[7: Fix & Change]
–¿Qué diablos haces aquí, Manoban?
–Visitando a Jisoo unnie, ¿Algún problema, Choi?
La de suéter de lana amarillo toma el brazo de su amigo con una sonrisa de excusa para la chica comiendo galletas relajadamente en la mesa. Al estar afuera del comedor, se dirige al de expresión agria.
–Junnie, sé que no se llevan bien, pero Lisa no es tan mala. ¿Puedes tratar de tolerarla aunque sea un poquito?
–¿Por qué de pronto viene a verte? ¿Por qué tú estás tan sonrojada y... Hueles a perfume? – su entrecejo se contrae y niega con un gemido quejumbroso al deducir el movimiento nervioso de la pelimorada –. Ay, no me digas por favor que te gusta la hostigosa de Manoban.
–Y-yah, ¿De dónde asumes eso? Está haciendo frío y mi piel se enrojece, además, me gusta este perfume.
–Jisoo, te conozco y actúas así de tonta jugando con tu cabello al gustarte alguien.
–Hace un tiempo me llama la atención, ¿Sí? – exhala en redención, murmurando y soltando sus mechones :–. No es mi culpa que parezcan perros y gatos ustedes dos. Esto es importante para mi, no lo comprendes pero hace demasiado no me sentía de esta manera con alguien, Yeonjunssi.
No es capaz de borrar el brillo ilusionado de su amiga, no era tan cruel ni metiche, por más que no soporte a la amiguita de Beom y Jisoo. Acepta una tregua que hace saltar entusiasmada a la bajita que le abraza cortamente, perdiéndose de nuevo hacia el comedor y dejándolo nuevamente solo.
No tenía ganas de salir de la residencia, estaba en ropa holgada y abrigada, afuera estaba nevando ligeramente y hace frío. Se dispone a tomar algo de chocolate de la señora Choi, está por ofrecerle su colaboración en los quehaceres cuando es interrumpido por unos ruidos en la entrada que le detienen; y no solamente a él, porque todos buscan igualmente la causa del alboroto en el recibidor.
–Coloquen todo adentro, les indicaré donde va a ir cada cosa.
–¡¿Una lavadora?!
–¡¿Una Smart tv de alta gama?!
–¡¿Calentadores de ducha?!
Tres huéspedes corrieron emocionados ante el ruido, reuniéndose alrededor de su anfitrión y chequeando algunas de los artículos que este compró, y al parecer no son los únicos objetos que renovarían la mansión. Yeonjun es espectador desde la distancia, cruzando miradas con Soobin y yéndose tan deprisa que casi se cae con sus propios pies al suceder aquello.
Más tarde, buscando indagar un poco, el mismo rubio va a los sitios donde las nuevas adquisiciones se encuentran instaladas, oye a la madre de Beomgyu agradeciendo desde el cuarto de lavado y se asombra de escuchar a un sereno Soobin respondiendo con genuino encanto.
Se aleja contrariado de camino al jardín, cubriéndose con su abrigo para detallar con cierta tristeza lo que descubrió era un viejo y descuidado invernadero; la fuente en el amplio jardín estaba congelada, colocada en el centro tras seguir un camino de rocas y senderos de luces que ahora no sirven por su deterioro, las plantas del exterior estaban soportando el invierno siendo cubiertas por un manto de nieve al igual que el suelo, donde antes era piedra y pasto bien cuidado. Tendrían trabajo que hacer los días previos si deseaban tener todo limpio y arreglado, porque no había forma de dejar morir algo tan precioso.
Con algo de pena y aún embelesado por la arquitectónica estructura, se adentra en el invernadero, una cúpula de vidrio que sufrió daños donde habían ahora marañas y cosas de botánicas antiguas, la luz tenue del exterior se cuela por los orificios y los cristales, haciéndole la tarea más fácil. Recuerda que hay muchos lugares en la mansión que no conoce ni ha visitado, tampoco era su casa para tener tal confianza, pero no se resistió a continuar su recorrido en aquel lugar, las motas de polvo se entrevén por los halos de luz, la nieve igualmente entra en las zonas del techo que estaban rotas.
–Ciertamente te gustan mucho las flores, ¿No?
Yeon da un salto y gira sobre sus talones, por reflejo soltando los pétalos marchitos de lo que era una rosa roja en uno de los maceteros. Soo estaba abrigado con un largo abrigo de colores café que se moldea a su silueta, el resto de su atuendo también contonea su bien formado cuerpo, era sencillo pero a la moda con tonos beich, su oscuro cabello excelentemente peinado, todo haciéndole lucir sin esfuerzo alguno como un modelo desde donde estaba parado viéndole.
Para mala suerte, sí, el idiota era muy atractivo e imposible de no chequear a primera vista, lo supo desde que lo conoció.
–Sí... No fue mi intención invadir tus instalaciones, sólo tuve curiosidad por ésta cúpula.
–No tienes que irte, no me molesta. Vine hasta acá porque te vi... Yo hace mucho que no entraba – contesta con serenidad, caminando hasta una vieja banca y sentándose. Limpia con su palma la superficie derecha y la palmea, ofreciendo un puesto para el dudoso chico; por dentro, le provocaba cierta diversión –. No muerdo, aunque creas que soy una bestia, Yeonjun.
–Muy gracioso – sisea por lo bajo, titubeante al ir y acatar la petición.
Transcurre por primera vez entre ellos un cómodo silencio por unos segundos, ambos perdidos en sus pensamientos en lo que examinan el solitario y melancólico lugar.
