Quarantotto
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El profeta sacó tantos ejemplares como le fue posible, con noticias sobre lo ocurrido en el Ministerio, el regreso de Lord Voldemort y como el ministro les había mantenido ciegos ante el peligro latente.
Aposar de lo ocurrido los adolescentes debían regresar a Hogwarts, aunque solo fuese por unos días, aunque no todos regresaron, Alessia Weasley se había mantenido en la inconsciencia tras el fuerte golpe que había recibido, su estancia en San Mungo parecía alargarse cosa que solo tenía a la familia de pelirrojos con los nervios en punta. La orden del fénix había realizado una pequeña y privada ceremonia a modo de despedida de Sirius Black, misma en la que se planteó en la posibilidad de que este hubiese vivido de no haber caído en el manto del arco.
Harry por su parte se sentía aún más listo para darle la cara al señor tenebroso, si bien el sentimiento de soledad aún se albergaba en su pecho, pero la compañía de sus amigos y hacían olvidar este.
—He pensado en algo que me dijo Dumbledore —caminaba junto a sus amigos, el incompleto cuarteto de oro con el trio de plata tras ellos escuchando todo.
—¿Qué cosa?
—Que, aunque nos espera una batalla, tenemos algo que Voldemort no tiene... —Ron miró al azabache expectante, Harry aún lograba notar el moretón en el ojo del pelirrojo a causa de un mortífago.
—¿Qué?
—Algo por lo que luchar —sonrieron ante sus palabras para seguir su camino hasta el tren, los dos Weasley presentes no podían estar más ansiosos por llegar con su familia, en cuanto arribaran a King's Cross irían a San Mungo para ver a su hermana.
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Dos tortuosas semanas habían transcurrido tras el comienzo de las vacaciones, cada día pasaba con lentitud para la familia Weasley, cada día sin falta los hijos de la pareja acudían al hospital San Mungo con la esperanza de escuchar buenas noticias por parte de sus padres, pero una sola mirada de Molly les respondía que no había cambio alguno. Alessia seguía en coma, había recibido visitas de su familia y amigos cada día, estos le platicaban de distintas cosas esperando que esto estimulara a la chica a despertar, pero hasta el momento no había ocurrido.
Arthur y Molly habían hablado ante el peso tan grande que su pequeña cargaba en sus hombros, tras que la orden se enterase de que la chica conocía lo que les deparaba no habían podido evitar pensar que esta se encontraba en un peligro constante y las veces que había salido lastimada solo confirmaban sus pensamientos, la pareja no podía evitar pensar que quizá esta hubiese estado mejor sin conocer el mundo mágico, sin conocerlos.
—Tienes que despertar —Ron murmuró entre dientes sin soltar la mano de su melliza, llevaba sentado casi dos horas platicando con la pelirroja—. Todos te extrañamos, papá y mamá no han descansado desde lo ocurrido en el Ministerio. No puedes simplemente dejarnos así —mordió su labio intentando contener sus emociones, se levantó y besó la frente de su hermana a modo de despedida, debía irse ya que Remus estaba fuera de la habitación con tal de revelarle, en ningún momento habían dejado sola a la chica, aun cuando tuvieron una pequeña discusión con doctores y enfermeras, quienes no tuvieron más remedio que aceptar al ver la cantidad de gente que estaba al tanto de la recuperación de la chica.
—¿Ron? —una voz raposa y que a duras penas se logró escuchar hizo que el pelirrojo girara con rapidez para ver hacia la camilla, Alessia parpadeaba varias veces con tal de acoplarse a la luz y miraba hacia su mellizo, aunque no estuviese segura de sí estaba en lo correcto, ya que solo se dejó guiar por la voz que le hablaba entre sueños.
—Por Merlín. ¡Remus ha despertado, busca a la doctora! —gritó antes de acercarse a tropezones hasta su hermana, quien se quejó ante el tono tan alto que Ron había utilizado—. Lo siento —sonreía con los ojos cristalinos ante la emoción de ver a Alessia despierta.
—¿Qué pasó? ¿Dónde estoy? —intentó enderezarse, pero el mareo que este le provocó solo le hizo caer nuevamente acostada, se encontraba algo desorientada, por las maquinas que tenía a su lado supuso que se encontraba en un hospital.
—Nos tenías tan preocupados. Estamos en San Mungo —Ron se limitó a contestar la segunda pregunta de Alessia, no sabía que tan bueno era llenarle de información tras a penas despertar de un coma.
—¿Qué pasó? ¿Dónde están los demás? —Ron se mantuvo en silencio—. ¿Ron? ¿Cómo está Sirius? —sus recuerdos eran borrosos, pero en uno de ellos deslumbraba a Sirius mirándole tras el golpe que había recibido tras que la maldición asesina le golpease de lleno, ¿Acaso aquello había sido un retorcido intento de su mente de confirmarle que había logrado salvar al hombre? No, se negaba a creerlo.
