[23: Real Magic]

Sin duda alguna se iba a enloquecer de continuar encerrado en el cuarto del motel, inclusive se fue a dar vueltas por las instalaciones en un absurdo intento para alivianar su ansiedad, sólo paró para darse una ducha y cambiarse debido a las insistencias de sus compañeros de viaje. En el baño se tomó un rato para intentar esfumar sus temores, abrazándose a sí mismo y contando mentalmente para relajarse, para convencerse de que las cosas se pondrían en una mejor perspectiva, que todo estaría a su favor al final. Se dijo a sí mismo que recibiría a Soobin limpio y bien arreglado, le sorprendería en Daegu, luego le admitiría cuánto lo amaba y el hechizo se rompería, nada iba a salir mal...

Pero cuando regresó a la suite, por la ventana se aprecia la todavía inoportuna tormenta de nieve que no parece querer cesar. Usa todas sus fuerzas para no decaer y desesperarse, reza en silencio y es consciente de que los chicos le observan preocupados mientras tratan de distraerlo, claro que en vano. Constantemente revisa el reloj con impaciencia y, cuando marcan las ocho y treinta de la noche, está por mandar todo a la mierda para irse a como dé lugar del motel. 

¿En qué momento transcurrieron las horas tan deprisa?

–Vuelvo en un rato, cuídalo, Woonie.

Sunoo sale medio vacilante y deja a Jungwon junto a Yeonjun, éste último no se inmuta del hecho por estar tan perdido en sus mortificantes pensamientos, le marca a Soobin y escribe otro mensaje con la vaga esperanza de que aparezca por arte de -irónicamente- magia. 

–Dios, por favor... – musita con palmas sudadas, ya sus labios estaban irritados de tanto morderlos y sus cabellos bastante despeinados por los constantes jalones. Sujeta el angelito de cristal entre sus manos y lucha por no partirse en llanto porque sabe que una vez suelte la primera lágrima, no pararía, y no puede permitirse flaquear ahora mismo. No, debe esta sereno y cuerdo para pensar bien y lograr su cometido.

Jungwon en todos esos minutos no paraba de chequearlo con preocupación, intentaron muchas cosas para despejarlo, pero la situación realmente se estaba tornando alarmante. No piensa que Yeon sea un loquito o que esté exagerando el asunto, no, su intuición rara vez falla, por algo está a favor suyo, y no titubea al considerar que había algo más allá de esa ansiada reunión en Daegu.

–...Hyung, ¿Me escuchaste?

–¿Hmm? 

–Preguntaba si no ibas a cenar algo – repite con todo el tacto, obteniendo una breve negativa del mayor que le hace soltar el aire. Divisa una silla de madera al escanear brevemente el área y la trae cerca de la cama donde el rubio estaba sentado, tomando asiento con la intención de conversar un poco con él –. Es un adorno muy bonito, ¿Pertenece al chico al que quieres ver?

–Sí, es suyo – acredita después de ver a lo que el chico apuntaba, sonriendo por inercia con un deje de ternura –. Es muy valioso para él, me lo dio para protegerme...

–Y ahora se lo quieres regresar para que lo proteja a él – aventura debido al tono apagado del cabizbajo mayor, y en efecto, su silencio lo confirma. Medita muy bien la situación presentada antes de siquiera opinar –. Sé que no nos conocemos mucho, pero siento que eres alguien muy confiable y amable, hyung. No sé si te proyecto lo mismo, pero puedes confiar en mí para lo que sea, y veo que esto te agobia más de lo normal, así que... Esto significa más para ti que un simple reencuentro ¿Verdad?

Jun pasa saliva con dificultad, no es una idea brillante el desahogarse con un tema tan inusual, pero algo en el noble pelimorado le inspira precisamente la confianza suficiente para hacerlo, y tal vez tenga suerte para que Jungwon lo comprenda; de verdad necesita quitarse un poco de ese peso en sus hombros.

–Conocí a Soobin porque una mujer le hechizó y lo encerró en un espejo desde inicios del siglo pasado – admite repentinamente, no se atrevió a levantar su rostro para corroborar la reacción del menor, sin embargo, el silencio de alguna forma le hizo proseguir: –. Yo lo saqué de ahí, no sé cómo ni por qué yo, pero hace un mes tomé ese mismo espejo y lo liberé de él.

Yeonjun se empeña en contar cada detalle de lo que siguió de aquellos sucesos en cadena, se salta algunos, pero da los más relevantes para dar a entender la historia, lo hizo porque no ha sido interrumpido por el más bajito en ningún momento del relato. Al finalizar, por primera vez le encara, y se asombra al no ver indicios de burla, incredulidad ni nada negativo.

–Vaya...

–Debes creer que estoy loco ¿No?

Jungwon no comenta nada al segundo, hasta que lentamente sonríe ladino.

–No tendría motivos, hyung, y te agradezco enormemente la confianza para contarme esto sin conocernos por tanto tiempo. De hecho... El novio de mi hermano es un hechicero igualmente, así que creo en la magia gracias a Seokjin hyung.

De acuerdo, eso no se lo vio venir en lo absoluto.

–...¿Qué? 

–Él ahora está en estados unidos debido a su trabajo, por eso mi hermano está solo en Daegu, pero la magia es heredada de su familia y somos pocos los que sabemos el secreto – ríe ligeramente ante la perplejidad del estudiante de literatura –. Loco estaría quien se niega a las posibilidades en esta vida, siendo tan amplias. Es egoísta del ser humano no ver más allá de sus narices.

–No todos tienen la misma perspectiva – musita sin salir del todo de su asombro –. ¿Tu novio lo sabe?

–Jay es parte de mi familia, por supuesto que lo sabe. Al inicio le costó, se iba a desmayar y gritó muy gracioso, pero lo aceptó y no enloqueció – de él nace otra risita por un recuerdo de su novio –. Sé que luce como alguien rudo y sobreprotector, pero es bastante blando y comprensivo cuando lo conoces bien

–Él sólo no quiere que salgas herido, lo entiendo – afirma.

–¿Sabes? Él le teme a los largos viajes en carretera, en especial con un mal clima de por medio. Tuvo un accidente traumático con sus padres cuando era un pequeño, y lo peor es que no teme por su vida, sino por la de los que ama – comenta con más que tristeza en su expresión, cada que habla sobre lo que vivió su hyung, le dan ganas terribles de llorar –. Vino exclusivamente porque yo necesitaba hacerlo, y es una gran muestra de su aprecio por mí. 

–Lamento escuchar eso, Jungwon-ah – expone sincero, no desea traerle malos momentos al menor, quien discreto limpia una lágrima en sus ojos antes de negar con una sonrisa amena.

–Su familia no nos aceptó, él se alejó de ellos porque no aceptan que sea homosexual, y a pesar de ello, no ha dejado de luchar por nosotros en ningún minuto, dice que soy su línea de vida constantemente... Yo nunca hallaré cómo expresar mi amor y gratitud con Jay hyung.

–Sí, sé lo que se siente...– susurra melancólico – Soobin es para mí una cura, alguien tan valioso que no podría ponerlo en simples palabras. No sé explicarlo, yo no... Ni siquiera debo conocerlo de toda la vida para tener claro que nunca experimenté esto por nadie.

–Lo puedo ver, no todos estarían dispuesto a hacer locuras por amor – concuerda con jovialidad, examinando por la ventana con ilusión –. Ahora que me fijo, el clima está mucho más calmado desde hace pocos minutos.

Yeonjun volteó tan deprisa que su cuello tronó, le importa poco cuando una chispa de emoción se enciende en su pecho. Efectivamente, a lo largo de su charla el clima pareció aminorar su agresividad, era más visible afuera.

–¿Crees que...?

–Voy a convencer a Jay, estoy seguro de que si le hablo yo, él hará el resto.

–¿En serio? – está levantándose con piernas temblorosas y una sonrisa suplicante – ¿Harías eso por mi?

Jung ni duda en asentir con convicción.

–Es urgente que te reencuentres con Soobin, debes decirle que lo amas y evitar que cometa alguna locura.

El mayor de los dos no titubea en abrazar al de cabello teñido, agradeciendo varias veces por su acción. No pierden tiempo en ir juntos en busca de Jay, estaba consiguiendo comida en el pequeño restaurante del motel, y al verlos tan decididos, se confunde un poco, sacando con torpeza los palillos que sostenía con sus dientes, pues sus manos llevaban las bolsas de comida.

–¿Bebé, todo en orden?

–Ya la tempestad está aminorando, pienso que sería indicado salir ahora para llegar a Daegu. Nos tomará aproximadamente dos horas llegar, sería antes de las doce y me parece perfecto.

Park abre y cierra la boca antes de torcerla y suspirar con cansancio, pensaba que ya habían zanjado el tema. Se acerca a su novio y le mira con suavidad, pero sin ceder.

–No lo encuentro prudente todavía. Mañana...

–No podemos esperar – refuta, siendo tajante y mirándolo con decisión –. Yoongi está solo y me siento cada vez peor por lo que ocurrió con él, las novias de los chicos estarán furiosas y Yeonjun hyung necesita ir urgentemente, es en serio. 

–Woonie, la tempestad posiblemente regrese a mitad del camino, arriesgarse así...

–Jay hyung, confía en mí – interrumpe con más dulzura, besando su mejilla con un rápido beso que baja las defensas del corpulento mayor –. Todo irá bien, ¿Sí?

