[9: Remedy & Confusion]

Soobin estaba intranquilo, sumamente inquieto esa mañana -sin mencionar su noche en vela otorgada por el ardor en su nuevo corte y los diversos cuestionamientos en su cabeza- porque iba a entregar, junto a Yeonjun, todo el dinero a los sujetos del casino para saldar la deuda. Sin embargo, su estado no se acredita al miedo contra los matones a los que se enfrentarán; no, ellos sólo le provocan desprecio y repulsión. Su temor se debe a algo distinto:

El espejo en su mano estaba ocasionándole demasiada ansiedad al rememorarle su gran y serio conflicto, uno que acarrea desde hace poco más de un siglo. El problema es que está muy consciente de que, si da este paso al entregar el dinero, existe una gran posibilidad de que Yeonjun se marche con el resto, nada lo detendría, lo que implica que toda su oportunidad se iría a la borda... Pero también tiene claro que no sólo le afectaría por aquel tema, pues no le hace sentir agradable el saber que el impredecible rubio ya no estará a su alrededor.

No comprende del todo la razón, no es alguien que suela encariñarse fácil ni tan deprisa, pero él le estaba haciendo sentir tan bien, mejor que lo que se había sentido en demasiados años. Además, detesta experimentar el fracaso.

La única esperanza que le queda es el que el Choi mayor no se marche por compromiso, ya que, si bien no se lo iba a exigir, internamente esperaba que fuera de ese modo. Porque no iba a retractarse, no...

Odia más el que Yeonjun esté en peligro, en el fondo lo acepta, porque se le creaba un vacío que le aprisionaba el pecho al sencillamente imaginar que por no accionar a tiempo, algo pudiese sucederle.

–Ya está listo el hechizo. Una vez paguen la deuda, no lo molestarán más .

–Espero que así sea.

–Soy una gran hechicera, más fé en mi no te haría daño – pausa interesada al percatarse de la fijación del azabache en el objeto encantado –. ¿Te preocupa mucho?

–Más bien tengo una duda. ¿El hechizo sigue existiendo? – aprovecha de soltar sin más, confundiendo a la chica.

–Sí, continúa ahí – Lisa corrobora al haber sostenido el espejo en sus propias manos, con una mueca intrigada –. Créeme que sabrás cuando esté roto. Sigo percibiendo magia en él.

Soo farfulla estresado, pasando sus largos dedos por su cabello.

–Maldición, ayer nos besamos, ¿No basta con el asunto del amor? 

Lalisa escapa el aire con ironía.

–Será porque el amor no es un beso, idiota. Un beso es un simple beso, la magia es muy inteligente. Lee los corazones, por si no lo tenías presente.

–Como sea – gruñe de mala gana, quitándole el espejo para guardarlo en el cofre que lo resguarda –. Debe de estarme esperando abajo para ir con los imbéciles esos. Que no te vean aquí.

–No soy tan torpe como tú, Soobinnie~

Ir al punto de encuentro no fue complicado, los maleantes no eran tan ineptos como para lastimarlos o intentar algo tonto en un sitio publico a plena luz del día, recibieron el dinero tras asegurarse de que estuviese completo y le dieron una advertencia al hijo del deudor, igual al pelinegro por haberse metido con los suyos. El que le propinó el corte en el brazo, mismo que igualmente peleó con él en el callejón, no les dirige mirada siquiera, y Soobin supo que el hechizo estaba funcionado: El idiota iba a mearse encima de verlos siquiera, porque Lisa le ha infundado terroríficas ideas y amenazas, jugó con su mente y logró penetrar su débil espíritu.

–Espero no tener que verlos más nunca en mi puta vida – Yeonjun se encargó de escupirle las palabras con todo desprecio antes de retirarse –. Tampoco quiero que estén cerca de nadie importante para mi. 

Al terminar con su tarea los dos volvieron a la mansión sin mediar palabra, y el rubio se sintió algo mal cuando el de orbes oscuros se fue silencioso al estudio. No sabía cómo manejar su actual estado...

–Si todo ya está saldado, no hay más motivos para quedarse – el pelirrojo fue el primero en intervenir con sencillez una vez es explicado todo lo acontecido –. Estás libre, hyung.

Yeonjun no se siente libre, y no sabe porqué.

–No hay que ser tan desconsiderados, chicos – Moonbyul suena severa –. No veo que el trabajo esté terminado aquí. Soobin fue bueno al adelantar la cifra, pero no podemos irnos como si nada y dejarlo, sería ingrato.

–No será así, pero no tenemos que vivir aquí encerrados, mamá – Gyu abraza por los hombros a su mejor amigo –. Podemos pagárselo asistiendo aquí diariamente o cuando lo requiera y ya.

–Es decisión de Yeonjun – la única chica del grupo percibe el debate del rubio desde su asiento, por lo que se levanta y le incita al otro a imitarla –. No lo presionen, que tome su decisión y nosotros le apoyaremos.

