Capítulo 18 | Parte 2.
♪ Daddy Issues - The Neighbourhood ♪
Capítulo 18.
Después que Adrián y yo tuvimos nuestro íntimo momento en su lujoso Jaguar, decidimos volver al Soul Angel. La locura que habíamos hecho no hubiera sido posible si su auto no tuviera los cristales totalmente oscurecidos.
Nos habíamos arreglado nuestras vestimentas como pudimos. ¿Y cómo no? A Adrián no se le escapaba nada.
— Tu hermano sabrá lo que estuvimos haciendo. — Me dice Adrián con suma naturalidad al anudar el condón para envolverlo y meterlo en su bolsillo como si nada.
Limpia nuestras manos con unas toallitas húmedas con desinfectante. Hago pucheros, asimilada por lo que me había dicho.
— A Jimmy no se le escapa nada. — Me encogí de hombros mientras Adrián limpia mis manos con delicadeza y paciencia. Por alguna extraña razón, sentía que disfrutaba haciéndolo. — Pero ya veo que a ti tampoco...
— Soy estricto en la cuestión higiénica. — Frunce el ceño.
"Típico de un médico..." Pensé.
Sin embargo, suponía que sus trastornos obsesivos y compulsivos también tenían un desenlace en sus acciones bastante meticulosas. Quería controlar todo.
— Y estrictamente ordenado... — Simulé una mueca de disgusto, pero la verdad, es que era la menor de mis preocupaciones en cuánto a él.
— Me gusta mantener las cosas en orden a mi alrededor. Ya lo sabes. Pero tú... me has hecho perder el juicio, desordenando y alborotando mi calmado y ordenado ambiente. — Me da un beso en la frente. — Hora de volver. — Enarca las cejas y sale del auto para abrirme la puerta.
Al salir sujetada de su mano, me mira con cuidado. Estaba examinando mi estado de ánimo. Pero, ¿cómo no? Estaba más que complacida. Eso, hizo que él se relajara al instante. Pude notarlo.
"Uf, ya vamos conociéndote mejor, Andy." Mi subconsciente y yo estábamos de acuerdo.
Cada vez que pasaba más tiempo con éste complejo espécimen, podía notar sus manías... algunas más compulsivas que otras. Hasta el momento, no era algo que no pudiera manejar. Saberlo me hizo sentir un poco más animada con ésta especie de "amistad."
"Pero tú para mí siempre serás mi niño... Mi Andy."
Cuando nos acercamos al bar, habían personas en los alrededores hablando de forma casual y enajenados a nosotros. Justo cuando íbamos a entrar, sale una pareja agarrada de la mano. Nos sonríen y yo sonrío de forma ruborizada.
De manera automática, suelto la mano de Adrián y bajo un poco la mirada. Sentía una vergüenza inocente, y creo que es por estar estúpidamente enamorada de él. Los ojos verdes de Adrián continúan estudiando mi actitud. Estaba bastante pensativo, pero no despegaba sus ojos de mí ni de la más mínima acción que yo hiciera en el momento.
— Oye... — La pareja llama nuestra atención una vez que estaban un poco alejados de nosotros. — Tienes los cordones desatados. — La chica señala una de mis blancas Converse.
— Oh, gracias... — Le sonrío amablemente y me dispongo a subir el único escalón de la entrada del bar para agacharme y atar los cordones.
Sin esperarlo, las manos de Adrián se posan sobre las mías para detener mi acción. Me ayuda a recomponer la postura y me mira a los ojos.
— Un descuido de mi parte. — Se agacha con cuidado y elegacia. — Permíteme. — Se limita a atar mis cordones.
Mi corazón se acelera desenfrenado. Maldita sea, ¿por qué no se detiene con éstas acciones? Hace que todo sea más difícil para mí en las cuestiones sentimentales.
Mientras ata los cordones, observo estupefacta cómo lo hace. Sé que evade inteligentemente la piel de mis piernas. Trago saliva e intento calmar mis latidos. La pareja nos observa con cierto encanto y no puedo evitar ruborizarme.
