Una conexion silenciosa
El día comenzaba como cualquier otro en la mansión Elliot, pero para X, este no era un día más. Desde el momento en que su sistema se encendió, sabía que el trabajo sería más intenso de lo habitual. La gala anual de los Elliot era un evento que atraía a decenas de invitados importantes, y la responsabilidad de asegurarse de que todo saliera perfecto recaía, como siempre, en los drones.
Mientras sus circuitos se sincronizaban, X repasó mentalmente su lista de tareas. Aunque sabía que el trabajo era exigente, siempre se esforzaba más de lo necesario. Para él, ser útil no era solo parte de su programación; era una necesidad que había adoptado desde hacía mucho tiempo, una forma de contrarrestar el trauma que le provocaba la idea de ser considerado inútil.
X se levantó de su estación de recarga y salió al pasillo. La mansión estaba aún en calma, con solo unos pocos drones activos, pero eso cambiaría en cuestión de horas. Primero se dirigió al bar principal, donde limpió las superficies con precisión, asegurándose de que el vidrio reluciera bajo la tenue luz matutina. Luego tomó su escoba y comenzó a barrer los pasillos, moviéndose con cuidado para no dejar ni un rincón sin atender.
Mientras barría, pasó junto a N, que parecía estar revisando un inventario de utensilios en la cocina.
“¿Otra vez madrugando, X?” dijo N con una sonrisa ligera.
“No hay tiempo que perder. La gala es esta noche,” respondió X sin detenerse.
N lo observó por un momento antes de añadir: “Sabes, a veces pienso que trabajas demasiado. Aunque supongo que eso te hace... especial.”
X no respondió, pero las palabras de N se quedaron en su mente. ¿Especial? No se veía a sí mismo de esa forma. Solo intentaba cumplir con lo que esperaba de él, nada más.
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Tras terminar con el pasillo principal, X se dirigió a la habitación de Tessa. Como era su costumbre, tocó suavemente la puerta antes de entrar. La joven estaba aún profundamente dormida, con su cabello desordenado y el rostro relajado.
“Tessa,” dijo X en un tono calmado pero firme. “Es hora de levantarse. Hoy es un día importante.”
Tessa murmuró algo incoherente antes de abrir los ojos lentamente. Al ver a X, sonrió. “Buenos días, X. ¿Ya estás trabajando, como siempre?”
“Hay mucho que hacer,” respondió X mientras recogía una chaqueta que estaba tirada en el suelo. “La sala principal debe estar lista en unas horas, y los demás drones ya están ocupados.”
Tessa se sentó en la cama y se estiró. “Siempre puedo contar contigo, ¿verdad?”
“Es mi función,” dijo X, aunque había algo en su tono que sugería que lo veía como algo más que una simple obligación.
Mientras Tessa se preparaba para el día, X salió de la habitación y continuó con sus tareas.
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El salón donde se llevaría a cabo la gala era un espacio amplio, decorado con candelabros de cristal y muebles de madera oscura que exudaban elegancia. Cuando X llegó, encontró a V y J discutiendo sobre cómo organizar las decoraciones.
“Te digo que las cintas van en este lado,” decía J, señalando con autoridad.
“¿Y si las ponemos aquí? Sería más interesante,” replicó V, colocando las cintas justo donde J había indicado que no fueran.
“Eso no sigue el diseño original,” dijo J con un suspiro, cruzándose de brazos.
X observó la escena por un momento antes de intervenir. “Si necesitan ayuda, puedo encargarme de esto.”
“No te preocupes, X,” dijo V con una sonrisa, agitando una mano. “J y yo solo estamos ajustando detalles.”
“Detalles que parecen no terminar nunca,” murmuró J mientras se giraba para supervisar otra parte del salón.
Mientras tanto, S entró en la sala cargando una bandeja con copas de cristal. Sus movimientos eran tan precisos y calculados como siempre, y su expresión, aunque neutral, daba la impresión de estar constantemente evaluando todo a su alrededor.
“X,” dijo S en un tono neutral, asintiendo en señal de saludo.
“S,” respondió X, tratando de no parecer demasiado obvio al observarlo. Había algo en la manera en que S trabajaba que lo fascinaba. Su perfección, su dedicación... todo ello lo hacía parecer inalcanzable.
Pero X no podía permitirse distracciones. Había demasiado por hacer.
