Capítulo 11

[Recordatorio : Aunque me base en la serie/manga canon, hice varios cambios. Hay cosas que aparecen, otras que se cambian a mí conveniencia y otras que ni aparecen, para que lo tengan en cuenta. Muchísimas gracias por leer, comentar y votar ❤️]

Hay una mujer, no, una joven, que sostiene entre sus brazos a una bebé de cabello rubio. Esta sonriendo pero es una expresión triste. Detrás de ella hay un niño, un niño pequeño, con una sonrisa inocente.

Los tres están en una casa destruida.

Los héroes los ignoran.

Y la escena cambia.

Ahora, la joven pasa a ser mujer pero sigue siendo joven. Pide ayuda pero nadie le escucha, el niño sigue detrás de ella, ve todo y la sonrisa se pierde, la inocencia muere. La bebé llora, están durmiendo en la calle, en un frío callejón rodeados de basura pero luego es un pequeño departamento. La situación mejora, la mujer sonríe por primera vez.

Pero en vez de tristeza, en su sonrisa hay desesperación.

El departamento está cubierto de sombras, tienen calefacción, comida, una televisión. Pero la mujer no vuelve casa y el niño se hace cargo de la bebé. Deja a la bebé en una guardería, va a la escuela, busca a la bebé y vuelve al departamento, siempre cierra con muchos candados de por medio. Hace la comida para ambos, deja para la mayor, limpia, juega con la bebé, no hace la tarea y se acuesta en una pequeña cama junto con la bebé.

Sin importar cuánto espere, la mujer no vuelve. Y cuando lo hace, tiene una expresión pérdida, ropa manchada de sangre, lo abraza pero luego lo aparta y llora en suelo.

Se rompe, se rompe y se rompe. Se rompe en miles de pedazo que el niño no sabe cómo pegar. Así que solo puede ver.

Siempre, únicamente, puede ver. Ser testigo de aquel sufrimiento.

Pasa el tiempo, es difícil calcular cuánto y dejan el departamento cubierto de sombras, están otra vez en la calle pero ahora la mujer parece más feliz, después están devuelta en un departamento diminuto en un edificio que se mantiene en pie por algún milagro arquitectónico. Los tres comparten el futon, no hay calefacción, mucho menos televisión y hace muchísimo frío durante las noches. Pero la mayor vuelve a casa todos los días, hace que el niño haga su tarea antes de irse a dormir, baña a la bebé y sonríe, se alegra, está bien, se siente bien.

Y luego ya no. Es un bienestar pasajero. Una ilusión.

Porque no puede borrar todo lo que ha hecho. No puede fingir que jamás paso.

Él los alcanza cuando el niño paso a ser adolescente y la bebé una linda niña. Sabe de sus quirks, sabe que son como ella y quiere que lo ayuden como ella hizo hacía tanto tiempo atrás. Así que, en un día común, él entra en su refugio, su hogar que tanto esfuerzo llevo construir, los espera y hace un trato con el adolescente asustado, aterrado, que acepta hacer lo que sea con tal de que no lastime a la mujer y a la niña.

El niño creció sabiendo que los héroes no los salvarían. No a ellos. Creció viendo a la mujer rogando y teniendo que valerse por sí misma. Creció sabiendo de las cosas que ella hizo cuando estuvieron en su peor momento y que él estaba más que dispuesto a repetir con tal de tenerlas a salvo.

Por lo tanto, las sombras se tragan al niño y el eco que dejan es el llanto de la mujer y la niña que hacen un único pedido a la oscuridad que las rodea.

Porque los tres fueron atrapados una vez más.

— ¡Por favor, salvarlo! ¡Salvarlo! ¡Por favor! ¡Por favor!

Katsuki se despierta con la respiración agitada y una fría capa de sudor cubriendo su frente, el corazón latiendo como si hubiera corrido una maratón y sus ojos viendo puntos brillantes de forma dolorosa. Cuando se sienta en la cama, la urgencia de vomitar le abruma e intenta hacer un ejercicio de respiración para calmarse, el cual no sirve de nada y termina teniendo que correr hacia el baño a expulsar su cena de la noche anterior.

