Capítulo 2: Junta privada

Saúl se quedó sentado en su oficina completamente absorto en sus pensamientos, el asunto del título académico de Laura seguía dándole vueltas en la cabeza generando una sensación de inquietud que no podía ignorar. Mientras giraba lentamente sobre su silla sus ojos se fijaron en el techo de la oficina, como si buscaran respuestas en las texturas blancas y lisas que lo cubrían. La situación le parecía particularmente complicada. No quería sacar conclusiones precipitadas sobre la legitimidad del título de la chica sin antes investigar más a fondo. La posibilidad de que algo estuviera mal lo inquietaba pero también sabía que debía proceder con cautela. Mientras tanto, la imagen de la joven en el expediente con su sonrisa radiante y su cabello pelirrojo también seguía fresca en su mente la cual no podía sacarse de encima, añadiendo una capa adicional de complejidad a sus pensamientos.

Mientras continuaba girando en su silla sus pensamientos fluctuaban entre la necesidad de actuar y el temor de cometer un error injusto. No quería hacer una acusación sin fundamentos sólidos especialmente tratándose de una empleada nueva. Sin embargo, la responsabilidad de asegurar la integridad de la empresa recaía en él y no podía simplemente ignorar sus dudas.

Finalmente, el joven decidió que la mejor manera de proceder era hablar directamente con Laura. Pensó que, quizás, una conversación abierta podría arrojar más luz sobre la situación, miró el número que Nicolás le había proporcionado hace algunos minutos pasados y tras un momento de pensarlo, tomó su teléfono móvil y comenzó a buscar el mensaje en el que había anotado el contacto de Laura. El teléfono pesaba ligeramente en su mano mientras consideraba cómo abordar la llamada. A pesar de su experiencia en el manejo de situaciones laborales difíciles, esta llamada le generaba un nerviosismo particular por alguna razón que aún desconocía, era la primera vez que experimentaba algo por el estilo.

Con una última mirada al techo, como buscando un último impulso de valor, Saúl marcó el número y se preparó mentalmente para la conversación que estaba a punto de tener. Tras unos momentos de tono, la voz de Laura emergió del otro lado de la línea, suave y agradable, deteniendo al muchacho en seco por unos segundos mientras trataba de organizar sus pensamientos.

—Hola, ¿quién habla? —preguntó Laura, su tono denotando una ligera sorpresa y curiosidad.

Saúl ligeramente nervioso pero decidido a mantener la compostura tomó una respiración profunda antes de responder. —Hola, ¿Laura? Soy Saúl, de la oficina de seguros. ¿Te estoy llamando en un mal momento?

Laura, notando que la llamada tenía un tono profesional se mostró amable y abierta. —Oh, un gusto, Saúl, y no, no es un mal momento jeje. ¿En qué puedo ayudarte?

Saúl, consciente de que no quería apresurarse a abordar el tema del título académico por teléfono, decidió optar por un enfoque más general.

—Bueno, quería hablar contigo sobre tu incorporación reciente a la empresa. Pensé que sería bueno tener una conversación para resolver algunas cosas y asegurarme de que estés cómoda en tu nuevo puesto.

Laura escuchó atentamente mostrando interés en la propuesta de Saúl. —Entiendo. ¿Sobre qué exactamente te gustaría conversar?

Saúl guardó silencio un momento tratando de encontrar las palabras adecuadas para explicar la situación sin entrar en detalles complicados por teléfono. —En realidad, me gustaría discutir algunos detalles sobre cómo te has adaptado al nuevo rol y ver si hay algo en lo que pueda ayudarte. Además, creo que sería útil hablar en un entorno más relajado que la oficina para que podamos tener una charla más tranquila.

Laura se lo pensó durante algunos segundos hasta que finalmente comprendió la importancia del tema, sabía que eran cosas de su nuevo trabajo y que debía asistir.

—Me parece una buena idea. ¿Tienes algún lugar en mente donde podamos encontrarnos? —preguntó ella, Saúl pensó en la mejor manera de proceder.

—Pensaba en un café, es un lugar más cómodo para charlar sin las distracciones de la oficina... ¿Qué te parece?

Laura mostró interés en la propuesta y sugirió una opción. —Oh, pues hay un café nuevo que acaban de abrir no muy lejos de la empresa, está aproximadamente a diez minutos en auto. He escuchado que es bastante agradable y tranquilo, ¿te parece bien si nos reunimos allí?

El jóven reconoció casi al instante el lugar sugerido por la muchacha, se trataba de un café que habían inaugurado recientemente cerca de su departamento. —Sí, me parece una excelente opción. ¿Qué te parece si nos encontramos allí más tarde cuando salga del trabajo? Digamos a las 3. Así tendremos tiempo suficiente para hablar sin prisas.

Laura asintió con entusiasmo.

—A las 3 está bien para mí. El café se llama "La Esquina Delicada". ¿Te parece si nos vemos allí?

Saúl sonrió al escuchar el nombre del café, pues se trataba exactamente del que se encontraba cerca de su casa. —Perfecto. Conozco el lugar, en ese caso nos veremos allí a las 3. Gracias por tu disposición, Laura. Creo que será una buena oportunidad para resolver cualquier duda y asegurarnos de que todo esté claro.

Laura respondió con un tono amistoso.

—Gracias a ti, Saúl. Nos vemos a esa hora entonces. Si ocurre cualquier cosa te llamaré para avisarte.

—De acuerdo, nos vemos más tarde. Hasta entonces, Laura —dijo Saúl, suspirando sintiéndose aliviado por haber organizado la reunión de manera tan efectiva.

