Capítulo 15 | Parte 2.
Capítulo 15.
Habíamos llegado al Soul Angel, y debo admitir que el ambiente se veía tentador. Kenneth, Gloria, y yo, salimos del auto. Comprobé que mi ropa estuviera en su lugar, y debo admitir que eso se debe a los nervios que yo estaba sintiendo.
"Respira, Nere. Todo saldrá bien." Me tranquilizaba mentalmente, intentanto calmar mi respiración que quería agitarse.
Tenía un extraño presentimiento al sentir cómo el hueco de mi estómago se encogía.
— Nere, ¿estás bien? — Kenneth preguntó y me observó con curiosidad.
— Sí, sí. — Sonreí un poco nerviosa al sacar el teléfono que mi madre me había prestado. Comencé a teclear al número de teléfono que ya me sabía de memoria. — ¿Por qué mejor no se adelantan? Yo los alcanzo en un minuto. — Al avisarles, Gloria sonrió burlona.
— Claro, no te tardes. — Ella me guiñó un ojo. — Vamos, Kenneth. — Tiró de su mano y se dirigieron al local. Al fijarme que estaba verdaderamente sola en el estacionamiento, vuelvo a teclear, y al terminar, le doy enviar al mensaje.
[Andy, creo que lo mejor es que nos veamos mañana. Ya sabes... Estaría rodeada de amigos y conocidos del hospital, y tú igual. Sé que discutir lo nuestro es serio para ti, y para mí también. Pero, en el Soul Angel será complicado. ¿Qué dices?
PD: Éste es el número de teléfono de mi madre. Me lo prestó debido a lo que pasó con el mío.]
Por alguna razón, sabía que me respondería de inmediato, pero no lo que esperaba. Maldita sea, no podía despegar mis ojos del mensaje que me había respondido.
[Yo ya no me preocuparía. Estoy aquí. Sé que llegaste, acabo de ver a tus amigos.
Dr. AWM]
"¡Mierda, mierda, mierda!" Mi subconsciente y yo nos pusimos en extrema alerta.
Ahora sí que me sentía totalmente nerviosa. Digo, ¿cómo se supone qué lo salude?
"No seas idiota, Nere. Es más que obvio que de manera natural y respetuosa."
Al tomar varias bocanadas de aire y guardar el teléfono de mi madre en mi bolso, decido entrar y enfrentar cualquier jodido acontecimiento que se presente. Pero justo cuando me asomo en la puerta del bar, la abren antes que yo, y veo a mi amigo mucho más emocionado que antes. Parecía que estallaría de emoción.
— Reina, la mejor idea que pudo haber surgido es venir hoy. — Posa sus manos sobre mis hombros con los ojos cómo platos. — Tu bombón está aquí. — Susurra entre dientes y me agita suavemente. Estudia mi postura y vestuario para asentir. — Con esto tendrá que bastar, nena. — Intenta sujetar mi mano para entrar.
— Espera, espera. — Lo detengo. — ¿Está sólo?
— ¿¡Qué!? ¡Claro qué no! Está con su colega de siempre y con otro médico. — Se encoge de hombros. — ¡No sé! ¿¡A quién le importa eso!? Estoy casi seguro que vino hasta aquí sólo porque sabía que era una actividad de internos y que tú estarías.
"Si supieras..."
— Está bien, está bien. — Afirmé igual de nerviosa y tragué saliva. — Vamos. — Me adelanto y percibí que Kenneth sonrió, cómo si estuviera orgulloso de una gran hazaña. Pero al entrar, estudio rápidamente el ambiente. Habían personas sentadas junto a la cantina del bar, escuchaban la música que estaba en alto volumen. Reconocí a algunos de ellos, porque son internos igual que yo. Gloria se había sentado junto a ellos al pedir un trago para acompañarlos. Caminé con un poco de timidez hacia ella y le sonreí, pero de repente, mi vista se dirige hacia las mesas que se encontraban alejadas de la cantina. Yo había estado ahí antes con mis amigos, sólo que, ésta vez, Adrián estaba justo allí, sentado y conversando con la Doctora Michelle Santiago y otro médico que yo no conocía. Adrián parecía bastante entretenido con la conversación. Luego, le dio un sorbo a su trago y comenzó a buscarme con la mirada. Cuando se dio cuenta, y nuestras miradas se encontraron, asintió levemente y vi alivio en sus ojos. Rápidamente tomé asiento junto a Gloria.
