Capítulo 36 | Parte 2.
Capítulo 36.
— No lo toques. — Amanda me riñe con un atisbo en su voz.
Vestía de manera provocativa, como siempre había sido su estilo; vestido negro y corto que resaltaba su buen cuerpo, tacones altos, cabello corto sobre los hombros y muy cuidado.
— Amy, ¿qué haces aquí? — Insisto al ponerme en alerta. — ¿Cómo lograste localizarme?
— ¡Eso no importa ahora mismo! — Grita eufórica, asesinándome con la mirada.
Adrián me aprisiona mucho más con su duro y ancho brazo hacia su cuerpo, sintiendo mi tensión.
— ¡Sólo vine a comprobar qué tan cierto es el hecho de que ustedes dos se están revolcando!
— Amy... ¿por qué hablas así? — Mis ojos se engrandecen y me tenso por completo. — Adrián, suéltame... — Intento safarme de su insistente agarre sobre mi cintura, pero no me hace caso y me sujeta con más ímpetu. — Andy, por favor... No es el momento.
Él no dice nada. Se mantiene en silencio. Al girar mi rostro y ver su expresión, las inseguridades comenzaron a surgir en mí.
— ¡Adrián, suéltame, por favor! — Hago otro intento de safarme de su agarre. — ¡Necesito hablar con ella!
Amanda nos observa con una furia que remarca en sus facciones.
— No es el momento. — Me dice Adrián al fin. — Será mejor que te vayas. — Le solicita a Amanda con suma frialdad.
— ¡Andy! — Llamo su atención sin entender su actitud.
— Aly, nos vamos. — Él me ordena muy decidido mientras su chófer espera con extrema inquietud al guardar silencio.
— ¡Pero tengo que hablar con ella!
— Nos... vamos... — Susurra duramente. La furia brotaba de sus ojos verdes.
— ¡Adelante, Adrián! ¡Sigue huyendo de tu verdadera vida y de tu pasado! — Amanda inquiere de forma amenazante.
Niego, sin entender lo que está sucediendo. Mi corazón se agita una y otra vez, intentando descifrar los acontecimientos.
— Anda... — Amanda retoma sus extraños reclamos. — ¿Por qué no le dices la verdad a Nere?
Lo miro desde mi baja estatura.
— ¿Decirme qué?
Adrián se tensa de forma significativa. Me acapara con más insistencia. Su tensión lo hace temblar sobre mí. Frankie, a pesar de quedarse en silencio, es capaz de abrir la boca por una décima de segundo, intentando explicarse por su jefe. Sin embargo, volvió a contenerse.
No me gusta para nada lo que está sucediendo, como tampoco me gusta que Adrián se quede en silencio en éstas circunstancias.
— ¿Le dices tú o le digo yo? — Ella insiste con extrema molestia.
Mi felicidad se desvanece al ver cómo mi amiga nos observa con cierto recelo y desprecio. Un mal presentimiento me amenaza. Mis ojos van de una dirección a otra, esperando que cualquiera de los dos hable.
— ¿¡Qué creías!? — La voz de Amanda cada vez es más exaltada. — ¿Pensabas salir ileso de ésta situación? ¿Cómo si nada hubiera sucedido? — Suelta un sarcástico bufido.
Niego en silencio al no reconocer las actitudes de Amanda. Ella no es así. Ni siquiera entendía el por qué estaba aquí.
— Lo que suceda entre Alysha y yo no te concierne en lo absoluto. — Adrián responde sin una pizca de humor.
Me sorprende la familiaridad que tienen al mirarse y tratarse, como si...
Mi corazón quiere detenerse.
— Adrián... — Cierro los ojos y los presiono al susurrar tan bajo con suma frialdad. — No... lo... repetiré... — Le advierto muy decidida.
Veo impresión en los ojos de Amanda al ver como Adrián me acapara más aún. Nos mira con disgusto y desafía al ojiverde con sus ojos, lo cuál me sorprende.
"¿¡Qué demonios le sucede!?"
— Amy, no lo entiendo. ¿Qué está sucediendo?
— ¡Nada de "Amy"! ¡Eso se acabó, y con mucha más razón ahora que te veo con él!
— ¡Amy, no hables así, amiga! — Presiono mi cuerpo hacia adelante, intentando salir del agarre de Adrián.
— ¿¡Es que no te conformas!? — Me reclama. — ¿¡No te conformas con todo lo que la vida te ha ofrecido!? ¿¡Por qué siempre quieres quedarte con la atención de todos!? ¿¡Por qué!? — Grita con enojo y niego repetidas veces, abriendo los ojos como platos.
— No le hables así. — Masculla Adrián.
— ¿¡Ahora la defiendes!? ¿¡Pero cómo puedes caer tan bajo!? ¡Nunca fuiste nadie para ella!
— Señorita, será mejor que abandone el edificio o llamaré a la policía. — Frankie muestra un tono amenazante.