¿Ya había dicho que Jungwon era su debilidad? Jay no pudo decirle que no, confiaba ciegamente en él, y si realmente insiste en ese viaje, aun siendo conocedor de su trauma y los factores negativos, es porque verdaderamente era urgente.

–Correcto, sabes que no me resisto a los ojos de cachorrito. Recojan sus cosas, nos encontraremos en el lobby.

Yeonjun escapa el aire con alivio, todavía hay esperanza.

[][][][]


Veinte años, los contó tan minuciosamente que hasta los anotó en una libreta, no queriendo olvidarlo de ninguna manera, ni mucho menos desvanecer su relevancia. Esperó pacientemente, durante tales años llevó a la mansión exclusivamente a personas de su máxima confianza, los candidatos que consideró adecuados y con un corazón puro, sin embargo, no tuvo éxito con ninguno. Con su hija había sido un desafortunado suceso, puesto que la convenció de conquistar el corazón del chico encerrado una vez logró sacarlo del espejo, confiada en que conseguiría ablandar al azabache y que eso mismo haría que Eunji lo amara, lamentablemente, tuvo todo e efecto contrario y su linda hija terminó muy enfadada e indignada con ella.

–¡Quisiste que me relacionara con un malcriado, engreído y grosero! ¡Soy tu hija, por todos los cielos! ¡¿Cómo es que en lugar de anhelar lo mejor para mí, me metiste en esta desfachatez?!

Le dijo que la ponía por sobre él, que prefería al grosero de Choi Soobin antes que a ella, que era su verdadera hija de sangre. Fue como un golpe directo a su alma, sabe que no ha estado debida ni constantemente para su propia familia por servirle a los Choi, posee muchos arrepentimientos y quisiera tener el poder de cambiar muchas vivencias, mas no se siente con remordimiento de haber criado a Soobin como si de su propio hijo se tratase, ni haber servido para sus padres por tantos años.

–No lo quiero más que a ti, tú eres hija de mis entrañas, pero no me pidas que no sufra por él. También lo crie, también lo quiero mucho, y lo que he hecho no ha sido para perjudicarte, Eunji. Solamente quería arreglarlo...

–¿Quién quiere a alguien así? Ya no es el dulce niño que criaste, despierta, madre. Nadie podría sacarlo de ese maldito espejo porque es insufrible, nadie lo amaría – espeta con obstinación, importando poco si es muy dura con su mamá. ¿Y qué? Estaba dolida por el maltrato psicológico que recibió por un mes de parte de Soobin, cuando ella tuvo nobles intenciones –, deja de tratar de arreglar lo irreparablemente irreversible.

Dolía, porque no quería que las palabras de su hija, y las de otras jovencitas que tuvieron mismo fracaso, fuesen reales.

Con la difunta señora Jieun tuvo una amistad de oro, aquellas que ni el tiempo ni las malas circunstancias borraban para así perdurar y llevárselas por dentro hasta el fin de los días, le agradece tanto, porque de no haber sido por la generosa mujer, ella ni siquiera habría tenido la posibilidad de brindar comida en su hogar, ni los estudios de su hija hubiesen sido pagados, o los remedios comprados durante sus enfermedades, no poseían lo necesario para haber sobrevivido de buena manera, de forma digna, de no ser por el trabajo con los Choi. Jieun fue su confidente, amiga fiel y apoyo, le abrió las puertas de la mansión y hasta le permitió la confianza de ayudar en la crianza de su hijo. Es por ello y todo lo demás que la partida de la madre de Soobin la devastó mucho, como si hubiese perdido a una hermana, porque de ese modo lo sentía, y no sólo porque ella estaba sola y sin familia, sino por ese fuerte lazo con la pelinegra que tanto construyó.

Ella adoraba a Binnie como su propio hijo y porque era el fruto de quien fue su mejor amiga, claro que le lastimó verlo tan destrozado mediante aquellos tortuosos años donde crecía tanto como la coraza irrompible que construyó en su interior, esa en la que no daba cavidad a nadie, ni siquiera a ella, a quien desde que nació había considerado su otra madre; sí, Soobin no quiso volver a ser siquiera amigable o cortés con nadie más tras la perdida de Jieun.

Poco a poco tuvo que presenciarlo marchitarse, sufrió sus maltratos y desprecios, sin decaer e irse, como hicieron muchos empleados que no toleraron al heredero Choi ni al padre de éste. Porque, en efecto, la situación con el señor de la casa era mucho peor que con su primogénito, sobre todo empeoró tras la muerte de su esposa.

Lo había conocido como el hombre enamorado de la hermosa azabache de tez tan blanca como la nieve, en la etapa en la que ella estaba embarazada con un pequeño bulto en su vientre. La pareja era una de las más amorosas y devotas, todos los describían de la misma manera en todo Daegu, era un ejemplo de matrimonio, pero con el nacimiento del bebé, y el transcurso de los años siguientes del crecimiento del niño, el hombre fue distanciándose y volviéndose duro, severo y carente de aquella calidez con la cuál la recibió a trabajar.

Era una pena inmensa, ella consoló a Jieun muchas veces por sus desplantes y desprecios, llorando desconsolada por las peleas que a veces parecían imparables, por ello le dio incluso el coraje para dejarlo, pero ella desistía por su hijo, además de que su corazón seguía anclado a Sejin, a pesar de todo lo malo. Jieun se aferró a que el hombre al que tanto amaba seguía en el fondo de ese corrompido y frío corazón, hasta llegaron a tener buenos momentos entre el caos, eran un sube y baja, ninguno quería soltarse, y Nayeon creía que se trataba de la costumbre, del miedo a dejarse, porque seguían enamorados de la historia que tuvieron, sin aceptar que ellos cambiaron.

Oh, y el pobre Soobinnie en medio, eso era doloroso de ver, el pobre era inocente de todo lo que acongojaba a sus padres.

Pero todo empeoró sin lugar a dudas, pues Choi Sejin después de la perdida de Jieun se volvió un ser humano inalcanzable en sentimientos, nadie podría frenarlo al ser tan templado, y hasta cruel en cierto nivel, cosa que recaía más sobre su pobre hijo, a quien deseaba corregir y moldear a la perfección, así imagen y semejanza. Nayeon era consciente de lo herido que estaba el hombre, podía apostar a que se odiaba a sí mismo por las conductas que tuvo con su difunta esposa, lo oyó llorando en las madrugadas, le veía distraído al portar esa mirada nostálgica al apreciar los retratos y pinturas de Jieun, también rechazaba con sorna a cualquier mujer que se le insinuaba; estaba quebrado por la pérdida de la persona que amó y no supo valorar en sus últimos años de vida, y su manera de drenarlo era cometiendo el error de ser una bestia total.

Entonces llegó otra mujer a la vida de ambos Choi.

–¿...Quién has dicho?

Lee Chaeryeong, estoy conociéndola y es una mujer bastante centrada y con clase, es carismática – indicó con el tono más sereno que ha utilizado en mucho tiempo, dando el aspecto de que lo que le decía a su contrariado hijo era lo más cotidiano y sin importancia –. La estoy cortejando.

Soobin estaba totalmente incrédulo por la noticia, mientras que Nayeon permanecía en su sitio, detallando la situación con pena. Fue reciente en ese año la llegada de Lee Chaeryeong, una mujer refinada a la que Sejin conocía de sus años de estudiante, y quien sorpresivamente logró ganarse un puesto en su vida. Aunque el padre de Soobin se resistió por el luto, terminó por abrirse, a su manera, y flecharse por la encantadora rubia.

–¿Y lo dices como si no fuese una falta de respeto?

–No es una falta de respeto, te estoy dando la noticia por mi cuenta y siendo responsable al hacerlo, tú eres quien tiene que medir tu tono y tus palabras.

–¿Y mi opinión no cuenta? No me preguntaste qué me parecía si salías con alguna mujer.

–Tu opinión no cuenta al ser muy joven y menor, mi vida es mi vida, tú tienes que atenerte a ello, hijo.

Las conversaciones no pasaban más de ahí, o más bien más discusiones, los años de adolescencia de Soobin fueron sin duda los más duros y los peores, más por su constante rebeldía y mal genio, pues aumentaban las disputas con su progenitor, y cada vez se hacía más inalcanzable para Nayeon el apaciguar esa ira de ambos.

Las cosas fueron para peor a medida que la relación amorosa de Sejin avanzaba, pues Soo se negaba rotundamente a formar parte de ello, le hacía desplantes a Chaer, en todo momento mostró su desprecio por la relación. Incluso Nayeon cometió el error de, al consolarlo, decirle que quizás sería momentáneo, ya que el azabache no quería escucharle con palabras de aliento sobre el cómo la mujer no era tan mala y podrían tener una amena relación...

Hubo una temporada en la que Soobin estuvo más calmado, como cansado de luchar en contra de la corriente, aceptaba de vez en cuando compartir mesa o una charla corta y vacía con Lee... Pero el anillo que apareció un día en los dedos finos y femeninos de ella, lo terminaron por alterar.

–¡¿Cómo puedes hacerle eso a mamá?!

