Capítulo 57 | Parte 2.
Capítulo 57.
El miércoles en la tarde, después de haber terminado mis prácticas, Kenneth y yo nos habíamos puesto de acuerdo para salir al centro comercial. Nos cambiamos en el vestidor de los internos y nos dirigimos hacia allá, ya que él había estado suplicando que fuéramos de compras. Para mi alocado amigo, el tema de la moda era importante e imprescindible en su vida, y más en actividades o fiestas interesantes como la que se aproximaba el viernes.
Para mí, cada cumpleaños de Jimmy era como el comienzo del cálido verano junto a unas merecidas vacaciones. Aunque yo sabía que éste verano en específico sería distinto a los anteriores. No tendré unas largas vacaciones como de costumbre, sino que tendría que continuar, de cierta manera, con las prácticas si quería adelantarme un poco más para poder tomar el examen de revalidación en el invierno. Quería estar preparada en la medida de lo posible, así que intentaría no tomar como un lujo éste verano.
— Admito que estoy muy emocionada con esto. — Comenta Gloria desde el asiento posterior del vehículo de Kenneth, quién se ofreció a llevarnos muy emocionado.
— No, cariño. — Kenneth mueve las cejas repetidas veces a través del espejo retrovisor. — No más que yo. Estoy ansioso por convertirlas en todas unas diosas. Digo... Ya lo son, pero quiero reflejarlo a través de esos cuerpos. Será divertido...
— Creo que estás exagerando un poco. — Comento entre dientes desde el asiento del copiloto.
— Sabes que siempre lo hago, pero ésta vez creo que llegaré muy lejos. — Asiente con movimientos estrambóticos mientras estaciona su vehículo en el multipisos del centro comercial. — Es decir, las convertiré en unas sensuales diosas visuales, tanto para el playboy del hospital, como también para el hombre más deseado por cualquier mujer en el Puerto Rico General. ¿Qué amigo gay haría eso sintiendo envidia de la buena? Yo, por supuesto, pero no por eso las dejaré abandonadas frente a universitarias pubertas en competencia. — Bromea, lo que causa que yo bufe una sonrisa socarrona.
— No sé que decirte en cuánto a eso. La fiesta de mi hermano será en mi hogar, en la propia casa de mis padres. — Niego con la cabeza, casi asimilada de la situación.
— ¿Y eso qué demonios tiene que ver? En todo momento hay que mantenerse fashion. No importa el lugar ni el momento, nena.
Puse los ojos en blanco e ignoré sus locos comentarios. El hecho de gastar dinero en éste momento no es lo que me interesaba, sino el poder despejar la mente y dejar que las horas pasen y tomen su curso.
Adrián no se había comunicado conmigo en todo el día, pero ya estaba suponiendo que él estaría realmente ocupado.
Mis amigos siempre son un buen punto de distracción y entretenimiento. Son capaces de hacer que me olvide de las preocupaciones y de los problemas por un rato.
— Yo sí quiero ir fashion. La verdad es que me importa muy poco si el desentendido del energúmeno está presente. — Espeta Gloria con una disimulada decisión.
— ¿Por qué presiento que no es cierto? — Comento sarcásticamente mientras miro la pantalla de mi teléfono con atención. Tenía la vaga esperanza de ver un mensaje de Adrián.
— Vamos a actuar como que sí le creemos. — Kenneth es el primero en salir del vehículo.
— ¡Oigan, de verdad! — Vuelve a recalcar Gloria al salir del vehículo al mismo tiempo que yo. — La estoy pasando... mal. — Le cuesta decirlo.
Kenneth y yo caemos en la cuenta de que ella habla totalmente en serio al ver que muestra una afectada expresión en su rostro.
— Ay, mierda... Lo siento, Glory... — Me acerco a ella al darme cuenta de mi error. — Pensé que... — Niego. Me quedo sin palabras por un momento. — Pensé que de alguna manera las cosas habían mejorado entre ustedes dos. Digo, además de que discuten por costumbre, pero... ¿Tan mal han surgido las cosas entre ustedes?
Ella baja la cabeza un poco. Kenneth se acerca hacia nosotras y se cruza de brazos.
