CAPITULO 1

PAOLA

Y ese pedazo de hoja A4 con el nombre impreso de ese país del Oriente.

Ese trocito de papel con algo intangible antes escrito por el desgarro, pero que decía Siria al final, tras mis vacaciones con mamá y mi abuela, con un clip lo puse en una pared de mi habitación cuando llegué.

La que estaba contra en el respaldo de mi cama, junto a fotos y algunos dibujos que decoraban esta, de mis amigas y recuerdos lindos.

Lindas memorias con la historia de mis 15 años de vida, como mis innumerables casamientos de mentirita, siendo jueza indiscutible que era entre los chicos del barrio, mascotas entre sí y hasta juguetes.

También de mi infancia con bonitos momentos de navidad, unos de mis cumpleaños festejándose frente a mi gran pastel con velas y hasta uno con piloto como botas de agua, jugando bajo la lluvia siendo muy niña.

Capturas con lápices de colores o una máquina fotográfica, de mi vida y mis seres queridos.

Y cual ese simple papelito con ese también simple nombre de ese país, ahora era de mi otro ser querido, aunque él me dio a entender que no.

Que la última visión de su espalda montada a la bicicleta, regresando a donde sea que era su instituto.

Que era imposible.

No se podía.

Y retrocedí unos pasos dentro de mi habitación, para mirar a una distancia ese papelito en esa pared ahora y entre mis cosas queridas en él.

Y aunque algo triste suspiré, sacando ese aire que se llenaba mi corazón de pesadumbre.

Miré por la ventana y observé como en el nítido cielo azul despejado en la lejanía cruzaba justo un helicóptero.

Por más airecito afligido, me di cuenta que esperanza también lo llenaba.

BORGES

Algo golpea suave mi hombro.

Al voltear es mi compañero de al lado, que me ofrece una botella de agua para beber, pero le niego agradecido volviendo a la gran ventanilla a mirar a través de ella, que sobre elevada altura del helicóptero que nos lleva.

Tal vez algo más de 8.000 metros, observo la inmensidad de la tierra pasando de un condado a otro.

Ciudad y distancia con sus poblados.

Y sonrío ante la pregunta tonta que se me cruza en la mente mirando todo.

Miro más hacia abajo.

Si perlita vivirá en alguna parte de todo lo que cruza el helicóptero militar que nos lleva a mis compañeros y a mí.

Loco cuando yo sí, lo hice.

Que jamás o más bien, nunca se me ocurrió preguntar su nombre.

Siempre fue la niñita de la playa, para luego perlita.

Y me lo reprocho, seguido de negar ello, ya que, creo que fue lo mejor.

Lo correcto.

La voz de nuestro mayor de pie en el pasillo, me saca de mis pensamientos.

Nos avisa que en nada el aterrizaje obligatorio en una base militar como primer parada, cual es un predio que desconocemos, pero perteneciendo a la fuerza armada, siendo aparte de una escuela tanto de Suboficiales como de aviación, también para descansar algo, seguido a unas semanas intensas de adiestramiento en teórico, para luego concluyendo, el trasbordo a un ave más grande que nos aguarda en su pista en fecha estipulada con su docena de horas que nos espera cruzando el océano a nuestra segunda parada.

Otra, pero esta vez de varios meses en el Reino Unido para un último como exigente adiestramiento, tanto en campo terrenal para luego sí, nuestro destino final en el continente Asiático.

Siria.

PAOLA

Y las vacaciones con su verano, época del año que se presta para descansar y pasear bajo el sol, fue transcurriendo como pasando estas semanas.

Momentos de distención a ese descanso casi culminando y que quisiera encontrar las palabras justas para expresar lo que esta hermosa estación te hace sentir.

Como dejarnos bailar bajo el sol y usando alguna flor silvestre en nuestro cabello o el placer de atravesar el río que se encuentra a unas cuadras de casa, con las sandalias en la mano.

O simplemente que el señor verano, te llena las venas de luz con su calorcito.