–Mi madre adoraba las flores. Amaba este lugar, por ello fue quien lo levantó – confiesa de pronto, captando el interés opuesto a su costado–. Solía venir mucho aquí con ella, me leía cuentos en ésta misma banca... – acaricia la superficie con tanta delicadeza que parece temer a terminar de romperla – Cuando mi padre se enfadaba o quería que asistiera a diversas lecciones, me refugiaba aquí.
–¿Eran cercanos? – añade con suavidad:–Tu madre y tú.
–Mucho, hasta que ella falleció cuando tenía once años. Con ella sin cuidar todo esto, y yo luego encerrado en un tonto espejo, no es como si el invernadero y el jardín hubiesen podido sobrevivir.
–Lo lamento – expresa con honestidad, era primera vez que el pelinegro le contaba algo personal, que lo identifique. Inhala con vista en sus largos dedos –. Perder a un ser querido es algo terrible, no es reemplazable con nada.
–Tu conoces de ello, por tu padre – le encara con un pequeño encogimiento, el mayor afirma con un movimiento de cabeza quedo, instalando un silencio entre ellos. Duda un poco de lo siguiente, pero tras meditarlo toda la noche, debe arriesgarse a probarlo:– Si estás de acuerdo, podríamos reconstruir éste invernadero juntos. Creo que daría algo de presencia a la mansión, ¿No opinas lo mismo?
–¿Tú y yo? – repite con torpeza, abrumado con el cambio –. Oye, en serio me confundes con tus facetas cambiantes.
–No es mi intención proseguir con las discusiones. Ninguno de los dos ha sido del todo correcto con el otro, y admito que he sido el que menos bien se ha expresado – reconoce con dificultad, y es que de pronto los orbes contrarios le ponen ansioso –. Si estás dispuesto, podemos hacer una tregua y arreglarlo, iniciar de nuevo.
Lo piensa un instante, asegurándose de que el trato fuese real y sin trampas debajo de su semblante imperturbable.
–Apestas en esto de las disculpas verbales, espero que los hechos sean mejores... Acepto, pero necesito saber una cosa primero – al no tener respuesta más que por medio a un sonido positivo, suelta agotado: –. Durante todos estos días no me has siquiera dicho cómo es que yo seré capaz de romper el maleficio. Mencionaste algo sobre un corazón noble, sin ser consciente de nada logré que pudieses quedarte fuera del espejo, sin embargo aún no sé cómo mantenerte aquí permanentemente.
Soobin tiene presente que, de contarle toda la verdad, existen muy altas probabilidades de que el plan no funcionaría. Le desagrada mentirle ahora que estaban iniciando una especie de pacto, más no le queda alternativa. Evade la mirada del mayor por este motivo.
–No estoy seguro en realidad, supongo que lo descubriremos...
Yeonjun cree en sus palabras por ahora, y extendiendo su mano para que el pelinegro la estreche, sella el acuerdo:
–Bien, trato hecho.
De regreso a la casa, conversando sobre lo que deben encargar para arreglar el invernadero, es inevitable que Soobin no quede algo pasmado cuando Yeonjun ríe al toparse con unas ardillas que se refugian en uno de los arboles junto a una nuez, tal como un par de pájaros en lo alto del mismo, y antes de entrar en conciencia ya le ha sacado una fotografía de perfil donde la nieve caía en su cabello rubio y rostro pálido de leves tonos de rosado por la temperatura; era tan natural que quedaba idónea. El más bajito parpadea confundido al fijarse de la acción y le cuestiona sobre lo que hacía.
–Nada, solamente te viste gracioso y lo quise retratar.
–¡Hey, hey, bórrala!
Claro que no la borraría, esquivó al apenado ojos miel y fingió que no se levantaban sus comisuras por la nueva foto guardada en su celular.
Yeonjun luce bonito estando distraído y sonriendo por cosas pequeñas.
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–Taehyun tiene alergias por el frío, conoces muy bien su problema nasal, Beomgyu. Llévale su almuerzo que el pobre debe de estar muerto del hambre.
–Mamá, hay otras personas aquí. Puedo ayudarte con algo más, yo...
–No seas desconsiderado y cobarde, Beomgyu – reprende con un suspiro cansado –. Fue a verte cuando enfermaste, ¿Sabes? Te llevó la gelatina que tanto te gusta y me pidió que dijera que fue Yeonjun quien lo hizo.
–¿En serio? – suena tan ilusionado que se arrepiente al instante por la sonrisa sugerente de su progenitora. Agarra la bandeja con redención y la encamina hasta la habitación junto a la de su hyung rubio, sin aportar palabra alguna. Toca con la punta del pie y la voz nasal le hace entrar desde el lado opuesto, sonríe levemente al abrir, hallando a un pelirrojo con pañuelos por la cama, ojos rojos y aguados como su nariz perfilada notoriamente irritada; de no haberse contenido, se habría lanzado a mimarlo como un oso pegajoso –. H-hola, te traje algo de comer...
Taehyun al segundo de captar la presencia contraria, se reincorpora y acomoda sus cabellos, tímidamente desplazando de lado los pañuelos arrugados y carraspeando ante su ronquera.
–Hey, no sabía que vendrías tú...
–Es lo menos que podía hacer. Supe lo de la gelatina – sonríe apenado, depositando la bandeja en las piernas del opuesto con sumo cuidado. Da un paso atrás y juega con las mangas de su suéter para distraer el montón de sensaciones que le provoca el "paciente"–. ¿Por qué no dijiste que la enviaste tú?
–Supuse que si te enterabas no la habrías aceptado.
