[22: Lovely Angel At Midnight]

–Entonces... ¿Por qué vas tan deprisa a Daegu en pleno año nuevo, hyung?

–Voy a reencontrarme con alguien – decide contestar tras debatirlo para sus adentros, evitando dar demasiada información a los recién conocidos muchachos –. No tuvimos una buena despedida y necesito verle antes de que acabe... El año.

Jay asiente vagamente y comprueba que su novio esté dormido cómodamente en sus piernas, acariciando sus mechones y sonriendo ante su boquita entreabierta debido a la presión en sus cachetes contra sus muslos. 

Yeonjun detalla a la pareja y reprime un suspiro, jugando con sus manos enguantadas. Gracias a aquel gesto de Lisa no estaba congelándose, y la calefacción al menos funciona en la vieja camioneta. Llevan nada más treinta minutos de viaje, hasta donde tiene entendido la ruta de Seúl a Daegu era de casi cuatro horas de duración por vía terrestre, pero producto de la inoportuna tormenta y las condiciones del auto podría ser aún más largo el trayecto, sin mencionar las probables paradas que efectuarían; eran las dos y treinta cuando subieron al vehículo, evitó revisar su celular para no alarmarse con los minutos transcurriendo, pero seguramente ya eran las tres de la tarde. Observa al conductor tarareando una canción de la radio y golpeando sus dedos en el volante rítmicamente, sus ojos entrecerrados para ver el trayecto, el parabrisas estaba encendido por los montones de copos que se impregnan en el vidrio. 

Los demás van ensimismados en sus teléfonos o apreciando el paisaje entre charlas amenas, no lucen como malas personas, por suerte.

–Asumo que se trata de tu pareja, ¿No? – de pronto la pregunta de Sehun capta el interés del rubio atrás – ¿O es acerca de alguien más? Si gustas en contarnos, claro.

–Oh, es... Un asunto complicado – Jun se encoge inevitablemente desanimado, francamente no tenía ganas de explicar nada –. ¿Y qué hay de ustedes? ¿Por qué están arriesgándose a viajar hoy hasta Daegu?

–Sehun y yo vamos por nuestras novias, se adelantaron y las alcanzamos a última hora por un percance que tuvimos – reconoce el conductor, Wonho, apuntando con su pulgar brevemente al chico copiloto –. Lo compensaremos con buenos regalos, ya sabes.

–Yo viajo para acompañarlos a ellos, no tengo familia ni nadie más cercano para celebrar las fiestas – Sunoo sonríe tímidamente, extendiéndole un pocky de fresa que el rubio acepta con un movimiento de cabeza en señal de gratitud –. Es mejor plan que estar solo en casa.

Yeonjun mastica el aperitivo, pero a pesar de su sabor dulce lo experimenta amargo ante el recuerdo de un Soobin solitario y deprimido en la inmensa mansión. Para no denotar su tormento, se obliga a preguntarle al estoico cabello negro frente a su asiento:

–¿Y ustedes dos?

–Yo vengo porque Jungwonssi vino...

–Y yo estoy aquí porque iré por mi hermano.

Todos se concentran en el supuestamente dormido pelimorado, al menos hasta que éste se levanta de las piernas de su novio con una expresión adormilada bastante tierna, sonriendo posteriormente con labios cerrados.

–Oí mi nombre.

–Creíamos que estabas dormido, bebé – Jay enarca su ceja con cierta diversión por los cabellos despeinados que el menor se peina perezosamente.

–Sabes que me despierto fácilmente en los viajes de carretera, hyung – voltea a encarar a su invitado, completando con soltura: –. Tuve una discusión con mi hermano mayor, Yoongi, y me sentí tan mal que quise venir para pasar año nuevo con él y hacer las paces. Suele estar muy sumergido en el trabajo hasta durante las fiestas, y sé que debe sentirse solo sin su pareja.

–¿No tienen más familiares?

–Viven en la ciudad, Yoongi hyung es el único en Daegu.