— ¡Ves! — La chica riñe a su acompañante mientras siguen juntos su camino. — ¡A ese tipo de caballerosidad es a lo que me refiero! — El chico pone los ojos en blanco, rendido a las críticas de la chica.
Adrián vuelve a llamar mi atención al elevarse nuevamente. Creo que ni siquiera le dio importancia al pequeño espectáculo de aquella pareja.
Él traga saliva, y algo dentro de mí se remueve. Dios, éste amor me está carcomiendo poco a poco.
— ¿Todo bien? — Le pregunto en un susurro al notar que estaba un poco nervioso.
— Sí. — Afirma, pero no entiendo porqué sus ojos siguen observándome como si intentaran descifrar algo.
Es impresionante su cambio de humor. Había tensión en él y percibí que se sentía vulnerable.
Una vez que entramos al bar, veo que Kenneth está acompañado. Un chico moreno con aspecto fornido estaba junto a él, y a solas.
"Debe ser la cita de la que me habló." Pensé.
Jimmy hablaba con Leslie y compartían risas y sonrisas cómplices. En cambio, no vi a Gloria por el área. De cierta manera, me preocupé un poco.
Miré a Adrián y rápidamente entendió a quién buscaba con la mirada. Se acerca un poco a mi oreja para hablarme.
— Ve con ellos. Pregunta por ella si tanto te preocupa. Tengo que ir al baño a deshacerme de la evidencia de tu descaro. — Sonríe con gracia. — Te has salido con la tuya.
— Fuiste tú el que iba a hacerlo... — Niego con la cabeza al sonreír.
— Cierto. Pero fuiste tú la que me provocaste. — Bufó tranquilamente al mirarme con suficiencia.
Su aspecto parecía como si nada hubiera pasado. Se aleja con suma normalidad y me dispongo a ir dónde Kenneth.
— ¡Oh! ¡Aquí está! — Exclama con emoción, ajeno a lo que había pasado. — Nere, él es Félix. — Ambos sonríen al compás. — Es el que te dije... El de las nalgotas... — Kenneth vociferó para mí, pero su tono de voz suele ser exagerado, como en éste momento.
— Encantada. — Le estrecho la mano a la cita de Kenneth y le doy un beso en cada mejilla. — Kenneth, ¿dónde está Gloria?
— ¿Cómo que dónde? — Me pregunta estupefacto. — El Doctor DD quiso y pidió "encarecidamente" llevar a Glory de vuelta a su casa. — Puso los dedos en señas de entrecomillas al decir "encarecidamente." — Me alegra que al fin Félix haya llegado, ya que mis niñas se han ido para sus repentinas escapadas. ¿No los viste cuando se fueron? — Félix sonríe ante lo espontáneo que puede ser Kenneth. — Espera... — Me observa de abajo hacia arriba e inspecciona mi rostro con determinación. Engrandece los ojos y la emoción se apodera de él. — ¡Eres una maldita! — Susurra a voces, acercándose a mí. — ¡Acabas de tener sexo! ¡Ay, carajo! ¡Tu colorida cara lo confirma! ¡Y del bueno! — Aplaude levemente. Se le veía la euforia en su rostro.
Pongo los ojos en blanco y sonrío ruborizada.
— Diría que hace más de diez minutos. Has fallado en el término del tiempo.
— ¿¡A quién diablos le importa la mínima diferencia de tiempo, cuando ese postre de limón no te deja ni respirar!?
— Lo he provocado yo. — Sonrío con cierta culpabilidad.
— Mejor aún. — Asiente con suficiencia. — ¡Uf! ¡Mierda! ¡El cabrón debe hacerlo de puta madre! — Mira a otro punto detrás de mí al seguir susurrándome indiscreciones graciosas. — Y se acabaron los jodidos detalles, porque hay un postre andante que se acerca. — Susurra con lamentación, y también con emoción al tomar asiento junto a Félix.
— ¿Todo en orden? — Adrián me pregunta una vez que se acerca. Había recuperado su compostura y en su rostro se veía la frescura.