–Es gelatina, Taehyun, no la iba a despreciar.
El aludido ríe un poquito por el comentario de obviedad, moviendo entre sus largos dedos los palillos en su bandeja.
–¿Recuerdas cuando de niños te resfriabas por jugar en la lluvia durante el recreo?
Gyu suelta una risilla cómplice.
–Tu corrías con esos enormes ojos de venado a llevarme un paraguas y toallas, solías ponerte botas de ardillitas todos los días y decías que era por no ensuciar tus calcetines, pero sabía que era para estar listo e irme a rescatar. Hyung me regañaba y daba chocolate caliente de su termo, luego nos poníamos a ver caricaturas cuando al día siguiente me enfermaba y faltaba a clases.
–Y durante cada invierno que me daban estas tontas alergias, tu lucías como farmacia ambulante con tu bolso de ositos. Comprabas pañuelos con dibujos de gatos superhéroes y le pedías a tu madre sopa de pollo para llevarme a casa.
–Sí, lo recuerdo...
–Siempre cuidamos del otro, nunca se me olvida.
–Hasta que metimos la pata y todo lo que nos queda es recordarlo.
Choi se arrepiente de lo expresado, pues Kang le observaba con pesar y aquello le otorga un pésimo nudo en el estomago.
–Beomie, no importa lo que ocurra entre nosotros, yo siempre querré ser tu héroe en ridículas botas de ardilla – informa con tristeza, suave pero con un brillo de convicción en su mirada; tal vez enfermarse le pone muy sensible o muy sincero –. Extraño los viejos tiempos.
–Todos los extrañamos, Hyunnie – libera una boconada, acomodándose y sujetando los palillos ante el escrutinio del pelirrojo. Sujeta con los mismos algo de pollo y se lo coloca frente a los labios, con la mano libre acunada debajo de su mentón para evitar que caiga comida –. No te robes el crédito, yo soy tu hyung y puedo hacerme cargo de ti también.
Con cierto calor en su rostro, abre la boca y acepta la comida que el mayor le brinda servicialmente. Se permite disfrutar de sus cuidados por ahora, desplazando lo malo y por fin conversando un poquito trivialidades que maquillan la realidad y alivian sus tormentos.
Ahora Taehyun recuerda porque ama tener alergias desde que conoció a Beomgyu.
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–No necesitas pagar televisión satelital ni comprar cientos de películas o un reproductor. Existen apps de streaming que son mejores y más sencillas, Soobin.
–Por si no lo notaste, soy alguien de una época distinta a la tuya, Yeonjun. ¿Cómo iba a tener conocimiento de la amplia gama de opciones?
–Por suerte me tienes a mi – apenas lo suelta muerde su lengua por lo raro que ha sonado, luchando por no girar al chico a su derecha. En cambio toma posesión del control remoto y configura el televisor, por ahora tienen programas nacionales –. ¿Qué te gustaría ver?
–Mm, no lo tengo claro. Después de la función de ayer me apetece algo que no sea tan trágico y desvergonzado – analiza con sus dedos en la barbilla, dejando deslizar el primer comentario del mayor que le hizo casi sonreír –. ¿Te gustan los Thrillers?
–¿Gustarme? Conozco muchos clásicos que te encantarán y harán dormir con luz encendida, mocoso.
Colocan un par de películas de zombies hasta que comienza a anochecer, se asombran de no haber discutido - al menos nada verdaderamente serio- en todo el rato y de coincidir en diversas opiniones. Soobin estaba fascinado con los bizarros efectos de la época, nunca imaginó siquiera apreciar la magia del cine tan intensamente, a color y con un realismo estremecedor; no por miedo, sino por emoción.
Por su parte, Yeonjun estaba disfrutando las expresiones y sonidos graciosos de entusiasmo que su dongsaeng hace, sonrió algo enternecido en una parte que saltó y maldijo, lanzando un cojín a la pantalla, sacándole una risotada inmediata.
Ambos eran asustadizos y masoquistas, es lo divertido.
–Yah~ ¿Por qué ponen películas así en pleno mes de diciembre? – el reclamo de la mujer sale desde la entrada de la sala central – Viene la navidad, busquen cosas menos violentas y espeluznantes.
–Tiene razón, a la próxima veremos otra cosa, mamá Moon – sonríe inocente el rubiecillo, sabiendo que el apodo y sus gestos son infalibles con la amable cabello corto.
El azabache observa al anterior de reojo con una tenue sonrisa. La señora Choi les detalla, con ese fuerte de sábanas en pleno sofá y envolturas de algunos poco dulces, tal como unos infantes. Niega con una sonrisa amena y les ofrece gustosamente:
–Les traeré unas galletas, ¡Pero no muchas porque sino no cenarán!
–¡Gracias, señora Choi!
–¡Sería genial, gracias!
La castaña da una última sonrisa para el pelinegro y se pierde en la cocina. En el sitio, los dos muchachos se acomodan y revisan sus celulares unos minutos.
–¿Tienes una cuenta de Instagram?
–Iba en serio mi alegación.
–Sigues hablando tan anticuado – bromea sin malicia real–. Suerte en el mundo de las redes.
–¿Y qué hay de ti? – inquiere con genuino interés, ignorando lo anterior –. ¿No tienes una cuenta?
–No uso mucho las redes, tampoco actualizo contenido muy seguido – resta importancia, trazando sus labios con la lengua y cambiando el enfoque: –. Es increíble que en tu época hubiesen tantos inventos que ahora evolucionaron.
–Ujum, ¿Me das tu nombre de usuario?
–Soobin, no las uso, no tiene caso.
