Capítulo 43 | Parte 1.
Capítulo 43.
Abrí los ojos repentinamente, pero Adrián ya no estaba. Me había avisado que saldría con su padre mucho más temprano, a diferencia de todos los demás. Un leve sentimiento de decepción se formó en mi pecho y en mi vientre al ver que de verdad se había ido.
Nunca olvidaría todo esto que sentía por él cuando estábamos juntos. A pesar de que me sentía estúpida por estar soportando misterios que, claramente, él podría decirme, estaba aceptando darle el tiempo que necesitaba para abrirse conmigo.
La alarma de mi teléfono sonaba sin parar. Con cierta agilidad, me giré para tomar el artefacto y desactivarla. Antes de quedarnos dormidos por completo, le había dicho a él que programara la alarma de mi teléfono. Al tenerlo en mis manos y desactivar el molesto ruido, me di cuenta de que tenía varios mensajes de mi familia y de mis amigos. Sin embargo, los primeros que leí fueron los de mi familia:
[Hermanita, ¿te quedarás en Miami? Lamento decirte que mientras no te licencies en medicina, seguirás siendo pobre. Hora de traer tu culo a la isla.]
Instantáneamente, se me forma una tremenda sonrisa en mis labios. Jimmy se tomaba todo de manera muy bromista.
No obstante, también había varios mensajes de mis padres:
[Ésta noche una taza de café y nos ponemos al día con los bochinches.
Papá.]
Solté varias carcajadas y negué con la cabeza.
"Mi amor, te extraño muchísimo. Es hora de que regreses con mamá".
Puse los ojos en blanco al leer el mensaje de mi madre.
Suspiré con cierta felicidad al leer a mi familia tan especial y única. Los cuatro somos cómo los mejores amigos inseparables y yo estaba consciente que esto no sucede a menudo con las familias.
Luego había varios mensajes de mis compañeros del internado y de Amanda. Les respondí a cada uno mientras estiraba mi cuerpo algo adolorido.
Al girarme hacia el lado donde durmió Adrián, me di cuenta de un detalle que no vi al despertar. Me quedé congelada y mi corazón latió con más fuerza.
Había una tarjeta dorada escrita a mano y una rosa blanca. Parpadee rápidamente y tome la rosa con una sonrisa. Mientras rozaba los suaves pétalos en mi nariz, leí la tarjeta dorada.
Las mejores noches que he tenido; han sido contigo, aunque hasta el momento sólo sean dos.
Despertar en la mañana y verte dormida entre mis brazos, se sintió gratificante. Lamento no haberte despertado junto conmigo, pero realmente quería que descansaras un poco más.
Nos veremos en Puerto Rico, mi pequeña.
Andy.
Me enrollé entre las sábanas con sumo placer y gozo, mientras el aroma de Adrián que estaba impregnado me hacía recordar las horas pasadas que habíamos tenido juntos.
🔹
Me había duchado en el baño de la lujosa suite que Adrian había reservado. Me estaba poniendo unos jeans negros y ajustados, y una bonita blusa morada con un poco de escote.
Cuando me levanté hace un rato de la cama, me percaté que Adrián me había comprado varias vestimentas para salir de aquí. Había dejado una bolsa llena de ropa nueva sobre el sofá. Él pensaba en todo y aún no me acostumbraba a todos sus detalles tan perfeccionistas.
Me senté en la cama, mientras me ponía mis nuevas converse moradas y blancas. Sonrío para mí misma al darme cuenta que se acuerda de mis gustos, aunque supongo que no olvidará mis calzados casuales favoritos cuando le había dicho "tonto" por unos parecidos el primer día de el internado.
El televisor de la habitación estaba encendido en el canal de las noticas en la mañana. Aunque no miraba lo que presentaban, escuchaba con cierta atención.
Además de las noticias matutinas de siempre, informaban sobre las nuevas estadísticas y probabilidades sobre una expansión masiva del virus MERS Recov2, rebasando los países del medio oriente y pudiendo afectar a muchas regiones de Europa. Esto ya no era alarmante, ahora es más que preocupante. Podía recordar que ni siquiera el virus de la gripe porcina había avanzado tan rápido, aún cuando llegó a ser pandemia.
Desde hacía varios meses, sentía un extraño presentimiento sobre el tema. No tenía idea si existía la probabilidad de que la expansión del virus pudiese llegar a mi país o hasta donde me encontraba actualmente, pero quería cerciorarme y estar preparada para cualquier evento sanitario.
