Quarantanove


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El mundo mágico estaba en problemas, tras el anuncio del regreso del señor tenebroso todo había ido de mal en peor, los ataques de los mortifagos se intensificaron hasta el punto en el que estos ponían en peligro el secreto del mundo mágico ante los muggles, el Millenium Bridge había caído a causa de estos y causando que varios muggles murieran o salieran lastimado, algo que ni el Ministerio pudo controlar.

Alessia había tenido una recuperación bastante buena, tras llorar como un bebé en brazos de su madre tuvo una plática con sus padres, en la que estos le hicieron ver que ella hacia lo que estaba en sus manos -cosa que agradecían todos- pero que ponerse en peligro no debía ser una opción para cambiar el curso de las cosas, que su hermano Percy no tenía ni la remota idea de lo que hablaba y que sobre todo debía pensar en su felicidad.

Ahora que se encontraba en la madriguera y a tan solo unos días de regresar a clases no podía evitar pensar en cierto azabache que no había visto desde que había despertado, Harry Potter se había instalado en sus pensamientos tras que ambos hablaran sobre la muerte de Sirius, ambos sentían que se habían hecho aún más cercanos, aunque tuvieran que evitar enviarse cartas por seguridad de ambos.

—¿Cómo van los mareos? —Hermione se atrevió a preguntar en cuanto vio a su amiga de pie tomando un libro de su estantería, compartía cuarto con Ginny y con la llegada de Hermione debía hacer más espacio, aunque a ninguna le incomodaba la castaña siempre era bienvenida a su hogar y a quedarse con ellos.

—Bien. Solo son pequeños mareos que me hacen parar unos segundos, pero tan pronto como llegan se van, han disminuido, pero Ron y mamá se las han apañado para cuidarme y vigilarme casi todo el tiempo, temen que me caiga —soltó un suspiro para dejarse caer en su cama dramatizando aún más provocando la risa de Herm quien estaba lavando sus dientes.

—¡Mamá! —el llamado de Ginny escaleras abajo les hizo mirarse, la pelirroja se levantó de golpe al recordar que esa noche Harry llegaría a la madriguera, una sonrisa que demostraba su emoción se plasmó en sus labios, salió de la habitación con Hermione siguiéndole.

—Ginny, ¿qué ocurre? —escucharon la voz de Molly al salir.

—Quería saber a qué hora llegó Harry —Alessia sonrió y con cuidado de no ser vista bajó las escaleras, le hizo señas a Herm de que no dijera nada, si se daban cuenta posiblemente Ron le regresaría a la cama.

—¿Harry? ¿Qué Harry?

—Harry Potter, claro.

—Creo que sabría si Harry Potter estuviera en mi casa —bajó unas cuantas escaleras, Alessia estaba por llegar al mismo nivel en el que se encontraba su mamá por lo que hizo el menor ruido posible.

—Su baúl está en la cocina y su lechuza.

—No, cielo. De verdad lo dudo —negó suavemente sin dejar de asomarse mirando a Ginny, en ese momento Hedwig chillo demostrando que la menor de los Weasley estaba en lo cierto.

—¿Harry? ¿Quién dijo Harry? —Ron se asomó tras escuchar el alboroto y el nombre de su mejor amigo.

—Yo entrometido. ¿Él está contigo? —Ron negó y vislumbro otro cabello pelirrojo cerca de su madre y aquello fue la señal de Alessia de bajar con rapidez las escaleras pasando a un lado de Molly quien saltó del susto.

—¡Alessia Weasley! —la nombrada rio ante el regaño de su madre, pero no dejó de bajar las escaleras.

—¡Alessia no debería bajar escaleras! —esta vez fue Ron quien le reto, el chico empezó a bajar las escaleras con tal de hacer que su melliza regresase a su habitación.

Alessia llegó por fin a la plata baja, paso de su hermana y buscó al causante de tal revuelo, la puerta de la Madriguera fue abierta y por ella entró el ojiverde.