Mi pecho arde con las palabras de Amanda. Algo no estaba bien. Evidentemente, esto no estaba bien.
— Creí que en algún momento se me pasaría el desprecio que fue creciendo en mí gracias a ti. Pensé que podría continuar con esto, pero he comprendido que no. ¡Y mucho menos cuando estás en los brazos del hombre que amo!
— ¿¡Qué!? — Me sentía perdida, sorprendida, hundida. — ¿¡Qué estás diciendo!? — Niego con total escepticismo.
Miro a Adrián con el ceño fruncido, quién no me devuelve la mirada. Al parecer, está consciente de lo que ella está diciendo.
Esto no puede ser real. Esto no puede estar sucediéndome. No con él, no con mi Andy...
— ¡Me duele que siempre la hayas preferido a ella a pesar de que siempre fuiste insignificante en su vida! — Su voz aguda resuena con dureza en mis oídos al sentir cómo un golpe fuerte azota mi corazón. — ¡Yo siempre lo intenté! ¡Lo intenté por ti! ¡Todo por ti, Adrián!
— ¡Basta! — Adrián levanta la voz de manera significativa.
— Amanda... — Llamo su atención cuando mi semblante cambia de forma repentina, escéptica de su actitud, de su evidente desprecio. —¿¡Por qué estás diciendo todo esto!? — Los ojos se me humedecen al instante. — So... Somos amigas...
Ella se ríe de forma socarrona, sin importarle lo que yo pueda estar pensando de su actitud.
— ¡Somos mejores amigas! — Chillo con dolor y la primera lágrima desciende sobre mi mejilla.
— Aly... — Escucho a Adrián como un eco a lo lejos a pesar de que está sujetándome.
— Tú... — Presiono mis labios con enojo. — No digas nada... — Le advierto y una oleada de calor sofocante se adueña de mi cuerpo, logrando darme una fuerza innata para safarme de su agarre. — No sé que carajo está pasando aquí, pero evidentemente no estás teniendo las agallas para enfrentar la mierda que sea esto... — Lo asesino con la mirada y percibí que Amanda se acercaba mucho más hacia nosotros.
— ¿¡Y así permites que ella te hable!? ¿¡De esa forma!? — Amanda está muy tensa y presiona su mandíbula con furia. — ¡Jamás me permitías subir el tono de voz, porque si te faltaba el respeto me ganaba una indiferencia dolorosa! ¡Pero en cuánto ella te levanta el tono de voz, lo único que haces es permitirle hacer y deshacer contigo! ¡Ella jamás te podrá tratar como te mereces, Andy!
— ¿Lo... — Se me ahoga la voz. — ¿Lo llamas por su apodo? — Otra lágrima desciende con lentitud por mi otra mejilla.
Adrián cierra los ojos y los presiona con evidente molestia y fastidio.
— Alysha, que no te ciegue la situación. — Él intenta advertirme al acercarse a mí con cierta frustración.
— ¿¡Qué no me ciegue!? ¡Mierda! ¡Eres tú el que está en silencio ante todo esto!
— Te agradecería que no le hables así. — Espeta Amanda al mirarme fijamente. — Le debes todo el respeto del mundo.
Retrocedí más aún, sin reconocer a la mujer que creí mi amiga por toda una vida, a quién amaba como una hermana de sangre.
Adrián intenta acercarse a mí, pero levanto la mano para que se detenga, lo cuál hace al instante.
— ¿¡Qué sucede contigo!? ¿¡Por qué dices que es el hombre que amas!? — Le reprocho a Amanda.
— Porque es la verdad. — Espeta fríamente. — ¿Recuerdas cuando te había dicho que estaba interesada en un hombre? ¿Cuando te comenté que era el indicado? Pues, tú, me lo has arrebatado a tu gusto, Nerea...
Achico los ojos con tristeza, dolor, y decepción.
— ¿¡De verdad serías capaz de tirarme aún lado por un hombre!? ¿¡De verdad estarías dispuesta a perder nuestra amistad por uno? — Mi voz está quebrada, al igual que mi corazón.
Amanda levanta la cabeza imponente y alza la mirada con decisión.
— Jamás había amado tanto a alguien como a Andy.
— ¡Amanda, deja de decir tantas pendejases juntas! — Adrián se impone ante ella, quién rápidamente baja la mirada ante su duro regaño. — Te he dicho que "basta." ¿¡Me has escuchado!? — La furia en sus ojos verdes es impresionante.
Me deprimo aún más cuando veo que ella asiente, aún con la cabeza baja.
— ¿Me has escuchado? — Él le dice claro y alto.
Amanda asiente.
— Te pregunté si has escuchado. — Adrián insiste.
