[5: Give & Receive]


–¿Es un intento de buena suerte? – Yeonjun parpadea con la vista clavada en el alto joven frente a él. Sigue en pijamas puesto a que era muy temprano aún, y cuando abrió la puerta se lo encontró con un saco de monedas pequeño que le extendió alegando que eran "motivacionales". Necesita corroborar que sigue despierto porque aquello era ciertamente absurdo –. ¿Dices que me darás todos esos wones si apruebo?

Soobin no comprende porqué su mayor luce tan perdido con sus palabras, era un gesto sumamente natural y rutinario para alguien como él; ofrecer algo a cambio de un buen resultado.

–Es un incentivo, sí.

–No funciona de esa manera – exhala peinando sus desordenados cabellos hacia atrás, al toparse con los ojos contrarios clavados en él, inquiere:–. ¿Qué?

–Hay baba reseca en tu mentón.

Yeonjun como acto de reflejo se limpia con rapidez, maldiciendo y cerrando la puerta con malhumor. A la media hora estaba listo y bajando por las escaleras para desayunar junto al resto, repasa mentalmente el tema del examen de idiomas universales que va a presentar y a su vez mastica en automático el delicioso Hotteok que preparó la madre de Beomgyu una vez está comiendo.

La mujer consentía a los estudiantes como cuando estaban mas pequeños, preparando sus panqueques favoritos para que tuviesen un buen animo a pesar de los nervios en su último día de clases antes de las vacaciones de invierno. Observa feliz como degustan sus platos, bebiendo también del jugo de naranja, y no puede evitar negar en desacuerdo por las evasivas entre su hijo y el pelirrojo que no se cruzan miradas ni por accidente.

Los jóvenes se complican demasiado, verdaderamente.

–Entonces, ¿Están preparados para sus actividades de hoy?

–Ujum, señora Choi.

–A-algo así, mamá.

–Yo estoy bien.

–Confío en ustedes, y aunque es increíble una buena calificación, recuerden que dieron su mayor esfuerzo y está bien si no lo hacen perfecto.

Sonríen y asienten a las joviales palabras de la mujer, a excepción del extrañado pelinegro que presencia la escena. Estaba acostumbrado a que su padre o mentores le exigieran una perfección magistral, él no tenía permitido fallar o flaquear, solamente su madre o Nayeon eran suaves con él, hasta que la primera falleció y él alejó a la segunda...

–¿Soobin?

–¿Hm, disculpe?

–Te preguntaba si te gustó el desayuno.

–Oh, por supuesto, señora Choi.

Yeon aporta con simpleza:

–Bueno, es un tiro de suerte.

Moon y sus amigos le miraron intrigados.

–¿Por qué lo dices, Junnie?

–Porque es el cumpleaños de Soobin.

El aludido experimenta cierto bochorno por la atención que recae sobre él ante la noticia, Moonbyul de inmediato se alarma por no haberlo felicitado, disculpándose apenada, a lo que él agita su cabeza sin saber cómo reaccionar por su atención. De igual forma Tae y Gyu le felicitan con una sonrisa -el segundo más animado como era parte de su personalidad-, y Yeon le mira con cierta diversión mientras continúa abrumado por las consideraciones.

Soobin sólo da un gesto agradecido y permanece en su asiento, hasta que recuerda la hora y todos se levantan apresurados con él. Parten al campus y se despliegan como era usual, aquel día hay más ajetreo y una mezcla de emociones al ser el último día del semestre: Emoción, nervios, felicidad y ansiedad.

El pelinegro vuelve a ofrecer la bonificación para el rubio cuando este va encaminado a su clase de idiomas, pero este la rechaza por segunda vez con incomodidad, dejándolo con un mal sabor de boca. ¿Por qué es tan complicado descifrarlo? Le estaba deseando suerte, no verbalmente, pero ofrecer su dinero para motivarlos era el equivalente en actos ¿No es así?

Después de todo, su padre usaba la misma estrategia.

En el salón de clases Yeonjun estaba dando su mejor esfuerzo para responder cada cuestionamiento en su extensa hoja de varias páginas, concentrado en cada detalle, recordando lo que estudió, y fue finalizando las preguntas finales que en su mente vino la situación con Soobin durante la noche anterior. La actitud que tomó fue diferente a la usual que ha visto durante los días recientes, y no concuerda con la arrogancia característica que el pálido posee, tal como ofrecerle el dichoso saquito con wones.

Para el mayor era un gesto molesto, no le agradaba que todo girase en torno al dinero para el muchacho.

Al salir luego de entregar su prueba, iba conversando junto a sus dos mejores amigos y Jisoo, puesto que cada uno tuvo el mismo examen -adaptado a sus carreras, claro-, y por algún motivo quiso contarle orgullosamente a Soobin que respondió todas las interrogantes del profesor antes de la hora límite. Se encuentran un bullicio alrededor de alguien en el jardín, acercándose se fijan que se trata de precisamente quien busca, mismo que aparentemente desató una euforia donde varios -en su mayoría mujeres- le estaban felicitando y dando dulces como si fuera San Valentín en pleno diciembre.