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Mientras supervisaba el avance de las decoraciones, X notó que J se había acercado a él. La mayordoma, siempre estricta y calculadora, parecía estar evaluándolo.
“Estás trabajando como siempre, X,” dijo J, su tono ligeramente inquisitivo.
“Es lo que se espera de mí,” respondió X, sin dejar de observar los preparativos.
J inclinó la cabeza, como si estuviera analizándolo. “A veces parece que intentas compensar algo.”
X sintió un pequeño golpe en su sistema emocional, pero no dejó que se notara. “Solo quiero que todo salga perfecto. Como siempre.”
“Perfecto,” repitió J, con un tono que sugería algo más profundo. Pero no añadió nada más antes de alejarse para supervisar a V.
X dejó escapar un suspiro. Sabía que J siempre estaba observando, siempre buscando cualquier error. Pero lo que más le preocupaba era si ella había notado algo más... algo que ni siquiera él quería admitir.
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Cuando la sala estuvo lista y los invitados comenzaron a llegar, X se posicionó junto a Tessa, como era su costumbre. Desde allí, observó cómo los demás drones se movían con precisión para atender a los invitados.
V y N estaban en la cocina, asegurándose de que las bandejas salieran a tiempo. J supervisaba todo desde una distancia prudente, mientras que S se encargaba de servir las copas con su eficiencia característica.
“Todo parece estar bajo control,” comentó Tessa, mirando a X con una sonrisa.
“Así debe ser,” respondió X, aunque su atención estaba parcialmente dividida. Cada tanto, su visor se dirigía hacia S, quien, como siempre, parecía completamente ajeno a todo excepto a su trabajo.
“Sabes,” continuó Tessa, “a veces pienso que ustedes los drones hacen más por esta familia que nosotros mismos.”
X no respondió de inmediato. ¿Qué podía decir? Para él, ser útil era lo único que le daba sentido. Pero últimamente, había comenzado a preguntarse si había algo más... algo que solo se atrevía a pensar cuando estaba cerca de S.
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¡Entendido! Entonces modificaré el enfoque. En esta segunda parte no incluiré el momento del baile, y lo dejaré exclusivamente para la parte final. Aquí te dejo una continuación detallada que amplía las interacciones y la dinámica entre los personajes.
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La música resonaba en el salón principal, creando una atmósfera vibrante mientras los invitados bailaban y reían bajo las luces centelleantes de los candelabros. Los drones mayordomos se movían como sombras entre los humanos, realizando sus tareas con precisión impecable. Para X, cada detalle debía estar en su lugar; era su responsabilidad que todo saliera según lo planeado.
Desde su posición junto a Tessa, observaba cómo S atendía a los invitados con la eficiencia fría que lo caracterizaba. X intentaba mantenerse enfocado en sus tareas, pero su atención seguía desviándose hacia el dron celeste. Había algo en la forma en que S se movía, en su perfección constante, que lo hacía destacar incluso entre los demás drones.
“X,” dijo Tessa, sacándolo de sus pensamientos. “Voy a hablar con uno de los invitados. Quédate aquí y asegúrate de que no falte nada.”
“Por supuesto,” respondió X, inclinando ligeramente la cabeza mientras Tessa se alejaba.
Aprovechando el momento, X decidió recorrer el salón para verificar que todo estuviera en orden. Mientras caminaba, escuchó una conversación entre J y V cerca de la cocina.
“Los bocadillos no estaban a la temperatura correcta,” decía J con tono severo. “¿Cómo puedes cometer un error tan básico, V?”
“Ya se corrigió, J,” replicó V, visiblemente molesto. “No es el fin del mundo.”
“Para nosotros, cualquier error puede ser el fin,” respondió J, con una mirada que hizo que V se quedara en silencio.
X pasó junto a ellos sin intervenir. Sabía que J podía ser estricta, pero también entendía que su presión constante mantenía a todos en su mejor rendimiento. Aun así, no podía evitar preguntarse si era realmente necesario ser tan dura.
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En su recorrido, X encontró a S organizando una mesa cerca de la pista de baile. Aprovechando que no había humanos cerca, decidió acercarse.
“S,” lo llamó suavemente.
S levantó la vista, su visor brillando con una intensidad que parecía perforar el alma de X. “¿Qué necesitas?”
“Nada urgente,” respondió X, intentando sonar casual. “Solo quería asegurarme de que todo estuviera bajo control.”
