Capítulo 4 | Parte 2.

Capítulo 4.

El doctor Jaime Bachéeles se había ido luego de que nos diera el saludo y la bienvenida por el cambio de rondas a cirugía general. Cuando la reunión se dio por terminada, salí de la sala de reuniones al igual que los demás internos.

—Así que esta era la urgencia —le comenté a Gloria al suspirar con cierta impotencia, porque lo cierto era que en eso no podía tener control de la situación.

— No te dije que era una urgencia, te dije que precisamente hoy tenías que darte prisa. — Se ajustó el estetoscopio de animalitos coloridos. — Creo que estas nuevas rondas serán muy interesantes para ti, ¿no? — Sonríe.

—Silencio, Gloria, por favor —miré hacia ambos extremos del pasillo—. No pensé que el próximo cambio sería a cirugía general, aunque debo admitir que me emociona la idea. Es el área que siempre me ha interesado.

— Y supongo que ahora te interesará mucho más. — Se ríe en susurros y pongo los ojos en blanco al instante.

—La verdad es que no pensé verme en esta situación tan de repente, pero... —asentí pensativa, evadiendo su mirada—. Podré con ello.

—Claro —Gloria aún me sonreía muy picara, pero su expresión me demostraba que realmente me creía.

«¿Podría manejar esta situación?».

Esperaba que sí.

«Para acabar de completar, el hombre de mis sueños y amigo de la infancia se convertiría para mí en todo lo que yo deseaba realizar desde que un día me decidí a estudiar medicina, un gran mentor como médico cirujano».

—¿En qué piensas, Nere? —Gloria me sacó de mis leves pensamientos y se cruzó de brazos con una sonrisa que, al parecer, sería imborrable cuando se trataba del tema.

— Qué mi vida es una jodida locura, Dios... — Toqué mi frente, apartando los flequillos que cubrían parte de mis cejas.

🔹

Después de asimilar cómo sería la situación en el hospital de ahora en adelante, Gloria y yo fuimos hacia el ascensor y nos dirigimos hacia la cafetería. Yo ya había desayunado, pero como mi compañera aún no, decidí acompañarla para así conversar un rato. Quería intentar despejar la mente de cada acontecimiento y complicación que se me presentaba. Mientras esperábamos que el ascensor llegara a nuestro destino, continuamos hablando de temas triviales y cotidianos.

En ese instante y antes de que volviera a olvidarlo, decidí responder el mensaje de Adrián:

[No sé porqué no me sorprende el que lo sepas y aún no estés aquí en el hospital. ¿Es que las cosas podrían ser más complejas que toda nuestra situación actual?

¿Dónde estás? El doctor Jaime Bachéeles dijo que tu padre y tú estarían ausentes. Cuando lo informó, pareció como si sus ausencias fueran a extenderse.

PD: Cuando dices: "Eres mía," ya estoy suponiendo que lo dices de manera literal.]

Al presionar enviar, guardo mi teléfono, mientras el ascensor se detiene en uno de los tantos pisos. De repente, una mujer que se me hizo reconocida, entró sin más y se dirigió precisamente a dónde estaba mi amiga Gloria. No disimulaba sus gestos y sus expresiones. Observaba a mi compañera con descaro, como si mi amiga fuera un experimento en proceso. ¿Qué diablos le sucede a esa mujer?

Mi compañera no sabía cómo reaccionar en el momento, y era más que evidente que ella no se esperaba que la tal Lily entrara al mismo ascensor que nosotras. Las observé cuidadosamente, esperando que hablara la novia o lo que sea que fuese de Damián esa mujer.

Al principio intentó contenerse, pero luego no pudo faltar un comentario despectivo para añadir a la jodida mañana.

— Así que... — Miró a Gloria de abajo hacia arriba con desaprobación. Negó con la cabeza cuando sus ojos se enfrentaron a los de mi compañera. — ¿Tú eras la aventura de mi novio?

— ¿Y tú eres la mujer qué lo dejó plantado el día de su boda, no? — Gloria le sonrió con malicia.

Mierda. ¿Ésta mujer era la prometida de Damián? Carajo, esto no me lo esperaba.

— Lo que haya pasado o pase entre Damián y yo no es de tu incumbencia. — Se cruzó de brazos con una expresión de satisfacción. Miraba a mi amiga por encima del hombro, y si este ascensor no llegaba a nuestro destino, yo no aguantaría más sus tonterías. — Pero sí que te diré algo muy importante, y te conviene acatarlo. Lo que haya pasado entre el Doctor Del Valle y tú tendrás que olvidarlo, porque lo voy a recuperar. — Suspiró sin nada de preocupación de sus advertencias hacia mi amiga. — Ninguna acostada de un rato o por capricho me impedirá volver con mi hombre. Fueron varios años para que te enteres.