— Pues... sí... Eso creo. — Suspiro levemente. — El Doctor Del Valle decidió llevar a mi amiga a su hogar.
Adrián asimila la información, y por alguna razón, le pareció convincente.
— Entiendo. Estaba achispada, al igual que tú. — Me riñe dulcemente, mientras yo lo asesino con la mirada. — Al menos... vas llegando. — Frunce sus labios. Sus ojos están muy claros. — Ven... — Sujeta mi mano y siento un poco de impresión en el acto.
Aunque algunas miradas estaban puestas en nosotros, él no le dio mucha importancia.
— Johny, dos botellas de agua, por favor.
— Enseguida. — El cantinero del bar le sonríe amablemente.
— Debes beberla toda para que se te pase un poco. No me gustaría que mañana amanecieras con una fuerte resaca. — Adrián me entrega una de las botellas y él bebe de la suya, sin apartar sus ojos de mí. — Sabes que si ingieres gran cantidad de H2O puede disminuir una posible resaca cuando la hidrata...
— Ya sé... — Le pongo los ojos en blanco y comienzo a tomar agua.
Adrián presiona mi nariz con cariño, divirtiéndose con mi actitud a regañadientes. Percibí que Kenneth nos miraba con complicidad. Sabía perfectamente que tenía una extrema curiosidad por ver como El Príncipe del Bisturí se comporta delante de mí.
Luego, nos acercamos a Jimmy y a Leslie, conscientes de que mi hermano sabía más de la cuenta. Aún así, Adrián se mostró cómodo junto a mí.
— ¿Ya no van beber más? — Jimmy nos pregunta con curiosidad.
— No, Alysha y yo nos tenemos que ir. Pero no se preocupen. — Él les sonríe a ambos. — Ya está todo pago. ¿Verdad, Aly? — Ahora me mira complacido.
Lo más probable es que Johny le haga llegar la factura, o simplemente Adrián ya le había pagado en algún momento mientras yo charlaba con Kenneth y conocía a su cita.
— Eh... Sí... — Afirmé con dudas.
— ¿Y qué le digo a nuestros padres? — Jimmy pregunta muy cómplice por la situación.
— Yo los llamaré. No te preocupes, Jim.
— Está bien. Y... ¿puedo saber a dónde irán? — Sé que lo pregunta por pura seguridad... Y curiosidad también.
— Iremos a mi apartamento. — Adrián se adelanta en responder. — Tengo un apartamento dónde se localiza mi consultorio. Está ubicado en la calle Ashford Avenue, en el Condado de la ciudad de San Juan.
— Ah... Claro... — El rostro de Jimmy se ilumina, sus ojos se mostraban muy permisivos.
Le doy un beso en la mejilla y otro a Leslie. Adrián les estrecha la mano a ambos y se adelanta en salir del bar. Sospecho que lo hace para que tenga más privacidad al hablar con Jimmy.
— Jim, no te preocupes. De verdad. Mamá y papá saben más de lo que crees. Yo les avisaré.
— Lo sé, Nere. Sólo... ten cuidado. Ya sabes que la rata asquerosa de Jesse puede ser muy rencorosa.
— Él aún no sabe nada, Jim.
— Por eso es que debes tener mucho cuidado. Aunque... — Le da un sorbo a su trago. — Me gustaría ver la cara de ese pendejo al ver que estás con el Doc.
Al parecer, hasta mi hermano estaba en alerta con las acciones de mi ex-novio. A diferencia de mis padres, Jimmy nunca se mostró reacio a esa tonta relación, más sí estaba neutral.
En cambio, era todo lo contrario con Adrián, aún sin yo ser nada de él. Las veces que se han visto y han hablado, se muestra muy entusiasmado.
— Somos amigos, nada más...
— Con derechos, y por el momento. — Se encoge de hombros. — Quién sabe, Nere...
Pongo los ojos en blanco y niego con un gesto de cabeza sin remedio alguno. Al terminar de despedirme de Jimmy y Leslie, también lo hago con Kenneth y su acompañante. Luego, me dirijo al exterior, ansiosa por continuar con éste fin de semana que apenas comienza siendo interesante.