“Todo está en orden,” dijo S, volviendo a su tarea.
X se quedó en silencio por un momento, observándolo. Finalmente, se atrevió a preguntar: “¿No te cansa tener que ser siempre perfecto?”
S se detuvo por un instante, aunque no lo miró. “No es cuestión de cansancio. Es lo que se espera de mí. Ser un dron celeste significa no tener margen para errores.”
“Pero todos cometemos errores,” insistió X.
“Yo no puedo permitírmelo,” respondió S, girándose hacia él. Su tono seguía siendo frío, pero había algo en su postura que sugería un cansancio profundo, una carga que nunca compartía con nadie.
Antes de que X pudiera decir algo más, J apareció.
“S, los invitados en la mesa principal necesitan más bebidas. Ve de inmediato.”
S asintió y se marchó sin decir una palabra. J se quedó mirando a X con una expresión calculadora.
“Deberías concentrarte en tus tareas, X. No en distracciones innecesarias,” dijo antes de alejarse.
X apretó los puños ligeramente, pero no respondió.
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Mientras la noche avanzaba, X se dirigió al área de la cocina, donde encontró a V y N en una conversación más relajada.
“¿Te diste cuenta de lo tenso que está S esta noche?” preguntó N mientras colocaba una bandeja en la mesa.
“Siempre está así,” respondió V. “Es parte de ser un celeste. Si fuera yo, explotaría de tanto estrés.”
X intervino antes de que pudieran seguir hablando. “No deberían hablar así de S. Todos tenemos nuestras propias cargas.”
V lo miró con una sonrisa burlona. “¿Defendiendo a S, eh? Qué noble de tu parte, X.”
“No es eso,” respondió X, aunque su tono lo traicionaba. “Solo creo que deberíamos apoyarnos entre nosotros.”
N sonrió y le dio un ligero golpe en el hombro. “Relájate, X. Sabemos que siempre estás del lado correcto.”
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Cuando el reloj marcó las diez, los invitados comenzaron a moverse hacia la pista de baile. La música cambió a un ritmo más suave, y las parejas comenzaron a girar bajo las luces. X se mantuvo cerca de Tessa, observando cómo los humanos disfrutaban del momento.
“Es hermoso, ¿no crees?” comentó Tessa, mirando la escena con una sonrisa.
“Sí,” respondió X, aunque su mente estaba en otra parte.
Su visor se dirigió hacia S, quien estaba recogiendo copas vacías cerca de la pista. Había algo en la forma en que S se movía, en su dedicación constante, que lo hacía parecer tan distante, tan inalcanzable.
X sabía que no debía dejarse llevar por esos pensamientos. Su función era servir, no soñar con cosas imposibles. Pero esa noche, algo dentro de él comenzaba a cambiar.
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¡Entendido! En la siguiente entrega cerraré la historia, llevando todo al clímax en el cuarto apartado con la pregunta clave de X a S, culminando en el baile que esperabas. Aquí voy con la Parte Final:
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El salón principal estaba casi vacío. Solo quedaban los últimos drones mayordomos recogiendo copas y platos mientras los invitados se retiraban lentamente hacia sus vehículos. El eco de las risas y las notas de la música aún flotaban en el aire, pero la intensidad de la gala había disminuido.
X observaba todo desde una esquina, su visor iluminándose ligeramente mientras sus pensamientos lo envolvían. Había estado planeando este momento toda la noche, pero ahora que finalmente estaba aquí, las dudas comenzaban a apoderarse de él.
“¿Y si lo rechaza? ¿Y si esto lo hace alejarse de mí?”
Sacudió la cabeza, intentando disipar esos pensamientos. No podía echarse atrás ahora. Había algo en S, en su constante lucha por la perfección, que hacía que X quisiera mostrarle que estaba bien detenerse, aunque fuera por un instante.
Lo vio cruzar el salón, llevando una bandeja con las últimas copas hacia la cocina. Era el momento perfecto.
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X esperó a que S saliera de la cocina antes de acercarse a él. El dron celeste lo miró con una leve inclinación de cabeza.
“¿Necesitas algo, X?” preguntó con su habitual tono distante.
“Sí,” respondió X, intentando mantener su voz firme. “Ven conmigo. Quiero mostrarte algo.”