— Chicos, aunque la mayoría de las veces todo parezca divertido entre Damián y yo, las cosas no siempre son como aparentan verse. Yo... — Ella tartamudea un poco. — Yo lo amo, con todo sus desperfectos y sus ganas de ser perfecto, pero hay situaciones que simplemente pueden con... esto. — Confiesa, refiriéndose a la alocada relación que ambos desencadenan.
《Yo lo amo, con todos sus desperfectos y sus ganas de ser perfecto...》Sus palabras se incrustan en mi pecho, haciéndome sentir realmente identificada, porque es justamente lo que yo siento y diría en mi situación actual.
"Pero, ¿qué hago refiriéndome a lo que ellos tienen como alocado? Yo era la primera persona de éste grupo que tenía una relación no común y sí muy extraña con el hijo de nuestro jefe."
— Estoy segura de que lo podrán solucionar y seguir adelante, Glory. — Achico los ojos en comprendimiento y poso mi mano en su hombro.
— No lo sé. — Se encoge de hombros con tristeza. — Es algo que de momento veo imposible.
Le doy un cálido abrazo a Gloria y Kenneth prosigue a hacer lo mismo. Parecíamos tres niños envolviéndonos de forma familiar.
— No importa lo que pase, sea cuál sea la situación, estaremos presentes para apoyarnos. — Comenta Kenneth con cariño. — Podremos con el internado y con esos médicos jodidamente sensuales.
Su comentario me hace reír y causa que vuelva a poner los ojos en blanco. Gloria también ríe un poco más calmada al sentirse reconfortada.
— Pero ya que mencionamos a esas exóticas e inteligentes bellezas... ¿Me podrías decir cuál es el problema del Doctor Del Valle? — Kenneth le pregunta con curiosidad a Gloria.
— Tiene una crisis existencial. Supongo... — Me encojo de hombros con gracia al adelantar detalles que ya son más que obvios.
— El punto es... el por qué tiene una jodida crisis existencial, chicos. — Inquiere Gloria mientras caminamos hacia el interior del centro comercial. — Tiene tacto y humanidad para resolver los casos clínicos con eficiencia, se los juro. Pero no tiene ni una pizca de consideración con el personal y los demás empleados del hospital. — Mi amiga rueda los ojos y suspira con pesadez al sujetar su bolso con determinación. — Y eso me incluye, ya que para él soy más que una simple interna.
— Es un poco raro para mí. — Le comento al instante. — Él no me trata como una simple interna, aunque sí he escuchado las barbaridades que se comentan en los pasillos del hospital, cuándo se trata de él.
— Barbaridades que han sucedido. — Recalca Kenneth al levantar el dedo índice con gracia una vez que estamos en el interior del centro comercial. — ¿No te das cuenta? Desde el principio, desde que el internado comenzó, tú eres su excepción.
De repente, recuerdo lo que Damián y yo habíamos hablado hace unos días, sobre el hecho de que yo le recordaba a su hermana fallecida.
— Damián me ve como a una hermana. — Rectifico en su defensa.
— Pero eso no cambia su energúmeno carácter. — Masculla mi amiga.
— ¿Y si es su forma de ser por naturalidad? — Enarco las cejas.
Al instante, pienso en Mi Cura Prohibida...
"Andy es una mezcla de dulzura junto a su carácter tan dominante." Pienso en sus verdes y claros ojos. Puedo ver y sentir su mirada en todo mi ser.
— Tal vez. — Dice Kenneth al interrumpir mis pensamientos tan exquisitos. — Los hombres con un bulto enorme entre sus piernas y un cerebro alucinante siempre tienden a ser así de gruñones.
Rio sin poder evitarlo. Las conclusiones y la lógica que utilizaba mi amigo no tenía límites.
*****
Había transcurrido más de media hora mientras continuábamos yendo a los distintos departamentos comerciales.
Kenneth ya tenía sus brazos cargados de varias bolsas de compras. Entre sus locuras, quería comprarnos algunos obsequios.
— Mi reina, todavía no has escogido nada para ti. Hasta Gloria ya se decidió. — Señala con un gesto de cabeza a nuestra amiga.
Gloria miraba dentro de la bolsa lo que había comprado con el convencimiento de Kenneth.