–No es es mi intención presionarlo, sólo no me agrada mucho que Soobin no ha sido tan amable con él muchas veces, no soy ciego – Taehyun se incorpora de igual forma con expresión seria –. Igualmente Yeonjun hyung sabe perfectamente que respetaremos su decisión.

–No tienen que quedarse aquí obligados – Jun necesita que lo sepan ante todo. 

–Te acompañaremos con gusto si decides quedarte, hyung  – Beom suspira al igualar al resto –. Si eso es todo, te aviso que iremos al centro comercial. Si quieres unírtenos, nos dices.

Al quedar solo con la señora Choi, esta le da una seña para ir a la cocina para servirle un vaso de leche tibia. Por los ventanales se aprecia la nieve cayendo lenta y tenue afuera, algunos pajaritos se buscan refugiar con alguna diminuta semilla o algo para comer, el sol asomado es leve pero iluminador a pesar de la temporada. 

–Luces muy perdido en tu cabecita, Yeonjun-ah.

–Estoy algo confundido, si le soy sincero – musita con un bigote de leche que lame abochornado por la risita de la pelo corto –. Los chicos quieren irse.

–No lo creo, les agrada esta mansión lujosa porque es como un hotel vacacional para ellos a pesar del trabajo que acarrea – comenta risueña –. Además, se quedarán donde tú estés. Si te insisten en esto es porque se preocupan por ti y quieren saber bien lo que tú deseas, cómo te sientes con él.

–Sé que es sobre mi, pero ellos no confían mucho en Soobin...

–Es natural, apareció de repente en sus vidas.

–¿Usted lo hace?

–Pienso que es alguien que requiere lo más básico y esencial para el ser humano – sonríe con travesura, porque no le daría la respuesta al chico con mohín por más que se la pidiera; no, tiene que descubrirlo él solito. Sin embargo, sí aclara:–. Él no es malo.

–No – contestó más rápido de lo que esperaba –. No lo es

–Confío en ti y en él, a pesar de que no lo conozca demasiado. Las personas se pueden percibir, y algo me dice que no es como lo aparenta. Por ello te estoy oyendo, cariño.

Yeonjun no logra retener más todo el peso que tiene dentro desde hace dos semanas y media, antes de fijarse, ya dice:

–Mamá Moon, lo lamento mucho. Con todo esto puse a Beomgyu en peligro, a usted, y a los demás. Les traje aquí sin siquiera darles mucho tiempo de meditarlo y realmente me siento muy culpable por todo...

Byul le sujeta la mano con dulzura, reconfortándole maternalmente.

–Yeonjun-ah, desde que conoces a mi hijo has cuidado de él, y los dos sabemos que no es nada sencillo hacerlo. Te volviste su hermano mayor, te admira y ama muchísimo, como yo también lo hago. Eres como un hijo para mi – se detiene para acomodarle un mechón de su frente, sonriendo con afabilidad –. No eres responsable de los errores de tu padre, y tristemente tuviste que cargar con ellos desde muy temprano, al igual que tomar responsabilidades y venir aquí por tus estudios, lejos de la ciudad y tu madre. Eres un gran muchacho, no tengo nada que reprocharte, así que no tienes que disculparte conmigo... Solamente quiero que seas honesto con lo que tú sientes.

Conmovido por todo lo que la mujer dice, Yeon le da un abrazo agradecido, sin poder evitar hacerse la pregunta: ¿Qué es lo que siente? La única certeza que tiene, es que siente que debe quedarse... Sobre todo cuando la mansión queda sola ese mediodía y escucha la melodía proveniente del estudio, una que le guía embelesado e intrigado,  hasta cometer la imprudencia de abrir la puerta para irrumpir en la estancia donde Soobin estaba.

El pelinegro detiene sus dedos y gira hacia el intruso sin expresión alguna, respondiendo con serenidad a sus disculpas:

–Está bien, puedes entrar... ¿Los demás están en la mansión? Hace rato hay demasiada calma.

–No, eh... Se fueron a pasar el día afuera– corre la puerta con timidez a sus espaldas, aún sin levantar el rostro.

–Oh, ¿Y por qué no fuiste con ellos? – milagrosamente no se notan sus ganas de conocer la contestación.

–Quise quedarme aquí... ¿En serio eras tú tocando el piano?

Yeonjun se acercó despacio hasta el gran instrumento pulido de una lujosa cobertura negra, obviamente estaba algo deteriorado con los años y el poco uso, pero aún luce precioso ante sus ojos. Soobin carraspea para llamar su atención y le indica con una seña el puesto vacante a su lado, en la misma butaca con cojín rojo donde estaba sentado él. Con nerviosismo acepta la invitación y se sienta a su izquierda, casi rozando sus costados.

–Sí, era yo, como te lo he mencionado, el piano es un instrumento que práctico desde niño. ¿Te apetecería escucharme?

–Me encantaría hacerlo, por favor.

