Capítulo 17 | Parte 2.

Capítulo 17.

— ¿¡Y!? — Kenneth se emociona una vez que Adrián volvió con sus colegas. — Casi me orino en mis pantalones de Armani, y no sé si es porque ver la apetecible cara del Príncipe del Bisturí me recordó la vergüenza que pasé por mi enorme bocota, o porque verlo cerquita de ti me emociona como una perra en celo, cariño. — Kenneth posa una mano sobre su pecho dramáticamente y con la otra le da un sorbo de sopetón a su Gin-Tonic.

No puedo evitar reírme de su comentario.

— Necesito un favor. — Le aviso, pero él sonríe de manera cómplice y se acerca sigilosamente para hablar en susurros, o al menos, eso cree él.

— ¿Para qué soy bueno? Espero que esa jodida belleza te haya invitado a tener sexo extremadamente salvaje y orgasmico, para que me estés pidiendo un "favor" con esa sonrisita tan pendeja que traes. — Enarca las cejas varias veces.

— ¡Kenneth!

— Ya te estás tardando... — Tararea medio achispado.

Le doy un sorbo a mi nuevo trago de Gin-Tonic al ver que Gloria está enfrascada en una conversación entre risas con ciertos internos del grupo, así que decidí aprovechar el momento para confesarle la situación a Kenneth.

— Quiere que me vaya con él ésta noche. — Le confieso con cierta pizca de emoción, intentando calmar la felicidad que siento.

— ¡Oh, por Dios! ¡Oh, por Dios! — Kenneth susurra dramáticamente y se abanica con su mano.

— ¿Seguirás tomando cada información sobre esto de esa manera? — Le pregunto con cierta impresión.

— ¿¡Qué parte de "No es lo mismo que lo aceptes en mis narices" no entiendes, nena!? ¡Nada más pensar que luego de aquí te acostarás con semejante manjar hará que me cause una hipertensión crónica! — Chilla con emoción y yo pongo los ojos en blanco.

— El único favor que te pediré es que cuides de Gloria. En lo que respecta, claro.

— Nena, no te preocupes por eso. Ella estará en... — Comienza a buscar a Gloria con la mirada, y al darme cuenta que la había perdido de vista, yo también comienzo a buscarla.

Entonces, la vi.

"Ay, mierda... ¿Esto no podría ir mejor?"

Gloria estaba frente a la mesa dónde estaba Damián, Lily, y los demás residentes. No sé porqué demonios tendría que recurrir a esa dirección. Kenneth y yo intercambiamos miradas rápidamente.

— Mi reina, el alcohol a veces puede hacer que las personas agarren un valor exagerado. — Mi alocado amigo bromea hasta en el peor momento, pero aún así, ambos nos levantamos de nuestros asientos y nos alejamos del grupo para salvar el trasero de una interna achispada. — Cariño, ¿qué coño estás haciendo? — Kenneth le pregunta a Gloria entre dientes al posar su brazo sobre los hombros de ella para traerla de vuelta.

Al menos, habíamos llegado a tiempo. No me hubiera imaginado si hubiera dicho algún comentario. Seguí a mis dos amigos, pero vi que Gloria le sonrió a Kenneth de manera exagerada.

"Uf, parecía más que achispada."

— Esperaaaaaa... — Ella intenta detener nuestro paso.

Le sonrío a Damián una vez que volvemos a estar cerca de nuestras sillas y le doy toda mi atención a Gloria.

— Glory, ¿estás...

— Enamoradaaaa... Nere... Estoy supeeeer... enamoradaaaa... — Me dice entre risas. Hace ciertas muecas que me causan gracia.

Niego con la cabeza y miro de reojo hacia la mesa dónde está Damián.

— ¡Hey! ¡Escúchame! — Le susurro entre dientes, y de cierta manera, la obligo a mirarme. — No puedes hacer lo que pensabas, no puedes decirle nada a Damián mientras esa mujer esté ahí, y mucho menos alrededor de tantos residentes. ¿¡Te has vuelto loca!?

— Está loca. — Afirma Kenneth sin piedad. — Sienta tu culo en la silla e intenta calmar tu melancolía. Debes ser fuerte. No muestres ese tipo de debilidad frente a esa zorra interesada. — Apesar de que me causa mucha gracia las expresiones de Kenneth, sólo asiento, intentando mostrarme comedida delante de ella.

Observé con más suspicacia hacia las mesas que estaban alejadas de la cantina. Damián mostraba curiosidad al mirarnos y no disimulaba la preocupación que estaba reflejando.

Miré mi trago, aún se encontraba a mitad, y sin pensarlo tanto, le di un gran sorbo. Percibí que Adrián me estaba vigilando. Aproveché para sonreír y morder mi labio inferior con cierto disimulo, y con la intención de que él se diera cuenta.

Adrián se recostó del asiento dónde estaba y enarcó las cejas al esquivar mi mirada. Le dio un sorbo a su trago, y sé que me observaba con mucho cuidado y desdén mientras hablaba con sus colegas.

"Nere, sí que eres mala y te gusta provocarlo."

Tengo que aceptarlo, me estaba divirtiendo con mi tormentoso espécimen que tanto amo. Es decir, Adrián es un ser muy complejo, pero nada de su extrema complejidad emocional podía evitar que lo amara con todo mi ser.

— Nere, ¿cómo estás? — Damián me pregunta.

De repente, se había presentado en nuestra área y yo no me había fijado por estar pendiente a otras situaciones tentadoras. Me giré y le sonreí un poco tímida.

— Bien. Pensé que no vendrías a saludarme. — Lo abracé con calidez.

— Tú también podrías venir a saludarme, sabes que no tengo ningún problema contigo. — Me devuelve el abrazo.

Ciertos estudiantes del hospital se quedan sorprendidos por su comportamiento tan espontáneo hacia mí. Y eso incluía a mi alocado amigo, puesto que en sus ojos se veía la impresión. Lo cierto es que Damián y yo siempre nos hemos llevado muy bien. Nuestro tipo de acercamiento podría denominarlo como algo muy familiar y sano.

