Capítulo 37 | Parte 2.

Capítulo 37.

— ¿¡Pretendes decirme la verdad, o afirmar lo que escuché!? — Mi pecho sube y baja con extrema agitación. Cada vez el dolor aumentaba mucho más.

Aún estaba sobre el regazo de Adrián mientras Frankie había rodeado el vehículo para conducir. El ojiverde presiona sus labios con temor. En sus claros ojos veo cierta impotencia.

— ¡Quiero salir de aquí ahora! — Vuelvo a subir mi tono de voz y él sólo se limita a mirarme, como si estuviera preparado para cada cuestión o reclamo que yo le hiciera.

— ¿A dónde lo llevo, Doctor? — Su chófer le pregunta en un tono cuidadoso.

Adrián parecía perdido, pero eso no evitó que exhalara el aire que su frustración le hacía contener. Cerró sus ojos por unos segundo y luego los abrió para proseguir con la orden dirigida a Frankie.

— Vamos a la mansión, Frank.

Su chófer lo miró a través del espejo retrovisor con cierta duda, como si Adrián hubiera perdido la cabeza. Pero la realidad es que quién había perdido la cabeza era yo... Por él. Por el hombre que amo, quién me estaba destrozando las entrañas.

— ¿¡Qué!? ¿¡A tú casa!? — Intento apartarme de él. — ¡No iré ni de aquí a la puta esquina contigo! ¿¡Me oyes!?

Me fulmina con la mirada y frunce el ceño con un brillo de furia en sus ojos.

— Ese vocabulario.

— ¡Me importa un carajo mi involuntario vocabulario! ¡Suéltame!

— Alysha...

— ¡Qué me sueltes, coño! ¿¡Es qué no lo entiendes!? ¡Te acostaste con la que creí mi mejor amiga! ¡Tú! ¡El hombre que... — Detengo mis palabras al ver que baja un poco la cabeza y esquiva mi mirada.

Le está costando todo esto, pero no más que a mí. ¿¡Cómo pudo ser posible!? ¿¡Cómo quedo yo en todo esto!? ¿¡Por qué las personas que eran especiales para mí han decidido ponerse en mi contra!?

— ¡Quiero salir de aquí en éste instante! — Espeto sin aliento, ahogando el llanto y las ganas de continuar gritando. — ¡Por favor, Adrián, déjame ir!

— Aly, yo...

— ¡Déjame ir!

— Quiero expli...

— ¡Sólo quiero irme lejos de ti! — Grito con fuerza. — ¡No quiero verte!

— Si tan sólo...

— ¡Doctor Wayne Milán! — Le advierto.

— ¡Alysha Nerea Doménech Losada! — Grita eufórico. — ¡Escúchame de una jodida vez! ¡Por... una... jodida... vez!

Mi corazón retumbó muy nervioso al escucharlo alto, claro, y alterado. Me mira resignado, aunque se mostraba decidido.

— Te dejaré ir, pero primero quiero que me escuches. — Intenta alentarme con la situación. — Antes de que Amanda se presentara, en mis planes estaba llevarte a desayunar y hablarte sobre ciertos temas, sobre ciertas personas que merodean a tu alrededor que no son buenas y que pueden causar mucho daño, como Jesse y Amanda.

— ¿¡No crees qué es muy tarde para eso!? ¡Irónicamente, aquí quién más me está haciendo daño eres tú!

Engrandece sus claros ojos.

— Aly, te aseguro que no tengo nada con esa mujer desde que volviste a reaparecer en mi vida.

— ¡No te creo! — Logro apartarme de su regazo y alejo mi cuerpo lo más que puedo de él, colocándome junto a la ventana del pasajero para mirar a mi propio vacío.

— ¡Pues tienes qué creerlo, carajo!

Su chófer comienza a conducir al tomar la intersección de la calle Ashford Avenue, pasando un cúmulo de vehículos que estaban estacionados en las aceras de las respectivas propiedades de sus dueños.

Necesitaba salir de éste lugar. Estar rodeada de lujos y de una vida que no acostumbro me abrumaba aún peor.

*****

Al final, Adrián decidió dejar de insistir cuando notó que ignoraría cada palabra que dijera. Permaneció en silencio durante el corto trayecto hacia su casa, o más bien, mansión...

En ningún momento, después de lograr apartar mi cuerpo del suyo, fui capaz de mirarlo o dirigirle la palabra.