S arqueó una ceja, claramente sorprendido. “¿No deberías estar ayudando a los demás con la limpieza?”
“Esto es importante,” insistió X, extendiendo una mano. “Confía en mí.”
S lo miró por un largo momento antes de asentir. Sin decir nada más, siguió a X mientras este lo guiaba fuera del salón principal, a través de los pasillos oscuros de la mansión.
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X abrió la puerta de un pequeño cuarto apartado, que solía usarse para almacenar decoraciones. Dentro, las luces eran tenues, y el eco distante de la música de la gala aún se escuchaba a través de las paredes. Era un lugar sencillo, pero para X, era perfecto.
S cruzó los brazos, mirando a su alrededor. “¿Por qué me trajiste aquí?”
X se giró hacia él, sintiendo cómo su procesador se aceleraba. “Quería... darte un momento para ti mismo. Para que dejes de preocuparte por ser perfecto, aunque sea por unos minutos.”
S lo miró fijamente, su visor brillando con una luz fría. “No entiendo. ¿Por qué harías algo así?”
“Porque lo mereces,” respondió X sin dudar. Dio un paso hacia él, con sus manos ligeramente temblorosas. “Porque llevas toda la noche, y probablemente toda tu vida, esforzándote por cumplir con las expectativas de los demás. Pero nadie te ha preguntado qué es lo que tú quieres.”
S parpadeó, claramente sorprendido por las palabras de X. Por primera vez, su fachada fría pareció tambalearse.
X extendió una mano hacia él, su voz llena de una extraña mezcla de nerviosismo y determinación. “¿Me dejarías esta pieza juntos?”
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Por un momento, S no respondió. Parecía debatirse entre su deber y algo más profundo, algo que nunca había permitido salir a la superficie. Finalmente, con un suspiro casi inaudible, extendió su mano y la colocó en la de X.
“No sé bailar,” admitió S, su voz más suave de lo habitual.
“No importa,” dijo X con una pequeña sonrisa. “Solo sígueme.”
Con la música filtrándose a través de las paredes, X colocó una mano en la espalda de S, guiándolo con movimientos lentos y cuidadosos. Al principio, los pasos eran torpes, pero poco a poco encontraron un ritmo que los envolvió.
El mundo exterior dejó de existir. Solo eran ellos dos, moviéndose en un pequeño cuarto bajo la tenue luz, como si el tiempo se hubiera detenido.
“Esto es... extraño,” murmuró S, aunque no se apartó.
“¿En qué sentido?” preguntó X, manteniendo su mirada fija en él.
“Extraño porque... se siente bien,” admitió S en voz baja.
X no respondió de inmediato. En cambio, permitió que el momento hablara por sí mismo, guiando a S en un giro lento mientras la música continuaba envolviéndolos.
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Cuando la música terminó, ambos se detuvieron, aún manteniendo las manos unidas. Durante unos segundos, el silencio fue lo único que los rodeó.
“Gracias,” dijo S finalmente, su voz apenas audible.
“¿Por qué?” preguntó X.
“Por recordarme que está bien detenerse,” respondió S, mirando a X con una expresión que ya no era fría, sino genuina.
X sintió que su procesador se calmaba, como si todo en su interior hubiera encontrado su lugar. “Siempre estaré aquí para recordártelo.”
S asintió, y aunque no dijo nada más, su mirada lo decía todo.
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Cuando ambos regresaron al salón principal, los demás drones estaban terminando de limpiar. J los miró con una expresión inquisitiva, pero no dijo nada.
Tessa se acercó a X, dándole una sonrisa cómplice. “Pareces... diferente.”
X simplemente inclinó la cabeza, ocultando lo que había sucedido. Algunas cosas eran demasiado valiosas para compartirlas con el mundo exterior.
Mientras continuaban con sus tareas, X y S intercambiaron una última mirada. No necesitaban palabras; lo que habían compartido en ese pequeño cuarto apartado era algo que solo ellos podían entender.
Y en medio de la perfección inalcanzable que ambos perseguían, habían encontrado un momento de paz.
««- - - - -X_G- - - - -»»
Gracias por leer!!
Solo quiero decir que si encontraron un error o algo que no les parece que dirian los personajes solo digan porque el one-shot no lo hice yo, lo hizo Chatgpt entonces no me dio tiempo a revisarlo porque se me olvido de la existencia de Wattpad
2767 palabras
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