— Lo sé. — Bajo la mirada, un poco sorprendida de que esté justo aquí. Miré de reojo y Kenneth continuaba hablando con Gloria más pacífico. Mi vista volvió rápidamente hacia Damián. — Oye, pensé que no te gustaban las actividades de los principiantes. — Le sonreí muy bromista al cruzar mis brazos.

— Es... cierto. — Vi cierto nervisismo en él. De repente, miró hacia la dirección de mi compañera. — Sólo pasaba por aquí... — Se encogió de hombros, pero en ningún momento despegó su vista de mis dos amigos. — Vine a pasar el rato.

— Claro... — Lo miré con suma curiosidad.

Damián realmente parecía... ¿preocupado?

— Oye... — Ahora su atención vuelve a mí. Mira mi brazo, quería comprobar la marca que Jesse me había hecho. — ¿Él lo sabe? — Hace cierto movimiento con su cabeza, como si quisiera señalar a Adrián.

Yo sólo asentí a su pregunta. Damián le daba la espalda a todos los que estaban en las mesas, pero no pude evitar mirar de reojo hacia la dirección dónde se encontraba Adrián. Comencé a ponerme nerviosa al ver que nos miraba con cierta seriedad. El ojiverde se limitó a darle un sorbo a su trago y perder su mirada hacia ninguna dirección en específico.

"Andy, tendrás que calmar esa especial mentecita que tienes, porque no ocurre nada malo." Mi subconsciente intenta decirlo. "Sí, claro... Como si él pudiera escucharla."

— Nere... — Damián vuelve a llamar mi atención, parecía muy dudoso al estar justo cerca de nosotros. — ¿Segura qué estás bien? ¿Ustedes están... bien? — Él mira a mi amiga.

Ella le sonríe y le guiña el ojo de manera muy espontánea e insinuante. Tragué saliva, y hasta yo misma comencé a sentir rubor por ésta situación. Asentí, mordiendo mi lengua para no carcajearme. Damián los observa con tanta curiosidad y Kenneth le devuelve una sonrisa forzosa.

— Sí, ¿por qué no? — Comienzo a reír, y creo que es porque los Gin-Tonic's comienzan a hacerme efecto a mí también.

Damián enarca las cejas y me observa como si me hubiera salido un tercer ojo. Vuelve a pasear su mirada en la dirección de Gloria y Kenneth, luego observa hacia dónde estaba Adrián, y al final, me mira con cierta seriedad. Niega con la cabeza y suspira.

— Internos... — Pone los ojos en blanco y vuelve a la mesa con los residentes que lo acompañaban.

Vuelvo a sentarme e intento actuar de manera natural. Ya comenzaba a entender a mi hermano Jimmy cuando quería presentarse en éste bar, se podría divertir con las idioteces que sucedían con el personal del hospital.

Al terminar de beber el poco líquido que quedaba de mi trago, el cantinero vuelve a traer otra ronda para mis amigos y para mí. Le doy un sorbo justo cuando observo el televisor que presentaba las noticias. Estaba encendido, pero en modo silencioso debido al alto volumen de la música. Nadie le prestaba atención a las imágenes que se presentaban, ya que era sobre la epidemia que se había desatado en el medio oriente. En los titulares de la noticia se podía leer que también se han hallado personas con síntomas del virus Mers-Recov2 en Francia. Volví a sentir un extraño presentimiento, parecido al que he sentido las últimas veces que he visto las noticias sobre éste tema en específico. Por alguna razón, no podía despegar mis ojos de las imágenes que presentaban.

De repente, sentí que mi bolso vibraba, y sé que era debido al teléfono. Al sacarlo de inmediato, me doy cuenta que era un mensaje de Adrián. Achico los ojos al leerlo, por lo que me había enviado.

[Creo que ya es suficiente de los Gin-Tonic's. ¿No te parece?

Dr. AWM]

Dirijo mi vista hacia él, pero me observa con seriedad y cierta pizca de interés. Como una tonta, le saco lengua, bromeando con él y haciéndole creer que no me importa lo que ha dicho. Percibo que achica sus ojos y toma su teléfono para teclear nuevamente.

[Esa lengua viperina y yo tenemos algunos asuntos muy pendientes...

Dr. AWM]

Muerdo mi labio inferior para contener la sonrisa que me causa su mensaje, con tan sólo una tonta respuesta activa mis hormonas de una manera increíble, haciéndome sentir deseosa de todo lo que él implica. Le respondo al suspirar profundamente.

"Esto de provocarle me costaría muy caro..." Pensé.

[Ella y yo estamos muy ansiosas de que Ojitos Bonitos nos calle a ambas.]

Me sorprende su pronta respuesta.

[No pareces tan ansiosa cuando te entretienes y charlas con cada residente que se te presenta.

PD: ¿Qué tipo de interés tiene el Doctor Del Valle por ti?

Dr. AWM]

Niego con la cabeza con suma impresión por su descaro. ¿Quién lo entiende? ¿Ahora me dirá qué mi amigo Damián lo tiene estresado? El Doctor DD para mí es como un miembro de mi familia, un gran amigo.

Sin entrar en muchos detalles, vuelvo a responder su mensaje, con la intención de provocarlo con su supuesto "estrés."

[Supongo que nuevamente estás "estresado."

PD: Calma, Ojitos Bonitos. Damián es un buen amigo y compañero.]

Al presionar el botón de enviar, sonrío con suficiencia y soy capaz de aguantarme para no ver sus expresiones. Siento que alguien toca mi hombro, y al girarme, mi sonrisa se tuerce un poco.

— ¿Aburrida de ésta actividad de internos? — El Doctor Yanius vuelve a acercarse a mí. Me observa con sumo interés.

Al parecer, creía que estaba verdaderamente aburrida cuándo no era así, puesto que me estaba divirtiendo con el juego de mensajes y miradas de Adrián.

— La estoy pasando muy bien. — Sonrío amistosamente.

No sabía cómo actuar exactamente delante de un estudiante del director actual y de Adrián, así que intenté mostrarme con suma normalidad respecto a nuestras posiciones de trabajo en el hospital.

— No pareces estar pasándola muy bien cuando estás totalmente concentrada en tu teléfono.