La sinceridad se cuela en sus nobles palabras, no se arrepiente del hecho, no cuando el pelinegro se pierde en su interpretación al iniciar una preciosa sonata. Detalla cada rasgo apasionado y concentrado en su níveo y atractivo rostro al tocar la notas, sus dedos largos y varoniles en las teclas, hace un excelente trabajo sin siquiera ver muchas veces, entregado a la música. Nunca había experimentado tal emoción y estado de ensimismamiento al oír una composición, pero es que el menor tocaba con todo su ser, y aquello tiene a su pecho saltando y a su cuerpo cosquilleando extrañamente. 

Al culminar, Soobin gira su rostro hacia el rubio, añorando su opinión. 

–¿Y bien?

–Soobin... Eso ha salido de tu alma – su tono era de pura admiración y perplejidad, porque literalmente el chico había tocado con cada fibra sin lucir exagerado – ¿Es eso lo que tienes dentro de ti? Todas las emociones ... – con un asentir breve, el dongsaeng regresa su vista a las teclas blancas bajo sus dígitos. Traga el repentino nudo de sensaciones en su garganta –. Nunca escuché algo tan increíblemente triste y hermoso... Jamás.

–Estuve encerrado en el espejo por demasiados años, y lo que más extrañaba hacer era tocar el piano – confesó con voz gruesa –. En las escasas ocasiones que salí de ahí dentro no tuve muchas oportunidades para hacer demasiado. Los que me sacaban, en su mayoría, trataron de ser buenos pero me terminaban detestando y regresando constantemente, como tú la vez me conociste... Solamente ahora, contigo, pude quedarme sin necesidad de que el espejo esté cerca, después de lo que aconteció en el callejón.

–Cuando tú me salvaste en el callejón. Y lo volviste a hacer ayer – musita con opresión, cruzándose con la venda en el antebrazo del azabache –. Te lastimaron por mí, porque te lanzaste para apartarme del corte.

–Tú no lo planeaste, yo lo hice. Yo tomé la decisión de interponerme.

–¿Pero, no pensaste en que pudo ser peor? Soobin, pudieron hacerte algo mucho peor.

–Lo sé, pero tenía que hacerlo.

–...Porque puedo ayudarte con el hechizo.

Bin tiene una punzada amarga en su estomago que le hacer torcer el gesto, seguido de un bufido decepcionado.

–¿De verdad crees eso de mi?

Jun se encoge con una sonrisa desganada.

–No, pero es lo más lógico. ¿Por qué harías eso por mi, por alguien corriente?

Soobin tiene la urgencia de cortar aquello que no le gusta, esa forma en la que el mayor parece ponerse como algo insignificante, cuando para él es todo lo contrario. Por ende, no duda en decirle con firmeza: 

–Yeonjun, lo hice porque no soporté imaginar que algo malo te sucediera, y te aseguro que no eres nada ordinario ni corriente para mí. No me lo iba a perdonar si pude hacer algo y ellos te... Supongo que es una clase de egoísmo.

Yeonjun tuvo un vuelco en su pecho, la sentencia le cala tan profundo que le otorga un rubor en sus mejillas.

–No eres tan egoísta como dices...

–No me conoces, ni yo mismo lo hago – rechista sin ganas –. Estuve mucho tiempo encerrado en ese jodido espejo como para saber a ciencia cierta quién soy.

–No tienes que regresar al espejo... Me quedaré, te lo prometí – ahora sí estaba claro en ello, oyendo todo lo que el azabache le confesaba, sabía que no iba a dejarlo, por un motivo u otro. Le mira directamente para que perciba su convicción–. Quiero seguirte conociendo, Soobin, hallar la forma de solucionarlo y que tú también te conozcas.

El par comparte silenciosas e intensas miradas, adquiriendo una especie de anhelo al estar tan cerca del contrario. Ambos observan los labios opuestos, inclinándose de a poco por inercia, y tal acto comienza a ocasionar una especie de pánico en el rubio por no tener pista acerca de cómo controlar lo que todavía no comprende está experimentando dentro.

–Soobin...

El momento se rompe por el llamado que no supo contener, siendo tomado por el mencionado como un "Detente" que hace a éste apartarse con el mal sabor del rechazo, por segunda vez. Soobin se muestra serio, pues no quiere demostrar lo que le impacienta no poder besarlo, la punzada molesta que le origina la negativa del muchacho, así que se limita a incorporarse y tomar algo de distancia.

–Lo siento, no volveré a besarte sin tu consentimiento.

Yeon cierra su boca y siente el arrepentimiento de haber detenido todo por su indecisa contradicción.

 –Y-yo...

–Podemos adelantar un poco el invernadero, ciertas cosas. Hay que aprovechar el día al fin y al cabo, ¿No?

Con un resoplido resignado, el ojos miel se levanta para ir detrás del más alto, cerrando el tema y fingiendo que todo estaba bien entre ellos su cada vez más clara atracción.

