Perdiéndote 🔓
-El viaje os cundió.
La morena miraba divertida a su recién nombrada cuñada. Le parecía graciosa la reacción que estaba teniendo ante las marcas que había visto en un pequeño aparato. Nami era otro caso. Nada más las vio, el color abandonó su cara.
-Vamos Nami, no es para tanto.-dice conteniendo la risa.
-¡¿Qué no es para tanto?! ¡No sé cómo va a reaccionar! ¡Y menos mi familia! ¡Hace poco que me casé! En contra de mi voluntad. Esto está yendo demasiado rápido.
Nami se sentó en la cama abrazándose las piernas y enterrando la cabeza en el hueco que formaban éstas con su pecho. No se sentía preparada. Casada, con alguien que jamás la amaría, ¿y ahora esas dos marcas que le confirmaban su estado?
-Esto no puede ir a peor.
-Nami, mi hermano puede ser un bruto, un grosero, un bocazas...
-Cierto, cierto y cierto.-confirma la pelirroja con la cabeza aun agachada y los ojos llorosos mirando al colchón.
-Pero no te va a dar la patada. Lo conozco. No sería capaz.
-Tengo miedo Robin.-confiesa.-¿Y si no le gusta la idea?
-No te preocupes. Estamos aquí para ayudaros.
Nami fue al trabajo dos días después de enterarse con Zoro preocupado por su actitud ante él. Ella sólo podía hacer una cosa ahora. Seguir adelante y concentrarse en su trabajo. Eso era lo único que le importaba ahora.
Monet le pasó todos los proyectos que había pendientes de llevar a cabo. Acudió a ambas reuniones y en el descanso decidió subir a la terraza del edificio. Que sorpresa se llevó al ver ahí a una de sus cuñadas, y no a la que quería ver precisamente.
-Tienes preocupado a mi hermano. Tendrás algo que decir, ¿no?-le acusa.
-Sí, que no es asunto tuyo. Lo que pasé entre Zoro y yo no te incumbe.
-Es mi hermano. Me importa.
-Mentirosa.-susurra cansada de todo.-Tengo trabajo. Dile a Zoro que llegaré tarde a casa.-le pide calmada.
Al sentarse en su escritorio, se sorprendió de ver un café y un trozo de bizcocho con una nota. Leyéndola, Nami sonrió triste ante el detalle que había tenido Zoro con ella. Por no hacerle un feo, comió lo que venía a ser su almuerzo y continuó con los diseños.
A su vez, Robin había entrado al despacho de su hermano menor. Echó a Al vida de ahí y Zoro la agradeció con la mirada. Ambos se sentaron uno en frente del otro. Zoro miraba triste al suelo. No hubo que preguntar nada. Él solo desembuchó y reveló lo que pasaba dentro de su cabeza.
-Estoy perdiendo a Nami. Lo sé.
-Yo os veo bien. ¿Habéis vuelto a discutir?
-Sí, varias veces.-apoya la cara en la mano.-Hasta el punto de que ella lloré y se marché.
-Cuenta. Te vendrá bien.
Un día antes, Zoro entraba sigiloso al estudio de su mujer. Nami seguía apoyada en el borde de la ventana contemplando el cielo nocturno. No quería molestarla, pero necesitaban hablar. Decidió acercarse y, abrazándola por la cintura, dejó la cabeza apoyada sobre su hombro.
-¿Qué pasa? Estás rara.-no recibió respuesta.-No quiero pelear, pero si hace falta para que me cuentes que está pasando dentro de esa cabeza tuya...
Las ganas de abofetear a Zoro le habían entrado de golpe y amenazaban por cumplirse. Se separó bruscamente de él.
-¡¿Qué que me pasa?! ¡Que estoy casada con un imbécil!
Nami salió escopetada del edificio y corrió por las calles de Cerdeña hasta llegar al apartamento de su mejor amigo. Aporreó la puerta hasta que Sanji le abrió. Nami se lanzó a sus brazos, preocupándolo aún más.
Sanji la dejó pasar y la llevó hasta el sofá, donde la joven se sentó. Vivi fue rápido hasta ella para abrazarla. Koji tampoco tardó mucho en ir hasta su tía y querer abrazarla para que no llorase.
-Ven aquí.-lo alzó y abrazó.-Gracias Koji.
-¿Qué ha pasado Nami? ¿Te has peleado con Zoro?
Nami asintió. No podía contarles nada. Tenía que medir las palabras con las que se iba a expresar. Un paso en falso y todo se iría al garete.
-Cosas nuestras. Nada importante.
-Tiene que serlo si te presentas llorando por su culpa.
-En parte también es mía.
El timbre sonó. Vivi fue a abrir encontrándose con Zoro en la puerta preocupado. Lo dejó pasar, alarmando a Sanji. Le había hecho daño a su amada pelirroja, a quien quería como a una hermana.
-¿Podríamos...hablar?-dice pasando una mano por su cuello.
-¿Después de haberla tratado así? Sigue soñando que te dejaré hablar con ella.
Sanji lo sacó del piso cerrándole la puerta en su cara. Iba a fumarse un cigarro, pero recordó que Koji estaban ahí presente. Salió del apartamento dejando solas a las chicas con el pequeño.
Koji se durmió unas horas más tarde y Sanji seguía sin aparecer. Nami tampoco quería hablar. Vivi le preparaba una tila, a petición de su prima.
La puerta sonó. Vivi fue a abrir. Zoro estaba parado en frente de la puerta a dos pasos de distancia de ésta. Miraba al suelo decepcionado. Vivi se pudo imaginar que llevaba esperando ahí hasta que Sanji se fue.
-¿Nami sigue aquí?
-No, lo siento.-le contesta lo que su prima le había pedido.
-Me estoy preocupando. Todavía no ha vuelto a casa. Si la ves, ¿le podrías dar un mensaje de mi parte?
-Claro.
-Dile que ella es la mujer más honesta y bella que he conocido jamás. Que soy muy afortunado de tenerla y que no quiero perderla. Que la amo como jamás pensé que lo haría.
Ambas mujeres se quedaron estáticas al oír la declaración del peliverde. Éste se dio la media vuelta y bajó al garaje. Vivi le dejó la bebida a la pelirroja. No caería tan fácil en los trucos de Zoro. Puede que Vivi se lo hubiese llegado a creer, pero Nami sabía que él solo lo había dicho para convencer a la peliazul de llevarla a casa.
-Vivi me contó eso último. Ella se negaba a volver.
-Tú eres la que la conoce y por eso eres el único que puede volver a hacerla feliz. Insiste en hablar con ella.
-Gracias Robin.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top