La tensión en el mayor fue palpable ahí, quiere preguntarle sobre su recelo ante algo aparentemente trivial, más la interrupción nuevamente de Moonbyul hace que muera el tema, por los momentos.
–¿Dónde está Beomgyu?
–Está haciéndole compañía a Taehyunnie en su habitación.
Yeonjun comparte una sonrisa cómplice con la señora, y ésta antes de marcharse de la sala le informa que se trataba de las usuales alergias del de grandes ojos. Soobin presenció todo con una ceja enarcada en lo que masticaba sus galletas, dejando caer unas pocas migajas en su suéter como cuando era un niño y Nayeon le consentía.
"Parece un tierno conejito comiendo... Uno que muerde cuando te descuidas" Yeon tose un poco ante sus propias ideas, apartando su enfoque hasta sus propias galletas.
–¿Existe algún motivo oculto por el cual comparten miradas como compañeros de un crimen?
–El único crimen es que esos dos hubiesen terminado su noviazgo.
–¿Eran pareja?
–Lo eran, terminaron hace casi tres meses. ¿No notaste la tensión entre ese par?
–Sinceramente, no es mi fuerte detectar esa clase de cosas.
–Cierto, señor antirromántico – se mofa con la boca repleta de galletas –. Olvidaba que no crees en el amor.
–No es que no crea en el amor, no me pongas de anticupido – defiende con un entornar de orbes, sin embargo, por un segundo se pierde en la risilla del de boca llena; días atrás le criticó por el mal habito, ahora de alguna inusual forma le genera cierto... Regocijo. De hecho, le retira con diversión una migaja de su comisura, haciendo que el mismo se paralice. Para evadir el absurdo rumbo de pensamientos y la extraña situación, aclara su garganta para proseguir: –. ¿Vas a sintonizar otra película o serie antes de la cena?
Jun se endereza y desplaza el momento de igual manera, agarrando el control con un tenue calor en su rostro. Selecciona una película más corta y suave, La Bella y la Bestia. El gruñido del menor le saca una nueva carcajada en lo que le insiste de ver la cinta, molestándole al compararlo con el protagonista masculino; era gracioso, puesto que Bin no conocía aquella versión de Disney animada, sencillamente leyó en el pasado las obras literarias antiguas con distinta trama.
En algún punto, Yeonjun se queda dormido con un bostezo e involuntario cabeceo, cayendo con su peso laxo en el hombro de Soobin sin inmutarse, éste último da un pequeño sobresalto y le aprecia con un ceño fruncido. Desde dada cercanía el azabache se siente inusualmente nervioso, detallando las largas pestañas oscuras, sus labios curveados y sonrosados, los suaves cachetes que se le antoja apretar, el cabello rubio que cae con mechones en su frente, y no tiene mínima pista de cuanto tiempo estuvo observándolo y sonriendo sin percatarse. Regresó su enfoque a la pantalla en las partes finales y es inevitable no percibir el cómo la magia del hechizo se desvaneció con un beso, con el amor del que tan poco tiene fé...
Entonces vuelve sus ojos hasta el mayor que todavía duerme en su hombro, y ahí se cuestiona si honestamente le molestaría besarlo o ser visto de tal forma por él...
No, realmente no le incomodaría.
–¡La cena está servida, se va a enfriar, chicos!
El momento se rompe y parpadea a la vez que, de un salto, el rubio se incorpora con rostro adormilado y limpiando la baba que escapó por sus comisuras. Entra en conciencia de que estuvo dormido sobre el ancho hombro del alto, y por ello el sueño se marcha de su sistema para ser reemplazado por la vergüenza.
–¿P-por qué no me despertaste? Ya la película acabó.
–Estabas muy cómodo, Choi.
Esa actitud vagamente coqueta fue genuina para Soobin de pronto, sólo que no era una faceta que Yeonjun había experimentado. Creyó que se burlaba de él, pero el pelinegro se levantó y le hizo un gesto para indicar que lo esperaba a incorporarse. Se levanta algo aturdido y va junto a él, en el comedor estaban las dos chicas que pasaron su día juntas y se esfuerza por no quejarse de la rubiecita. Todos comen tranquilamente, pero por la reciente pena evade la mirada del ojos negros.
Pero en todo el rato, Soo no apartaba sus orbes de Yeon.
–Cariño, ¿Podrías entregarle la cena a los chicos arriba?
–Ya bajé, mamá – Gyu hace una veloz aparición, sentándose en una de las sillas del inmenso comedor –. Estábamos distraídos viendo una serie.
–¿Cuál?
–Ladybug.
Jisoo y Yeonjun se ríen bajito ante el sereno de mechones claros y negros. La madre del mismo le pregunta sobre Tae con una sonrisita ilusionada, y para evitar que su amigo vuelva a levantarse de la mesa, Jun se ofrece a llevarle la cena.
–Yo iré – Soobin toma desprevenido a todos, por lo que se encoge limpiando con la típica elegancia su boca y luego va por la bandeja con un encogimiento –. Te estabas durmiendo, después tendremos un problema mayor si te caes por las escaleras con tu propia baba, Yeonjun.
La ruidosa carcajada de Beomgyu se une a la de Lisa, haciendo que el involucrado en el chiste resople abochornado hundiéndose discretamente en su asiento.
"¿Qué le ha picado a ese mocoso para ser tan servicial de repente?"
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Bin va camino hasta la segunda planta y toca la puerta del pelirrojo, siendo autorizado y de inmediato observado con leve perplejidad.
–Hola...
–¿Cómo va el resfriado?