–¿Quién les dijo que era su cumpleaños? – Yeonjun tuerce sus labios con cierto disgusto –. Nadie conocía la fecha.

–No lo sé, yo no fui.

–Tampoco yo.

–Yo se lo mencioné a Lisa – Gyu se encoge con un mohín culposo –. Quizás alguien escuchó y lo regó.

–Son muy estorbosos – el mayor del grupo masculla con fastidio y se abre de mala gana paso entre los estudiantes –. Con permiso, disculpa, necesito pasar – una vez logra llegar hasta el centro -con algunos insultos y pisadas extra-, jala el brazo del chico estrella –. Permítanme un momento a Soobin, gracias.

Jala al mencionado fuera del circulo y este se limita a excusarse del resto, siendo arrastrado hasta cerca de un árbol y aliviándose del rescate.

 –¿Terminó tu prueba? – cuestiona con leve emoción que logra pasar desapercibida, porque al parecer, el rubio no estaba de buen ánimo.

–Obviamente, ¿Qué diablos hacías ahí? – cuestiona con tono borde, ignorando absolutamente lo anterior –. Te envié un mensaje hace unos minutos a tu teléfono, ¿O ya se te olvidó cómo usarlo?

–Iba a leerlo, pero me rodearon antes de hacerlo. Estaban enterados de mi cumpleaños, no se me ocurre cómo  – se defiende, no comprendiendo el reproche –. No he olvidado cómo usar mi celular, eso es absurdo.

–Absurdo es la cantidad de regalos que te dan un montón de extraños. Vas a tener caries a este punto – masculla entre dientes –. Adoras mucho la atención, debes estarlo disfrutando. 

–Claro que no, es incomodo.

–Oh sí, lucías muy incomodo, Choi. 

–¿Por qué estás enfadado?

–No estoy enfadado. A ver, si no te gusta su interés en ti, ¿Por qué no las despachaste?

–No quise ser grosero.

–Oh, pero si adoras serlo conmigo – ríe sin rastro de gracia –. ¿Se te hace muy fácil ser un odioso mocoso conmigo casi cada minuto del día, pero con los demás no?

Soobin hace una mueca descolocada por el repentino descargue, ni siquiera entendía su punto ¿Qué hizo d malo? ¿No es él quien le ha dicho desde que se conocen que no sea maleducado con los demás?

–De acuerdo, no sé qué demonios quieres o porque actúas así, pero...

–Chicos, disculpen por interrumpirlos pero tenemos clases de historia – la pelimorada hace presencia con cierta vergüenza, obteniendo los cuatro pares de ojos sobre ella con clara tensión de por medio, chispeante casi –. Yeonjun-ah, recuerda que hay discusión del objetivo final...

–Sí, sabemos que están discutiendo, sólo que...

–No estamos discutiendo – Jun refunfuña para sus amigos para acortar sus discursos, los chicos le escanean con diversión y su amiga con tenue confusión. Resopla dándose por vencido, porque ni él mismo comprende su amargura del todo –. Vámonos, ya olvídenlo.

Ni siquiera le dirige otra mirada a Soobin, o una mínima despedida, lo que deja al mismo más indignado en su sitio. Guarda ciertos dulces en su bolsillo con brusquedad y otros se los come enojado en una banca, de pronto le estorban las chicas que le observan o pasan felicitando. No conocía a nadie, no tiene idea de cómo se enteraron de su natalicio, ni tampoco comprende el motivo del actuar del Choi mayor.

–Quién carajos lo entiende...


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En el salón de historia, Jisoo conversa con Yeonjun sobre los frescos hechos. El rubio estaba reacio a charlarlo, hasta que se rinde por su insistencia persuasiva.

–No era una discusión y no estaba furioso con él. No es para tanto, Chicken.

–Estuviste a punto de tomar los regalos y estrellárselos de la cabeza, Junnie. 

–Suenas como Gyu de dramático.

 –¡Es que es cierto! ¿Cuál es el problema con que le den regalos y atención? Digo, sí es ridículo, sin embargo, no es la gran cosa – apuntiza astutamente con gesticulaciones de su lapicero rosa y negro –. Soobin es apuesto y nuevo, ya conocemos cómo son aquí con esos perfiles. Era obvio que si se enteraron irían por la oportunidad de felicitarlo y acapararlo, no se supone que es tan malo. Tal vez eso hizo que Soobin se sintiese bien porque es un día especial.

–Ni siquiera recordaba que es su cumpleaños – musita con un puchero involuntario, se le estaba comenzando a bajar el temperamento –. Yo se lo recordé anoche.

–¿No? ¿Y su familia?  – inclina su cabeza de lado, perpleja – Ahora que lo pienso, no he visto a sus padres o a otros amigos. ¿No viven aquí?