Al entrar a la belleza que Adrián tenía como vehículo, me abrocho el cinturón de seguridad, pero me doy cuenta de algo que es muy necesario para mí.
"Carajo... Necesito ropa, necesito ciertas pertenencias."
— Oye... Adrián... — Lo llamo mientras él comienza a conducir. — Tendremos que ir a la casa de mis padres. No tengo ropa para pasar el fin de semana.
Él me mira rápidamente y esquiva mis ojos al suspirar con suficiencia, mientras conduce tranquilamente.
— No te preocupes por esas nimiedades. No te faltará nada. Lo prometo.
No podía creer lo que me estaba diciendo. Negué con la cabeza al mirarlo con los ojos como platos.
— Andy, quizá para ti sean "nimiedades," pero no te causaré una molestia con ésta cuestión.
— Me causaría una molestia el que no aceptaras lo que te ofrezco con sinceridad y humildad. — Su tono de voz era autoritario.
— ¿A eso le llamas "humildad"? — Enarqué las cejas al cuestionarlo.
— El hecho de que pueda gastarme un dineral en ti, no significa que no sea humilde. — Se encoge de hombros al conducir con elegancia.
En éste reto de palabras, reflexiono lo que ha dicho. Sonrío, porque apesar de cualquier circunstancia, siempre nuestras conversaciones eran divertidas.
— En eso tienes razón. — Acepto en negociación de paz al sonreír. — Debo aceptar que me divierto con tu extraño sentido del humor.
Mi Cura Prohibida sonríe mientras continúa observando la carretera.
— Espero que me digas eso cuando discutamos nuestros puntos. — Su sonrisa se desvanece un poco, y de vez en cuando, cambia su vista hacia mí para comprobar mis expresiones.
— ¿Qué de malo tienen esos puntos? ¿Crees que sea algo que no pueda tolerar o sobrellevar? — Le pregunto, intrigada.
— De hecho, creo firmemente en que sí puedes. — Su expresión refleja seguridad. — Aly, ¿cómo te explico que tenemos una complicidad acertada en la intimidad?
— Sí, eso creo... — Afirmo tímidamente.
— Bien. Esa complicidad puede ayudarnos con esos puntos. — Coloca su mano en uno de mis muslos y lo acaricia con suavidad y delicadeza. — Tranquila... Lo discutiremos en mi apartamento y en mi oficina. Lo primero será discutir tus dudas sobre mis condiciones. Asumo que aún tienes muchas dudas que discutir debido a lo que me has demostrado al traer documentos informativos de esa índole, mi índole. Luego, iré al grano con las condiciones que yo te pediré.
Lo miro con ironía y cierta nostalgía.
— ¿Dónde quedó ese chico tímido de buen corazón? — Al preguntar, él suspira con cierta exasperación.
— El "chico tímido de buen corazón" murió hace mucho, Aly. Su buen corazón sólo lo limita al trabajo. Nada más.
"Palabras duras para mi estúpido corazón."
— Entiendo. — Miro por la ventana del copiloto, intentando esquivar su cuidadosa mirada.
— No te concentres en mis sentimientos profundos que ya son decadentes. Estamos bien con que nos queramos, como siempre lo hemos hecho. — Niega para sí mismo y frunce el ceño.
Vuelve a tomar esa actitud que tanto me confunde. Es como si estuviera perdido emocionalmente, lo cuál me confunde a mí también al intentar comprender sus cambios de temperamento.
Tragué saliva, porque esto me dolía en el alma. Aún sabiendo que no me ama, quería seguir con esto, quería probar hasta dónde llegaba conmigo.
En el trayecto restante, decidí estar en silencio. El alcohol se había controlado en mi sistema debido al agua que me había tomado. Adrián sabía lo que hacía, y su propósito de mantenerme a raya con las bebidas alcohólicas era porque quería que estuviera más que consciente y lista para la conversación que tendríamos que discutir más adelante.