Presiono mis ojos mientras la respiración sigue acortada por la impresión que he recibido. Las lágrimas bajan involuntariamente, en silencio, ahogando cada gemido quéjico y doloroso.

Un escalofrío recorrió todo mi cuerpo, debido a que mi llanto contenido quería explotarme en mil pedazos. Siento como si no pudiera recomponerme de dicha situación.

— ¿¡Para qué me llevas a tu casa!? — Pregunto sin girar mi rostro tan siquiera. — ¿¡No que estabas muy convencido de que no traerías mujeres a tu hogar!? ¿¡A las privacidades de tu vida!? — Inquiero al intentar recomponerme sin ningún éxito.

— Así es, pero me temo que no eres cualquier persona para mí. Es la primera vez que estoy llevando a una mujer a las puertas de mi casa, a parte de Marcella y mis empleadas domésticas. Pero ahora mismo es lo último que me interesa.

Bufo con sumo enojo, tristeza, y sarcasmo. Tenía tantas emociones y tantos sentimientos a la vez. Cuando pensaba que las situaciones iban mejorando entre nosotros, tenían que salir más mierdas a relucir.

— Aly, sé lo que estás pensando de mí, pero tienes que saber que mi intención no es hacerte daño.

— ¡Pensaba muchas cosas de ti, pero no esto! ¡No pensé que fueras un mentiroso!

— ¡Te exijo que no me sigas faltando el respeto de esa manera! — Susurra con su voz llena de frustración.

— ¡Hoy no estoy apta para tu jodido y controlador carácter! — Espeto cortante, presionando mis labios.

— ¡Y yo no estoy para lidiar con tu lengua viperina cuando te encuentras así, pensando, probablemente, situaciones que no son como aparentan verse!

— ¿¡Ah, sí!? — Giro mi cabeza y lo miro con mis ojos llenos de rabia y dolor. — ¿¡Qué Amanda se haya presentado en tu edificio para afirmar en mi propia cara que te has acostado con ella, son meras visiones!? — Reprocho mientras el dolor y el enojo siguen incrementando en mi.

Adrián se queda en silencio, recibiendo cada palabra que le suelto con furia.

— ¡Te aseguro, Adrián Wayne, que ni siquiera puedes imaginar todo lo que estoy sintiendo! — Aunque subo mi tono de voz, no puedo evitar sentirme y escucharme quebrada. — ¡Te aseguro, maldita sea, que me siento traicionada, estúpida, e impotente! — Siento como mi mandíbula se tensa al presionar mis dientes. — Y como si fuera poco... — Enfrento sus ojos claros que se muestran resignados a mis reproches sin compasión. — ¡Me siento decepcionada!

— Por favor, me estás jodiendo fuertemente. No te adelantes a los hechos. Me escucharás.

— ¡Escuché lo suficiente como para saber que no quiero ningún detalle de cómo lo han hecho!

— ¡Carajo! — Gruñe entre dientes y frunce el ceño de manera pronunciada.

— ¡No tienes ningún derecho de quejarte! — No lo dejo asimilar mi fuerte descarga. — ¡Será mejor que intentes controlar tu jodido temperamento, porque no responderé ni excusaré mis actos hacia ti!

Suelta una risa fastidiada, como si no pudiera creer todo lo que le estaba diciendo. Posa su perfecta y pulcra mano sobre su mentón, conteniéndose de acciones posesivas hacia mí. Le da un puñetazo a la puerta de su lado, manteniéndose en silencio durante el trayecto que restaba.

*****

La verdad es que el dolor que me inundaba por completo, me hacía olvidar las cosas a mi alrededor, al punto de que pasé por desapercibido la obvia presencia de su chófer, quién estaba escuchando cada detalle. También noté que quería echarle una mano a su jefe en cuánto a las explicaciones hacia mi persona, pero sólo se mantuvo comedido y haciendo su trabajo en silencio, comunicándole a su jefe lo justo y necesario.

— Doctor, si quiere, podemos detenernos aquí en la avenida, para que puedan hablar a solas... — Frankie se muestra preocupado con nuestra discusión.

— Ella y yo hablaremos a solas, Frank. — Le dice entre dientes con cierta familiaridad, aunque se mostraba molesto por mi actitud. — Continúa el trayecto hacia la mansión. — Ordena con la voz seca.