Choi se acomoda en su asiento, algo le revuelve el estomago profundamente.

–No, ellos... Ellos están muy lejos de aquí, es complicado...

Jisoo decae en su postura, con expresión lamentable.

 –Vaya, es triste. Significa que no tiene con quien celebrarlo, solamente nosotros. 

Yeonjun sale completamente de su irritación y experimenta ahora un gran remordimiento ante la relización. Ni él mismo sabe porqué fue tan antipático con el cumpleañero, solamente le disgustó la forma en la que el resto le alababa sin conocerlo, tan superficiales, sin ver la personalidad del chico, sin que este se esforzara como otros sí lo hacían para ser meramente aceptados; se fija que tampoco sonaba justo, pagarla con él ante algo que se salió de sus manos y de lo que no es responsable. Porque, si lo analiza bien, Soobin realmente no lucía a gusto por la atención del resto del alumnado, ni siquiera en el desayuno cuando le contó a sus "Huéspedes" estaba cómodo. Agregando a ello que no le agradaba que no le hubiesen dado el chance de contarle sobre su prueba de idiomas, acaparándole de una manera tan escandalosa y alejándolo de este. 

Y hasta ahora comienza a preguntarse cómo se siente Soobin sin su familia y amigos, ¿Tenía amigos antes? Suponía que sí, y de ser el caso, ahora todos estaban muertos y el joven solo en su propio cumpleaños... Él fue el único que le felicitó, y recuerda la cara de sorpresa que colocó cuando lo hizo, como si fuese atípico que alguien le considerara.

Fue muy injusto y un irracional con el dongsaeng, hasta ahora se fija, pero va a remediarlo.

–¿Sabes qué? Tienes razón, Jisoo – su tono suena tan arrepentido que la chica le da un apretón suave en la mano, lo que logra que su humor se levante –. Nosotros vamos a hacer algo para que pase un buen día. Llamaré a la madre de Beom y nosotros podemos preparar entre todos alguna sorpresa.

A la menor le brillan los ojos y da un saltito en su silla ante el plan.

–¡Es una idea genial, Junnie! 

Tal como ingenió, llama a la señora Choi al salir de clases y se carcajea cuando ella le dice que ya estaba haciendo el pastel desde hace una hora atrás. Queda con Moon y sus amigos vía mensajes que entre ellos harían una reunión en la mansión, y nadie refuta porque tampoco conocen tanto al azabache como para saber qué otra cosa le gustaría hacer. Yeon les comenta que no habrán más invitados y que seguramente así lo querría el chico, es consciente de que cada vez levanta más sospechas entre sus amigos, pero no tiene alternativa, igualmente no era la prioridad en tales instantes.

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Soobin regresa a la mansión junto a los demás, en total silencio y sin compartir incluso miradas con el mayor de todos, aunque este de igual forma no hizo mero esfuerzo, a sabiendas de que el pelinegro muy probablemente esté molesto por cómo le trató, y no lo culparía de ser el caso.

 Apenas el más alto de todos pisa la residencia, se encierra en su recamara sin ganas de nada.

–¿Y si se da cuenta?

–Te encargarás de que no salga de su habitación, o al menos que no venga al comedor. 

 –¿Y qué se supone que haré si intenta bajar, hyung?

–Inventas algo, eres bueno improvisando en estas situaciones, Beomgyu – le apresura con empujoncitos hasta las escaleras –. Todos estaremos ocupados aquí abajo. Por nada del mundo le dejes venir.

El de cabello más largo se queja antes de arrastrar sus pasos hasta el piso de arriba, sentándose en uno de los sillones que está a un metro de la puerta de la recamara del dueño de la lujosa propiedad. 

Soobin se las pone fácil a todos, porque se encerró por tres horas en la recamara, usando su celular y tomando una siesta posteriormente. No tiene motivación para nada, sobre todo con la escena que el rubio le montó en pleno campus, ni tampoco es como que sus anteriores cumpleaños fueran los mejores del mundo; opina que no hay mucho que celebrar, siendo francos. Se adaptó a que los años transcurrieran encerrados en el espejo, no envejecía ahí, pero sí tenía en cuenta de qué se perdía, cuantos años tendría de haber estado afuera, y por encima de todo, era más que consciente de que los que conocía sí que estaban envejeciendo, muriendo...

Decidido a liberarse de sus cavilaciones y aburrido al paso de las horas de estar encerrado en cuatro paredes - irónicamente, pues debería de estar más que adaptado-, sale de la alcoba. Beomgyu se alarma cuando revisa su celular y aún marca cinco minutos en los que debe mantener a raya al chico, este mismo tiene claras intenciones de ir a la planta de abajo al pasarle de largo, por lo cual se apresura a correr para impedirle el paso.

–H-hey, Soobin hyung. 

–Eh, ¿Hey? – eleva una ceja en curiosidad ante la interrupción – ¿Cómo es que estás tan seguro de que soy mayor que tú como para apodarme de tal manera?

