Capítulo 56 | Parte 2.

Capítulo 56.  

(Adrián)

Mi teléfono sonó con el aviso de una notificación. De manera instantánea miré la pantalla, sin poder disimular la pizca de desespero en mí.

"Estás siendo totalmente débil, Adrián." Me regaño mentalmente, pero aún así, sonrío como un imbécil al ver la respuesta de Alysha cuando le había escrito por la aplicación de Skype, preguntándole si estudiaba.

[De hecho, sí. Leer sobre técnicas quirúrgicas pensando en esas deliciosas manos, me hace el trabajo más sencillo. Eso es algo positivo, ¿no?

Aunque mi futuro jefe tiene las manos ligeras y muy calentadas...]

— Descarada... — Susurro con una sonrisa sincera.

Quiere provocarme desde la distancia, pero me llena que lo esté disfrutando, porque más lo disfrutaré yo cuando tenga que cobrarle por sus repentinas revoluciones.

Quiero que continúe incitándome de ésta manera. En otras ocasiones, no me hubiera gustado para nada que las mujeres con las que estaba fueran así de espontáneas en cuánto a mi persona sin mi consentimiento. Pero es que con ésta niña no puedo evitarlo.

Le respondo muy "discreto." Como siempre...

[Es una pena que sólo piense en mis manos, jovencita.

En cambio, yo pienso en cuánto le dolerán las rodillas a usted de lo entretenida que tendré a esa lengua viperina entre mis piernas. Eso sin contar en cómo la doblaría sobre mi escritorio.

En cualquiera de ellos...

No me importaría hacerlo...

Tu futuro jefe ya estaba contando las nalgadas que recibirías por no responder en el momento que se debe.]

No puedo evitarlo. Necesito advertirle de una manera indirecta que no me gusta la espera. No estoy acostumbrado a esperar por nadie, y mucho menos por una mujer. No estoy asociado con la incertidumbre. Detesto eso.

— Ya debería saberlo... — Mascullo por lo bajo al mirar la pantalla con atención.

Su respuesta llega más rápido de lo habitual.

[Lo estoy deseando, Doctor Wayne.]

— ¡Pero qué... — Me callo de repente al darme cuenta de mi indiscreción. Me sorprende su absoluta desfachatez de retarme.

"¡Me está retando!"

Mi padre me observa como si yo hubiera perdido la razón.

— Mmm, cosas del trabajo. — Le aviso tajante al intentar mantener mi postura y elevar un poco mi teléfono.

Alysha logra su cometido desde el otro lado del mundo. Imágenes mentales se recrean en mi cabeza con total certeza de todo lo que le haría en esas situaciones que le he escrito.

Se me endurece al instante. Me arqueo un poco sobre el asiento y paso mi mano desocupada sobre los mechones que estorban en mi frente.

Presiono mis labios e intento volver a responderle aún más descarado.

"¿Cómo se atreve a hacerme esto?" Pienso al creer que no le importa la desconsideración de sus comentarios en cuánto a mis malditas perversiones por ella.

[Quieres conocerme realmente.

¿No te basta con hacerte una idea de mis exigencias?

No juegues con mi vulnerabilidad, porque te juro que yo sí que no juego, Aly.]

Al presionar la tecla de envio, suspiro con pesadez. Veo en la barra superior de la pantalla, dónde notifica que está escribiéndome.

Espero ansioso su respuesta. Mi oscuro ángel quiere dominar mis más bajos deseos reprimidos sobre ella.

[Te creo. Yo tampoco juego, Ojitos Bonitos.

Tal vez te parezca raro o cursi, pero ya te extraño.

A ti y a tu especial mentecita...]

— Es jodidamente adorable... — Vuelvo a susurrar. A estás alturas, por cuenta de ella, mis indiscreciones podrían ser escuchadas por mi padre.

Presiono mi teléfono. Ésta vez, con mucha más fuerza. Aún no me puedo creer que la tengo sólo para mí. Y dispuesta...