–Nah, no es gran cosa. Generalmente me dura durante tres días al inicio de la nevada y luego se me quita. Se supone que no nieva mucho en Daegu, pero este año parece que es diferente... Eh, gracias.
Choi asiente al depositar la bandeja en las piernas delgadas pero trabajadas del joven, la atmosfera era singular para los dos que no cruzaron muchas palabras desde su aparición en la vida del contrario.
–De acuerdo, entonces ten un buen apetito.
–Soobin, ¿Cuáles son tus intenciones con Yeonjun hyung?
La petición le frena de irse, girando hacia el serio chico en pijama.
–Vaya, eres directo.
Cruza sus brazos y se acomoda mejor.
–Lo soy, más cuando se trata de a quienes aprecio.
–Me gusta – contesta tras cavilarlo, no sabe si es del todo cierto o si está confundido sobre el tema de la atracción. Aún así, se mantiene firme, con todo y dudas –. Quiero cortejarlo.
Taehyun alza sus cejas por la frase tan elocuente y retrograda, pero se mantiene intimidante.
–Ya comprendo, tu estrategia es ser cortés con hyung para recibir su aprobación.
Soobin da una mueca, no le agrada ser tan bien leído, menos por alguien más joven.
–Mis intenciones con Yeonjun no son más que buenas, Taehyun.
–Espero, porque él no está solo. Te agradecemos toda tu hospitalidad pero si quieres que te confiemos algo como el corazón de hyung y que él mismo lo haga, debes ser transparente.
–...Es lo que soy.
No entiende del todo lo que significa, francamente.
–Bien.
–Bien.
–Yeonjun ama la espontaneidad. Invítalo a un sitio tú mismo, demuestra que te interesa – suelta sin aviso en medio de la pausa, empezando su platillo –. Dale las gracias a la señora Choi por la comida.
El más alto da un sonido afirmativo en respuesta y regresa al pasillo, contemplando lo que ha dicho el pelirrojo. Él conoce a Yeon desde hace mucho, tal como Beom, por lo tanto, debe tomarlo en consideración...
–¡Vaya, esta mansión en serio es inmensa! – Lalisa interrumpe sus ideas al aparecer desde la biblioteca sin siquiera haberle consultado el paso –. Quita esa cara, estaba esperando a que mi linda Jisoo unnie saliera del baño y me distraje viendo todo. Aún me faltan los dos pisos de arriba afuera y el...
–Eres una metiche de prime...
–Lisa, ya estoy aquí – Kim sonríe caminando hasta los jóvenes –. Oh, disculpen si interrumpo.
–¡No! No interrumpes nada importante, linda.
Soo reprime una arcada por las cursis miradas y se excusa para ir a cualquier lado lejos del par. En la cocina se da cuenta que la señora Moon recoge todo y lava junto a su hijo y su amigo, riendo y llenando la estancia de sonidos agradables. Toca el marco con sus nudillos y da una reverencia educada para pedir un momento al ojos miel, quien se aproxima curioso de lo que va a decirle.
–Mañana podemos ir de compras para el invernadero y aprovecharemos la oportunidad para visitar otros sitios. Alquilaré un auto y tu manejarás. ¿Sabes conducir?
–Eh, sí, pero, ¿Es una propuesta o una exigencia, Choi?
–¿No te agrada?
Yeon finge pensarlo, puesto que no le haría daño salir un poco más. Para sus adentros admite que le genera cierto interés el plan del muchacho.
–Está bien, puedo trazar una ruta y...
Bin levanta la mano agraciadamente para intervenir.
–Yo haré la ruta. Investigaré unos lugares que sean posibles visitar.
–Ah, ¿De verdad?
–Sí, quiero sorprenderte.
Lo ha expresado con naturalidad, sólo que, aún así, le era tan novedoso que hizo sentir un cosquilleo en el estomago del rubio. Los dos se despiden para ir a sus habitaciones y acuerdan salir desde temprano para aprovechar al máximo el día. Ambos estaban añorando el amanecer más de lo que estaban dispuestos a confesar.
Soobin cumplió su promesa al pasar toda la noche investigando por su teléfono sobre sitios para comprar lo que enlistaron, y a su vez para compartir un buen día con el rubio. Necesitaba impresionarlo, era algo que se volvió una meta para él, de misma manera que necesita asegurarse a sí mismo lo que anhelaba verdaderamente.
Primero se dirigen a las ferreterías más reconocidas del sector, no escatimando en gastos, por más que el estudiante se quejó por lo innecesario que era comprar lo de mayor precio.
–Es despilfarro, hay otras marcas más económicas iguales de buenas. Vas a quedarte sin fortuna a este ritmo, mocoso.
–No es despilfarro porque es algo que te complacerá a ti tanto como a mi. Además, tengo suficiente dinero como para de aquí a seis años más sin trabajar.
Yeonjun no aporta nada, pasmado con la declaración. Continúa en su salida con el de jeans azules y botines negros de trenza, consiguiendo lo que requerían y parándose a degustar un pastel de arándanos en una prestigiosa panadería del centro que le recuerda a Paris Baguette en Seúl. Le es ameno aprender ligeramente de cosas triviales acerca de Soobin, o al menos lo que éste le confiesa, porque aunque son datos sencillos parece costarle un poquito soltarse.
Por su parte, el Choi menor estaba tanto inquieto como nervioso por dentro, no lo demuestra, pero sí que lo está. Debía hacer todo bien, mantener la sonrisa del rubio a como de lugar...
Y no sabe si es porque forma parte del plan o porque le está comenzando a gustar mucho su sonreír.