La cabeza le palpita de forma terrible para cuando termina de vomitar y tiene que quedarse sentado en el frío piso de mármol unos segundos, hasta que escucha unos leves golpecitos en la puerta y la voz preocupada de su padre detrás de la misma.

¿Todo bien, hijo?

El cenizo gruñe y se levanta, se lava la boca antes de abrir la puerta y encontrarse con Masaru, que tiene puesto todavía el piyama de tela azul y pantuflas negras.

—Te ves enfermo, Katsuki —comenta inmediatamente el mayor con preocupación al ver la tez pálida de su hijo — ¿Qué te sucedió? ¿Tuviste un mal sueño?

—No, me cayó mal la comida de anoche, es todo —negó el cenizo —Comeré un desayuno ligero y ya. No exageres, viejo.

Masaru suspiro, una señal de que no le creía y que sabía que se estaba haciendo el duro, que debía haber una razón detrás para que estuviera tan pálido y sudado a primera hora del día. Pero, como era de esperarse del castaño, no insistió en el tema, le dejo a su hijo su espacio y solamente le dijo que le prepararía su desayuno, así tendría tiempo de darse una ducha rápida.

El cenizo no había pensado en tomar una ducha su primer día de clases pero en vista de su despertar tan horrible y confuso, le pareció la mejor idea de todas. Cerro la puerta, se quitó la ropa y encendió el agua caliente. Apenas estuvo bajo el agua, su cabeza dejo de dolerle y su cuerpo se relajo, lo que le dio la oportunidad en pensar en aquel extraño sueño y la sensación familia de dolor que le dejo. Ya que la sentía bastante similar a la primera y única vez que se reunió con Dios a la edad de cinco años.

¿Será que le mando algún mensaje mediante su sueño? Dios le había dicho que su intervención debía ser mínima en todos los mundos, únicamente podía monitorear lo que sucedía, pero si encontró la forma de doblar las reglas a su favor para ayudarlo no veía porque no lo haría.

Aunque pudo haberle dado un sueño menos ambiguo y con más detalles. El cenizo se sintió frustrado cuando no pudo darle a la mujer, la niña y el adolescente —supuso que serían esos tres sujetos por la última parte de su sueño— una descripción gráfica. De qué colores eran sus cabellos, ojos, pieles. La forma de sus caras y cuerpos. Todo aparecía borroso en su memoria pese a que los acontecimientos eran claros no podía hacer nada si no tenía idea de quiénes los habían vivido.

Tal vez vea a ese adolescente hoy y por eso me mandó ese jodido sueño. Como una advertencia y pedido.

Debía tener cuidado con el adolescente pero a la vez tenía que ayudarlo. Verlo ser tragado por una gigantesca sombra no fue agradable. Quería ayudar a ese niño que solamente deseaba proteger a la mujer y la niña.

Quería salvarlo.

Durante y después del baño pensó en los posibles candidatos a ser el adolescente, reduciendo la mayoría a los chicos de Yuei que tenían su edad. En la serie, que recordara, aparte de Shoto ninguno más tenía una niñez tan trágica como la que su sueño le había mostrado. Aunque, si lo pensaba bien, la serie animada que vio no profundizó en los personajes secundarios, únicamente tenía ligeras excepciones.

El mundo en el cual estaba era verdadero, cruel y despiadado. Debió esperarse que esté tipo de cosas horribles pasarán.

Por eso, debía intervenir.

El de ojos rojos bajo a desayunar ya vestido con el uniforme de Yuei pero sin la corbata. No pensaba usarla, las odiaba. Eran incómodas y le hacían sentir asfixiado.

Se sentó en su lugar habitual en la mesa, delante de su madre que le vio con los ojos entrecerrados por la falta de la corbata roja en su uniforme pero no hizo mención alguna, dejo la taza de lado y le miró fijamente por unos segundos, hasta lograr que el menor se sintiera incómodo.

— ¿Qué? —recibió una taza de café con leche caliente por parte de su padre que se sentó a su lado y bebió un poco, volviendo a sentir la mirada de su progenitora sobre su persona —Ya, mierda, deja de mirarme.

—No se puede evitar cuando te pareces tanto a Kei con ese uniforme puesto —sonrió de lado la rubia —Les queda a ambos bastante bien.