–Porque Yeonjun me comentó que hoy cumplías su misma edad, y obviamente él es mayor que yo  – responde sin problema, hasta que se fija en un bochornoso hecho: –. ¿No te gusta que te diga hyung? Lamento si soy muy confianzudo.

–Es raro, apenas nos conocemos.

–Oh, es que hasta nos diste hospedaje aquí y... N-no lo haré si no te gusta.

–No dije que me desagrada – va por la tangente, rascando su nuca con torpeza antes de señalar a las escaleras –. Si me disculpas, voy a bajar.

Beom abre sus ojos al máximo.

–¡No! ¡No puedes ir abajo!

Bin frunce su ceño.

–¿Por qué?

–Porque... Yeonjun no te quiere allá – estaba por darse un golpe contra la pared ante tan mala improvisación, sabía que las cosas estaban tensas con los hechos de la tarde y ahora soltó algo tan estúpido que seguramente complicaría el tema entre los mayores. Soo frunce más su entrecejo ante ello, y se apresura a remediarlo, un poco: –. ¡D-digo, no es así! Es decir, no quiere que bajes ahora mismo, sí, eso.

–Es mi mansión, hago lo que me plazca aquí– espeta con dureza, pasándole a un costado. Sin embargo, sus pies frenan y gruñe cuando el muchacho se pone repentinamente frente a él con un ridículo baile que le deja en blanco, sin procesar el hecho –. ¿Qué... Haces?

–¡Te muestro mi regalo de cumpleaños! – da un brinco que le hace jadear con una risa nerviosa, es obvio que luce patético y le divierte lo aturdido que se mira el alto, pero nunca le ha importado mucho ser un total payaso – Me inspiré en un videojuego que seguro te agradará, hyung.

–¿En un qué?

La alarma del celular suena y Gyu detiene sus improvisados pasos de baile, soltando una boconada aliviada y tomando la muñeca del alto sin explicaciones, sin darle más remedio que seguirlo entre sus quejas hasta el comedor. Antes de que el mayor dijera algo más, cruzan el gran marco de madera y se hallan con una decoración de globos blancos y celestes, un letrero que escribe "¡Felicitaciones, Choi Soobinssi !" y un lindo y delicioso pastel de mismas tonalidades con varias velas colocadas. Igualmente estaban todos los que residen actualmente con él y la amiga de cabellos purpura, coreando al unísono con un: 

–¡Sorpresa!

El cumpleañero parpadea perplejo ante semejante acción, el resto sonríe por su expresión y le animan a acercarse al pastel con las velas encendidas mientras corean la tradicional canción de celebración. Ve a Yeon sonriéndole con labios sellados y la luz de las llamas haciendo que sus orbes resplandezcan, formulando un "Pide un deseo" apenas la melodía culmina. Sin pista de qué hacer exactamente, mira las velitas y piensa en qué cosa añora realmente... Lamentablemente, no le viene nada a la mente, pero finge que sí para soplar las llamas y recibir los aplausos alegres de los demás que le hacen sentir... Atendido, importante.

Claro que Soobin se da cuenta en que el pastel es hecho por la señora Choi y no es comprado, que las disculpas de todos por no tener un regalo son honestas, como el hecho de que la reunión ha sido improvisada y que es por ello que el hiperactivo de cabellos meramente largos no le permitía descender por las escaleras; también está claro el que la muchacha le sacara fotos, a pesar de que él estaba siendo reservado, es un acto para hacerlo sentir incluido. Oh, por supuesto que notó lo apenado que estaba cierto rubio, y que más tarde cuando le comentara con una agradecimiento a Moonbyul que el pastel estuvo exquisito esta admitiera que todo fue principalmente coordinado por Yeonjun. 

Obviamente que Jun aprovecha de irse sonrojado tras un rato al sentirse expuesto por esa ligera confesión de la mujer, y Soo no dejaba de experimentar una burbujeante sensación en su estómago al no dejar de meditar el hecho.

Era tan raro, todo.

–¿Puedo?

–Sí, adelante.

Yeonjun se adentra tímidamente en el estudio de la planta baja, las cortinas estaban cerradas, sin embargo divisa el tenue aro de luz nocturna del exterior que se cuela por estas, y la estancia además tiene una lámpara encendida en la cercanía del otro muchacho. No ha planeado el mejor discurso, se limita a abrazarse a sí mismo para modular:

–No fue una fiesta colosal ni como las reuniones de millonarios a las que seguramente estás acostumbrado, pero...

–No hagas eso, no asumas cosas de mi vida. Estás juzgándome, y si no falla mi memoria, tú mismo me has reprochado por hacer eso con el resto – le detiene con tono resentido, no deseaba ser crudo con él después de lo que ha realizado en su honor, sólo que le es complicado cuando recuerda: –. Dijiste lo suficiente hoy, y tampoco me apetece oír lo demás que opinas de mi, al ser participe de que no es nada grato. Estoy enterado de que no le caigo bien a tus amigos, hicieron esto únicamente porque tu les has dicho.

