Quarantadue
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El sentimiento amargo del recuerdo de Harry besándose con Cho no se alejaba de la pelirroja, ya habían pasado unas horas, al día siguiente la mayoría de los alumnos regresarían a celebrar la navidad, razón por la que Luna había ido temprano hacia su sala común y por la que Ginny había dejado solos a Neville y a Alessia, la menor de los Weasley había dejado hasta el final el guardar sus cosas.
—¿Estás mejor? —Neville miraba preocupado a la que catalogaba como una de sus mejores amigas, aunque no lo hubiese dicho en voz alta. Estaban sentados frente a la chimenea de la sala común, al parecer habían sido los únicos en guardar con tiempo sus cosas ya que eran los único ahí.
—No lo sé —se sinceró mientras estiraba las mangas de su suéter para cubrir la mitad de sus palmas en busca de calor—, les vi besarse, a Harry y a Cho. Sentí un sentimiento amargo, casi como un dolor en el pecho, creo que uno no debe de ser muy listo para saber de qué se trata.
—Te gusta Harry o al menos sientes algo más que amistad por el —Alessia asintió, pero ¿era correcto? Ella sabía con quién terminaba Harry y no podía simplemente ser egoísta y arruinar el futuro de su pequeña hermana—. ¿Piensas decírselo?
—No, es algo que no pasará. Neville, no puedo dejar que este sentimiento crezca, no cuando sé que no será correspondido —recostó su cabeza en el hombro del chico, aquel era el final feliz de Ginny, siempre estuvo enamorada de Harry y Harry se enamoraría de la gran persona que era la menor de los Weasley, tendrían una familia y ella estaría ahí para verle—. Solo debo reprimirlo y seguir adelante.
—No puedes simplemente desear que el sentimiento desaparezca, eso no pasará —murmuró con cuidado, no era un experto en aquel tema, pero decía lo que sabía, lo que creía correcto—. En el corazón no se manda, Alessia —soltó un suspiro, mismo que no sabía que había estado reteniendo.
—¿Te gusta alguien, Neville?
—No lo sé —contestó tan rápido que sorprendió a la chica—, solo espero que si en verdad me gusta, mis sentimientos puedan ser correspondidos —sonrió al sentir la mano de Alessia apretar la suya, agradecía tener una amiga como ella, si bien había creído tener sentimientos románticos por la chica, pero estos no eran más que un cariño fraternal hacia la pelirroja y Alessia solo esperaba que aquella persona a la que Neville quisiese pudiese quererle de la misma manera, ya que sería muy afortunada de tener al chico a su lado—. ¿Muy cursi? —la pelirroja negó con rapidez y se separó del chico solo para mirarle cosa que provocó la risa de Neville.
Las horas pasaron, entre pequeñas platicas y algunos silencios que resultaban cómodos, no habían notado la hora, al menos no hasta que escucharon torpes pisadas que bajaban con rapidez las escaleras que daban a las habitaciones de los chicos, por ella vieron bajar a Ron casi cargando a Harry quien sudaba y jadeaba de dolor.
—Demonios —se levantó de un salto para acercarse a su mellizo y al azabache, pasó el brazo de Harry por sus hombros con tal de ayudar a Ron, Neville quiso ayudarle, pero Alessia le pidió que fuera por sus hermanos por lo bajo, se sentía estúpida, había bajado la guardia y olvidado que su padre sería atacado esa noche, se reprendió una y otra vez, otra razón por la que no debía distraerse con cosas tontas como sus sentimientos.
—Debemos llevarle con McGonagall —Ron guio a su hermana, entre ambos ayudaban a Harry que parecía desorientado, Alessia solo deseaba que su padre estuviese bien.
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Los Weasley se habían instalado en Grimmauld Place por seguridad de Arthur, Sirius había ofrecido el lugar para pasar la víspera de Navidad, habían pasado un par de días, los alumnos por fin habían regresado a sus casas, los días que el mayor de los Weasley había pasado en el hospital habían sido eternos para sus hijos y esposa, el tenerle por fin con ellos les alegraba.
—Aquí está —Molly apareció empujando la silla de ruedas en la que se encontraba Arthur, la mujer no podía estar más feliz de tener al hombre que amaba aún con ella—. Papi está con nosotros —los presentes sonrieron y aplaudieron en forma de bienvenida, Arthur sonrió a pesar de lo adolorido que se encontraba y miró a cada uno de los presentes, aquella era su familia, sin importar que algunos no fueran de su sangre, les consideraba su familia y si fuera el caso, moriría por ellos—. Siéntense todos, siéntense —hicieron lo que la mujer pidió, Molly tomó emocionada los regalos que había hecho para todos, entregó estos entre risas y agradecimientos. Alessia le agradeció su madre con una sonrisa, abrió con cuidado la envoltura encontrándose con unos guantes tejidos de distintas tonalidades azules y en medio de estos una gran "A" alusivo a la inicial de su nombre, el sello que Molly colocaba en todo lo que hacía.