— ¿Qué? No. Sólo... atendía un pequeño e importante asunto.

— ¿Del hospital? — El residente jala una silla y se sienta a mi lado, apoyando uno de sus brazos sobre la mesa alargada de la cantina para prestarme toda su atención.

— Algo así. — Sonrío e intento ser breve.

— Espero que no te amarren todo el tiempo a los asuntos hospitalarios. — Le da un sorbo a su trago y se encoge de hombros. — Siempre intentan sacarle el mayor provecho a los más brillantes hasta exprimirlos.

— ¿Debo considerar su comentario cómo un elogio, Doctor Yanius?

— Como un hecho. — Muestra su bonita sonrisa. — Me llamo Jefrey, por cierto. Mientras se pueda, llámame por mi nombre. Por mí, no hay ningún problema con eso. No soy tan protocolario como lo aparentas ser tú. — Lo miro sorprendida, en alerta. — Me refiero a que pareces una mujer muy... interesante. No lo tomes a mal.

— Por favor, no es para tanto. — Cambio levemente la mirada.

— ¿No es para tanto qué una bella mujer como tú vaya a aspirar para una residencia en cirugía? — Su mirada es insistente y yo no sabía que decir. — Créeme, los rumores corren rápidamente, y desde que llamaste mi atención no pude evitar preguntar en qué rama de la medicina estabas interesada.Y hoy, ya lo pude comprobar.

— ¿Sí? ¿Cómo así? — Enarqué las cejas al darle otro sorbo a mi trago.

— Conoces al que será mi futuro director, en cualquier caso mi mentor y también tu futuro director si logras aprobar para la residencia.

— Sí, bueno... Lo conozco desde siempre. — Carraspeo levemente para corregir mi afirmación. — Es decir, desde mucho antes de que se convirtiera en médico.

El residente asiente a mi respuesta, y de alguna manera, presiento que se contiene para no hacerme preguntas mucho más personales.

— Así que supongo que son buenos amigos, ¿no? — El Doctor Yanius estaba realmente interesado en lo que yo pudiera tener con Adrián.

Sin embargo, en éste tema, no tenía que mentir ni disfrazar la situación, porque sí somos amigos. Asiento para confirmar su pregunta.

— Cuando te mencioné que lo conozco desde siempre, me refiero a que nos conocemos desde que éramos niños. Así que... — Me encogí de hombros con más normalidad.

— Entiendo... — Me sonríe de forma extrovertida.

El Doctor Yanius y yo continuamos charlando sobre temas triviales, también sobre los increíbles y extraños acontecimientos que suceden en los casos clínicos. Y aunque él se muestre con otros intereses por mí, yo continué manteniéndome a raya y siendo comedida. No quería darle alas ni ningún tipo de esperanza que no fuera mero interés de compañerismo en el área de trabajo.

Sólo esperé que Adrián se mantuviera a raya de igual forma y controlara su mentecita tan especial. Pero al parecer, no pensaba ceder en ésta cuestión de una simple charla convencional con un futuro compañero de trabajo.

— Señorita Doménech... — Escucho una suave y ronca voz a mis espaldas.

Podía reconocer su delicioso aroma en dónde sea. Al girarme un poco para observarlo con cierta tranquilidad, no pude evitar esconder mi sonrisa por la charla tan divertida que estaba teniendo con el residente. Ambos observamos al hermoso espécimen que había vuelto a presentarse delante de mí. Tuve que achicar los ojos con extrañeza al mirarlo. No parecía para nada relajado, y al conocer un poco mejor que antes toda su anatomía, podía percibir que estaba en tensión y en alerta.

— Doctor Wayne... — Niego, aún con una sonrisa, sin entender porqué demonios volvió a la carga cuando me he contenido de manera apropiada.

¿Es qué no piensa entender qué sólo tengo ojos para él? Estaba casi clara en que no, y más si desconocía de mis sentimientos profundos. Pero, por más ansiosa que estuviera por decirle la verdad, sabía que sería un error. Podría perderle por confesarle lo que siento por él, porque no es recíproco.

Él esperaba pacientemente a que yo dijera algo más. Definitivamente, Adrián sabía jugar a ésta mierda.

— ¿Qué hace aquí? — Volví a preguntar con los ojos como platos. — Digo, ¿quiere sentarse? — Le ofrezco asiento justo en la otra silla que se ubicaba a mi lado.

Trago saliva por las inmensas cosquillas que se apoderaban de mi pecho.

"Mierda, Nere. Controlate... Controlate..."

Adrián muestra una media sonrisa, triunfadora y bastante sensual. Entonces, sólo decidió ser él...

— Creí que no me lo pedirías. — Su voz era pausada y calculadora. Con descaro, jala la silla aún más cerca de mí y se sienta a mi lado. — Aly, ya sabes que somos "amigos." — Le da énfasis a la palabra "amigos," pero sólo yo entiendo eso. — Fuera del trabajo podemos tratarnos como siempre... — Soltaba ciertos y suaves suspiros, demasiado sensuales.

"Sé que está disgustado, lo sé."

— Cierto. — Intento tratarlo con normalidad.

Ambos observamos al residente, sus ojos claros lo fulminan con superioridad. Ahora ya puedo entender cuando dijo que habían peores formas que podía usar cuando mencioné sobre lo de "Mear territorio." Siento que Adrián comienza a disfrutar el momento, porque no deja de sonreír en lo absoluto.

— ¿Y cómo le ha ido ésta semana en sus prácticas mientras estuve ausente? — Adrián le pregunta al residente al posar y acomodar su brazo sobre el respaldar del asiento dónde yo estaba. Percibí incomodidad en el residente, porque, evidentemente, Adrián lo estaba haciendo adrede. — Estoy suponiendo que muy bien, Doctor Yanius. — Su voz es más pacífica, aunque calculadora. — Debo admitir que usted hace muy bien su trabajo. Sin errores, casi...

Yo bajo un poco la mirada, sonrojada, y ruborizada. Él quería hacerle entender que el acercamiento que pretendía hacia mí, no era permitible.