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Taehyun estaba maquinando una estrategia para jalar a Beomgyu y besarlo sin que se viera raro al ser ya ex novios, pero es que no se resistía a su belleza ni al cómo se devoró un montón de fresas de forma tan provocativa y tierna a la vez, llenando sus labios del dulce rojo y gimiendo con esas muecas de felicidad en plena mesa.

Estaban solos, las mujeres se separaron, no veía impedimentos. Ahora que estaban comenzando a ser amigos nuevamente, no estaría mal si le toma la mano y...

–¿Beomgyu? – el alegre y cantarín llamado a las espaldas de ambos les hace voltear al dueño del mismo, quien resulta ser un chico de cabello rosa y sonrisa de corazón que se aproxima hasta ellos – ¡Vaya suerte tengo de regresar a la ciudad y encontrarte aquí!

–¿Hoseok hyung? – Beomgyu abre sus ojos y boca en un gesto lindo de sorpresa en lo que acepta el abrazo del mayor, sonriendo con timidez – D-dios, ha pasado mucho tiempo.

–Sí, lastimosamente – enfatiza con misma sonrisa, chequeándolo de arriba a abajo –. ¿Cómo estás? ¿Qué tal marchan las clases?

–Genial, todo ha ido muy bien. Aunque no es lo mismo sin ti en el campus, muchos lo dicen.

–También lo echo de menos, a todos, aunque más a tí... Oh, hola, Taehyun.

El recién aludido se había unido con una cara que denotaba inconformidad. No era que pudiese negarlo cuando uno de los inconvenientes de su relación, y de los pretendientes más persistentes de su ex, estaba ahí.

–Hey, Jung.

– Wow, entonces ustedes siguen juntos.

–Sí.

–No.

Hobi eleva una ceja por las distintas contestaciones de los dos menores que se ven ahora con un ceño fruncido que les es vagamente divertido. Como era bueno en romper tensiones y la respuesta del pelinegro le sentó bien, da un pequeño chiste:

–¿Diferencia de opiniones?

–No, él está bromeando – se esfuerza por no sonar tan decepcionado como se sentía, siendo natural al simplificar:–. No estamos juntos, somos buenos amigos ahora.

Taehyun mentiría si dijera que no le dolió su respuesta.

–Que interesante...

Taehyun quiso intervenir a gritos, iba a hacerlo, de no ser porque alguien más lo hace:

–Tae, necesito tu ayuda con una cosa – Moonbyul corrió hasta el pelirrojo para jalarle el brazo con un tonito infantil. Al notar la presencia de alguien más, se endereza con pena –. Cielos, disculpen si los interrumpo.

–Hola, señora Choi – el de abrigo a cuadros verdes da una reverencia respetuosa que acompaña de una cálida sonrisa –. Espero me recuerde, soy Jung Hoseok.

– Hobi, claro, no te reconocí al principio– la mujer ríe encantada al chequearlo mejor –. ¿Qué tal todo, corazón?

Jung se encoge viendo al hijo de la mujer, sin casi disimulo.

–Ahora mismo todo está de maravilla, señora Choi.

–Me alegro de saberlo – ella voltea, algo entretenida hacia el chico del fornido brazo que aún sostiene, dándole un nuevo jaloncito; oh, ella comprendió todo desde lejos, y claro que estaba moviendo ciertos hilos a su favor –. Cariño, necesito que me asesores con unas cosas, tu sabes más de estas cosas.

Beomgyu aprovecha para, como un niño pequeño que ve a su ídolo, informarle a la pelo corto:

–Mamá, yo me quedaré con Hobi hyung un rato. D-digo, si no es inconveniente molestia.

Hoseok brilla como un sol de la plenitud.

–Para nada, iba a pedírtelo, Beomie.

–¡Claro, diviértanse!

Taehyun era el único que no sonreía, tensando todo y maldiciendo por dentro porque su "suegra" le ha traicionado.

–Harás lo que te ordeno porque soy tu hyung y el doctor te mandó reposo, tonto. No me mires así y abre la boca de una vez.

Acabaron de la presente manera porque los acontecimientos se confabularon en su contra; habían estado hora y media arreglando el invernadero, con una incomodidad reinante en el ambiente, hasta que el rubio se dió cuenta del malestar que presentaba el azabache, pues éste comenzó a tener fiebre, y sin dudarlo siquiera lo arrastró al interior de la residencia antes de llamar a un médico cuando la temperatura subió y los demás malestares se presentaron. El experto examinó al dificultoso paciente que se quejaba como un niño rebelde, y dijo lo que más temía quien le solicitó la revisión:

La herida es superficial, pero si no guarda reposo ocurrirán cosas como estas, más considerando el frío que está haciendo afuera. Puede infectarse y tendremos que hospitalizarlo si no se cuida adecuadamente, joven Choi. Debe acatar las ordenes de su hyung, tomar estos medicamentos y mantener reposo, al menos por cinco días.

