Capítulo 3: Una acalorada noche
Ambos se dejaron llevar por el calor del momento con sus labios encontrándose con una intensidad que había crecido desde el primer intercambio de miradas esa noche. La tensión que se había acumulado entre ellos se liberó en un beso profundo mientras sus manos comenzaban a explorar el cuerpo de cada uno con caricias que se volvieron más audaces con cada segundo que pasaba. Él la sujetó por la cintura, acercándola más mientras sus bocas se movían con una sincronía instintiva.
Los dedos de ella se deslizaron por su nuca, enredándose en su cabello mientras su otra mano recorría su espalda. En respuesta, las manos de él comenzaron a trazar un camino por su cuerpo, desde la cintura hasta las caderas, subiendo lentamente por su espalda. Con cada movimiento, el deseo entre ellos se intensificaba haciendo que el aire en la habitación se llenara de anticipación. Finalmente, Saúl decidió llevar las cosas un paso más allá; con un gesto lento y deliberado, deslizó sus manos hacia el borde del vestido rojo que ella llevaba puesto.
Comenzó a bajarlo con cuidado, despojándola de la prenda con suavidad como si quisiera prolongar ese momento. Mientras el vestido caía lentamente, su figura comenzó a revelarse, mostrando a una mujer delgada con curvas sutiles y bien definidas con su piel, de un tono blanco impecable que destacaba bajo la luz tenue acentuando la delicadeza de su cuerpo.
Cuando el vestido llegó a su cintura, su escote quedó expuesto revelando un sujetador de encaje negro que sostenía sus pechos con firmeza. La copa del sujetador era una talla B, ajustándose perfectamente a su figura y añadiendo un toque de elegancia. A medida que el vestido continuó su descenso, sus caderas quedaron al descubierto junto con la ropa interior que combinaba con el sujetador. Las bragas igualmente de encaje negro se ceñían a sus curvas resaltando su figura con sutileza. La lencería a la vez sofisticada y provocativa complementaba su apariencia, subrayando su atractivo de manera discreta pero efectiva que excitaba mucho al joven.
-¿Te gustan las vistas, Sau? -preguntó ella posando un poco enfrente del muchacho con un leve rubor, era obvio que ambos estaban bajo los efectos del alcohol pero igualmente de dejaron llevar.
Saúl la miró de una forma lujuriosa. -Me prende muchísimo, Laura...
Ella, sintiéndose algo halagada por las palabras del muchacho decidió tomar la iniciativa. Con movimientos deliberados sus manos comenzaron a deslizarse por el pecho de él, sintiendo la firmeza de sus músculos bajo la tela de su camisa. Sin dejar de mirarlo a los ojos, comenzó a desabotonar la prenda, uno a uno, con una mezcla de calma y decisión.
-Quiero verte -murmuró ella con su voz suave pero cargada de intención.
Él no respondió con palabras, pero su mirada lo decía todo. Había una mezcla de anticipación y deseo en sus ojos mientras observaba cómo ella retiraba su camisa dejando al descubierto su torso. Su piel, cálida al tacto, era un contraste tentador con la frescura del aire en la habitación. Ella dejó que la camisa cayera al suelo mientras sus dedos comenzaban a recorrer su pecho antes de deslizarse hacia abajo, hasta el borde de su pantalón.
Sin perder el ritmo, desabrochó el botón de su pantalón y bajó la cremallera con cuidado. Él respiró profundamente cuando sintió el roce de sus dedos, un gesto que solo aumentó la tensión en el ambiente. Ella notó la leve erección que se marcaba en la tela de su ropa interior mientras sus ojos se encontraron una vez más, compartiendo un entendimiento silencioso.
-Parece que te gusta esto tanto como a mí -dijo ella con una sonrisa que denotaba seguridad y picardía.
-No tienes idea... -respondió él, su voz ronca por el deseo contenido.
Con un movimiento fluido ella ayudó a que se deshiciera de sus pantalones que cayeron al suelo junto a la camisa. Él ahora solo llevaba un bóxer negro ajustado que apenas contenía la creciente erección. Ella lo observó con detenimiento tomándose un momento para apreciar la vista, sus manos recorrieron el contorno de su cintura antes de posarse sobre el bulto que se formaba en su ropa interior. El calor y la dureza que sentía bajo sus dedos confirmaban lo que ambos ya sabían: el deseo mutuo era innegable.
-Déjame ayudarte con esto -susurró ella, inclinándose para tomar los bordes del bóxer y bajarlos lentamente, liberándolo por completo.
El miembro de él se erguía con fuerza revelándose ante ella en toda su magnitud. Laura lo observó por un instante, sus ojos brillando con algo impresión y deseo.
-Es... Increíble -murmuró, casi para sí misma, mientras lo rodeaba con su mano, sintiendo la calidez y la textura de su piel.
Ella, con una sonrisa traviesa, rodeó su verga con la mano sintiendo su firmeza y calor contra su piel. Lentamente, comenzó a moverse con sus dedos deslizando suavemente hacia arriba y hacia abajo por el eje. La piel bajo su toque era cálida y suave pero también vibrante con la energía contenida de su deseo.