— ¿Usted... cree? — El residente preguntó un poco sorprendido. — Bueno... Gracias, Doctor Wayne. — Traga saliva, pero intenta simular que la presencia de su superior y futuro director no le afecta. — Definitivamente, usted nos ha ayudado a nosotros los residentes con sus lecciones y técnicas. Agradezco enormemente que se tome la molestia de enseñarnos y mostrarnos muchas de sus técnicas aprendidas e improvisadas. — Mientras el residente elogiaba a Adrián, mi expresión se convierte en una de sorpresa.

Es decir, ¿cómo es posible qué un pretendiente se convierta en un halagador del hombre que está marcando territorio directamente?

— Es mi trabajo, Doctor Yanius. — Adrián muestra su perfecta y alineada dentadura al ensanchar su sonrisa. — Lo hago con mucho gusto y empeño. — Se arquea levemente en la silla y me mira con total seguridad. — También espero que Alysha corra con la misma suerte. — Su sensual voz era de puro sarcasmo, porque, definitivamente, yo sería su aprendiz en algún momento dado, sin contar que en las rondas de cirugía como interna también el estaría presente.

Por un segundo lo miré con malicia, y él me devolvió la misma mirada de sus hermosos ojazos.

— Es curioso, ¿no? — Adrián volvió a la carga. — Siempre hemos sido amigos... Desde que tú sólo eras una pequeña. Y mira, seguimos juntos en esto. — Se mostraba muy entusiasmado con ésta maliciosa conversación, pero a mí sólo se me acelera el corazón, porque aunque sólo se mostraba como macho alfa, no podía evitar sentir cosquillas en mi vientre y en mi pecho al escuchar y comprobar que, verdaderamente, es bien meticuloso en todo, incluyendo en nuestros recuerdos y el pasado común de ambos que él recuerda más que yo.

Sonrío, y ésta vez, con naturalidad. Había quedado encantada con eso.

— Lo cierto es que... es curioso, y espero que el destino haya tenido que ver con eso. — Le comento al perderme por unos segundos en mis pensamientos.

— No creo mucho en eso del destino, pero quizá con el hecho de que hayas vuelto a mi lado, me haga cambiar de perspectiva en cuánto a eso. — Adrián sujeta mi mano al darse cuenta que aún conservo la pulsera de diamantes con la Hello Kitty. Gira mi mano y la observa con un brillo destellante en sus ojos.

Estoy más que convencida de que el residente debe sentirse incómodo y que debe estar captando la indirecta más directa que Adrián ha mostrado hasta el momento.

No dejo de mirar a Adrián. Me tenía totalmente embelesada, cautivada, y... excitada. Por alguna razón, sentía que yo también le afectaba de esa manera pasional. Adrián y yo nos miramos de esa única manera que sólo él y yo entendíamos sin emitir palabras. Me atreví a descifrar que está sintiendo y pidiendo justo lo que yo también le pido con mis ojos.

— ¡Nere! — Mi hermano nos interrumpe, y es en ese momento,  que me doy cuenta que había llegado. Adrián y yo dejamos de comernos con la mirada para atender a mi espontáneo y fiestero hermano. — ¡Uf! ¡Menos mal! Pensé que ya te habías ido, hermanita. ¿Es el tuyo? — Jimmy señala mi trago y yo asiento. Él lo agarra y le da un sorbo de sopetón. — ¡Hola, Doc! ¿¡Cómo está!? — Jimmy le estrecha la mano a Adrián con suma amabilidad. En sus ojos se reflejaba la gratitud y admiración.

Adrián le devuelve el saludo entusiasmado, muy entusiasmado...

— Jimmy, que gusto verte por aquí. — Le brillan los ojos con diversión. — Imagino que Aly te invitó.

— ¿¡Nere!? ¡Pff, no! Me invité yo sólo. — Se encogió de hombros al reír con despreocupación. —  Yo sólo conté con avisarle que pasaría por aquí, pero ya veo que está muy bien custodiada. — Mi hermano enarca las cejas muchas veces. — En fin, para mí es un placer encontrarlo, Doc.

— Bueno... Permiso... — El residente llama la atención de los hombres que más amo. — Yo me retiro. — Sonríe vagamente. — Iré a charlar con unos compañeros que no he saludado. — Se levanta y asiente levemente con un gesto de cabeza. — Doctor Wayne, Alysha... — Se despide con cierta seguridad, pero su mirada en mí tarda unos segundos más.

Siento que Adrián lo escruta seriamente con su mirada. Luego, el residente opta por marcharse.

— ¿Llegué a tiempo? — Jimmy le pregunta a Adrián con sarcasmo y ambos sonríen cómplices.

— Eres bienvenido cuando gustes, Jimmy. — Se recuesta sobre el respaldo del asiento. — Nada me causa más alegría en éste momento que hayas venido justo cuando era imprescindible. — Adrián le sonríe y siento que intenta acapararme.

Jimmy eleva mi trago y le da un último y pequeño sorbo al poco líquido restante. Adrián le hace señas al cantinero, para que se acerque a nosotros.

— Dígame qué se le ofrece, Andy. — El cantinero que siempre ha atendido el bar le muestra una sonrisa familiar a Mi Cura Prohibida.

— Johny, también quiero que factures a mi cuenta los gastos de él. — Señala a mi hermano con un gesto de cabeza.

— ¿Y eso incluye a mi acompañante? — Jimmy enarca las cejas con cierta sorpresa.

— Uf, mierda... Lo había olvidado. — Le digo a Adrián al mirarlo a los ojos y girarme un poco, mientras su brazo continuaba en el respaldo de la silla, rodeando mis hombros. — Jimmy viene con Leslie, la enfermera Holán, quién trabaja en el hospital también. — Adrián me observa tranquilamente al asentir. — No te preocupes por los gastos, yo me encar...

— Está bien. — Me interrumpe. — No hay ningún problema. — Nos sonríe con suficiencia. — Todo lo que tenga que ver con Alysha, ésta noche se factura a mi cuenta. — Jimmy engrandece los ojos, mientras que yo los pongo en blanco. El cantinero asiente y se marcha. — Pero tú, señorita, estás media achispada. — Sonríe con diversión al alzar la mirada. — Según lo que han demostrado tus acciones... — Se acerca levemente a mi oreja. — Y tu lengua viperina...