—Oye, no son maneras de dirigirte a ella —la interrumpí—. Además, no son temas que deban hablarse en el trabajo.

— ¿Y tú eres... — Achica los ojos y me mira de abajo hacia arriba, estudiándome.

— ¿Por qué coño estas plagas de tipas tienen qué descargarse en pleno trabajo? — Susurré para mi misma, como si hablara sola. Definitivamente,  esta situación me recuerda los conflictos de palabras que yo había tenido con Bárbara Bosch.

— Te estoy escuchando, niña. — Llama mi atención y presiono mis labios. — Te he hecho una pregunta, ¿quién eres?

—Nere, no tienes que...

— Soy la mejor amiga de Damián. — Interrumpí a Gloria al elevar una mano para que no me detuviera. — Pero la pregunta es, ¿tú quién eres para venir a dirigirte así al personal de este hospital? Si usted tiene calenturas ajenas que descargar, no es el lugar ni el momento.

—"¿La mejor amiga de Damián?" —de repente, toda su atención era para mí—. Él nunca me comentó de una "mejor amiga".

—Y no me extrañaría —la reté con la mirada.

Gloria se ubicó a mi lado y cruzó su brazo con el mío, intentando calmar la situación.

— Nere, no te preocupes. Tranquila, amiga. — Susurra y percibo que baja la cabeza, tratando de evadir la mirada de Lily. Yo no quería acceder tan fácilmente al pedido desesperado de mi amiga, y mucho menos cuando vienen a hablarle así de la nada. — Nere, por favor... — Vuelve a susurrame desesperadamente. Intenta tirar con calma de mi brazo para alejarme mucho más de la presencia de Lily. — Es una residente, amiga. No quiero meterte en problemas.

Y, entonces, lo entendí.

«Mierda, tendría que bajar la guardia en este instante».

Me alejé un poco y retrocedí al bajar la mirada con fastidio. Lily se dio cuenta de mi repentino cambio de humor y su sonrisa se tornó un poco arrogante, con suficiencia.

— Me doy cuenta que comienzan a comprender y acatar los lugares y niveles que les corresponden. — Al restregarnos su nivel en nuestras caras, nos da la espalda, esperando que el ascensor se abra en algún piso de este hospital. Ni siquiera me había dado cuenta por el mal humor que casi me hace desatar. — No lo tomes personal, interna. — Mira de reojo a mi amiga. — Sé que entraste a la vida de mi hombre cuando yo estaba ausente, y lo comprendo. Es un hombre muy inteligente y bien parecido. Ahora te toca entender cuál es tu lugar, interna. — El ascensor suena, avisando que las puertas se abrirán en el piso de pediatría. — Qué tengan buen día. — Sonríe. Las puertas del ascensor se abren y sale con extrema despreocupación.

—Pero ¿¡qué se cree esa tipa!?

— ¡Shh! Nere, cálmate. — Gloria sujeta mis manos y me sonríe con tristeza. — No es nada, de verdad. Ella tiene razón.

—"¿¡Razón!?" ¡Eso no le da el derecho de venir a tratarte mal o de hablarte así! ¡No puedo soportar que alguien que se crea superior, quiera venir a humillar a otro!

En ese mismo instante, y como si fuera una cinta grabada en mi cabeza, imágenes se plasmaron en mi mente. Todas ellas a una velocidad máxima, pero pude sentir cada una de ellas como si fuera ayer.

🪶

La música era amena y me calmaba en aquel momento. Estaba acostada sobre la hierba del jardín de mi hogar y bajo el atardecer naranja chillón, leyendo un libro que mi tímido amigo me había prestado. El viento soplaba muy levemente y la suave hierba alrededor de mi cuerpo se movía al compás. Estaba relajada y profundamente concentrada.

Los murmullos de una voz familiar me sacaron de mi armoniosa concentración y, aunque no hablaban tan subido de tono, aun así, pude escuchar:

— No sé que es lo que pretendes, pero si quieres que yo te acepte, debes entender y tener en cuenta que siempre has sido un agregado en esta casa. — Jesse le hablaba a alguien de manera turbia, con cierto fastidio. — Mis padres se han hecho cargo de tu cuidado temporal por cuestiones de amistad por parte de tu madre, así que recuerda tu lugar aquí y no te pases de listo conmigo.