–No es tan así, ellos no te aborrecen – refuta en un susurro, no sabe cómo aclarar lo demás, por lo que se concentra en al menos tratar ese punto– Podrías ganártelos, no es difícil.

–No es mi objetivo, sólo me interesa una cosa – responde en mismo volumen, decayendo levemente su postura.

Yeonjun muerde sus labios, se decide por avanzar y extraer de su bolsillo una cajita que deposita en la mesita junto al joven. 

–Lo sé... Aún así, yo quise darte esto.

Soobin examina la cajita y la agarra con lentitud, no recuerda cuando estuvo tan interesado en un obsequio.

–¿Y esto es...? 

No hay contestación todavía, porque el azabache ya estaba abriendo el regalo, y al apreciar que se trata de una prenda muy sencilla la analiza entre sus largos dedos con detenimiento y pura curiosidad.

–Es una pulsera que compré hace un tiempo, la hizo un artesano en mi ciudad natal. Nunca la usé, lo hice porque necesitaba el dinero para su hija – cuenta con una inusual timidez por dentro que disimula con su calma externa; no es como si pudiesen culparlo cuando le estaba pareciendo algo tierno el cómo el dongsaeng examina la prenda como un niño pequeño de ojos brillosos –. Pensé que te luciría, tienes una piel muy blanca y linda. Entiendo que no es tan elegante como lo que sueles usar, digo, no es la gran cosa pero...

 –El negro y el dorado me gustan mucho – acorta para toparse con los pares contrarios, siendo sincero en lo que dice. El aro decorativo era dorado y la doble cuerda negra, eran colores que le recordaban a su madre, puesto que los usaba mucho al ser los favoritos de esta. Era cierto que le solían regalar joyas lujosas y ostentosas, no obstante, nunca usó ni la mitad de estas, le eran vacías y pesadas, a diferencia de la pulsera que luce modesta y bonita. En el fondo, le conmovió que el mayor le recordara con aquella prenda, que se molestara en darle algo aquel día antes de que culminase. Lo que expresa, viene completamente de su alma, la misma que hace mucho tenía olvidada: –. Gracias, Yeonjun.

El mencionado queda algo atontado con la reacción del chico, por lo que, con algo de torpeza, da un gesto de desdén y se despide cortamente antes de irse casi huyendo por la gran puerta doble. A los pocos minutos, Soo ya tiene la nueva adquisición en su muñeca, la detalla con detenimiento una vez más al momento de que recibe una llamada en su celular desde un contacto desconocido. 

–Es Lisa, no una loca admiradora, antes de que lo preguntes. Sí que causaste un gran alboroto hoy en el campus – la voz risueña tras la línea reafirma de quien se trataba –. Supongo que debo darte un feliz cumpleaños, espero guardases pastel para tu hechicera favorita. ¡Ah! Y linda pulsera la de Choi, niño bonito.

–Ni siquiera voy a preguntarte cómo te enteraste de que comí pastel o cómo obtuviste mi número telefónico, sin mencionar lo acosador que sonó lo último que has dicho – suspira tendido, sin evitar observar nuevamente la pulsera que portaba con cierta fascinación entremezclada con confusión –. No comprendo. No he hecho nada por ellos, muy apenas les dirijo la palabra. ¿Por qué se tomaron la molestia de hacer tanto por mi?

–Así son las buenas personas, no esperan nada a cambio – concede con sencillez –. Además, es fácil deducir que aprecian los gestos pequeños que has tenido, como dándoles hospedaje, comida, y siendo amigo de Yeonjun. 

–No son cosas muy grandes, y Yeonjun y yo no somos exactamente amigos...

–Pero ellos creen que sí, a todo lo que dices. En ocasiones es sobre dar y recibir , pero otras veces se trata simplemente de dar, Choi.

Procesa la oración, dejando caer su brazo y detallando el techo con grandes lamparas y tallados en la madera pulcra y oscura que de muy niño le daba cierto temor. De inmediato, como por arte de magia, los engranajes en su cabeza trabajan para deducir algo que le hace levantarse decidido y hasta emocionado del sofá.

–¡Claro! No me aceptó las monedas porque debo gastarlas para darle algo. 

–¿Hm, qué?

–Si le compro cosas a Yeonjun seguramente va a quererme. Es una gran idea, ¿No soy un genio?

Lisa desde su cama hace una mueca y deja el helado de lado.

–Wow, creo que no captaste bien lo que dije...

Soobin chasquea sin perder tiempo.

–Sí, sí, recibí y debo dar ahora. Adiós, voy a comer más pastel ahora que la señora Choi está arriba.

La llamada es cortada y la estudiante sacude la cabeza en su sitio. Ni siquiera iba a esforzarse en explicarle, que él se diera cuenta.

