Capítulo 16 | Parte 2.

Capítulo 16.

Una vez que Adrián salió del bar y yo intenté calmarme, me recompuse cómo pude y decidí ir con él. Sólo esperé un par de segundos y luego procedí a salir por la puerta, la cuál hacía un suave y agudo sonido, cómo si una campanita se moviera al empujarla. Miré hacia ambos lados, pero no lo localicé de momento. Comencé a caminar hacia dónde estaban los autos aparcados, cerca de dónde Gloria había estacionado el auto de Kenneth, pero aún así, no logré verlo.

La noche era fresca y el ambiente tropical se sentía por cada poro de mi piel. Apesar de que era un lugar urbano, las estrellas se veían en el cielo. Antes de que siguiera despistando mi mente, comencé a rebuscar en mi bolso el teléfono de mi madre. Pero en ese momento, sentí que unas firmes y cálidas manos sujetaron mi cintura. Percibo el delicioso aroma de Adrián y sonreí apesar de los nervios que sentía. Me pegó mucho más a su cuerpo, rozando toda mi parte posterior con su parte anterior. Mi piel se eriza cuando siento sus labios cerca de mi oreja.

— Vengo a asaltarte a besos. — Me susurra y siento que sonríe. Sin esperarlo, plasma cosquillosos besos por la base de mi hombro y río un poco por las cosquillas que me causa su pulcra barbilla. Intento girarme para encararlo directamente, pero él presiona mi cintura y se resiste con diversión.

— ¡Andy, estás loco! ¡Podrían vernos! — Le aviso en un susurro desesperado, pero él sigue con sus cosquillosos besos en la piel de mi hombro. Me muerdo el labio cuando sigue presionándome contra su cuerpo.

— Cierto, pero estoy muy... muy estresado.

— Andy, no he hecho nada malo. De hecho, estoy segura que sabes perfectamente que fui y soy comedida. Ni siquiera sé quién es.

— Lo sé. — Me susurra al oído. — Pero ver que se te insinúan delante de mí, me hace querer recordarte de quién eres. Y aunque no hemos hablado directamente de cómo haremos esto, ya has aceptado que me perteneces. ¿Lo entiendes? — Me pregunta seriamente en un susurro que me eriza la piel. Yo sólo asiento y siento que sonríe al rozar su nariz por mi hombro. — Siento que nos llevaremos muy bien con esto cuando seas así de receptiva. Así que... — Vuelve a presionar mi cintura y me hace girar sobre mis pies, para mirarlo directamente a sus preciosos ojos. — Espero que me expliques el porqué no me has dicho nada de esto... — Sujeta mi brazo y señala con su mirada la marca que Jesse me había hecho.

"Maldita sea, lo había olvidado."

De repente, siento una oleada de intranquilidad y mis nervios vuelven a reaccionar para estar en alerta. Bajo la mirada, y sin darme cuenta, intento apartar mi brazo de su suave agarre. Veo sorpresa en sus ojos, pero después los achica al darse cuenta de la situación. Adrián observa a nuestro alrededor. Entonces, sujeta mi mano y tirar de ella. Caminamos unos largos segundos hasta llegar a su lujoso auto, el cuál estaba estacionado mucho más apartado de dónde habíamos estado segundos atrás. Luego, él me suelta y se recuesta sobre su precioso y blanco Jaguar al cruzar sus brazos. Estaba esperando una explicación, y al parecer, ya se estaba tomando esto muy en serio.

— Aly, desde que hablamos dentro del bar me he dado cuenta. Pero aquí estoy, esperando una explicación de porqué coño tienes un hematoma en el brazo. — Sus ojos me sondeaban por completo, y yo al desesperarme, me abracé a mí misma, cómo si tuviera frío.

— Yo... — Tragué saliva y él suspiró con cierto aire de fastidio. — No me mires así, Andy.

— Pequeña. — Me llama entre dientes, intentando no perder la paciencia. — Estoy esperando. — Suspiré rendida y volví a enfrentar su mirada, dispuesta a ser sincera.

— Cuando Jesse y yo discutíamos, decidí largarme y forcejeó mi brazo para seguir hablando e insistiendo sobre lo que teníamos. — Me encogí de hombros. Su mirada cambió de dirección, perdiéndose en sus pensamientos. Sé que no le había gustado lo que había dicho, así que intenté decorar la situación inútilmente. — Pero no tiene importancia, Andy. Sólo fue una discusión. Ya sabes...