—¡Hasta luego, nuevo compañero! —Laura colgó, y Saúl también terminó la llamada, sintiendo un peso menor sobre sus hombros. Sabía que, con la reunión programada en un ambiente más relajado, podría abordar los temas con Laura de manera más efectiva y sin las presiones de la oficina.

Saúl colgó el teléfono y se recostó en su silla satisfecho con la manera en que había manejado la conversación, pensó que sería mucho más difícil organizar una reunión con la muchacha.

Las horas en la oficina parecieron pasar más rápido de lo habitual para Saúl. Entre la revisión de documentos y la gestión de sus tareas diarias su mente seguía volviendo a la conversación que había tenido con Laura y a la reunión que tenían planeada para más tarde. A medida que el reloj avanzaba hacia la hora de salida sentía como una mezcla de ansiedad y anticipación que se acumulaba en su interior.

Finalmente, la hora de salida llegó. El joven apagó su computadora para posteriormente guardar sus cosas y salir de la oficina con paso apresurado. Sabía que quería estar preparado y presentable para la reunión, así que se dirigió rápidamente hacia su casa.

(...)

Una vez allí, rápidamente se despojó de su ropa de trabajo y se dirigió al baño para darse una ducha. El agua caliente ayudó a relajar sus músculos tensos y despejar su mente permitiéndole concentrarse en la junta que tenía por delante. Mientras se enjabonaba, sus pensamientos volvían a la imagen de Laura en el expediente: su cabello pelirrojo, su tez blanca y esa sonrisa encantadora que lo hacia sentir extraño.

Después de la ducha, Saúl se detuvo frente a su armario examinando sus opciones. Sabía que probablemente estaba tomando la reunión más en serio de lo que debería, pero no podía evitarlo, quería causar una buena impresión en Laura. Eligió una camisa bien planchada y unos pantalones elegantes complementados con un par de zapatos pulidos. Mientras se arreglaba, una parte de él se preguntaba si estaba exagerando, pero otra parte sabía que quería verse presentable para ella.

Saúl se miró en el espejo ajustando su corbata y asegurándose de que todo estuviera en su lugar. No podía negar que consideraba a Laura muy linda y atractiva, no sabía si podría considerarlo como amor a primera vista pero de todas formas decidió arreglarse bien para el encuentro que tendría en exactamente una hora. Aunque la reunión era profesional, no podía evitar que su deseo de causar una buena impresión influyera en su preparación...

Con todo en su lugar, el muchacho tomó su abrigo y las llaves de su coche para seguidamente salir de su casa nuevamente. Mientras conducía hacia el café el cual quedaba cerca de su casa, su mente seguía repasando los puntos que quería discutir con Laura. Sabía que tendría que discutir principalmente sobre el dudoso"título universitario" que estaba en su expediente para quitarse todas las dudas de encima. Al llegar al café "La Esquina Delicada", estacionó y se dirigió hacia la entrada sintiéndose preparado y listo para la reunión. Saúl respiró hondo antes de entrar al café sabiendo que estaba a punto de enfrentarse a una conversación importante y mientras caminaba hacia la puerta, su mente se enfocó en la tarea que tenía por delante, decidido a manejar la situación con el mayor profesionalismo posible.

Este pidió una mesa al fondo del establecimiento, tratándose de un lugar tranquilo y apartado donde podrían conversar sin interrupciones. El ambiente del café era bastante acogedor con una suave música de fondo y un aroma a café recién hecho que llenaba el aire. Se sentó en el lugar mientras observaba el interior del local para no aburrirse en su espera. Cada segundo que pasaba parecía alargarse aumentando su nerviosismo. Tomó un sorbo de agua y trató de calmarse, recordándose a sí mismo que esta reunión era simplemente una conversación profesional del trabajo.

Después de lo que parecieron interminables minutos, la puerta del café se abrió y Saúl vio entrar a una joven mujer pelirroja que reconoció al instante. Su cabello caía en suaves ondas sobre sus hombros a la vez que la luz del local resaltaba el tono rojizo creando un contraste atractivo con su tez blanca. La muchacha caminó con movimientos fluidos y seguros mientras sus ojos, grandes y de un color celeste intenso se movieron por el lugar hasta que encontraron al hombre que la estaba esperando por un buen rato, fue en ese momento donde una sonrisa se dibujó en su rostro iluminando sus facciones. Sus labios, pintados de un suave tono carmesí se curvaron en una expresión amistosa y cálida que hipnotizó a Saúl.

Esta llevaba unos pendientes delicados que brillaban sutilmente con la luz mientras su vestido rojo destacaba sus formas de manera elegante sin ser ostentoso. La sencillez de su atuendo y la naturalidad con la que lo llevaba demostraban un buen gusto y una confianza que no pasaron desapercibidos para el chico. Mientras ella se acercaba a la mesa, Saúl se levantó para recibirla con algo de nerviosismo.

—¡Hola, Saúl! —saludó gentilmente la chica mientras extendía su mano hacia él—. Es un gusto poder conocerte, te reconocí casi al instante gracias a la foto de perfil que tienes en WhatsApp jeje.

Saúl un poco sorprendido por el comentario, tomó su mano con una sonrisa tímida. —H-Hola, Laura... Si, supongo que eso facilitó las cosas je... —respondió, tratando de ocultar su nerviosismo.

Ambos se sentaron y Laura continuó hablando rompiendo el hielo con naturalidad.

—Me alegra que hayamos podido encontrarnos aquí. Es un lugar muy acogedor, ¡definitivamente una buena elección para conversar!