— Me decidí precipitadamente. — Dice ella, casi sin poder creerlo. — Esto es... descarado para mi gusto.
— Es una fiesta, no una misa. — Kenneth dobla la mano con finura. — Una fiesta de universitarios, dónde a nadie le interesará que son futuras médicos. Es la oportunidad perfecta para que pasemos por desapercibidos y disfrutemos con normalidad.
— Ya qué... — Suspiro con pesadez y saco el teléfono del bolsillo de mis jeans.
Quería comprobar si Adrián me había escrito, pero nada. Mientras tanto, Kenneth me mira de arriba hacia abajo.
— Se me ocurre lo que tu bonito cuerpo podría vestir. Ven... — Casi sin poder, sujeta mi mano y tira de ella para entrar en otro departamento comercial.
*****
Los minutos pasaron y ya tenía un vestido en mis manos. Kenneth lo había escogido con la intención de que yo me lo probara. Aunque él estaba muy emocionado con su elección, yo estaba dudando.
Cuando entré al probador de damas para ver como lucía en mí, tuve que tragar hondo al verme en el espejo. Era un vestido muy descarado de escote. Tenía un corte para resaltar los pechos, al punto de que no se podría usar un sujetador con el mismo, por el estilo de la pieza. Los bordados quedaban justo sobre mis muslos, a varios centímetros arriba de mis rodillas.
Al salir con el vestido puesto para que mis amigos opinaran, Kenneth silba. Gloria aplaude discretamente, con encanto y emoción.
— ¡Cielos! ¡Mi elección es la más acertada! ¡Te queda espectacular! — Exclama Kenneth con decisión.
— Es demasiado para mí... — Murmuro insegura.
— No es demasiado para ti. — Corrige. — Será demasiado para el Príncipe del Bisturí. — Enarca las cejas repetidas veces, mal pensando la situación.
— Es lo que me temo... — Frunzo los labios, porque en mi interior sé que podría ser divertido.
— No lo entiendo. — Kenneth vuelve a la carga. — Tienes un cuerpo muy bonito. Tu naturalidad resalta en lo absoluto. Deberías ser más segura de ti misma. Tienes a tus pies al hombre más hermoso del hospital y aún dudas. Pero bueno... — Hace una expresión de indignación.
— ¿Tú que piensas, Gloria? — Le pregunto a ella al morderme la uña del dedo pulgar.
— Creo que te ves fabulosa con ese vestido. Es descarado, pero tiene encanto.
— ¿Y por qué tanta emoción? Ya has comprobado el nivel de escote de ésta tela.
— Es que ya pienso en cómo se podrían molestar ciertos hombres. Me está encantando la idea.
"Y creo que a mí también..." Mi subconsciente sonríe malévola.
— Ese es el punto. — Kenneth se menea con emoción. — Y ya que te llevarás ese vestido...
— ¿Me llevaré? — Enarco las cejas con diversión.
— Sí, te lo llevarás... — Zanja con seguridad.
Lo ignoro con gracia y vuelvo al probador.
*****
Después de tanta insistencia por parte de Kenneth, me compré el vestido para la fiesta de Jimmy. No había vuelta atrás a la hora de enfrentar el difícil humor de Mi Cura Prohibida. En el fondo, sabía que su temperamento se pondría tedioso en ésta cuestión.
Mis amigos habían ido a un departamento de calzados mientras que yo había esperado mi turno en la fila para pagar.
Al salir, ambos ya me esperaban fuera de la tienda de ropa. Kenneth elevó una bolsa con una caja de tacones al alzar las cejas con suficiencia.
— Estos son para mi reina. — Me entrega la bolsa y mis ojos se engrandecen. — Espero que te gusten.
Sonrío con ternura y le doy un beso en su mejilla con cariño.
— Gracias, querido. No tenías que hacerlo. — Apoyo mi brazo sobre sus hombros.
— Claro que sí, por Dios... Tengo que cuidar a mis divas. — Mira a Gloria con cariño y me doy cuenta que también le compró un par a ella.
Gloria le da un efusivo beso en la mejilla y ríe con emoción. Por unos segundos, reflexiono al ver a mis amigos.