— ¿¡No tiene importancia!? ¡Mira lo que te hizo, Alysha Nerea! — Pasó su mano derecha por su frente y algunos de sus mechones. Se estaba desesperando sobremanera. — ¡Me estoy... hartando de ésta mierda! — Se giró y me dio la espalda, apoyándose de su lujoso auto. Intentaba calmarse, pero aún así, no estaba funcionando. Él le dio un puñetazo firme a la capota de su Jaguar y apoyó su frente sobre su otra mano. Me sorprendí tanto que no supe que hacer en ese momento, y aunque hice gestos para tocar su hombro, dudé. Vi tensión en su cuerpo y comenzó a repetir palabras en susurros.

"¡Ay, no! ¡Mierda! ¡Dios, no! ¡No me hagas esto en éste momento! ¡Aún no sé cómo ayudarlo a manejar esto!" Mi subconsciente y yo comenzamos a asustarnos.

Mordí mi puño levemente, intentando pensar con claridad sobre qué debería hacer. Él estaba muy fastidiado y tenía miedo de que volviera a gritarme y echarme de su lado. Y aunque me sentía espantada por el momento, no me gustaba verlo así, me dolía demasiado verlo así. Mi instinto sobre el amor hizo que me acercara a él, arriesgandome a recibir algún tipo de rechazo por su parte.

— Adrián... — Toqué su hombro, pero tiemblo al hacerlo. Él se tensó peor aún y comenzó a darle leves golpes a la capota de su auto con sus dedos.

— Lo mataré... Lo mataré...

— Adrián, escúchame...

— Lo mataré... Lo mataré... — Se movía muy poco, levemente. Se lo estaba carcomiendo su desespero. — Juro que lo mataré...

— Si tan sólo me... escucharas, Adrián...

— No quiero que te maltrate, Aly. — Susurró. — A ti no... A ti no... — Volvió a cambiar la frase de lo que repetía, y entonces, me di cuenta de lo mucho que le afectó Jesse en su adolescencia. — A ti no...

— Escúchame, por favor. — Insistí, pero él no me estaba haciendo caso y mi desespero me llevó a actuar impulsivamente, arriesgando nuestra reconciliación. — Adrián, mírame, coño. — Lo obligué a girarse al presionar inútilmente su cuerpo. Al final, él sólo se giró y me sujetó con firmeza. Me pegó a su cuerpo, abrazándome. Estaba temblando y percibí que tragó hondo. Apesar de que su cuerpo y su altura me cubría por completo, no dudé en acariciar su cabello y hablarle con paciencia. — Tranquilo... Estoy aquí... ¿Sí? — Mi mano acarició el final de su cabello hacia el comienzo de su nuca. Él apoyó su mejilla sobre mi cabeza y mi cabello. Estaba muy nervioso y meció mi cuerpo a la par que el suyo. Cuando me di cuenta que hizo silencio, continué hablándole dulcemente. — No vas a matar a nadie, Andy... Tú salvas vidas... Eso no vale la pena y no quiero que te busques un problema por mi culpa. — Él no decía nada, y sé que intentaba poner de su parte al escucharme. — Eres muy brillante, y en el fondo sabes que eso sería un riesgo que podría convertirse en asuntos legales por su culpa. Y yo no quiero dañar tu imagen, ¿me oyes? No quiero. — Presionó mi cuerpo mucho más al suyo y sentí que no quería soltarme. Yo tampoco deseaba que lo hiciera. Por mí, estaría toda mi vida entre sus brazos. Él me dio un beso en el pelo y volvió a posar su mejilla sobre mi cabeza y mi cabello. — Está bien, mi niño... Ya pasó y estamos aquí... Estamos bien tú y yo... — Me aparté sólo un poco para sujetar sus mejillas y acercar su boca a la mía. Sus ojos estaban oscurecidos de un color verde oscuro. Yo estaba intentando traer la claridad a ellos. — ¿Mucho mejor, mi niño? — Nos miramos fijamente, pero él me estaba observando de una forma que yo no entendía. Su mirada mostraba una lucha interna que no quería compartir conmigo.