Yeon no quiso indagar demasiado porque hay cierto aire receloso en el tal Jay, no lo juzga porque sabe que él es un chico desconocido para el grupo, y ya está muy agradecido con que le hayan incluido en su travesía con todo y el riesgo que implica meter extraños en un viaje. Sin embargo, el silencio se interrumpe a los pocos minutos cuando la llanta del lado del conductor empieza a ceder, desinflada por algún bache del camino que les obliga a detenerse a mitad de la vía para arreglar el daño. 

Les toma bastante, casi cuarenta minutos enteros, y no es como si hubiese ayuda en medio de la nada, en pleno treinta y uno de diciembre.

Retoman su ruta apenas tienen todo bajo control, sin embargo, la llanta no era del todo adecuada y la gasolina comienza a escasear igual, poniéndole los nervios de punta a Yeonjun entre la mala racha de sucesos y la pequeña discusión de los chicos por ver quién no llenó el tanque y otras cosas de las que no presta atención. 

–Como sea, ya la metida de pata está hecha.

–Sí, hay que resolverlo y listo, ¿Cierto?

–A la próxima voy a pasar revisión de todo, idiotas.

–¡Yah, hyung!

–¡Hay una gasolinera cerca, cierren la boca!

Milagrosamente les alcanza para llegar a la dichosa gasolinera, pero insistieron en detenerse un rato para ir al baño y comprar unos cuantos artículos requeridos para el camino, aparentemente iban a comer algo igual en el local del lado, y aunque el rubio está por rechazar y exigirles que continuaran, no puede hacerlo al ser un invitado de último minuto en su viaje. Le guste o no, le de un tic en el ojo o no, debe seguirlos y esperar.

–Hyung, debes de comer algo también – el menor propina un puchero en desacuerdo con el de abrigo negro, apuntando al menú que el chico ni tocaba, descansando sobre su lado de la mesa –. Si no traes dinero suficiente nosotros te lo pagamos.

–No, no, está bien – Jun reniega cohibido por la atención del resto, y para no sentirse mal con el amigable pelimorado, le hace caso sujetando la carta con una sonrisa que parece más una mueca: –. Comeré algo, gracias, Jungwon.

Yeonjun capta el reloj cerca de la puerta del local, ignorando las risas y charlas en la mesa, con un puñado de nervios en su estómago cuando este marca las cinco de la tarde.

Le quedan 7 horas.

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Soobin volvió a desviarse de regreso a la mansión, como si sus pies le hubiesen jugado en contra y terminaron junto a él en el lago congelado que estaba cerca de la propiedad, el mismo sitio que presenció su primer muñeco de nieve, su primer patinar y primer beso real... 

Todo con la misma persona de por medio como testigo, Yeonjun.

–"Regresa al lugar donde fuiste feliz estando solo, para que valores más lo que amaste" – recita con malgenio, hundiendo sus pisadas lentamente en la nieve a medida que se acerca a la banca del sitio, con su palma derecha limpiando descuidadamente el asiento y sentándose en el mismo para ver el paisaje tan melancólico. Respira profundamente y cierra sus ojos, intentando absurdamente de traer aquel olor de vuelta a su nariz e intentando oír nuevamente las risas del mayor con sus oídos, quiere además de regreso las carcajadas de los chicos, pero únicamente consigue apuñalarse a sí mismo ante la imagen mental de lo que ya no está con él. Estuvo varios minutos en ese modo, los demás ruidos alrededor decrecen poco a poco hasta volverse muy lejanos y escasos. Ya era de noche, por ende los faroles le alumbran desde hace unos cuantos minutos, mas no abre sus ojos para ver la luz debido al temor que le tiene a la realidad vacía que le enfrenta ahora –. Idiota, esto es tu culpa...

–Espero que eso no sea conmigo, Choi.

Bin se sobresalta y abre sus orbes como pelotas de golf, descolocado ante repentina la presencia de un castaño con expresión burlesca, mismo que confianzudamente se coloca a su lado.

–¿Huening? ¿Por qué estás aquí? 