Es cierto que había perdido una amistad que creí importante en mi vida, pero estaba segura que estaba siendo recompensada con estos dos seres que tanto quiero.
Estábamos a punto de salir del centro comercial cuando me topo con una tienda con la etiqueta de: "Gorgio Armani."
《Aún me debes dos camisas.》Recuerdo perfectamente las palabras del ojiverde.
— Chicos, tengo que ir hacia allá. — Señalo la tienda con la etiqueta. Mi sonrisa se expande.
"¿Qué pensará si lo tomo de forma literal?" Mi subconsciente y yo nos estábamos emocionando con la idea.
— Cariño, pero... — Kenneth se queda sin palabras de repente. — Bueno, tenemos dinero prestado para comprar y sobrevivir en nuestras carreras. Pero para comprar allí nos tendríamos que quedar sin el sueldo de éste mes. ¿Estás loca? — Ríe abiertamente y mira mi expresión que estaba llena de ilusión. — Ay, sí que lo está... — Le murmura a Gloria entre dientes.
*****
Al cabo de media hora, mis compras se habían sumado con las dos camisas exageradamente costosas que había comprado para el ojiverde. Había escogido dos camisas de vestir de su estilo; una de color gris de tela fina, y otra de seda azul oscuro.
Luego, nos dirigimos al vehículo de Kenneth con todas nuestras compras.
— No sé que demonios estás buscando de él, Nere. — Kenneth bromea con fascinación. —Pero si estás buscando sexo oral por parte de él, lo estás consiguiendo. — Ríe bajito y Gloria pone los ojos en blanco con una sonrisa de oreja a oreja.
— ¿Por qué tendría que buscar algo que ya me está dando? — Sonrío ante mi amigo.
Él tira las bolsas con las compras en el baúl del vehículo. Posa una mano sobre su pecho con extrema indignación por mi afirmación.
— Me dueles, Nere... Me partes el corazón, niña... — Dramatiza con ironía y emoción. — ¿Cómo es posible que no te apiades de mí y no me cuentes esos detalles que valen puro oro? ¿¡Cómo!?
Rio escandalosamente. No puedo evitarlo con sus comentarios tan impropios y divertidos.
— Yo tenía fe en ti, Nere. — Me dice mientras los tres accedemos al interior del vehículo. — Después de ver como tenías su mano marcada en el culo, pensé que las cosas cambiarían entre nosotros. Pensé que serías más comunicativa y que me dirías que el jodido Príncipe del Bisturí tenía una super lengua juguetona. ¡Pero no! ¡Los pobres que estamos a dieta sufrimos tus hambres de placer!
— Vamos, lindura... — Poso una mano sobre su hombro. — No es para tanto...
Hace pucheros con los labios y suspira con diversión.
— Así que el doctorcito niño bonito resulta ser muy intenso... — Me dice Gloria al reír con malicia.
— Y más... — Suspira Kenneth con encanto. — ¡Es un maldito y sensual macho alfa de culote sexy! ¿¡Quién no se dejaría hacer lo que sea de ese bombonazo con esos ojos!? — Presiona el volante al balancearse con diversión.
— Es momento de que me lleves a casa. — Le digo al reír, sin tener remedio ante sus comentarios.
*****
Cuando nos detuvimos frente a mi hogar, salgo del vehículo al acomodar mi mochila sobre mi hombro y cargar las bolsas de compras.
— Gracias por traerme, querido. — Le agradezco rápidamente y miro a Gloria con cariño. — Los quiero muchísimo. Lo saben.
— Y más te vale. — Me advierte Gloria con cariño.
— ¡Nere! — De repente, escucho una voz que reconozco al instante. Es Amanda, quién bajaba las escaleras de la casa de Jesse.
— ¿Pero qué carajos? — Murmuro en voz baja ante su descaro y frescura.
— ¿¡A dónde crees que vas, Amy!? — Jesse le reclama de inmediato cuando sale tras ella. — ¡Déjala en paz! ¡No quiero que la molestes! — Masculla con fastidio. Parecía desesperado ante la pronta acción de Amanda.
— ¿Esa zorra no se cansa? — Kenneth me mira incrédulo desde el asiento del conductor. Apaga el motor de inmediato.