—Me encantan —no tardó en colocárselos emocionada, estos podían hacerse guantes sin la parte de los dedos o podían ser completos, bastante prácticos—Adoro el azul, muchas gracias —miró feliz a sus padres, Molly apretó el hombro de Arthur emocionada, era la primera Navidad que pasarían juntos, siendo que el año pasado no habían podido celebrar con la chica por lo que estaba pasando.
—Nos alegra que te gusten, Alessia —Molly sonrió feliz, le alegraba saber que aquello que hacía con amor y esfuerzo para cada uno de sus hijos fuese bien recibido. El ruido proveniente de la entrada al comedor, todos miraron en dirección de esta encontrándose con Harry y Sirius, Molly se apresuró a entregarle su regalo al de anteojos.
—Un brindis —Arthur llamó la atención de todos mientras levantaba su copa—, un brindis navideño por el señor Harry Potter, sin el cual yo no estaría aquí —todos levantaron sus copas para decir al mismo tiempo "Por Harry", tras eso la cena transcurrió entre anécdotas y bromas, sobre todo por parte de los gemelos.
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Las vacaciones llegaron a su fin tan rápido que a pesar de que los adolescentes deseaban regresar a Hogwarts les costaba separarse de su familia, sabiendo que al regresar también significaba seguir aguantando a Dolores Umbridge.
—Sabes, podrías dejar de molestarme —Ron habló mientras bajaba las escaleras junto a su melliza y junto a Hermione.
—Tú lo has dicho, podría, pero no lo haré. No puedo creer que no te gusten los suéteres que hace mamá, son tan calientitos y lindos —Alessia rio al ver que Hermione ahora le reprendía por no apreciar lo que su mamá hacía, la pelirroja se separó de ellos para ir a la habitación en la que los Black tenían su árbol genealógico, al entrar se encontró con Harry y Kreacher, este último le recriminaba al de anteojos por ser un traidor de sangre, aunque esto no duró demasiado por la llegada de Sirius.
—Es suficiente, Kreacher. Retírate.
—Por supuesto, amo. Kreacher solo vive para servir a la casa de los Black.
Alessia caminó adentrándose en la habitación, pasó sus dedos por la pared sintiendo los bordes de esta, su mirada repasó cada uno de los rostros y nombres de aquellos que pertenecían a la familia Black, aquella familia que había estado tan obsesionada con la pureza de la sangre.
Sirius entablaba una conversación con Harry, por lo que la chica simplemente se enfocó en sus pensamientos, no podía entender como había personas que creían tanto en algo que simplemente intentaban arraigar dichas ideas a sus hijos al costo que fuese, las marcas de quemaduras en algunos rostros de la familia demostraban que aquellos que no eran dignos para la familia Black simplemente les borraban e hicieron como si estos no existiesen.
—Chicos es hora de irnos —Hermione había interrumpido tanto la interacción de Sirius y Harry como los pensamientos de Alessia, la castaña se encontraba en el marco de la puerta, la pelirroja caminó hasta su amiga sin poder evitar como Sirius le aseguraba a Harry que en cuanto todo acabase ellos serían una familia, cosa que le hizo recordar la muerte del mayor.
—¿Alessia? —Sirius se acercaba a la pecosa al ver que esta había dejado de camina tras sus amigos, Alessia le miró sintiendo un nudo en la garganta, el hombre le había tratado tan bien y le había apoyado cuando esta se había alejado de todos, la chica no tardó en caminar hasta el de ojos grises y abrazarle—. ¿Está todo bien? —acarició el cabello de la menor, preocupado por esta.
—Si, todo está bien —soltó un ligero suspiro—. Solo te extrañaré —se separó de este con una ligera sonrisa.
—También te extrañaré, pelirroja —en esos momentos el mayor recordó a la que alguna vez fue su amiga, aunque en un inicio a la mujer no le caía bien el de ojos grises, James se había encargado de que surgiese una amistad—. La primera vez que te vi, pensé en un momento que estaba viendo a Lily. Aunque tu eres pecosa y de ojos azules y Lily ciertamente no tenía un filtro para decir las cosas —revolvió un poco el cabello de la chica evitando pensar en cosas del pasado—. Anda, se les hará tarde —Alessia vio al hombre recargarse en el marco de la puerta cruzado de brazos cuando dio un par de pasos.
—Sirius, solo debo pedirte una cosa. No salgas por nada del mundo —Sirius miró sin comprender a la menor ante tan extraña petición—. Solo no salgas —dio media vuelta y caminó hacia los demás, quienes ya estaban listos para irse.