— Éste tipo es el puto amo. — Jimmy niega con la cabeza, sus ojos mostraban impresión. — Digo, no lo tomes a mal cuando una vez dije que debías estar podrido en dinero. — Se encogió de hombros. — Lo dije en sentido literal, aunque se escuche interesado. Pero gracias, iré por mi chica.

Jimmy se aleja del área rápidamente, justo a dónde estaba Damián. Allí, Leslie saludaba a su jefe, el Doctor DD. Cuando se percata que Jimmy está con ella, se impresiona y lo saluda con extrema emoción.

"¿Es qué... a quién no le cae bien Jimmy?"

El cantinero, llamado Johny, nos coloca nuevos tragos a Adrián y a mí. Ambos agarramos nuestras bebidas, pero él me observa inquisitivamente. Sus ojos brillan con intención lujuriosa.

— ¿Qué, Ojitos Bonitos? — Solté con valentía. — ¿Ya estás nuevamente satisfecho de salirte con la tuya? — Le doy un sorbo a mi Gin-Tonic y él me observa con extrema curiosidad.

— Aún no. — Me dice con descaro. — Con estos tragos, ambos tendremos que tomar valor... — Le da un sorbo a su copa con diversión, sin despegar sus ojos de los míos.

— ¿Qué pretendes?

— Lo mismo que pretendes tú. — Recuesta su espalda sobre el respaldo de la silla y observa mis piernas de manera insinuante.

— No te he dicho nada. — Enarco las cejas y cruzo las piernas de manera intencional.

Él frunce el ceño y se muerde su labio inferior levemente.

— Así que intentas joderme... — Susurra sensualmente y su mirada verde muestra superioridad. Me arqueo un poco y él observa cada mínimo movimiento. — Quiero que sepas que lo estás haciendo... Me estás jodiendo... Desde hace un rato. Y te costará muy... muy... caro. — Continúa susurrando muy cerca de mí, sin dejar de mirarme. — A ti y a tu lengua viperina.

Trago saliva y lo miro con deseo. No pretendía disimular ese hecho.

— ¿Estás estresado? — Me muerdo el labio levemente. Él asiente y vuelve a fruncir el ceño. — ¿Seguro qué es sólo estrés? — Muevo un poco mis piernas. Él se arquea deliberadamente y roza sus dedos sobre su barbilla, aún continúa en silencio. — ¿No dirás nada? — Vuelvo a preguntarle.

— Aly, no me provoques.

— ¿Por qué?

— Intento ser condescendiente. Es tu salida, tu actividad de internos. No lo arruinaré.

— ¿Crees qué lo arruinarás? — Le pregunto muy coqueta y él se acerca a mi oreja.

— ¿Piensas continuar insinuándote para mí? — Me susurra al oído.

El olor a perfume caro y alcohol nos envuelve a ambos. Le doy un sorbo a mi trago y tomo valor para confesarle lo que quiero.

— Te deseo. No he parado de hacerlo desde que te vi en aquella mesa con tus colegas.

Apesar de que vi impresión en sus ojos, no dejó de observarme. Suspira con ironía y diversión.

— Mi jovencita... Tan valiente y tan... — Me mira de abajo hacia arriba. — Deliciosa... — Vuelve a posar sus claros ojos en los míos y nos miramos con deseo.

— Nere, aquí está Leslie. — Jimmy nos interrumpe y me saca de mi ensimismamiento.

Adrián sonríe y se recompone. Leslie nos saluda y nos estrecha la mano a ambos. Evidentemente, reconoció al Príncipe del Bisturí.

— Hola, Nere. Doc... Doctor Wayne... — Leslie nos saluda y Adrián achica los ojos. Ella se notaba bastante impresionada de que él estuviera aquí, precisamente a mi lado con tanta familiaridad.

— La he visto en el trabajo, sí. ¿Cómo se encuentra? — Adrián le estrecha la mano.

— Muy bien. Jimmy pensó que sería buena idea venir un rato. — Los ojos de Leslie mostraban emoción al referirse a mi hermano.

— Claro. — De repente, Adrián se levanta de la silla. — Por favor, tomen asiento. No tiene que preocuparse por los pagos de las bebidas. — Me sorprende su repentina acción. — Yo volveré en un rato. Debo atender un asunto de suma importancia. — Le sonríe a mi hermano, y luego, me dedica una mirada que sólo los dos entendemos.

Se aleja de nuestra área, y sin más, sale del bar. Achiqué los ojos con extrema curiosidad, pero decidí charlar un rato más con Jimmy y Leslie.

Unos minutos después, no pudo faltar el mensaje que estaba esperando. Cuando lo leí sonreí.

[Te espero en mi auto.

Dr. AWM]

"¿A su auto? ¿Es qué ya quería irse?" Mi subconsciente y yo no lo entendíamos, pero decido ir de inmediato.

— Jimmy, vuelvo en unos minutos. — Le aviso al levantarme de la silla. Sentía un leve hormigueo en el hueco de mi vientre que continuaba aumentando.

— Claro, tranquila. — Me sonríe de manera inteligente. — Los esperaremos justo aquí. — Su tono de voz era de manera socarrona.

Puse los ojos en blanco, pero Leslie se ruborizó un poco por lo explícito que Jimmy podía ser.

Al salir nuevamente del bar, lo hago con más seguridad, dispuesta a seguir con éste juego que yo tenía con Adrián. Camino unos largos segundos, pasando por el aparcamiento del Soul Angel. Adrián había estacionado su precioso Jaguar un poco más distanciado, así que el hecho de estar a solas con él no me preocupaba mucho en cuánto a esto. Cuando estoy asomada cerca de la puerta del copiloto, la abro al darme cuenta que él está en el asiento del conductor.

— ¿Qué estás haciendo? — Le pregunto al achicar los ojos y sonreír. — ¿Ya nos vamos? Ni siquiera nos hemos despedido de Jimmy. — Lo miro con curiosidad, pero su expresión era de pura seriedad.

