Capítulo 48 | Parte 2.

Capítulo 48.

Una vez que Adrián comenzó a conducir y nos dirigimos hacia la avenida principal, no dudé en continuar con mi pequeño plan de conocer más detalles por su parte. Sin embargo, él también parecía dispuesto e interesado.

El reproductor de su vehículo estaba en un bajo volumen. Casualmente, en la emisora de las noticias, las cuáles hablaban sobre la tasa de muertes que el MERS-Recov2 había causado a través del tiempo que empezó a dispersarse. Casi medio millón de personas habían perdido sus vidas por el potente virus de cepa regenerada en el Medio Oriente.

Aunque estaba con Adrián, no podía evitar escuchar con atención los detalles noticiosos. Mi cuerpo me hacía sentir un presentimiento que, inexplicablemente, me resultaba angustioso.

— Aún no puedo creer que Jimmy haya golpeado a Jesse y que tú lo hayas bofeteado. — La voz de Adrián vuelve a llamar mi atención al comprobar que Jesse le había contando los detalles que surgieron ayer. — Fue un acto... valiente, pero peligroso. ¿Y si te hubiera hecho daño? ¿A caso quieres que yo sufra de taquicardias constantes? — Su voz era calmada y contenida, aunque parecía que me estaba regañando.

— Es lo menos que se merecía. — Le comento al mirar por mi lado de la ventanilla, recordando que también había defendido el honor de él en cuánto a las humillaciones que sufrió cuando era un chico. — ¿Te llamó para decirte las quejas? — Rio, pero a él no le hace gracia.

— Quería que lo revisara.

— Y no lo hiciste. — Asumí.

— De todas maneras, no importa las circunstancias en las que hubiera recibido esos golpes por sus propios problemas, no tenía tiempo para sus pendejases.

— Supongo que debe haberse puesto peor cuando no vio a su "querido amigo" tan interesado en atenderlo. — Le hice ojitos de forma teatral, y por primera vez, ríe abiertamente.

— En primer lugar, fue una llamada. En segundo lugar, tienes razón. — Confiesa. — Se ha enfurecido aún más. — Me mira por unos segundos al enarcar sus cejas. — Pero no porque yo no haya querido atenderlo, sino porque estuve de tu lado.

Me sorprendo al instante y lo miro con más interés. Detiene su vehículo en un semáforo cuando cambia al color rojo. Suspira con cierta inquietud. Aún con sus gestos abrumados, se veía hermoso.

— No podía soportar que hablara de ti y de tu familia como lo hacía. — Continúa. — Dijo que tu familia está siendo un estorbo entre él y tú. — Niega para sí mismo, con su vista fija en la carretera. Estaba tenso a pesar de que el vehículo continuaba detenido. — Simplemente, no pude evitarlo. No pude quedarme callado.

— ¿Te lo reprochó? — Le pregunté al achicar los ojos con suma curiosidad.

Saber que Adrián defendió a mi familia, causaba que mi pecho se comprimiera y se relajara repetidas veces por la emoción.

— ¿Qué si me lo reprochó? — Sonríe como un niño engreído. — Asumió que todavía me gustas. — Pellizca mi nariz con dulzura.

Mi cuerpo reacciona a esas palabras y a su pequeña acción. Todavía no me acostumbro a que acepte abiertamente que me quiere y deje mostrar su posible enamoramiento hacia mí.

— Inclusive, llegó a gritarme que te amaba y muchas estupideces más que no vienen ni al caso. — Me mira de soslayo al confesar ese detalle.

— ¿Le dijiste algo al respecto? — Volví a preguntar y él trago saliva, lo cuál me resultó extraño.

— Lo necesario para fastidiarlo aún más. — Miro su sombría expresión. No gira su rostro para mirarme a los ojos ante su comentario.

— Entonces, ¿sabe que yo te gusto?

— Algo... así.

— No entiendo ese: "Algo así." — Enfatizo.

— Bueno, la realidad es que intentó humillarme con una situación irónica. — Ríe y disfruta consigo mismo la situación. — Me preguntó si todavía él tendría que vivir la experiencia de pillarme en plena masturbación mientras te pienso. — Se encoge de hombros con despreocupación. Obviamente, yo me sonrojo. — No fueron exactamente sus palabras, pero fue lo que quiso decir.

Suelto un par de carcajadas al continuar mirando por la ventanilla de mi lado, mientras las noticias para mí se habían convertido en un simple sonido de fondo.

Jesse no podía ser más imbécil de lo que ya era. Todavía me afecta mucho que quiera intentar humillar a Adrián.

— ¿A quién se le ocurre decir algo tan incierto como eso? — Rio y niego con la cabeza. — Sólo a Jesse.

Siento que Adrián me observa desde su posición con cuidado y seriedad.

— Lo que ha dicho, no es incierto. — Susurra.