Saúl asintió agradecido por la amabilidad de Laura.

—Sí, pensé que sería más cómodo que la oficina... Q-Quería asegurarme de que pudiéramos hablar tranquilamente sin interrupciones...

Laura sonrió, apreciando el gesto. —Lo aprecio mucho, Saúl. Además, es agradable salir un poco del entorno de trabajo. Me ha sorprendido gratamente que te tomaras el tiempo para esto.

Saúl, aún sintiendo un poco de nerviosismo finalmente decidió presentarse formalmente ante ella para no quedar mal. Se tomó algunos segundos para aclararse la voz y prepararse para hablar.

—B-Bueno, Laura, quiero asegurarme de que te sientas bienvenida y apoyada en tu nuevo puesto... Me llamo Saúl pero estoy segurísimo de que ya me conoces jeje, soy el encargado de revisar algunos aspectos administrativos y también de recursos humanos. ¿Cómo has encontrado estos primeros días en la compañía?

Laura notando la formalidad de Saúl pero también su intento por hacerla sentir cómoda, respondió con sinceridad. —Gracias, Saúl. La verdad es que ha sido un poco abrumador pero todos han sido muy amables y estoy empezando a adaptarme. Hay tantas cosas nuevas que aprender, y a veces siento que no puedo seguir el ritmo, pero estoy segura de que con el tiempo todo se volverá más familiar.

Saúl asintió, tratando de encontrar un equilibrio entre profesionalismo y amabilidad.

—Es normal sentirse así al principio. Cuando comencé también me sentía un poco perdido, pero con el tiempo todo se vuelve más manejable. Si hay algo en lo que necesites ayuda o tengas alguna duda, no dudes en decírmelo. Estoy aquí para asegurarme de que tengas un b-buen comienzo.

—¡Muchas gracias! Agradezco mucho eso, Saúl, de verdad me tranquiliza saber que puedo contar contigo. Me gustaría preguntarte más sobre algunos procedimientos internos y cómo puedo integrarme mejor al equipo.

Saúl se relajó un poco al ver la disposición de Laura para interactuar.

—Claro, podemos hablar de eso. La integración puede ser un desafío pero el equipo es muy colaborativo, créeme. ¿Has tenido la oportunidad de conocer a todos los miembros del lugar?

Laura negó con la cabeza. —No a todos, aún estoy tratando de memorizar los nombres y las funciones de cada uno. Es un poco abrumador pero supongo que es cuestión de tiempo.

—Es normal, puedo hacer una lista con los nombres y las funciones principales de cada uno —el muchacho sonrió comprensivamente—. Eso podría ayudarte a ubicarte mejor. Además, en cuanto te sientas más cómoda todo se irá haciendo más natural. Me gustaría que te sientas parte del equipo cuanto antes.

Ella pareció aliviada por la oferta.

—Eso sería de gran ayuda, aprecio mucho tu apoyo. También quería hablar contigo sobre algunas ideas que tengo para mejorar ciertos procesos. ¿Sería posible discutirlas en algún momento?

—¡Por supuesto! —exclamó impresionado por la iniciativa de Laura para luego asentir con entusiasmo—. Me encantaría escuchar tus ideas, siempre estamos buscando maneras de mejorar y tu perspectiva fresca podría ser muy valiosa. Podemos programar una reunión en la oficina o incluso seguir hablando de eso aquí, si te parece bien.

Laura sonrió. —Me parece perfecto, gracias por estar abierto a escucharme. Me siento mucho más tranquila sabiendo que puedo contar con tu apoyo.

Saúl se sintió más a gusto al ver que la conversación fluía bien.

—No hay de qué, Laura. Estoy aquí para ayudarte en todo lo que necesites.

A medida que avanzaba la charla, Saúl se fue relajando al encontrar en Laura una persona accesible y con la que era fácil hablar, quizás había pesando demasiado las cosas y eso fue lo que le provocó un ataque de nervios al inicio, pero conforme pasaba el tiempo, el joven comenzó a sentirse con mucha más confianza.

Saúl se sintió más a gusto a medida que la conversación avanzaba, encontrando en Laura una persona gentil y con la que era fácil hablar. Lo que había comenzado como una reunión formal se fue convirtiendo en una charla amena llena de risas y bromas.

Ambos descubrieron que compartían muchos intereses fuera del trabajo; ella le contó sobre su pasión por la literatura y su fanatismo por los pokémon, mientras que Saúl habló sobre su amor en la cocina y sus intentos de aprender a tocar la guitarra. Se sorprendieron al descubrir que ambos disfrutaban de los mismos autores y que tenían un gusto similar por la música.

Las risas llenaron el pequeño rincón del café, y en más de una ocasión, Laura tuvo que taparse la boca con la mano para no reír demasiado fuerte mientras que Saúl se sintió más relajado que nunca, su nerviosismo inicial desapareció por completo ante la actitud abierta y amistosa de la chica. Los dos intercambiaron anécdotas divertidas y bromearon sobre pequeños detalles del trabajo creando un ambiente de complicidad que hizo que el tiempo pasara volando. Ninguno de los dos había tomado en cuenta el paso del tiempo hasta que Saúl, sintiendo curiosidad por la hora, miró su reloj y se sorprendió al ver que habían pasado casi cuatro horas desde que se reunieron.

—¡Vaya, mira la hora! —exclamó Saúl con una sonrisa de sorpresa—. No puedo creer que hayamos estado aquí tanto tiempo, y ni siquiera hemos pedido un café. ¿Cómo es posible? Jaja.