–¿Un musical a las cuatro? ¿Hablas en serio?
–Tengo dos boletos, no fue difícil de adquirir – miente, tuvo que dormirse a las tres de la madrugada para negociar con un hombre en una página de dudosa procedencia. Era un musical bastante aclamado, un show con orquesta clásica y bailes adaptados exquisitamente por una prestigiosa academia con estudiantes élites de la danza. De repente siente inseguridad ante el titubeo del aún sorprendido opuesto –. Diablos, no recordaba que éramos de épocas diferentes, tal vez tú no disfrutes de las mismas actividades que yo. Si no te....
–No, no es eso, Soobin. Me encantan los musicales y los bailes – sonríe con timidez, rascando su nuca tras señalarse con desdén –. Es que no vine vestido para la ocasión. Ese teatro es muy prestigioso y van muchas personas con dinero, yo no...
–Estás bien así, Yeonjun.
–Lo dices porque tu luces siempre como un modelo sacado de Dior y Gucci – sisea bajito, algo cabizbajo.
Ahí Soo percibe la tristeza del ojos miel, no le gusta aquello, y se encuentra siendo sincero al tomar su muñeca con delicadeza pero decisión y encaminarlo hacia una boutique cercana. Se sienta en uno de los cómodos sillones crema de diseñador y le da una seña hacia las diversas prendas.
–Escoge todo lo que te guste, todavía disponemos algo de tiempo extra. Aún podemos almorzar al salir de aquí y llegar al musical.
Yeonjun pestañea atónito, la boutique tenía etiquetas de precios tan elevados que le daban un ataque de pánico interno. Precisamente, eran prendas de su estilo, de esas tiendas que se topaba andando con sus amigos y fantaseaba con algún día obtener algo de los escaparates de oferta, al menos.
Era mucho para él, desde su percepción.
–No tienes que...
–¿Puedo ayudarles en algo, caballeros? – la dependiente sonríe como un comercial dentífrico al caminar hasta el más alto, ignorando prácticamente al chico que le acompaña –. ¿Desea realizarse un traje personalizado o desea alguna prenda ya expuesta en la tienda?
–En realidad, es el joven quien se probará unas cuantas cosas. Diríjase a su persona – responde con educación, gozando la expresión contrariada de la mujer –. Por favor, muéstrele lo que le pida, y que no escatime en gastos. Tiene cómo pagarle cada cosa.
La trabajadora se sonroja de la pena en lo que da una reverencia corta y va hasta Yeonjun, quien inquieto llama entre señas a Soobin, pero no le queda de otra que desistir cuando éste le evade sumido en su celular, con una sombra de sonrisa que no percibe por estar ocupado.
Pasa quizás media hora ahí, es el azabache quien interviene cuando nota que estaba indeciso en realizar el pedido, y termina persuadiéndolo de agarrar no sólo algo en esa tienda, sino en otras dos, en las que tardó un poquito más.
–Esto no es justo, ¡Es más de lo que cabe en mi armario!
–En la mansión hay espacio de sobra, no dramatices.
–Me refiero a mi departamento – susurra mordiendo su labio con una sensación rara de nerviosismo en su estómago, sólo que no era malo, sino un cosquilleo de emoción mezclado con la pena. Ahora se estaba viendo en uno de los grandes espejos de la última boutique visitada, negando con un gesto –. Es mucho, Soobin, tal vez debamos regresar ciertas...
–Oye, tranquilízate – expulsa el aire y hace que se gire por los hombros para encararlo, hablando en un tono bajo para que el intercambio sea sólo entre ellos –. No es nada, en serio... Aunque creo que estabas equivocado, Choi.
Yeonjun cruza su entrecejo, observándose en el espejo por sobre su hombro.
–¿S-sobre qué cosa? ¿Este color no me va bien?
Soobin ríe levemente, sacudiendo brevemente su cabeza y mirándole en el espejo.
–Me refiero sobre que no soy el único con aspecto de modelo aquí. Opino humildemente que esta ropa y la que traías esta mañana te sientan igual de bien. Puede que, como dices, no usen ese código de etiqueta en los musicales, pero sinceramente, ¿Y qué?
El ojos miel permanece estático en el sitio, compartiendo miradas con el menor por unos segundos desde el reflejo. Aquello sonó honesto, y le otorgó gran calidez en su pecho, transformándolo en una sonrisa genuina. El accionar hizo al otro apartar la vista, nuevamente con un rostro serio.
–Soobin...
–No me gustan los espejos, apresúrate. Ya hay que apresurarnos para almorzar a tiempo.
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–¡Eres muy tierna!
–¡Lisa, no me hagas cosquillas! – exige entre risitas apenadas por los abrazos descarados de su amiga, apartándose ligeramente antes de que su corazón explote y le duela más el estómago de doblarse. Antes de aportar más, divisa a un par de chicos pagando la cuenta del restaurante de pollo frito donde acaban ellas de entrar–. Oye, ¿No son Yeonjunssi y Soobin-ah?
Lisa sigue el señalamiento con un puchero por la interrupción del par.
–Ah, sí, supongo.
–Hay que ir a saludarlos – propone con gran animo al jalar la mano de la mayor, quien reprime su queja y sonríe embobada por el contacto – ¡Chicos, hola!
Los Choi corresponden al saludo, uno más entusiasta que otro, muy superficialmente cuentan lo que harán cuando ellas les interrogan.
–Soobin consiguió los boletos.
–¿Van a un musical con orquesta real? Wow, que genial.