🔹
Me tomé mi tiempo para llegar a la habitación donde me estaba alojando. De hecho, ya había recogido mis cosas. Al parecer la mayoría de mis compañeros se amanecieron en la fiesta y apenas veía movimiento mañanero. Eso me aliviaba bastante, así no tendría que enfrentar miradas curiosas o preguntas, puesto que probablemente nadie se había dado cuenta.
Guardo la ropa que Adrián me había regalado, mientras intento cerrar el maldito equipaje. Mierda, creo que se había pasado en comprar tantas piezas de ropa para un sólo día. Está loco, pero tendré que pagárselo de alguna manera.
Tocaron la puerta y me dirigí hacia esta rápidamente. Al abrirla, me encontré a Gloria y su expresión parecía intranquila. A pesar de que me di cuenta de que algo no estaba bien con ella, le sonreí cálidamente y abrí completamente para que pasara. Le di la espalda y caminé de regreso hacia la cama, donde reposaba mi enorme equipaje.
—Glory, lamento no haberte...
— Amiga, no tienes que disculparte por nada. Sé que no volviste a verme en la fiesta y la verdad es que tuve un pequeño conflicto.
Achiqué los ojos con suma curiosidad por su repentina información.
«Vaya, no se había dado cuenta de que yo también desaparecí el resto de la noche».
Iba a disculparme, pero ella se adelantó con sus detalles. Se sentó sobre la cama y apoyó las manos sobre sus muslos.
«Mierda, de verdad no estaba bien».
Rodeé la cama y me senté junto a ella. No dije absolutamente nada, porque sentía que estaba a punto de contarme los detalles de ese conflicto que había mencionado.
—Nere, todo esto está siendo una mierda para mí —espetó sin más.
—¿Qué? ¿Por qué dices eso? —posé mi mano sobre su hombro.
—¿Alguna vez has sentido cómo alguien deslumbra tu pequeño mundo, aunque quieras ser realista y firme? —las lágrimas comenzaban a formarse en sus ojos.
De momento, no tenía palabras para mi compañera. Todo estaba sucediendo tan repentinamente y, aunque sabía a qué se refería, traté de ser comprensible.
—Yo... —en ese preciso momento, recordé las situaciones que había tenido con Adrián, en cómo su insistencia me llevó a ver más allá de lo que pensaba—. Eso creo, sí —logré articular en un tono inseguro—. Gloria, sé que probablemente crees que eres la única que pasa por esa situación. Sabes a qué me refiero y no soy ciega, amiga.
Sus ojos marrones estaban concentrados en mí.
—Te gusta Damián y ahora mismo está siendo un problema para ti —comencé a asustarme cuando no decía nada, cuando su silencio duró largos minutos. Crucé mis manos y suspiré con un poco de calma—. ¿Quieres hablar de ello?
Se levantó de la cama con cierta desesperación y me dio la espalda.
— Sólo quiero sacármelo de la cabeza. - Suspiró. — Me ha montado una escena delante de Omar y de su... noviecita.
—¿Qué? —me levanté de la cama sorprendida—. ¿¡Me estás jodiendo!?
— ¡Claro que no! ¡El hijo de puta montó una escena delante de ellos y no parecía importarle! Al menos, así parecía...
—Por favor, dime que el interno está bien —rogué, juntando mis manos.
—¡Claro que lo está! No iba a permitir que las cosas se salieran de control, pero Damián no ponía de su parte.
—¿Qué sucedió realmente?
— Qué el señor perfeccionista fue hacia nosotros y nos regañó sin ninguna razón.
—Entiendo, pero... ¿Qué hicieron ustedes dos para despertar al diablo?
Gloria se cruzó de brazos y caminó en círculos.
—Mi compañero estaba a punto de besarme —confesó.
—¡Mierda!
—Sí, mierda, Nere.
— Eh... técnicamente no diría "mierda" si no hubieras tenido sexo con Damián. — Reflexioné en tono jocoso, para aminorar la situación. — Dado a que si te acostaste con él en este viaje; y que la tal Lily esa sea su novia o lo que sea, más que Omar casi te besa... debo decir mierda.
De repente, la expresión de mi amiga cambió. Nos quedamos mirándonos y a los pocos segundos estalló en carcajadas.
—Nere, amiga. ¿Qué carajo haría sin tus ocurrencias? —me dijo entre carcajadas y me abrazó fuertemente.