Gloria había cambiado su expresión dulce y jovial a una más seria. Percibí como presionaba sus labios con incomodidad. Ella ya sabía bastante de los acontecimientos entre Jesse, Amanda, Adrián, y yo.
Estaba tan pasmada por la acción tan repentina de Amanda, que me costó decirle cualquier cosa a mis amigos.
— Me alegra encontrarte. — Me dice Amanda con una sonrisa maliciosa al acercarse con cierta despreocupación.
— ¿Sí? Pues es una tranquilidad para mí saber que no puedo decir lo mismo. — Mi sarcasmo era evidente. — ¿Qué quieres? — La miro con frialdad e indiferencia. La realidad es que no estaba para soportar otro teatro por su parte.
Ella es capaz de mirarme de arriba hacia abajo. Inspecciona mi rostro con detenimiento al achicar sus ojos.
— Nada. — Es lo único que dice. Es como si intentara averigüar algo sobre mi estado. Pero yo estaba suponiendo que era eso. Ella quería saber si Adrián y yo estábamos bien.
— ¿Nada? ¿Cómo puedes ser tan descarada de presentarte frente a mí, saliendo de la casa de los padres de Jesse? — Niego con una sonrisa sarcástica. — ¿A caso ya entendiste cuál es tu lugar, amiga?
Amanda presiona los labios con frustración y me mira con recelo.
— ¿A qué te refieres? — Pregunta mientras acomoda su cabello sobre sus hombros, disimulando desinterés hacia mis palabras.
— Bueno, por lo que veo... — Miro hacia el balcón de la casa de los padres de Jesse, justo dónde él estaba observando con cierto cuidado nuestro encuentro. — Ya has entendido que Jesse es con quién debes estar. Las ratas están con las ratas. Es lo natural y obvio. — Me encojo de hombros.
— No te pases... — Masculla por lo bajo.
— ¿Pasarme? Aquí la que se ha pasado desde hace mucho tiempo has sido tú. Pero ya lo he reflexionado bastante, fíjate... Cada día me regaño a mí misma por tardar en entender que la basura se revuelca con la basura.
— Si eso es así, ¿cómo es que mi Andy se ha acostado conmigo? — Me dice por lo bajo, evitando que Jesse escuchara.
Sus palabras son como un puñal para mi corazón. Me sorprendía en lo absoluto que tuviera discreción con la presencia de Jesse. Lo miro de reojo y luego fijo mi vista en ella. Frunzo el ceño ante su descarado comentario. Ella sabía por dónde más herirme, y me lo demostraba al restregarme en la cara, cada vez que tenía la oportunidad, el hecho de que ella también había probado lo que es estar con Adrián.
— Supongo que: "tu Andy," no paraba de mencionarme una y otra vez... — Rio discretamente.
— Cierra la boca. — Mira de reojo a Jesse.
— Apesar de todo, aún proteges a mi Ojitos Bonitos... — Sonrío con incredulidad. — Aún tú sabiendo que él me hace suya con gusto y ganas...
— Eres una egoísta de mierda. ¿Cómo te atreves a continuar insultándome de ésta manera? En ésta oportunidad, no fui yo la que comencé a reclamarte ni a decirte estupideces como lo estás haciendo tú.
— Pero fuiste tú la que has venido hasta aquí. Pero está bien, porque tienes que saber que quiero que desaparezcas de mi vida por completo. Con amigas como tú, ¿para qué enemigas? — Apoyo todo mi peso sobre una de mis piernas con una imponente mirada. — ¿Qué es lo que quieres averigüar, Amy? ¿Quieres saber si él y yo seguimos juntos después de toda la basura que ha sucedido? Pues sí... Él junto con su fantástico culo, es, y sigue siendo mío. Dudo muchísimo que cualquier estupidez que provenga de parte de Jesse o de ti nos haga daño.
— No, Nere. Cualquier estupidez no hará que él se aleje de ti. Sólo podrá suceder con la realidad. Cuando se de cuenta que tú eres un ser insignificante en su compleja vida.
— Qué pena me causas, Amanda. — Le digo con una decepcionante sinceridad.
