PROLOGO 1.3

PAOLA

Esa noche, no dormí nada.

Más siendo mi anteúltimo día de vacaciones.

Mi alborotado corazón, no podía por el chico de la playa.

Recordando lo gentil que fue cubriendo mis pies, del reparo del sol veraniego.

Y también, lo que hacía que mi vientre pícara.

Lo guapo que era y que me gustara.

- Es tu primer amor... - Me dijo mamá en la mañana, jugando en la arena conmigo.

Necesitaba confezarlo a alguien y ella era la indicada.

Es Psicóloga.

Una muy buena según sus pacientes.

No entendía mucho su carrera, pero sé, que ayudaba escuchando a las personas en su consultorio.

Una habitación aparte en casa y dónde, la gente venía una o hasta más de ella por semana.

- ¿Y él, lo sabe? - Pregunté dejando un momento mi palita, sin comprender mucho.

Ya que, siempre casé a mis amiguitos del barrio y muñecos.

Pero sí, sabiendo que eso es muy importante por el título.

Y rió por eso, sin dejar de ayudarme con mi castillo de arena.

- Nena...eso es imposible...

Me puse de pie aferrando más la palita y como si esta, fuera una espada.

- Pero...tiene que saberlo! - No entendía. - ¡Es mi primer amor!

- Pao... - Mamá dejó un momento el molde de estrella, para prestarme atención. - El primer amor, es más una emoción ideal que un sentimiento concreto, cariño... - Me dice. - ...es la persona, en este caso este chico amado por ti que casi no vas a llegar a conocer, pero lo concretas con una imagen idealizada por las ilusiones de la primera juventud.

Y le elevo una ceja y miro feo, porque me está hablando como a uno de sus pacientes.

- ...la mente elabora sueños imposibles, ideales difíciles de materializar, porque aún y a tu edad, no se está preparada para afrontar al otro sexo con una persona real y solo se logra aferrar a una idea sin razonar, dotando al amado de atributos que nada tienen que ver con él e imaginando situaciones, besos, abrazos y hasta fantaseando con lo no vivido y conocido por esas sensaciones vedadas todavía, para tu juventud y experimentarlas en la realidad.

- ¡Pero realmente tiene músculos! - No miento ni doté nada. - ¡Y sí, me voy casar con él! - Tampoco imaginé porque sí, eso anoche.

Y mamá suelta una risita, acariciando risueña mi cabeza y revolviendo con cariño mi pelo.

- Lo comprenderás más adelante... - Me dice, besando mi frente y poniéndose de pie, sacudiendo la arena de su cuerpo y traje de baño, al sentir a la abuela llamando por ella desde la casita que estamos pasando la temporada vacacional.

Pero yo, necesito entendenderlo ahora y no esperar a ser adulta.

Y miro la extensión de la playa, que aunque es temprana, mucha gente ya empieza a habitarla.

Y recorro lo que puedo de ella, para ver si logro localizar a mi primer amor.

Un rato cerca del mediodía y otro en la tarde.

No quiero marcharme temprano mañana, sin encontrarlo.

Pero, nada.

Tampoco a la misma hora que ayer en la cancha playera de voley.

Hoy juegan otros chicos.

Y mi desinflado corazoncito a la par de mis piernas, se arrastran al igual que mi palita por la arena, en mi último vistazo por su búsqueda entre el gentío.

Y me detengo, más allá de dónde he llegado aquí las veces que veranee con mi familia.

Sabía que existía, pero prohibido hacerlo sola.

Por la distancia.

Y es en el puente de muelle.

Largo que llega con sus metros dentro del océano y con su altura como construcción, el turismo también disfruta de él con su cámara de fotos y caminata al son de las gaviotas volando sobre el ir y venir de las olas.

- Protección del sol, Perlita... - Algo me dice desde la altura, advirtiéndome.

Esa voz y ese cuidado.

He intento ver hacia arriba, pero es imposible.

El sol me da frente y por eso, uso mi brazo tipo visera para enfocar, bajo mi corazón calentándose y no por el sol.

Es por encontrarlo.

No puedo verlo bien, por estar sobre el muelle y con el sol detrás en todo su esplendor en el cielo despejado.

Pero me regala con su resplandor, el brillo y tipo aura, de la silueta iluminada del chico por eso.

Apoyado en la baranda y con su barbilla descansando en su puño tranquilamente.

- ¿Te perdiste? - Pregunta, tomando asiento sobre el borde y colgando sus piernas fuera del muelle.

Él arriba y yo, abajo.

Niego.

Se acomoda sobre sus brazos cruzados en la vieja madera.

- ¿Buscas algo? - Insiste.