Claro que el afectado estaba reacio a las indicaciones, no obstante, no tiene remedio cuando tiene a un persistente ojis miel con un montón de cuidados y reproches encima.

–Soy capaz de mover mi brazo y comer por mi cuenta, no es para tanto.

A pesar de su queja, él abre la boca y le permite alimentarlo con la sopa de pollo que le ha preparado. La habitación del alto era más grande que la suya o la del resto al ser la principal, pero no le presta atención a nada de ahí dentro, no al estar tan preocupado por el gruñón en la cama.

–Eres capaz de comer tú solo, no te voy a obligar y lo sé perfectamente– sisea con cansancio, dejando un momento el cuenco en la bandeja –. Pero si te estoy ayudando, es porque es lo menos que puedo hacer cuando sé que estás así por mi culpa, Soobin. ¿Vas a negarme el sentirme algo mejor por acompañarte y cuidarte como se debe?

Era una manipulación para el de camisa azul marino, evitó el rostro del contrario y refunfuñó bajito, dejándose atender. No es que no le atraiga la idea, al contrario, adoraba tener atención y más si era la del de lindos labios, el asunto era que su día se arruinó por la pequeña e irritantemente inoportuna herida en su antebrazo.

Soobin había querido mitigarlo e inventó que estaba bien mientras estuvieron arreglando unos vidrios y sacando medidas en el invernadero, hasta que Yeonjun astutamente le obligó a acercarse y le colocó sin aviso una palma en la frente, escandalizado por la fiebre.

¡Por dios, y de paso tiene que soportar tenerlo cerca cuidándolo con tanta tensión entre ellos!

Porque no es posible detener su escrutinio en los labios rosados de su mayor, relame los suyos cada vez que los topa, y eso hace que el rubio retroceda nervioso en cada oportunidad que sucede el acto.

–¿Vas a bañarme también? – optó por coquetearle un poco en el baño, añorando mas sonrojos por lo afectado que se pone el de jeans ante él – No me quejaría, pero dudo que estés listo para verme desnudo aún.

–¡Yah, dongsaeng irrespetuoso! – le dio una palmada fuerte en su ancha espalda, rojo hasta las orejas en lo que le lanza la toalla para huir prácticamente del área –. ¡Nunca dije que quería verte desnudo!

–¡Nunca digas nunca, Yeonjun-ah!

Oye el grito risueño perdido en las paredes tras cerrar la puerta, a los dos minutos el agua suena del lado opuesto y libera un suspiro pesado para soltar finalmente la elegante perilla. El apodo suena todo menos insignificante para él, puesto que el pelinegro sólo le ha llamado por sobrenombres feos, su nombre o su apellido desde que lo conocen, lo que significa que está realmente apreciándolo y volviéndose cotidiano con él...

¿Qué tan bueno es eso como para que esté sonriendo en lo que aprecia la colección de medallas y diplomas en la pared norte?

En la ducha, Soo estaba teniendo un conflicto consigo mismo, consciente que Yeon está del lado contrario, en su habitación, y para mayor énfasis, haciendo que se adapte a su presencia de grata manera. Nunca fue cercano a alguien, no de esa forma, no tenía amigos cercanos ni parejas, únicamente tuvo una relación con una chica durante sus épocas de instituto, fue corta y muy banal, más porque era como un acuerdo de sus familias para ver qué se daba entre ellos y fuera beneficioso para ambos apellidos.

Pero no mintió al decir que no se ha enamorado, no ha tenido intimidad sexual, ni a sentido deseo o anhelo por alguien, no ha perdido la cabeza por nadie o sentido mil cosas en su organismo por una persona, ninguna revolución hormonal o sentimental... Entonces ahí estaba él, comenzando a sentir cosas muy diversas y raras por quién lo ha sacado del espejo en el que le encerraron una noche, tantos años atrás.

Piensa que fue efecto de la fiebre o los medicamentos, tal vez se le metió mucho la idea de querer que el chico se enamore de él, o simplemente le estaba gustando demasiado y por primera vez una persona... Porque sí que se estaba esforzando por no besarlo cuando se queja con un puchero ante su falta de obediencia, o tan sólo cuando le sonríe al momento de que le hace caso a sus insistencias al cuidarlo.

¿Por qué no se lanzaba a besarle entonces? Porque le prometió no hacerlo sin que se lo pidiese, porque, una parte de Soobin, teme ante lo nuevo, ante la idea de que Yeonjun quizás no le corresponde en añoranza, y por primera vez prefiere no presionar como un testarudo dispuesto a ganar algo.

Porque lo que puede perder es muy valioso.

–Ya todos llegaron, así que ayudaré a la señora Choi a servir la cena que compraron para traértela – participa para salir de la habitación; sólo hizo esto unas dos veces, quedándose realmente como prometió con el pálido, charlando o haciendo cualquier cosa al azar en sus teléfonos o escrudiñando las curiosidades de su alcoba o algo. Regresando por el pasillo a la planta baja, se cruza con un amargado pelirrojo que le intriga al instante –. Hey, ¿Todo bien, Taessi?