Saúl dejó escapar un leve quejido entrecortado cuando ella aumentó el ritmo de sus movimientos precisos y calculados pero también llenos de una curiosidad casi juguetona. Cada vez que su mano alcanzaba la base, sentía cómo el cuerpo de él respondía tensándose ligeramente antes de relajarse de nuevo cuando ella ascendía. Sus ojos se encontraron y en ese cruce de miradas había un entendimiento silencioso del placer compartido.
-¿Te gusta? -preguntó ella en voz baja y cargada de lujuria, sin detener el movimiento rítmico de su mano.
Él asintió, mordiéndose el labio inferior para contener un gemido. Sentía como cada caricia de ella lo llevaba más al borde, haciendo que cada pensamiento coherente se desvaneciera en la neblina del placer.
-Mucho... -respondió con un hilo de voz, casi jadeante.
Ella se inclinó un poco más cerca, sus labios rozando suavemente el lóbulo de su oreja mientras continuaba con el movimiento constante de su mano. Podía sentir cómo su respiración se volvía más pesada cada vez más rápido y cómo la tensión se acumulaba en su cuerpo.
El pene de él palpitaba bajo su toque, respondiendo a cada caricia con una urgencia que ambos sentían crecer. La combinación de la suavidad de su piel y la firmeza del miembro en su mano la hizo morderse ligeramente el labio, disfrutando tanto de darle placer como del poder que tenía en ese momento. Aumentó la presión y el ritmo observando cómo su cuerpo reaccionaba a cada cambio, cómo su respiración se hacía más irregular y cómo sus músculos se tensaban en anticipación de lo que vendría.
El ritmo de su mano se fue intensificando cada vez más rápido y más firme mientras lo veía luchar por contener los gemidos que amenazaban con escaparse. Su cuerpo temblaba bajo su toque y ella podía sentir cómo la tensión crecía en cada músculo, acumulándose en un punto crítico que estaba a punto de desbordarse.
-N-No... No puedo más... -jadeó él con su voz entrecortada por la respiración pesada.
Ella no detuvo su mano, sino que siguió adelante con mayor determinación sabiendo que él estaba al borde. Sus dedos se movían con precisión aalternando entre presión y suavidad mientras cada movimiento diseñado para llevarlo al límite. Sus ojos estaban fijos en él, observando cada reacción, cada espasmo de placer que recorría su cuerpo.
Finalmente, sintió cómo su pene se tensaba al máximo bajo su toque mientras gruñido profundo escapó de su garganta y en un instante su cuerpo se estremeció. Él se inclinó hacia adelante, incapaz de contenerse más y con un gemido ahogado, se corrió. Chorros de semen caliente salieron en ráfagas intensas cubriendo la mano de la joven y salpicando su rostro. La fuerza de su orgasmo fue palpable con cada espasmo enviando una nueva oleada de placer a través de él. Ella lo sintió sobre su piel, el líquido cálido deslizándose mientras lo observaba con una mezcla de satisfacción y deseo renovado.
Él jadeó intentando recuperar el aliento mientras su cuerpo temblaba con los últimos espasmos del placer que acababa de experimentar. Ella, con su rostro y mano marcados por su liberación lo observó con una mirada que combinaba lujuria y ternura sabiendo que había llevado a su compañero a un punto de éxtasis puro.
Saúl se quedó sin aliento intentando procesar lo que acababa de suceder, su respiración era pesada y su cuerpo aún temblaba con los últimos vestigios de placer. Ella, con una sonrisa satisfecha, lo miró con una mezcla de diversión y lujuria mientras se limpiaba con la mano libre el semen de la cara, sin dejar de observarlo.
-Eso fue... Intenso -dijo él todavía recuperándose con una risa entrecortada.
-Me alegra que lo hayas disfrutado -respondió ella con su tono juguetón mientras acariciaba su torso, sintiendo cómo su respiración comenzaba a estabilizarse. Luego añadió con una voz suave pero provocativa-: Pero aún no hemos terminado, ¿verdad?
Él sonrió mientras sus ojos brillan con un renovado deseo. Sin decir nada más, la atrajo hacia él dejando que sus manos recorrieran su espalda con un toque firme pero gentil. Con un movimiento decidido, alcanzó el cierre del sujetador que aún llevaba puesto. Desabrochó el gancho con destreza dejando que la prenda se deslizara por sus brazos y cayera al suelo, revelando sus pechos desnudos ante él.
Sus ojos recorrieron su torso, admirando la delicadeza y perfección de sus pechos
que se alzaban suavemente enfrente a él. Sin perder tiempo, se inclinó hacia adelante comenzando a besar su cuello y descendiendo lentamente hasta llegar a sus tetas. Sus labios encontraron uno de sus pezones mientras su mano acariciaba el otro con suavidad. Ella dejó escapar un gemido suave sintiendo cómo su boca y sus manos trabajaban al unísono para estimularla. Su lengua jugueteaba con su pezón, lamiendo y succionando, mientras su otra mano comenzaba a masajear el otro pecho aplicando una presión que era a la vez firme y tierna.
-Mmm... E-Eso se siente tan bien... -murmuró ella, cerrando los ojos y dejándose llevar por la oleada de placer que le recorría el cuerpo.