Ya que lo pensaba, Adrián me había dicho algo parecido.
¿Por qué carajo lo tengo que tener todo el tiempo en mi cabeza?
🔹
El bus nos había dejado en el aeropuerto. Todos esperábamos pacientemente a que anunciaran nuestro vuelo de regreso a Puerto Rico. Gloria, Kenneth y yo estábamos sentados cerca de la estación del vuelo correspondiente y conversábamos.
— Aún me cuesta creer que el doctor diablo haya tomado medidas desesperadas para interrumpir un tonto beso. — Dijo Kenneth, mientras sonreía maliciosamente y se cruzaba de brazos.
Gloria le había dado confianza a Kenneth y ambos hablaban con naturalidad, lo cual me agradaba mucho, ya que los apreciaba a ambos.
—Lo que lamento es tener que tomar el mismo avión que él, Kenneth. Piensa en algo —inquirió Gloria, como si realmente él pudiera hacer algo.
Sin embargo, yo los escuchaba a ambos mientras sonreía y negaba con la cabeza.
— ¿Y qué diablos quieres qué haga? ¿Qué te meta dentro del equipaje? ¿Qué tire al diablo por la puerta de emergencia una vez que veamos mar boricua? Las ideas que se me ocurren ahora mismo no son lógicas, puesto que estaremos encerrados y volando a más de cinco mil kilómetros de distancia.
—Y ya están anunciando nuestro vuelo —avisé—. Hora de regresar a casa —dije al fin mientras me levanté del asiento y sujeté mi equipaje con una sonrisa.
Ambos siguieron hablando del mismo tema, pero los tres caminamos juntos en todo el proceso. Por suerte, Kenneth no había mencionado ni una sola vez el favor que le había pedido para poder estar a solas con Adrián. Yo prefería dejar que Gloria se desahogara de las impertinencias de Damián y evadir mis locuras por un rato. No podía negar que mi amigo fue discreto y que se había comportado con total normalidad.
🔹
Varias horas habían transcurrido, cuando al fin anunciaron en el interior del avión que ya habíamos llegado a Puerto Rico. Al fin estaba en casa y, de cierta forma, eso me hacía feliz.
Gloria estaba dormida a mi lado. Al parecer, no había mediado ni una palabra con Damián. El vuelo había transcurrido tranquilamente y, de alguna manera, la mayoría de mis compañeros estaban ansiosos por llegar.
Me quité los auriculares de mi teléfono y miré a través de la ventana el mar tropical y cómo volábamos sobre la calurosa isla. Sin pensarlo más, me dispuse a despertar a mi compañera.
—Gloria, despierta —susurré mientras agitaba levemente su hombro.
Después de un par de llamadas más, abrió los ojos con pesadez y se removió, a punto de estirar levemente su cuerpo.
—Mmm... ¿Qué hora es? —preguntó al bostezar.
— Hora de que te des cuenta que mañana regresamos al trabajo con normalidad. — Interrumpió Damián al pasar por nuestro lado en el estrecho pasillo, mientras cargaba una mochila en su hombro. — Mañana tienen práctica en el piso de emergencias y sus turnos comienzan en la mañana. No se olviden que aún no terminan sus rondas en emergencias.
—Por si no te has dado cuenta, ya lo sabemos —espetó Gloria mientras guardaba su teléfono y sus auriculares en una pequeña mochila que reposaba sobre sus piernas.
Damián se cruzó de brazos.
—Debemos hablar. Te espero afuera, novata.
Miré a cada uno, sin saber qué carajo comentar.
—Bueno, yo me adelanto y así tienen más tiempo para...
—No será necesario, Nere —dijo Gloria en un tono cortante—. Si necesita hablar, entonces, que al menos espere que yo termine de bajar de este jodido avión.
Le sonreí forzadamente a Damián y asentí como si todo estuviera normal, pero él estaba intranquilo y su expresión denotaba desesperación.
—Gloria —la llamó.
Sin poder disimular mi impresión, abrí los ojos grandemente al escuchar el nombre de mi amiga en los labios de Damián.
De repente, las manos de una mujer se posaron sobre los hombros del imponente residente, para luego sujetarle una mano con seguridad.
— ¿Nos vamos, cariño? – Preguntó Lily de manera insinuante, mientras nos ignoraba a ambas.
Damián no parecía seguro al responder, pero luego asintió levemente y se adelantó con cierta prisa, dejando a Lily varios metros atrás. Los seguí con la mirada hasta que se perdieron de mi vista.