- El verano, es como un domingo eterno... - De miles de frases bonitas que mi repertorio nostálgicos tiene, solo sale de mis labios eso, sobre una lamida a mi cono helado de cereza a mi amiga que como yo, sentadas en la fuente central de la plaza y saboreando el suyo, miramos la gente del pueblo como disfruta del mencionado verano también.

Y no se hace esperar una expresión de que bonito por lo que dije, mientras muerdo una parte de mi cono saboreando su dulce galleta mezclado con la crema helada.

Aunque sonó lindo, mi cerebro saborea como mi lengua mi helado, la palabra eterno de mi frase.

Si.

Eterno por más que el calendario dice que culmina el verano, sintiendo que no terminaba.

Quería que llegue el invierno.

Necesitaba, que pise primero su otoño.

Y así, mis dulces 16 dando término a ese año y yo siendo más adulta.

Unas campanita sonando una y otra vez, pero de forma agradable, nos hace mirar a esa dirección.

Un grupo de religiosas tras una pequeña mesa y a pocos metros de la iglesia del pueblo, piden donación y a cambio ellas, te regalan estampitas religiosas bendecidas por el párroco y lo que parece un panfleto de bolsillo.

Seguro con alguna reflexión o canto religioso para llevar a casa.

Supongo.

- ¿Para qué, será? - Digo curiosa y haciendo mi propia donación. 

Mi conito a un perrito que se nos acerca, para que lo termine por mí.

- No alcanzo a leer el cartel... - Me dice mi amiga achinando los ojos.

- Yo tampoco... - Digo yo, haciendo lo mismo.

Pero es un poco imposible por la distancia, ya que es un cartelito algo pequeño y porque la gente caminando frente al puestito no impide.

Y suspiré poniéndome de pie y sacudiendo como limpiando mis manos, con la servilleta de papel que venía con mi crema helada, imitándome mi amiga.

Esta salida con ella fue nuestro último ratito del verano y vacaciones que obtuvimos, porque ya estábamos en su culminación y a día de la llegada del otoño.

Y mi servilleta arrugada sin antes despedirme del perrito, fue a parar al cesto de basura de la plaza que se encontraba metros delante nuestro como cientos de más cosas que desechaba la gente y no presté mucha atención de leerlo, pero sí, noté al lanzarlo que entre la basura de envoltorios de dulces, latas de gaseosa y cáscaras de algunas frutas, que muchas de las personas que habían aceptado el panfleto de las novicias, el fin de esta por poca gana, fue el bote de basura.

Corrí hasta mi amiga a mi espera, esquivando la gente y grupo de niños montados en su bicicletas andando despreocupados y como si el lugar fuera suyo, encogiéndome de hombros un poco fastidiada por ese acto.

Ya que podrían por lo menos haber esperado llegar a sus casas y no frente a ellas y casi a su vista para tirar los panfletos.

BORGES

- ¡Cuidado! - Uno de mis compañeros me advierte caminando y cosa que esquivo presto por más caja que cargo, por la súbita aparición entre el gentío de este poblado caminando por la plaza, un grupo de niños andando en sus bicicletas despreocupados y por casi llevarme puesto uno de ellos.

- ¡Hey! ¡Entre la gente, no! - Seguido les grita, cosa que ni obedecen, pero se alejan entre risas y yo lo hago también.

- Solo fue la impresión. - Le digo sin darle mucha importancia a su fechoría, sin dejar de recorrer como él, el lugar.

Poblado a unos kilómetros del Liceo donde estamos, como primera etapa de nuestra capacitación en lo aéreo antes de seguir hasta el Reino Unido siendo este, la culminación para nuestra meta.

Siria.

Par de semanas de mucho teórico, simulacro y la menos importante.

Entrenamiento físico en tierra.

Y con éxito superado, tanto por mis compañeros como por mí, a 48h de partir.

Última ordenanza y de paso, algo de laxitud en el poblado pintoresco que no tuvimos mucha oportunidad de ver por el entrenamiento, de servir a la comuna religiosa llevando unas cajas con donaciones del ejercito a su iglesia.