–Sí, ya vamos algo apresurados – Soo sonaba cortante, pero no estaba mintiendo en su oración. Yeon le pide un minuto para ir al baño y su amiga aprovecha de acompañarlo. Es cuando está a solas con la segunda chica, que agrega:– ¿Qué?.
–¿Una cita con el tonto?
–Eres un poco grosera, Manoban.
–No seas inmoral, chico vanidoso. ¿Qué significa tanto esfuerzo con eso de los boletos? – juega con sus cejas traviesamente –. Sí que no te gusta la idea de regresar al espejo, ¿Eh?
–Como sea, ya decidí qué clase de amor quiero con Yeonjun – desplaza con decisión sus sentencias –. Deseo que me ame, que esté enamorado de mi.
Lalisa cierra su boca y luego suelta una carcajada sarcástica.
–Suerte con ello.
Choi bufa fastidiado.
–No estoy bromeando, niña.
–Ok, ¿Es porque te encaprichaste en que se enamore de ti tanto como lo estuvo de Kai, o porque realmente lo quieres?
–No digas disparates, no me compares con Huening – gruñe entre dientes–. Quiero gustarle, tú misma dijiste que eso ayudará al maleficio.
–¿Lo harás por romper el hechizo?– cuestiona indecisa, torciendo sus labios. Se lo estaba tomando en serio ahora que presencia la confianza de los orbes oscuros – Wow, pobre Choi.
–Tampoco lo pongas de esa manera. No busco herirlo, nadie debe salir lastimado.
–No siento que estás analizando la magnitud de la situación aquí.
–Analicemos el pleno hecho de que tú debes enfocarte en Jisoo y yo en Yeonjun.
Manoban se calla al voltear en la dirección de Soobin y maldice en el sitio al toparse en un oportunista que intercepta a su Unnie apenas sale del pasillo de los baños junto a la cita del azabache.
–¿Quién es ese idiota que anda con mi Chicken?
–Ni idea, mientras estés aquí metiéndote en los asuntos ajenos, están otros idiotas detrás de ella – su mofa acaba cuando el mismo muchacho confianzudo se centra ahora en Yeonjun. Rechista y va rápidamente con paso decidido, tal como lo hace la rubia a sus espaldas –. Bien, bien, nos vamos ahora.
Yeonjun no tiene oportunidad a refutar cuando es jalado por Soobin, agitando la mano en una veloz despedida para su amiga. Las dos estudiantes vieron la escena con diversión, hasta que la menor de ambas jala igual el brazo de Kim y sin importarle nada planta al sujeto que buscaba sus números.
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Alegar que estaba fascinado no expresaba la cantidad de euforia que siente al espectar personalmente la obra musical. Era la primera vez que veía una orquesta profesional desde una butaca acolchada, en primera fila de un escenario tan pulcro y distinguido, porque cada cosa en el teatro lo tiene maravillado; entre toda la gente de alta reputación y categoría, mezclado por un instante con ellos, le es como un sueño difícil de creer, aunque es lo de menos al tener un sonido tan celestial de la banda. Cada instrumento tan bien tocado por los músicos con trajes y sonrisas brillantes, y el baile... ¡Joder, el baile lo tiene como un pequeño emocionado en frente de una vitrina repleta de juguetes y dulces!
Los ojos de Yeonjun no apagan su brillo, la boca ligeramente abierta en asombro, todo demuestra lo embelesado que está. Soobin se siente igual de bien por compartir algo que ahora sabe es del mismo gusto que el rubio.
Al principio dudó de si era buena idea, incluso se dijo que los sitios elegantes y costosos no impresionarían al Choi mayor, ya lo comprobó antes, por lo que fue complicado hacer todo el plan del día cuando era tan complicado de descifrar. Ahora Soo estaba más que satisfecho al salir del show con un chico parlanchín, y a pesar de que él era una persona silenciosa, le es muy grato verlo tan contento y expresandole sus emociones.
–¿Viste cómo intensificaron el sonido cuando los bailarines se cruzaron de frente y uno de ellos cargó al otro chico en perfecta sincronía con el fondo? ¡Fue grandioso!
–Fue magnifico, no hay duda. Ahora voy que sí te gusta mucho el baile – sopesa con atención en el estudiante, casi sonriendo por su actitud –. Comentaste varios pasos.
–Me encanta, lo practico como actividad extracurricular en la universidad, aunque no soy tan sobresaliente – confiesa alzando sus hombros con modestia –. Jungkook es el mejor de la clase, este próximo semestre se graduará y sé que costará mucho que alguien le reemplace en el grupo.
–Aún si fuese como dices, estoy seguro de que alcanzarás un alto nivel si es una actividad te gusta. Yo tomaba demasiadas actividades por orden de mi padre. Me colocaba en casi todas las asignaturas que se le ocurrían porque añoraba que fuera alguien versátil y bien dotado – admite con una sonrisa desganada –. A la final sólo fui sobresaliente en lo que verdaderamente me gustaba, por más que me empeñaba en hacer lo demás bien.
–Wow, ¿Y qué te gustaba más?
–El piano.
Jun abre sus ojos en asombro.
–¿Tocas el piano?
Bin confirma con una sonrisa más serena.
–Si te interesa, puedo tocar para ti alguno de estos días.
–Sería bueno...– en realidad, le encantaría oírlo, pero no quiere denotarlo –. Digo, ya que estás de acuerdo.
–Sí, y tú me mostrarías una de tus danzas.