— No seas estúpida. Cuando él se de cuenta que tú no podrás aceptar sus manías y complacerlo de ciertas maneras que exige, la que darás pena serás tú. Crees que puedes manejarlo, pero no es así. Nadie lo maneja, y contigo será lo mismo al final. No puedo esperar para ver tu cara de niña sufrida y desgraciada cuando te des cuenta que nadie puede con él, ni siquiera un estúpido amor de niños tan patético y ridículo como el tuyo.
— Quizá es verdad. — La sigo enfrentándo, aunque por dentro sus palabras me saquen de quicio. — Pero tú, lo único que me causas es lástima. ¿Sabes por qué? Porque yo siempre te di la mano sin importar la situación o el problema. Confié en ti. Te abrí las puertas de mi hogar cuando más lo necesitabas. Siempre estuve dispuesta en cualquier momento para ayudarte y protegerte como creí que te merecías.
— ¡Deja de hacerte la niña buena por una vez en tu vida! — No quiere escuchar una verdad dolorosa.
— No me gusta echar las cosas en cara, y tampoco quería rebajarme a tu nivel. Pero necesitaba decirte todo esto, porque quiero dejarte saber lo hija de puta que eres.
— ¡Cállate, coño!
— No tengo porqué hacerlo. — Espeto tranquilamente. — Tengo todo el jodido derecho de reclamar lo que a mi me de la gana. — La rabia comienza a consumirme. — Eres una mujer desagradecida, una perra sin corazón.
— Y tu eres una maldita egoísta que...
— ¡Aquí la única egoísta eres tú! — Levanto el tono de voz, lo que causa que Jesse se ponga en alerta desde el otro extremo del balcón de la casa de sus padres. — ¡Junto con ese maldito desgraciado que está allá! — Lo señalo sin remordimiento alguno, sin importarme que lo percibiera.
Sin embargo, Jesse parecía meditar si bajar las escaleras para dirigirse hacia nosotras. Al parecer, intentaba escuchar con atención.
Gracias al enojo, estaba olvidando el tener que ser discreta en cuánto a Adrián y yo. Me estaba dejando de importar. Quería luchar por él, demostrarle a ésta sarta de imbéciles que lo nuestro es verdadero.
Percibo como mis amigos se ubican a mi lado al ver que la situación se estaba saliendo de control.
— Nere, mi reina, vamos... — Kenneth intenta sujetar mi brazo con paciencia y con la intención de dirigirme a hacia mi hogar.
— ¡No, Kenneth! ¡Déjame desahogarme por una jodida vez con ésta desgraciada sin remordimientos!
— No es nece... — Kenneth se queda en silencio cuando escucha como Amanda ríe con satisfacción al ver mi enojo fuera de control.
— Amandita, querida... — Mi amigo la llama entre dientes, con un atisbo de fastidio en su voz. — Ahora puedo comprobar que tu cerebro es de menor tamaño a diferencia de tus tetas de silicona, para tener que acercarte a mi amiga cuando anda con dos amigos que son capaces de todo obviando las consecuencias.
— Tú no te metas, marica.
La rabia se apodera de mí en todo su esplendor, y sin pensarlo, me dirijo hacia ella con la intención de golpearla. Kenneth me sujeta del brazo e intenta calmarme.
Sin embargo, sucede lo inesperado...
— ¿¡A quién diablos le dices marica, maldita zorra!? — Gloria me quita una bolsa cargada de compras y la atiza contra el rostro de Amanda de forma contundente.
— ¡Qué estás haciendo, maldita estúpida! — Amanda grita con indignación al cubrirse el rostro con el brazo.
Mi amiga continúa balanceando la bolsa de compras sobre su rostro una y otra vez, haciéndola gritar con rabia. Jesse baja las escaleras de inmediato y sujeta a Amanda por las caderas.
— ¡Cállate, perra! ¿¡Quién te crees para hablarle a mi amigo como te da la gana!? ¡Es mejor que el perro éste te lleve a la buena y dejes a mi amiga en paz! — Gloria señala a Jesse con un gesto de cabeza.
— ¡Ningúno de los dos tiene que meterse en nuestros asuntos!