Laura también miró su reloj, con una expresión de asombro. —Es verdad, ni siquiera me había dado cuenta... Supongo que eso significa que la conversación ha sido muy buena, ¿no? —dijo riéndose.

Saúl asintió con entusiasmo.

—Definitivamente. Esto ha sido mucho más agradable de lo que imaginé... Me alegra haber tomado la iniciativa de conocerte fuera del entorno de trabajo.

Laura sonrió aliviada. —Sí, ha sido una tarde muy entretenida. Me alegra que hayamos podido relajarnos y disfrutar de una buena charla. Y aunque no hemos hablado mucho sobre el trabajo creo que esto nos ayudará a trabajar mejor juntos en el futuro jeje.

Saúl estuvo de acuerdo, satisfecho con el resultado de la reunión.

—Exactamente, siento que ahora tenemos una mejor base para trabajar en equipo. Siempre me dicen que a veces esas conexiones personales realmente hacen una gran diferencia en el entorno laboral.

Laura asintió con sus ojos brillando con una mezcla de gratitud y alegría.

—Lo mismo pienso. Gracias por tomarte el tiempo para esta reunión, ha sido muy valiosa para mí también.

Saúl levantó la mano he hizo un gesto hacia el mesero, quien estaba cerca.

—Oye, ¿podríamos pedir unos cafés? Al parecer no hemos tenido tiempo para eso mientras hablábamos. —dijo con una sonrisa tratando de mantener la ligereza en la conversación.

El mesero se acercó rápidamente y tomó el pedido. Mientras esperaban, Saúl lentamente comenzó a recordar el principal motivo por el cual se encontraba en ese lugar junto con la chica; quería saber más a fondo sobre el "título universitario" de Laura, así que decidió tocar el tema de manera sutil sin hacer una confrontación directa para así evitar arruinar por completo la conversación.

—Por cierto, Laura —empezó Saúl buscando una forma natural de introducir el tema—, me estaba preguntando cómo fue que conseguiste este puesto en la empresa. No he tenido la oportunidad de conocer mucho sobre tu trayectoria y pensé que podría ser interesante saber más.

Laura sonrió contenta de compartir su experiencia. —Ah, claro. Bueno, después de terminar mis estudios, empecé trabajando en una pequeña sucursal de la empresa en mi pueblo natal. Fue allí donde comencé a adquirir experiencia y a demostrar mi capacidad. Afortunadamente mi desempeño fue bien recibido y tras un tiempo me ofrecieron la oportunidad de trasladarme a la oficina central aquí.

Saúl asintió, interesado por la respuesta. —Eso suena como un buen camino hacia el crecimiento profesional. Me imagino que haber comenzado en una sucursal más pequeña te permitió aprender mucho y prepararte para un rol más grande, ¿no?

Laura asintió con entusiasmo.

—Sí, definitivamente. Trabajar en ese sitio me dio una visión completa de cómo funciona la empresa desde una perspectiva local. Y al pasar a la oficina central pude aplicar todo lo que aprendí y adaptarme a un entorno más amplio.

Saúl aprovechó la oportunidad para profundizar un poco más.

—¿Y qué estudiaste específicamente? Siempre es interesante ver cómo la formación académica se traduce en el entorno laboral.

—Estudié Administración de Empresas en la Universidad de ciudad Mayólica. Durante mi tiempo allí me enfoqué en cursos de gestión y finanzas que resultaron ser muy útiles para mi trabajo aquí. —respondió ella con una naturalidad que sorprendió mucho al chico.

Saúl asintió, tomando nota de la información. —Vaya, la Universidad Mayólica... Tengo entendido que es muy conocida por esos tipos de programas, debió haber sido una experiencia bastante completa. ¿Cómo te ayudaron esos estudios a prepararte para tu rol actual?

Laura pensó un momento antes de responder.

—Pues mis estudios me dieron una base sólida en teoría de gestión y prácticas financieras... Aprendí a analizar datos, manejar presupuestos y entender las dinámicas organizacionales. Todo eso se ha traducido bien en mi trabajo diario, especialmente en la gestión de proyectos y en la toma de decisiones estratégicas.

—Eso suena muy útil —dijo Saúl intentando sonar interesado—. Me imagino que esos conocimientos deben ser muy valiosos para tu desempeño actualmente.

El joven, buscando profundizar un poco más, decidió plantear la pregunta de manera más específica. —Entonces, si no es mucha impertinencia, me gustaría saber qué te llevó a elegir Administración de Empresas. A veces siento que la elección de una carrera puede estar influenciada por intereses personales o experiencias previas.

Laura se mostró pensativa por un momento antes de responder.

—Bueno, desde joven siempre me atrajo la forma en que las empresas operan y toman decisiones. Me fascinaba observar cómo las organizaciones logran alcanzar sus objetivos y cómo las decisiones que se toman a nivel estratégico afectan a todo el equipo... Cuando llegó el momento de elegir una carrera, me di cuenta de que esa combinaba mi interés en el funcionamiento interno de las organizaciones con mi deseo de tener un impacto positivo en el entorno laboral...

Mientras Saúl intentaba seguir charlando sobre el tema de la carrera de Laura, el mesero se acercó con una bandeja que llevaba dos tazas de café, una humeante y otra fría para la muchacha. Ambos se detuvieron momentáneamente para recibir sus bebidas mientras el ambiente en la mesa se relajó por unos momentos.

—No te preocupes, yo invito —comentó el joven mientras sujetaba ambas tazas, pasándole una a su nueva amiga la cual sonrió amable ante ese gesto.