Es como un jodido sueño del cuál no quisiera despertar nunca. Es como tocar mi cielo personal con la yema de mis dedos. El cielo personal de mi oscuro ángel.

*****

Había preparado mi equipaje lo antes posible para regresar a Puerto Rico. Por supuesto, salí lo más temprano que pude del hotel. El mismo chófer que nos había llevado a mi padre y a mí a las reuniones, era el mismo que me llevaba directamente al Aeropuerto Roissy-Charles-de-Gaulle de Paris.

Me había mantenido en comunicación con mi niña durante el trayecto restante que iba acompañado de mi padre hasta el momento en el que decidió que tenía que dejarme para que yo durmiera unas horas. Ella estaba consciente del cambio de horarios, causando que se preocupara de que yo no descansara lo suficientemente bien.

Pero ella no tenía ni la más mínima idea de lo que yo haría...

Estaba en el asiento posterior, observando las calles de Paris mientras me perdía en mis pensamientos.

Eran las 4:00 de la madrugada y no había podido descansar muy bien. Aunque tampoco me sentía cansado, y creo que se debe a lo ansioso que estaba de regresar y realizar la locura que había tenido en mente desde que me di cuenta que no puedo apartarme de la jovencita.

Estaba a punto de perderla por el jodido error de omitirle muchos detalles importantes. Mi miedo había activado mi obsesionado control y no había pensado en las consecuencias.

Pero ahora estaba seguro de que la quería a mi lado. A pesar de que desee poseerla a mi gusto, es única y diferente para mí.

Del bolsillo de la chaqueta de mi traje, saco un pequeño estuche de color azul oscuro y lo presiono un poco con cierta ansiedad.

Al abrirlo y ver el delicado anillo bañado en oro blanco con un diamante azul cielo brillando muy reluciente, recuerdo la razón por la cuál lo he comprado...

— Je voudrais prendre celui-là avec moi. — Le digo en francés a la dependienta de la lujosa joyería Piaget.

— Tout de suite, Docteur Wayne. — Me entrega el anillo que está valorado en cien mil dólares

Después de haber hablado con Alysha por video-llamada, le había dicho que mi padre o Thompson me buscaba, pero la realidad era que le había avisado al chófer que me llevara a la joyería Piaget antes de volver por mi padre para asistir a la reunión.

Era la única manera de ser discreto sin que él se diera cuenta de mis movimientos. Por supuesto, Alysha desconocía éste detalle y mi decisión de intentar llevar lo nuestro a otro nivel.

La cadena Piaget ya reconocía mis carísimas compras, puesto que no es la primera vez que compro joyas con valores exorbitantes. Siempre le he comprado obsequios a mi madre de ésta cadena reconocida, pero era la primera vez que comenzaba a obsequiarle joyas extremadamente lujosas y exorbitantes a una mujer particular por gusto.

Pero yo sabía que mi niña es diferente. Mi princesa merece todo lo mejor. Así de simple. Me pondré muy tajante con ella si comienza a quejarse de los lujos que quiero darle con satisfacción.

Rio por lo bajo para mí mismo al recomponer mis pensamientos. Ella ni siquiera tenía idea de los precios escandalosos de su pulsera y su collar, pero me siento satisfecho de que tenga lo mejor gracias a mí. Necesito cuidarla y darle todo lo que me de la gana.

Aunque me siento muy asustado con esto, debo intentarlo. Quiero demostrarle que lo que hemos tenido nunca ha sido un juego para mí.

"Tal vez de ésta manera pueda confiar más en mí." De tan sólo pensarlo, mi humor se nivela con encanto.

No importa las circunstancias ni los motivos compulsivos de Jesse o Amanda. Tampoco me importa si tenemos que llevar ésta cursilería de forma discreta por nuestras posiciones en el hospital.

— Quiero que sea mi novia... — Murmuro en un susurro para mí mismo al guardar en el bolsillo de mi traje el estuche con el anillo de noviazgo.

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