— Entra, Aly.

— ¿Qué? Pero...

— Aún no nos iremos. — Me confirma. — Entra. — Su petición era más que eso, una orden.

Al entrar y acomodarme en el asiento del copiloto, no deja de observarme y saborearme con su mirada. Comienzo a mirar a mi alrededor, por lo nerviosa que me pone su mirada tan llamativa. El frío y pulcro interior de su auto no ayudaba a que controlara esos nervios, pero decidí continuar con esto.

— ¿Estresado? — Le pregunto dulcemente al cruzar mis piernas. Él no dice nada y sólo se limita a estudiar mis piernas con detenimiento. Se relame levemente sus labios. Presiona el botón que está junto a la puerta y cierra con nosotros adentro. Acomoda el asiento del conductor, de manera que lo ajusta hacia atrás. Mi corazón late fuertemente. — ¿Sucede algo? — Vuelvo a preguntar al tragar saliva.

Él sólo asiente.

— Te avisé que no era bueno que me provoques. — Me fulmina con sus ojos claros. — Te harás responsable de las consecuencias.

— Estás jugando, ¿verdad? — Lo miré a los ojos y apoyé mi cabeza sobre el asiento.

Él no se perdía cada movimiento que yo hacía, por más inocente que fuera.

— Yo jamás juego, pequeña. — Susurra. Su mano se dirige hacia mis muslos. Comienza a acariciar uno, y luego el otro. Me estremece su tacto y su forma tan descarada de hacerlo. — Tienes unas piernas preciosas... — Su voz es un poco entrecortada, pero aún así, continué provocándole al colocar mi mano sobre la de él al acariciarla. — Todo tu cuerpo es mío.

— Todo tuyo... — Susurro provocativa. Guio su mano a la profundidad de mis muslos y me mira con superioridad. Sus ojos eran puro fuego abrazador.

— Te gusta. — Me dice complacido por mi abierta actitud hacia él. Sus dedos comienzan a pasearse por la suave y delicada tela de mis bragas, haciendo que las cosquillas me invadan hasta atormentar mi vientre y contraerlo. Cierro los ojos al disfrutar de sus expertos y largos dedos. Y sin esperarlo, se adentra al interior de mis bragas para tocar mi sexo. — Estás muy mojada... — Comienza a respirar profundamente, mientras yo me arqueo sobre sus dedos. Él comienza a trazar movimientos ascendentes y descendentes sobre mi húmedo sexo, pero en ningún momento dejó de mirarme a los ojos mientras me acariciaba. Estaba muy concentrado y perdido en mis expresiones. — Eso es... — Susurra con sensualidad.

— Más... — Gimo en un susurro y él se muerde su labio inferior.

— ¿Así? — Juega con mi placer al preguntar. Siento como su dedo índice presiona mi clítoris. Vuelvo a colocar mi mano sobre la de él para que continúe. — Eres... una... descarada... — Susurra y sonríe al ver que me estremesco bajo su mano. Él acerca sus labios lentamente hacia el lóbulo de mi oreja. — No te imaginas cuánto me fascina que te comportes así de receptiva conmigo.

Giré un poco mi cabeza al pegar mi frente junto a la de él. Sus ojos me mostraban excitación por su parte.

— Estoy disgustado, ¿sabes? — Sus dedos me torturan de manera exquisita. — Me inquieta que otro pueda mirarte con deseo cuando esto es mío, coño.

Introduce su dedo índice y gimo por el placer que esperaba con ansias. Primero entra lentamente, luego, un poco más rápido, hasta que el movimiento comenzó a ser constante y controlado. El placer que yo estaba recibiendo me tenía en las estrellas, por lo que no pude evitar abrir la boca levemente. Eso, le agradó en lo absoluto y no dudó en morder mi labio inferior.

— Te lo voy a hacer aquí mismo. — Su sensual susurro suena más decidido. Detiene sus deliciosos dedos, y con cierta prisa, se acomoda en su asiento. — Ven... — Me extiende su mano y me mira con excitación.

De momento, no entendía su petición, pero él mismo mostró sus intenciones de que yo me sentara sobre sus piernas y su entrepierna. Con un poco de duda, lo miré. Su seria mirada me lo confirmaba. Con los nervios a flor de piel y con el corazón a mil por hora, comencé a sentarme como pude sobre sus piernas, de manera que nos miramos fijamente con un reto candente de miradas.

Aunque no estábamos completamente cómodos, nos dejó de importar. Suspiré el aire de excitación que me causaba sentir la dureza de su miembro en su entrepierna. Adrián sonrió con superioridad al sentir el efecto que me estaba causando.

Sentí cómo su mano se dirigió hacia la cremallera de su pantalón. Sus ojos eran muy retantes y penetrantes mientras termina de bajar la cremallera de su pantalón e intenta liberal su erección, lo cuál logra sin mucha dificultad. Nuestras respiraciones se mezclan con sumo desespero. Me apoyo de su cuello como puedo y me arqueo deliberadamente... insistente, muerta de deseo.

— Quieta. — Me ordena con la voz entrecortada.

Percibo que busca como puede en uno de los bolsillos de su pantalón. De repente, y con cierta prisa, rasga el envoltorio del condón y lo coloca en su miembro, bajo mi entrepierna. Al lograr colocarlo con agilidad, me sonríe maliciosamente al subir mi vestido a unos centímetros más arriba de mis caderas. Me encaro mucho mejor para saborear su deliciosa boca, pero me lo impide al sujetar con firmeza mi nuca para rodar mis bragas con su otra mano. Al instante, me penetra con dureza y firmeza. Chillo un poco por la impresión del acto y por la deliciosa presión que sentí entre mis pliegues. Él comenzó a moverse lentamente, aunque era contundente al hacerlo. Cerré los ojos cuando comencé a dejarme llevar por él.

— Wayne... — Gimo con extrema frustración por la excitación.

— Esto es lo que sucede cuando me... provocas.