—Ay, muchas gracias... A la próxima invitaré yo el cafecito.

Laura tomó su taza con una sonrisa adorable, pero tras un primer sorbo, frunció ligeramente el ceño.

—Hmm, creo que le falta un poco de azúcar. ¿Podrías pasarme el azucarero que está al lado tuyo, por favor? —le pidió de manera amable y educada.

Saúl asintió y se inclinó hacia el azucarero el cual estaba situado justo al borde de la mesa. Estaba tan enfocado en el pequeño recipiente que no se percató de que su codo se movía peligrosamente cerca del borde hasta que, al estirarse demasiado, su brazo rozó la taza de Laura que estaba apenas equilibrada.

De repente, el movimiento involuntario de Saúl hizo que la taza de café de Laura se tambaleara. Ella, sorprendida, vio cómo el líquido oscuro comenzó a volcarse y se derramó sobre la mesa. En cuestión de segundos, el café frío se deslizó por la superficie de la mesa, alcanzando el borde y cayendo sobre el vestido de Laura.

El rostro del chico se tornó pálido mientras observaba el desastre que había causado. Sus ojos se abrieron con preocupación y apuro al ver el café escurriéndose sobre el vestido de Laura.

—¡Mierda! —exclamó Saúl incapaz de ocultar su angustia —Lo siento, lo siento, lo siento... No fue mi intención, déjame ayudarte con eso por favor...

Laura, aunque claramente sorprendida trató de mantener la calma en su nuevo amigo el cual estaba algo angustiado. Miró su vestido empapado con algo de sorpresa, aunque tampoco era algo bastante grave.

—No te preocupes, Saúl, es solo café helado, no pasa nada. Solo necesito secarme un poco...

Saúl se inclinó rápidamente hacia adelante y comenzó a buscar servilletas en la mesa con las manos temblando ligeramente. —Voy a limpiar esto. Lo siento de verdad. No sé qué decir, mierda, esto es muy embarazoso...

El joven tomó un puñado de servilletas y comenzó a intentar limpiar el vestido de Laura con movimientos rápidos y nerviosos. Al aplicar las servilletas sobre el tejido mojado notó que en lugar de absorber el líquido las manchas parecían expandirse, creando un caos mayor sobre la tela.

—Puta madre... Perdón, perdón, déjame solucionarlo por favor... —dijo Saúl cuya voz detonaba una mezcla de desesperación y vergüenza—. Estoy empeorando las cosas, ¿verdad?

Laura, aunque claramente sorprendida por el incidente trató de mantener la calma y la compostura. —Saúl, de verdad, no te preocupes tanto, es solo un vestido, ya lo limpiaré más tarde. No es el fin del mundo.

A pesar de las palabras tranquilizadoras de la chica, Saúl no podía evitar sentirse responsable. Se inclinó aún más tratando de minimizar el daño pero cada intento parecía solo añadir más manchas al vestido. El café se esparcía más y más y la situación parecía ir de mal en peor.

Finalmente, Laura puso una mano suavemente sobre el brazo de Saúl, deteniendo sus esfuerzos.

—En serio, Saúl, está bien. Agradezco tu ayuda, pero creo que solo necesito ir al baño y arreglarme un poco.

Saúl se detuvo y asintió. —Claro, el baño debe estar al fondo del café. Vamos, te acompaño hasta allá.

Ambos se levantaron y caminaron hacia el área donde se suponía que estaban los baños, pero al llegar, se encontraron con un cartel que indicaba que los baños estaban en mantenimiento. Laura suspiró evidentemente frustrada por la situación.

—Genial, justo lo que necesitaba -dijo Laura con una sonrisa forzada—. Ahora ni siquiera puedo limpiarme aquí.

Saúl, queriendo solucionar el problema de alguna manera, pensó rápidamente.

—M-Mi casa no está lejos de aquí. Si quieres, podemos ir allí para que te limpies y te cambies. No quiero que te sientas incómoda por esto.

Laura lo miró con gratitud y un poco de sorpresa. —¿En serio? Eso sería de mucha ayuda, Saúl. Gracias por ofrecerme tu casa.

—No hay problema —respondió Saúl, tratando de sonar tranquilo y confiado—. V-Vamos, te llevaré. Está a solo unas pocas calles de aquí.

Salieron del café y caminaron hacia el coche de Saúl para posteriormente abrirle la puerta e invitarla a entrar. Durante el trayecto, el nerviosismo de Saúl comenzó a desvanecerse un poco mientras Laura mantenía una conversación ligera para aliviar la tensión. Al llegar a su casa, el chico abrió la puerta y la invitó a entrar.

El interior de la casa del joven era espacioso y moderno con una decoración elegante y minimalista que reflejaba un gusto refinado. Las paredes estaban pintadas en tonos neutros que creaban una atmósfera acogedora mientras que los muebles eran de líneas limpias y materiales de alta calidad. Un gran sofá de cuero negro dominaba el centro de la sala acompañado por una mesa de café de vidrio y varios cojines que añadían un toque de color al espacio.

En una esquina de la sala se encontraba una biblioteca repleta de libros organizados meticulosamente lo cual denotaba una faceta intelectual de Saúl que Laura ya había conocido durante su larga conversación en el café. Las estanterías también albergaban algunos objetos decorativos, como esculturas pequeñas modernas y fotografías enmarcadas de paisajes exóticos. El suelo de madera pulida brillaba bajo la luz suave de las lámparas de pie y los apliques de pared, que proporcionaban una iluminación cálida y agradable. Al fondo de la sala, grandes ventanales ofrecían una vista impresionante de la gran ciudad a lo lejos, con sus rascacielos iluminados y el constante movimiento de la gente y los automóviles que circulaban.