–Tu madre está muerta hace años, Soobin, no la nombres de esa manera ni pretendas usarla en mi contra – espetó con dureza, ese actuar tosco y carente de empatía que solía emplear por ya naturaleza, más cuando su hijo lo retaba y se ponía insolente, como ahora en plena cena; cabe decir que tuvieron que excusarse y salir del comedor, dejando a su ahora prometida sola junto a la servidumbre debido al escándalo de Bin –. Le fui fiel en vida, por muchos años le guardé luto y respeto, pero no significa que no pueda ser feliz con alguien más.

–¿Ser feliz? Tú jamás eres feliz, padre – rió con arrogancia y despectivamente, mostrando el fuego en su mirada, tal cual como la contraria –. O al menos no lo eras conmigo ni con mi madre.

Esos eran los momentos que a Nayeon le daban más miedo, cuando padre e hijo se enfrentaban entre gritos y furia desmedida, porque sólo acababan de una manera en medio de las amenazas.

–No te permito que me faltes el respeto de esa forma, Soobin.

–Tú me estás faltando el respeto al exigirme que apruebe un matrimonio con alguien más, al pasarte mi opinión por todos lados menos por donde debes.

–¡Choi Soobin, no oses a decir ni una palabra más!

–¿Vas a meterla en la recámara de mamá? ¿Le darás tu apellido y le dirás tus votos como con ella? – prosiguió, ignorando olímpicamente la advertencia de su padre, y es que estaba dolido, furioso y ofendido a más no poder – Haz lo que quieras, pero no pienses ni por un segundo que la trataré como mi madre, porque no lo es. Para mí esa mujer es una intrusa que...

Nayeon brincó y cerró sus ojos en una mueca adolorida al instante que el golpe resonó en el pasillo, la bofetada de Sejin impactando contra la mejilla de Soobin, creando un silencio monumental donde cualquiera que escuchó aquello, retenía el aliento. Sejin respiraba agitado, sus ojos enormes y fríos, aún su mano levantada mientras Soo se tomaba la cara con impotencia, no sólo la piel de su mejilla se enrojeció fuertemente, sino que el labio le sangró y le punzaba el pómulo, la fuerza que su padre empleó fue suficiente como para herirlo.

Física y emocionalmente, como siempre. Y él no hacía nada, porque cuando Sejin usaba los golpes, hasta él se paralizaba por lo que seguiría.

–Estás castigado, en la noche hablamos.

Era una promesa de los castigos que solía impartir sobre la espalda del chico. Soo reprimía un escalofrío y agachaba la cara con mirada perturbada, apretando los puños antes de irse rápido en una rabieta a su habitación, la cual siempre mantenía cerrada y que, al abrirla, mostraba un destrozo de cosas por sus ataques de frustración.

En dadas instancias Nayeon sólo corría detrás del hombre y le llamaba con cara mortificada y acongojada.

–Señor, no sea tan duro, es muy difícil para él entenderlo.

–No oses a dar tu punto de vista en temas que no te conciernen, Nayeon – ordenaba con imponencia, sus orbes mostrando a la bestia que salía cuando le retaban –. Retírate de aquí, y ni se te ocurra darle de comer a Soobin hoy.

Y ella no podía hacer mucho, no si quería conservar su trabajo y seguir estando para su niño Binnie. Le dolía enormemente, claro que lloraba cuando escuchaba sus gruñidos de dolor y sus llantos bajitos mientras el cinturón o la vara se estampaban en su piel, sin embargo, se preocupaba todavía más cuando no lloraba ni suplicaba, cuando salía de los castigos con la camisa medio puesta y una mirada vacía, tan enojado y orgulloso que le pasaba de largo y se rehusaba a qué le curara.

Soo sólo le temía a su padre, Soo nunca se defendía de él, y aprendió a no pedirle clemencia, aprendió a no mostrarle dolor o lágrimas, a ser indiferente y burlarse de él, así signifique más dolor físico. Le importaba poco, era su manera de drenar todo. ¿Por qué no escapaba de ahí? Porque no tenía motivación, nada le interesaba en la vida, tenía una enorme depresión y carga que se demostraba en su piano, en sus desvelos, en sus miradas tristes posadas en el puesto que era de su madre, o cuando se encerraba en la habitación de esta, también cuando veía los jardines y, sobre todo, en las navidades.

Nayeon permaneció ahí por Soobin, lo protegió hasta donde le permitía y hasta cruzó la línea muchas veces, por supuesto que tiene el conocimiento irrefutable de que, si el señor Choi no la corrió, fue porque él la necesitaba para criar al rebelde y solitario infante, añadiendo el hecho de que era alguien que comprendía el dolor de Bin y de Sejin, pues fue tan cercana a Jieun como un familiar más.

Claro, nada fue más terrible que lo que aconteció en ese invierno. Las cosas se tornaron insoportables tras el terrible hechizo que cayó sobre Soobin en la tortuosa navidad de 1912, y apenas de enterarse lo acontecido, se le rompió algo por dentro al no haberlo podido impedir. No era una escéptica de la magia, escuchó historias de fuentes confiables y testimonios, y claro que oyó los rumores de la bruja pelirroja, misma que se encargó de informarles por una nota lo que había hecho. La mansión se transformó en un calvario, Sejin enloqueció, rompió su relación con Chaeryeong y terminó por ser peor que una pesadilla, todos los empleados se marcharon, a excepción de ella, claro está, siendo la ayuda del desquiciado hombre para hallar una solución viable que rompiera tal maleficio, pues no ubicaban siquiera a la hechicera.

Fue difícil que él lo entendiera, se rehusaba a creer en la magia, pero todas las pruebas estaban ahí: Soobin se esfumó y sólo salía cuando alguien que cumpliera los requisitos le invocaba.

Tanta angustia la llevó a involucrar a su hija, y posterior al rotundo fracaso de esta, el señor de la casa se dio por vencido, se encerró en todo sentido se la palabra- en sí mismo y en la mansión -, ella fue testigo de su deterioro día a día. Fue de ese modo hasta que Sejin no lo soportó más, sufría por su hijo en silencio, y lo único que atinó a hacer fue marcharse y dejarle una fortuna desmedida al chico.

–Si algún día logra salir de ese maldito laberinto, dale toda la herencia de nuestra familia.

–Señor, eso no compensa nada, no arregla nada – insistió con mínima esperanza, el hombre estaba demacrado y hundido en la bebida, su aspecto era el mismo, y hasta peor, que cuando perdió a su esposa –. Soobin lo necesita, por favor, él...

–¡Basta! Él no está, no sabemos si seguiremos vivos cuando salga de ahí – bramó con voz potente y ojos torturados, vacíos y opacos, perdió toda la vida de manera impresionante –. No necesita a alguien que no supo ser su padre desde un inicio, no cambiará nada entre nosotros, ni siquiera si consigue salir del endemoniado espejo.

Nayeon escapó un sollozo suplicante.

–Señor...

Sejin por primera vez en años la observó derrotado y con lágrimas, le habló con voz quebrada y agotada:

–Te lo pido como última orden, o como favor, Nayeon... Hazlo por Jieun, y por él.

–P-pero... Debe haber una salida, todavía hay oportunidad de que salga del espejo, señor Choi – trató como última instancia, incapaz de concebir que el hombre abandone a su hijo de esa forma –. ¿En serio no tiene fé en ello? Soobin aún existe, puede salir.

El ojeroso y abatido hombre con barba creciente sólo negó resignado, con ojos carente de emociones a tal punto.

–¿No lo ves, mujer? Nadie lo amará, se volvió en alguien como yo, y eso le costará todo. Sufrirá un tormento imparable, no hay forma de romper el maleficio si no es por el amor – resopló con autodesprecio, golpeando su pecho con un dedo –. Soobin es una bestia como yo, lamentablemente, y no me merezco nada de su parte, porque he sido quien lo creó y quien lo defraudó – ablandó su expresión nuevamente –. No me necesita a mí, sino a ti, Nayeon. Te lo ruego encarecidamente, no lo abandones... Y dile que lo siento, que lo amo.

Las palabras le calaron fuertemente, y Nayeon se prometió que por más cansada y rota que estuviese, no dejaría que Jieun y Sejin perdieran a su hijo por errores del pasado. Naye se quedó en custodia de todo y con una desolación inmensa, no tuvo cómo refutar o persuadir al hombre, simplemente se marchó y ella quedó encargada.

Ella misma se siente culpable del desafortunado maleficio, por más que no hubo mucho que pudiese hacer antes, pero lo resolvería y demostraría que Soobin sí era capaz de amar y ser amado, hiciera lo que hiciera.

Precisamente, cuando alguien tras varios años en vano pudo traerlo nuevamente, puso por completo sus esperanzas, todas las que su envejecido cuerpo poseía, y al ver que todo tuvo un desenlace incluso más terrible que la primera ocasión, juró haber sentido algo romperse en su interior. Milagrosamente descubrió acerca de la disputa efectuada entre la jovencita que vivía en una de las casas aledañas cercanas y el heredero Choi, porque gracias a ello corrió lo más deprisa que sus envejecidas piernas le permitieron, llegando justo a tiempo para impedir una desgracia.

–¡¿Por qué debería de ser considerada con alguien tan repulsivo?!

–¡Por favor, señorita Min, le suplico que no lo haga!

