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Dos semanas habían pasado desde que todos los estudiantes habían regresado con sus familias al ser vacaciones, un nuevo año escolar les esperaría pronto, Alessia había podido por fin estar con sus dos padres, recibir el cariño que por años los Weasley se habían contenido de darle al estar alejados, aunque ahora se encontrasen en Grimmauld Place como invitados de Sirius Black claro está.

—Entonces, ¿Ya te has recuperado por completo, Alessia? —la mencionada alejó la vista de su plato para mirar al hombre sentado en la cabeza de la mesa, de cabello salvaje y oscuro, los ojos más grises que hubiese visto hasta el momento y estaba segura de que este había sido muy apuesto en sus años de juventud, ya que a pesar de los años en Azkaban este seguía teniendo los rasgos de un Black, a fin de cuentas, el hombre solo tenía treinta y seis años.

—Sí, no he tenido ningún dolor en el pecho y tampoco convulsiones, debo suponer que eso es un progreso —hacía unos días que habían sido visitados por Remus Lupin quien con algunas investigaciones llegaron a la conclusión de que aquellos malestares podían deberse a que tomaran parte de sus poderes para regresar a Voldemort a la vida, además de que Alessia les había comentado que estaba casi segura que la maldición asesina si le había dado, pero que esta parecía haber rebotado o algo por el estilo, Molly casi se desmaya al enterarse de esto—. Permiso, no me siento muy bien —se levantó de la mesa con su plato a medio comer.

—¿Te encuentras bien? —Molly casi había saltado cual resorte de la silla para acercarse a su hija y verificar que esta no tuviera fiebre u algo parecido.

—Solo estoy cansada, mamá. No te preocupes —tomó la mano de su madre apretando esta mientras la alejaba de su rostro, cada que veía a Molly preocuparse por ella su pecho se llenaba de cariño, hacia tanto que no se preocupaban por ella que había olvidado como era—. Permiso —miró a los presentes antes de salir de ahí para ir a la habitación que Sirius le había asignado a ella y a Ginny, aunque tuvo cuidado de no hacer ruido al pasar por el cuadro de Walburga Black quien se empeñaba en gritarles cada que les escuchaba—. Ahora solo debo buscar la forma en la que iré —murmuró para sí misma mientras entraba a la habitación y lista para cerrar esta con llave.

—Sería más fácil ir en auto —Alessia saltó del susto y tuvo que morderse la lengua para evitar gritar, en la cama de ella y Ginny se encontraban sus hermanos, los gemelos, Ron y la pequeña Ginny habían esperado alguna excusa por parte de su hermana para desaparecer e ir donde Harry.

—¿Qué hacen aquí?

—Eres una Weasley, a fin de cuentas, romperás las reglas para salvar a la damisela en apuros, mejor conocido como Harry Potter —habló George haciendo el gesto de desmayarse cayendo sobre el colchón de la que era la cama de la pelirroja.

—Por lo que vinimos a ayudarte a salir, somos expertos en no ser atrapados —Fred siguió hablando con una sonrisa divertida.

—¿Cuál es el plan? —sonrió divertida recargándose en la puerta, en verdad sus hermanos eran los mejores.

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Alessia corrió al por fin llegar a la calle en la que se encontraba la casa de los tíos de Harry, el plan de los jóvenes pelirrojos había funcionado, Fred y George utilizaron una de sus pastillas vomitivas en lo que ellos denominaron como "el sacrificio", o mejor dicho Ron quien muy a su pesar terminó vomitando en las escaleras llamando la atención de todos los adultos presentes y claro que Ginny se encargó de hacer el alboroto aún más grande "accidentalmente" haciendo que el mismo Ron cayera en el vómito, aquello había sido improvisado pero fue el punto clave para que Alessia lograra salir por la puerta delantera como si nada, había tenido que pedir indicaciones para poder llegar a Privet Drive, pero ahí estaba, por fin.