—¡Wow! Saúl, tu casa es increíble. No me esperaba algo así. —comentó Laura con admiración mientras recorría el lugar por cada rincón con la mirada.

Saúl sonrió algo tímido por el cumplido.

—Gracias jeje. Me gusta tener un lugar donde puedo relajarme después del trabajo. El baño está por aquí, puedes usar lo que necesites.

Guiándola por el pasillo, el chico la condujo hasta el baño que resultó ser tan elegante como el resto de la casa. Laura agradeció y se dirigió al interior mientras Saúl se quedó en la sala tratando de calmar sus nervios y pensando en cómo había evolucionado el día de manera tan inesperada.

Pasados algunos minutos, la chica finalmente salió del baño después de limpiar la gran mancha dejando su vestido como nuevo. Saúl, aliviado y aún un poco nervioso la invitó a pasar directamente a la cocina para prepararle un café, ya que no habían podido disfrutar del suyo en el establecimiento por su culpa.

—Vamos a la cocina, te prepararé un café. Esta vez sin accidentes, lo prometo —dijo Saúl tratando de aligerar el ambiente con una sonrisa.

La cocina del muchacho era un espacio igualmente elegante y moderno con electrodomésticos de acero inoxidable y una isla central con taburetes de cuero. Los armarios estaban perfectamente alineados y las superficies brillaban con una limpieza impecable. Al entrar, Laura no pudo evitar sentir un leve asombro por la atención al detalle que él había puesto en cada rincón de su hogar. El chico comenzó a buscar los granos de café abriendo varios armarios y estantes.

Mientras él estaba ocupado, Laura aprovechó para curiosear un poco en el lugar, se acercó a uno de los estantes más altos y al abrirlo, se encontró con una colección de botellas de vino. No eran botellas comunes; eran vinos de etiquetas reconocidas y considerablemente costosos.

—Vaya, Sau, tienes una colección de vinos impresionante aquí —comentó Laura con asombro sacando una botella para observarla más de cerca—. Estos no son fáciles de encontrar, y mucho menos baratos.

Saúl, que en ese momento había encontrado finalmente los granos de café, se giró y vio a Laura con la botella en las manos. Su expresión pasó de la sorpresa a una sonrisa satisfecha.

—Ah, sí, es una pequeña afición que tengo. Me gusta disfrutar de un buen vino de vez en cuando y quitarme todo el estrés del trabajo. ¿Te gustaría probar uno? -ofreció, dejando los granos de café sobre la encimera y acercándose a ella.

Laura sonrió algo pensativa.

—Claro, suena genial -finalmente tomó la decisión—. Aunque espero que esta vez no acabemos con vino derramado, como pasó con el café.

Ambos se rieron rompiendo cualquier tensión que aún pudiera quedar. Saúl tomó la botella de vino de las manos de Laura y la llevó a la encimera donde buscó dos copas adecuadas para servirlo. Abrió un cajón y sacó un sacacorchos elegante, comenzando a destapar la botella con movimientos seguros y precisos para así evitar cualquier accidente.

—No te preocupes, seré más cuidadoso esta vez —dijo Saúl destapando la botella con habilidad y sirviendo el vino en dos copas elegantes—. Aquí tienes, ¿quieres brindar?

Le entregó una copa a Laura y ambos levantaron sus copas en un brindis improvisado.

—Por día algo especial para mi, no recuerdo con exactitud cuando fue la última vez que me reuní con alguien fuera de casa... —dijo Saúl, brindando.

—Digo lo mismo, normalmente paso gran parte del tiempo en mi hogar —respondió Laura, chocando suavemente su copa con la de él.

Tomaron un sorbo del vino, disfrutando del sabor y del momento de camaradería que se había formado entre ellos. Saúl pudo notar que el vino tenía un cuerpo robusto y un aroma exquisito, algo que apreciaba profundamente. Laura, por su parte, pareció disfrutar igualmente, cerrando los ojos por un momento mientras degustaba el vino.

La conversación fluyó de manera natural mientras ambos se acomodaban en los taburetes de la isla central. Saúl habló de cómo había empezado su colección de vinos, mencionando viajes a distintas regiones vinícolas y anécdotas sobre algunas de las botellas más especiales. Laura, por su parte, compartió historias de su pueblo natal y cómo había decidido mudarse a la ciudad en busca de nuevas oportunidades.

(...)

Las horas pasaron rápidamente, y ninguno de los dos se dio cuenta de cuánto vino habían consumido. Saúl continuaba abriendo botellas de su colección, cada una con un sabor más exquisito que la anterior. La calidad del vino y la buena compañía hicieron que ambos siguieran bebiendo sin mucha preocupación.

Ahora se encontraban en el sofá de la sala principal, cada uno con una botella en mano junto con risas que resonaban en el amplio espacio mientras hablaban de cualquier bobada que les viniera a la mente. El estado de embriaguez en el que se encontraban les hacía sentirse más relajados y abiertos.

—¿Te imaginas si hubiera seguido viviendo en mi mierdero pueblo? —dijo Laura riendo mientras tomaba un sorbo de vino—. Probablemente estaría trabajando en una puta tienda vendiendo artesanías y contando las mismas historias a los turistas una y otra, y otra, y otra vez...