Él sonrió contra su piel, complacido por su respuesta y continuó explorando sus pechos con devoción. Sus manos se movían con precisión alternando entre caricias suaves y toques más intensos mientras su boca seguía trabajando en su otro pecho, succionando con más fuerza cada vez que ella gemía más alto. La respuesta de Laura fue inmediata; sus gemidos se hicieron más frecuentes y su cuerpo comenzó a moverse ligeramente, presionando contra él en busca de más contacto. Los pezones se endurecieron bajo sus caricias mientras continuaba haciéndolo sin cesar.
-No te detengas... -pidió ella en un susurro temblando por el placer.
Él no tenía intención de detenerse. Cambió de lugar, llevando su boca al otro pecho, mientras su mano libre descendía por su abdomen acercándose a las regiones más sensibles de su cuerpo, pero aún manteniendo su atención en el placer que estaba proporcionando a sus tetas.
Mientras continuaba chupando y succionando sus pechos, él dejó que su mano libre se deslizara lentamente hacia abajo, acariciando su abdomen con movimientos suaves y deliberados. Sus dedos trazaban un camino descendente disfrutando de cada curva, cada pequeño temblor que provocaba en su cuerpo. Sentía cómo su respiración se volvía más errática con cada segundo que pasaba.y sus gemidos suaves le confirmaban que estaba tocando cada lugar correcto.
Su mano finalmente llegó a la línea de su ropa interior donde se detuvo por un momento disfrutando de la anticipación que construía en el aire entre ellos. Ella contuvo el aliento, esperando ansiosa el siguiente movimiento. Con una sonrisa apenas perceptible contra su piel, él introdujo sus dedos por debajo del encaje, deslizándolos lentamente hacia su entrepierna. El contacto con su piel húmeda lo hizo respirar más hondo, sintiendo la calidez y la humedad que lo recibían. Sus dedos se movieron con precisión explorando los pliegues de su intimidad acariciándola con una mezcla de delicadeza y firmeza. Laura dejó escapar un gemido profundo cuando sus dedos encontraron su clítoris y su cuerpo respondió instintivamente, arqueándose ligeramente hacia él.
-Estás tan mojadita... -murmuró él contra su pecho, sin dejar de chupar sus pezones con su voz ronca y cargada de lujuria.
Ella solo pudo gemir en respuesta, su mente envuelta en una nube de placer mientras sus dedos se movían con mayor intensidad. Él comenzó a frotar su clítoris en círculos lentos, sintiendo cómo su cuerpo se estremecía bajo su toque a la vez cómo sus gemidos se volvían más urgentes, pidiendo más. Con su boca aún dedicada a sus pechos, succionando y lamiendo con fervor, intensificó sus movimientos, provocando oleadas de placer que la hacían temblar.
Después de un último y profundo beso en su pezón, él se separó lentamente de ella dejando que su boca se apartara de su pecho; un hilo delgado de saliva se mantuvo conectado entre una de sus tetas y sus labios durante un instante añadiendo una sensualidad palpable al momento antes de romperse. Su mirada se volvió intensa mientras descendía su atención completamente hacia su entrepierna. Sus dedos ya estaban posicionados en su punto más sensible pero esta vez con una intención renovada, él los movió hacia abajo buscando la entrada de su cuerpo. Con una suavidad deliberada deslizó un dedo dentro de ella, sintiendo cómo su cuerpo lo recibía cálido y húmedo. Laura dejó escapar un gemido bajo con sus caderas moviéndose ligeramente hacia él, instintivamente buscando más.
Él no se detuvo ahí. Con un segundo dedo, comenzó a adentrarse más profundamente, moviéndose dentro de su coño con un ritmo lento pero constante explorando cada rincón de su interior. Su pulgar, mientras tanto, continuó frotando su clítoris asegurándose de que cada parte de ella recibiera la atención que merecía.
La chica arqueó la espalda mientras sus gemidos se volvían más intensos, incapaz de contener el placer que le recorría el cuerpo. Sus manos se aferraron a él buscando apoyo mientras su mente se perdía en la sensación de sus dedos moviéndose dentro de ella, estirándola, llenándola con cada movimiento.
-Así... N-No pares... -susurró entre jadeos mientras su voz parecía quebrada por el placer.
Él respondió aumentando el ritmo, sus dedos entrando y saliendo de ella con mayor intensidad explorando cada vez más profundamente. Sentía cómo sus paredes internas se apretaban alrededor de él, cómo su cuerpo reaccionaba a cada movimiento, llevándola al borde del clímax con cada embestida de sus dedos.
Saúl continuó moviendo sus dedos dentro de ella con un ritmo cada vez más rápido y más intenso. Podía sentir cómo su cuerpo reaccionaba, cómo cada gemido se volvía más agudo, cómo su respiración se hacía más errática. Sus paredes internas se apretaban alrededor de sus dedos señalando que estaba cada vez más cerca del límite. Ella se aferraba a él con fuerza con sus uñas clavándose en su espalda mientras sus caderas comenzaban a moverse por su cuenta siguiendo el ritmo de sus dedos. El placer se acumulaba en su vientre a la vez que un calor intenso crecía con cada segundo, con cada caricia, hasta que finalmente no pudo contenerlo más.
Un grito ahogado escapó de sus labios cuando el clímax la alcanzó con fuerza; su cuerpo se tensó y luego tembló, su cabeza cayendo hacia atrás mientras una oleada de placer la atravesaba haciéndola perder el aliento. Sentía cómo sus paredes internas se contraían alrededor de sus dedos con cada espasmo acompañado de una explosión de sensaciones que la hacían gemir y temblar incontrolablemente.