— Necesito un trago. — Le susurré entre dientes al sentarme con cierto desespero y juntar mis manos.
— Claro, ¿qué quieres? — Me pregunta con diversión, puesto que ya se había dado cuenta de quién estaba por estos lares.
— Lo que sea. — Le dije con cierto desespero en mi voz. Necesito valor. Gloria pidió para mí lo mismo que ella comenzó a beber, Gin-Tonic. Cuando el cantinero colocó la copa delante de mí, la sujeté y le di un rápido sorbo.
— Oye, cálmate. ¿Sí? — Gloria sonríe. — Será mejor que tomes valor, Nere, porque desde que entramos por esa puerta, está pendiente de tu presencia.
— Puedo suponerlo. — Dije con cierto sarcasmo en mi voz y volví a darle otro sorbo a mi bebida. Nunca había probado el Gin-Tonic, pero que más daba... — Ésta cosa está muy bien. Sabe deliciosa.
— Y más vale que te calmes, nena. — Me dice Kenneth al tomar asiento justo al otro lado. Él pide lo mismo que ambas y varias estudiantes del internado se le acercan para conversar. Si algo bueno tenía Kenneth, es que era sociable, demasiado sociable. — ¡Hola, preciosas! ¡Felicidades a las qué aprobaron las rondas! ¡Las iba a asesinar si no venían a saludarme! — Puse los ojos en blanco y me giré hacia Gloria, mientras dejaba a mi alocado amigo hablando con las otras chicas. Lo más curioso de mi amiga, es que ella sí estaba bastante entregada con los Gin-Tonic. Cuando los minutos pasaron, no pude evitar preocuparme.
— Gloria, ¿sucede algo? — Al preguntarle en voz baja, ella niega con la cabeza.
— Estoy bien. — Me dice, pero cómo no me convence, miro a mi alrededor. Entonces, me doy cuenta de su repentino cambio de ánimo. Damián estaba ubicado en otra mesa junto a Lily y varios residentes de su mismo rango. Estaban cerca de la mesa dónde se encontraba Adrián y sus acompañantes. Presioné mis labios y volví mi vista hacia Gloria. Posé mi mano sobre la de ella, intentado decirle sin palabras lo que había acabado de comprender.
— Glory, vinimos aquí para intentar disfrutar y despejar la mente de las cosas que nos abruman en el internado. Sé que es difícil, pero...
— Sí. Es difícil cuando medio internado está aquí, y eso incluye a ciertos residentes y superiores. Nere, ellos están aquí. Y si decidimos venir aquí, fue para intentar olvidar todo lo que sucede con nosotros en el hospital.
— Sí, bueno... — Me encogí de hombros con más naturalidad. — ¿Cómo vamos a olvidarlo? Esto aquí, prácticamente, está llenos de clientes del hospital. En fin... — Le hago señas al cantinero para pedir otro trago.
Eran casi las once de la noche, y varias horas habían transcurrido desde que mis amigos y yo habíamos llegado al Soul Angel. Apesar de que al principio sentí tensión en el ambiente, ahora todo se había suavizado para mis amigos y para mí. Adrián se mantuvo en sus asuntos sociales con la Doctora Michelle Santiago y el otro médico que aún desconocía. Damián, aunque parecía fastidiado con la vista hacia nosotras, no pudimos evitar entrar en calor con los tragos y comenzar a bromear. Algunos internos y residentes se habían unido a nuestra conversación, formando algo así cómo un círculo sociable, dónde se comentaban las anécdotas que ocurrían en las rondas y fuera de las horas de prácticas.
— Creo que a alguien no le gusta que bebas demasiado. — Le digo a Gloria entre risas, intentando que fuera un susurro entre dientes. — Míralo...