— ¿Por qué te empeñas en hacerme depender de éstas cursilerías? — Me dice rápidamente al estampar sus labios contra los míos, haciéndome girar, para aprisonarme con su cuerpo y su lujoso auto. Nuestro beso nos hace sentir la desesperación que tenemos el uno por el otro, pero la dulzura con la me besaba, me hacía sentir especial. Cuando Adrián despegó sus labios de los míos, sujetó mis mejillas. — Quiero que te quedes conmigo ésta noche. Quiero que te quedes todo el fin de semana conmigo. — Yo asiento y lo abrazo inesperadamente. Sé que no esperó ese gesto, porque al abrazarlo le extrañó mi acción. Luego, se lo tomó con más normalidad. — Supongo que eso es un sí. — Me deja sentir su calidez al estar acurrucada en su pecho.

— Sí, quiero estar contigo. — Lo miro desde mi baja estatura y acaricio su mejilla. — Lo sabes. — Él sujeta mi mano y vuelve a darle toda su atención a la marca de mi brazo. — Frunce los labios y me aparta con más calma.

— Ven. — Su petición parece una orden. Él se acerca a la cajuela de su auto al sacar las llaves del bolsillo de su pantalón, para que la misma se abra al presionar un botón. Yo me había quedado justo dónde me dejó, pero vuelve a mirarme con más insistencia. Entonces, lo seguí al cruzar mis brazos.

— ¿Necesitas algo? — Pregunté con curiosidad al ver que comienza a rebuscar en un maletín que estaba lleno de documentos y materiales médicos. Sin mencionar que también tenía una enorme caja de primeros auxilios, y más cajas con materiales médicos. Achiqué los ojos al observar cómo buscaba. Era tan meticuloso que me sorprendía. — Debe estar por aquí. Un segundo. — Me acerco más a él, ubicándome justo a su lado para ayudarlo a buscar lo que sea que necesite.

— ¿Te ayudo? — Pregunté al achicar los ojos.

— Claro. Sólo tienes que quedarte quieta, mientras te aplico un poco de esto. — Me dice al alejarse un poco de la cajuela con una crema para las contusiones. Negué con una sonrisa por la seriedad con la que se estaba tomando el asunto.

— ¿Qué crees qué harás? — Achico los ojos al reír con un poco de gracia.

— ¿Tú qué crees? Esto me hace las cosas más difíciles cómo médico y cómo tu... amigo. — Abre el pequeño bote de crema y aplica un poco sobre sus dedos para aplicarla sobre mi hematoma. — Sabes que ciertos vasos sanguíneos fueron alterados por el cabrón de Jesse debido a tu contusión en el brazo.

— Estás exagerando. — Beso su mejilla, mientras está concentrado en aplicarla correctamente.

— Te estoy cuidando. — Al terminar, cierra el pequeño bote de crema y lo tira en una de las cajas para cerrar la cajuela. — Conozco lo violento que puede ser él, pero será la última vez que vuelva a ponerte un dedo encima. Lo siento mucho, Aly. Por mi culpa te ha sucedido esto. — Respira con más alivio. — No es grave la contusión, es fase subcutánea.

"Nere, date cuenta... Sé siente culpable."

— No tienes que sentirte culpable, Andy. Digo, lo que pase entre nosotros no le da derecho de ser así de violento e impulsivo.

— No te haré pasar por lo mismo que yo pasé cuando era más joven, Aly. Eso nunca. — Mi corazón quería salir de mi caja torácica al escuchar cómo afirmaba lo que odiaba escuchar. — Además, nunca ha cambiado en ese aspecto. Siempre ha sido así, y te puedo asegurar que las acostadas que teníam... — Carraspea. — Las mujeres que conocíamos, sufrían violencia por su parte. — Intentó arreglar lo que decía.

— Odio que hayas estado involucrado en todo esto.

— Ya te dije que no es de la manera que piensas. Sólo... — Se encogió de hombros. — Aly, siempre fui claro con ellas en cuánto a mis intereses. Además, no uso la violencia para tener lo que quiero.

— ¿Qué quieres decir con eso, Wayne? — Me crucé de brazos y lo miré directamente a los ojos. — Espera, ¿acabo de escuchar bien?

— Sí.

— Y eso no debe preocuparme porque...

— Aly, por el amor de Dios. No soy un maltratador. — Niega con la cabeza y me observa espantado. — Después de tantos años conociéndome, ¿dudas de mí en ese aspecto?