— ¡Tú! — Gloria la ignora y señala a Jesse con el dedo índice al asesinarlo con la mirada. — ¡Ponle el collar a tu perrita!
Aunque el momento era incómodo y para nada agradable, Kenneth y yo nos miramos. Luego, cubrimos nuestras bocas al mismo tiempo y nos reímos como dos niños traviesos por el comentario de Gloria.
— ¡Suéltame! ¡Suéltame! — Amanda grita efusivamente, intentando zafarse del agarre de Jesse, quién parecía fastidiado de igual forma por el comportamiento de su acostada.
— ¡No! ¡No la sueltes! — Inquiere Kenneth al dirigirle la palabra a Jesse. — ¡Llévatela con todo y las tetas llenas de helio! ¡Lo menos que necesitamos son más disgustos gracias a ésta loca!
— ¡Qué me sueltes, maldita sea! — Amanda es capaz de zafarse del agarre de Jesse, marchándose por dónde vino.
— Nere, yo... — Levanto la mano para callar las próximas palabras de Jesse que iban dirigidas a mí.
— Sólo vuelve con ella, que luego se te escapa en celo.
— Nere... — Me mira impasible. — Discúlpame, por favor... Te juro que ella no me interesa... Sólo es mi amiga...
Aún me sorprende que Amanda no le haya comentado nada sobre Adrián y sobre mí. Estaba suponiendo que no quería dejarnos en evidencia por el simple hecho de proteger a Adrián. A última instancia, a mi no me importaba que Jesse lo supiera al tratarse de mí, pero tampoco quería causarle problemas a Mi Cura Prohibida.
— Jesse, sólo vete. ¿Sí?
— ¡Sólo quiero que me escuches! ¡Aunque sea una vez!
— ¿Es que no acabas de entender que no quiero saber nada de ti? Eres un vil mentiroso de mierda. Aún cuándo tuve la evidencia en mis manos, fuiste capaz de mentir y negar lo evidente.
— Yo... — Su voz parece quebrada, aunque esa reacción por su parte no me afecta en lo absoluto. — No sé que decir para que me perdones...
— Es que yo no te voy a perdonar nunca. — Recalco. — Amanda y tú no pensaron en mí cuando decidieron revolcarse y causar toda la mierda a su paso. ¿Por qué yo debería tener consideración por una persona como tú?
— Sé que no merezco tu perdón. Pero al menos mantengamos una simple amistad, ¿sí? Sólo te pido eso, Nere.
— Definitivamente, estás loco. No puedo ofrecerte ni siquiera eso. Me has hecho daño, al igual que Amanda. No confío en ti, y jamás volveré a hacerlo.
— Lo sé, pero me estoy volviendo loco, Nere. Me desespera tener que quedarme de brazos cruzados, viéndote como cada día estás más distanciada de mí, de lo que alguna vez tuvimos.
— Eso debiste pensarlo antes de hacer todas las porquerías que te traías entre manos con la perra desconsiderada de Amy.
— Pero yo...
Vuelvo a levantar la mano muy tajante y decidida.
— No quiero escuchar más sandeces de tu parte, por favor. — Levanto la mirada, controladora, imitando esa acción tan personal y única de Adrián. — La realidad, Jesse, es que tus disculpas no me tocan el corazón ni un poco. Así que no vale la pena que insistas.
— Haría lo que estuviese en mis manos con la intención de demostrarte que te necesito, Nere...
Rio con sarcasmo, aún sujetando las bolsas de compras. Percibo que Amanda está asomada en el balcón, observando el espectáculo que ella misma había causado.
— ¿De verdad? — Enarco las cejas al continuar con mi firme mirada sobre su personalidad cada vez más vulnerable.
— Lo juro, Nere... — Acepta con desespero al removerse desde su posición. — Te juro que haría lo que fuera para que volvamos a ser amigos...
Miro hacia la dirección de Amanda y le sonrío con malicia. Luego, vuelvo a mirarlo.
— Sé que sí. — Lo manipulo, justo como Mi Cura Prohibida lo haría conmigo. — Sé que harías lo que sea con el propósito de recuperarme.
Asiente, desesperado, fuera de control.
— Supongo que si te pido que mandes a Amanda al carajo, lo haces...