A través de la ventana del copiloto, miré los autos pasar y el tarde ambiente nocturno. Apesar del tráfico que siempre había en la ciudad de San juan, todo desde aquí se veía pacífico. Cada vez que nuestro trayecto se hacía más corto, mis nervios afloraban un poco más.
Sin preguntar, decido encender el reproductor de su auto al conectar el teléfono de mi madre y acceder a mi aplicación de música favorita. Inundo el inquietante silencio con la música de "The Neighbourhood." En el poco transcurso que restaba, me limité a tararear en susurros y moverme discretamente al ritmo del tema de "Daddy Issues" de dicha banda.
Cada vez que Adrián detenía el auto en algún semáforo, me observaba muy interesado. No quería perderse de cada mínimo gesto o movimiento que yo hiciera si a él le interesaba. No sonreía, pero más inquietante era que se me quedara mirando como si algo le sorprendiera en lo absoluto.
— Así que "The Neighbourhood..." — Asume en un susurro que logré escuchar. Su tono parecía fastidiado.
Me sorprende el que lo mencione y lo miro con los ojos engrandecidos.
— ¿Cómo lo sabes?
— Desde hace un tiempo "The Neighbourhood" se ha convertido en una de mis bandas favoritas. — Acepta fríamente.
— Vaya... — Asiento lentamente, sorprendida. — Lo tendré en consideración. Entonces, ¿debo admitir abiertamente que tienes buen gusto musical? — Sonrío con cierta ironía reflejada en mi rostro.
— ¿Tú crees? — Cambia su vista hacia mí al mirarnos a los ojos por un momento. Por extraño que me pareciera, sus ojos mostraron ilusión por unos segundos. — Recuerdo algunas de tu playlist personal.
— ¡Eso no se vale! — Le riño con cariño. — Además, esas canciones las guardé para otro fin.
— ¿Para qué fin? — Vuelve a mirarme con suma curiosidad cuando nos volvimos a detener en un semáforo.
Trago hondo, pero intento mostrarme sincera.
— Para pensarte. Para recordarte cuando estés ausente o lejos de mí. — Confieso al morderme la lengua.
Mi corazón late nervioso. Sus ojos verdes no me dicen nada de lo que cree o piensa. No hay forma de descifrar ciertas cosas de Mi Cura Prohibida.
— ¿Hay alguna banda en específico que te guste, además de "The Neighbourhood"? — Se muestra más reacio. Lo sé, por como intenta proseguir con el tema.
— Claro... "Coldplay" es mi banda favorita. Aunque acepto diferentes tipos de elecciones musicales. Ya sabes... Si tiene sentido y la letra es significativa o simbólica, creo que con eso me basta para que me guste.
Asiente y acelera, pensativo.
— Concuerdo contigo. — Me dice al fin, después de unos largos y tormentosos segundos. Percibo que traga hondo y algo lo pone nerviosos. — Me sorprende que entre nosotros hayan... ciertas cosas en común... "Coldplay" también está entre mis bandas favoritas.
— ¿En serio? — Mis ojos se engrandecen como una niña pequeña.
Él sólo asiente. Intenta resistirse a la emoción y eso me abruma un poco. Vuelve a mostrarse más alejado de mí con su actitud distante y reacia. Por alguna razón, sentí que ese hecho no parecía agradarle. Mi corazón decae de vez en cuando con sus cambios tan bruscos al expresarse.
— Te gusta la pasta. — Proseguí con la conversación al asumir algunos hechos. — Es tu comida preferida al igual que la mía.
— Tu madre y tú alguna vez lograron que eso sucediera, sí. — Confiesa seriamente.
— Tienes un gusto musical parecido al mío... Muy parecido... Casi el mismo gusto... — Vuelvo a recalcar y él sólo asiente. — Mi sueño es convertirme en lo que tú te dedicas y...
— Lo sé. — Me interrumpe al suspirar con exasperación. — También siempre nos ha gustado leer... — Me recuerda entre dientes, como si le fastidiara ese hecho.
No pude evitar continuar adentrándome en la conversación. Necesitaba que fuera más sincero con su humor.