— ¿¡Qué!? ¡No! — Niego rotundamente y veo alivio en sus ojos. — Es que estoy un poco confundida con eso de "No uso la violencia para tener lo que quiero." ¿A qué te refieres con eso? — Él observa mi expresión de suma curiosidad y sonríe sin mostrar su perfecta dentadura. Coloca sus manos en los bolsillos del pantalón de su traje.

— Creo que por eso es mi seriedad sobre nuestro asunto. Mientras más temprano discutamos esto, sabrás a qué atenerte. — Muerdo mi labio inferior, pensativa.

— Piensas que no tomo éste asunto con seriedad, ¿verdad? — Comienzo a buscar en mi bolso unos papeles que yo había doblado. Al sacarlos, se los entrego y él los abre, para ver de qué se trata. — Todo lo que está marcado, es porque necesito preguntar o que me aclares dudas. — Les echa un ojo con cierta gracia e impresión. — Lo sé, son varios documentos. Investigué muchísimo, pero creo que todo lo que pude leer se resume en esos papeles. — Me encogí de hombros. — No tengo miedo, ni tengo ningún problema en probar y experimentar contigo. Sólo te pido paciencia y comprendimiento hacia mí. — Adrián no salía de su asombro, y sé que era así porque su mirada pasaba de mí hacia los papeles y viceversa. Al cabo de unos segundos, me atreví a continuar hablando. — ¿Qué? ¿Hay algo qué te moleste de ésta conversación? — Lo miro con sinceridad. Niega en silencio al doblar los papeles y los guarda en el bolsillo de la chaqueta de su traje.

— Creo que te estoy subestimando por lo joven que eres. Pero creo que no debería ser así. — Se muerde el labio inferior.

— Deja de mirarme así. — Aunque sus ojos verdes denotaban seriedad, brillaban con emoción. Mi corazón se sentía apretado. Él, cómo siempre, no mostraba ningún gesto de debilidad.

— Me encuentro de mejor humor. ¿Qué tal sí entramos al bar un rato más? — Me mira con descaro de abajo hacia arriba y vuelve a posar sus ojos en los míos.

— Tu humor hacia mí es una jodida complicación, Wayne.

— Más respeto, jovencita. -—Enarca las cejas. — Recuerde que ahora soy tu superior. — Lo asesiné con la mirada, pero sus ojos eran insistentes.

— No puedes entrar conmigo y pretender que nadie nos mire o comente. — Negué incrédula.

— Sabes que no pensé ni pretenderlo. — Su mirada continúa retante. — Eres mía. Me importa un carajo lo que piensen los internos de mi padre. — Reí de manera incrédula y negué una vez más, reflexionando sobre si eso estaría bien. — Lo piensas demasiado. — Se acerca y sujeta mi mano para dirigirnos hacia el bar. Al detenernos en la entrada del Soul Angel, me habla con más tranquilidad. — Iré a hablar con mis colegas. — Acaricia mi barbilla. — Comparte un rato más, porque luego te irás conmigo. — Sonríe sólo un poco y suelta mi mano. Ambos entramos al bar. Él me acompaña hasta la silla dónde había estado antes junto a mis amigos.

— Kenneth, Glory... Ya volví. — Les sonrío tímidamente. Gloria abre la boca estupefacta y sin ningún disimulo al observar a Adrián. Kenneth espurre su Gin-Tonic al verlo justo a mi lado con las manos en los bolsillos de su pantalón. Algunas internas no dejan de observar el espécimen que estaba a mi lado con aires de grandeza, y la verdad, es que me sentía un poco incómoda. — Eh... Estaba dialogando con el Doctor Wayne Milán y me ha acompañado hasta aquí nuevamente.

— Claro. — Adrián asiente con más normalidad y sonríe de manera sensual. Él les estrecha la mano a ambos. Kenneth estaba a punto de convulsionar si Adrián no se alejaba del área. Luego, cómo si fuera la acción más normal del mundo, le hace señas al cantinero para que se acerque. — Todo lo que ellos pidan, facturalo a mi cuenta. — Adrián nos señala levemente a los tres. Me sonríe y se aleja. Yo sabía perfectamente el porqué lo había hecho. Él no permitiría que el residente volviera a pagar una ronda de bebidas en la que yo estuviera involucrada.

"Esto será más difícil de lo que pensé, pero ya intentaré apacigüar sus cambios de temperamento."

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