Trentotto
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El clima tan poco predecible no mostraba señal alguna de que las nubes se despejarían para mostrar unos cuantos rayos de luz, aunque aquello ya era costumbre para todos, sobre todo en aquellas épocas del año, aunque aquello no se notaba mucho siendo que se encontraban desayunando y el día apenas empezaba. Alessia se encontraba sentada frente a Ginny y Neville, aunque sus pensamientos se encontrasen en otro lugar, cosa que la pelirroja menor notó e intentaba llamar la atención de Alessia moviendo sus manos frente a sus ojos.
—Lo lamento, estaba pensando en otra cosa —movió ligeramente su cabeza despejándose un poco para regresar su atención a su hermana y amigo.
—Sobre lo que sucedió con Percy —la sola mención del nombre de Percy hizo que la chica se tensase, este seguía siendo un tema bastante complicado para ella—. Todos somos conscientes de que él tuvo la culpa, ninguno piensa que lo hayas hecho apropósito, quizá no ayude de mucho, pero todos te extrañan.
—Agradezco que intentes hacerme sentir bien, pero no deseo arriesgarlo, no quiero lastimar nuevamente a nadie y por eso prefiero mantenerme al margen —se cruzó de brazos sobre la mesa del comedor.
—Yo lo entiendo —Neville murmuró algo bajo intentando apoyar a Alessia, aunque no se sentía muy cómodo al dar su opinión siendo que no deseaba interferir en asuntos que pudieran no ser de su incumbencia, aunque aquella plática se vio interrumpida abruptamente por un alboroto fuera del Comedor, mismo que habían logrado escuchar siendo que se habían sentado cerca de las puertas por lo que se levantaron dejando su desayuno a medio comer para salir y ver lo que pasaba.
—¿Deslealtad? —fue lo que lograron escuchar en cuanto salieron, la profesora McGonagall descendió un escalón ante la sorpresa que las palabras de la mujer frente a ella causaron.
—Las cosas en Hogwarts están peor de lo que temía. A Cornelius le gustará tomar medidas de inmediato —la mujer de vestimenta de rosa chillante había subido un par de escalones para demostrar el poder que comenzaba a obtener dentro de la escuela y Alessia no podía sentirse más molesta con aquello, esa mujer era como un grano en el trasero.
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El transcurso de los días fue estresantemente lento para la mayoría de estudiantes que aborrecían con toda su alma los decretos que ahora se encontraban en la pared gracias a Dolores Umbridge que se había empeñado en prohibir todo lo que para ella parecía incorrecto, además de las interrupciones que todos debían soportar durante clases, aquello ya no era el Hogwarts que conocían, parecía un reformatorio.
—Vamos, Alessia. Parece que algo pasa —Neville le jaló abriéndose paso entre los alumnos que miraban hacia el centro del patio.
—Bruja —Alessia murmuró entre dientes al ver lo que pasaba, Umbridge frente a la profesora Trelawney quien lloraba y suplicaba porque no le corriera siendo que esta no tenía otro hogar que no fuese Hogwarts, la pelirroja por más que se había mordido la lengua no pudo evitar caminar ante la vista de todos hasta acercarse a la profesora importándole poco darle la espalda a Dolores—. Todo estará bien, profesora —le sonrió un poco mientras le consolaba tomando su mano, si bien nunca tuvo una conversación con la profesora fuera de clase no soportaba ver lo injusta que Umbridge era con ella, McGonagall no tardó en llegar y abrazó a la profesora quien soltó la mano de su alumna para aferrarse completamente a su amiga.
—¿Algo que quieran decir, queridas? —habló como si fuese completamente inocente, sonriendo falsamente tanto a Alessia como a Minerva quienes no podían desear más quitarle aquella sonrisa con un hechizo o quizá más al estilo muggle, con un buen golpe.
—Hay demasiadas cosas que me gustaría decirle en este momento —McGonagall murmuró colérica por lo que pasaba, Alessia por su parte mordió el interior de su mejilla conteniéndose y tragándose todo lo que quisiera decir en contra de la mujer, la atención de todos se vio desviada a la entrada del castillo por la que Dumbledore hizo acto de presencia.