El flujo de su liberación la invadió repentinamente tomando a ambos por sorpresa, empapando la mano del chico y manchando parte del sofá bajo ellos. Saúl la observó con una mezcla de lujuria y satisfacción sintiendo cómo su cuerpo se relajaba lentamente, sus espasmos disminuyendo mientras el clímax se disipaba. Retiró sus dedos con cuidado, sintiendo cómo su cuerpo aún temblaba con los últimos resquicios de placer y los llevó a sus labios, probando su sabor mientras la miraba con una sonrisa cargada de deseo y ternura.
-Eres increíble -susurró, su voz suave pero cargada de emoción.
Ella, aún respirando con dificultad, lo miró con ojos entrecerrados, una sonrisa débil pero satisfecha curvando sus labios. El placer aún recorría su cuerpo en oleadas suaves, pero ahora, con él a su lado, se sentía completamente conectada, más vulnerable y más fuerte que nunca. Permaneció un momento en silencio dejando que el eco de su reciente clímax se disipara lentamente. Su cuerpo aún temblaba ligeramente con cada respiración profunda enviando pequeñas ondas de placer residual a través de Laura. Él la observaba con una mezcla de deseo y lujuria sin poder apartar la mirada de su rostro, de la forma en que sus labios curvaban en una suave sonrisa satisfecha.
-N-No puedo creer lo increíble que fue eso, Sau... -murmuró ella, finalmente abriendo los ojos para mirarlo mientras su voz parecía aún entrecortada y suave.
Él esbozó una sonrisa que no podía ocultar su propia satisfacción-. Lo fue... -admitió, inclinándose un poco para besarla suavemente en la frente-, pero fue porque tú lo hiciste así.
Ella rió, una risa baja y suave que resonaba con una mezcla de felicidad y deseo
-Eres un encanto, ¿sabes? -susurró rozando su mejilla con una mano antes de apartarse ligeramente con un brillo travieso en sus ojos-. Pero no he terminado contigo todavía...
Él la miró con curiosidad mientras ella se movía lentamente a un lado del sofá con sus movimientos deliberados y llenos de gracia como si estuviera planeando algo. Sin dejar de mirarlo, se giró sobre sus manos y rodillas posicionándose con las rodillas separadas y los brazos apoyados en el respaldo del sofá. Lentamente arqueó la espalda y levantó su retaguardia, ofreciéndole una vista que era imposible de resistir. La curva de su espalda, la manera en que sus caderas se inclinaban hacia arriba y la forma tentadora en que movía sus glúteos de lado a lado lo dejó sin aliento.
-¿T-Te gusta lo que ves? -preguntó ella con su voz llena de un juego coqueto mientras que con una mano separó con poco sus nalgas dejándole una vista más detallada de su húmeda intimidad, mientras giraba su cabeza para mirarlo por encima del hombro con una sonrisa que mezclaba provocación y deseo-. Creo que esta vista es... Bastante irresistible, ¿no?
Comentó con un notario rubor.
Saúl tragó saliva sintiendo cómo su garganta se secaba mientras sus ojos se movían con avidez sobre su cuerpo. -Dios... Me estás volviendo loco... -murmuró con su voz ronca, cargada con la intensidad del deseo que sentía crecer dentro de él.
-Eso es justo lo que quiero -respondió ella, moviendo sus caderas de manera más provocativa haciendo que sus glúteos se elevaran y descendieran lentamente, como si estuviera tentándolo aún más-. Quiero que te vuelvas loco por mí... Tanto como yo lo estoy por ti ahora mismo. Ven aquí, hazme sentir lo que realmente puedes hacer.
El muchacho no necesitaba más invitación. La visión de ella tan vulnerable y tan fuerte al mismo tiempo presentándose ante él con esa mezcla de confianza y deseo lo hacía arder por dentro. Se levantó y se acercó a ella con pasos firmes junto con su erección volviendo a endurecerse con cada movimiento que hacía, con cada segundo que la miraba en esa posición.
-¿Quieres sentirme? -preguntó él, dejando que sus manos recorrieran suavemente sus caderas antes de sujetarlas con firmeza, apreciando la suavidad de su piel bajo sus dedos. Su voz parecía tratarse de un susurro cargado de promesas-. Porque quiero hacerte sentir todo, quiero que recuerdes cada momento...
-Hazlo -respondió ella mientras su voz temblaba ligeramente por la anticipación, pero también llena de deseo-. H-Hazme sentir todo, quiero que me lleves hasta el límite, que me hagas gritar tu nombre...
Ella movió sus caderas hacia él, un gesto que no dejaba lugar a dudas. Sus palabras, su postura, todo en ella lo invitaba a perderse en el placer de su cuerpo. Él, incapaz de resistir más, alineó su erección con su entrada sintiendo el calor y la humedad que lo recibían. Con un movimiento decidido comenzó a empujar lentamente, penetrándola con una firmeza que reflejaba tanto su deseo como su necesidad de complacerla.
-Dios... Se siente tan bien... -murmuró él con su voz ronca mientras avanzaba poco a poco dentro de ella, disfrutando de la sensación de su cuerpo envolviéndolo.