— ¿No... te agrada eso? — Trago saliva y lo miro con cuidado.
Adrián se limita a continuar con su vista hacia la carretera, moviendo su rostro levemente con cierta exasperación.
— No es que no me agrade. Creo que ya es un poco tarde para fijarse en esos detalles, ¿no crees? Nunca le diste la menor importancia, y creo que eso ahora no debe ocurrir. ¿Qué caso tiene? — Aunque su voz era controlada y comedida, no se limitó para decirlo con dureza.
Bajé la mirada, y un agudo pinchazo ardió en mi corazón. Sentí que me observó por unos segundos. Luego, decidió proseguir más comedido y pacífico.
— Aly, no lo tomes a mal. Sólo intento limitarme, ¿entiendes?
— Pero me disculpé por todas esas situaciones hace un rato, y con sinceridad...
— Y lo acepto. — Vuelve a detener el vehículo en un semáforo. — Qué me limite y sea más comedido, no significa que no acepte ese hecho. Es decir... — Negó con la cabeza, no encontraba palabras para explicarse. — Una vez me enamoré de ti. — Confiesa. — Estaba jodidamente enamorado de ti. Me acerqué, o al menos intenté acercarme a ti de las formas más estúpidas. No funcionó. Jesse siempre obtuvo tu atención. Fin de la historia.
Me exasperaba sobremanera que me recuerde algo que ya no tenía caso. Sin contar que, me frustraba que no pudiera olvidarlo. ¿Y lo más que me sorprendía? Qué me dijera que sí estuvo enamorado de mí sin contenerse.
Sé que sus pensamientos no funcionan con simpleza, y también sé que tiene un trauma que desencadena toda esa basura. Pero carajo, yo también estoy enamorada de él, aunque ahora ve ese aspecto de sentimientos como si no significara nada para él.
"¡Maldita sea, Alysha Nerea! Estás muy jodida si crees que él accederá con sus sentimientos." Mi subconsciente se estaba negando a ser soñadora como mi corazón.
— ¿Y por qué no puedes superarlo y seguir adelante? — Inquiero.
— Lo hago. — Me fulmina con su mirada. — No quiero volver a involucrarme profundamente. — El semáforo cambia al color verde y vuelve a esquivar mi mirada. — Después de ti, nunca más volví a aferrarme a un sentimiento parecido. Ya sabes que detesto el hecho de aferrarme o depender de algo.
— ¿Eso significa que de alguna manera yo tuve que ver con tus...
— No. Claro que no. — Me interrumpió antes de que pudiera a atreverme a decir algo que me hiciera sentir culpable. — Estoy más que seguro que mis TOC's han estado en mí desde siempre, o al menos desde que era un niño. Sólo que comenzó a manifestarse en mí cuando se desarrolló fuertemente.
— Igual que tus... parafilias, supongo... — Aún me costaba asimilar esa parte de su ser emocional.
— Sí. Con la única diferencia de que esas condiciones se manifestaron cuando terminaba la adolescencia, pero eso ya lo sabes. — Afirma con seguridad. Recuerda todo lo que me ha dicho.
— Entonces... no culpes a nuestra juventud y a mi ingenuidad. Ahora estoy a tu lado... Estamos... juntos. De la manera que tú decides, pero estoy aquí. — Vuelvo a mirar por la ventana del copiloto. — Me abruma cuando tomas esa actitud por una conversación natural y espontánea como ésta. — Le digo a regañadientes.
La realidad es que me frustra su temor cuando el tema era profundo y de ambos. Se cierra por completo, y con su cambio de temperamento lo compruebo en su totalidad.
— Disculpa. Intento controlar todas las mierdas en mí. Ojalá comprendas que...
— Sí, que tienes varios trastornos asociados. Posiblemente más de un trastorno difícil de calmar y controlar. — No lo dejo continuar con su explicación, porque ya entiendo como funcionan sus actitudes y sus límites. Intenta resistirse a una felicidad que él desconoce por miedo.
"Yo sé que tú me quieres, Andy. Lo sé..." Mi subconsciente no quiere aceptar que Adrián tenía otros propósitos.