—Profesora McGonagall, ¿puedo pedirle que escolte a Sybill devuelta al castillo?
—Por supuesto —guio a la profesora Trelawney, aunque esta se detuvo en cuanto pasaron junto a Alessia
—Gracias, muchas gracias pequeña —tomó las manos de la chica y les apretó sin dejar de llorar, Alessia sonrió ligeramente para intentar tranquilizar a la mujer para que después esta le soltara y se dejase guiar por McGonagall hacia el interior del castillo.
—Dumbledore según los estatutos...
—Tiene derecho a despedir a los maestros, pero no puede desterrarlos de aquí, ese derecho sigue siendo del director —le interrumpió con voz tranquila e imponen cosa que llenó de gracia a la mayoría de alumnos ahí presentes
—Por ahora —murmuró entre dientes sin despegar su vista de él completamente colérica por tal humillación hacia su persona.
—Ahora vayan a sus salones —esta vez sí levantó la voz para que las actividades fueran retomadas y aquella situación quedase en el olvido pronto, Alessia quiso regresar junto a Neville, pero antes de que pudiese dar un paso Dolores Umbridge se colocó frente a ella.
—Weasley, castigada —la mencionada solo soltó un suspiro, sabía que sus acciones tendrían consecuencias, aun cuando no hizo nada malo, Dolores jamás pasaría por alto una falta como aquella.
—Como diga, profesora —la mujer giró sonriente y comenzó su andar con la chica siguiéndole, con una mirada por parte de la chica Neville entendió que le vería después, aunque le preocupaba su amiga, era bien sabido que el que un alumno estuviese con la de rosa significaba castigo.
Alessia siguió en silencio a mujer que parecía un sapo rosa gracias a su hinchado rostro y vestimenta tan característica de un tono rosa chillante, mismo que lograrías ver desde la torre de astronomía. El camino fue tortuoso escuchando constantemente el irritante sonido que provocaban los tacones de la mujer contra el suelo del castillo, aunque aquello solo paró en cuanto estuvieron dentro de la oficina.
—Siéntese —le indicó con una sonrisa mientras ella misma tomaba asiento—. Escribirá para mi "No debo meterme en lo que no me incumbe", tantas veces sean necesarias —le tendió un pergamino y una pluma, Alessia solo les tomó y se sentó, entre más rápido realizará aquello más rápido podía irse.
Logró escribir "No debo meterme..." aguantando el ardor que esto generaba en su brazo, más no se quejó y siguió escribiendo, logró escribir las oraciones suficientes para que Umbridge se sintiese satisfecha, el ardor y el dolor en su brazo era tal que deseaba llorar, pero se mantuvo firme ante la mujer mientras le entregaba el pergamino.
—¿Ya aprendió la lección? —Alessia se limitó a asentir mientras tomaba su mochila con su brazo izquierdo, solo deseaba salir de aquella horrorosa oficina llena de cuadros de gatos—. Espero no verle de nuevo por aquí, señorita Weasley —la sonrisa llena de satisfacción de la mujer no pasó desapercibida por la chica por lo que salió de la oficina lo más rápido que pudo y bajó las escaleras con rapidez sin ver a nadie siendo que el dolor causado le había hecho soltar unas cuantas lágrimas, mismas que limpió y tardó unos minutos hasta llegar a las escaleras que daban al cuadro de la dama gorda en la que se paró y se recargó en la baranda de las escaleras.
Subió con cuidado la manga de su suéter quejándose al sentir la tela despegarse del brazo a causa de la sangre ya seca que las marcas habían provocado, en su antebrazo se podía ver y leer la frase que Umbridge le había hecho escribir, bien marcada y estaba segura de que esta le dolería un par de días aun utilizando el bálsamo que había hecho con Neville.
—Maldición —soltó un largo suspiro y bajó la manga del suéter con cuidado, limpió cualquier rastro que pudiera dar indicios de que había llorado, se separó del barandal y caminó hacia el recuadro de la dama gorda para ingresar por este.
Editado
Pelirroja W
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