Capítulo 51 | Parte 1.
Capítulo 51.
— ¿¡Qué!? — Me levanté de la cama de golpe. — Realmente te has vuelto loco.
Me sonrió y colocó sus manos en los bolsillos de su jean, como si fuera un buen chico.
— Sólo trato de ser razonable.
— ¿Y esta es una manera de serlo? — Pregunto al cruzarme de brazos.
— Intento demostrarte que quiero ser sincero contigo y que te deseo a ti.
Me quedé pensativa, mientras que sus ojos me sondeaban con paciencia. Lo cierto era que parecía tranquilo y bastante dispuesto, pero eso no podía ser posible.
«¿Cómo pretendía que lo tuviese aquí toda la noche?. Era muy probable que mis padres lo vieran. Además, no podíamos olvidar que los padres de su mejor amigo eran los vecinos».
—Entiendo que... —miré a mi alrededor, perdida con su propuesta—. Pareces intentar ser sincero, sí —acepté con inseguridad—. Pero no puedes quedarte aquí. Mis padres no saben que estoy contigo. Bueno, sí lo saben —rasqué mi cabeza y me senté sobre la cama—. Lo saben con certeza, pero nunca te han visto —lo miré de arriba hacia abajo—. Además, no sé ni por qué lo pienso. Eres la primera persona que dormiría en mi cama y el hombre que mis padres matarían si se enteran.
Se encogió de hombros.
— Creo que podré manejarlos. — Me miró con naturalidad y yo abrí la boca impresionada.
— No es así cómo se hacen las cosas, Andy.
Se acercó hacia la cama, justo donde yo estaba sentada, se agachó y rozó su nariz contra la mía.
— Entonces, ¿cómo se hacen las cosas? — Me susurró al mirarme directamente a los ojos con intensidad. — Enséñame.
Nos quedamos mirándonos fijamente sin parpadear ni una sola vez. Adrián era como un imán que me atraía por completo. A veces me sentía estúpida por caer en sus encantos, pero lo quería, lo quería demasiado y me encantaba estar con él.
No obstante, cerré los ojos y los presioné, tratando de ser firme con él. Realmente, quería serlo, pero sonrió y acercó sus labios mucho más hacia los míos.
—Te ves tierna cuando intentas resistirte conmigo —se mordió el labio inferior junto a los míos—. ¿Cuándo entenderás que eso es imposible?
Aprovechó que estaba agachado y presionó mi rostro con el suyo al recostarme sobre la cama, él encima de mí. Lo besé con necesidad y, entonces, presionó mis brazos sobre el colchón, arrugando las sábanas. Luego besó mi barbilla, mi mejilla y me miró a los ojos.
— ¿Aceptas? — Me susurró.
Tragué hondo, porque Adrián me estaba llevando al límite para hacer locuras.
— Tal vez si continúo... — Comenzó a besar mi cuello y la tela de mi pijama que cubría mis pechos. — Puede que aceptes. — Rozó su nariz sobre mis pechos cubiertos.
Comencé a respirar con dificultad, y él se volvió más insistente. Con brusquedad, subió la camisa de mi pijama por encima de mis pechos. Empezó a besarlos con necesidad. Chupaba y mordisqueaba cada pezón. Enredo mis dedos en su cabello con desesperación y comencé a gemir en un susurro que me estaba matando de deseo.
—¿Por qué me haces esto? —se me escapó un gemido al estremecerme y adherir mi rostro sobre su cabello, mientras mis dedos disfrutaban la suavidad de sus mechones.
— Porque eres mía. — Mordió uno de mis pezones y sonrió en mi piel. — Y porque soy un cirujano de prestigio que viene haciendo lo que le da la gana. — Repite las palabras que le había dicho minutos atrás.
Sujeté con delicadeza sus mejillas y guie su boca hacia la mía. Cuando lo besé con pasión y frenesí, se estremeció encima de mi cuerpo y comencé a abrir las piernas bajo su dureza. Ambos necesitábamos respirar, pero teníamos más necesidad de besarnos y de saborearnos que de cualquier otra cosa.
De repente, detuvimos nuestros ardientes besos cuando escuchamos que la puerta principal de la casa se abrió.
¡Carajo, no puede ser! Miré perpleja a Adrián y el volvió a levantarse de la cama junto a mí. Él parecía estar preparado para enfrentar a cualquier miembro de mi familia que hubiera llegado en ese momento, ¡pero yo no!
Le di un casto y rápido beso en los labios y cubrí su boca. Luego le hice señas para que se quedara en silencio y puso los ojos en blanco.
—¡Nere, llegué! —gritó Jimmy y escuché que se dirigió hacia la cocina—. ¡Hermanita! —volvió a llamarme de manera burlona—. ¡Me quedaré en la casa de un amigo, pero dejé mi tarea de biología y mi libro en tu escritorio!
—¿¡Estás seguro!? —grité.