–Vaya saludo el tuyo – a pesar de que rueda sus ojos, se mantiene sereno –. Pasaba por aquí comprando algo para la reunión de año nuevo, será cerca de tu vecindario. Te vi aquí solo y quise asegurarme de que no te estuvieses congelando por quedarte dormido en plena banca.

–Nadie se queda dormido en plena banca, menos a mitad del invierno por puro gusto – masculla malhumorado –. No soy idiota.

–¿No te dijiste la palabra idiota cuando llegué?

–¿No te espera tu novio o algo?

–Jungkook está comprando otras cosas, estará bien sin mi durante unos minutos – pausa un instante, distraído con el entorno. De pronto una interrogante le hace girarse con desconcierto –. Espera, ¿Por qué no estás con Yeonjun hyung y los demás?

Soo se remueve intranquilo en su puesto, con semblante serio.

–Viajaron, la madre de Yeon está enferma.

–Dios, ¿Es grave?

–No, ya está recuperándose. 

–¿Y qué haces aquí? – cuestiona con entrecejo fruncido, todavía alarmado; es más que conocedor de lo apegado que es su ex novio con su madre, debe de estar necesitando apoyo – Debiste ir con él.

–Es complicado, no espero que lo comprendas tampoco – bufa sin ganas de siquiera discutir sobre el asunto, chequeando al contrario de soslayo–. Me extraña que Yeonjun no te comentara nada al respecto.

–Hyung no se ha comunicado conmigo – da una mueca torcida –. De hecho, ahora que lo pienso ni siquiera ha estado activo en ninguna red social.

–¿Es así? – no controla el sonar un tanto preocupado.

–¿Cómo es que no lo sabes? – acusa con mirada analítica, tratando de atar los cabos sueltos de la extraña situación – ¿No has conversado con él desde que se fue? 

El mayor chasquea impaciente por el interrogatorio, ¿No es obvio que no está de buen humor?

–No es tu problema, Huening. No fastidies.

El castaño no borra su expresión confusa, algo no le cuadra de todo aquello, menos después de la charla que sostuvo con Yeonjun antes de su sorpresiva ida.

–¿Discutieron? Y antes de que me digas que no me incumbe, lo hace si se trata de Yeonjun hyung.

A Soobin se le escapa una risa baja, pero llena de amargor.

–Eres bastante descarado y desvergonzado al salir con tu novio como si nada y sujetar su mano después de hablar tan íntimamente con tu ex.

–De acuerdo, realmente no entiendo a qué te refieres.

–Visitaste a Yeonjun la misma mañana que se marchó – delata rencoroso –. Si no lo superaste desde un principio no tuviste que aceptar la ruptura, ni mucho menos salir con alguien más a la primera oportunidad.

–Wow, wow, yo no siento nada de esa clase por Yeonjun hyung. Ese día justamente dijimos que ambos nos hemos superado por completo, nos estábamos dando un mejor cierre, ¿No te lo contó?  – finalmente une los puntos al no obtener respuesta del asombrado chico alto, por lo que añade:– Oye, si ustedes discutieron por eso...

–No discutimos por ese tema, no eres tan importante tampoco – trata de zafarse en medio de su bochorno. En su defensa, era odioso y grosero cuando se siente atrapado, no es algo que oculte –. No se te suba la fama a la cabeza.

–Ni siquiera comprendo por qué te caigo tan mal – alega con desentendimiento, estaba cansado de esa absurda rivalidad –. Es decir, no he sido malo contigo, solamente quise ver si eras bueno para Yeonjun hyung, pero nunca pretendí nada malo contra ti. Tú en serio pareces detestarme, ¿Qué hago para que eso cambie?

–¿Por qué harías algo para cambiarlo? Eso es patético.

–No es patético, eres cercano con personas que quiero, no me gustaría tener una mala relación contigo.

Soo tuvo una punzadita de remordimiento ante las palabras y el tono del menor, no luce como una mala persona, se percibe más que honesto. Sabe dentro suyo que sólo quiere obligarse a encontrarle defectos, quiere convencerse de que le cae mal, pero no es así, y conoce el motivo.

–No me caes mal, mucho menos te detesto, eso es muy fuerte... – musita bajo y con vista gacha, era muy orgulloso para admitir las cosas y pedir perdón – Es que ustedes dos tuvieron historia.