-Sí... M-Más, por favor... No te detengas... -suplicó ella, sus palabras eran entrecortadas por pequeños gemidos de placer mientras se aferraba al sofá, arqueando la espalda aún más buscando que él se adentrara más profundamente.
Con cada centímetro que él avanzaba dentro de ella sus cuerpos se alineaban en un ritmo que intensificaba la tensión entre ambos. Saúl se detuvo un momento completamente dentro de ella, disfrutando de la sensación del calor y la humedad que lo rodeaban, sintiendo cómo su cuerpo se aferraba al de él. Su respiración era pesada y sus ojos fijos en la forma en que ella se arqueaba hacia él, expresando su deseo sin palabras.
Saúl comenzó a moverse, retirándose lentamente antes de volver a entrar con una firmeza controlada mientras sus manos se afianzaron en sus caderas, sus dedos presionando con fuerza mientras marcaba un ritmo que aumentaba gradualmente en intensidad. El sonido de sus cuerpos encontrándose resonaba en la habitación creando un eco del deseo creciente que los consumía. Cada embestida era recibida con pequeños movimientos de ella arqueando más su espalda buscando que él la llenara por completo.
El ritmo de Saúl se intensificó con sus movimientos volviéndose más rápidos y más profundos, cada empuje llenándola completamente provocando que su cuerpo temblara bajo la intensidad del momento. La sincronía entre ellos se volvía más evidente con cada segundo y sus cuerpos moviéndose al unísono buscando maximizar el contacto y el placer.
-Dios, no pares... -suplicó ella con la voz entrecortada por los gemidos que escapaban involuntariamente de sus labios-. S-Sigue... Justo así...
-Te sientes tan increíble... -respondió él mientras sus manos se aferraban en sus caderas para profundizar aún más las embestidas.
Sus cuerpos se encontraban con un ritmo frenético en dónde cada embestida provocaba ondas de placer que resonaban en sus cuerpos. Él inclinó su torso hacia adelante apoyando una mano en el respaldo del sofá mientras la otra se deslizó desde su cadera hacia su vientre, acariciando su piel con una urgencia que reflejaba su creciente necesidad. La curva de su espalda se arqueó aún más ofreciéndose a él por completo mientras sus respiraciones se entrelazaban en un crescendo de deseo.
Sin previo aviso, él cambió ligeramente el ángulo de sus embestidas buscando el punto exacto donde sabía que podría desatar una reacción aún más intensa en ella. Su mano, que había estado acariciando su vientre, se deslizó hacia abajo hasta alcanzar su clítoris, comenzando a frotarlo con movimientos circulares que sincronizaban con cada uno de sus empujes.
-Ohh... Ahí... J-Justo ahí... -jadeó ella con su voz elevándose en tono mientras sentía el doble estímulo que la llevaba al borde del éxtasis.
Él no dejó de moverse, aumentando la presión de sus dedos sobre su clítoris mientras sus embestidas se volvían más firmes y decididas. Cada vez que entraba en ella, sentía cómo sus paredes internas se apretaban alrededor de él como si intentaran mantenerlo dentro. Los gemidos de ella se intensificaron con sus manos aferrándose al sofá con fuerza mientras su cuerpo entero se tensaba, preparándose para una liberación inminente.
-Estoy tan cerca... -murmuró ella, casi en un grito con su cuerpo temblando con cada embestida y cada caricia-. No pares, por favor...
Él la escuchó, manteniendo el ritmo asegurándose de que cada movimiento la acercara más a ese punto de no retorno. Sus dedos no dejaron de frotar su clítoris mientras aumentaba la velocidad y la presión justo cuando sus embestidas alcanzaban su máxima intensidad. La combinación de sensaciones finalmente la llevó al clímax, su cuerpo arqueándose bajo él mientras un grito de placer escapaba de sus labios.
Su liberación fue explosiva, su cuerpo temblando violentamente mientras sentía cómo un torrente de placer la recorría desde la cabeza hasta los pies. Su vagina se contrajo alrededor de su erección apretándolo con una fuerza que casi lo llevó al límite también. El sofá debajo de ellos se humedeció mientras su clímax la sobrepasaba manchando sus manos y el sofá con su flujo.
-¡Ahh~! -soltó un fuerte gemido mientras sentía que había alcanzado el clímax, grito que solo puso más caliente a Saúl para acelerar sus embestidas.
Sus embestidas se volvieron más intensas penetrándola profundamente con cada movimiento sintiendo su propio placer aumentando rápidamente. A pesar de su clímax ella todavía reaccionaba a él con su cuerpo respondiendo instintivamente a cada nueva ola de placer. Saúl la sentía apretarse a su alrededor, lo que solo lo motivaba a seguir adelante empujándola aún más. Con un jadeo bajo él aceleró, sus caderas chocando contra las de ella en un ritmo frenético mientras la presión en su interior creció hasta ser insoportable y finalmente, con un gruñido profundo se enterró en ella una última vez, liberando varios chorros de semen en su interior. El placer recorrió su cuerpo mientras sentía como liberara una abundante cantidad dentro de la chica provocando que ambos soltaran un quejido de satisfacción al unísono.
Sin detenerse del todo, sacó su duro pene de ella con una de sus manos agarrando firmemente sus caderas para mantenerla en esa posición. Con una necesidad urgente se inclinó hacia adelante, su mano moviéndose rápidamente mientras se masturbaba sobre su espalda. En cuestión de segundos, liberó los últimos chorros de semen cubriendo su piel con el calor de su eyaculación.
