Capítulo único
A veces, cuando amas, no hay tiempo de conversar con el corazón para llegar a un acuerdo, mucho menos a dialogar sobre lo que deseas realmente.
A veces, tampoco hay tiempo de llamar al destino y preguntarle si esto es realmente lo correcto, lo que deseas que pase, aquello que, con suerte, sería tu final feliz.
Y entonces, un día te das cuenta que el amor no funciona así, pues no es algo que decides con el corazón, tampoco es algo que sabes por el destino.
Solo sucede.
Macaque siempre fue aquella contraparte de Wukong, esa parte que necesitaba para existir sin acabar en algún lugar perdido en su propia vida, y, tal vez, si la cabeza del rey no estuviese pegada a su cuerpo, probablemente también la olvidaría en algún lugar.
Por eso el macaco siempre estuvo allí.
...
La historia comienza hace mucho tiempo atrás, eran dos monos pequeños. Wukong era joven e inexperto, simplemente lo llamaron rey por cruzar una cascada, todos los demás creyeron firmemente en él.
Y un día, un mono diferente a los demás apareció.
Todos lo rechazaron, él era diferente, nadie amaba lo diferente, todos preferían encerrarse en lo común, en aquello que ves usualmente. Todos, menos Sun Wukong, quien lo acogió con tanto cariño y curiosidad que abrumaban al macaco de seis orejas.
Desde entonces, nunca se separaron, eran como una única existencia.
Para Macaque, nada era mejor que estar con el rey, solo por él hizo todo para agradarle, todo para poder estar a su lado dignamente, para protegerlo, para seguirlo, para ser su guerrero, su mano derecha, su compañero.
Su luna.
Aquel astro que nadie valoraba tanto como al sol.
Pero Macaque siempre estuvo bien con eso, no necesitaba nada más, no necesitaba a nadie. Siempre serían ellos dos, no había necesidad de otros, porque no había otros.
Hasta que ellos llegaron.
Sun Wukong pasó por muchas pruebas, aventuras peligrosas que logró pasar gracias a su mano derecha.
Y un día, llegó a su hogar en conjunto con varios extraños, haciendo que el rostro de Macaque se mostrara preocupado, demasiado. Tal vez no precisamente por el bienestar del rey, sino por aquella sonrisa que tenía mientras charlaba con ellos, parecían tan cercanos, como amigos de toda una vida.
¿Por qué? ¿Por qué se veía tan feliz con ellos?
Cuando se los presentó, Macaque finalmente entendió todo. Ellos eran unos amigos que hizo mientras estaba solo y lejos. Nuevas amistades que iluminaban sus días y con las que iba de aventuras, ¡Y eso estaba bien! ¿No? Tenía a otras personas con las cuales estar.
Eso era lo que Macaque necesitaba creer para no sentirse mal.
...
Desde ese día, ellos se quedaron a vivir en conjunto a ambos monos. Ahora Macaque tenía que compartir a su único amigo, a la única persona que nunca le rechazó, porque incluso los nuevos nunca le hicieron sentir cómodo. Sus seis orejas fueron ocultas, no quería que lo vieran así, ya una vez recibió burlas de ese tal Peng, odiaría soportarlo más.
Pero eran los amigos de Wukong, no podía odiarlos, ¿Cierto?
Así que solo lo aguantó todo.
...
Pero no podía soportarlo siempre.
Ver a Wukong todo el tiempo con los demás le causaba un gran malestar, no porque no pueda compartir al rey, sino porque siempre que trataba de invitarlo a algo, los demás se lo llevaban a otro lado. Entonces, se quedaba solo, esperando el regreso de aquel sol que le traía luz a su vida.
Un dolor profundo le llegaba al ver como se intercambiaba miradas con Azure Lion, el era el peor, y no precisamente por comportamiento, pues el león no tenía nada de malo, y ese era el problema.
El era perfecto.
Fuerte, inteligente, alto, parecía tener un increíble sentido de la justicia y que todo le salía genial. Wukong siempre le hablaba de su gran amigo Azure, ¿Cómo podía competir contra eso? Contra alguien que hacía todo bien.
Con alguien que no tenía inseguridades como el.
Así que Macaque escondió todo eso en su corazón, sus emociones fueron enterradas en lo más profundo para no ser encontradas.
Pero nunca dejó de amar a Wukong.
Tal vez fueron los años que hicieron que Macaque recuperara esa fuerza para poder decirle lo que sentía, o tal vez fue el hecho de que es imposible mantener encerrados esos sentimientos para toda la vida.
En especial cuando todos los días, dejas que tus acciones hablen por ti.
Y a veces, solo en contadas ocasiones, reciba lindas palabras del rey.
Aún cuando no eran solo para él.
¿Pero cómo decirle al corazón que no era amor? ¿Cómo decirle al destino que deje de jugar contigo?
...
Aquel día seguía vivo en la memoria del macaco.
Estaban los dos solos en año nuevo, los demás fueron a traer alcohol, comida y otras cosas mientras los monos esperaban, era el momento perfecto, Macaque había ensayado todo, preparó con emoción el gran momento, todos tardarían para poder hacer esto posible.
