¿Por qué su alma parecía tener una ciega fe hacía él? Dios, no tenía ni idea, pero estaba feliz de tener a alguien con quién contar en ausencia de las personas que más amaba en su vida, sus hermanas.

—Sí, confío en ti —reconoció.

—Bien, entonces esto es lo que haremos —planificó el de ojos rojos —El festival deportivo va a demostrar a los símbolos que All for One busca. Yo me haré uno y tú le dirás todo lo necesario de mí.

—Pero eso te pondrá en peligro, te hará un blanco —se preocupo el rubio.

—Esa es la idea —sonrió el cenizo —Si me vuelvo un blanco, él vendrá por mí. No se resistirá a atacarme.

Aunque en el pasado me secuestro por otros motivos esto también podría servir. Además, el maldito de Shigaraki está molesto por lo de la USJ. Si tiene una razón para ir tras de mí, la tomara.

—Me llevará a un lugar donde él esté, para vigilarme. En ese mismo lugar deben estar tus hermanas —siguió hablando el de ojos rojos —Cuando este dentro, las sacaré.

—Estás haciendo muchos supuestos, Bakugou —suspiro el rubio — ¿Cómo estás tan seguro de que eso pasará?

—Solo tienes que confiar en mí, maldita sea —gruño el cenizo —Pasara tal y como te lo digo.

Todavía inseguro, el de ojos dorados asintió y miro hacía la ventana, ya estaba bastante oscuro y aunque sabía que el cenizo podría defenderse de los criminales de poca monta de su vecindario, no le hacía bien el dejarlo irse.

—Hey, Kaminari —lo llamo distrayendo su mente de sus pensamientos — ¿Quieres venir a mí casa? Entiendo que este sea tu hogar y el de tus hermanas. Pero está hecho un puto asco.

— ¿E-Eh? —tartamudeo el rubio — ¿Tu casa?

—Ajá, mí casa —se levanto el cenizo y miro hacía el más bajo que se quedó sentado —Puedes traer todo lo que quieras.

Kaminari pudo sentir un corto circuito pasando una cabeza y solo se volvió peor cuando Bakugou rodó los ojos, le tomo de la mano e hizo que se pusiera de pie.

Fue muy simbólico, nadie nunca le habia dado la mano, una ayuda, un acto de bondad desinteresado. Y lo estaba recibiendo de la persona menos esperaba de todas, de aquella que a simple vista no parecía tener bondad alguna.

El rubio soltó una pequeña risa y limpio las lágrimas que se le escaparon en el acto. Después, agarró su mochila de la escuela, las muñecas de Rui, unos libros de Yuna y un poco de ropa para dejar junto con el cenizo el departamento.

Con la promesa de volver con sus hermanas dentro de poco.

Kirishima se preguntaba si era solo él o si alguien más había notado la diferencia de que Kaminari parecía más a gusto con Bakugou que con el resto de las personas. Ni él mismo sabía bien porqué lo creía, si era por como parecía relajarse en presencia del cenizo o debido a que se mantenía tan tranquilo en ocasiones.

Tal vez se habían hechos cercanos sin que él se diera cuenta. Pero no tenía idea en que momento lo hicieron.

Ahora ya estaban en el festival deportivo y no es como si tuviera tiempo de preguntarlo.

—Kirishima, ya estamos por salir —le advirtió Sero — ¿Estás preparado?

— ¡Al cien por ciento! —respondió con una sonrisa de oreja a oreja para luego ver hacía cierto lugar — ¡Bakugou, Kaminari! ¿Están listos?

Bakugou y Kaminari estaban en una esquina del lugar, el rubio contaba una broma que al otro no parecía causarle gracia pero que igual le escuchaba. El pelirrojo no supo porque apenas se acercó, paso un brazo por los pequeños hombros del rubio y se lo llevó hasta su pecho.

Era realmente pequeñito cuando lo abrazaba de esa forma. Además, en ese ángulo tenía la mejor vista a sus ojos dorados y la resplandeciente sonrisa que le dio.

— ¡Listos! —exclamo positivo el rubio —Seremos los mejores.

—Yo seré el mejor —bufo el cenizo.

—Tan humilde como siempre —se rió el azabache.

—Nuestro líder es muy modesto —agrego Ashido que se había separado de las chicas para ir hasta sus amigos.

El cenizo bufo pero no negó sus palabras lo que hizo sonreír a los demás. Estaban por continuar su pequeña conversación justo cuando la heroína Mindnight anuncio que era el momento de salir a escena y que el alumno con mayor puntuación en los exámenes debía subir a dar un discurso de apertura.

El mejor alumno no podía ser nadie más que el cenizo de ojos rojos de quirk explosivo.

En el gran patio dentro del enorme estadio de Yuei las personas observaron a la persona que subía los peldaños del escenario con las manos metidas en los bolsillos, hasta el micrófono delante del cual se detuvo. Las clases A, B, C, D, E y F —las primeras de héroes y las otras relacionadas a departamentos de tecnología y administración— miraron a su mayor obstáculo en ese lugar.

Por una milésima de segundo el cenizo pensó en decir algo amable. Pero le duro muy poquito. Mierda, no iba con su personalidad dar un discurso así.

Él era como era y punto. Demostraría que podía ser el mejor héroe de todos.

Por lo tanto, con muchísimo orgullo, repitió las palabras que ya antes había dicho.

—Yo juro que seré el número uno —mostró su puño con el dedo pulgar hacía abajo, viendo con gran diversión las caras de todos los adolescentes llenarse de indignación —Convertirse en peldaños para que suba hacía la cima, perdedores.

Los gritos no tardaron en hacerse oír.

— ¡No sean tan arrogantes, clase A!

— ¡Los venceremos!

— ¡Tú te vas a convertir en un peldaño!

Mindnight sacudió la cabeza en signo de negación aunque encontró la situación graciosa. Yamada y Aizawa que estaban en una cabina sobre el escenario para relatar lo que pasaba, se miraron mutuamente, ninguno sin saber qué decir. All Migth soltó una fuerte carcajada ante el espíritu del joven cenizo y Endvador, que estaba por supuesto viendo aquel evento tan importante en la vida de su hijo, solo pudo pensar que el niño de los Bakugou era realmente incorregible.

El cenizo bajo los peldaños con una sonrisa de oreja a oreja, siendo el primero en recibirlo Todoroki.

—Eso fue infantil —reprochó aunque después sonrió levemente —Pero muy digno de tu parte.

— ¿Acaso me estás llamando infantil, mitad-mitad? —cuestiono con algo de irritación.

—Para nada —negó el bicolor pero la pequeña sonrisa en sus labios, el brillo divertido en sus pupilas desiguales, dictaba todo lo contrario.

El más bajo ignoro todo eso y se concentró lo importante.

La carrera que estaba por comenzar.

El inicio verdadero del festival deportivo.

Mírame bien, maldito lunático.

All for One iría tras él sí o sí.

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