Finalmente su cuerpo se relajó, sus respiraciones pesadas llenaron la habitación. Se dejó caer suavemente a un lado, observando cómo el semen goteaba lentamente por su espalda e interior de la muchacha. Ambos quedaron algo exhaustos mientras sus cuerpos brillaban de sudor y el calor del momento compartido. No hubo necesidad de palabras; el acto había hablado por sí mismo dejando solo el eco de su pasión en la habitación durante algunos minutos.
-¿Estás bien? -preguntó él algo preocupado mientras acariciaba con ternura la curva de su espalda. Sus dedos rozaban la piel aún caliente y húmeda notando la mezcla de su propio semen y el sudor en su piel.
Ella asintió con lentitud sin moverse mucho. Parecía disfrutar del calor que aún la envolvía con su cuerpo sensible ante cada toque. Su voz era un susurro pero cargado de una calma que él apreció.
-Sí... -dijo ella girando un poco su rostro para mirarlo-. Solo necesito un momento para recuperarme.
Él le dedicó una sonrisa suave inclinándose para besar su hombro. Sus labios rozaban su piel con una ternura que contrastaba con la intensidad del momento anterior.
-Tómate tu tiempo -dijo él con una voz que era casi un murmullo-. No hay prisa. Estoy aquí para lo que necesites...
Ella cerró los ojos disfrutando de la sensación reconfortante de sus labios sobre su piel y la caricia de sus dedos. Después de unos segundos de tranquilidad, se movió lentamente girándose para quedar recostada de lado. Su cuerpo aún estaba relajado pero sus labios se curvaron en una sonrisa suave que mostraba una expresión de satisfacción evidente.
-Eso fue... Muy intenso -comentó ella com su voz mezclando sorpresa y satisfacción mientras sus ojos se encontraban con los de él.
Él apoyó su cabeza en la mano mientras la observaba. Una sonrisa de complicidad se formó en sus labios disfrutando del contacto físico y emocional que compartían.
-Lo fue... -respondió él, deslizando un dedo por su costado sintiendo la suavidad de su piel. Su mirada se llenó de una mezcla de ternura y deseo-. Pero creo que ambos lo necesitábamos.
Ella asintió mirándolo directamente a los ojos con una sonrisa enigmática. Había un brillo travieso en su mirada, como una chispa de deseo que aún no se había apagado.
-¿Estás satisfecho? -preguntó ella cargada de curiosidad y un toque de picardía.
Él sonrió ampliamente, su expresión revelando una satisfacción completa.
-Sí, definitivamente -respondió él inclinándose un poco hacia ella. Sus labios se curvaron en una sonrisa satisfecha-. ¿Y tú?
En lugar de responder con palabras, ella se levantó un poco moviéndose con gracia mientras se abalanzaba repentinamente sobre Saúl. Sus labios encontraron los de él en un beso profundo y apasionado cuya intensidad fue palpable, lleno de deseo renovado y una promesa de más. Para cuando finalmente se separó, sus ojos brillaban con una mezcla de diversión y ansias mientras su respiración aún era entrecortada y su voz tenía un tono travieso que encendió la chispa de su propio deseo.
-Aún quiero más -dijo con una sonrisa juguetona junto con sus labios curvados en una expresión de desafío-. ¿Te animas a continuar?
Él la miró sin poder evitar una sonrisa amplia que reflejaba su propio entusiasmo. La atrajo hacia él con un gesto de complicidad con su mirada fija en la de ella, llena de promesas no dichas. No necesitaba palabras para expresar su disposición; su cuerpo y su sonrisa lo decían todo. Estaba listo para continuar, preparado para satisfacer el deseo que ella acababa de manifestar y ambos estaban listos para explorar ese nuevo nivel de conexión entre ellos.
La miró a los ojos con una sonrisa amplia mostrando su deseo palpable a través de cada movimiento. Sin decir una palabra más, se inclinó hacia ella con sus manos rodeando su cintura con firmeza pero con cuidado. Con un movimiento decidido, la levantó ligeramente cargándola con facilidad y la apoyó contra una pared cercana.
Ella se aferró a su cuello mientras sus ojos se encontraban con los de él, ambos fijos en la mirada del otro. La intensidad en sus ojos era evidente, mostrando un reflejo de la conexión profunda que compartían mientras la cercanía aumentaba el sentido de anticipación y la atmósfera estaba cargada de deseo renovado. Saúl dejó que sus manos exploraran la curva de su espalda sintiendo la suavidad de su piel bajo sus dedos. Sus labios se curvaron en una sonrisa satisfecha mientras la observaba con atención, admirando su belleza y el deseo que brillaba en sus ojos.
-Así me gusta -dijo él con voz baja, casi un susurro, mientras su mirada recorría cada rincón de su rostro-. Quiero hacerte mía otra vez, Laura.
Ella respondió con una sonrisa seductora, sus labios apenas tocando los suyos en un beso ligero. Sus manos recorrían su pecho sintiendo el calor de su piel mientras su cuerpo se acomodaba contra la pared con una comodidad que parecía casi natural.
-Entonces no te detengas -murmuró ella, su voz cargada de expectativa-. Estoy lista para lo que sigue.