La chica estaba alterada en demasía, pero se compadece de la anciana que llora de rodillas, sosteniendo el espejo en su mano, ese artefacto maldito que tanto tormento le ha dado debido a su encerrado y odioso huésped. Ella quiso romperlo, pero no tuvo corazón para hacerle eso a la anciana. Se lo entregó y le aconsejó que no pusiera más esperanzas en salvar a alguien como Choi Soobin.

En esa misma noche, Nayeon conoció a Irene Manoban al esta apiadarse y tomar la valentía de confesar que fue la causante del tortuoso hechizo. La anciana estaba muy resentida con la hechicera, sin embargo, leyó el remordimiento que esta cargaba en su semblante y orbes verdosos, así que la perdonó, con una condición:

–No sé cuándo Soobin vuelva a tener oportunidad de salir, aparentemente el mundo está podrido y no hay suficientes corazones nobles y puros que sean capaces de sacarlo de esa prisión, así como tampoco ha personas que sepan lidiar con alguien imperfecto y complicado. Esperé muchos años por esto, y me temo que no sé con exactitud cuántos más resista debido a mi envejecimiento... Por toda esta desdicha le pido que, si realmente está arrepentida por su acto, ayude a Soobin a conseguir a alguien indicado para él.

–No soy yo la que...

–No debió ser la verdugo de él tampoco, pero lo hizo – interrumpió con rencor y reproche, callando a la hechicera. Volvió entonces a su semblante entristecido –. Es un buen chico, aunque usted y todos le juzguen sin ver más allá de sus cicatrices. Él necesita amor y comprensión, merece consideración, así como la tienen con monstruos que deberían de estar en el infierno o tras las rejas, pero que andan libres por el mundo, a diferencia de Soobin, que está pagando exageradamente sus errores de joven herido por la injusta vida.

–¿Qué más puedo hacer? – comenta tras unos segundos de reflexión.

–Señora Irene, le pido que hallé la forma de impedir que nadie con malas intenciones entre aquí, el espejo debe protegerse a toda costa. Si ya varios han querido romperlo, es un riesgo enorme.

–Yo... Supongo que puedo hacer una protección en la mansión.

–Hágala, todo lo que sea viable – afirma con rapidez, acercándose con rostro cansado hasta la otra –. Si yo llegase a morir, le encargo a Soobin, p-por favor...

Irene no tuvo malicia para aceptar la promesa y cumplir su parte tras aquel encuentro.

Nayeon partió de los mortales igual que Jieun y Sejin, pero el peso que cargó se fue con esa única promesa de la hechicera, lamentando profundamente no haber sido testigo de la salida de Soobin, y más el no poder verlo amando a otra persona que de igual manera le correspondiese, como tanto añoraron todos los que le quisieron alguna vez.

Irene nunca olvidará a tan dedicada mujer, era un ángel, en definitiva, y la hizo comprender tantas cosas de la vida con aquellas palabras, que se sintió una total bruja por todo lo que provocó. Cometió muchos actos de los cuales no se está orgullosa, pero igualmente ayudó a muchas personas, fue justa, pero aquel hechizo para Choi fue el peor de sus tormentos y fallos. Ni siquiera era capaz de enfrentar a su familia con sus demonios encima, pensó que estarían mejor sin su mal ejemplo y deshonra, solamente el cielo se apiadó de ella al mantenerla junto a su adorado y fiel felino durante su solitaria etapa. 

Se había puesto de meta conseguir al ser indicado para Soobin, las décadas que le quedaban las dedicó a ello, intentó incluso una manera de revertir el hechizo, fallando estrepitosamente y casi perdiendo sus poderes al haber atentado contra la naturaleza de la magia. No se daba por vencida, pero le aterraba ser consciente de que su propia estadía en la tierra se estaba terminando, sin aún tener éxito en su propósito.

Fue entonces que apareció alguien especial, como si se tratase de un ángel milagroso bajando a la tierra, porque una noche de otoño en la que Irene estaba junto a Joonie -ambos refugiándose de la lluvia en una zona cercana a la universidad donde estudiaba su querida bisnieta Lalisa-, el jovencito de cabellos rubios y ojos meliáceos se aproximó hasta ella para darle un paraguas, acompañando su noble gesto con una cálida sonrisa, como si él mismo no se estuviese mojando de pies a cabeza con el amable y desinteresado acto de bondad.

Por supuesto que pasó desapercibida para el encantador Yeonjun, pero para ella fue como un rayo de luz en pleno augurio. El muchacho era obviamente noble, con un corazón de oro, porque lo observó por semanas tras aquel primer encuentro, supo datos de su vida y de quienes le rodeaban, planificó su ida a la mansión, convencida de que era el indicado - y posiblemente su última opción estando en vida, por lo menos para cumplirle a Nayeon-, ese que quebrantaría el maleficio de Soobin.

A la final, ella no era de las personas que juzgaban al amor por ser de un mismo género, ha vivido por tres siglos y le parecía absurdo cuando testificó varias historias tan preciosas que no se limitaron a un mismo sexo.

Irene anhelaba una historia de cuento de hadas para Soobin también, se la debía después de todo...

–¿De nuevo perdida en tus recuerdos?

–Sólo estoy convenciéndome de que no me equivoqué con todo esto.

Namjoon se toma un minuto para rodearla con su gran brazo, abrigándola del frío con su calor corporal.

–Independientemente de si Yeonjun tiene éxito o no, creo que no cometiste ningún error con ellos dos. Vivieron una gran historia, hasta ahora ha sido corta, pero lo han hecho, y todo eso es gracias a ti.

 –No servirá de nada si esa historia no se alarga más – indica con palpable miedo en su entonar.

–Lo hará, porque dudo que alguno de ellos quiera cambiar el hecho de haberse conocido y el haber tenido la dicha de haber aprendido del otro. 

La pelirroja no otorga nada más, recostándose del de hoyuelos para contagiarse del sentimiento de hogar y familiaridad que calma ligeramente todos sus nervios, deseando poder creer en sus palabras.

Claro, ella seguirá rezándole a los dioses para que Yeonjun llegue a tiempo.

10 minutos para las 11 de la noche.

No se rendía, no era algo que se le cruzó ni remotamente por su angustiada cabeza en lo que transcurren los despiadados minutos en el reloj. Tuvo todo el auxilio de los geniales chicos que le acompañaban en la Van camino a Daegu, ya no había tanta incomodidad como antes, incluso las energías del grupo estaban renovadas, a pesar del mal tiempo afuera y sus preocupaciones, hubo una unión que agradeció y sirvió en medio de sus nervios. Jungwon fue su aliado principal, y poco a poco, derritió todas las paredes de su novio para que éste se relajara y no fuera tan tajante; se pregunta si el menor le contó algo de su secreto, o si era que Jay confiaba ciegamente en las intenciones del pelimorado como para socorrerlo de forma tan apresurada y desesperada, cuando antes estaba reacio a hacerlo.

Cualquiera de las opciones, estaría en deuda de por vida con ellos dos y el resto, su hospitalidad fue una aguja en un pajar, tuvo mucha suerte.

Estaban yendo algo lento, se tardan más que en un recorrido normal, pero al menos no vuelven a detenerse hasta que arriban entre charlas amenas y música. Yeonjun siente su alma volviendo un poco a su cuerpo cuando divisa la entrada a Daegu, la esperanza volviendo a surgir a pesar de las adversidades.

–Nosotros conduciremos hasta cerca de Jung-gu para dejar a Jay y a Jungwonssi, luego iremos a Suseong-gu porque Sunoo, Sehun y yo estaremos allá – Wonho va informando luego de pasar el módulo de entrada a la ciudad, echando un vistazo por el retrovisor hasta la cabellera rubia que se gira veloz en su dirección, los orbes impacientes viéndole –. ¿A dónde vas exactamente, Yeonjun?

–Dalseong-gun en las zonas residenciales, es algo lejos de esos sitios – Jun sisea, intentando decidir la jugada más inteligente a su favor –. Mierda, dudo que hayan muchos taxis a esta hora. Todos deben de estar celebrando en casa o en las fiestas locales.

–¿Hay algún conocido que te pueda dirigir hasta tu destino? – propone Sehun –. Te lleváramos nosotros mismos de no ser porque traes prisa y nos dirigimos a otra zona diferente.

Yeonjun asiente con un ademán para hacerles saber que lo comprende, pero se rompe la cabeza pensando en alguna elección viable para llegar lo antes posible hasta la mansión, se odia ahora mismo por no tener un amplio círculo social de confianza como para proponerle el alocado plan.

Sin embargo, un nombre le salta a la cabeza como una lucecita encendida, saca su teléfono y busca entre los contactos, maldice de no tener al que requiere, y entonces, sin más opción, marca al otro.

–Tengo un amigo que vive en Suseong-gu, voy a preguntarle si puede llevarme – explica relamiendo sus labios impacientemente en lo que suena e tono de fondo. Jungwon le da una palmadita reconfortante que aprecia durante la espera, y suelta el aire cuando finalmente contestan del lado contrario
–. ¿Kai?, Gracias al cielo.

–¡Hyung, que gusto saber de ti! – la cantarina y alegre voz del menor no tarda en saludar – Precisamente hoy me topé con Soobin cerca del parque y me comentó lo de tu madre, ¿Cómo está? ¿Qué tal todos?

–Espera, ¿Viste a Soobin? ¿E-está bien? – no evita su asombro, su pecho saltó ante la mención.