Katsuki chasqueo la lengua con un leve sonrojo en sus mejillas y continúo su desayuno, en un agradable silencio familiar que Masaru interrumpió cuando dijo que ya era hora de irse. Él lo dejaría en Yuei en camino al trabajo. Por otro lado, Mitsuki se iba a ver con Rei, para platicar sobre como se sentían ambas al respecto de sus hijos que serían futuros héroes como sus hermanos mayores.

En el viaje en el auto, de la nada, con la radio prendida dando las noticias, la voz baja del castaño se dejó oír.

—A tu madre le sigue sin gustar que tú y Keigo sean héroes, pero eso es porque le preocupan, tiene miedo que algo malo les llegue a pasar. Yo también tengo miedo de eso —confesó el de lentes gruesos —Pero siempre los estaremos apoyando Katsuki. Da lo mejor.

—...Le dijiste esto a Kei-nii cuando ingreso a Yuei, ¿no? —adivinó el cenizo viendo la expresión seria de su padre —No hará nada que los haga preocupar. Sé cuidarme.

—Keigo respondió algo similar —se rió un poco el mayor —E igual que tú, tampoco lo prometió.

Katsuki cerro la boca y Masaru le miró con una leve sonrisa. Sus dos hijos dijeron que se cuidarán pero ninguno lo prometió ni juró. Porque ambos debían saber que eran palabras que no siempre podrían mantener y él lo comprendía, por supuesto que lo hacía y eso le dolía.

Entender que sus preciosos hijos podrían ser heridos o no volver a casa era lo más difícil que había hecho en su vida. Pero lo hacía porque se trataba de los sueños de ellos y él como padre debía estar ahí para apoyarlos.

—Katsuki, nunca olvides que tu madre, tu hermano y yo te amamos —mantuvo el tono firme en su voz —Así que siempre has lo que debas hacer. Nosotros lo entenderemos.

Keigo debió recibir también esas palabras, ese permiso de arriesgarse cuánto quisiera, incluso si eso significaba dar su vida por algo en lo que creía. Y el cenizo estaba seguro que ambos debieron sentirse igual con aquellas palabras, porque cuando Masaru freno delante de Yuei, antes de bajarse del auto, se dio la vuelta y le dio un fuerte abrazo.

Luego, se bajó del auto y corrió hacía la preparatoria, fingiendo que no vio la sonrisa amable de su padre despidiéndose de él.

— ¡Oh, eres tú! ¡Cabello verde! ¡Deku-kun!

Bakugou llego justo en el momento en que Midoriya estaba siendo acosado —bueno, esa no era la palabra correcta cuando la escena era tan inocente— por una entusiasmada Uraraka, que movía las manos de forma errática y hablaba sobre los eventos del examen práctico. Al acercase todavía más a ellos, ya que debía entrar al maldito salón, la castaña desvió su atención del pecoso y de la nada, él se volvió su nueva víctima.

— ¡Bakugou-kun, hola! ¡Quedaste con nosotros! ¡Genial, genial! —saltó alegre la de ojos chocolate — ¡Es un gusto ser tu compañera! ¡Vamos a llevarnos bien!

—...Eres muy habladora, cara redonda —bufo el cenizo pero una parte suya se sentía alegre de la amabilidad inesperada recibida —Y estás bloqueando la puerta.

La castaña no perdió la sonrisa pese a la actitud huraña del cenizo, solo se corrió de su camino para que pudiera meterse en el salón y lo siguió junto con el de pecas que se sentó en el pupitre delante del suyo.

—Llegas temprano, Kacchan —lo saludo el de ojos esmeralda.

—Mí viejo me trajo, así no debía tomar el tren con tanta gente.

Izuku soltó una pequeña risa y Ochako los miró curiosa, pensando lo mismo que la primera vez que los vió juntos.

— ¿Ustedes se conocen hace mucho no? —ladeó la cabeza viendo hacía ambos chicos que le miraban —Se llaman por apodos y parecen ser cercanos.

—P-Pues somos amigos de la infancia —tartamudeo el de pecas con un pequeño sonrojo —Debe ser por eso.

—Conozco a esta pulga llorona desde que tengo uso de razón —confirmó el de ojos rojos, aunque en parte fuera mentira, se sentía de aquella manera.