Con un movimiento decidido se inclinó para capturar sus labios en un beso profundo y ardiente. La intensidad de aquel acto reflejaba el deseo que ambos compartían, una promesa de explorar cada rincón de su conexión. Mientras sus labios se encontraban sus manos continuaron explorando, deslizándose por su piel con una sensación de urgencia que apenas contenía el deseo que ambos sentían.
Sus manos seguían aferradas a su cintura y con un giro ligero de sus caderas la penetró nuevamente con firmeza. La sensación de estar completamente dentro de ella fue abrumadora y él se aseguró de que su entrada fuera profunda, sintiendo cómo sus paredes internas se ajustaban a su tamaño otra vez. El calor y la humedad de su coño le proporcionaban una satisfacción inmediata y su ritmo se volvió constante y decidido. Ella gemía suavemente contra su hombro con su cuerpo aún apoyado en la pared mientras se acomodaba a la nueva posición. Sus piernas estaban alrededor de su cintura y sus manos aferradas a su cuello para mantener el equilibrio. Cada embestida de él era profunda y controlada mientras su cuerpo se movía en un ritmo que parecía hecho a medida para la conexión que compartían.
Él mantuvo su ritmo constante, empujando hacia adentro con firmeza y retirándose solo para volver a entrar con la misma intensidad. Sus respiraciones se mezclaban, cada exhalación compartiendo el calor del momento. Cada movimiento estaba sincronizado y él podía sentir cómo su cuerpo se adaptaba a cada penetración, apretándolo aún más con cada embestida pudiendo sentir como la presión en su interior se acumulaba experimentando la sensación de cómo su propio placer crecía. La conexión entre ellos era tangible, cada movimiento intensificando el deseo que se había encendido entre ellos.
-M-Más duro, Sau, por favor... -suplicó la chica mientras intentaba controlar la intensidad de su gemidos.
Él aceleró el ritmo ligeramente con cada empuje y retiro se hacían más rápidos y decididos penetrando su cuerpo a un nuevo nivel de placer. La intensidad de la acción se reflejaba en los gemidos y respiraciones entrecortadas que llenaban el aire, y él podía ver cómo su rostro se contraía en una mezcla de éxtasis y satisfacción.
Finalmente, con un gemido profundo, se dejó llevar por el clímax sintiendo cómo su cuerpo se tensaba mientras se corría dentro de ella, liberando varios chorros de semen en su interior. La sensación fue intensa y el muchacho mantuvo sus embestidas hasta que el último chorrito de su placer se liberó. Luego, con un movimiento final se retiró de ella manteniéndose cerca mientras su cuerpo temblaba con el agotamiento del clímax.
Saúl dejó a Laura en el suelo luego de haber realizado aquel acto, sin embargo, calor en su interior seguía intenso y su respiración era entrecortada, casi desesperada. Miró a él con una mezcla de deseo y necesidad.
-No... -murmuró Laura mientras su voz parecía estar cargada de urgencia-. No pares. Por favor, sigue... Todavía quiero más.
Él la observó con atención con su mirada llena de confusión. La intensidad de su expresión reflejaba el deseo que compartían y él no tardó en reaccionar, se acercó a ella con una sonrisa decidida sin dudar ni un segundo.
-¿Estás segura? -preguntó él, lo más probable es que el alcohol esté teniendo un efecto más fuerte de lo esperado en sus cuerpos-. No quiero que te sientas incómoda ni nada de eso.
Laura asintió con sus ojos brillando con una mezcla de pasión y necesidad. Sus manos se aferraron a su cuello nuevamente y su mirada se volvió aún más suplicante.
-Sí, estoy segura -dijo con voz temblorosa pero firme-. Quiero sentirte más, necesito más de ti. Por favor...
Él sonrió, inclinándose para besarla suavemente en los labios con su mano acariciando su mejilla con ternura. Sus labios se curvaron en una sonrisa satisfecha mientras se preparaba para cumplir con su deseo.
-Está bien--murmuró él luego de separarse del beso-. Te daré lo que necesites, princesa.
(...)
Laura estaba nuevamente contra la pared con su cuerpo temblando con cada embestida firme y profunda que él le daba. La fuerza de sus movimientos se hacía sentir en cada rincón de su interior y sus gemidos se entrecortaban mientras intentaba mantener el equilibrio, aferrándose desesperadamente a la pared. El calor entre ellos se intensificaba mientras la fricción de sus cuerpos desnudos aumentaba a cada segundo haciendo que el ambiente en la habitación se tornara sofocante. El joven no aflojaba el ritmo, al contrario, lo mantenía constante y decidido provocando en ella una mezcla de placer y urgencia con cada movimiento que la dejaba al borde del clímax.
Pasado unos veinte minutos aproximadamente, él la giró y la llevó al sofá donde Laura se recostó con las piernas extendidas hacia arriba y las caderas elevadas ofreciéndose por completo. En aquella posición él podía penetrarla más profundamente y lo hacía sin reservas. Cada embestida era más fuerte, más intensa y la chica lo sentía en lo más profundo de su cuerpo arqueándose y tensándose en respuesta. Los cojines del sofá se hundían bajo el peso de su cuerpo y la fuerza de cada empuje mientras ella gemía con fuerza, aferrándose a ellos con las manos tratando de asimilar cada empuje que la hacía vibrar desde adentro.