Jesse parpadea repetidas veces por mis palabras. No esperaba que yo dijera algo como eso.
— Sí, efectivamente... No lo dudaría...
— ¿En serio? — Rio.
— Muy en serio, Nere. Apesar de que te he hecho daño, estoy loco por ti. No te imaginas lo enamorado que me tienes. Lo peor de todo,es que ha tenido que pasar todo esto para darme cuenta que te necesito...
—¿Cómo puedes ser tan fresco de decir algo como eso con tu acostada aquí presente?
— ¡Me importa una mierda! ¡Fue quién se presentó aquí!
— Ahora mismo, el mejor favor que tú me harías sería que continuaras con esa perra. — Alzo la mirada y me muestro manipuladora, de la misma forma que Mi Cura Prohibida lo haría al saber que tiene cierto control de la situación. — Deberías obedecer...
— Nere, ¿¡pero de qué diablos estás hablando!?
— De que a mí lo único que me interesa de ustedes dos es que no sean un estorbo para mi vida personal. Sigan revolcándose como ratas, pero a mí me dejan en paz.
— ¿¡Es por el desgraciado con quién te acuestas!? — Espeta. — ¿¡Es por ese hijo de puta!? — Masculla molesto, fastidiado, con una mirada que se llena de odio. — Él aún no tiene las agallas para presentarse ante mí, ¿verdad? ¿¡Por qué!? — Su mirada me inspecciona totalmente, buscando respuestas desesperadas. — ¿¡Tan atraída estás hacia ese pendejo que te dejaste desvirgar!?
— Ya basta. — Trago saliva con disimulo.
— ¿¡Es de alta jerarquía, que no lo quieres soltar!? — Espeta, refiriéndose a la clase social. — ¿¡Tanto te gusta!? — Intenta acercarse. — ¿¡Yo lo conozco!? — Susurra amenazante.
— ¡Bueno, ya, tipo! — Gloria se cruza en nuestro camino y tira de mi mano, acercándome a ella y a Kenneth. — ¡Tú ni siquiera tienes el derecho de preguntar o indagar en la vida de mi amiga! — Le dice con firmeza. — ¡Pasaste a la historia para Nere! ¡Y no vengas con éste teatrito de celos, que cuando usted tenía el pene metido entre las piernas de la perra mal amiga, Nere ni siquiera tuvo la oportunidad de decir ridículos reclamos como los que tú le atizas ahora!
Aunque Jesse permanece en silencio, no deja de mirarme de forma asesina, sin parpadear ni una sola vez. Presiento fuertemente que ya comienza a sospechar con todas las de dar.
Esquivo su mirada al girarme junto a mis amigos, quiénes me acompañan hasta la entrada de mi hogar. Francamente, yo no era buena para disimular cuando se trata de algo prohibido. No estoy acostumbrada a ocultar detalles por amor, uno que de momento es complicado, y al cuál no quiero renunciar tan fácilmente.
— Chicos, algo no está bien... — Les susurro una vez que estamos frente a la puerta de mi hogar.
Miro a Jesse de reojo, quién seguía en la misma posición dónde lo habíamos dejado con la palabra en la boca.
Mis amigos proceden a hacer lo mismo al mirar con disimulo. Luego, intentan no prestarle importancia.
— Tranquila, reina... — Kenneth susurra y posa su mano sobre mi hombro. — Lo sabrá cuando El Príncipe del Bisturí y tú lo decidan.
— Ni siquiera me preocupa que se entere que amo a su "amigo." Me preocupa que esto le perjudique a Adrián de alguna manera. — Les digo discretamente.
— Es hombre. — Dice Gloria. — Estoy segura que sabrá enfrentarlo a su manera.
— Lo sé, chicos. Pero Jesse no me da buena espina en estos momentos. — Percibo que se aleja del área de mi casa, pero el mal presentimiento reina en mi interior. — Y no me refiero a lo desgraciado que está siendo con ésta situación de Amanda. Después de todo lo que he llegado a saber de él, lo creo capaz de muchas cosas.
Mis amigos me miran con cierta preocupación. Sé que no quieren que el miedo y la intranquilidad me atemoricen.
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