—Alessia, quiero hablar contigo —Harry se acercó a ella lo que provocó que esta recordase el beso que hubo entre él y Cho, sabía que no tenía razones para estar celosa o siquiera dolida, pero no deseaba hablar con él, no en ese momento tras recordar aquello.
—Puede esperar, vamos —sonrió de lado pasando de largo solo para acercarse a sus hermanos.
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En cuanto el tren por fin se detuvo Alessia tomó la mano de Ginny solo para correr en busca de Neville y Luna, no les habían buscado porque tenían cosas de que hablar con Harry, Hermione y Ron sobre el regreso a las reuniones del E.D.
—Los hemos estado buscando —se saludaron con un pequeño abrazo, empezaron a caminar.
—Hola —Luna sonrió animada como siempre.
—¿Cómo estuvieron sus vacaciones? —estuvieron por entablar una conversación, hasta que Hermione y Ron se acercaron a estos, habían corrido para alcanzarles.
—Alessia. Hagrid volvió —la pelirroja sonrió feliz del regreso del hombre.
—Los veo luego —el trío de plata asintió, Alessia corrió detrás de Hermione y Ron, se mantuvo alejada cuando estos le informaron a Harry del regreso de Hagrid, este había estado con Cho, pero ni eso evito que el de anteojos corriese junto a sus amigos en dirección de la cabaña del guardabosques.
Tardaron algunos minutos en llegar a los alrededores de la cabaña, aligeraron el paso, sobre todo cuando Alessia les hizo una seña de que le siguieran, los cuatro adolescentes se asomaron por la ventana y ahí lograron ver dentro a Hagrid y a Umbridge quien cuestionaba al hombre sobre su ausencia en la escuela.
—Si yo fuera usted, no me acostumbraría a su puesto —la mujer le miró con superioridad y menospreciado con la mirada el lugar, Alessia tuvo que morder el interior de su mejilla para no utilizar su magia en contra de la mujer—. Es más, ni siquiera desempacaría —se dirigió a la puerta y salió por esta.
—Cuanto la odio —se sinceró la pelirroja en cuanto vio a la mujer lo suficientemente lejos de ahí, todos hicieron una mueca de desagrado ante el perfume de la mujer que seguía en la puerta—. ¡Hagrid! —abrazó al hombre en cuanto les abrió la puerta, se adentró al lugar con permiso de Hagrid quien saludaba a los demás.
—Siéntense, tengo que contarles un máximo secreto —tomó un trozo de carne cruda para colocarlo en la herida de su rostro. La pelirroja sonrió divertida ante lo poco que el hombre lograba mantener los secretos—. Dumblerore me envió para hablar con los gigantes —susurró mientras se inclinaba hacia los demás, no deseaba que nadie más lo supiese.
—¿¡Gigantes!? —Hermione no pudo evitar demostrar su impresión ante su tono de voz, aunque este le indicó que bajase la voz—. ¿Y los encontraste? —disminuyó su tono de voz.
—No son difíciles de encontrar, para ser honesto —suspiró un poco—. Son muy grandes. Traté de convencerlos para que se unieran a la causa, pero no fui el único que los quería reclutar —Hagrid recordó todo lo que tuvo que pasar solo para que los mortifagos llegasen y los gigantes técnicamente le hicieron huir antes de que algo malo pasase.
—Mortifagos —mencionaron al mismo tiempo los mellizos, algo que se había hecho cada vez más habitual gracias a su cercanía a los gemelos.
—Si. Trataron de convencerlos a unirse a quien ustedes saben.
—¿Lo hicieron? —Harry habló por primera vez llamando la atención de los demás.
—Les di el mensaje de Dumbledore. Supongo que algunos recordaran que fue su amigo, espero —dudó en sus palabras, sobre todo por cómo había tenido que huir junto a Madame Maxime para no salir lastimados, agradecía que esta hubiese salido a salvo y seguramente ya se encontraba en Beauxbatons.
—Hagrid. ¿Ellos te golpearon? —preguntó al ver que el mayor presionaba la carne ligeramente congelada en sus heridas.
—No exactamente —Fang ladró llamando la atención de Hagrid, el can miraba embelesado el trozo de carne entre los dedos del medio gigante—. Ya cómetelo, perro tonto —le lanzó la carne, misma que Fang aceptó gustoso. Hagrid se levantó de su asiento solo para mirar por la ventana al ver el cambio repentino de clima y que ahora comenzaba a llover—. Está cambiando el clima, como aquella vez —los adolescentes miraron por la ventana también—. Se acerca una tormenta, Harry. Debemos estar listos para cuando llegue.
Editado
Pelirroja W
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