— ¡Me parece bien que Frankie se detenga! ¡Tú y yo no tenemos una mierda de qué hablar!

— ¡Aly, no sigas por ahí! ¡Iremos a la jodida mansión, dejaremos a Frankie, porque manejaré uno de mis jodidos vehículos y te llevaré a la casa de tus padres!

— ¡Había quedado con Jimmy! — Espeto con indiferencia. — Él me recogerá en éste lugar.

— ¿¡Qué!? — Frunce el ceño al mirarme con frustración.

Automáticamente, mi corazón reacciona con un vuelco violento y las ganas de llorar quieren volver a aflorar. Mi corazón y mi alma reaccionaban a su presencia, porque se regocijaban de sus gestos, de su aroma, y de su voz. Muerdo mi lengua con fuerza y disimulo, sin poder creer hasta el límite que él había llevado cada parte de mi ser y de mi cuerpo.

— ¡Sí! — Vuelvo a retomar el tema con firmeza. — ¡Quiere cuidarme de tu "mejor amigo"! ¡Al parecer, está muy interesado en averigüar con quién me he estado viéndo en los últimos meses! ¡Pero no te preocupes! ¡Ya no tendrá que pensar más mierdas, porque tú y yo no tenemos nada!

— Sabes que eso no es cierto. — Ahoga su voz con temeridad.

— ¡Lo es! — Reafirmo. — ¡Nosotros no tenemos ningún tipo de relación convencional!

— ¡No tendremos una relación convencional, maldita sea, pero sabes perfectamente que lo nuestro va más allá que esa simpleza! — Levanta el rostro con seguridad y alza la mirada con determinación. — Nuestra conexión va más allá de los límites estipulados por seres humanos con mentes simples. Sabes a que me refiero. — Me mira fijamente y sus ojos verdes intentan traerme de vuelta a su terreno. — Nadie podría explicar lo que tenemos. Nadie. Por más convencional que parezca ante los ojos de todos. — No le estaba importando en absoluto la presencia de su chófer.

Percibo que Frankie estaba verdaderamente impresionado con las palabras que su jefe me estaba soltando sin preámbulos ni discrecciones.

— Eso pensé. — Dejé de mirarlo. — Pensé que esto iba más allá de los límites mentales y placenteros. — Aunque mi enojo era evidente, no pude evitar sonrojarme. — Pensé que yo era diferente para ti, debido a tus pa... — Detengo mis palabras al darme cuenta de que, verdaderamente, iba a ser muy indiscreta con su chófer presente.

— Eres... diferente... para... mí. — Funce sus labios con frustración al intentar armarse con la poca paciencia que se estaba cargando.

Comienza mover sus dedos de forma lasciva sobre su pierna derecha, la cuál se encontraba sobre la otra con cierta elegancia.

Lo miro de reojo. Enarca las cejas con cierto rubor, lo cuál se me hace extraño. Luego, suelta el aire, como cada vez que tiene que escucharme reclamarle o estar completamente a la defensiva. Realmente, estaba nervioso y presentaba señales de que se estaba estresando.

— ¿¡Sí!? ¿¡Eso mismo le decías a la que creí mi mejor amiga!?

— Amanda no significa un carajo para mí. — Gruñe con fastidio y sus ojos claros cambian de tono, a un color verde oscuro. — Tu lengua viperina y tú, sí significan mucho para mí.

Gruño y lo miro con insistencia, agitada, y con el cabello aún alborotado.

— ¡Deja de hablar de nosotros como si nada estuviera pasando!

— Está pasando. Eres mía, y... en el ascensor...

— ¡Basta!

— En el ascensor te dije algo muy cierto...

Me tenso y Frankie nos mira de reojo a través del espejo retrovisor.

— ¡Estoy enamorado de ti hasta los cojones!

Frankie se arquea desde el asiento del conductor y sonríe para sí mismo, intentando que ninguno de los dos nos diéramos cuenta, pero ya era tarde.

— ¡Dijiste que no lo ibas a repetir! — Recalqué con el corazón a mil por horas. — ¡Siempre pretendiste tratarme como a las demás al llevarme a tu lujoso apartamento de principito!