—Número cuatro —murmuró para sí mirando todas las casas hasta poder dar con la de los Dursley, por fin vio el número cuatro fuera de la casa y trotó hasta esta, consideró varios minutos de si debía tocar la puerta delantera como si nada y al final eso fue lo que hizo—. Que no abra Petunia, que no abra Petunia —rogaba mientras esperaba a que alguien contestara a su llamado, Petunia Dursley de soltera Evans era a quien menos deseaba encontrarse, no deseaba que esta le cerrara la puerta en la cara—. Prefiero a Petunia —se lamentó en voz baja en cuanto la puerta fue abierta dejando ver al primogénito y único hijo de los Dursley—. Perdona, ¿Se encuentra, Harry?

—¿Segura que buscas al cuatro ojos, preciosa? —miró de pies a cabeza a la chica y esta mordió su labio en busca de calmarse para no golpear al chico ahí mismo por tal mirada—. Él es raro.

—Créeme, Dudley. Ella lo sabe —Harry apareció detrás del chico y Alessia no podía estar más feliz de verle, el azabache logró pasar a un lado de Dudley para quedar frente a la chica, Dudley se fue gruñendo cosas como que de aquella no se salvaría Harry como castigo, aunque poco le importó al de anteojos que se adelantó para abrazar a su amiga—. ¿Qué haces aquí? ¿Ocurrió algo malo? —la chica negó regresándole el abrazo, su nariz a duras penas llegaba al hombro del chico y gracias a ello lograba oler la colonia de este.

—Todo está bien, solo he venido a verte —sonrió separándose de este para mirarle a los ojos, Harry tenía el cabello más corto a comparación del largo que tenía antes de salir de vacaciones, además de que parecía que este había crecido considerablemente, aunque nada comparado con la estatura de los Weasley—. Creciste, Potter —esto logró sacarle una carcajada al chico, si bien había notado su cambio de altura ahora que se encontraba frente a la chica veía claramente que si había crecido más que solo un par de centímetros.

—Tú te has encogido, Weasley —contraataco esta vez causando la risa de la chica—. ¿Y los demás? —reparó en que solo estaba la chica ahí.

—No pudieron venir —contó a medias, uno al lado del otro caminaron hasta estar algo alejados de la casa y se sentaron en la orilla de la banqueta.

—Lo supuse, no me han enviado cartas, eres la única que ha venido a verme siquiera —murmuró sin mucho ánimo mirando el árbol de una de las casas.

—No te molestes, Harry. El motivo no puedo decirlo, pero debo asegurarte que el no comunicarnos contigo no es porque estemos a favor de esto,

—¿Sabes algo de Cedric? —el chico cambió de tema tras mantenerse algunos minutos en silencio, Alessia soltó un suspiro antes de contestar, aceptaría ya no hablar del tema anterior.

—Sí, nos hemos estado enviado algunas cartas, me ha dicho que está pasando las vacaciones con su familia y algunos amigos de sus padres —recordó las cartas del castaño mismas que se había dedicado a contestar. Alessia sintió un vacío en el estómago, mismo que había estado sintiendo ya hacía varios días, además de que había veces que a pesar de estar rodeada se sentía inexplicablemente sola.

—Tu sonrisa cambió —aquello hizo a la chica salir de sus pensamientos, Harry la miraba atentamente quizá como nunca antes alguien le hubiera visto cosa que le hizo sonrojar, más intentó ocultarlo levantándose de la banqueta y sacudiendo su ropa para quitar los rastros de tierra que el suelo pudiera haber dejado.

—Mi estado de ánimo ha estado muy raro últimamente, demasiado cambiante, pero puedo con ello —se giró hacia el estirando su mano para ayudarle a levantarse y Harry aceptó su ayuda—. Quisiera quedarme más tiempo, pero temo que mi tiempo se ha terminado, vine sin permiso y posiblemente me castiguen hasta que cumpla cincuenta —Nos veremos pronto, Potter —abrazó al chico y Harry la abrazó de vuelta, este supuso que no le vería de nuevo hasta entrar a clases por lo que se tomó el tiempo suficiente abrazándola, apreciaba que fuera ella quien le hubiese ido a visitar y no deseaba volver a quedarse con la incógnita de lo que ocurría en el mundo mágico gracias a sus tíos y que no les permitieran a sus amigos comunicarse con él, pero debía confiar en que por algo hacían las cosas—. Adiós —se separaron y la chica caminó por donde había llegado, lista para regresar a Grimmauld Place y también lista para el castigo que seguramente tendría.

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Pelirroja W