— Y yo creo que ésta mierda se prenderá prontamente, reina. — Me dice Kenneth, mientras su vista iba dirigida a otra persona que no vi venir antes. Un hombre muy parecido, se dirigía a nuestra dirección, a mí dirección. Miré hacía ambos lados y me di cuenta que, literalmente, venía hacia dónde yo estaba. Miré a Kenneth estupefacta. Él sólo se encogió de hombros y elevó las manos en rendición, cómo diciendo "ni idea." El hombre muy parecido venía con ambas manos en los bolsillos, y una vez que se acercó, me sonrió. Si no fuera por mi impresión que me dejó congelada, la boca se me habría caído en la barra de la cantina, pero no porque sea guapo y parecido, sino porque otro espécimen estaba pendiente de mis movimientos. Adrián me había dado espacio para relajarme y disfrutar con mis compañeros el tiempo que se me plazca ésta noche. Se veía condescendiente con la cuestión de no interrumpir, pero sabía que, posiblemente, eso acabaría si ve otras intenciones. Tragué saliva y le devolví una sonrisa leve al hombre parecido.
— Hola, señorita Doménech. — Continúa sonriéndome y saca una de sus manos del bolsillo de sus jeans para estrecharmela. — Quizá no me conozcas, pero soy uno de los residentes en cirugía general. Soy el Doctor Yanius.
— Ho... Hola, Doctor Yanius. — Le estrecho mi mano de manera cortés. Algunas chicas del internado miraban al tal Doctor Yanius con mucho encanto.
"Maldita sea. En estos momentos, lo menos que necesito es esto."
— ¿Puedo sentarme con ustedes? — Nos pregunta sonriente. Debo admitir que tiene una sonrisa muy bonita, de esas que hacen derretir a cualquiera. Pero yo sólo estaba pendiente de que Mi Cura Prohibida siguiera tranquilo.
— ¡Sí, sí! ¡Cómo no! — Exclamó una de las internas animadamente, y algo ebria. Él no lo pensó dos veces y unió una silla junto a nosotros.
— Yo pago la siguiente ronda. — El Doctor Yanius nos avisa, pero sus ojos siguen puestos en mí. Bajo la mirada intuitivamente, intentando evadir su mirada.
— No tiene porqué hacerlo. — Me encogí de hombros.
— Insisto. — Me mira con diversión, lo cuál me hace sentir incómoda con Adrián aquí presente.
"Si supiera que soy la acostada de su superior y futuro jefe, quizá no estaría intentando coquetearme." Mientras mi subconsciente se burlaba de mi situación actual, volví a darle un sorbo a mi trago.
Un rato más había transcurrido cuando algunos en el local se habían achispado por las bebidas alcohólicas, y no pudo faltar el momento de escoger las canciones que activaran mucho más el momento. Todos continuaron en las conversaciones grupales, y yo opté por ir al baño. Al dirigirme hacia el mismo, sentí que alguien me seguía con la mirada, pero ignoré ese presentimiento. Una vez que salí del baño, alguien se presenta delante de mí. Doy un leve brinco por la impresión del momento.
— Doctor Yanius... — Vuelvo a sonreír nerviosa e intento seguir mi camino, porque pensé que él usaría el baño de hombres que se ubicaba al lado del baño de mujeres, pero se interpuso en mi camino y me detuvo.
— Desde que comenzaste tus rondas en el piso de cirugía, has llamado mi atención completamente. Eres una mujer muy lista, me he dado cuenta. — Se cruza de brazos. — Te llamas Alysha, ¿verdad? — Me observa con suma curiosidad. Era un poco más alto que yo, cabello castaño, ojos café, y su tez era del mismo color que mi piel.
— Sí. — Trago saliva. — Me alegra que se de cuenta de mi empeño.
— ¿Cómo no darme cuenta con tan bella mujer? — Negó de manera divertida y engrandecí mis ojos por sus palabras.
"Eso no me lo esperaba."