— Tú lo has dicho... Pretendí hacerlo. — Acepta sin preámbulos. — Pretendí creer que sería igual, pero no es así. Desde que nos reencontramos, en el fondo, sabía que no sería igual que todas las veces anteriores que me he involucrado con mujeres. Siempre has sido y seguirá siendo diferente para mí. Siempre serás el tormento y el padecimiento de mis pensamientos, pero también el alivio de cada parte jodida de mi ser. — Exhala el aire que en ocasiones contenía debido a sus acciones compulsivas.

Por alguna razón, comienza a inquietarme y preocuparme que sus manías y su ansiedad incrementen por tomar el control. Tampoco quiero que esto se joda más de lo que ya está.

Pero, ¿¡cómo carajo puedo preocuparme por él después de lo que me está haciendo pasar!? ¿¡Por qué siento tantos sentimientos contradictorios!?

— Jamás he querido hacerte daño adrede, y nunca sería mi intención hacerte sufrir. — Retoma la conversación al ver que comencé a parecer más pasiva. — Sí lo hago, es inconsciente, o porque todo se ha salido de mi estricto control. Esto se está yendo de mis manos. Apenas estoy ideando cómo recuperarme de ésta situación que me ha pillado desapercibido, porque, francamente, quería que las cosas salieran bien. A mi modo, pero bien. Es por eso que hoy ideé llevarte a desayunar, para conversar sobre esto y otros temas que también debes saber. No pensé hacerlo todo al mismo tiempo, por temor a que sufras. — Presiona sus labios con frustración y frunce el ceño. — La idea de que sufras ya me mortificaba mentalmente, pero verlo, me altera, me causa ansiedad, y siento que me descontrolo. — Traga saliva y baja un poco la mirada.

Por unos segundos, me quedo en silencio, observando sus gestos y sus facciones. Quería comprobar que estaba siendo sincero con lo que me decía. Le dedico una mirada con recelo, insegura de sus palabras.

Siento y percibo que se relaja un poco al ver que continúo en silencio, dándole el beneficio de la duda. Maldita sea, es como si mi cuerpo reconociera cada parte de su ser. Me hace reaccionar de manera automática en base a sus comportamientos y sus acciones. Estaba anclada a sus emociones y a sus trastornos. Yo lo sabía, y él también.

*****

Después de mantenerme callada por un par de minutos más, me había dado cuenta de que, realmente, me había sumergido en mis pensamientos, intentando descifrar y acomodar cada pieza.

¿Desde cuándo se había acostado con Amanda? ¿Por qué los sentimientos habían cambiado en ella en base a la amistad que creí que teníamos? Ella dijo que amaba a Adrián, pero... ¿desde cuándo? ¿Por qué ella nunca me había dicho nada de esto? Adrián sabía que Amanda y yo éramos amigas. Al menos, así lo creía yo...

Me duele demasiado todo esto; la traición de Amanda, y el hecho de que Adrián haya callado algo tan serio como esto. De todas maneras, llegaría al fondo de todo esto en cualquier momento. Tal vez si escucho la versión de sus hechos pueda ver toda ésta situación de diferentes ángulos. Además, no sólo me conformaría con la explicación que Adrián quiera brindarme, sino que estaría dispuesta a enfrentar a Amanda. Tampoco pensaba quedarme con todo esto guardado como si fuera una idiota.

La mezcla de sentimientos encontrados y atronadores me estaban carcomiendo, pero no sabía de qué manera reaccionar ante todo esto que ha surgido de último momento. Mi pecho ardía de la rabia que me estaba consumiendo.

Amanda era como una hermana para mí. Siempre vi por ella y la apoyé cada vez que su madre la tiraba a un lado por su padrastro. Jamás le di la espalda por nada ni nadie, pero, al parecer, prefiere dejarme a un lado por un hombre. Por el hombre que amo. ¿En qué tesitura me pone esto? Aún no estaba segura.

— Doctor, ya hemos llegado. — Frankie le informa y sale automáticamente del vehículo, dejándonos a solas.

Adrián se arquea con cierta intranquilidad al dejar de observar por la ventana polarizada de su lado. También había estado sumergido en sus pensamientos.

Bajo la mirada, aún sin mirarlo a su precioso rostro. Su absurda belleza tan angelical me estaba haciendo dudar en tantos ámbitos.

Él carraspea con suavidad, queriendo que lo mirara a los ojos, lo cuál hice al exhalar el aire que se comprimía en mi pecho con violencia. Pasea su mano derecha por su sedoso cabello castaño con gestos tormentosos.