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–¡Mamá! ¿Dónde están mis boxers de Calvin Klein? ¡Son los que me resaltan el trasero! – detiene sus exclamaciones en seco al cruzarse directamente con un chico de grandes orbes que degusta un durazno tranquilamente desde un gabetero de madera en el cual se ha sentado con piernas abiertas. Traga en seco y balbucea con torpeza: –. B-bueno, es claro que no e-eres mi madre...  

–Claramente no lo soy, Beomgyu – aclara su garganta con cierta tensión ante la presencia ajena, pero le es imposible no decir con cierta broma antes de controlarse: –. Pero si estás buscando los boxers de pikachu, creo que los vi en el cesto de la esquina. 

–No son esos boxers – contradice de malas, entre dientes.

–¿No? Tal vez sean los azules apretados entonces. En mi opinión, tu trasero siempre se ve bien, pero... Igual están ahí.

Beomgyu se esfuerza por mantener la cabeza en alto a pesar de su visible sonrojo y se apresura a revisar el cesto indicado sin que su dignidad caiga. Halla lo que busca, sólo que su gesto se tuerce al tomar unos boxers que no eran suyos precisamente, unos que perfectamente conoce...

Su madre, aparente y accidentalmente mezcló la ropa interior de Taehyun con la suya.

–Esto...

Los dos comparten miradas, el pelirrojo relame sus labios llenos del néctar de durazno por inercia, y el pelinegro siente que se le seca la boca al apreciarlo. Ambos estaban recordando ciertas cosas intimas y personales...

–Déjalos en su sitio. 

Tae no pretendía sonar coqueteo ni provocativo, pero lo hizo. Entrando en razón, el mayor se levanta lanzándole la prenda en el rostro, motivo que le hace soltar un quejido enfadoso, y prácticamente escapa del lavandero como si su vida estuviese en peligro. 

Es el primer intercambio de más de cinco palabras que comparte la ex pareja desde hace dos meses y ha sido sumamente tenso y extraño...


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 Si le cuestionan la causa de su estado desorientado y la leve exasperación que le embarga, terminaría mostrando todos los regalos que estaban acumulándose en su puerta durante los últimos tres días como prueba tangente de lo que estaba sucediendo sin su consentimiento.

Iniciando desde el sábado, pues en su puerta comenzaron a aparecer bolsas o cajas de compras y obsequios realmente costosos y exagerados, marcas que veía en las vitrina y sabía que ni con cinco salarios lograría comprar; primero, no es su estilo portar tales artículos, y segundo, porque los precios eran patéticamente elevados en muchas ocasiones. Era de esperarse que supiese quien los enviaba, y en un principio dejaba todo afuera con la intención de que el chico comprendiera que no se le hacía cómodo recibir semejantes obsequios, sin embargo, luego empezó a dejarlos sin siquiera tocarlos porque el emisor no se dignaba a hablarle sobre su repentino cambio - agregando que sólo depositaba los regalos sin darle la cara al dárselos-. De igual forma no estaba gustándole en lo absoluto la irritante insistencia. Soobin no cesaba, y aquello le confirma a Yeonjun una y otra vez lo poco relevante que le es al pelinegro molestarse en conocerlo lo suficiente como para comprender que él no es esa clase de chico.

Le rondaba la idea de que era su forma de regresarle el regalo que tuvo, la improvisada fiesta, pero de ser así, ¿Por qué no le hablaba o se importaba lo suficiente como para al menos preguntarle si le agradan aquellas cosas? ¿Por qué siente que busca comprarle con los regalos incesantes? ¿Acaso todo giraba en torno al dinero para Choi Soobin?

Desde que terminaron las clases el viernes, nadie había puesto un pies fuera de la mansión, los muchachos dormían hasta un poco más tarde y se encerraban en sus habitaciones para usar sus ordenadores, celulares o simplemente limpiaban un poco para cumplir con su parte del trato durante su estadía, incluso comían en sus alcobas la mayoría de las ocasiones. Sin mencionar que Taehyun y Beomgyu temían toparse nuevamente, y que Yeonjun estaba al pendiente de otros asuntos.

El rubio llamó a su madre el sábado y se preocupó de escucharla tan cansada debido al trabajo, igual porque ella recibió diversas cartas de los cobradores de su padre preguntando por él y advirtiendo que no querían juegos, buscan su dinero para ahora mismo. No podía hacer nada todavía, le suplicó a su madre no salir mucho y estar acompañada siempre, esta acató y se fue a pasar unos días con su vecina, lo que le dejó algo más tranquilo, por ahora al menos.

Por parte del propietario de la inmensa residencia, estuvo los tres días transcurridos rompiéndose la cabeza para hallar lo adecuado para Yeon, comprándole cosas con ayuda de Lisa; le daba el dinero y la chica le traía sus pedidos sin que nadie supiera al respecto, a cambio le prometió traer a Jisoo esa semana para que se quedara con ellos y así ayudarla con la chica más de cerca.