Siento un poco de rabia al ver cómo se comportan delante de mi amiga. Lo único que esperaba por parte de la tal Lily esa, era que no jodiera la existencia de mi amiga y compañera.
Me levanté con firmeza y colgué sobre mi hombro la pequeña mochila que traía. Miré a Gloria con el mayor desinterés posible sobre esos dos.
—No le hagas caso a las mierdas de Damián —posé mi brazo sobre sus hombros de manera cálida y cariñosa—. Ven, hora de irnos a nuestras casas y tomar un verdadero descanso.
Ambas salimos del avión y caminamos un trayecto bastante extenso para poder pasar por el protocolo del aeropuerto, hasta que al fin llegamos hasta donde nos recogerían nuestros familiares. Por alguna razón que aún no conocía muy bien, Gloria prefirió no hablar con Damián.
Muchas personas esperaban que las recogieran, mientras que los vehículos llegaban y se alejaban. Gloria estaba a mi lado y hablaba por teléfono. Mi vista iba dirigida hacia los vehículos, con la esperanza de ver a mis padres, pero no era así.
«Qué extraño. Mi padre me había dicho que al mediodía estaría aquí».
Miré la hora en mi teléfono y eran casi la 1:30 de la tarde. Acerqué mi equipaje mucho más a mi cuerpo y continué observando los vehículos que se acercaban. Gloria había terminado la llamada en ese momento y me miró con cierto aire de preocupación.
—Nere, mi tía Lola me recogerá en un par de minutos. ¿Estás segura de que te quedarás aquí esperando? Nosotras podemos llevarte a tu casa si me lo pides. Sabes que no tengo ningún problema con llevarte, amiga.
— Lo sé, Glory. — Suspiré con preocupación, pero debía seguir firme. — No te preocupes, en algún momento llegarán mis padres. Vete tranquila, ¿sí?
No parecía convencida al observarme con detenimiento. En ese mismo instante, mi teléfono sonó con la notificación de un nuevo mensaje:
[¿Has llegado bien?
Dr. AWM]
Mi corazón comenzó a latir con fuerza al mirar el mensaje. Tragué hondo con cierto disimulo y me dispuse a responderle:
[He llegado en perfectas condiciones. Estoy esperando que mis padres me recojan en el aeropuerto.
PD: ¿También ya estás aquí?]
Aunque el ojiverde me ponía nerviosa en todo momento, podía escribirle con más libertad y confianza. Recordé la forma en la que me había reprochado el no haberlo llamado o dejado algún mensaje. Sonreí con satisfacción y mordí mi labio inferior suavemente, porque no podía dejar de pensar en las situaciones que se ingeniaba para convencerme en cualquier aspecto.
—¿Segura que te quedarás esperando? —Gloria volvió a preguntar con bastante preocupación.
Su tía había llegado y la esperaba en el vehículo.
—Sí, Glory —afirmé—. No te preocupes por esto. En cualquier momento mis padres llegarán. Habíamos quedado en que me recogerían y así lo harán. Solo que no sé por qué se han tardado tanto, cuando se supone que ya estén aquí.
— Bueno... está bien, pero cuando llegues a tu casa me das una llamada. Al menos, para saber que llegaste.
—Lo haré —asentí con una sonrisa.
Una vez que Gloria se marchó con su tía, sujeté mi equipaje y tomé asiento cerca de la acera. Luego leí el próximo mensaje:
"¿Cuánto tiempo llevas esperando? Lo siento, pequeña.
P.D. Sí, he llegado hace un par de horas atrás.
Dr. AWM".
«¿Qué lo sentía?». Sonreí y negué con la cabeza. «¿Cómo era posible que se estuviera disculpando por algo que no estaba en sus manos?».
En ese mismo instante, le respondí:
"Andy, no tienes que disculparte de nada. Además, sé que tienes asuntos importantes que resolver".
Al enviar el mensaje, tuve una respuesta inmediata:
[No te preocupes. Tu padre está en camino.
PD: Debo disculparme, por haber dudado desde esta mañana en enviar personalmente a que te recogieran en el aeropuerto.
Dr. AWM]
¿Qué? ¿De verdad se le había ocurrido enviar a alguien a recogerme? ¡Está loco! Además, ¿¡cómo carajo sabe qué mi padre está cerca!?