–Sí, sí. La señora Choi me comentó lo de Soobin, ¿Cómo sigue?

–Pues, está o muy bien o es buen actor, porque yo estaría quejándome todo el día con una herida así... Mm, ¿Y dónde está Beomgyu?

Taehyun aprieta su mandíbula tan fuertemente que sus venas se marcan en la parte de su cuello probablemente.

–Está ocupado con su Hobi hyung en el centro comercial.

Yeonjun ladea su cabeza sin comprender el asunto.

–Espera, ¿No estaba con ustedes? ¿Hobi no es Jung Hoseok, el mismo que se graduó el año pasado en artes escénicas y se fue a Busan?

–No tenías que darme la biografía del chico sonrisa esperanzadora de comercial – gruñe para pasarle de largo –. Se quedó allá con él y nos separamos, es todo. Voy a ir a mi habitación, no tengo hambre.

Jun se da una palmada en la frente al recordar que a su amigo le disgustaba un poco el ahora pelirosa del que hablaron. Procesando todo, va a la cocina con una expresión que iguala a la de la atenta cocinera.

–Son unos ciegos, ambos.

–Definitivamente, con todo y que les estoy dando empujones para que abran los ojos de una buena vez.

–Adivino, se arrastró a Taehyun para que Beomgyu quedara solo con Hoseok hyung.

–Se llama estrategia, Yeonjun-ah.

Con una risilla traviesa de parte de ambos la huésped faltante de cabellos púrpuras entra a la cocina con mucho entusiasmo, ayudándoles a servir todo lo que trajeron empaquetado. Conversaron de sus días y las mujeres se enfocan más cuando tocan el tema del dueño de la mansión, poniendo ciertamente intranquilo al único chico con ellas.

–La gente se complica demasiado en admitir sus sentimientos, ¿No cree, señora Choi?

–Sin duda, linda.

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Beomgyu sale del baño con el cabello húmedo, temblando entre pequeños escalofríos en lo que se seca con la toalla los mechones largos y oscuros, se coloca sus pantuflas de osito después de su pijama de mismo estampado y busca su celular cuando el mismo suena con una melodía de anime.

Carcajea con el emisor que le escribió y empieza a mensajear con éste por un rato, perdiéndose en el acto hasta que alguien toca su puerta con unos golpes secos. Frunce el entrecejo, no era como si su mejor amigo o su madre tocasen así, el dueño del sitio estaba enfermo, y sus amigas sólo gritaba su nombre... Debía ser Taehyun, y aunque le extrañó, le cedió el paso sin apartar su mirada del teléfono.

–Hey, ¿Ocurre algo?

–No, vine a verificar que llegaste bien. Tardaste un poco, hyung. 

–Se nos hizo algo tarde, pero estoy bien, Hyunie.

–¿Con quién chateas? – suena más exigente de lo que pretendió, pero al parecer no es notado por el risueño.

–Ah, es que estaba registrando a Hoseokie hyung y nos quedamos conversando un rato – ríe señalando la pantalla –. Tiene buenos memes en su galería.

Kang suelta un bufido carente de gracia, cruzando sus brazos.

–Vaya, debe tenerlos cuando hace que te quedes chateando con él después de haber estado todo el día juntos.

Choi detiene su tecleo y levanta el rostro con una mueca confundida.

–Teníamos mucho tiempo sin vernos, no tiene nada de malo, Tae.

–De verdad eres demasiado inocente, Beom– escapa con un resoplido obstinado, dejando caer sus brazos a sus costados con sequedad–. Siempre le has gustado a Jung, hoy iba a festejar en pleno centro comercial cuando supo que tú y yo terminamos. Es que ni siquiera lo ocultó un poco.

–¿De qué demonios estás hablando? No es cierto nada de lo que hablas – refuta con una risa casi dolida, algo enfadado  –. No sé de dónde sacas tantos disparates.

–Es la realidad, Beomgyu. ¡Si tu no quieres verla es porque te niegas a hacerlo!

–¡Estás actuando irracional es ridículo!

–¿Irracional? ¿Te parece irracional que me incomode por cómo no disimuló su placer por nuestra ruptura? – señala con gesticulaciones tajantes, tan intimidante que el de cabellos húmedos se encoge por reflejo – ¿Sabías que Hoseok fue una de las causas por las cuales empecé a dudar de lo nuestro?

Gyu detestaba los gritos y las peleas, más al tratarse del chico que le estaba lastimando el corazón nuevamente. No era justo, apretaba sus puños con impotencia, tragando la presión en su garganta y tórax.

–Estás siendo un idiota, no culpes a otros por tus fallos.

 –¿Mis fallos? No terminamos sólo por mis fallos – expulsa con algo de rencor colándose en sus heridas –. Luché, y sí, la cagué, pero no todo fue por causa mía. Maldición, terminamos lo nuestro pero...