–Sí, eh, supongo que estaba bien, aunque estaba decaído – opta por no hacer alusión de lo que charló con el pelinegro, esperando mejor a que su hyung tomara iniciativa, pues lo escucha apresurado.

Jun recuerda las circunstancias actuales y se enfoca en la conversación de manera atropellada, respondiendo tarde a la anterior pregunta.

–Mamá está mejor, de hecho, vine a Daegu y estoy saliendo de la vía de entrada.

–¿En serio? Wow, ¿Cómo conseguiste pasar con la tempestad? Está en todos los noticieros. 

–Te lo explico luego, la verdad llamaba porque necesito un enorme favor de Jungkook – señala con ansiedad, quería comerse las uñas o como mínimo jalarse el cabello –. ¿Está contigo? Es que no tengo registrado su número.

"Por favor, Dios, que lo esté..."

–¿Jungkook? Pues sí, estamos celebrando en casa – Hyuka se extraña indudablemente por el suspiro aliviado de su mayor tras la línea, más por su petición, yendo por inercia hasta donde su novio se encuentra y alejándose de la música y la bulla dentro de su casa –. Ya te lo paso... Eh, es Yeonjun, dice que debe hablar contigo, parece urgente, hyung.

Jungkook da una mueca confusa para su novio y acepta el celular que el mismo le ofrece.

–Yeonjun-ah, ¿Qué tal? Kai me dijo que necesitas conversar urgente conmigo, ¿Todo en orden?

–Hey, disculpa que les interrumpa en este momento, sé que están en plena fiesta de año nuevo – comienza con cierta pena, aunque estaba más preocupado que apenado, en realidad –. Es una larga historia, pero vine desde Seúl en auto con unos amigables chicos que se ofrecieron, y ahora mismo vamos donde están ustedes, por eso necesito tu ayuda.

–¿Mi ayuda? – no consigue evitar desconcertarse por la vaga explicación – Yeon, ¿Cómo viniste desde tan lejos en auto y a estas horas? ¿Quiénes son esos desconocidos?

–Ya te responderé a todo, pero en verdad tengo una emergencia y debo llegar a la mansión de Soobin cuanto antes, ¿Sabes dónde queda?

–¿Soobin? ¿Choi? – mira de soslayo a su novio, quien está igual de intrigado, y ante el sonidito afirmativo de Yeonjun, completa: – Sí, sé dónde queda, una vez pasé con Hyuka y unos amigos.

–Mis amigos no pueden dejarme ahí, es el problema, y tú eres el único que conozco que tiene un auto, sabe manejar y está cerca de donde vamos – pasea una palma por su agotado rostro, dando un segundo para que el otro procese los datos –. Lo siento, no te lo pediría de no ser necesario y urgente, ¿Podrás? En verdad eres mi única opción.

–Sé que eres honesto, y claro que sí puedo, sólo dame unos minutos y estaré esperándote afuera con el auto. Te enviaré la ubicación de GPS – contesta sin dudar, buscando su abrigo y haciéndole una señal a su pareja para que le trajera las llaves del carro –. Tranquilo, llegaremos a la casa de Soobin.

–Gracias, Jungkook – suspira pesado, colgando la llamada y viendo a sus expectantes compañeros de viaje –. Va a enviarme la localización exacta por GPS.

–¿Lo ves? Todo irá bien, hyung.

–Sí, sí... 

Desde la casa de Jeon, Kook se prepara y envía la dirección por mensajes al número del estudiante de literatura. Kai está preocupado como él, así que le abraza y besa su frente para apaciguar su incertidumbre.

–Perdón, sé que estamos a nada de año nuevo, pero esto parece una emergencia inmediata.

–Lo sé, lo entiendo, Yeonjun nunca haría tal imprudencia de no ser requerido – torció su boca con desconcierto –. Me pregunto por qué tomó un viaje tan arriesgado por ir con Soobin en plena víspera de año nuevo, se oía muy intranquilo.

–Luego nos explicará, bebé. Volveré pronto y celebraremos.

–De acuerdo... ¿Y no hay un beso de año nuevo anticipado? – propone con una sonrisa, acompañada de un tenue rubor.

Con gusto, Jungkook se lo concede, siendo totalmente dulce con el dongsaeng, hasta que un claxon les avisa que Yeonjun ha llegado y debe alejarse de su novio para emprender marcha hasta afuera, todo tras excusarse breve y rápidamente con sus invitados, dejando a los mismos en manos de Kai. 

Yeonjun se despide apresurado del grupo, intercambiaron números en el trayecto, por lo que les promete contactarlos luego, y estos lucen gustosos ante la idea, además de conmovidos por sus repetidos agradecimientos sinceros. Jungwon le da un abrazo y Jay una palmadita de buena suerte que acepta con una sonrisa ladina. Corre hasta el auto de Jeon y, una vez dentro del vehículo, se coloca el cinturón entre una nueva disculpa por su inoportuna irrupción.

–No es problema, sé que no lo habrías solicitado de no ser importante – alega con serenidad, dándole un chequeo veloz –. Debes anotar mi número, creí que lo tenías. No me es inconveniente que me contactes por Kai, pero creo que para cubrir situaciones como estas sería bueno que lo tengas agregado.

 –Nunca lo agendé... – admite bajito, ahora le abochorna haber sido tan distante con el mayor que, justo ahora que más lo necesita, le brindaba un gran soporte. Se pierde detallando las calles de la ciudad y juega con sus dedos en impaciencia, los tenía helados –. Puedo agregarlo ahora, si me lo das.

 –Bien, puedo dártelo, pero francamente creo que es comprensible que no lo tuvieses después de lo que hice – concede con detenimiento, de reojo capta que el menor se ha quedado estático, por lo que suspira tendido –. No sé si sea el momento porque claramente estás preocupado por Soobin, y no estás obligado a darme explicaciones al respecto, sólo quiero que sepas que nunca fue mi intención lastimarte. Fue egoísta haber besado a Kai cuando ustedes eran todavía una pareja, no tengo excusa para ello y créeme que lo siento.

 –Bueno, igual te alejaste de él tras hacerlo...

 –Y luego terminamos siendo novios a pocos meses de su ruptura. Eso no me hace mejor, sé que fui bastante desconsiderado contigo, hasta irrespetuoso – defiende con una mueca culposa, girando en el siguiente cruce con total prudencia, manejar en plenas fiestas era complicado y hasta peligroso por la cantidad de carros apresurados de lado a lado, sin contar los oficiales que cuidaban las calles y uno que otro peatón celebrando en las aceras. Espera que nadie los detenga ahora mismo, quizás por eso mantiene ocupado al chico con el tema pendiente, para que no se desespere mientras llegan a su destino –. Quise disculparme en varias ocasiones, pero no he sido muy valiente que digamos.

 –Tal vez tengas razón, pero no ha sido tu culpa enamorarte de Kai, es un chico genial y muy virtuoso. Los sentimientos no se controlan, y a veces nos hacen actuar impulsivamente – susurra ahora girándose un poco para encarar al apenado castaño que aprieta el volante al detenerse en el semáforo. Continúa con una exhalación y un leve encogimiento: –. No te mentiré, estuve enfadado contigo y deseaba que te cambiaras de país por algún problema de la beca, pero hace tiempo ya no tengo ese rencor encima... Las cosas cambiaron.

Y era cierto, fue como darse cuenta en un parpadeo. No se fijó porque se considera un idiota cegatón, pero Soobin acaparó sus sentimientos y le hizo darme cuenta, en cierto punto, que había sanado hace más tiempo del que imaginó. Le hizo darse cuenta que incluso no estuvo plenamente enamorado de Kai, por más que sí lo quiso.

Se había enamorado, pero nunca lo hizo de la manera en la que lo ha hecho con ese tonto pelinegro del siglo pasado.

 –Consideré cambiarme de país y ponerme bigote, si te soy sincero – ríe un poquito, descargando un poco el aire pesado en la atmósfera, sirvió para que Yeon al menos hiciera una tenue sonrisa –. De habérmelo pedido tú o Kai, me habría quitado de su camino.   

 –Ustedes dos funcionan mejor juntos, y ahora deduzco el motivo – reconoce con suavidad –. Eres una gran persona como él, todos tenemos fallos, pero les han dado frente y se arrepienten de ellos. Me han pedido disculpas, y yo también se las debo. Lamento haberme cerrado tanto y haberte juzgado mal, hyung.

Jungkook se siente elogiado y cálido con el honorífico y la bonita transparencia del dongsaeng, fue como aliviar una carga que los dos, o los tres, acarrearon por meses. Sonríe para el rubiecito en total gratitud.

 –También puedo ver porqué Hyuka se enamoró de ti y te tiene n tan buena imagen, eres muy gentil y una gran persona. Y está bien, yo lamento haberte hecho daño antes, Yeonjun-ah.

 –Lo compensas más de lo que imaginas con esto que estás haciendo por mí.

 –Soobin es muy importante para ti, ¿No?

Yeon toma una boconada y observa el reloj por reflejo, añorando como nunca en su vida el llegar inmediatamente al sitio donde se dirigen.

Irónico, antes moría por salir de la mansión y jamás volver, ahora estaba loco por entrar ahí.

 –Más de lo que puedo expresar con palabras, Jungkook hyung.

[][][][]

Taehyun:

> Choi, no voy a dejar de escribirte hasta que contestes el jodido teléfono, ¿Entiendes?