—Alessia debemos esperar a que te evalúen, acabas de despertar, no puedes alterarte, los días que llevas aquí han sido decisivos —las palabras de ron le dieron como agua fría. ¿Días? ¿Llevaba días inconsciente?
—¿Días? Ron, ¿cuánto tiempo llevo aquí?
—Llevas casi un mes así —la pelirroja se sumió en sus pensamientos, llevaba tanto tiempo que desconocía lo que había pasado, ¿porque siempre terminaba de aquella manera? ¿sería acaso algún tipo de Karma por intentar cambiar la historia?
Ron observó a su melliza en silencio, esperando a que esta digiriera la noticia que acababa de darle y aún quedaba la peor, la muerte de Sirius. Remus Lupin entro en silencio a la habitación, suspiró aliviado al ver a la chica despierta y en un murmullo le informó a Ron que la doctora llegaría en unos minutos.
—¿Dónde está Sirius? —volvió a preguntar, pero esta vez miraba a Remus, necesitaba una respuesta, necesitaba quitarse de encima aquel sentimiento de desesperación que sentía.
—Lo siento mucho, Alessia —solo esa frase fue suficiente para destruir aquellas esperanzas que albergó la chica, sintió que el aire le faltaba, se sintió una idiota, había creído ser capaz de cambiar las cosas, pero tal parecía que solo se había encargado de ser un personaje más que seguía a puño y letra lo que la historia dictaba. La chica no supo en qué momento gruesas lágrimas rodaban por los costados de su rostro al estar recostada y tampoco supo en qué momento comenzó a tener un ataque de pánico que le provocó que diese bocadas con tal de buscar aire que sus pulmones no recibían, veía ir todo en cámara lenta, no lograba escuchar lo que Ron le decía con tanta desesperación ni lo que Remus gritaba desde la puerta.
Molly entró corriendo a la habitación con Arthur pisándole los talones, la mujer chilló al ver el estado de su hija, la preocupación opaco cualquier sentimiento de felicidad al verla por fin despierta, se acercó a la camilla apartando a Ron al ver que este no sabía qué debía hacer, Arthur tomó por los hombros a su hijo con tal de alejarle un poco, veía el dolor que le provocaba ver a su hermana en tal condición.
—Alessia, mírame —Molly le suplicó, pero la chica miraba de un lado a otro desesperada en busca de aire, era como si hubiese olvidado cómo se respiraba, como si hubiese olvidado aquella función tan vital para los humanos—. MÍRAME —la mujer alzó la voz y tomó el rostro de su hija para obligarle a hacer lo que le pedía, Alessia por fin le miró—. Quiero que te relajes, respira, inhala y exhala con lentitud. Recuerda el arroyo cerca de la casa, intenta enfocarte en este —la chica poco a poco hizo lo que su madre le pedía, tardó en lograrlo, pero una vez que sintió el aire llegar a sus pulmones inhaló con fuerza, aunque aquello solo duró unos segundos ya que sus sollozos llenaron la habitación.
—E-es mi culpa, mamá. No pude salvarlo, soy un estorbo, no puedo hacer nada bien. Las personas mueren y yo no puedo evitarlo —sollozó de tal manera que Molly sintió sus ojos aglomerarse de lágrimas, tanto Arthur como Remus miraron con pena a la menor, esta cargaba con tanto sobre sus hombros que por fin llego su punto de quiebre y Ron no soportaba ver la manera en la que su melliza se echaba la culpa.
—Mi pequeña bebé —Molly se sentó en la camilla con la espalda contra la pared con tal de consolar a su hija, Alessia se aferró a las ropas de su madre como un niño pequeño y sollozó con más fuerza.
—Soy un monstruo, Percy tenía razón. No he podido salvarle, mamá —se lamentó entre lágrimas y sollozos, Ron hirvió en enojo ante la mención de su hermano mayor, aquel idiota que había lastimado tanto a Alessia y que si por el fuese ya le hubiera roto hasta la nariz.
—Eso no es verdad mi pequeña, no eres ningún monstruo, eres lo mejor que nos has pasado a esta familia, tenerte con nosotros ha iluminado nuevamente nuestros días y si la vida no dejó que Sirius se quedase con nosotros ha sido por algo, no ha sido tu culpa y nunca lo será, Alessia —acarició el cabello de su hija repetidas veces y le susurraba cosas llenas de amor para tranquilizarle—. Llora, llora todo lo que necesites estaré aquí para velar por ti, no debes guardar nada de lo que sientes, ya no.
—Necesito que salgan, por favor —la doctora por fin había llegado, al ver la condición de la chica y que se negaba a separarse de su madre suspiró—. Usted puede quedarse señora Weasley, pero lo demás deben salir —los tres hombres asintieron y salieron en silencio cerrando la puerta tras de sí.
. . .
No sé ustedes, pero que me cargo a Percy por lastimar tanto a Alessia, duerme con un ojo abierto maldito, que iré por ti.
Espero que la historia les guste, no olviden comentar y votar. Siempre son de apoyo
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Editado
Pelirroja W
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