Capítulo 7 | Parte 2.

Capítulo 7.

(Adrián)

Varias horas después...
Paris, Francia.

Aeropuerto de Paris Roissy-Charles-de-Gaulle.

No hice más que poner mis pies sobre el suelo en la pista de aterrizaje y ya todo el revuelo de mierda comenzaba a joderlo todo.

— Doctores, por la seguridad de ambos, necesitamos que se protejan con los protocolos necesarios. — Un agente de la OMS nos entrega a mi padre y a mi unas mascarillas desechables, mientras nos informaba en inglés todo lo que necesitábamos saber. — Aunque ahora mismo hay millones de vidas en peligro, ustedes son muy importantes, y lo menos que queremos es exponerlos a la infección.

—¿Sí? —comencé a colocarme la mascarilla y mi frustración me llevó al sarcasmo—. Eso lo hubieran pensado antes de traernos hasta aquí. ¿Por qué esta reunión no se pudo consolidar por videollamada? Siempre ha funcionado así, si es que el director de la Organización Mundial de la Salud no puede llegar a donde sea que estemos nosotros. Pero a diferencia de eso, mi padre y yo tenemos que enterarnos en pleno vuelo de que el virus ha llegado a Francia. ¿En qué están pensando?

—Lo sentimos mucho, doctor Wayne —el agente se disculpó con ambos, pero continuó dirigiéndose a mí—. La situación se ha complicado enormemente y el director de la Organización Mundial de la Salud quiere verlos lo más pronto posible. Su padre es el mejor epidemiólogo y especialista en enfermedades infecciosas con una investigación que puede ayudar a la humanidad y, por supuesto, usted está en su representación en cualquier caso de que él se ausente. La situación está siendo precaria como para perder la oportunidad que ustedes nos están ofreciendo para intentar erradicar el virus.

—Eso aún no es seguro —le dijo mi padre.

— Doctores, escúchen. — Otro agente de la OMS se interpone en nuestra conversación. — Sé que el tema es muy complicado y que es molestosa la manera tan repentina de venir aquí, pero no es el momento de hablar con detalles. Los llevaremos al hotel más cercano y mañana los recogeremos para llevarlos a la reunión. Intenten no perder los estribos, señores. El interés de todos los que estamos aquí es poder intentar salvar millones de vidas. Por favor, intenten calmarse. — Eleva sus manos, demostrando paz.

Mi padre y yo caminamos hacia un lujoso vehículo color negro que nos esperaba a varios metros de donde aterrizó el avión privado. Dos de los tantos agentes nos abrieron las puertas posteriores y procedimos a entrar.

— Esto es ridículo. — Dice mi padre en nuestro idioma. — Una tonta mascarilla de papel no impedirá que la persona se infecte. — Sé quita la mascarilla con molestia, y yo hago lo mismo. — Por esto mismo es que mucha gente se ha infectado y ha muerto, por el desconocimiento de este virus. — Lo miré con preocupación, porque ya no podía ocultarlo más. Las cosas estaban muy jodidas, y si no tomábamos ciertas medidas, este problema podía llegar al continente de América. — Hijo, creo que lo mejor será que aprovechemos esta reunión que se aproxima para informarles todo lo que hasta ahora sabemos.

— ¿Crees qué sea buena idea que expongas tu investigación? — Al preguntarle, posó su mano en mi hombro con calidez.

—Al menos tenemos que intentarlo, Adrián. Con esta situación que está sucediendo, lo único que puedo pensar es en ustedes; tú, tu madre, nuestra familia, nuestra gente, nuestros pacientes —me miró con tristeza—. Podemos aportar un poco de nuestros conocimientos actuales y compartirlos con la humanidad, hijo.

Asentí seriamente. Luego esquivé su mirada al observar por la ventanilla del vehículo que nos llevaba hacia el hotel. Miré a través de mis ojos verdes y recordé a mi madre biológica, en cómo se asomaba a escondidas en aquel horroroso hogar de niños sólo para verme desde la distancia. Era cierto que la vida no me había tratado muy bien al principio y que no fui bienvenido al mundo por mi progenitora, pero actualmente tenía razones más serias para aportar algo bueno de mí. Y, a pesar de que mi pasado torturaba mis emociones casi todo el tiempo, en el momento, lo único que se plasmaba en mi mente eran las cosas buenas que me habían sucedido:

El matrimonio de mis padres adoptivos, mi graduación de la universidad, cuando me gradué de medicina general y mis padres estuvieron presentes para celebrarlo, mis años como médico residente de cirugía general en la Escuela de Medicina de Harvard...