Saúl se echó a reír, sintiéndose más desinhibido de lo que jamás había estado. —Bueno, al menos ahora estás aquí, con un buen vino y... —miró su botella tratando de leer la etiqueta-. ¡Château Margaux! No es cualquier vino, ¿sabes? Este lo he traído directamente desde Kalos hace un año.

Laura lo miró con una sonrisa juguetona notando la forma en que sus palabras se mezclaban un poco.

—¡Mira a quién tenemos aquí, un experto en vinos! —bromeó dando un ligero empujón en el brazo de Saúl—. Pero sí, tienes razón, este vino es increíble, nunca había probado algo así.

Saúl se reclinó en el sofá sintiendo que el ambiente estaba cargado de una energía despreocupada, permitiendo relajarse.

—¿Sabes? —dijo, girando la cabeza para mirarla—. M-Me alegra que hayamos tenido esta oportunidad de conocernos mejor. No todo el mundo tiene buen gusto en vino, y mucho menos buen sentido del humor.

Laura soltó una carcajada, haciendo eco en la sala. —¡Claro, claro! Porque reírse de chistes malos y beber vino caro es lo que hace a una persona especial.

Saúl la miró con ojos brillantes, disfrutando de la ligereza del momento. —Bueno, de alguna manera, sí. Pero más que eso, es la conexión. Poder hablar de todo y de nada, y aún así sentir que el tiempo pasa volando... Eso es lo que realmente importa.

Laura asintió, tomando otro sorbo de su botella. —Tienes razón, Saúl. A veces las mejores conversaciones son las que no tienen un rumbo fijo. Y, por supuesto, el vino ayuda.

Ambos rieron de nuevo, sintiendo que las barreras habituales se habían desvanecido por completo. El tiempo continuó pasando sin que ellos lo notaran, y la noche se fue transformando en madrugada mientras seguían conversando, riendo y disfrutando de la compañía mutua.

Finalmente, después de un largo rato de charla y risas, Laura dejó su botella a un lado por un momento y se inclinó hacia adelante, apoyando su codo en la rodilla y su cabeza en la mano. —¿Sabes qué, Saúl? -dijo con una mirada pensativa—. Esta ha sido una de las noches más interesantes que he tenido en mucho tiempo... Gracias por eso.

Saúl, sintiendo una calidez que no solo provenía del vino, sonrió y asintió. —Gracias a ti, Laura. Ha sido una noche... única.

Pasó una hora más mientras Saúl y Laura continuaban bebiendo pero de una manera un poco más controlada. Las botellas de vino se acumulaban en la mesa las cuales eran testigos silenciosos de una noche de risas y conversación despreocupada. Ambos comenzaban a sentir los efectos del alcohol, un mareo suave pero persistente que los hacía hablar más lentamente y reír más fácilmente.

Saúl, con la mirada algo perdida y una sonrisa nostálgica en los labios lentamente comenzó a recordar viejos tiempos al ver la escena enfrente de sus ojos que lo ponían algo deprimido, trayendo consigo una mezcla de dulzura y melancolía.

—¿Sabes, Laura? —dijo, con la voz un poco más baja y lenta—, Esta noche me recuerda a alguien. Una antigua novia con la que solía beber vino así, hasta perder la noción del tiempo.

Laura lo miró con curiosidad, apoyando su cabeza en su mano mientras lo escuchaba. —¿Sí? Cuéntame más. ¿Cómo era ella?

Saúl suspiró, tomando un sorbo más de su vino antes de continuar.

—Ella... era increíble. Tenía una risa contagiosa y una pasión por la vida que siempre me dejaba sin aliento. Solíamos pasar noches enteras hablando, riendo y bebiendo vino.... A veces, solo disfrutábamos de la compañía del otro sin decir una palabra. Había algo en la forma en que me miraba, en la manera en que su risa iluminaba toda la habitación, que me hacía sentir... Completo.

Laura le dedicó una sonrisa cálida y comprensiva. —Parece que era alguien muy importante para ti. ¿Qué pasó entre ustedes?

Saúl miró al techo, como si allí pudiera encontrar la respuesta.

—La vida... Nos llevó por caminos diferentes. Teníamos sueños y metas que no se alineaban, y aunque intentamos mantenernos juntos, al final, fue mejor que cada uno siguiera su propio camino. A veces, cuando bebo buen vino y tengo buena compañía, como esta noche, no puedo evitar pensar en ella.

Laura, sin dejar de mirarlo, se inclinó un poco más cerca.

—Debe ser difícil recordar todo eso. Pero estoy segura de que esos momentos especiales siempre estarán contigo, incluso si las cosas no salieron como esperabas.

Saúl asintió, sintiendo que el peso de los recuerdos se mezclaba con la calidez del alcohol en su sistema. —Sí, lo era. Pero, la vida sigue, y aprendemos a seguir adelante, ¿no?

Laura le sonrió suavemente. —Exactamente. Cada experiencia nos enseña algo, y aunque duele, también nos hace más fuertes. Estoy segurísima de que has aprendido mucho desde entonces.

El muchacho, sintiendo la calidez de sus palabras, dejó escapar una pequeña lágrima que rodó lentamente por su mejilla. —Es verdad, pero a veces, es difícil no preguntarse "¿qué hubiera pasado si...?"

Laura lo observó con una mezcla de comprensión y compasión. Sin decir una palabra más, se inclinó hacia él y lo abrazó suavemente dándole un consuelo silencioso. Saúl sintió el abrazo cálido y reconfortante, y durante un momento, dejó que su tristeza fluyera, apoyando la cabeza en el hombro de Laura.