Adrián y yo miramos hacia mi escritorio y me percaté de que, efectivamente, el libro de Jimmy reposaba sobre una de las bases del escritorio y tendría que abrir la jodida puerta.
Miré con desespero a mi alrededor, pero no había opción de mandar por la ventana al futuro director de cirugía. ¿¡Qué debo hacer!?
Volví a mirar a Adrián con intranquilidad y aparté mi mano de su boca lentamente, para que entendiera que se tenía que quedar callado. Entonces, se me ocurrió una estúpida idea. Acaricié un mechón que se asomó sobre su frente y sus ojos parecían despreocupados.
— Ese es Jimmy. — Susurra y sonríe. — Lo recuerdo.
Abrí el armario y lo guie hasta la entrada.
— ¿No esperarás meter a tu superior ahí? — Susurra juguetón.
—¡Entra ya! —chillé casi sin voz y lo empujé suavemente por la espalda.
La verdad es que era gracioso ver como luchaba por acomodarse dentro de mi armario con todas las piezas y prendas de vestir. Cierro de golpe el armario y me aliso mi pijama sobre mi cuerpo. ¿Qué hago? ¿Me hago la qué estaba a punto de dormir? ¿Qué estaba cansada y que dormiría inmediatamente?
Jimmy toca la puerta y me muerdo una uña al mirar con nerviosismo la puerta de mi armario. Si mi hermano no se daba cuenta, Adrián disfrutaría de un espectáculo al mirar mi cara de idiota por los pequeños y largos agujeros de la puerta del armario.
—¡Nere!
Abrí la puerta más fuerte de lo normal.
—Jim —sonreí, tratando de disfrazar mis nervios—. Sí, está ahí.
Entró con todo el desinterés y la familiaridad posible que lo caracterizaba, como que habíamos convivido juntos durante dieciocho años. Tomó el libro con su tarea entre las cosas de mi escritorio y se recostó sobre mi cama con las sábanas arrugadas.
—No te preocupes, ya le dije a mamá.
Me puse en alerta al instante.
—¿Qué le dijiste a mamá? —tragué hondo y me sentí ruborizada.
—Qué me quedaría en casa de un amigo —me miró como si me hubiera salido un tercer ojo—. ¿Qué te pasa? ¿No me escuchaste? —bufó antes de echarse a reír—. Siempre odias que te repitan las cosas y ahora estás... Creo que necesitas dormir —se sentó sobre el borde de la cama—. Si necesitas algo me llamas, ¿sí?
Aunque Jimmy había entrado a mi habitación en un momento inoportuno, tenía curiosidad de saber a dónde iría y qué haría en realidad.
—¿Desde cuándo te quedas en casa de otro amigo que no sea John?
— Desde que descubrí las andadas de Jesse no he vuelto. — Me dice con normalidad. — Seguimos siendo amigos y hasta ahora no me ha preguntado las razones. Tiene novia y está distraído. Es mejor que sea así y no me pregunte el porqué no he vuelto a quedarme.
«No debí seguir llevándole la corriente para hablar. Mala idea, Nere». Me regañé en mi subconsciente.
Jimmy era tan espontáneo y travieso. De los dos, él era el más extrovertido, alocado y avispado. Bueno, al menos eso creía hasta que un blanquito de ojos verdes interrumpió mi tranquila y pacífica vida.
—No tienes que dejar de ir por eso —me encogí de hombros—. Me da completamente lo mismo que sea hermano de Jesse, ya que él me da igual.
— Vaya... — Volvió a recostarse sobre la cama con diversión. — En serio que el cirujano te tiene en las putas nubes. — Sonrió y yo me ruboricé por completo al mirar levemente el armario.
Seguía pensando que mi padre podría encontrar la probabilidad de que pudiese vivir en Marte cuando pasaran situaciones como las que vivía en el momento.
—Jim —le advertí.
— ¿¡Qué!? — Alzó las manos en rendición. — Puedo entenderlo, Nere. Por lo que me has contado...
—¿No tenías que irte? —lo interrumpí y mis mejillas estaban calientes.
—Sí, pero necesitaba la hora del chisme en el día. Ya sabes que no es lo mismo por teléfono.
Bajé la cabeza, sin saber qué decir o qué excusa inventar.
—Oye, ¿qué coño te sucede? No tienes que pasmarte por eso —negó divertido—. Créeme, lo entiendo. No es cualquier tipo ni mucho menos. Sin mencionar que operó a mamá —se levantó de la cama—. Además, es bien parecido y...
— ¿En serio estamos hablando de esto?
—Sí, Nere —se encogió de hombros—. El hecho de que el tipo esté a un nivel demasiado superior al de Jesse, me deja tranquilo.
Me crucé de brazos y lo miré con una expresión súper indignada.
—Ah, ¿no me digas?