–¡Ya lo sé! ¡¿Ok?! No tienes que recordarme a cada jodido segundo que ya no somos nada, soy muy consciente de ello, Taehyun – estalla con un grito, viéndolo con los ojos cargados de lágrimas que se niega a derramar ahí –. Y yo soy quien te lo repite ahora, porque no tienes ningún puto derecho a reclamarme con quien hablo o con quien diablos estoy, ni mucho menos a hacerme sentir mal como si te fuera un jodido infiel. Jamás lo he sido, puedes acusarme de la mierda que quieras, pero no de eso, porque mientras estuvimos juntos yo sólo te miré a ti, ni siquiera voltee a verificar si le gustaba a alguien más... – su voz estaba quebrándose a tal punto, a pesar de esto, agregó con el pesar presente: –No somos nada debido a que somos un desastre juntos, pero no te atrevas a echarme toda la culpa o a buscar más culpables por algo de los dos.

Kang permanece estoico en su sitio, toda la rabia que cargaba se aplaca y va dirigida para sí mismo ahora, porque teniendo nuevamente a su Beomie - al chico que posee cada parte de su corazón - llorando por causa suya, observándole con decepción y esa mirada recriminatoria que le grita "Te odio porque no luchaste lo suficiente, imbécil", hace que su pecho duela como cientos de patadas y que sus propios ojos lagrimeen. Agacha la cabeza y aprieta tanto sus puños para suprimir sus emociones que sus manos se ponen rojas; deseaba poder romper todo, lanzar mil improperios, pero también suplicarle una disculpa a su hyung.

Todo le quemaba, porque la realidad era una basura, y su medicina siempre ha sido quien se volvió su enfermedad. Eso, es un pensamiento que los dos chicos comparten por igual.

–Perdón.

Hay un segundo de silencio antes de que el mayor retome:

–¿Eso? ¿Eso es todo lo que vas a decir? Dios, es que nunca dices una mierda, Kang Taehyun – gruñe con desesperación, limpiando sus lagrimas sin cuidado y señalándole la salida con un sollozo roto que lucha por contener en vano –. Lárgate de aquí ahora mismo antes de que ni siquiera podamos acabar como un intento de amigos casuales, tonto.

Con un descomunal vacío emocional, el pelirrojo se marcha y cierra bruscamente la puerta de madera, saliendo tan pronto pudo de la mansión para irse rumbo a su departamento, por esa noche al menos necesita espacio para desahogarse, tal vez con la compañía de mucho alcohol y un montón de recuerdos masoquistas que le restriegan lo idiota que es por dejar ir a Choi Beomgyu, una vez más.

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–Maldición... 

–¿Todo está bien?

–Beomgyu no quiso abrirme, dijo que necesitaba estar solo. Taehyun no contesta su teléfono– rechista con exasperación, depositando su móvil en el buró –. Este par de idiotas no son capaces de conversar sin ser tan apasionados la mayoría de las veces.

–La única clase de pasión que he presenciado – masculla tan bajo que el otro duda haberlo captado correctamente. Aprovecha de ello para añadir algo, ahora en alto:–. Las discusiones son típicas en las relaciones, al fin y al cabo.

–Los dos ya ni siquiera tienen una relación por esa razón, no hablan siquiera. Igual, finalmente ninguna relación es perfecta.

–Ni que lo digas, Choi.

Yeon se encoge de hombros.

–Bueno, tampoco es como si no hubiesen relaciones bonitas y estables a pesar de las diferencias.

Soo da una risita aireada.

–No he conocido a la primera.

–Vamos, ¿Qué tal tus padres?

–Todos solían alegar que mi padre amaba con devoción a mi madre, por lo que intuyo que todo acabó cuando nací, porque jamás lo presencié – confiesa tras unos segundos, enfocado en su yogurt porque los pares meliáceos le ponen algo inquieto –. Mis padres se conocieron por sus familias en una fiesta pomposa y tuvieron un supuesto ataque de romanticismo cuando se cortejaron, contrajeron matrimonio al año y luego nací yo a los tres años de relación, ahí acabó su cuento de hadas – rueda sus ojos –. Estaban juntos en la misma propiedad y por ley, según dictaba un papel elegante. Todo era una apariencia, algo muy normal en la época. Nunca los vi realmente con gestos amorosos reales, si te soy franco... 

Yeonjun se sintió insensible al haberle sacado el tema a colación, intuye que hay más por cómo queda todo suspendido, pero ya no quería ser impertinente ni empujarlo a contarle.

–Suena muy solitario...

"Lo era, terriblemente" Soobin da una mueca de desdén, acomodándose en la cama.

–¿Qué hay de tus padres? Estimo que tienes una historia sumamente empalagosa y con un final de película.