— Me prometí a mí mismo que te protegería, y ésta forma de hacerlo no está funcionando para mí.

Vuelvo a bajar la mirada, triste, rendida ante la decepción de una realidad que no quería aceptar y asimilar.

— Aly, por favor, mírame cuando te hablo. — Susurra de forma torturante. — Te dije que cometería errores. También te dije que esto es... nuevo para mí. — Niega con la cabeza y se ahoga con sus palabras. — Nunca he sentido tanto por una mujer, carajo... — Estira su mano y posa su dedo pulgar sobre mi barbilla, elevando mi cabeza para que lo mirara a los ojos.

— Cuando era un veinteañero y decidí alejarme de tu presencia por completo, jamás he vuelto a mirar a las demás con la misma perspectiva tan seria como lo hago contigo. Odio decir esto y admitirlo delante de ti, pero sigo mirándote con la misma jodida ilusión, como cuando era un estúpido adolescente. Aunque ahora que he logrado tenerte y he intentado contenerme con el acuerdo que hablamos la primera noche que te quedaste conmigo en mi apartamento, me he dado cuenta de que ser contenido no va a funcionar, maldita sea.

Mi corazón late muy deprisa, queriendo reaccionar a sus palabras, pero no podía. Mi mente quería algo muy distinto a lo que dicta mi corazón, y yo sabía que no sería nada bueno para mí si me dejaba llevar por mi cerebro.

— Contigo, estoy actuando impulsivamente y de forma posesiva, porque... porque... — Intenta explicarse y siento como la ansiedad quiere apoderarse de él. — Alysha, por Dios... Tengo miedo de perder lo que tanto me ha costado tener. La primera vez que apareciste en mi edificio, te dije que no quiero que me odies. No quiero que eso suceda por mis... mierdas de padecimientos. Todos mis problemas se reducen a mis padecimientos y trastornos, porque estoy seguro que cada error que cometo se está debiendo a que no sé como manejar lo que siento cuando te tengo, y eso incluye el tema de Amanda. Mi mente se bloquea queriendo cuidar a mi jodida obsesión, tú...

De repente, una pregunta surgió en mí de manera espontánea.

— Dijiste que no has vuelto a tener el mismo interés que mostraste por mí cuando se trata de otras mujeres...

— Así es. — Reafirma con seguridad, mirándome fijamente a los ojos.

— Entonces, siempre ha sido para saciar tus... — Intento recapitular todo lo que sé hasta el momento.

— Sí. Para saciar mis parafilias... desviaciones. Como quieras decirlo.

— ¿¡Tengo que suponer que Amanda está en esa lista de mujeres!?

— Estaba. — Me corrige y asiente, intentando mostrarse pacífico. — Le ofrecí el mismo trato que a las demás mujeres. Nunca ha sido diferente con ella ni con nadie, sólo contigo, por lo que representas para mí y por lo que tu presencia me conlleva a hacer. ¿No lo entiendes? ¿A caso tienes idea del nivel de influencia que ejerces sobre mí? ¿Cuando vas a entender que jamás te veré como a cualquier mujer?

Achico los ojos con curiosidad y tristeza.

— Siempre he sido claro en cuanto al tema del sexo con mis acostadas pasadas.

— ¿En serio? — Muestro sinceridad ante lo que me está diciendo.

Él asiente tranquilamente, sin despegar sus ojos de los míos.

— No me gusta que esos ojos me miren así, como si temieras de mí. Sé que estás desconfiando de mí, pero... — Traga saliva, mostrando nerviosismo. — Espero que me creas, porque juro que mi poca paciencia se joderá por completo. Me volveré realmente loco si no me das el beneficio de la duda y no analizas todo lo que te estoy diciendo y te diré.

— No es sencillo para mí, Wayne. ¿Lo entiendes? ¡Es mi amiga la que me ha dejado por un hombre! Bueno, la que pensé que era mi mejor amiga...

— Entiendo que para ti sea muy grave ésta parte del asunto, pero no es grave para mí. — Se encoge de hombros, abrumado. — No tenía ni la más remota idea de que volverías a reaparecer en mi vida, y mucho menos de la manera en que surgió, cuando me derramaste el café. — Sonríe vagamente, con una ironía que se reflejaba en sus ojos. — Ya te lo había dicho, cuando me gradué como médico general, fui a buscarte, pensando que tal vez entre tú y yo habría alguna posibilidad. — Baja un poco la cabeza y su semblante se torna más oscuro. — Me decepcioné cuando me enteré que seguías loca por Jesse.

