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Dar y recibir, un total dilema en el que la mayoría de personas dicen que dar es mejor porque son hipócritas y lo que realmente les gusta es recibir sin importarles que los demás les den lo único que tienen con tanto amor.

La vida siempre es injusta, muy pocas personas prefieren dar sinceramente y cuando lo hacen ponen todo su amor, ¿cómo podría ser lastimado un ser humano que da luz a pesar de ser tratado con la punta del pie?

Este era el caso del profesor Jung Hoseok, quien salió de su país natal Corea del Sur con una chica extranjera que le prometió de todo, pero solo se quedó en palabras porque al llegar a otro país, le robó los ahorros de toda su vida y lo abandonó para irse con un patán.

Eso lo dejó destruido, sin ganas de vivir y sin recursos para regresar a su país derrotado, con vergüenza de contarle a su familia, amigos su fracaso.

La alegría que lo caracterizaba ya no estaba, el brillo de su mirada se había desvanecido y su sonrisa juguetona estaba ausente junto con un alma hecha pedazos.

No era partidario del suicidio, ni siquiera se le pasó por la mente porque sabía que su corazón sanaría y sería libre del dolor que le provocó el engaño de aquella mujer.

Durante seis meses estuvo buscando trabajo como profesor en área de política que era su especialidad, al no tener su título validado en ese país recibió muchos rechazos, incluso burlas de gente xenofóbica por su aspecto físico y acento.

El hambre que pasó durante esos meses lo empujaron a conseguir trabajo como mesero en un bar, la paga era poca pero alcanzaba para comer algo sencillo y rentar una pequeña habitación donde apenas cabía una cama y una silla.

Otros tres largos meses trascurridos, Hoseok aún no podía recuperarse emocionalmente, incluso hacía horas extras para tener la mente ocupada, ya no quería sentir.

Su oportunidad llegó cuando aquel cliente frecuente del bar que se había hecho su amigo le ofreció una oportunidad de trabajo en la universidad donde trabajaba.

- Quiero irme de este país, mi familia ya tiene los boletos y necesito dejar a alguien en mi lugar. Yo sé que tú puedes.

El chico no lo pensó ni un segundo, era la oportunidad que había estado esperando, pero si su título no estaba validado no podría aceptar y tampoco tenía dinero suficiente para hacer el trámite.

- Si es por el título no te preocupes, la universidad hace el trámite por ti y lo descuenta de tu primer salario. Por favor acepta, necesito irme y que mañana empieces.

Como hace tiempo no lo hacía, una sonrisa hermosa y juguetona se dibujó en su cara, estaba agradecido.

- Aceptó, muchas gracias. No sé cómo pagártelo.

- No es nada, pero necesito que estes vestido formal mañana a las 7am en la universidad. Te mandare la ubicación por mensaje.

Esa noche, él tenía una nueva esperanza en su vida, una nueva oportunidad para ser feliz y recuperarse.

Si tan solo supiera que habría sido mejor quedarse en ese bar, con un sueldo miserable, sí tan solo hubiera sabido que su destino cambiaría de manera rotunda con esa acción, quizás no hubiera tenido el coraje de abandonar aquel bar. Porque en esa clase, justamente esa clase, había un remedio que era peor que cualquier mal.

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