Me embiste crudamente y sujeta algunos mechones de mi cabello para darle más accesibilidad a la piel de mi cuello. Sus besos y mordidas no se hicieron esperar por mi garganta. El placer y la frustración fue una mezcla detonante para él, por lo que no pudo evitar sujetar mi cintura con firmeza. Aproveché el momento para tomar la iniciativa en hacerlo perder la cabeza. Comencé a subir y bajar descaradamente por todo su duro y firme miembro. Su tensión y su respiración acelerada hizo que me diera cuenta que le sorprendía mi acto.

—Por Dios, Aly... — Gruñe en mi cuello y siento su deliciosa boca levemente abierta sobre mi piel. Continúo ascendiendo y descendiendo, pero decido aumentar la velocidad cuando el placer incrementó sobremanera. No sabía si era por el alcohol, pero, definitivamente, me sentía poderosa y extasiada sobre éste complejo espécimen. — Aly... — Gime junto a mí.

Él intentaba controlar sus impulsos, pero sus manos no podían evitar dirigirse a mis muslos, a mis accesibles piernas a cada lado de su cintura.

— ¿Esto es lo qué quieres? — Le insinúo al posar mis manos sobre las de él.

Sé que tiene una desviación por esa parte de mi cuerpo, por mis piernas. Por alguna razón, eso me gusta.

— ¿Qué haces? — Gime sensualmente. Presiona mis muslos con firmeza. No podía detener su presión y sus caricias en la piel de mis piernas.

— Siendo tuya. — Ahogó un grito por el placer que su imperiosa dureza me causa.

Él intenta recuperar el mando, pero continúo insistente, y eso, logra que nuestros movimientos íntimos sean al compás. Adrián me embiste y yo recibo sus estocadas al descender con desespero por todo su cuerpo debajo de mí. Como puedo, me elevo sólo un poco más, con la intención de darle más accesibilidad a mis piernas.

— Necesitaba esto de ti... — Le confieso entre gemidos, pero él se limitaba a no decir mucho. — Me gusta ser tuya... Me gusta tenerte... — No me importaba decir lo que estaba sintiendo, necesitaba que entendiera lo importante que él está siendo para mí.

Adrián se alimentaba de mis palabras, porque la excitación y sus movimientos íntimos y penetrantes fueron más receptivos y desesperados. Yo sonrío triunfadora al posar mi mejilla sobre sus mechones por unos segundos.

— Te gusta. — Complacida, repito la frase que me había dicho en un principio, jugando dulcemente con él.

— Basta. — Gruñe con excitación, mientras se pierde por mis pechos al posar repetidos besos. Inhala mi aroma y plasma desesperados besos por la piel que mi vestido no cubría.

— ¿Así? — Continúo jugando con sus frases al moverme más insistente sobre su miembro.

— Aly, basta. — Gime al presionar mis piernas. — Si no cierras la boca, me vendré dentro de ti... — Me advierte con la voz entrecortada, quebrada por la excitación.

— ¿Ya mi Ojitos Bonitos no está tan estresado? — Susurro con dificultad, pero él inclina un poco su cabeza y sujeta mi nuca para comerme la boca desde su posición.

— Basta, coño... — Me susurró entre los ardientes besos.

Sus estocadas fueron más rápidas, más desesperadas. Lo estaba volviendo loco de deseo, pero yo no podía evitar provocarle hasta perderse en mí... Hasta perder la consciencia. Me gustaba entregarme a él de la forma que fuera, pero sentía que éste amor que tengo por él iría más allá de los límites.

Su teléfono comenzó a sonar, avisando de una llamada que, literalmente, ignoró por completo. Y apesar de que me sorprendí, no pude evitar sentir una chispa de esperanza y picardía, por el hecho de que lo nuestro le estaba importando de alguna manera.

— Sí, por favor... — Le suplico entre gemidos al sentir que él estaba a punto de llegar al orgasmo. — Por Dios... Andy... — Él abre la boca levemente, perdido por los extremos espasmos que pronto nos llevaría a la perdición. — Doctor...

— Estás... achispada... — Sonríe en la piel de mi cuello.

Siento que llega al orgasmo al presionar con dureza mi cintura para sentir sus fuertes y dolorosas estocadas. Aún así, era muy placentero.

Aunque él llegó, yo no detuve mis movimientos. Sus ojos claros se mostraban impresionados al ver que aún no me detendría. Entonces, se mostró más decidido, con una media sonrisa.

Estampé mis labios junto a los suyos y él recibió el beso con deseo y plenitud. Los músculos de su cuerpo estaban tensos, y lo sé por como algunas de sus venas resaltaban en sus firmes y preciosas manos que sujetaban mi cintura.

— Significas mucho para mí. — Le confieso mientras enredo mis dedos en su cabello castaño, tirando dulcemente de sus cuidados mechones.

Él me acapara con sus fibrosos brazos, abrazando mi cuerpo como puede, mientras sus penetraciones volvían a ser lentas, suaves, calmadas, y dulces. Sabía que estaba reponiéndose, pero yo no quería que éste sentir acabara nunca.

— También significas mucho para mí, jovencita. — Me dice con sus labios muy cerca de los míos. — Significa mucho para mí que hayas tomado la decisión de ser mía... de comenzar a hacer esto conmigo. — Besa mi boca con lentitud y pasión. Cierro los ojos en el acto, él sintiéndome en mi interior. — Me vuelve loco estar dentro de ti.

Mi corazón bailaba de alegría. Sentía como la sangre fluía por cada vena de mi sistema circulatorio con cada tensión que sentía junto a éste espécimen por largos minutos más.

No nos cansabamos de saborearnos, de disfrutar nuestro contacto. Lo que parecía que sería de unos minutos, terminó siendo un acto de casi media hora. Aún así, no me basta para demostrarle que lo deseo con todo mi corazón.

Cuando Adrián volvió a recuperarse y tomar un ritmo más constante con sus embestidas, estaba causando que yo me perdiera en su placer por el contacto que ahora se tornaba un poco más doloroso. Besaba mi mejilla con ternura al sentir que yo estaba perdida y a punto de llegar al orgasmo. Su boca se detuvo en el lóbulo de mi oreja.

— Ésta... vez... juntos... — Me susurró con la voz agitada y entrecortada.