Giro mi cabeza tan pronto me corrige. Tenía que ver sus expresiones para saber qué tan cierto es lo que afirma.

— Espera... ¿Qué? — La mandíbula casi se me cae.

— No es incierto. — Vuelve a decir con cierto esfuerzo y rubor. — Yo... lo hacía constantemente cuando te pensaba y comenzaste a crecer. — Suelta un suave suspiro al continuar. — Jesse me asfixiaba todo el tiempo cuando era un chico, así que ya podrás imaginarte la poca privacidad que yo tenía para respirar de su presencia y para poder verte tranquilo.

— No pue... No puedo creerlo. — Digo sorprendida y más ruborizada aún.

Al detenernos en otro semáforo me mira a los ojos.

— Lo siento. — Se disculpa sinceramente. — Tampoco es mi intención decírtelo de una manera tan... cruda y vergonzosa. Yo era un chico inexperto en aquel entonces, y manejar mis desviaciones era desconocido para mí. Ni siquiera sabía con exactitud lo que realmente estaba sucediendo conmigo. — Se encoge de hombros. — Pensé que eran cosas de adolescentes, pero después yo lo hacía con mucha más frecuencia. — Frunce el ceño. Le cuesta contarme todo esto. — Casi todos los días.

Evidentemente, esto que me decía no era usual. Es decir, lo que hemos vivido, sentido, y transmitido, el uno por el otro, nunca ha sido usual. Y más cuando sus desviaciones y trastornos estaban jugando un papel muy importante entre nosotros, lo que hace todo esto más inusual.

Comenzaba a comprenderlo mucho más, a ponerme en su lugar. De alguna manera, él había tenido que lidiar con sus demonios y también con los de una persona que lo había fastidiado por mucho tiempo; Jesse.

Sé que la vida de Adrián no debe haber sido fácil desde un inicio, pero también presiento que debe haber mucho más sobre él y su pasado para haber desencadenado unas parafilias profundas y unos trastornos compulsivos que lo llevan a comportarse tan controlador, manipulador, y calculador.

Sé que no ha sido su culpa la vida que le ha tocado vivir, y también sé que él no eligió ser así, pero él tendría que aprender que todo no puede ser siempre a su manera ni como quiere.

Desde que nos conocimos, siempre mostró extrañas actitudes y comportamientos a través de la belleza que siempre le había hecho justicia desde que éramos chicos, lo cuál me hace preguntarme...

"¿Cómo son sus verdaderos padres en actitudes y comportamientos? ¿Cómo será su verdadero padre? ¿Adrián tendrá un gran parecido a él?" Mi subconsciente y yo estábamos ávidas de respuestas, pero es difícil preguntarle en momentos como éste, y más cuando no parece soportar ese tema en específico.

Estaba claro que tenía un fuerte parecido a la mujer que lo trajo al mundo. Hasta había heredado sus ojos, pero...

"¿Cómo sería su verdadero padre? ¿Por qué ambos decidieron abandonarlo?"

Un dolor se agolpa en mi pecho de tan sólo pensar que él, y sólo él, ha cargado con ese martirio durante toda una vida. Sin contar que Jesse nunca paraba de decirle que era un bastardo.

"Todo va teniendo mucho más sentido para mí." En mi subconsciente buscaba encajar todas las piezas.

— Aly, ¿estás bien? — Adrián interrumpe mis pensamientos. Achica los ojos al mirarme por unos segundos. Me doy cuenta de que estoy sujetando su mano con vehemencia. — ¿Qué sucede, pequeña? — Está atento. Quiere saber lo que estoy pensando.

— Ah... Yo... — Dudo de soltar su perfecta mano, pero lo hago con timidez. — Yo estaba pensando en toda nuestra situación. En todo lo que nos ha llevado hasta aquí. Ya sabes...

No se rinde. Con el ceño fruncido, sujeta mi mano y la acaricia sobre mi muslo.

— No te tortures así, por favor. — Me dice al intentar mantenerse calmado. — Ojalá entendieras que siento cada estado de ánimo que desbordas. Sufro cada uno de tus cambios de sentir y pensar. — Eleva mi mano y la besa con protección. — Espero que ya puedas entender que lo que siento por ti no es simple, común, o usual. Te aseguro que cada antítesis de esas palabras, describirían mejor la profundidad absoluta de mi sentir por ti.

— Es que aún tengo tantas preguntas sobre ti... — Murmuro por lo bajo y presiona mi mano con calidez, aferrándose a ella.

Se mantuvo en silencio por un rato considerable. Cuando el trayecto era más cercano hacia su casa, asimiló lo que en cualquier momento sería inevitable.

— ¿Qué quieres saber? — Preguntó con seriedad y no dudé en responderle.