–Maldita sea, esto no está funcionando.

–Nooo, ¿En serio, Sherlock? 

–¡Compra algo de Dior! Tiene que gustarle, tiene el aspecto de los modelos que contratan ahí.

Lalisa bufa tomando el exuberante monto de dinero que le tiende como si nada el mayor.

–Es divertido que continúes gastando fortunas y estés tan desesperado por gustarle a Choi, también es gracioso que no te fijes que me quedo con una parte del cambio...

–¿Qué?

–...Pero no sé si has pensado que quizás tu estrategia no está funcionando por una simple causa.

–¿Crees que quiera algo más grande? – cuestiona a los segundos en silencio, entrecerrando sus orbes. 

–O estoy segura de que quiere algo más pequeño – corrige con obviedad, ya cansada de esperar a que el cerebro del contrario funcione.

Bin ladea su cabeza en desentendimiento.

–Explícate.

Lisa alza sus brazos para zafarse de la demanda.

–No, yo no lo conozco, debes preguntarle a quien sí lo haga.

–¿Para qué opinas entonces, Manoban?

–Porque me conviene que a causa de tu capricho converses con Jisoo unnie y le pidas un consejo. De esa manera, va a venir, me la cruzo y comenzamos una conversación que lentamente la empujará a enamorarse de mis encantos – resume con una sonrisa encantadora –. Llámala, rápido, rápido.

–¿Por qué no la hechizas o le das una pócima y ya? – inquiere con fastidio, pero ante la insistencia en el semblante de la joven, acata la orden a regañadientes y le marca a la pelimorada –. Recuérdame no hacer más tratos contigo.

Jisoo claramente se sorprende de la cita, aceptando de todas formas y yendo a la mansión Choi una hora después. Lo que más descoloca a esta es hallar a cierta rubia en el sitio, junto a quien la ha citado.

–¡Lisa, hola!

–¡Unnie, que alegría verte!

–No imaginé que ustedes dos fueran amigos – formula con cierto titubeo en su habla y sonrisa –. Es decir, me alegro que se lleven bien.

Manoban reprime una mueca y el chico rueda sus orbes, yendo al grano cuando se adelanta.

–La verdad es que Lisa me comentó que tú conoces bien a Yeonjun, y como he apreciado que son buenos amigos, quise conversar contigo acerca de un tema importante. Intuyo que sabrás asesorarme.

–¿Necesitas mi ayuda con Yeonjun? Pensé que ya no estaba enfadado contigo...

–Bueno, es que en realidad deseo darle un obsequio por lo que hizo en mi cumpleaños – confiesa con un apiz de vergüenza que le hace carraspear –. No le pregunté a Beomgyu o a Taehyun porque no poseo tanta confianza con ellos, y tú pareces ser alguien muy amigable.

Jisoo sonríe halagada y algo tímida, sin fijarse en los suspiros que le roba a la hechicera con cada cosita que hace.

–Vaya, gracias por considerarme, Soobin-ah. Será un placer socorrerte, ¿En qué requieres mi consejo?

El mayor le narra lo que estaba aconteciendo, la estudiante escucha todo atentamente y sin intervenciones hasta que el relato culmina. Era de esperarse que lo primero que preguntase era el cómo es que no conoce lo suficiente los gustos de Yeon si eran supuestos amigos.

–Sí, somos amigos, pero no nos conocíamos en persona.

–Es que me es curioso que no supieses que a Yeonjunssi no le van tales cosas – explica con leve cautela, no queriendo sonar mal mientras expone: –. Si desde un principio las ha rechazado, es porque los lujos y regalos costosos no son lo suyo.

–Me di cuenta, gracias – Soo inhala profundo al recibir un pellizco en su espalda por parte de la rubia a su derecha. Disimula ahora y corrige menos odioso:–. Quiero decir, ¿Qué tienen de malo esos regalos?

–Nada, estoy segura de que muchos de ellos le parecieron bonitos, pero no por ello los acepta. Tal vez no son lo que hubiese escogido, no van con su estilo, o sencillamente los toma como algo innecesario y extravagante. A lo mejor siente que no se los gana y se los das porque ayuda en la mansión.

–No lo estoy comprando, si es lo que insinúas que cree.

–Pero tal vez lo haga sentir como si sí lo hicieras.

Soo tuerce sus labios en desagrado.

–No lo pensé... ¿Entonces?

–Escucha, Yeonjun es un chico muy simple – inicia con una sonrisa para animar al ofuscado mayor –. Le gustan los pequeños detalles, sentir que recibe algo porque esa persona le recordó cuando vio el regalo. Debes hacer que sienta que él te interesa, piensa en cosas pequeñas, que no se perciba como que lo haces porque te dio algo. ¿No le has ido a preguntar directamente lo que desea y porqué no acepta los regalos?

Soobin no evita sentirse un completo tonto por la lógicamente fácil cavilación de la pelimorada, inclusive oye la risita baja de Lisa a su costado y se siente patético. ¿Cómo no le le ocurrió algo tan obvio?