> Esto de hacerte el interesante no es muy genial de tu parte.

> Estoy preocupado, ¿Contento?

>Mierda, contesta de una vez.

Soobin relee los recientes mensajes en su buzón y está por descartarlos, tal como hace con todos los demás, incluso bloqueó las llamadas para que dejara de sonar el aparato. Había dejado de usar su celular desde ayer, borró cada notificación y llamada, ni siquiera se molestó en leer o revisar los destinatarios porque teme a retractarse de toda su decisión, pero tuvo la mala suerte de toparse con aquellos recién ingresados mensajes apenas agarró el móvil para apagarlo definitivamente, y así evitar caer en sus ganas de ver una vez más las fotos de Yeonjun, o marcarle a su número.

Se siente muy mal por ignorarlos a todos, se debate si era correcto y adecuado responderle al menos esos mensajes al de ojos grandes, y se dice a sí mismo que no sería tan malo despedirse como mínimo, era decencia y respeto humano con quienes fueron sus únicos verdaderos amigos en la vida, ¿Cierto?

Eres una persona muy insistente, Taehyun. <

La respuesta no tardó ni medio minuto en entrar a su casi descargado móvil.

Taehyun:

> ¡Hyung, al fin!

> ¡¿Por qué respondes hasta ahora?!

> ¿Acaso no leíste todos nuestros mensajes ni revisaste los cientos de llamadas? Estamos tratando de ubicarte como unos locos.

Sin cavidad a dudas lo había extrañado, escapa el aire y está por dejarlo así, sin embargo, sus dedos teclean antes de contenerse.

Pasen un feliz año nuevo, recuerden cuidarse. Oí sobre la tempestad, manténganse abrigados. <

Taehyun:

> No seas idiota, ¡No cambies el tema!

Tae... Gracias, por ser un buen amigo.<

Taehyun:

> ¿Por qué no me lo dices de frente mejor, Choi? 

> Sé que sigues leyéndome.

> No seas un idiota.

> Todos te queremos, recuérdalo, por favor.

> Sobre todo él.

Aquello basta para que deje abandonado el celular como si este le quemara las manos, traga el pesado nudo en su garganta y emprende marcha hasta el tercer piso, ya había recorrido toda la mansión y dejado todo listo, sólo le quedaba ir hasta arriba, a aquel lugar que fue su guarida. Durante el camino recita una y otra vez el último mensaje, sabe que no fue buena idea haber sostenido la conversación, pero no pudo evitarlo, y ahora le duele aún más el tener que irse así, pero ¿Qué más le quedaba?

En su destino permanecer con el espejo en su agarre, detallando una vez más el entorno y resignándose.

Unos minutos más y todo acabaría, finalmente.

[][][][]

Apenas divisó la imponente e inmensa propiedad, fue como un dejavu de la primera vez que la conoció, pues un escalofrío le recorre por todo el cuerpo y su corazón se acelera. Ni siquiera contiene el brinco que da al sacarse apresuradamente el cinturón y abrir la puerta tras pedirle a Jungkook aparcar velozmente.

–Hey, ¿Te espero o...?

–No, no, puedes regresar – agita repetidas veces su cabeza, cerrando la puerta de golpe – ¡Muchas gracias, hyung! F-feliz año nuevo para ustedes, disculpa por esto de nuevo.

–No te preocupes – frunce el celo en preocupación por lo acelerado que está el chico, asomándose por la ventana del copiloto para despedirse medio inseguro: – ¡Ve con cuidado, Yeonjun-ah, y feliz año para ustedes! ¡Avísanos cualquier cosa! 

Jeon se marcha aún indeciso de regreso a su casa, sabe que no llegará para año nuevo porque quedan unos 20 minutos para las 12 de la medianoche, pero le escribe a su novio para que lo espere, y ruega porque todo, lo que sea que mortifica al rubio al que acaba de dejar, se resuelva sin grandes conflictos.

Mientras, Yeonjun se adentra a la mansión tras cruzar el portón, su respiración acelerada cuando comienza a llamar por lo alto al dueño. Va a los lugares que usualmente usaba el mismo en la primera planta, no teniendo éxito y comenzando a exasperarse por no ubicarlo. Decide ir al jardín, directamente hasta el invernadero para corroborar que esté ahí, y al entrar a este, se paraliza con un jadeo de pura conmoción.

Siente que se le comprime el pecho y sus orbes se humedecen ante la visión de los cientos de plantas y coloridas flores que decoran el lugar, cada reparación terminada en totalidad, y esto complementando a todos los adornos que han hecho los chicos y él. Recorre el espacio con la boca abierta en fascinación, perdido ahí como si fuese otro mundo, y se traga las ganas de llorar al divisar la maceta que pintó con el dibujo del zorrito, pues ahora al lado de éste, le acompaña un conejito sonriente. Fue Soobin, no hay más alternativa.

De inmediato gira en todas las direcciones entre llamados para el azabache, lastimosamente, tampoco estaba en el lugar, así que corre de regreso al interior de la mansión. Igual marca en vano su número, el celular no suena con el tono por ningún lado, así que no tiene cómo guiarse.

11:50 pm.

El gran y antiguo reloj del recibidor retumba con las campanadas que indican lo poco que falta para la medianoche, y el eco le estremece hasta en las paredes de su corazón, un nudo de nervios y angustia se instala en él mientras sube las escaleras entre improperios y rezos para poder conseguir al dongsaeng. No está en las habitaciones principales que habitaban ellos, se jala los cabellos en desesperación en pleno pasillo, hasta que se ilumina su mente y mueve sus piernas a toda prisa hasta el tercer piso, importando poco que sus pulmones quemen de tanto correr y que sus piernas duelan por tantas escaleras.

–¡Soobin! ¡Soobin, soy yo!

Soobin no logra escuchar los llamados, estaba encerrado con toda la desilusión y una música de piano melancólica reproduciéndose en el viejo tocadiscos que fue dejado a un lado de la estancia, el espejo con toques dorados y decoraciones florales moldeadas está muy bien sujetado entre sus manos, ve su reflejo una vez más, sonriendo tan desganado por el karma.

–Lo que más me daba miedo eran los espejos después de permanecer encerrado por más de un siglo, ahora no me causan nada en lo absoluto... Supongo que ya mi peor temor se cumplió al perderlo a él – hablar solo era lo que le quedaba, así fue por todo ese tiempo que estuvo encerrado.  Inhala profundo y aparta la vista del reflejo, cerrando sus ojos y levantando el objeto en alto; ya era hora –. Espera por mí, mamá... Lo lamento mucho, Yeonjun hyung...

Todo ocurre en un suspiro, la puerta se abre estruendosamente y por esta aparece el rubio con cara horrorizada tras salir de su muy corto alivio al encontrar al pelinegro, puesto que éste estaba por destrozar su última oportunidad de vida. 

–¡Soobin!

El mencionado sólo siente un cuerpo abalanzándose contra él, abrazado a su espalda con un brazo y con el otro aferrado en su agarre, impidiendo al segundo final que soltara el dorado espejo. Expulsa una boconada y su pecho salta, la calidez le acoge como el sentimiento de protección, su mano libre se posa temblorosamente en la que le sujeta, y en el mismo instante percibe los sollozos mojando su camisa por la espalda. Su corazón revive y late nuevamente, algo que no imaginó probable tras tanta agonía, pero ahora en un santiamén este parece curarse.

"¿Estoy soñando? Madre, dime que no es un sueño" 

–Y-Yeonjun... ¿Eres tú, realmente?

–¡Claro que soy yo, mocoso desconsiderado!

Yeonjun temblaba, se afianza del menor como si dependiera de él para vivir, pero sabe que debe apartarse y ser muy conciso, no hay mucho tiempo. Se asegura de que el espejo esté a salvo al dejarlo en el sofá mullido a su costado, regresando con Soobin entre jadeos por su esfuerzo al correr y por el llanto.

El más alto hace una mueca dolida al hallarlo en tal estado por su causa, acunando su rostro y acariciándolo para confirmar que no era una ilusión, todo producto de su anhelo por él, su propia respiración se atasca en su garganta en lo que seca aquellos rastros de lágrimas en la suave piel.

–¿Qué haces aquí? 

–Me mentiste, el hechizo no está roto – acusa con unos golpes leves en el pecho contrario, sus puños aferrados a la camisa blanca del menor, al menos ya no estaba llorando y pudo hablar con más firmeza –. Dime, ¿Qué pensabas hacer? ¿Destruir la única salida que tienes?

 –Lo hice porque no hay forma de salir de ahí, Yeon.

–La hay, claro que la hay. ¿Por qué no me dijiste que debías ser amado para salir? 

–¿Cómo te enteraste de eso? – susurra contrariado.

–Leí las cartas, todas. Por suerte Lisa me las llevó hasta Seúl – suelta el aire por sus labios con un estremecimiento ante los toques del contrario, viéndole con aprensión –. Tú n-nunca me dijiste nada de eso, Soobin.

–No se supone que debías saberlo – rechista con el rostro caliente producto de la confesión, nunca creyó que sus escritos serían leídos por el mayor, o no con él todavía presente para darle cara, sin embargo, no es que le molesta, simplemente estaba abrumado por los giros repentinos de los acontecimientos –. No quise angustiarte ni hacerte sentir obligado o forzado a corresponderme. No es justo que cargues un peso que es mío.