Y juego tímida con un pie en la arena sin levantar mi vista, mientras mi mano libre de mi palita, se eleva para señalarlo.

Mira detrás de él y al no notar nadie cercano, su índice se señala a él mismo con sorpresa.

- ¿A mí? 

Afirmo.

-¿Por qué? - Curioso.

Y al fin, levanto mi vista.

- Porque, eres mi primer amor... - Digo con valentía.

Tal que lo hace trastabillar el codo del brazo, que quiere volver a apoyarse.

Más asombrado y su barbilla con ese hoyuelo se mueve.

Y no sé, porque soy chiquita, si es de la risa retenida o por susto.

Pero más valiente, camino los pocos pasos de distancia que nos separa para posionarme justo bajo él.

Él siempre arriba y yo abajo.

- ¿Quieres ser mi esposo, después de mi primer amor? - Le pregunto convencida, haciendo que ahora su segundo codo trastabille, cuando creía que no se iba a seguir asombrando.

Y mi manito en alto, lo detiene a lo que sea que está por decirme.

Soy por ahora una niña, pero el matrimonio es lo mío.

¿Lo recuerdan, no?

Y por eso, sigo hablando.

- Soy una niña, pero en meses cumplo mis 12 años y cuando venga el próximo verano, ya tendré 13 años... - Le muestro tres de mis dedos. - ...tres años y cumplo mis dulces 15 par ser señorita...

Pestañea, porque no entiende y prosigo.

Encojo mis hombros.

- Para casarnos... - Le explico tranquila.

Y no responde.

Silencio.

Y hasta creo, que le late un ojo en su mutismo.

Para luego, soltar una estrepitosa carcajada, agarrando su vientre por eso.

Una alegre, divertida y provocando que todos, cual yo quedo encandilada por lo bonita que es, lo miren por eso.

Salta del muelle con presteza, para llegar a donde estoy y toma asiento a mi lado en la arena y yo lo imito sonriendo, porque todavía lo hace.

Mira la longitud del mar perdiendo sus ojos grises en él y yo miro fascinada como su pelo castaño, juega con la brisa marina.

- No puedo jurarte eso... - Me dice. - ...pero sí, prometerte que el año que viene regreso Perlita... - Voltea a mirarme.

- ¿Por qué? - Pregunto.

- Porque, estoy siguiendo mi sueño... - Me dice, acomodando un mechón de mi pelo que vuela por el aire cálido, amistosamente.

- ¿Cuál? - Curiosa, acomodando mi vestido de Pucca que mi abuelita me regaló.

Y mi primer amor y futuro esposo por más que mamita ría y él lo niegue, indica lo que nos rodea.

- El mundo, Perlita... - Dice y yo entonces, presto más atención a lo que nos envuelve.

El mundo, dice.

- ¿Y cuando lo cumplas, será el año que viene? - Consulto ante esa promesa de volver a vernos.

- Parte de él... - Me explica. - ...un escalafón o dos tal vez que avance. - No entiendo mucho, pero le elevo mi mano soltando mi palita.

- ¿Promesa, entonces? - Le digo.

Mira mi manito y comprende, también elevándola.

Pero me muestra su meñique para eso y yo niego.

Sacudo mi cabeza y tomo su mano abierta totalmente como la mía y las junto.

Uno.

Y mis deditos, apenas llegan al nacimiento de su grandes manos, haciendo que sonría.

- Quiero promesa de mano completa. - Murmuro, juntándolas más. - El verano que viene, nos volvemos a encontrar... - Suelto la promesa.

Tal que nuestras manos unidas, lo consolidan y sonrío infantil por eso y sobre el llamado de mis primos llamándome desde la lejanía.

Mi primer amor y futuro esposo, no habla.

Solo queda con su mano en el aire y fijo, mirándola callado mientras me pongo de pie.

No sé, por qué.

Pero yo estoy feliz, ya que lo voy a ver el próximo año en esta fecha.

Yo más señorita y él, más cumplidor de su sueño supongo.

Y lo despido sobre mis primos llegando alegres, pero me detengo por algo, de mis pasos volviendo a mi familia.

Todavía, sigue mirando su mano que hizo la promesa y en el aire.

- ¿Cómo te llamas, futuro esposo? - Le grito, bajo la risa de mis primitos y gente de la playa, testigo de eso.

Y al fin reacciona, volviendo nuevamente a pestañear.

- ¡Juan! - Me grita.

¿Asombrado?

¿Dudoso?

No lo sé.

Y mi carcajada infantil, se siente regresando con mis parientes.

Ya que, es suficiente para mí.

Su promesa y que el año que viene, no veremos de vuelta con Juan.

Y como dije.

Yo más señorita y él, con parte de su sueño cumplido...

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