Capítulo 42 | Parte 2.
Capítulo 42.
(Jesse)
Era de noche cuando ya me encontraba en mi casa. ¡Maldita sea! ¿¡Cómo es que esto se había salido de control!? En mi despacho, tiro todo lo que se me presenta en el camino, gritando, frustrado por la jodida situación que había sucedido.
Una furia inagotable se apodera de mí con todas las de joder. ¿¡Quiénes se han creído que son los Doménech para que vengan a tratarme como se les venga en gana!? Ese Jimmy... ¿¡Quién carajo se cree que soy para faltarme el respeto de esa manera!?
Esto será más difícil de lo que creí. Recuperar a Nere sería un acto tedioso y molestoso, y más cuando a su alrededor la custodiaban como nunca. ¡Malditos metiches hijos de puta!
Y Nere... ¿¡Cómo se atrevió a levantarme la mano!? Nadie me levanta la mano. ¡Nadie! ¡Y menos una mujer! Toco mi cara con frustración y enojo. Una de mis mejillas arde por la bofetada que Nere me propinó, y la otra me dolía como si me hubieran fracturado algún hueso de la cara.
Camino de un lado a otro, luego en círculos, cubriendo todo el despacho con mi desesperada presencia. Si Nere se cree que esto me detendría en cuánto a reconquistarla, estaba equivocada. Nadie me deja, y mucho menos ella después de la forma que lo hizo.
Alguien tenía que revisarme el rostro. Para mí sería humillante presentarme de ésta manera delante de mis clientes. Saco el teléfono del bolsillo de mi pantalón y tecleo con impaciencia.
— Necesito que vengas a revisarme. — Digo rápidamente cuando Adrián me responde con la voz apagada.
— ¿¡Qué!? No estoy para tus mierdas, Jesse.
— ¡No es una de mis mierdas! ¡Creo que tengo una contusión!
— Algo habrás hecho. — Su frialdad me fastidia aún más. — Escucha... Tengo muchas cosas que hacer y muchas cosas en las que pensar. Ahora no tengo tiempo para tus reacciones quéjicas.
— ¡Me importa un carajo que te encuentres ocupado, Andy! ¡Tienes que revisar mi cara!
Escucho como suspira sin ningúna preocupación.
— ¿Qué ha pasado?
— Me han golpeado. Dos veces.
— No debe ser tan grave. Tengo que irme.
— ¡No, maldita sea!
— Oye, detesto meterme en tus asuntos cuando tienes discusiones con tus acostadas.
— ¡No es ese tipo de asunto! ¡Mierda!
— ¿Y entonces? — Su voz con desinterés hacia mi persona me hace recordar que desde que está en la cima, se cree superior a mí. Presiono el teléfono con fuerza y con ganas de romperlo en mil pedazos.
— ¡El hermano de mi ex-novia me ha golpeado en la cara! ¡Y ella no se ha quedado atrás! ¡Me ha bofeteado como si fuera una basura!
Silencio es lo que recibo por parte de Andy. Siempre he odiado su sequedad cuando se trata de que reaccione a mis situaciones.
— ¡Últimamente los Doménech se creen que pueden venir a humillarme como les da la gana! ¡Pero se equivocan! ¡Conmigo nadie juega!
— ¿Qué es lo que les has hecho?
— ¿¡Qué tipo de pregunta es esa!? ¡Sólo me acerqué para hablar con ella! ¡Necesito hablar con Nere! ¡Pero su familia está siendo un dolor en el culo!
— No hables así de ellos. Son una familia decente y de respeto.
— ¡Son unos metiches! ¡Eso es lo que son! ¡Al parecer, han descubierto que Amanda y yo somos amantes!
— Entonces, tienes bien merecido lo que has obtenido por parte de los hermanos Doménech.
— ¿¡Pero cómo te atreves a ponerte del lado de ellos!?
— Siempre he sido una persona justa.
— ¡Tus justas medidas me las paso por el culo en estos momentos!
— Entonces, ¿para qué coño me llamas?
Aún me fastidia que se haga el creído conmigo, como si él también pudiera humillarme por creerse un estúpido doctorcito riquito de alta alcurnia.
— Al parecer, jamás cambiarás en cuánto a ellos. Y más cuando se trata de Nere. Siempre que se ha tratado de ella me haces quedar como el cabrón de la situación.
— Quizá porque lo eres.
— Todavía te gusta. — Le digo sin convicción, y consciente de que tal vez aún así sea.
Jamás permití que las cosas entre ellos funcionaran, porque él no la merece. Nunca la ha merecido. Una persona como él no merece a una mujer como Nere. Nunca. Además, siempre le gusté a ella primero. Después de que Amanda y yo nos dimos cuenta de la atracción que antes ellos sentían, hemos hecho hasta lo imposible para que no tuvieran ni la más mínima posibilidad. ¡Nere siempre ha tenido que ser mía! ¡Sólo mía! Que Amanda se haya enamorado de Adrián después de conocerlo me ha ayudado a que las cosas resultaran mucho mejor de lo esperado.