Luego, él la trasladó al suelo. Laura se colocó en una posición de perrito con sus manos y rodillas apoyadas firmemente en el alfombrado piso con las caderas levantadas ofreciéndole una vista inmejorable a su compañera de trabajo. No perdió nada de tiempo y rápidamente la penetró brutalmente sin detenerse, moviéndose con un ritmo decidido golpeando en lo más profundo de su ser con cada empuje. Los gemidos de la joven se volvían más intensos, resonando en la habitación mientras su cuerpo se movía al compás de las embestidas. La combinación de la penetración profunda y la fricción constante intensificaba el placer llenando el espacio con el sonido húmedo y rítmico de sus cuerpos chocando, aumentando la tensión y el deseo que se apoderaban de ambos con cada minuto que transcurría.
Finalmente, él la llevó de vuelta al sofá donde la muchacha se recostó de boca-abajo completamente expuesta. Cada empuje era calculado y profundo con sus cuerpos alineándose a la perfección mientras él continuaba con un ritmo firme incrementando el contacto entre ellos. Los gemidos de Laura crecían en intensidad mientras sus manos se aferraban a los bordes del mueble mientras él no cedía en ningún momento buscando llevarla hasta el límite. La experiencia se volvía más ardiente con cada segundo, los cuerpos de ambos trabajando en perfecta armonía acercándolos inexorablemente al clímax mientras el placer se desbordaba y alcanzaba su punto culminante.
La intensidad aumentaba con cada embestida con los cuerpos de ambos al borde del límite, él sentía cómo el placer se acumulaba en su interior cada vez más cerca de estallar hasta que, finalmente y con un último empuje liberó todo lo que tenía, corriéndose con una fuerza abrumadora como nunca antes en donde una oleada de semen llenó el interior de Laura con varios chorros calientes, y al retirarse, el líquido se esparció manchando su cuerpo y parte del sofá demostrando una muestra visible de la pasión desbordante que compartieron durante casi dos horas sin detenerse.
Ambos quedaron jadeando, sentían sus cuerpos exhaustos y cubiertos de sudor pero con la satisfacción palpable en el aire. Él se dejó caer a su lado en el sofá notando sus respiraciones bastantes agitadas mientras la miraba fijamente a los ojos. Había una conexión profunda entre ellos, sus miradas llenas de deseo y un entendimiento mutuo de lo que acababan de experimentar.
-Nunca había sido tan intenso... -murmuró él, todavía tratando de recuperar el aliento con sus ojos fijos en los de Laura.
-Lo sé... F-Fue increíble -respondió ella bastante ruborizada una sonrisa apenas visible en sus labios mientras alargaba la mano para acariciar su rostro con ternura-. No puedo creer lo que acabamos de hacer...
Él acercó su rostro al de ella, sus labios casi tocándose mientras le decía con voz suave pero cargada de emoción. -Tú me llevas al límite cada vez, Laura. No hay nada como esto.
La chica lo miró intensamente mientras sus ojos reflejaban el deseo que aún ardía dentro de ella, a pesar de la agotadora experiencia que acababan de compartir.
-Y quiero seguir llevándote al límite... -susurró ella mientras sus labios se encontraban en un beso profundo y lleno de pasión.
Ambos se quedaron allí, recostados el uno al lado del otro con sus cuerpos relajados pero sus mentes todavía cautivadas por la pasión que había brotado entre ellos. El sudor cubría su piel y el calor de la habitación parecía rodearlos mientras se miraban fijamente a los ojos dejando que la conexión que habían creado se profundizara aún más... Con el paso de los minutos, la intensidad del momento comenzó a disiparse y la muchacha, completamente agotada, empezó a sucumbir al cansancio. Lentamente su cuerpo se relajó por completo y, sin darse cuenta, fue cayendo rendida al lado de Saúl durmiéndose profundamente. Él la observó en silencio una gran ternura llenando su pecho; con cuidado, se inclinó y la besó en la frente sonriendo ante lo adorable que se veía en ese estado de vulnerabilidad. Mientras la miraba, una cascada de sentimientos atravesaba su mente; la comprensión de que finalmente se había enamorado nuevamente se asentaba con una calidez verdaderamente reconfortante.
Decidido a no dejarla allí en el sofá la cargó con cuidado, levantándola suavemente para no despertarla. La llevó hasta su habitación a pasos silenciosos mientras cruzaba el pasillo para llegar a su lugar de descanso y finalmente a su cama, la recostó con delicadeza, asegurándose de que estuviera cómoda y luego la arropó con una manta cubriéndola hasta los hombros. Ella se movió ligeramente murmurando algo en sueños, pero no se despertó.
Él se quedó allí unos segundos contemplándola, su corazón latiendo con un ritmo tranquilo pero firme. Luego, con un suspiro satisfecho se deslizó en la cama junto a ella acomodándose a su lado. La cercanía de su cuerpo, el calor de su piel, lo envolvía en una sensación de seguridad y plenitud mientras lentamente cerraba sua ojos, dejando que el cansancio lo invadiera mientras se preparaba para dormir, sabiendo que ahora descansaría junto a la mujer que amaba, una nueva etapa comenzando en su vida con ese simple, pero profundo acto.
Finalmente se sentía feliz, completo.
¿Qué podría salir mal?
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