Con extrema curiosidad, le envié otro mensaje:
"¿¡Te has vuelto loco!? ¿Cómo que pensabas enviar a alguien a recogerme?".
Pulsé "enviar" mientras sentí que un vehículo se acercó y se detuvo delante de mí. Era mi padre.
«Mierda, Adrián tenía razón. Justamente, mi padre acababa de llegar. Era extraño, porque, irónicamente, estaba solo».
Me levanté y arrastré mi equipaje como pude. Mi padre salió del vehículo y cargó mis pertenencias hasta colocarlas en la cajuela. Entré y me senté sobre el asiento del copiloto. Me puse el cinturón de seguridad, mientras que mi padre terminaba de acomodarse sobre el asiento del conductor.
—Hija, lo lamento tanto. Yo... Lo siento —se disculpó muy preocupado.
—Papá, no es nada. ¿Qué te sucede? ¿Estás bien? ¿Mamá y Jimmy están bien? —pregunté con preocupación.
— Todo está bien, cariño. Tuve un percance en el trabajo y he tenido que presentarme. — Suspiró con alivio al verme junto a él.
—Pero, papá, hoy es domingo.
— Sí, bueno... Ya te puedes imaginar cómo son los dueños de los aseguradores de las tarjetas de salud.
«Vaya, al parecer todos tenían alguna excusa para evadir simples respuestas».
Últimamente, todo me parecía de lo más extraño. El ambiente parecía cargado y sentía que no todo estaba bien.
— Aún no entiendo porque decidiste quedarte en ese trabajo. Amas la investigación y la ciencia, me cuesta creer que te adaptaras tan rápido a ese trabajo.
Y era cierto, ya que mi padre siempre se había dedicado a la investigación científica. Fue uno de los principales científicos en una base militar que se localizaba a un par de horas de nuestro hogar.
—Lo sé, cariño —aceptó mientras conducía—. Lo único bueno de este trabajo es que puedo estar más tiempo con ustedes y con tu madre —sonrió para sí mismo.
—¿Y no te han llamado más de la base militar? —pregunté con evidente curiosidad.
— Bueno... no.
— ¿Estás seguro?
Mi padre asintió, mientras conducía con más tranquilidad. Siempre amó su trabajo anterior y se dedicó por muchos años a trabajar para la base militar. Aún recuerdo cuando era tan sólo una pequeña y mi padre tenía que partir muy temprano al trabajo. Casi nunca podía verlo los días en semana, porque regresaba demasiado tarde. También recuerdo cuando mi madre me enseñó a tomar el bus por las mismas razones; porque apenas teníamos un sólo auto para movernos y mi padre era el que mayormente lo usaba para trabajar, ya que en aquel tiempo mi madre no tenía trabajo. Fue entonces; cuando conocí a Adrián por primera vez, cuando apenas era un niño que sufría burlas e insultos.
Carajo, aún no puedo creer lo despistada que he sido con esto. Probablemente, para él yo habría sido una amiga o una figura importante por mucho tiempo en ese proceso que vivía, y yo jamás me di cuenta de la situación.
Suspiro lentamente, mientras miro el soleado exterior y los autos pasar. Mis pensamientos eran un constante lío en mi cabeza. Al menos; había recuperado a ese amigo, a ese niño hecho hombre.
Mi padre me contaba los acontecimientos que habían sucedido en la familia y el cómo iban las cosas en casa. Gracias al cielo, todo estaba perfecto en mi humilde hogar y eso era lo más que me importaba. En ese momento, mi teléfono volvió a sonar y supe que Adrián me había respondido:
[Anoche te había dicho; que si se trataba de ti, suponía que estaba loco. Lo interesante de todo esto; es que, más loco me tienes al recordar cómo gritabas anoche.
PD: En mi casa tengo personas que trabajan todo el tiempo. Más bien, no hacen nada esperando que les de alguna instrucción. No te preocupes por eso, son cómo mi familia y de verdad no sería una molestia.
Dr. AWM]
Miré de reojo a mi padre, pero seguía hablándome y no se había dado cuenta de mi rubor. Sólo asentía con cierta atención a lo que me decía, pero también la mitad de mi atención era para los mensajes en mi teléfono. Mierda, ¿cómo es posible qué sea tan espontáneo y descarado para escribirme mensajes tan directos?
"No sé qué me sorprende más; si el hecho de que pensabas enviar a no sé quién a buscarme, o que ahora que estás doblemente loco te haya inspirado para expresar tus descaros a mi bandeja de mensajes".