Dote que reciben agradecidas un grupo de monjas a metros de la capilla por estar fuera y lo que parece por el pequeño puesto que armaron, sobre panfletos entregando unas y otra llamando la atención con el alegre sonido de una campanita de mano.

Mucha gente caminando y paseando.

Hasta un simpático perrito de la calle nos recibe y da la bienvenida al acercarse sin dejar de mover su colita.

Acaricio su cabeza sonriéndole por notar un trocito de cono helado sobre su hocico.

- Es de la calle... - Habla una de las monjas que nos guía con mi compañero cargando las cajas hacia la entrada de la iglesia. - ...es alimentado por todos y entre ello, el obsequio de algún dulce por los niños del poblado. - Nos explica, abriendo las grandes puertas para que entremos.

Nos señala una de muchas bancas dentro ahora vacías para que apoyemos las donaciones, cual entre las libretas de las canciones eclesiásticas sobre estas, también hay algunos panfletos que lo acompañan.

Curioso, levanto uno.

- Convocatoria para el noviciado... - Habla al observar que lo leo. 

- ¿Para las mujeres del pueblo? - Pregunta mi compañero y la hermana asiente, tomando otro para abrirlo y que veamos su interior.

Cual, muestra aparte de lo que sería su vocación al servicio de la religión.

Lo que parece, una proyección de auxiliares en su orden y antes de sus votos, para pertenecer a una especie de socorro a alguna entidad de ayuda humanitaria del mundo.

Guau.

- Es una lástima... - Larga mi compañero y notando la burrada que dijo muy sincero y en voz alta, se disculpa rápidamente con una seña de la cruz a la religiosa y por donde nos encontramos. - ...perdón, no quise decir eso. - Formula avergonzado, causando que sonría y para nuestra sorpresa la monja también.

Ella, niega alegre.

- Abandonamos ese tipo de amor, pero lo entregamos a uno más grande... - Nos explica, señalando el gran crucifijo en su pedestal. - ...renunciamos a formar una familia propia, pero para construir una más grande. - Prosigue, ya encaminándonos a la puerta nuevamente y viendo como ella el interior del folleto que detalla sobre su orden, en como ayudar y restablecer con la fe, la simplicidad el amor al prójimo donde le depare su orden. - Por eso está el discernimiento a consideración... - Pronuncia esto último con énfasis. - ...cual sin ser por falta de amor, más bien por exceso de ella pero sin brújula de orientación, se pasa antes por un tiempo en un proceso para determinar ese periodo de amor, en contacto con nosotras, visitando conventos, asistiendo a retiros y otras cosas. - Se detiene afuera y nos mira. - Dios es siempre el anclaje de amor, hijos... - Yo también, la miro expectante. - ...él siempre lo conduce y te orienta, para los votos o no... - Finaliza y ambos la miramos.

Yo por entender algo, pero mi compañero nada y su rostro lo acusa, volviendo hacer sonreír a la religiosa.

Nos despedimos de ella sobre su bendición, para internarnos otra vez entre el gentío de la gente disfrutando del último día de verano y descanso dominical.

Solo nos detenemos por unas latas de gaseosa bien fría de un puesto antes de encaminarnos a nuestro Jeep para volver al Liceo.

"Él siempre lo conduce y te orienta..."

Las últimas palabras de la monja inunda mis pensamientos, mientras bebo con ganas bebida por el insipiente calor de la tarde.

Miro la iglesia de este pueblo a la distancia, continuo al cielo despejado, para luego nuevamente la iglesia.

Froto mi pecho.

¿Será posible que por un cariño grande que alguien le tiene a otra persona, él sin uno saberlo en esa brújula sin orientación y que mencionó la religiosa para lo que sea?

¿Te encarrila como guía a definir, lo que es amor?

Y vuelvo a mirar toda la plaza como su gente, embargándome la sensación de la playa.

Seguido de negar y muy sincero, poco creyente.

- Imposible... - Mi conclusión se me escapa en voz alta, provocando que mi compañero me mire raro.

Y palmeo su hombro por dos cosas.

Hora de regresar y que no me preste atención.



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