— Lo siento. — Escucho la voz de mi tímido amigo. — No pretendía que te molestaras así. Sólo intento ser agradecido y hacer las cosas de manera correcta.

—¿Delatándome?

—No quise...

—Escúchame bien —lo interrumpió—. Si quieres que nuestra amistad continúe, será mejor que dejes de intentar hacerte el jodido niño bueno y consentido de esta familia, porque la cagas cada vez que prefieres irte del lado de mis padres y no del mío.

—Discúlpame.

— Demuestralo entonces, y no seas un débil. — La voz de Jesse se tornaba un poco más lejana al escuchar un leve estruendo. Había cerrado la puerta.

Tragué hondo, un poco apenada por haber escuchado la conversación. El único auricular que tenía en ese instante, me lo quité. Me senté con calma y achiqué mis ojos al observar la casa vecina con disimulo. Los arbustos y las plantas que estaban sembradas y cubrían el muro que dividían nuestras casas, no me dejaban observar muy bien.

Al acercarme sigilosamente entre los arbustos, no vi a nadie en el lugar donde escuché las voces. Bajé la cabeza, pensativa, sintiéndome muy mal por la manera tan humillante y absurda con la que Jesse trataba a mi tímido amigo.

Al retirarme de los arbustos con cautela, decido volver a dónde me encontraba antes de escuchar las voces. Cuando estaba a punto de volver a sentarme entre la suave y verde hierva primaveral para continuar con mi lectura, escucho un suave gemido de llanto. Alguien lloraba. Percibí el dolor y la rabia entre los suspiros y las exhaladas que escuchaba para volver a tomar bocanadas de aire.

Poco a poco me fui acercando hacia el lugar de donde provenía el bajo llanto. Al cruzar más allá del jardín de mi hogar, casi en el territorio de los vecinos, vi a mi tímido amigo. Lloraba casi en silencio para que nadie lo escuchara. En ese instante, no veía su rostro, puesto que me daba la espalda. Percibí cómo secaba sus lágrimas con temor.

No me preocupé al acercarme, porque nadie podía vernos en el sitio donde se ubicaba. Estábamos tan apartados de las casas, y por los muros, era difícil tener alguna visión si no era acercándose.

Sin él esperarlo, lo abracé por la espalda y posé mi mejilla sobre la tela de su camiseta.

—No llores, no le hagas caso a sus estupideces.

Al intentar calmarlo entre susurros, mi inesperado contacto hizo que se tensara.

🪶

—¡Nere, responde! —Gloria me sacó de mis leves recuerdos.

— Lo... Lo siento. — Me disculpé, sorprendida de mis recuerdos. Me di cuenta que ella había asomado su mano en las puerta del ascensor para que no se cierren. — Vamos... — Sonrío vagamente y me adelanto en salir primero. Ella achica sus ojos con curiosidad, y al parecer, bastante sorprendida de mi repentina expresión de desconcierto.

—Nere, ¿qué fue eso?

—No es nada. Sólo recordé algo.

—¿Nada? No me asustes de esa manera. Créeme, sé que estás pasando por algo similar con la rubia de farmacia, pero no te preocupes. No dejaré que la tal Lily me afecte.

Suspiré para apaciguar el repentino malhumor y los recuerdos que había olvidado. Realmente, había sido una despistada, una total despreocupada. Podía entender que Adrián se mantuviera al límite conmigo en cuestiones sentimentales. Es decir, no me daría la misma importancia sustancial que antes, y menos en el momento, ya que había cambiado consigo mismo y conmigo también.

Gloria va hacia la fila para ordenar el desayuno, mientras yo me siento en una mesa bastante alejada de la multitud. Empleados, pacientes, y personales del hospital, se mezclaban está mañana entre el bullicio. Desde aquí podía mirar la avenida principal gracias a las ventanas acristaladas.

Las personas se sentaban a desayunar, mientras que otros terminaban de comer para regresar a sus respectivos trabajos.

Cerca de donde me ubicaba, había un televisor colgado en una pared. Las noticias continuaban su transcurso. Había aprendido que en el hospital siempre había un televisor encendido en el canal de las noticias, con el propósito de que el personal estuviera atento de los acontecimientos y situaciones que surgieran fuera del sanatorio, porque, prácticamente, muchas de esas situaciones terminaban llegando al «Hospital General de Puerto Rico».