— ¡N-No me llames pulga llorona! —se molesto y avergonzó el de pecas.

—Pulga, pulga, pulga llorona —le saco la lengua el cenizo.

La castaña rió por el infantil pleito que se estaba desarrollando entre ambos y se sintió bastante triste cuando un chico alto, de lentes, con una actitud mandona los hizo salir del salón para una prueba en el patio por orden del profesor.

Bakugou se sabía de qué trataba desde antes de escucharlo. La prueba de fuerza de Aizawa. Lanzar la pelota.

El profesor los hizo ir a cambiarse a los vestuarios y después salir. El uniforme deportivo de Yuei era cómodo pese a lo ajustado que estaba a su cuerpo y al salir por la puerta, siendo el último —entró último también, ya quería evitar a sus compañeros lo más posible— recibió varias miradas por parte de sus compañeros de clase.

Kirishima Eijirou, reconocible por su cabello pelirrojo, dientes de tiburón y ojos rojos le miraba con atención y agitó una mano en su dirección, en un gesto amistoso de salud. Sero Hanta hablaba animadamente con Denki Kaminari que lo señalaba constantemente y saltaba en su lugar, siendo uno tan apagado en apariencia con su cabello azabache y ojos oscuros y el otro rubio de iluminados ojos dorados, destacaban a la vista aún en medio de tantas personas. Mina Ashido, de piel rosada, pequeño cuernos en el cabello rosado rizado, apenas lo vio se separó del grupo de chicas con el que estaba y fue a su encuentro.

Sus curiosos ojos amarillos lo miraron de arriba a abajo, en una inspección que le hizo sentir incómodo.

— ¿Se te perdió algo? —preguntó molesto, apartándose de la chica.

— ¡Te me haces familiar! —exclamo la de cabello rosado con una sonrisa —Pero no recuerdo haberte visto antes, ¿de casualidad tú me recuerdas? Tengo muy mala memoria, aunque estoy segura de haberte visto en algún lado.

Algo muy breve apareció en el campo de visión del ojos rojos, una luz rosada que bailaba amorosamente alrededor de la femenina. Una luz que transmitió un sentimiento de profunda tristeza hacía él.

¿Un alma...?

Katsuki tuvo que cortar sus pensamientos cuando su profesor por fin hizo acto de aparición en el patio.

—Es hora del examen práctico —anunció Aizawa cortando la conversación entre la femenina y el cenizo que tuvieron que tomar lugares en una fila —Deben dar un paso al frente, decir su quirk y lanzar la pelota, será una presentación para que se conozcan mejor entre ustedes. El primero es Bakugou Katsuki.

El cenizo dio un paso al frente, la pelota de béisbol en su mano derecha y sin mucho esfuerzo, la lanzó con una gran explosión que  levanto un poco de polvo del patio. Sin importarle cuánto marco —la de la castaña sería la ganadora con su quirk de gravedad cero— se alejo de la línea y se sentó en el suelo para ver a los demás.

El profesor le vio con una ceja alzada, pensando que parecía un niño aburrido que ya dado un examen debía esperar a que los demás lo hicieran también.

—Eres bastante relajado —comento vagamente viendo hacía el frente otra vez —Siguiente, Izuku Midoriya.

Le dije que se controlará para no ser regañado. Pero no tengo una maldita idea si eso le vaya a servir o no.

En sí, el cenizo no tenía idea de cómo controlar ese quirk tan poderoso, eso dependía solamente de el de pecas. Sin importar cuántos consejos le diera, si estos surgirían efecto estaba lejos de su poder. Por eso, no podía evitar sentirse ansioso cuando vio a Midoriya agarrar la pelota con fuerza, cerrar los ojos y luego, lanzarla.

Aizawa no le detuvo, le miró con el ceño fruncido, pero no le borro su quirk.

Lo hizo bien.

Bakugou soltó un suspiro que no supo que estuvo conteniendo por tanto tiempo y se paró para ir a socorrer al de pecas, que sostenía su dedo anular e índice derecho con una mueca de dolor que mezclo con una sonrisa cuando le vio.

One for all. Uno para todos. En tu caso sería un jodido dedo por cada uso de tu jodido quirk —murmuro molesto el cenizo viendo los dedos morados de su amigo y sacando un vendaje que se trajo de forma provisoria de su bolsillo —No te muevas.