— Disculpe, señor Yanius. — Adrián nos interrumpe. Estaba detrás del Doctor Yanius y tenía las manos en los bolsillos del pantalón de su traje azul marino. Mi Cura Prohibida estaba guapísimo y elegante, cómo siempre. Vestía con uno de sus habituales trajes de color azul marino que combinaba con su corbata negra y sus carísimos zapatos del mismo color. Su cabello estaba húmedo y ya me daba cuenta que sus mechones castaños con destellos color miel estaban un poco más largos de lo habitual. Algunos se asomaban por su frente. Sus ojos verdes mostraban frialdad ante mi presencia y la de éste hombre que apenas conozco.
— Doctor Wayne. — El Doctor Yanius lo saluda gentilmente y baja un poco la cabeza, mostrando respeto. — ¿Cómo la está pasando? ¿Bien? — Adrián asiente sin parpadear ni una sola vez. Por la incomodidad del momento, rasco mi nuca levemente y sonrío con nerviosismo.
— Hola, Doctor Wayne. — Lo saludo entre dientes. — En un momento lo alcanzo. — Le aviso, intentando evitar el teatro de mear territorio.
— Ya la alcancé yo. Supongo que tendrá unos minutos para hablar. ¿No es así? — Me observa con determinación y sus ojos muestran chispas. El residente no tenía palabras, y sabía que era porque su carrera dependía del director actual y prontamente de Adrián. Evidentemente, todos sabíamos que Adrián era el niño bonito de su padre y del jefe del hospital.
— Pero ya le dije que lo alcanzo en un minuto. — Insistí al mirarlo directamente a los ojos. Mi corazón comenzó a latir fuertemente.
— De hecho... — Miró la hora en su reloj de muñeca. — Tiene que ser ahora. — Vuelve a clavar su mirada en mis ojos, y sin más, asiento. En su expresión vi la satisfacción. Instantáneamente, camina delante de ambos, ubicándose a mi lado y observando al residente con superioridad. — Lamento causarle éste inconveniente, señor Yanius. — Al girar levemente la cabeza, veo que Adrián lo mira sin ningún tipo de expresión.
— No... No se preocupe, Doctor Wayne. — El residente frunce los labios y con cierto fastidio se aleja del área. Rápidamente, me giro y enfrentó a Adrián al cruzarme de brazos.
— Es precisamente lo que quería evitar. — Me escruta con su verdosa mirada, de ella brotan chispas destellantes. — Eso de mear territorio...
— De hecho, fui condescendiente. Créeme, hay peores formas que usaría. — Se recuesta sobre la pared y no deja de mirarme. Me hace sentir vulnerable. — ¿Cómo estás? — Me pregunta sin más. Sus ojos resaltaban a través de la poca claridad del lugar, y podía oler su embriagante aroma tan delicioso y elegante.
— ¿Cómo crees? — Le dije entre dientes.
— ¿Ya te has cansado de ésta aburrida actividad? Porqué yo sí.
— ¿En serio? — Le sonreí. — Pero si hasta hace poco te vi conversar muy animadamente.
— Así que estabas pendiente de que tu futuro jefe se sintiera cómodo... — Bromea con sarcasmo. — Qué linda eres. — Se muerde el labio inferior. Toca mi nariz fugazmente, con cierta dulzura.
— En primera, fuiste tú el que decidiste venir y...
— En primera, Aly... — Me interrumpe. — Vine porque te dije que hoy discutiríamos lo nuestro. Además, no me gusta que se te insinuen en mi propia cara.
— ¿Estás celoso? — Lo miro retante y enarco una ceja. Él recompone su postura y se acerca a mí. Tira de mi mano y me acerca a la oscuridad dónde estaba ubicado hace unos segundos.
— Estresado, que es distinto. — Acaricia mi mejilla y parte de mi cuello. — Salgamos. Hablemos afuera. — Asiento y él me mira con superioridad. — Soy muy feliz cuando eres receptiva y me haces caso. — Posa un beso sobre mi frente y se marcha con tranquilidad hacia el exterior del bar. Yo, en cambio, comencé a soltar el aire que estaba contendiendo. Definitivamente, éste hombre me iba a matar de los nervios.
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