— He escuchado. — Ella se tensa y se llena de frustración. Parecía contenerse al hacerle caso. — Pero no me decías nada de esto cuando me lo hacías de esa única manera que sólo tú sabes. — Niega con desespero ante él. — ¡Siempre he sido obediente! ¡Siempre me he comportado como tú quieres y he estado a la altura! ¡Siempre te he hecho caso en todo! ¡Siempre te he amado! ¡Te he amado desde el momento en que lo hicimos por primera vez!
Las náuseas y las ganas de vomitar se apoderan de mi nervioso sistema. Iba a colapsar en cualquier momento.
— No... No... No... — Cubro mis oídos y retrocedo cada vez más cuando mi espalda choca contra la pared del pasillo. — ¡No! ¡No! ¡No quiero escuchar tal cosa! — Me deslizo sobre la pared hasta sentarme en el suelo de forma brutal y contundente. Presiono mis manos sobre mis oídos y estallo en un sonoro llanto.
— Frankie, lleva a mi jovencita al vehículo.
Su chófer asiente inmediatamente, pero me niego rotundamente.
— ¡No iré a ningún lado contigo! — Le grito a Adrián.
— Aly...
— ¡Un carajo, Aly! ¿¡Ahora también me dirás que Amanda ha sido parte de tus... — Desde el suelo, me congelo al instante y niego aún más al darme cuenta. — ¡Siempre es un jodido problema contigo! ¡Eres un ser excéntrico y calculador! — Sigo gritándole, pero él mantiene cierto control al exhalar el aire que contenía.
Mis lágrimas comienzan a salir automáticamente y él se desespera al pasar su mano por su cabello.
— ¿¡Piensas que puedes verme la cara de estúpida cada vez que te de la gana!? — Reprocho entre cada gemido de llanto y dolor.
Él no dice nada y sólo mantiene sus ojos fijos en los míos desde su posición a la mía. Extrañamente, su semblante parecía el de una persona sincera.
— Te lo voy a pedir una vez más, Amanda. — Adrián le dice en un susurro ensordecedor y abrupto al darle la espalda y mirarla por encima del hombro. — Vete de aquí o mandaré a que te saquen de mi edificio.
Él se acerca por completo hacia mí y se agacha, obviando la presencia de la que creí mi mejor amiga por largos años, quién me observaba hundida y humillada.
— ¡Déjame! — Le grito con dolor al hombre que amo. — ¡No me toques!
— ¡Alysha Nerea! — Sujeta mis manos con fuerza y me levanta.
— ¡Déjame ir! — Me remuevo con furia mientras las lágrimas continúan descendiendo sin control. — ¡Confié en ti!
Sin hacer caso a mis acciones y mis reproches, me carga entre sus brazos y se dispone a salir conmigo hacia el exterior, ignorando a Amanda, quién se queda en silencio y perdida en su propio rumbo incierto.
— ¿¡Qué crees que estás haciendo!? — Le grito cuando sale conmigo en brazos hacia el exterior. — ¡Bájame, maldita sea! ¡Eres un cabrón! ¡Un experto en la manipulación! ¡Eres igual que Jesse! ¿¡Te sientes muy macho teniendo a la mujer que te plazca!? — Jalo una y otra vez la chaqueta de su traje.
— ¡Aly, ya basta! ¡Mi niña, por favor!
— ¡No me llames así! — Mis gritos cada vez son más resonantes.
— ¡No me faltes el respeto, carajo! — Me abraza con firmeza y me acapara, sin querer dejarme ir, escondiendo mi rostro en su pecho como una niña perdida.
— ¿¡Tú quién eres precisamente para hablar de "respeto"!? — Jalo la chaqueta de su traje una vez más y me entrego al doloroso llanto sobre su camisa.
— ¡Soy quién siempre ha estado malditamente enamorado de ti! ¡Soy quién siempre ha soñado con tenerte! ¡Soy quién te ha pensando a cada instante, a cada segundo desde que te conozco!
Aunque lo escucho, sigo llorando sin control. No sabía que pensar. Mi cabeza era un mal de emociones confusas. Me sentía desplomada con el trato de Amanda hacia mí, quién me había cambiado por el hombre que amo.
— ¡Te odio! — Golpeo su pecho inútilmente en repetidas veces.
— Eso no es cierto.
— ¡Te odio, Adrián!
— Grita todo lo que quieras. Estás en tu derecho de hacerlo. Pero no permitiré que olvides lo que te he dicho en el ascensor, porque es cierto.
Percibo que Frankie nos abre la puerta del vehículo. Adrián entra conmigo en sus brazos.
— ¿¡Qué pretendes al retenerme!? — Grito desenfrenadamente. — ¿¡Qué carajo pretendes!? — Me remuevo con sumo disgusto y mi cabello se alborota sobre mi rostro, quedándome casi sin aliento.
Nos miramos por unos segundos al guardar silencio. Y luego, lo supe...
— Decirte la verdad. — Su confesión lo ahoga. — Pretendo decirte mi versión de los hechos.
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