—Era un nombre que le quedaba mejor que "súper fuerza" —se explicó el de pecas —Y...es en honor a All Migth.

—Tan friki como siempre, estúpido Deku.

No quieres mentirme pero deberías protegerte y cambiar ese nombre.

—Midoriya, ven un momento —llamo Aizawa interrumpiendo la conversación entre los adolescentes y el pensamiento de uno de ellos —Los demás, esperen.

Los estudiantes de la clase A asintieron ante la orden de su profesor.

Uraraka se acercó con preocupación al cenizo.

—Deku-kun estará bien, ¿no? —cuestiono la femenina —Su quirk...parece hacerle mucho daño.

—No puede controlarlo del todo. Pero estará bien —murmuro el de ojos rojos entre dientes —Lo estará. Tiene que estarlo, carajo.

Esto es parte de su desarrollo. Caerse, lastimarse, esforzarse. Sin eso es estúpido pensar que puede llegar a la cima.

Pero aún así, lo odiaba, odiaba ver al pecoso lastimado. Porque era su jodido amigo, ¡carajo, se preocupaba por su bienestar aunque no quisiera reconocerlo! ¡no le gustaba verlo romperse los huesos y saber que solo era el inicio!

La castaña noto las muecas de frustración en el de ojos rojos y le dio unas pequeñas palmaditas en su espalda, para animarlo. Para cuando el de pecas regreso, lo hizo con una leve sonrisa nerviosa y se acercó hasta ellos.

—Aizawa-sensei dijo que debo mejorar mí control. Que estuvo a punto de borrar mí quirk —contó el de pecas —Pero que me dio una oportunidad cuando vio que lo usaría en el mínimo. Gracias, Kacchan, tus consejos ayudaron.

—Claro que lo hicieron —bufo el cenizo.

—Bakugou-kun es un poco engreído —rió la castaña.

— ¿A quién llamas presumido, cara redonda?

El pecoso rió también y los demás que miraban la interacción entre los tres, pensaron que eran muy divertidos.

—No ayudamos a los hijos de villanos. Lárgate.

—Te ayudaré si haces todo lo que te pida, querida.

— ¡No, por favor no! ¡No!

— ¡La cena de hoy es...fideos! Perdón, es lo mejor que pude conseguir. Lo siento. La próxima vez será mejor.

—Teníamos que dibujar a nuestros héroes, ¡por eso los elegí! ¡ustedes son mis héroes!

—No...¡no, déjalo! ¡yo haré lo que querías, deja a mí hermano en paz! ¡él no tiene nada que ver! ¡él no será tu títere también!

—Tengo miedo. Está oscuro.

—Ingresé a Yuei. Cumplí el primer paso de la operación.

— ¡Kacchan!

— ¡Bakugou-kun!

Uraraka y Midoriya gritaron a la vez cuando Bakugou se desvaneció apenas pusieron un pie en la Unidad de Simulación de eventos Jamás esperados para continuar con sus exámenes del primer día. La única razón por la que no cayó al piso fue porque Kirishima, que estaba cerca suyo en el momento, lo atrapó.

—Tiene fiebre —comunicó el pelirrojo preocupado, dejando al cenizo en el suelo y tocando su fiebre para despertarlo —Oye, ¿estás bien? Bakugou, vamos, despierta.

El mencionado sintió como si hubiera subido a una montaña rusa unas quince veces, le cabeza se le iba a partir por la mitad y su estómago, mierda, agradecía que todavía no hubiera almorzado. Se separó del pelirrojo pero se quedó sentado en el suelo, respirando con calma y luego, sintió un olor a jazmín que le hizo sentir un poco mejor.

Sero se había agachado a su altura y le puso delante de su rostro lo que parecía una pequeña botellita de color naranja.

—Es para aroma terapia. Ayuda con las náuseas y jaquecas —explicó el azabache —Te lo presto por un rato, Bakugou. Pareces necesitarlo.

—No lo...

El de ojos rojos se detuvo, viendo otra vez una luz blanca bailando alrededor del azabache, pero ahora rodeada de otras más. La rosada de antes, una roja, una dorada y un par más. Eran muchas luces como para ser él quien solamente el que las notaba pero por como el resto se comportaba, era obvio que no las estaban viendo.