–Es de ambos. No estás solo, no tienes por qué estarlo.

–Yeon... 

Le acorta con convicción:

–No, es tu turno de escucharme, Choi. Jamás me has hecho creer que me obligas a algo, tu no eres una bestia. Sé que al principio lo dije, que estaba en deuda más que nada, pero conocí a tu verdadero tú, me mostraste todo eso que tenías oculto, confiaste en mí, en nosotros.

Soo exhala enternecido, dando una caricia cariñosa con su pulgar.

–¿Cómo no hacerlo?

Yeon se inclina en el gesto, mirándolo con la misma seguridad de segundos atrás.

–Mereces una oportunidad en esta vida, no desparecer así como así. Eso es lo que no es justo, me niego a aceptarlo.

El dongsaeng sonríe de a poco, tan triste, que los dos lo sienten por igual magnitud. Era una situación de mierda, honestamente.

–¿Me estás pidiendo regresar ahí y tolerar jamás volverte a ver? Junnie, eso sería un martirio... Aunque yo cometería cualquier locura por ti si me lo pidieses – admite sin pizca de falsedad, perdido en los orbes miel que brillan ante él. Ya no hay manera de ocultar lo que siente –. Todo lo que escribí era cierto, me enamoraste antes de yo poderme percatar de ello. Te juro que nunca fingí, porque tú sacaste de mi al verdadero Soobin, me convertiste en alguien – viaja su tacto hasta las manos en su pecho, sosteniéndolas con toda devoción en lo que completa, con todo el pesar acumulado: –. Para mí eres tan perfecto de pies a cabeza, yo pensé que merecías a alguien mejor, alguien que te entendiera y fuera de tu época, un chico que no se comportara como un idiota al estallar y que te gritara su amor a los cuatro vientos sin que se le dificulte ser vulnerable... U-una persona que fuera tan maravillosa como lo eres tú.

–Y es lo que hallé – espeta con voz inestable por la cantidad de emociones que le desbordan, observándolo con todo el aprecio que siente por él –. Eres tú, Soobin, ¿No lo ves, bobo? 

–¿Cómo puedo serlo? – pregunta con incredulidad, afligido en misma medida, casi suplicando que lo hiciera entender que alguien tan etéreo pudiese fijarse en él.

–Porque me ayudaste a completarme a mí mismo cuando más lo necesitaba. Me enamoré de ti por lo que eres, porque nunca has fingido nada, lo miro en tus ojos, Binnie – se apega más al alto, juntando sus frentes para inhalar el aliento del contrario, algo que calma sus desbocados latidos –. Hay muchas cosas que quiero decirte, pero no hay tiempo ahora, sólo... Yo no quiero a nadie más que a ti, cabeza hueca.

La emoción que invade al de pupilas negras y humedecidas es tan grande que siente sus articulaciones casi temblando, se afianza del cuerpo más bajo y aspira su aliento, la esperanza se instala en él embriagadoramente y sabe que, de ser todo un sueño, no quería despertar nunca más.

Sin embargo, mirando directamente a los pares contrarios, tan sinceros y puros, proyectando una entrega absoluta, no puede más que dirigirse a él con anhelo:

–S-significa que...

La respuesta que el Choi mayor le da, es un beso cargado de cada uno de los sentimientos que posee, un beso tan apasionado como tierno, siendo correspondido sin titubeos por el pelinegro. Los Chois se rodean con ambos brazos, buscando más el calor contrario, todo se detiene y se desvanece a su alrededor, no importaba nada más que ellos, perdidos en el acto que hace cosquillear sus cuerpos, revolotear sus estómagos y saltar sus corazones con insistencia abismal.

Ante la falta de aire se apartan con una risita entrecortada que inició por el rubio y contagia al menor, quien mira al primero con un brillo vivo que no portaba desde hace días.

Antes de que siquiera pudiesen formular otra oración, la campana del reloj en el primer piso suena y retumba por cada rincón de la mansión, lejana pero presente hasta el ático donde están, la música del tocadiscos se acabó un minuto atrás, por lo que el sonido es más perceptible. Los dos se observan mutuamente, borrando rastro de su anterior alegría, porque Soobin empieza a reflejar una extraña luz tenue que parece tomar mayor intensidad entre parpadeos.

12:00 am, era medianoche.

–¿Q-qué sucede? –  se balancea hacia atrás cuando es soltado por Bin, se le atasca el aire debido al miedo cuando una epifanía le golpea, derrumbando toda la paz que tuvo hace unos instantes – No, no, no... D-dime que no...

–Yeonjun... – masculla casi sin fuerza, ya él había pasado por aquel proceso en muchas otras ocasiones, pero ahora era más que distinto, sobre todo cuando es presenciado por la persona a la cual adora y llora aterrada, tal como él lo está; se le escapa la felicidad de las manos, nuevamente –. Y-yo...

–¡Soobin, no me dejes, p-por favor! – ruega tan desesperado que se sostiene con toda su fuerza a la camisa del ojos negros, aprieta la tela y lo sacude, incapaz de aceptar lo que está pasando. En un último intento por reponer las cosas, grita con voz rota: – ¡Soobin, te amo!

La afirmación basta para que todo valga la pena, cada partícula de miedo y dolor que posee en su cuerpo se alivia de inmediato ante la plena felicidad que le otorga el ángel de cabellos rubios y mejillas empapadas que se afianza a él con añoro. Para él aquella sentencia significó más que cualquier cosa vivida, rompió todas sus inseguridades y penurias. Una sonrisa de puro goce, gratitud y aprecio tira de los labios de Soobin con un temblor, las lágrimas descienden por su rostro como gotas cristalinas, y sus manos sujetan con adoración, una última vez, la cara de quien se convirtió en su mayor salvador.

–También te amo, hyung...

Y tan pronto lo dice, su cuerpo se desvanece despacio en el aire, el brillante polvo entrando al espejo que reposa en el sofá a su derecha, dejando a Yeonjun solo en una agonía y tormento aplastantes.

El rubio se tumba apresurado a tomar el objeto con repetidas negaciones, cayendo de rodillas y encorvado, apretando el objeto en su agarre y ensuciando con gotas saladas el vidrio frío que le refleja, una imagen abatida e impactada.

–¡Soobin! S-Soobinie, por favor no... Tienes que volver y decirme que soy tu hyung, i-idiota – sus altos sollozos fueron perdiendo volumen, se desgarró la garganta gritándole al artefacto, su cuerpo se sacude en hipidos y temblores, no haya palabras para describir lo desolado y roto que se siente ahora, como un fracasado que sostiene los pedazos de su alma. Abraza el espejo como si absurdamente fuera a mejorar algo, como si tuviese a Soobin entre su agarre al abrir los ojos, pero los segundos transcurren y todo permanece imborrable. Con la mano libre rebusca en el bolsillo de su abrigo el angelito que le regaló el dongsaeng, volviendo a partirse en lastimeros llantos mientras atesora ambos artículos con ojos fuertemente cerrados, el pecho le dolía terriblemente –. T-te amo, Soobin, te amo m-mucho...

Sumido en sus lamentos quebrantados, Yeonjun no se percata del brillo tenue que de pronto irradia del espejo, ni tampoco del hecho que acontece a sus espaldas, donde un ser hace aparición para ser testigo de la devastadora escena que él muestra. Nada más entra en conciencia cuando oye una voz que conoce a la perfección, con un toque de ternura y burla: 

–Antes de que preguntes, no soy ningún fantasma ni tampoco un muy atractivo ángel o algo por el estilo, hyung. 

El que está de rodillas se voltea de un sobresalto, quedando boquiabierto ante la imagen que roba su aliento. No logra formular nada, simplemente un lastimero susurro se le escapa de los labios:

–¿Soo...? ¿S-Soobin? 

–Luces tan hermoso como la primera vez que te vi – una sonrisa se le forma en medio de su misma confusión, caminando a pasos lentos y casi tambaleantes hasta su mayor, levantándolo con sus manos, cerciorándose de apreciar con adoración cada facción del rostro contrario –. Soy yo... Volví, Junnie.

Los dos comparten una mirada con ojos llorosos en un sinfín de emociones, fue como si sus pedazos se juntaran para unirse y no volver a romperse. No era un sueño, no podía serlo si los temblorosos dedos de Yeonjun tocaban la cara de Soobin de ese modo, verificando si era real mientras el otro sonreía inestablemente, disfrutando de sus toques; definitivamente no puede serlo por la calidez tan real en los brazos del otro.

Realmente Soobin ya no estaba encerrado en el laberinto del espejo.

–¡Soobin! – lanza un alarido entre emocionado y agónico a la vez que se abraza al cuerpo más grande, como si su vida dependiera de sostenerse a éste. Un lloriqueo le sacude mientras el dongsaeng le corresponde con misma vehemencia, una mezcla entre la felicidad de ahora y el agobio que sufrió un minuto atrás conviven ahora en él – ¡Me asustaste, imbécil!

–También me asusté, no sé qué ocurrió – alega con tono inestable por su propio llanto, envolviéndose del aroma y calor corporal del estudiante, recordando los pocos minutos más tormentosos que transcurrieron en lo que regresó al espejo, con la horrible imagen final de su hyung llorando entre suplicas para él. Se aparta para sujetarle de sus mejillas con devoción, como cuando llegó y secó sus lágrimas, no quería dejar de ver esa imagen de Yeonjun observándolo con esperanza, pues teme que sea un error momentáneo y en un chasquido vuelva a esfumarse. La simple idea le empaña la vista de nuevo –. Estaba por volver...