—Pues, sí —se acercó, plasmando un beso sobre mi frente—. Además, es médico. ¿Qué no sabes? Hay una probabilidad bastante elevada de que sea aceptado por nuestros padres en un tiempo aproximado de veinte punto tres segundos. Claro, si tomamos en cuenta que tienen que creérselo en el momento.
—No es así de fácil.
— Lo es. — Miró la tarea al abrir el libro de biología por un momento. — El tipo debe estar podrido en dinero.
—Eso suena muy interesado.
— Es un comentario muy interesado, sí. — Asiente pensativo al achicar los ojos. — Pero también es uno muy realista y no fallo en esos puntos. — Sonríe con suficiencia y arrogancia. — Oye, ya que la palabra "interesado" salió de este tema... ¿Has visto la jodida belleza que está aparcada a unos cuantos metros de nuestra calle?
«¡Mierda, su vehículo!».
—Mmm, no. ¿De qué hablas?
— ¡Del jodido jaguar que se encuentra en la acera donde está la casa que anda en remodelación! ¿¡No lo has visto!?
Cerré los ojos, tratando de regularizar mi respiración. Se detuvo en el marco de la puerta al mirarme con despreocupación.
— Alguien se debe haber ganado la lotería en esta marginada calle o... — Se detuvo al hablar y me sonrió con picardía al abrir los ojos grandemente.
Bien sabía yo, que mi hermano Jimmy tenía una mente muy brillante también. Así que no sé porque pensé que ocultar a Adrián funcionaría.
— Dime que no es cierto. — Bajó el tono de voz con los ojos engrandecidos. — Dime que el cirujano no está detrás de las puertas de ese jodido armario. — Bajé la cabeza y una sonrisa estúpida se me escapó por los nervios. — ¡A... acabo de hablar de su posible fortuna y la palabra "interesado" estuvo en nuestra jodida conversación!
—Bueno, tú mismo dijiste que era algo muy realista —mordí la uña de mi dedo pulgar muy nerviosa—. Literalmente, realista...
Las puertas del armario se abren con suavidad y Adrián sale con suma normalidad. ¿En serio? ¿Cómo puede estar tan fresco y natural en esta vergonzosa situación? Pone las manos en los bolsillos de sus jeans y se acerca a nosotros.
— Sabía que no funcionaría. — Adrián se encogió de hombros y sus ojos brillaban con naturalidad.
Jimmy se quedó estupefacto y lo observaba con asombro. En serio, hay veces que podía entender el efecto que éste espécimen causaba a cualquier persona. Con esa mezcla tan angelical y adorable podía caerle bien a cualquiera. Comencé a odiar el hecho de que mi hermano quizá tenga razón con lo de los veinte punto no sé qué...
—Hola, Jimmy. Soy Adrián —le estrechó la mano a mi hermano con total amabilidad—. Lamento mucho que nos hayamos tenido que presentar en estas circunstancias y no sé si me...
— ¡Por Dios, Nere! ¿¡Le ofreciste un vaso de agua aunque sea!? — Mi hermano interrumpe su explicación y le estrecha la mano con desesperación y asombro.
—Yo... —no sabía qué decir o hacer—. No —hice una mueca confundida.
— ¿¡Estás loca!? — Jimmy me mira cómo si yo no tuviera modales. — ¡Él operó a mamá! — Me recordó, cómo si yo no supiera dicho asunto. — Te ofrezco algo de beber, Adrián.
Él sonrió con amabilidad e inocencia. Mi mandíbula estaba a punto de caerse al suelo.
— Con gusto acepto. — Accede y sigue a mi hermano a la cocina.
¡No puede ser! ¡De verdad que no puede ser! ¡Ahora se pasea por la casa cómo si nada! ¡Y yo no termino de asimilar todo esto!
Los dejé solos por unos minutos y con prisa cubrí mi pijama con un cubre batas. Quizá debí hacerlo cuando Adrián llegó, pero era en lo menos que estaba pensando. Cuando fui hacia la cocina, vi a mi hermano rebuscando en el refrigerador como un desesperado.
—Debe haber algo mejor que...
Adrián ríe con amabilidad.
—Con un vaso de agua estará bien.
—¿Seguro?
Adrián asintió y mi hermano le sirvió un vaso de agua. Me estaba resultando gracioso que Jimmy se sintiera cohibido por su presencia.
— ¿Qué te trae por aquí? — Jimmy preguntó, cómo si no fuera obvio. — Lo sé, Nere. — Ahora se dirige a mi. — Pero es una buena excusa para formar una conversación en un momento incómodo, y estoy seguro que él es el tipo de persona que responderá con sinceridad y así se continúa.
—Este chico me cae bien —el ojiverde me susurró, pero aun así Jimmy lo escuchó con diversión.
Mi hermano nos sonríe con suficiencia, y entonces, supe que Adrián se había robado su encanto. Supe que la conversación que habrá en este momento, Adrián la utilizaría a su conveniencia para ganar territorio.
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