La vida no había sido tan mala después de todo, pero un pensamiento más fuerte invadía a todos los demás. No me atrevía a mencionarlo tan siquiera para mí mismo. No me atrevía ni siquiera a detenerme a pensar en lo que esa jovencita me hacía sentir en estos momentos.

Pero mi mente insistía...

🪶

—Siento que el tiempo se nos acaba —comenté sin más mientras la oscuridad del comedor en desuso nos invadía.

Alysha continuaba recomponiéndose de mi atrevido juego y yo autocontrolaba mi jodida desesperación por poseerla de verdad.

Aún yo no entendía mi jodida necesidad de tenerla, y sé que ella no entendía mis verdaderas palabras. Posiblemente no entendería que ahora mismo la gente está muriendo, y que estoy aquí con ella en Miami, porque la OMS vino a reunirse con mi padre y conmigo. Pero una felicidad que emanaba en mi sistema y que a la vez me tenía jodido por mis necesidades, me distraía la mente de una manera tan abrupta. Ella me hace olvidar hasta lo peor, y yo necesitaba de esa cura que ella tenía para mi.

—Andy, ¿por qué dices eso? —se acercó mucho más y me tensé—. Sé que esto no está del todo bien y que lo nuestro es un poco complicado, pero nuestro tiempo no acabará aquí. Trabajamos en el mismo hospital. Probablemente, en algún momento serás mi director. Quién sabe...

La observé con atención mientras seguía con la espalda apoyada sobre la pared. Mis manos también continuaban en los bolsillos de mi pantalón de traje negro, pero bajé la mirada y recobré mi compostura, dándole la espalda.

"No seas débil con esta chiquilla. Las cursilerías nunca funcionaron con ella y jamás te prestó la mejor atención cuando no eras nadie."

—Andy... —tocó mi hombro y me tensé aún más.

«¿Qué carajo me sucedía con esta mujer?».

Tragué saliva, porque sus encantos me tenían muy jodido.

—No he tenido suficiente tiempo contigo —suspiré con frustración—. Trato de recuperar lo que... —detuve mis palabras, porque realmente no podía recuperar el tiempo que perdí cuando para ella sólo existió Jesse—. El tiempo se acaba.

—Andy, no hables así. Por Dios, nos conocemos desde siempre. ¿Qué te hace pensar que después de tantos años y de todo lo que ha sucedido entre nosotros en este tiempo, se acabarán las oportunidades?

—Ese es el punto, "en este tiempo" —repetí sus palabras—. Se supone que esto no me pasara a mí, a nosotros.

—¿De qué estás hablando?

"Si supieras las mierdas de Jesse, de mis trastornos, de mis otras mierdas del pasado, de la enfermedad que aparentemente quiere acabar con millones de vidas. Pero tú deseas al hombre incorrecto, a mí, al que más problemas tiene, pero me haces llevarte a lo oscuro y complejo. No me das más opciones que no sean desearte."

Me giré y la miré a esos ojos tan inocentes y encantadores.

—Te necesito, Aly. Te necesito más de lo que no te puedes imaginar. Aprovecharé las oportunidades que estén a mi alcance para tenerte y cuidarte. Aun si terminas odiándome...

Sabía con certeza que le gustaba y que mis palabras la llenaban por la manera tan sincera de observarme. Ella se acercó completamente a mí y acarició mi mejilla a través de la oscuridad que nos inundaba en el comedor. Mi mirada le causaba tensión y eso me agradaba demasiado, tanto que quería hacerla mía y sólo mía.

—Yo también te necesito, Andy. No sabes cuánto —confesó.

🪶

Por alguna extraña razón, al pensar en ella y en los acontecimientos que teníamos en común, me hacían creer en que algo de todo esto valía la pena, pero aún no sabía con exactitud qué era. Me removí un poco sobre el asiento del vehículo y respiré más pausado, analizando ese encuentro.

Cuando le dije a Aly que el tiempo se nos acababa me refería a esta situación de mierda. Si el mundo estuviera en peligro ahora mismo como estamos creyendo que sucederá, yo no había meditado hasta este momento en que aún no he tenido suficiente de ella. Necesito tenerla, aún así sea prohibido, aún si el mundo estaba jodido.

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