Yeon cierra los ojos y se recuesta en el tacto, negando con desconcierto mientras posa sus manos sobre las más grandes, dando caricias al dorso de estas.

–El tiempo se agotó, no lo entiendo... ¿Cómo es posible?

Soo expulsa una risita llorosa de puro goce, besando la nariz del otro, fue como si de pronto se derrochara de todo ese amor que nunca más demostró desde que era un niño.

–Debes ser muy especial en verdad. 

–¿Significa que hemos roto el maleficio? – ignora el sonrojo que se propaga en él, abriendo sus párpados para cruzarse con la perfecta vista que el ojos negros le da. Le enternecen el casi puchero que se formaba en el otro por los temblores en sus lindos labios, esas lágrimas y carita de cachorro, en alguien tan grandulón y que solía mostrarse tan serio le provocaba risa y ternura. Limpia ahora él las mejillas húmedas del menor, preguntándole casi con miedo: – ¿Puedes quedarte?

–Sí, Soobin va quedarse contigo aquí, Yeonjun-ah.

Los Choi ubican al unísono a la mujer de rojos cabellos ondulados que se paró en el marco de la entrada, sonriéndoles con orbes brillando en genuina alegría. Al no reconocerla, el mayor de ellos frunce el entrecejo.

–¿Quién es usted?

–Soy Irene Manoban.

Reconoce al instante el apellido, su semblante cambia a uno acusador.

–Ah, la bruja que encerró a Soobin.

–Hyung...

–Déjalo, es comprensible que guarde cierto rencor hacia mi persona – levanta su palma para interrumpir al pelinegro con un suspiro tendido. No evita sonreírle a Yeon por la manera en la que no suelta al chico alto, con un recelo sobreprotector que le parece adorable –. Sin embargo, me gustaría dejar claro que lamento profundamente el maleficio que hice, y por ese motivo, yo te guie hasta Soobin en aquella primera ocasión. Algo me decía que eras el indicado para romper el hechizo, y confirmo ahora que no me equivoqué en lo absoluto.

Jun relaja su expresión con un calorcito extendido por su rostro y pecho, de pronto ya no siente tanto recelo por la abuela de Lisa. Se aleja casi a regañadientes del cuerpo opuesto, caminando más cerca hasta ella.

–¿Por qué Soobin regresó después de que se venció el plazo acordado? Se supone que era hasta la medianoche, y no es que me queje, pero no lo comprendo.

Bin replica el accionar del muchacho, yendo con ellos.

–Es algo que también me extraña, ¿Por qué salí cuando ya había regresado al espejo? Jamás pasó algo así en veces anteriores, Irene.

–No lo sé a ciencia cierta. La magia es impredecible y muy astuta, funciona de una manera que nadie puede descifrar, ni siquiera los que tenemos el don de poseerla. Los hechizos son irreversibles una vez se emplean, a no ser que los patrones para romperlos se cumplan – confiesa con un encogimiento, explicando con suavidad –. Intuyo que fue bondadosa por un minuto extra, o quizás tardó un poco en hacer efecto la confesión de Yeonjun.

 –¿Debido a qué?

Irene le sonríe con dulzura al de pares miel.

 –Porque la magia real se trata acerca de amar. El amor es la fuerza más poderosa de todas, es la magia real.

Yeonjun se siente tímido repentinamente, musitando con algo de burla:

 –Tan cursi como en las películas...

Soobin ríe por el acertado comentario de su hyung, halagado al ser partícipe de que sus sentimientos fueron tan verdaderos como para haberle salvado, finalmente. 

Era libre, no podía creerlo...

 –Me temo que es de esa forma. Solamente dos corazones que están destinados a latir en sincronía, como los suyos, pueden lograr algo como esto, y me alegro inmensamente por ustedes, a pesar de que sí suene bastante empalagoso, como en los libros de poesía que leen en la biblioteca – la de pares verdes se contagia del buen humor y se enternece de los sonrojos en los chicos altos. Ambos permanecen tan ensimismados en el otro, y a conciencia de que tendrían mucho que hablar entre ellos, añade como despedida: –. Creo que lo más indicado es dejarlos a solas para que conversen...

–Irene, espera – al leer sus intenciones, el alto se adelanta para sujetar el brazo de ella con cuidado. Soobin la observa detenidamente, ya no experimentando el amargo odio ni repudio por la pelirroja, sino que nace en él una gratitud y aprecio tan grande, que medita correctamente qué decirle para terminar de liberarla de ese remordimiento que en ella se refleja, muy en el fondo de sus pares verdes; él conoce de ese sentir, y quiere tranquilizarla, se lo debe –. No te equivocaste, fui yo quien lo hizo al no permitirte entrada a la mansión y al haberte tratado tan groseramente cuando sólo querías refugio.

–Soobin...

–Me diste una gran y valiosa lección. De no ser por ti, no habría cambiado ni visto mis errores, porque yo era un ser horrible antes del hechizo que me lanzaste – continúa con una sonrisa emotiva –. Sé que sonará raro, pero te agradezco haberlo hecho, a pesar de todo lo malo que pasó, ¿Sabes la razón? Es porque me guiaste hasta Yeonjun, ustedes me liberaron...

–¿Y-yo? – se señala impresionada, pasmada y con un nudo en y garganta. El chico asiente con suavidad.

–Irene, no te equivocaste, con ninguno de nosotros, y jamás voy a olvidarte, a ti y lo que hiciste por todos. Nayeon debe de estar de acuerdo con mis palabras desde donde quiera que esté – toma sus frías manos y aprecia el momento en el que los ojos verdosos se llenan de lágrimas rebosantes –. Gracias por no rendirte conmigo, significa mucho para mí.

Ella no contiene la sonrisa radiante y el llanto silencioso que denota la paz que estaba experimentando por las lindas y consideradas palabras del chico, aquel que le sonríe con natural gratitud, a sus espaldas el rubiecito igual de conmovido que ella. El peso que cargaba se desvanece como una pluma que se la lleva el viento, ya puede respirar con ligereza, como si la magia de aquel bonito amor también penetrara en su corazón lastimado, y sólo puede acariciar las manos más grandes y masculinas con cariño.

–Oh, Soobinssi... Gracias a ti. Feliz año nuevo a los dos.

Los dos chicos se despiden de la hechicera con un agradecimiento final, nuevamente quedando solos en el ático, pero ya no existe frío ni pesar, sencillamente una serena calma y sus semblantes contentos.

–Hay que llamar al resto – empieza el más bajo, usando un tono acusatorio –. Están muy preocupados y de seguro nuestros teléfonos estallarán. Te compraste el tuyo para usarlo, no para abandonarlo, irresponsable.

–Es cierto, lo siento. Hay que llamarlos para disculparme y para desearles un feliz año nuevo – le atrae con una risita, rodeando la cintura del opuesto –. Verdaderamente es un feliz año para mí gracias a ti.

–Yah, tus halagos no servirán para que no te regañe por todo tu mal actuar con nosotros – oculta su sonrisa para mantenerse serio y golpea su hombro con un mohín, su cejas fruncidas –. Y no me hagas mencionar el hecho de que no te has alimentado bien, y no lo niegues porque tengo todos los detalles por parte de Lalisa. Voy a prepararte algo de comer ahora mismo, y tú me vas a ayudar, mocoso grandulón.

–De acuerdo, pero recuérdame no volverle a confiarle nada a la brujita – entorna sus orbes con diversión, hasta que ladea la cabeza con curiosidad debido a una interrogante –. Por cierto, ¿Cómo llegaste hasta aquí en pleno año nuevo? Creí escuchar acerca de una tormenta de nieve.

Yeonjun carcajea a la vez que rodea el cuello del azabache.

–Es una larga historia.

Soobin sonríe enormemente, mostrando sus lindos hoyuelos.

–Tenemos tiempo.

Ahora los dos lo saben, porque poseen todo el tiempo del mundo, iniciando por ese nuevo año que les recibió de la mejor manera: Con amor y mucha magia...

[][][][]

El alivio que sentí cuando las cosas se resolvieron fue impresionante. ANSIEDAD A MIL

¿Qué les pareció el reencuentro? Coloquen su parte fav de cap aquí uwu

La razón por la cual Soobin regresó fue, como ha dicho Irene, porque la magia apenas estaba regresándole, y cuando sintió que los sentimientos de Yeonjun eran honestos y puros, les dio otra oportunidad. Algo muy disney, sí JAJAJAJA

Amo el drama, sorry.

Los flashbacks son muy tristes, sí, quise mostrar esos lados de Soobin que lo moldearon y marcaron :( También quise hablar más de su padre y de Nayeon uu

¿Han leído mi otro fanfic YeonBin, Daydream? Les recomiendo 👀

Aún faltan varios detalles en la trama, no se preocupen ;) Sin embargo, el siguiente capítulo es el último, luego viene el Epílogo, ¡Pero habrán varios extras! 🌹

Espero que les esté gustando la trama tanto como a mí me gustó escribirla, gracias siempre por los votos, lecturas y comentarios :')

https://youtu.be/uJo3jAso8VY

¡Voten y comenten! 💖

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top