—Gracias, Laura -murmuró finalmente, con la voz algo quebrada—. No suelo hablar de esto con nadie, y creo que necesitaba sacarlo de mi pecho...

Laura lo sostuvo un poco más, luego se apartó ligeramente para mirarlo a los ojos. —No tienes que agradecerme, Saúl. A veces, todos necesitamos alguien que nos escuche y nos apoye. Me alegra que te sientas cómodo compartiendo esto conmigo.

Saúl la miró, con una gratitud genuina en su mirada. —Realmente lo aprecio. Me has hecho sentir... No sé, más liviano.

Laura sonrió de nuevo, esta vez con una ternura palpable. —Para eso están los amigos, ¿verdad? Para estar ahí en los buenos y malos momentos.

La conversación entre ambos comenzó a desvanecerse lentamente dejando paso a un silencio lleno de significados no dichos. Con el paso de los minutos, una extraña sensación comenzó a invadirlos, una mezcla de curiosidad, anhelo y algo más profundo que ninguno de los dos podía explicar con palabras. Se miraban fijamente a los ojos, como si intentaran descifrar los pensamientos del otro, sintiendo una conexión que los envolvía por completo mientras ambiente en la sala se tornó más íntimo. La luz suave de la luna pasaba a través del ventanal la cual proporcionaba un brillo cálido a sus rostros, destacando cada detalle de sus expresiones. Laura, con sus ojos brillantes y su sonrisa tímida parecía aún más cercana. Mientras tanto, Saúl, notaba cada pequeño gesto, cada respiración pausada, sintiendo que en ese momento estaban verdaderamente juntos.

Ambos permanecían en silencio, pero no era incómodo, era como si las palabras sobraran, como si la simple presencia del otro fuera suficiente. El vino había relajado sus inhibiciones permitiéndoles ser más abiertos, más vulnerables. Sentían una conexión creciente, una atracción que no habían anticipado.

De manera casi involuntaria, cada uno comenzó a inclinarse hacia el otro acortando la distancia que los separaba. Sus miradas se mantenían fijas, explorando cada centímetro del rostro del otro mientras sus ojos llenos de una mezcla de deseo y comprensión se veían fijamente, fue en ese momento en donde el aire se cargó de una tensión sutil, un magnetismo que los atraía irremediablemente. La mujer respiró profundamente sintiendo su corazón latir más rápido. El joven, por su parte, notó cómo sus manos temblaban ligeramente al acercarse cada vez más, sin embargo, nada de eso los detuvo. Se aproximaron cada vez más con sus rostros a pocos centímetros de distancia. La proximidad era electrizante, cada se sentía como segundo un paso más hacia algo inevitable.

Finalmente, sin que ninguno de los dos pudiera resistirlo más, sus labios se encontraron en un profundo beso. Fue suave al principio, casi tímido, como si ambos estuvieran probando la realidad del momento. Pero rápidamente, el beso se volvió más apasionado, lleno de un deseo contenido que finalmente encontraba su escape.

Al besar a Laura, Saúl sintió una extraña sensación más allá de la emoción y el deseo que los envolvía. Había algo peculiar en el tacto, algo que no lograba identificar del todo. No era como las veces anteriores en las que había besado a su antigua novia; había algo diferente en la textura y el sabor, algo que no lograba comprender por completo. Pero, en lugar de detenerse para analizarlo, simplemente decidió ignorarlo y dejarse llevar por el momento.

Aquel enorme acto de amor continuó profundizándose con cada segundo que pasaba, ambos sentía cómo sus corazones latían al unísono creando una sinfonía silenciosa que llenaba el espacio entre ellos. Cada caricia, cada roce de labios era una declaración tácita de la conexión que estaban experimentando. Laura, por su parte, se entregaba completamente al beso com sus manos acariciando suavemente el cuello de Saúl, intensificando la intimidad del momento.
Finalmente, sus labios se separaron lentamente aunque sus frentes permanecieron juntas. Ambos respiraban pesadamente con sus ojos aún cerrados, saboreando el momento que acababan de compartir. El muchacho sintió una pequeña lágrima rodar por su mejilla, fruto de la mezcla de emociones que lo embargaban. Ella notando esto, acarició su rostro con ternura mientras sus dedos limpiaban la lágrima a la vez que lo miraba con una comprensión profunda.

—¿Estás bien? —preguntó ella con su voz suave pero algo preocupada.

Saúl asintió, sintiendo cómo la tristeza y el dolor del pasado se mezclaban con la esperanza y la conexión del presente.

—Sí, lo estoy. Solo... No esperaba sentirme así. Gracias por estar aquí, Laura.

Laura sonrió y lo abrazó con fuerza dándole el consuelo que tanto necesitaba en ese momento. La conexión entre ellos se había fortalecido aún más.

—No tenemos que detenernos ahora, podemos seguir si quieres... —le susurró a su oído con un tono coqueto mientras lentamente se separan del abrazo, observándolo fijamente con una mirada que ya conocía muy bien de su antigua pareja.

—¿Estás segura?

—Segurísima.

En ese instante, ambos volvieron a besarse profundamente, pero esta vez con un toque más de pasión que llenaba el aire por completo, ambos sintiendo sus corazones latir más rápido de lo habitual a la vez que acariciaban sus cuerpos hasta que, de un momento a otro, acabaron cayéndose del enorme sillón al suelo pero sin siquiera separarse, no les importaba en lo absoluto, simplemente querían pasar la noche de un nuevo romance los dos juntos.

(...)

Fin del capítulo dos.

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