–Pf, sigue soñando – suelta un resoplido agraciado, la simple idea de bailar para el pelinegro le hacía sudar nervioso a pesar del gran frío invernal, y a su vez le daba ciertas ganas de mostrarle lo que sabe, queriendo escuchar su opinión. Ladea la cabeza por la caballerosidad del chico que abre la puerta del carro para él –. Estás siendo muy cortés y simpático, mocoso.
–Estoy agotado de discutir y llevarnos la contraria. Además, no eres tan mundano como creí inicialmente.
–Wow, gracias por el cumplido.
A pesar de su ofendida alusión, sonríe encendiendo el auto y manejando hasta el sitio que el ojos negros le indicó. Era lo suficientemente alejado de lo urbano, no tan lejos de la mansión, alumbrado por unos faroles. Una vez se estacionan en el destino y aprecian la vista, Yeon queda en blanco.
–Tenía planeado ir a comer en un restaurante italiano, pero luego mencionaste que te gustaba mirar cuando la noche se pone en lo alto. Pediré algo si te da hambre o podemos irnos cuando gustes. Sólo creí que te agradaría esto por un rato.
–Soobin... ¿Cómo conociste este lugar?
–Solía venir mucho aquí cuando era un adolescente – musita al observar el limpiaparabrisas que aparta del vidrio los copos de nieve que se aglomeran al caer sobre la superficie, dejando entrever el firmamento estrellado desde lo alto de donde se ubican. De reojo chequea la cara estoica del rubio y aquello le genera cierra preocupación –. Es mejor cuando no es invierno, pero podemos todavía salir, no nieva tanto aún, ¿O prefieres irte ahora?
–¿Bromeas? Prefiero nunca irme – libera finalmente una boconada, apagando el vehículo y dejando de sentir el calentador, bajándose junto al ojos negros en silencio. La nieve ciertamente no está cayendo tan fuerte, van bien abrigados y no hace tanto frío, así que no se siente entumecido desde ahí –. Me sorprende que...
–¿Que yo conociera un lugar como este?
–Que no hubieses planeado tú la salida anterior – corrige en complicidad, estaba algo abrumado con tantos cambios en el chico alto. Se abraza a sí mismo cuando percibe la mirada contraria, sonriendo con un inexplicable nerviosismo –. Cualquiera diría que es una cita.
–Es una cita, Yeonjun.
Casi se entierra en la nieve para evitar que su rostro se sonrojara y mostrara su aturdimiento. El pelinegro le mira con cierta diversión oculta bajo una coquetería que era nueva... Y no le desagrada, extrañamente.
–¿Ahora quieres citas conmigo?
–Si tu las quieres...
Era una estrategia, ambos reparan en el hecho mediante la insinuación. El orbes miel lo medita unos segundos, fijándose en las estrellas y los copos que caen despacio.
–Eres muy confuso, mocoso... Primero creí que no te agradaba, ¿Qué cambió ahora?
–Quiero arreglar las cosas – Soobin se aventura a ir hasta él y apartar con delicadeza los copos en su fleco, mordiendo su labio para evitar la sonrisa que se asoma al notar el rubor en la cara opuesta–. ¿Es eso posible?
–Yo... – se estremece discretamente por el gesto, perdiéndose en este por un instante– Supongo que lo es.
Hay un efímero minuto compartido donde se ensimisman en los orbes contrarios, el más bajo relame sus labios por inercia y el pelinegro capta la acción. No saben en qué momento estuvieron tan cerca, y es el mayor quien se aparta del alto, con muchas incertidumbres por el repentino y rápido rumbo de los hechos.
El azabache le da espacio, cambiando tema para relajarlo antes de volver al auto y regresar así a la mansión. En el trayecto no cruzan palabras, sin embargo, no era una situación incómoda, simplemente estaban en sus mentes procesándolo todo. La señora Choi les recibe con la cena servida y los otros chicos se les unen, haciendo unas cuantas insinuaciones para Jun que hacen que el mismo les mire mal mientras oculta el calor en su rostro.
Soobin estaba en su estudio más tarde, viendo la chimenea y rememorando el día. Nunca en su vida compartió momentos así con nadie, ni sintió tales sensaciones, todo era novedoso para él, y en parte le asustaba. Porque él planificaba cada pequeño detalle en su vida, no le gustaban las aceleraciones y sorpresas, sino el control. Sin embargo, recuerda lo que ocurrió una hora y media atrás...
Casi besó a Yeonjun, y cada vez le daban más ganas de cumplir la idea.
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–Fue un gran avance, pero tiene que ser mucho más transparente. Lo ha sido un poco, pero le falta un empuje– Irene conversa con su fiel felino desde la cama, bostezando agotada de estar tanto tiempo afuera vigilando a los jovencitos –. Arreglar y cambiar es un largo camino para Choi Soobin, pero vamos teniendo buenos resultados... ¿Tienes sueño también, Namjoonie?
Con un ronroneo, el gato se enrolla al costado de su dueña, embargándose del calor de la misma mientras la oye cantar una canción de cuna muy bajito.
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https://youtu.be/G8z_tfHzO4E
¡Feliz año nuevo a todos! Espero que la pasen genial y puedan disfrutar de las cosas pequeñas, es lo más valioso ✨ Agradezco a los que me están acompañando en este proyecto que realicé este 2022, significa mucho más de lo que imaginan para mí.
¿Les gusta el baile y la música? Amo las orquestas, siempre he querido ver un espectáculo como el que vio el Yeonbin aquí TT
De a poquito están más cerca este par uwu
Coman sin remordimiento, disfruten las fiestas y que todo lo bueno les venga en este 2023🥺 los tqmmmm.
Voten y comenten ❤️
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