— No pretendo hablar de esto por teléfono. — Me habla cortante. — Y mucho menos tengo que hablarte de mis sentimientos hacia ella. Nunca he tenido que recurrir a ti para ese aspecto, y jamás lo haré. Antes, cuando me contenía, era por un patético respeto que jamás debí darte.
Imaginar su cara de engreído me fastidia. Todavía me hiere que me eche en cara, sin una sola palabra, que es quién verdaderamente moja las bragas de todas las mujeres que se presentan.
— Somos amigos desde siempre y...
— Tus padres son los que me cuidaron mediantemente bien. Así que el mayor de mis respetos es hacia ellos, Jesse. Tú a mí nunca me has dado de comer, así que...
— ¡Carajo, amigo! ¿¡Podrías dejar de ser tan jodidamente cortante!?
— Entonces, no me provoques al mencionar a Alysha.
Me hierve la sangre que a éstas alturas tenga el atrevimiento de hablar de ella como si fuera suya. Andy no es nadie para hablarme así de mi futura mujer.
— ¿Qué? — Comento con sorna al entender que no me apoyaría en esto. — ¿Todavía te haces las pajas pensando en ella? — Rio con fastidio, desahogándome como siempre lo había hecho cuando sentía la necesidad de burlarme de él. — Amigo... no me digas que aún pasaré por la situación de pillarte haciéndote las pajas por ella. Cómo antes... — Rio maliciosamente al notar que hace silencio. Ella le afecta aún. Lo sé.
— Ay, Jesse... — Ríe abiertamente ante mi comentario, cuando se supone que eso le ofenda.
Detesto su absoluta seguridad. Detesto que sepa que tiene a todos comiendo de la palma de su mano. Me fastidia indefinidamente que me alardee su grandeza en mis narices.
— ¿No es cierto, Andy? — Presiono mis dientes con molestia. Intento que no lo note.
— Tal vez sea cierto, aunque la realidad del asunto es que adoraría que ella me las hiciera a mí.
— ¡Eres un bastardo! — Grito con desprecio a través del auricular. — ¡Eres un bastardo de nacimiento! ¡Ella jamás podrá fijarse en alguien como tú! ¡Tú no la mereces y nunca la merecerás! ¡Las personas como tú no merecen a una mujer como ella!
— Tienes razón, pero es más que evidente que tú tampoco la mereces.
— ¡Pero yo la amo!
— ¡No! ¡Yo sí la amo, carajo! — Pierde la paciencia al otro lado del teléfono. Al fin le saqué la información que ya me había imaginado. — ¡La sigo amando como el bastardo que siempre he sido para las masas! ¿Y qué? No puedes culpar la manera en la que fui concebido para decir que no la merezco.
— Mantente alejado de ella, Andy. — Le advierto con decisión. — Es mía. Como siempre ha tenido que ser. — Se queda en silencio y eso me satisface. — Ya he tenido suficiente con saber que se acuesta con un hijo de puta, como para que tú también te quieras aparecer en sus narices.
Ríe a carcajadas a través del auricular y uso mi poco autocontrol para no tirar el teléfono y romperlo en pedazos.
— No acabo de entender cuál es tu inquietud, amigo... — Sus palabras están llenas de jodidos sarcasmos.
Sabe muy bien cuál es mi jodida inquietud. La estúpida cara bonita que tiene no ha hecho más que mejorar a través de los años. Los golpes que recibió de mi parte cuando éramos unos críos, no fueron suficientes para borrar su perfecta cara de engreído hijo de perra.
No podría imaginar tan siquiera que Nere lo mire. No podría hacerme la idea de que ella también termine mojada por éste bastardo, tan sólo porque la vida le había dado la puta suerte de ser atrayente para las masas. Pensar en que Andy capte la atención de Nere me desquicia totalmente.
— ¿¡Por qué me estás tratando cómo una patada en los huevos, Andy!? Estás siendo un mal amigo.
— Aún sigo molesto con el hecho de que te hayas guardado para ti el ridículo noviazgo que pretendiste tener con ella. ¿Por qué me has ocultado tus intenciones de hacer tuya a Alysha? ¿Crees qué soy pendejo? ¿No pensaste que en algún momento me daría cuenta? Tu jugada ha sido muy buena, aunque egoísta. Pero yo también se hacer las mías.
Cuelgo de inmediato. ¡Hijo de puta! ¿¡Cómo puede tener el descaro de hablarme así de ella!? Nada de lo que diga para sacarme de quicio podrá hacer que él la tenga. ¡Nunca! Fue un error haberla presentado aquella vez en la cena con mis colegas. Sabía que ella captaría su total atención. Ni siquiera sé para qué lo llamé en un momento como éste.
Pero de algo sí yo estaba seguro después de haber pasado por toda ésta jodida humillación, gracias a la familia de Nere... Ni ellos ni nadie podrán detener mis planes con ella.
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