—¡Harry! —corrió feliz en su encuentro y le abrazó con fuerza provocando que el chico trastabillara ante el impacto, pero logró mantenerlos de pie, este le regresó el abrazo con una sonrisa y escucharon a los demás bajar las escaleras—. Te extrañamos —murmuró sin separarse de él.

—Los extrañé también y mucho —ambos se separaron y se miraron a los ojos sin dejar de sonreír, aquellas palabras habían sido casi como si se dijesen mutuamente que se extrañaban, aunque eran demasiado cabezas dura para decirlo como realmente querían.

—Vamos Alessia no le acapares —Ron bromeó provocando por fin que tanto Alessia como Harry se alejara, Alessia se alejó lo suficiente para calmar su sonrojo sin ser vista, por un momento había olvidado que aquello que sentía por Harry no podía ser, no podía simplemente meterse entre los sentimientos de su hermana, ella jamás estaría con el azabache y en parte le dolía.

—¿Por qué no nos avisaste que vendrías? —Molly abrazó emocionada al que consideraba como un hijo más.

—No lo sabía. Dumbledore —mencionó al mayor con gracia.

—Oh ese hombre, pero ¿qué haríamos sin él? —soltó un par de risas junto a Harry.

—T-tienes un poco de pasta de dientes —la sutileza de Ron salió a relucir, aquello provocó la risa de todos, aunque Alessia sonreía ante las atenciones que poco a poco su mellizo tenía con la castaña.

—Vayan. Harry acomoda tus cosas con Ron, ya es tarde y debes estar cansado —el cuarteto de oro subió las escaleras ayudando al azabache con sus cosas, aunque realmente no estaba tan cansado, deseaba hablar con sus amigos hasta caer rendido.

—Nos alegra que Dumbledore tenga esta clase de ideas —Alessia rompió el silencio, Harry le miró sobre su hombro—. Todos estábamos preocupados por ti, por lo que ha pasado en el mundo muggle.

—Yo podría decir lo mismo, Ron no ha dejado de escribir sobre tus mareos, ¿está bien? —la chica miró con reproche a su mellizo, quien solo se encogió de hombros despreocupado y siguieron subiendo.

—Estoy bien, son solo un efecto secundario por haber estado en coma, pero según la doctora no tardaran en desaparecer —le restó importancia, para ella eran cosa de nada y mientras más le recordaran de ellos más parecían pasarle. Por fin llegaron a la habitación de Ron, colocaron las cosas en la cama y se sentaron en el suelo, platicaron de todo un poco por varios minutos, reían y bromeaban.

—¿Cómo van las cosas con Cho?

—Pues normal, supongo. No hablamos después de lo que pasó, me ha mandado cartas, pero no las he contestado —soltó un suspiro—. Sigo resentido —se encogió de hombros con tal de cambiar de tema.

—Vaya, creía que éramos los únicos en no recibir cartas, pero te nos has unido a Hermione y a mí —Alessia rodó los ojos al notar que no le había mencionado, sabía hacia dónde iba aquella platica.

—¿Y Alessia?

—Qué bueno que preguntas —Alessia le lanzó un zapato, pero Ron le esquivó y siguió hablando—. Pues tal parece que me ayudarás a ahuyentar a cierto chico que no ha dejado de mandar cartas para Alessia y no me refiero a Cedric.

—Basta, Ron. Nadie ahuyentará a nadie, solo han sido un par de cartas —si bien era cierto que aquel chico le había enviado cartas desde que habían salido de vacaciones aun cuando ella estuvo inconsciente cosa que le pareció muy tierna a la pelirroja, pero realmente hablaban como amigos, nada más.

—Harry, buscaremos a Wells en cuanto lleguemos a Hogwarts —sus celos de hermano salían a la luz nuevamente y Alessia no podía estar más avergonzada frente al azabache.

—Ni si quiera lo pienses, Ron. Soy capaz de entrar a las pruebas de Quidditch para humillarte —le reto y funcionó ya que el chico levantó sus manos a modo de paz provocando la risa de Harry y Hermione, los mellizos no tardaron en reír también, cuanto habían extrañado que el cuarteto de oro estuviese junto de nuevo.





Editado

Pelirroja W


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