— Sé que todo esto te confunde, y el hecho de que yo te quiera también lo hace. — Traga saliva, aún con la vista hacia la carretera. — En un rato, cuando discutamos lo necesario, será más comprensible para ti.
Cada vez que deseaba decirle cuánto lo amaba, surgía alguna mierda que hacía desvanecer mi valentía. Realmente, yo tenía miedo a su rechazo que era más que evidente en esta cuestión del amor, porque él estaba siendo claro. Pero, es que para mí también esto del amor es algo desconocido, aunque lo siento y lo vivo por él.
Ahora sé que quizá fui una especie de ilusión, una especie de amor platónico que el deseó con ansias. Algo similar que me había sucedido con el imbécil de Jesse. Pero, mi corazón y yo estábamos claros... Jesse sólo fue un error, una tonta ilusión de juventud.
Sin embargo, Adrián para mí es mi primer amor, el amor que te llega a los veintitantos, con quién imaginas situaciones futuras sin predecir. Es el hombre a quién me entregué por primera vez, porque nació de mí. No me contuve con el deseo que sentía por él, porque muy en el fondo ya mi alma lo reconocía y lo reclamaba.
Decidí no continuar con la conversación y desconecté el teléfono de mi madre del reproductor al salir de la aplicación de música.
— Espera, Aly. — Me avisa, pero achico mis ojos con curiosidad. Le doy el teléfono sin entender nada, pero me doy cuenta que se dirige a la bandeja de mensajes. — No me gustaría que la señora Nery lea nuestras conversaciones un poco "inocentes." — Sonríe con sarcamos al borrar los mensajes.
"Mierda. Lo había olvidado, como siempre..."
— Lo olvidé.
— Dime algo que no sepa. — Me entrega el teléfono con diversión. Posa su dedo pulgar en mi barbilla. — Ya puedo lidiar con el hecho de que seas tan despistada.
— Y yo puedo lidiar con el hecho de que tengas unos cambios de temperamentos del carajo. — Niego con la cabeza y mis ojos engrandecidos.
Adrián estalla en carcajadas por mi comentario. Al detenernos en la calle Ashford Avenue de El Condado en San Juan, él me mira completamente embelesado. Sus ojos brillan, pero no dice nada. Luego, unos segundos después, sujeta mi mano, sin apartar sus ojos verdes de los míos.
— Aunque no lo creas, aún intento comprender el porqué me haces actuar tan contradictorio y alborotado en innumerables ocasiones. Es la primera vez que me pasa, y es por eso que intento limitarme. A veces sin éxito por esos labios y esos ojos que tienes. Me tienes hechizado con lo hermosa que eres, en el aspecto exterior e interior. Me estás haciendo la vida más compleja de lo que ya es, pero no puedo apartarme. Odio resistirme a tu cuerpo, a tu pelo, a tus dulces ojos... — Acerca su rostro a unos centímetros del mío y prosigue. — Sé como dar placer a una mujer, más no sé cómo amar. Siempre me concentré en mis necesidades, porque son subjetivas, olvidando ese sentimiento para aliviar mis condiciones, mis parafilias.
— Pero...
— La diferencia más grande, y que te convierte en absolutamente especial de las demás con quién he estado, es que yo te quiero de verdad. Tú también a mí, ambos nos queremos. Y en cuánto salgamos de éste vehículo y subamos a mi edificio para discutir lo que haga falta, quiero que estés consciente que esto que hago es para que de alguna forma ambos lo disfrutemos. ¿Lo entiendes? Necesito que estés consciente de eso, Aly. — Sujeta mis mejillas para que lo mire fijamente. — Prometo que dentro de lo que tú y yo tendremos, te cuidaré.
Mis nervios volvieron a relucir, porque, aunque él intentaba ser claro y comedido, yo no lo podía evitar. Estaba tan embalsada en su mirada y tan enamorada de él, que ya no me importaba jugar con fuego y enfrentar sus trastornos a cambio de sentir sus besos y sus caricias, como ha sucedido hasta ahora.
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