— Un error que quiero dejar en el pasado. — Interfiero rápidamente.

— Y yo acepté tu error. Sigo aquí, ¿no?

Engrandecí los ojos.

— Intentas usar tu experiencia adulta para hacerme caer, Adrián, pero no funcionará.

— No. — Corrige. — Intento hacerte entender que siempre has sido mi niña, la que siempre he querido y deseado. La niña de la que siempre he vivido malditamente enamorado.

— Tan enamorado como para acostarte con la que denominaba "mi mejor amiga." — Enfaticé con seriedad.

— Es cierto. — Acepta con un atisbo de sinceridad en su voz. — Estuve con ella, Aly, pero tú ya no estabas presente en mi vida. Te había dejado ir.

Por alguna razón, sus palabras resuenan en mi cabeza. Mi corazón se altera de tan sólo escuchar que me dejó ir, que perdió las esperanzas conmigo por mis tontas niñerías joviales.

— De hecho, tampoco fue al instante cuando las cosas surgieron con Amanda.

Presiono mis labios con molestia. A pesar de que sentía dolor por la traición de Amanda, no podía evitar sentir celos, unos jodidos celos que me carcomían las entrañas. Lo miro en silencio, porque prefiero que continúe hablando.

— Hay dos cosas importantes que debes saber. — Me advierte con cuidado al suspirar con preocupación. Sé que tiene miedo de cada una de mis reacciones hacia él. — La primera, siempre le he gustado a esa mujer, y cuando se presentó delante de mí con el interés que estás imaginando, ya yo tenía casi treinta años.

Hago cuentas mentales, sabiendo que él tiene treinta y un años. Adrián sonríe vagamente cuando se da cuenta.

— Sí, Aly. Hace más de un año.

— O sea, tampoco ha sido por muchos años lo de... ustedes. — Intento asumir al tragar saliva.

— ¿¡Qué!? ¡Claro que no! — Dice contundente. — Las cosas entre esa mujer y yo sucedieron cuando terminé mi residencia en la escuela médica de Harvad y regresé aquí.

— ¿¡Y cómo fue que se presentó!? ¿¡Cómo se encontraron nuevamente!? — Niego. — No lo entiendo...

El ojiverde enarcó las ceja y rasco su entrecejo con una expresión de complicación. Evidentemente, sabía que preguntaría todo lo que yo quisiera o necesitara saber.

— Por Jesse. — Confiesa en un susurro con mucho esfuerzo.

— ¿¡Cómo que por Jesse!? ¿¡De qué demonios estás hablando!?

— Ella ya... se acostaba con Jesse. A través de ese vínculo, yo... pues... — Está realmente avergonzado.

Niego al fruncir el ceño, sin poder creerlo.

— ¿¡Además de compartirse las mujeres, también se compartían a... Amanda!? — Las arcadas invaden mi sistema digestivo. No pude evitar mostrar una expresión de asco y disgusto.

— Te lo he dicho. Ella para mí sólo ha sido una más. Me metí con ella, sí. Pero tú no estabas en mi vida, ni siquiera imaginé que tú y Jesse tenían una: "relación de noviazgo." — Hace señas al poner sus largos dedos entrecomillas, lo cúal me altera involuntariamente.

— ¿¡Por qué coño estás haciendo ese gesto tan poco común de ti!? — Me muerdo la lengua ante su actitud arrogante y escandalizada.

— No soporto esa puta idea. — Espeta.

— ¿¡Ah, no me digas!? — Me cruzo de brazos con más enfado. — Y yo tengo que soportar la puta idea de que te hayas tirado a Amanda, ¿¡verdad!?

Frunce los labios de manera mordaz.

—¡Te besaba! —me recriminó—. ¡Muchas veces! ¡Nada más pensarlo aumenta mis ganas de romperle la mandíbula con mis propias manos!

Entrecierro mis ojos y presiono mis manos en puños.

— ¡Eso es pasable! ¡Sí yo estuviera en tu maldito lugar tendría que romperle otra cosa a Amanda, y no sería la mandíbula! ¡Era mi mejor amiga!

— ¡No es una buena amiga! — Espeta con descaro. — ¡Nunca lo ha sido!