Los fuegos artificiales llegaron y entre tanta alegría, el macaco puso su mano a descansar sobre la del rey, luego, lo miró, sonriéndole dulcemente.
Mirando a Wukong como si fuera lo más valioso de su vida, y así lo era.
—Peaches.—Llamó su atención.—Yo, uhm... Quería decirte algo.—
—¿Uh? Claro, Mac, ¿Qué sucede?—Parecía sorprendido y curioso, genuinamente no se esperaba esto, pero parecía levemente ruborizado por el toque de tu mano tan repentino.
—Sé que es raro, o tal vez no, no lo sé, pero... Me gustas. Desde hace mucho tiempo. Sé que ambos somos chicos, y sé que hemos sido amigos mucho tiempo, pero te conozco mejor que nadie, me conoces. Todos estos años para mi fueron una bendición gracias a ti, siempre hiciste mi vida mejor y... No puedo... No puedo evitar desear tener una vida contigo, así que, Wukong, tu... ¿Me amas?—
En los ojos del mono de sombras había tanta esperanza, tanto amor guardado y rogando ser liberado.
Tal vez Macaque amó demasiado pronto.
—Yo... No sé que decir, yo...—Wukong se tomó un momento, sorprendido.—Mac, eres... Eres muy especial para mi, no me malinterpretes pero...—Ese silencio hizo trizas el corazón del macaco, apretándolo como si se tratara de un trapo sucio que vas a tirar.
—¡No es necesario contestar ya! Simplemente... Quería decírtelo.—Macaque se forzó a sonreír.
Fingir siempre funcionaba, Wukong nunca lo notaba.
—No, Mac, yo...—El rey de verdad lo pensó, y entonces, sonrió.—También me gustas, ¿Sabes? Eres muy especial para mi también, y yo... Realmente también quiero una vida contigo. Digo, tal vez yo... Ahora mismo no estoy tan seguro, pero de verdad deseo estar contigo.—
Ese momento fue felicidad para el macaco, quien sintió que el cielo oyó todos sus lamentos y el destino lo estaba bendiciendo.
Tal vez fue tanta la felicidad que nunca notó que amaban a diferentes niveles.
Que no era amado igual.
...
Cuando todos los demás volvieron, se sintió realmente feliz, todos les felicitaron y dejaron que la "feliz pareja" se sentara junta. Finalmente obtuvo lo que tanto deseaba, disfrutando de descansar su cabeza en el hombro de su amado, finalmente era feliz, finalmente era amado.
¿Cierto?
Los días siguientes estuvieron llenos de felicidad, momentos hermosos donde le traía regalos a Wukong, aunque a veces el rey tenía mala memoria para las fechas eso no importaba, el macaco podía encargarse de todo solo.
Su amor era suficiente para los dos, ¿No?
No importaba si tenía que encargarse de todo, conocía bien a su amado rey, simplemente era muy desordenado, pero para eso lo tenía a él, su fiel guerrero, dispuesto a hacer todo lo posible por su bienestar, muy por encima del suyo propio.
Y tal vez fue tanto el amor, que nunca se dio cuenta de lo que pasaba en la cabeza de Wukong.
Debió haberlo visto venir.
Wukong tenía un gran corazón, siempre siendo malo para los sentimientos, siempre siendo malo para saber lo que siente.
...
A veces, forzarte a hacer todo en la relación consume demasiada energía, Macaque se dio cuenta de ello, en especial porque aun con todo lo que hacía y aún con toda la atención que tenga del rey, este deseaba pasar tiempo con los demás, lo cual no estaba mal, pero siempre parecía tener una gran unión a Azure.
El león solo era un buen amigo.
¿No?
—Oye, Mac...—
Macaque levantó la mirada. Ambos estaban en un claro de flores, teniendo un lindo rato en pareja, donde el de seis orejas estaba recogiendo flores mientras el rey veía el horizonte, sentado.
—¿Qué pasa, sunshine?—Se acerca, atento.
—Parece que Azure consiguió a alguien que le gusta en el pueblo.—
—¿Enserio? Que bien.—Macaque sonrió, genuinamente feliz por la noticia.—¿Te lo contó?—
—No realmente, simplemente, ya sabes, no ha pasado tanto tiempo con nosotros como antes, supongo que realmente le gusta estar allá.—
La sonrisa de Macaque se apagó.
Oh.
El conocía bien esa mirada, esas palabras, esa preocupación.
Su agarre en las flores se apretó.
—Ya veo, y... ¿Lo has hablado con él?—
—No realmente, no hay nada que hablar. Digo, el no suele abrirse al respecto, siempre fue bastante cerrado.—
—¿Qué tal si lo hablas con él?—
—No quiero molestarlo, es su vida. Ya sabes... Antes éramos buenos amigos, pasábamos todo el tiempo juntos cuando yo estaba fuera de la montaña. Es tan importante en mi vida como tu, y ahora... Bueno, ya lo ves, está muy alejado.—
—Entiendo eso, te preocupa.—
—Si.—Wukong rie vago.—Aunque no lo creas, hubo un tiempo donde pensé que me gustaba, ¿Puedes creerlo? Si, él es genial pero... Somos buenos amigos, es todo.—
No, no era todo.