— Empezando por el tema de: "Nuestra querida amiga Amanda..." — Mi sarcasmo lo hace poner los ojos en blanco, pero no deja de sujetar mi mano. — ¿Qué tanto tiempo llevas sin tener nada con ella? Dijiste que lo que surgió entre Amanda y tú tampoco había sido por mucho tiempo. Quiero saber más de eso al respecto.

— Te había dicho que las cosas entre esa mujer y yo comenzaron a surgir cuando terminé mi residencia en la escuela médica de Harvard y regresé aquí. Ya casi tenía treinta años, ¿bien? Jamás se me ocurrió la idea de que volvería a verte. No obstante, y para responder a tú pregunta, no tengo ningún tipo de interés sexual por ella desde hacen bastantes meses atrás, antes de que yo volviera a verte. — Intenta prestarme atención a mí, aunque conduce con cuidado y eficiencia. — ¿Eso responde a tu pregunta? Desde hace mucho tiempo que ya no tengo ningún tipo de interés. Y lo mejor de todo, es que desde antes de que volvieras, no me interesaba. Así que espero que dejes de torturarte con eso ya, Aly.

Asiento. Lo miro sinceramente. Era el momento de atreverme a preguntarle una curiosidad que me carcomía.

— Entonces, si a Amanda le impusiste las condiciones que le recalcaste a las demás... ¿Ella tuvo que aceptar que la llamaras por mi... nombre?

— Sí. — Acepta tranquilamente. — No sólo tuvo que aceptar eso, sino que también aceptó todas las condiciones que yo necesito cuando pienso en ti.

Aunque eso me causa una impotente furia interna, soy capaz de mantener la calma para proseguir e intentar comprenderlo mejor.

— Y... ¿Puedo saber todo lo que necesitas en ese aspecto? Ya he ido conociéndote íntimamente, pero me gustaría saber si hay más. ¿Hay más cosas que necesitas hacer en base a tu comportamiento tan abrumante?

Traga saliva y esquiva mi mirada, intentando concentrarse en la carretera y el tráfico.

— Puede. — Susurra débilmente.

— ¿Podemos hablar de eso?

— Podemos. — Acepta al asentir con inquietud. — Cuando regrese. ¿Sí? — Vuelve a mirarme a los ojos por unos leves segundos.

Asiento muy atenta y curiosa.

— Entiendo perfectamente el hecho de que hayas visto a Amanda como tu mejor amiga durante mucho tiempo. Sé que... Mierda. — Murmura con frustración. Le cuesta decirme todo esto. — Sé que no es para nada agradable saber que tu hombre haya tenido una estupidez con ella. Todo lo que te he dicho, sobre que no tenía ni la menor idea de que te volvería a ver, es cierto. Pero te aseguro, que no soy como Jesse. Aunque me lo hayas gritado a los cuatro vientos y me haya dolido. No soy como él, y procuro no serlo jamás. Nuestra amistad ha sido en base a la conveniencia, porque en algún tiempo determinado no me quedaba más remedio.

— ¿Mi... hombre? — Trago saliva.

— Tu hombre. — Presiona mi mano con seguridad. Sonríe un poco, mirándo la carretera. — De todo lo que te he dicho, ¿es lo único que has escuchado?

— Puedo escucharte y darle énfasis a lo que más me importa. Puedo hacer varias cosas a la vez, Andy.

Él sonrió dulce y levemente, aunque sentí una extraña intranquilidad que irradiaba de su cuerpo. Su mano sujetando la mía estaba temblorosa, y si algo tenía muy claro era que a Adrián no le temblaban las manos por cualquier tontería.

— Pase lo que pase... — Vuelve a presionar mi mano con calidez. — Quiero que recuerdes que mi fascinación y mi debilidad por ti, siempre ha sido y será la misma. Ni siquiera mi pasado, o las mujeres que han estado conmigo en ese aspecto tan vacío de sentimientos y lleno de condiciones consensuadas, han cambiado que tu seas mi mayor deseo.

Sus palabras me alentan un poco, y aunque aún no nos hayamos reconciliado, él sabe lo que quiero. Al detenernos en un atascado tráfico, lo miro a los ojos y acerca su rostro a unos centímetros del mío. Luego, sus labios tocan los míos con suavidad mientras las noticias de la emisora eran como un eco a lo lejos.

Él posó su pulgar sobre mi barbilla con delicadeza. Al despegar su boca a unos milímetros, sonríe com dulzura.

— Esto de besarnos y continuar peleados está funcionando. — Le susurro sobre sus dulces y cálidos labios que se mantienen sobre los míos. Sus hermosos ojos se entrecierran un poco.

— Cualquier cosa me basta y me funciona contigo, si te tengo así. — Acaricia mi mejilla y ambos somos capaces de volver a besarnos inocentemente al unísono, mientras la poca claridad del atardecer culminaba.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top