Sonreí para mis adentros, antes de presionar "enviar". Pude imaginar sus ojos destellantes y su suave sonrisa al leerme.
—Aly, hija —mi padre volvió a llamar mi atención mientras sonreía mirando hacia la carretera—. ¿Estás bien? Pareces agotada.
— Lo estoy, padre. Ha sido un viaje... intenso.
Por unos segundos, su mirada se dirigió hacia mí y luego volvió a mirar hacia la carretera.
— ¿Intenso? ¿Quieres matar a tu padre? Eso puede significar muchas cosas en nuestro dialecto y lo sabes.
—Puede ser.
Parecía pensativo, pero sabía que no iba a presionarme para que le contara algunas cosas ahora. Ciertamente, lo único que quería en este momento era llegar a casa y reencontrarme con mi cama. Anoche no había dormido casi nada, porque estaba pecando con el ángel que me persuade.
«Maldita sea, lo peor de todo era que no me sentía culpable. Al contrario, mi corazón latía con más fuerza cada vez que pensaba en él».
— Tú pronta profesión es... intensa, sí. - Reafirmó para sí mismo y asintió, tratando de parecer normal.
Negué con la cabeza y sonreí.
— Esa expresión no me ayuda a calmarme, hija. — Volvió a decir con extrema exageración y gracia. — ¡Oh, vamos! ¿Hay algo más intenso que dedicarte a lo que haces?
Estaba buscando algunas respuestas y sabía que tenía más que curiosidad, pero primero tenía que comenzar a decirle lo más leve.
— Papá, sé que te prometí que al regresar te contaría con detalles cómo la había pasado en este viaje, pero prefiero llegar a casa y descansar primero. Lo que sí te puedo decir en este momento, es que tengo que ver y hablar con Jesse lo antes posible. Terminaré con él.
Mi padre se sorprendió con lo que acababa de decirle, pero tenía que contarle algunas cosas poco a poco. Confiaba en él y era mi confidente al igual que mi madre, pero que fuese mi padre hacía más tedioso informarle ciertos detalles.
Al enterarse de que tenía intenciones de terminar con Jesse, no comentó nada al respecto y solo asintió. Estaba aceptando con normalidad ese hecho y yo sabía el por qué: Jesse no le caía del todo bien a mi padre y una vez llegó a comentarme que él no le daba buena espina.
«¿Los resultados? Me enteré por mi propio hermano que estaba siendo engañada».
Al cabo de algunos minutos, el trayecto a casa había transcurrido en un tranquilo y cómodo silencio. A pesar de todo, estaba contenta de regresar. Nos encontrábamos a un par de minutos para llegar. Entonces, mi teléfono volvió a sonar. Adrián se había tardado en responder mi último mensaje. Sin embargo, aunque tenía curiosidad de saber qué estaba haciendo en el momento, permanecí tranquila.
[Debería sorprenderte que no te haya retenido esta mañana, cuando me tienes el "doblemente" loco.
Dr. AWM]
Solté un rápido suspiro y sonreí como una tonta, pero luego achiqué mis ojos al darme cuenta de un detalle. No iba a responderle más, porque sabía que posiblemente estaba ocupado, pero aún tenía una pequeña espina que no me dejaba tranquila.
[¿Cómo sabías que mi padre estaba en camino?]
Decidí ser muy breve al enviar el mensaje. Tampoco quiero que piense que soy una paranoica. ¿Es qué a caso me estaba volviendo paranoica? Adrián no tardó en enviar su próxima y última respuesta.
[Continuamos luego, pequeña. Un percance...
PD: Piensa en mi.
Dr. AWM]
Su mensaje me pareció tan breve y cortante, pero decidí no seguir cuestionando lo que diga o no diga. Quizá me estoy yendo muy lejos con esto.
«Al carajo con los percances».
—Hija, ya hemos llegado —me avisó mi padre y elevé un poco mi cabeza para mirar a través de la ventanilla. Al fin había vuelto a casa.
Una vez que mi padre detuvo el auto frente a la entrada, abro la puerta con rapidez y evidente emoción. Mi padre presiona el botón que abre la cajuela y voy directamente por mi equipaje. Sonrío con extrema alegría al agarrar mi equipaje y caminar hasta la puerta principal de mi humilde hogar. Al entrar junto a mi padre, ambos nos congelamos al ver quién estaba en el comedor.
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