No dije nada, sólo acepté mi destino en ésta deliciosa perdición. Sin más, estallo en un latente orgasmo sobre él. La calidez de su entrepierna me inundaba, él aún dentro de mí. Luego, llegó casi al compás y me acompaña con los deliciosos y últimos espasmos en la culminación de nuestra intimidad.

[...]

Una vez que recuperamos el aliento por completo, nos miramos por unos segundos. Él me observa con una inmensa curiosidad por la manera de fruncir sus cejas.

— ¿Qué sucede? — No pude evitar preguntarle al comenzar a peinar con mis dedos algunos de sus mechones que yo misma había revuelto minutos atrás.

Su rostro era tan masculino y angelical. Podría estar trazando mis dedos por su perfil tan perfecto, podría besar su barbilla y sus mejillas todo el tiempo.

— Sucede que nunca había estado con una interna. — Achiqué los ojos, sin entender por completo lo que quiso decir. — Me refiero a que jamás he mezclado mi profesión con mis necesidades. Compartimos el mismo gusto e interés por la medicina y...

— Te resulta algo extraño, lo sé. — No lo dejo terminar, pero él sonríe levemente.

— Sí. Es un poco extraño para mí, pero me resulta interesante. — Me dice muy decidido. — Es decir, jamás imaginé que aquella pequeña que conocí alguna vez en mi juventud, decidiera tomar la decisión de convertirse en cirujana. — Acaricia mi mejilla. — Sé que nuestros deberes no tienen nada que ver en lo absoluto con mi pasado y mis necesidades, pero el hecho de que una mujer tan fascinante como tú soporte mis mierdas, me hace pensar que soy muy afortunado.

— Andy, eres afortunado desde el momento en el que naciste para ser alguien importante que salva vidas. Tienes ese privilegio y ese don, nunca lo olvides ni lo dudes. — Acaricio su hermoso rostro, aunque en sus ojos se veían las dudas de mis palabras. — No entiendo porqué te restas mérito. Me he dado cuenta que lo has hecho a menudo... cuando no debería ser así... — Aunque le hablo con dulzura, él baja su mirada, dudoso.

— No lo entiendes, Aly. Si hoy soy lo que soy, es porque se lo debo a la medicina. — Vuelve a mirarme fijamente. — No me malinterpretes, amo profundamente mi trabajo, pero con él siento que estoy reparando lo mal que le hago a la vida. Es mi compensación por ser un estorbo.

— ¿Qué? — Lo miro con sorpresa y tiemblo de desesperación por la negatividad que tiene consigo mismo. — No digas eso, no eres un estorbo. ¿Cómo puedes decir semejante locura? — Acaricio sus mejillas y su cabello. — Escúchame... No sé todo lo que ha surgido en tu vida, pero te aseguro que no eres un estorbo para la vida. Nunca. La vida es un obsequio que nos trae por un propósito. Estoy sumamente segura que tú tienes esos propósitos al igual que yo.

Por alguna razón, sentí que su corazón latía con fuerza. Yo me sentía de la misma manera.

— ¿Es qué... no lo ves? Salvas vidas, tienes unos padres que te aman, gente que te admira, y... — Trago saliva. — A mí... Me tienes a mí. — Sus ojos se endulzan, y aunque estaban claros, el tono verde era más vivo. — Yo te quiero, y lo sabes perfectamente. — Sujeté sus manos y las presioné contra mi pecho, aún en la misma posición que estábamos. — Lamento con todo mi corazón no haber sido lo suficientemente madura cuando más lo necesitabas. Te juro que me duele mucho haber sido tan estúpida para no darme cuenta de lo que realmente valía la pena.

Él escuchaba atentamente y su mirada era profunda. Sus ojos mostraban transparencia con nuestra conversación.

— Siempre tuviste que llegar a mí con éste tipo de palabras que... — Traga saliva. Al parecer, le costaba hablar de su juventud y de su niñez. — Tus tontas palabras cursis siempre me ayudaron a sostenerme, Aly. Es increíble como aún me causan efecto...

— Es increíble que confíes en mí para decirlo. — Junto mi nariz con la de él al rozarla con cariño.

Definitivamente, Adrián es el hombre de mis sueños, aún con sus desperfectos que logran enamorarme más.

— Yo te aceptaré con todos tus defectos, con todas esas cicatrices emocionales que ni siquiera gente como tú y como yo podemos curar. — Volví a recalcarle cariñosamente, siendo más específica.

Mi Cura Prohibida acaricia mi cabello al mirarme con más tranquilidad. Estaba vulnerable a mis palabras en el buen sentido. Debo admitir que después de nuestra reconciliación, ha puesto de su parte, aunque sea un poco para mostrarse abierto conmigo.

— ¿Volvemos? — Me pregunta con un brillo en sus ojos y yo me sonrojo. — Al bar, me refiero... — Se muerde el labio inferior para contener una carcajada.

"Realmente había pensado mal..."

— ¡No te burles, Wayne! — Hago pucheros y él engrandece los ojos de manera inocente.

— No me burlo, te aclaro... — Su boca se ensancha en una sonrisa. No puede evitarlo.

— ¿¡Y por qué te ríes!? — Coloco mis manos en su duro pecho, como una niña pequeña.

De repente, sentí esa comodidad de cuándo éramos más jóvenes.

— Porque eres tan ingenua. — Me hace cosquillas en el cuello con su barbilla.

Me río a carcajadas y él ríe de igual forma. Intento parar sus cosquillas al presionar su duro pecho, pero se resiste con diversión. Aún él no había salido de mi interior, pero no nos importó.

Cuando notó que yo no podía más con el poco aire debido a sus cosquillas, se detuvo y sujetó mis manos al mirarme de una extraña forma que yo no entendía y que aún intentaba descifrar. No era la primera vez que me miraba así. Sus ojos se dirigieron hacia la marca de mi brazo, y aunque de repente noté seriedad en sus facciones, acercó mi brazo hacia sus labios, justo dónde estaba mi hematoma. Él plasmó dulces y delicados besos en el área y volvió a posar sus ojos en los míos.

— Te quiero, bebé. — Susurró, rendido a la tranquilidad.

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