Mi teléfono vibró, recordándome que había comenzado una conversación por texto con Adrián. De hecho, mi emoción renació y abrí el mensaje:

[Es evidente que no te sorprenda que yo sepa 'todo' de tu experiencia y vida laboral. Admito que es gratificante saber que tu profesionalidad está en mis manos, pero, claro, en el buen aspecto, jovencita. Y no, por el momento no encuentro una situación actual más compleja que la nuestra. Sin embargo, podría atraerte a la complejidad si me lo permitieras.

El Doctor Bachéeles tiene razón. Estaré ausente un par de días por cuestiones importantes.

PD: Considero que eres tan mía como mis técnicas quirúrgicas. ¿Sabes por qué?

Dr. AWM]

Al leer su "P.D." sonreí como una tonta. Siempre se las ingeniaba para distraerme con sus comentarios ocurrentes e inteligentes.

Miré hacia la fila donde mi compañera aún esperaba su turno, así que decidí aprovechar la poca oportunidad en el momento para continuar respondiéndole a Adrián:

"El 'todo' es lo que me preocupa. Tengo un poco de esperanza en que ese 'todo' de saber sobre mis experiencias y mi entorno laboral no se deba a su 'problemita' de seguridad. Te echaré de menos.

P.D. No se me ocurre algo ingenioso para descifrar el porqué me comparas con tus talentosas técnicas. ¿A qué te refieres?".

«Mierda, le acababa de confesar que lo echaría de menos. Y era totalmente cierto, pero de nada valía el que le dijera algo como eso».

Su respuesta no tardó:

[Te lo diré cuando vuelva a verte.

Dr. AWM]

«¿En serio? ¿Así de cortante me respondería? Esperaba no haber metido la pata».

Entonces, formulé una pregunta más directa y a la vez un poco implícita, ya que tal vez así se sentiría más cómodo al responderla:

"¿Tan seria es tu comparación de que yo sea tuya como lo son tus técnicas quirúrgicas?".

Esperaba que entendiera la indirecta. Estaba consciente de que a veces él podía ser muy cuidadoso con sus respuestas, pero sentía curiosidad.

Gloria ya estaba ordenando su desayuno, pero no recibí una respuesta inmediata. Al contrario de que siempre me respondía al instante las veces que nos habíamos escrito por mensajes de texto, esta vez se estaba tomando puesto con la pregunta que le había hecho. Él había evadido mi mensaje anterior cuando le mencioné lo del "problemita", y por eso decidí cambiar de estrategia, pero al parecer no estaba funcionando.

🔹

Los minutos comenzaron a pasar y aún no tenía respuesta. Gloria llegó con una bandeja y se sentó junto a la mesa que escogí. Mientras ella desayunaba, hablábamos de los posibles casos clínicos que nos encontraríamos en las rondas de cirugía general, lo cual me distraía un poco del hecho de que Adrián se demorara en responderme. Y no era por la tardanza, sino por los temas que a veces evitaba.

—¿Sabes qué estaba pensando? —Gloria me comentó al darle un mordisco a su sándwich con sumo gusto.

Le presté atención y, en ese momento, mi teléfono vibró.

—Creo que este fin de semana podemos apartar un día para volver al «Soul Angel». ¿Qué te parece? —me observó con total despreocupación y se encogió de hombros—. No sé, noche de chicas, desahogos y cotilleos. Hemos tenido demasiadas semanas en tensión total y creo que nos haría bien si despejamos un poco la mente.

Le sonreí y le pedí unos segundos al elevar mi dedo índice en plan de disculpa.

Al mirar la pantalla de mi teléfono, mi corazón latió con rapidez y sentí rubor en mis mejillas:

[Mi comparación es tan seria como el hecho de que estoy deseando que aceptes con gusto lo que hemos hablado anoche.

Tengo que dejarte ahora mismo. Mi vuelo está a punto de despegar. Pero ya que ha surgido este inconveniente que nos hizo dejar lo nuestro en el aire, ¿por qué no utilizas estos días para reflexionarlo y desearlo conmigo? Piénsalo, Aly.

PD: Sí de algo te sirve, quiero que sepas que eres lo único que mi oscuro ángel y yo deseamos en todo momento desde que te hemos probado.

Dr. AWM]

«"Mi oscuro ángel"», pensé con una sonrisa irónica.

Miré a Gloria y le sonreí con timidez al guardar mi teléfono.

—Creo que el «Soul Angel» podría ser interesante este fin de semana —le di énfasis al nombre del bar, siendo bastante sarcástica al afirmar en doble sentido que aceptaba ir.

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