Sueños y almas. Maldita sea, ¿no puedes hacerme las cosas más sencillas, inútil Dios?

—Dame esa jodida mierda —le arrebato la botella para olerla, necesitaba calmarse.

—Tambien le vendría bien un poco de agua.

El cenizo alzó la cabeza ante la voz de Kaminari, sintiendo un agudo dolor cuando lo miro, no sabía porqué se sentía tan terrible al hacer eso. Lo considero como parte de la oleada repentina de recuerdos que lo invadió, donde ninguno era lo suficientemente claro como para saber de las identidades de quienes los vivieron, pero sí para sentir cada una de sus emociones, su dolor, su temor, su alegría, su desesperación.

Sin embargo, se sentía diferente. Mientras más miraba al rubio, más sentía aquella diferencia incrementarse y el malestar también.

Pero seguía sin entender el porqué.

En la serie nunca se menciono la familia de Kaminari Denki. Las posibilidades de que él fuera el adolescente de su sueño eran varias pero seguían siendo contra los otros diecinueve estudiantes de la clase A.

Sin embargo, sentía que era él.

El alma dorada que brillaba ansiosamente, con un sentimiento de desesperación a su alrededor, le hacía sentirse seguro de eso.

Katsuki acepto la botella de agua y se puso de pie, el dolor empezaba a pasar a segundo plano, Ochako e Izuku le preguntaron si quería avisarle a el profesor de su malestar pero se negó rotundamente. Mina le dio un caramelo dulce por si eso le ayudaba y él lo tomo.

El alma rosada se encendió con alegría. Seguía a un lado de la femenina, pegada a ella, como si no pudiera apartarse. Las demás hacían lo mismo, aunque a veces se ponían más arriba, revoloteando en todas direcciones.

El cenizo dejo de prestarles atención y se enfocó en Aizawa, que dijo que debían esperar a que aparecieran cierto estudiante que por ser recomendado se le permitió ingresar más tarde a las clases.

Todos, a excepción de el cenizo y el pecoso, estaban entusiasmados por ver a aquella persona que apareció desde una punta del USJ, de una roca en lo alto y bajo creando una escalera de hielo.

—Pudiste haber pasado al salón a saludar, idiota —susurro el cenizo en un tono lleno de una extraña molestia ante la persona que apareció.

Todoroki estaba usando su traje de héroe pero a diferencia del primero que tuvo en los comienzos de la serie, este era todo azul como el que tenía después de un tiempo.

Las femeninas le miraron por un largo tiempo y luego, se sonrojaron.

En cambio, el cenizo chasqueo la lengua y apartó la mirada.

—Me llamo Shoto Todoroki, es un gusto conocerlos a todos —hizo una leve reverencia —Mí quirk es mitad-frio, mitad-caliente. Espero que nos llevemos bien.

Un gran cambio a como fue al maldito principio. Pero no sé exactamente porque me molesta tanto.

Era increíble pero hubiera preferido que se mostrará indiferente hacía todo y todos en vez de tan amable y respetuoso.

Cuando la breve presentación se acabó, Aizawa estaba por explicar lo que debían hacer en USJ, pero en medio de eso, el cenizo volvió a tener aquel repentino y horrible dolor de cabeza.

—No lo hagas.

— ¿Es mí culpa?

—Huye. Olvídate de nosotras. Huye.

USJ. Estamos todos. El único héroe es EreaserHead. Bloque todas las comunicaciones hacía el exterior. Pueden...entrar.

Katsuki sintió un escalofrío recorriendo todo su cuerpo y las luces, las almas, brillaron con intensidad para después desaparecer por completo. Entonces, en el medio del campo de entrenamiento, apareció una enorme nube negra de la cual salió un hombre con una máscara de mano en el rostro.

Shigaraki Tomura.

En la serie no había un ataque de los villanos en USJ. Su primera aparición era en el campeonato, antes de secuestrarlo.

¿Qué carajos cambio él para que decidieran atacarlos en Yuei?

Sea lo que sea, estaba por averiguarlo.

—Hola, futuros héroes.

Un ejército de villanos se abrió paso desde la nube negra.

Era solamente el inicio.

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