–Lo único en lo que acertaste fue en la palabra "Final" – sonríe ladino –. Los míos se conocieron en el baile de preparatoria, mamá era presidenta de la clase y mi padre uno de los chicos con pésima conducta, vivían peleando por todo hasta que ella lo "reparó" y se enamoraron. Eran todo menos empalagosos, pero sé que se querían mucho a su manera, no fue tan malo... Hasta que papá empezó a descarrilarse de nuevo, yo tenía doce apenas, y ahí todo se fue a la mierda – su cara muestra una involuntaria mueca tensa –. Mamá lo amaba, era una mujer firme y siempre lo ha sido, pero en serio lo adoraba, por eso fue duro para ella sobrellevarlo. Aún así lo dejó y me sacó con ella de casa, se divorciaron y sólo veía a papá de vez en cuando, la mayoría de las veces estaba ebrio o en problemas... 

Sí, la historia estaba inconclusa y confusa como la del otro, ninguno de los dos estaba dispuesto a conversar todavía acerca de lo que tienen en común: El haber perdido un padre.

Sin embargo, Bin tiene la necesidad de aportar algo:

–Tu madre ha sido muy valiente... Debe amarte mucho.

–Sí... En fin, supongo que no todas las historias de amor acaban bien, y no todos los que se aman pueden estar juntos.

–Pero tú continúas creyendo en el amor.

–Acaba en nuestras vidas cuando dejas de creer, Soobin-ah. Es un remedio, ¿Sabes? 

Soo no lo comprende del todo por ahora, sin embargo, cuando ya es hora de dormir, piensa que los labios de Jun pueden ser un remedio aliviador de probarlos.

–Quédate – salió con simpleza, haciéndose a un lado en la amplia cama con pilares y cortina abierta, viendo fijamente al orbes miel que se sonroja con su agarre en la muñeca –. Prometiste al medico ser un buen hyung.

–¿Aceptas que soy tu hyung?

–Lo eres, pero no lo escucharás de mi boca – lame sus labios a propósito, molestando a su mayor.

–Y-ya cállate

El estudiante no está claro de si es lo correcto, pero se acuesta a su lado y le avisa que se irá a su recámara cuando se duerma. En la penumbra se cuela la luz de la ventana, oyen sus respiraciones, estaban igual de inquietos.

–Eres el primero que entra en mi habitación.

–¿Ah, sí?

–Ujum, y la primera persona en mi cama.

–No seas idiota, no lo digas de esa forma – se remueve, agradeciendo de que no se note su rubor –. No te creo.

–Sé que luzco irresistible y como un rompecorazones, pero es cierto – pausa un instante su broma, usando un tono suave y seductor, un toque de aquella personalidad que oculta por dentro, pero que al final, era honestidad:  –. Y me alegro que seas el primero.

Yeonjun no supo qué contestar, se mantuvo tranquilo por fuera mientras su corazón se desboca en su interior. A los varios minutos, escuchó algo que le hizo girarse para toparse con el pelinegro con sus parpados cerrados.

–¿Dijiste algo?

–Cuídame porque quieres... 

Soobin estaba adormecido, aún así, lo que dijo fue expresado con sinceridad, trayendo a la superficie un asunto pendiente. Yeonjun tardó un poquito en responderle con un susurro:

–Lo hago... Eres un mocoso terriblemente difícil, pero me gusta cuidarte.

Cumplió su promesa de irse una vez el dongsaeng estuvo dormido, pero no supo la razón por la cual le costó tanto marcharse, del por qué tuvo ganas de quedarse y apreciar un rato más el rostro sereno y apasivo del chico. Estaba muy confundido...

Y por la mañana, Soobin se sorprende tanto como sorprendió al resto, porque despierta sin rastro de la herida en su antebrazo, y se encarga de responderle a la señora Choi delante de todos, con su vista puesta en el rubio durante el desayuno:

–Tal vez Yeonjun-ah es el mejor remedio, él fue quien me cuidó, después de todo.

Claro que el universitario mantuvo su cara gacha e ignoró a su amiga, a la mujer y al pelinegro, quienes son los únicos que comen con él ahora, pero casi fue imposible ocultar su sonrisa.

Sonaba muy bonito ser el remedio de alguien, así no fuera más que un chiste... O eso piensa que es.

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–Una pequeña ayuda para sanar es requerida para que todo siga un buen curso, Joonie querido – la mujer carcajea a la vez que baña a su inquieto felino –. Los dos están confundidos, sobre todo Yeonjunnie, pero sé que otro empujoncito que les demuestre que los momentos se viven sin miedo, no estará de más... Jum, en esa mansión van a necesitar de varias ayudas para dejar de usar la cabezota y empezar a utilizar el corazón para algo más que latir. Finalmente, es el remedio del alma.

El gato estaba más que de acuerdo, salpicando agua y espuma con impaciencia.

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Jamais vu es una canción perfecta para este capítulo, siempre BTS con sus joyas uwu 

Poco a poco Yeonjun va a ir aclarando su mente y sentimientos, paciencia con él y con Soobin. 

¿Cuál es su escena fav de este cap?

Otra canción perfecta que encaja:


https://youtu.be/J4cPC_9Dm9c

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