 En relaciones humanas era un asco, definitivamente... Aunque no lo aceptaría en voz alta.


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–Está abierto.

Ante el sonido de la puerta abriéndose, el estudiante de literatura voltea en esa dirección, quedando en silencio por la presencia del de piel suave y pálida,con la diferencia de que no viene solo.

Y es que Soobin entra a la habitación con una cesta cargada con ramen de distintos sabores, dulces japoneses, jugos de leche con frutas y lo que cree que es una tarjeta del supermercado. Parpadea repetidas veces para corroborar que no estaba alucinando, su boca se abre inevitablemente y balbucea:

–¿Por qué cargas todo esto?

–Antes de que me grites o algo, no es nada costoso, no tienes que dejarlo afuera con el resto de los presentes – se adelanta con repentino nerviosismo oculto para sus adentros –. Fui yo mismo al supermercado a comprar las cosas y adquirí lo que supuse te gustaría. Eh, yo recuerdo que mencionaste que eras fan del ramen, igual te lames los labios cuando en la universidad compras leche de fresa y vi que eres adicto a los dulces. Como tu tono de llamada es una canción en japonés, pensé que...

–Un minuto, ¿Me compraste todo esto personalmente y guiándote porque me observaste? – interrumpe, atónito por los datos que no sabe cómo tomar.

¿Soobin le prestaba tanta atención o es que es alguien predecible?

–Sí... La tarjeta n-no tiene importancia, la vi en el mostrador y me fue curioso, antes sólo las escribíamos a mano y... Si algo no te gusta puedo devolverlo – atropella las palabras, nunca experimentó tanta ansiedad al hacer algo por alguien, porque nunca casi lo había hecho. Contiene el aire cuando el rubio se levanta y se le acerca, no sabe leer su rostro ahora mismo –. Debí venir a preguntarte todo antes, ¿No? 

–¿Por qué te esfuerzas tanto?– susurra en desentendimiento – ¿Es por mi ayuda?

–Yo... Sí – se apresura a añadir:–, pero no sólo por tu ayuda. 

–Te empeñas en que te acepte – adivina con tenue decepción.

–¿No es posible que lo haya hecho simplemente porque quise? 

Yeonjun sonríe apenas.

–No has demostrado eso antes, Soobin.

Soobin oye por primera vez su nombre dicho por el joven, y eso más lo que ha expresado le sienta como un ligero golpe en su estomago. Porque el mayor tiene razón, ha sido algo egoísta, ni siquiera estaba siendo del todo honesto con él, mas no sabe cómo ser distinto... 

Yeonjun quiere creer sus buenas intenciones, desea detener las peleas conflictivas, pero tampoco sabe cómo, no si el azabache no colabora con él.

Dar y recibir, siempre fue como me enseñaron – relata en un susurro, depositando la cesta en la cama de pronto. El más bajo le escanea con intriga –. En un inicio te regalé todos esas cosas sin pensar en lo que escogerías, no lo pedí siquiera yo mismo, y era mi forma de agradecerte lo del viernes.

–No lo hice por...

–Lo sé, lo comprendí hasta ahora... Es raro, eres difícil de leer, Yeonjun

Ambos se observan en silencio, el primero en apartar la vista es el rubio, sentándose en el colchón y revisando la cesta, sujetando la tarjeta que tiene precisamente una decoración con zorritos que le hace contener una sonrisa: Era su animal representativo.

Supone que debe darle un poquito más a Soobin, una oportunidad al menos...

–Tienes que aprender mucho, Choi. Yo igual, así que... Está bien.

–¿De verdad? ¿Te la vas a quedar? 

Yeon confirma y sonríe ladino por el tenue tono esperanzado del contrario.

–De verdad.

Bin lucha por no saltar emocionado, tosiendo con un puño en su boca que oculta su sonrisa orgullosa y saliendo con un "Genial, buenas noches". 


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–Todavía no comprende lo que es del todo dar sin recibir, pero tengo certeza de que lo logrará. ¿Quieres que te dé un lindo collar nuevo, Joon?

El gato da vueltas con la panza hacia arriba, haciendo reír a su dueña mientras le rasca la zona mostrada con afecto.

–Nunca Choi Soobin salió de compras por alguien más. Aunque se empeña en convencerse de que es por sacar provecho del lindo jovencito, siento que realmente quiere caerle bien, y no del todo por el maleficio – musita a la nada –. Espero que realmente sea así...




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https://youtu.be/WpDiyw3X3QM

¿Qué tal el capítulo? Ya comienza Soobin a comprender a Yeonjun, está  aprendiendo a pasitos de pingüino uwu 

¿Qué le regalarían a Soobin de poder estar en la historia? ¿Y a Yeyo?

La pulserita de la que hablan en la vida real fue un regalo de Yeonjun para Soobin en 2020, significa "Eres lo más importante para mi" TuT

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