Macaque volvió a forzarse a sonreír y le dio una palmadita en el hombro al rey.
—Habla con él, son buenos amigos, seguro conseguiras una respuesta, anda.—
—Tienes razón, no es mala idea, gracias, Moonlight, eres el mejor.—
El rey besó la frente de su amante y se retiró felizmente, mientras que Macaque le vió alejarse, soltando las flores que consiguió y extendiendo su mano a donde fue lejos la persona que amaba.
"Quédate" Susurró su corazón. "Por favor, date la vuelta y quédate".
Pero Wukong se fue.
Y tal vez era lo que debía pasar.
Macaque lo sabía bien.
Conocía mejor que nadie a Wukong, sabía bien lo que el rey sentía, y sabía bien que Azure no era solo un buen amigo, era algo más, pero ni siquiera su sol sabía eso.
Tal vez Macaque lo sabía desde el principio, sabía que no fue aceptado por amor, simplemente que Wukong no sabía decir que no y pensaba que, en algún momento lograría amarlo de la misma manera.
Pero nunca fue así, ¿O si?
El punto de quiebre fueron las acciones imprudentes y autodestructivas del rey, claro que tras intentar destrozar todo el reino celestial las cosas no saldrían bien, pero aún así, Macaque nunca dejó de estar a su lado.
Incluso cuando terminó bajo aquella montaña. Claro que Macaque recordaba ese tiempo, su peor día fue ese.
—Hey, amigo. —Saludó Macaque, sonriendo leve mirándole. —Mira lo que te traje. —Le muestra el durazno en su mano.
—¿Qué? ¿Es para mí? No estás hablando enserio, ¿Cierto? ¿Me darás el melocotón entero? Oh, no tenías que hacerlo. —Dice con irritación y sarcasmo, luego de tanto tiempo, aquel día no estaba con buen humor, en absoluto.
La sonrisa de Macaque se desvanece, suspirando y sentándose en el suelo a su lado.
—Vamos, no hace falta que te pongas así...—
—¡No, no! Honestamente, es exactamente lo que necesito. Es solo que estoy atrapado bajo la montaña de los cinco elementos, ¡Pero el macaco de seis orejas me trajo un melocotón como regalo! Genial. —Dice con aquel tono aun lleno de sarcasmo y veneno.
—Sabes que te ayudaría si pudiera...—Es interrumpido.
—¡Oh, si! Porque normalmente tu... CORRES a mi rescate. —Gruñe con rabia.
—De acuerdo, Okay. —El mono de pelaje oscuro se levanta, dolían esas palabras, dolía la manera en que Wukong le hablaba, tan cortante, tan molesto, como si fuese toda su culpa, como si hubiese hecho todo mal.
Y tal vez lo único que hizo mal fue amarlo.
—Me alegró mucho verte, amigo. —Dice con sarcasmo, frunciendo el ceño. —Solo huye como siempre lo haces. —
Esa fue la gota que derramó el vaso.
—¡No, ese eres tú! —Finalmente se gira a verlo, con rabia en sus ojos, pero dolor en su interior, no quería romperse y llorar, no allí, no ahora. —¡TU ERES el único que siempre huye! Buscando más poder, más cosas para ser inmortal. TÚ eres el que no quiso dejarlo mientras íbamos ganando, no el gran sabio, ¡Que jala a todos los demás a su desastre! —
—¡Tú no estás en este desastre! ¡Sigues libre! ¡Todo lo que hice fue por nosotros! —
No, no fue así.
Porque lo único que Macaque deseó fue tenerlo a su lado.
Pero ahora se daba cuenta de que tal vez nunca lo tuvo.
—¡Lo hiciste por ti! Te convertiste en este... ¡Demonio obsesivo! —Levanta la mirada, apretando sus puños, su voz temblando. —Te dije que ir contra el emperador de jade era mala idea, pero no, ¡Wukong no escucha a NADIE! El solo hace LO QUE QUIERA... Tu fuiste el que te pusiste a ti mismo allí, no yo. —
El melocotón quedó en el suelo hecho trizas, destrozado como su relación destrozado como el pobre corazón del macaco, quien lo único que deseó era ser amado.
Ojalá el destino hubiese sido piadoso y toda aquella historia acabara allí, pero aún había algo más.
Aquel día.
...
Simplemente quiso defender a la persona que alguna vez amó, nunca pensó que acabaría de esa manera, nunca pensó que amar estaba mal.
Y así es como terminó en un cráter en el suelo, sintiendo sus huesos destrozados, su sangre caliente rodeándole, su ojo ardiéndole mientras extendía una mano a la figura que se alejaba lentamente de allí, dejándole moribundo, con las garras del Diyu sujetándole de la espalda.
—Quédate...—Esta vez si logró susurrarlo.—Por favor, date la vuelta y quédate.—
Pero todos sabemos que él nunca volvió.
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