— ¿¡Cómo te atreves a decirme eso precisamente tú, cuando... — Mis ojos se engrandecen automáticamente a la vez que detengo mis palabras por un segundo.

Él, estaba esperando el próximo reclamo.

— ¡Amanda y Jesse fueron amantes durante mi relación con él!

Asiente y se tensa significativamente.

— ¡Hijos de puta! — Grito efusivamente e instintivamente intento salir del vehículo, muy decidida de largarme y desaparecer de su vista. — ¡Déjame, Wayne! — Lloro desconsoladamente al intentar forcejear con su mano cuando sujetaba mi brazo con firmeza, aunque sin lastimarme.

— ¿¡Cómo es posible que no me hayas dicho nada!? — Le grito. — ¿¡Cómo!?

— ¡Te recalqué que fueras inteligente! ¡A eso me refería!

— ¿¡Por qué simplemente no me dijiste la maldita verdad!?

— ¡Estabas tan jodidamente cegada por él, que tenía la inquietud de que no me creyeras, o pensaras que eran caprichos míos para atraerte a mí!

— ¡Tuviste las oportunidades para sincerarte! ¡Lo supiste siempre!

— ¡Es cierto, coño! ¡Cometí un puto error! ¡Pero no siempre lo supe, Aly! ¡Yo desconocía que eras novia de Jesse hasta el día que te presentó delante de mí y los demás presentes! ¡Anterior a eso, jamás me comentó nada sobre ti! — Reflexiona e intenta buscar algunas respuestas. — ¡Amanda tampoco me insinuó nada del tema! ¿¡Crees qué si hubiera sabido de las intenciones de Jesse desde el principio, no hubiera hecho algo!? ¿¡Tú sabiendo como de posesivo soy con lo que es importante para mí!? — Niega con frustración. — Aun así, lo hice. Decidí recuperarte y traerte a mi vida. En el fondo, yo sabía que no soportaría demasiado saber que Jesse tenía posibilidades contigo. Por eso, hice todo lo que hice para tenerte. — Alza la mirada con superioridad e insistencia. — Y no me arrepiento ni un sólo segundo de mi vida.

— Aun no me explico cómo carajo no sabías nada...

— Yo tampoco lo sé, mi niña... — Achica sus ojos al darle atención a mis lágrimas. — Yo... — Niega repetidas veces y frota su mentón con frustración. — Yo estoy suponiendo algunas ideas, pero aún no estoy muy seguro.

— ¿Sobre qué? — Pregunto en tono seco. Aparto su mano de mi mejilla de mala manera.

La acción le inquieta y lo pone en alerta.

— Sobre la razón y el por qué desconocía de dicho asunto. Creo que Jesse me omitió esa información al igual que Amanda, de forma adrede. Y si es así, la razón es clara...

— ¿Por qué?

— Porque ambos sabían que siempre has sido la niña de mis ojos.

Intento enjugar mis lágrimas sin éxito.

— Siempre estuve enamorado de ti. Llevo casi toda una vida pensándote. — Traga saliva con dificultad al verme negar repetidas veces.

— Esto es... — Toco mi cabeza al sentir una fuerte jaqueca. — Esto es... demasiado para mí. Yo...

Se preocupa al instante.

— Aly, ¿qué sucede? — Se acerca un poco e intenta colocar sus manos en mis mejillas.

Me alejo de él automáticamente e intento abrir la puerta de mi lado, lo cuál logro con dificultad. Un mareo se apodera de mi nula visión. Percibo cuando Adrián sale del vehículo por la puerta de su lado, rodéando el vehículo y acercándose a mí.

Mis rodillas tocan el cemento de la acera mientras mi cabeza y mi espalda son apoyadas por las firmes y grandes manos de Adrián en un acto reflejo, agachándose junto a mí.

— ¡Aly! — Sus ojos claros muestran temor. — ¡Pequeña! ¡No, no, no, no! — Me acapara contra su pecho. — ¡No me vayas a joder así ahora! ¡Por favor! — Me mece con desespero.

— ¡Frankie! — Grita hacia alguna dirección y mis oídos retumban con cada mínimo sonido. — ¡Qué abran el jodido portón! ¡Tengo que atenderla! — Como puede, se levanta conmigo en brazos mientras el mareo me azota, acompañado de fuertes corazonadas por la impresión.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top