Trentasette


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El nerviosismo que sentía Alessia le sobrepasaba de tal manera que sus manos se movían entre sí aquel mal hábito que parecía no querer ceder nunca, a pesar de que hacía frío por la época del año la chimenea detrás suyo comenzaba a darle calor que se combinaba con sus nervios, pero no eran de menos sus nervios siendo que desde mediados de las vacaciones había evitado cualquier contacto, pero ahí estaba, frente al trío de oro.

—Yo... —llamó la atención de los tres que no pudieron evitar mostrar sorpresa por la repentina aparición de la chica, Alessia se sintió aún más cohibida por los que miró el suelo y estiró el pequeño frasco que había realizado junto a Neville—, úntalo en tu mano, cicatrizará rápido y no se notará lo que dice —Harry no dudó en recibir el frasco, más en cuanto esté estuvo en sus manos Alessia giró lista para irse, solo deseaba huir de ahí.

—Gracias —la voz de Harry le hizo mirarlo de reojo, pero esto no evitó que se fuera para llegar a la mesa que compartía con Neville misma en la que ambos se encontraban estudiando, más la pelirroja que el chico siendo que esta seguía esforzándose por tener el mismo nivel de sus compañeros en cuestión de conocimientos.

—Eso fue incómodo —admitió la chica dejándose caer en la silla frente a Neville—. Gracias por ayudarme con el ungüento, Neville —el chico sonrió.

—Creo que todos notaron esa incomodidad y no fue nada, aunque me sorprende que supieras sobre que Harry se lastimaría —se encogió de hombros y Alessia que carraspeó un poco pensando en alguna mentirilla piadosa, pero al ver que Neville no dijo nada más sobre el tema y que su atención completa estaba en un libro, mismo que el chico no había soltado, cualquiera que entrase a la sala común notaría que los alumnos de cursos mayores se encontraban con las narices entre libros a causa de los TIMO's.

—¿Podrías dejar de evitarme?

El silencio que había a su alrededor fue roto por la menor de los Weasley que se había parado junto a su hermana, Alessia le miró sorprendida tanto por su presencia como por su pregunta.

—Ginny.

—No te vayas, por favor no me evites —habló con rapidez en cuanto noto que Alessia tenía la intención de tomar sus cosas, su voz se quebró ligeramente, la chica había crecido considerablemente en altura, pero la mayoría olvidaba que esta seguía siendo una niña, misma que extrañaba a su hermana—, por fin conseguí la hermana que siempre quise y no pienso dejarla ir. No quiero perderte —no aguantó más y las lágrimas rodaron por sus mejillas, mismas que intentó quitar con sus manos, pero estas seguían saliendo de sus ojos y el hipo tampoco se hizo esperar, Alessia no pudo seguir con la postura firme de no hablar, no cuando veía a su hermana llorando de aquella manera

—No puedo, Ginny —mordió su labio al sentir que este temblaba— No quiero lastimarlos, no puedo estar cerca suyo —se colocó de pie, se repitió constantemente en su cabeza que aquello era para protegerlos, que era lo mejor para todos.

—No te alejes por favor —se abalanzó contra la mayor abrazándole sin dejar de llorar, deseando que esta no la alejara para irse de nuevo—, yo te apoyaré en todo, juro alejarme cuando tú me digas, no hablaré si es necesario, pero no me alejes. No quiero perder a mi hermana, ya me has alejado suficiente tiempo, no me importa en lo más mínimo lo que pasó, sé que no fue tu culpa y que Percy en verdad se merecía un escarmiento —Alessia sollozó sorprendida ante sus palabras y no pudo evitarlo más, no le importo hacer una escena, no le importó llorar como una bebé en el hombro de su hermana menor, solo le importaba en esos momentos abrazar a su pequeña hermana y consolarle, aunque ella también estuviera consolándola, al final fue un abrazo lleno de lágrimas entre las dos pelirrojas.

—Gracias —murmuró a duras penas Alessia, aunque no estaba segura de que Ginny le hubiese escuchado, Alessia le agradecía por quererle, por no temerle y por estar junto a ella en esos momentos.


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La humedad característica del bosque se combinó aquel día con el clima frío, además de que el olor a pino y a tierra mojada prevalecía con cada paso que la pelirroja daba, misma que se aferraba a su suéter mientras caminaba solo queriendo encontrarse con cierta chica perteneciente a Ravenclaw.

—Hola, Luna —saludó la pelirroja en cuanto logró ver el cabello rubio hasta la cintura de Luna, misma que murmuraba a su alrededor con absorta a lo que sucedía a su alrededor, algo que le gustaba de la chica eran aquellos ojos platinados que parecían magnificarse con cada cosa que se le cruzaba, aunque este era tomado como una de las características que otros alumnos tomaban para decir que esta desprendía un aura de loca, misma ahora que dio pie a un sin fin de apodo hacia la Ravenclaw.

—Hola, Alessia —apenas le miró con una suave sonrisa para seguir su andar y la pelirroja no se quedó atrás y le siguió de cerca.

—¿Irás con los Thestral's? —aun cuando sabía la respuesta no le importo preguntar para al menos entablar una pequeña conversación, aunque Luna se había limitado a asentir, Alessia sintió sus pulmones llenarse de aire fresco al mismo tiempo que sentía la agradable brisa abrazar su cuerpo, en definitiva, el bosque era de sus lugares favoritos.

—Hola, Harry Potter —Alessia salió de su pequeño trance con el bosque y giró al notar que había avanzado de más y que Luna se encontraba un poco más atrás y por sus palabras ahora sabía que Harry también.

—Tus pies. ¿No tienes frío?

—Un poco, todos mis zapatos han desaparecido misteriosamente —Alessia le tendió un par de calcetines que traía en su pequeño bolso, esta hubiese querido prestarle algún par de zapatos, pero no tenían la misma talla—. Sospecho que los Nargles tuvieron algo que ver —la pelirroja sonrió un poco al ver que Luna en verdad creía que los Nargles tenían la culpa, aunque en verdad deseaba creer aquello no podía evitar pensar que los compañeros de la chica eran quienes escondían sus cosas—. Gracias —la chica agradeció antes de sentarse sin cuidado alguno en la tierra para colocarse los calcetines.

—No hay de que —Alessia prefirió dejar a Luna y a Harry para que estos hablaran, no deseaba interferir en aquella conversación que haría al de anteojos ver las cosas desde otra perspectiva por lo que se sentó en la tierra con la espalda recargada en uno de los árboles admirando a una distancia prudente a los Thestral, criaturas majestuosas a su parecer, poco valoradas por las personas siendo que pocos lograban verlos y aquellos que les veían tenían recuerdos amargos porque solo lograban verlos aquellos que tuvieron una experiencia cercana con la muerte.

—Si yo fuera quien tú sabes, querría que se sintieran aislados de los otros, porque logrando que se sientan solos no son una gran amenaza —aquellas palabras no sólo iban dirigidas para el niño que vivió, sino que también iban para cierta pelirroja cerca de ellos, Luna podría ser muy observadora cuando se lo proponía y también tenía una inteligencia digna de una Ravenclaw.





Editado

Pelirroja W

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