–Sí, como ustedes ahora comparten una distinta, ¿Por qué es relevante? El pasado es pasado, yo no pretendo intervenir, ni tampoco tendría paso libre para ello – espeta con aplomo –. A hyung le encantas, por si no te has dado cuenta, ¿O es que no le correspondes?

"Claro que sí, pero él no me ama..."

–Claro que le correspondo.

Hyuka le escanea con confusión, esa aura triste, la rapidez de su respuesta y la conducta de su mayor no concuerdan.

–Escucha, no tengo claro qué ocurrió entre ambos, pero debes saber que entre nosotros no hay nada más que amistad y aprecio mutuo. Incluso imaginaba que ya eran novios después de todo lo que charlamos en tu casa.

–¿No te importa? – y lo inquiere porque no dimensiona cómo es que el castaño pudo dejar ir a tal ser encantador, no le cabe en sus pensamientos superar a alguien tan esplendido y especial como Yeonjun –. ¿Realmente?

–Me importa que lo hagas feliz y seas el indicado para él, lo merece. No fui el mejor novio los últimos meses de relación, hasta ahora descubrí cosas que son imperdonables al haber ignorado, pero nunca dejaré de cuidar a Yeonjun, aunque sea mi hyung – formula con cierta culpa, pero cerciorándose de escrutar adecuadamente al misterioso ojos negros –. No estaba convencido contigo al inicio, pero observo en ti el mismo aprecio que él tiene por ti, así que arregla las cosas, sea lo que sea que sucediera entre ustedes. No hay motivo para estar apartados si se quieren.

El alto resopla, se siente expuesto por el castañito osado que, raramente, no le es tan desagradable ahora. Le hubiese gustado conocer personas así en su época, no se solían encontrar amigos de esa clase.

–Yah, soy mayor que tú, no te dirijas tan irrespetuoso conmigo.

El dongsaeng bromea con una risita:

–¿Te llamo hyung? Que rápido te encariñas.

–Dejémoslo mejor con mi nombre de pila, ya vuelves a ser insoportable – desiste con un ademán de manos desdeñoso.

–Que encantador eres – ironiza con una última risita, examinando el cielo de donde los copos descienden lentamente –. Deberías de irte ahora, está comenzando a helar y no es bueno para ti, menos de noche – se incorpora dándole una palmadita en el hombro, ya su celular estaba vibrando en sus bolsillos, seguramente por su novio escribiéndole para reunirse nuevamente –. Pasa un feliz año, pero te aconsejo como dongsaeng respetuoso que no lo acabes sin solucionarlo todo. Ve a casa.

"Mi casa está bastantes kilómetros lejos de mí ahora mismo..."

–Igual tú – contesta más por inercia, meditando brevemente y agregando un bajito pero sincero:–. Y, eh... Gracias, Kai.

El nombrado se despide con una sonrisa amena y una reverencia corta, emprendiendo su regreso a la zona más transitada, dejando al más alto solo otra vez. 

Soobin se ríe para sus adentros de lo patético que es, pues se suponía que su corazón estaba muerto y quebrantado, pero ahora latía desbocado por la simple mención de que Yeonjun sentía algo bonito por él... Sin embargo, vuelve a doler al rememorar que las cosas no eran como lo deseaba, ya no tienen oportunidad, y tampoco había caso.

Sí, el mayor gustaba de él, superó a su ex y puede que había interpretado erróneamente la conversación del par, pero eso no significa que ellos pudiesen estar juntos o que Jun correspondiese la misma intensidad de sus sentimientos...

El hechizo era bastante claro, para su desdicha, y su hyung está mejor en su casa que con él. En todo caso, ya era tarde para arrepentirse, no quiere lastimar a Yeonjun más de lo que y lo hizo al aparecer en su vida.

Todo por un espejo maldito, uno que lo mantiene en un laberinto frío y eterno, incluso cuando ya no está dentro de él.


–El único lugar en donde podré relajarme y estar mejor, es en Daegu.

–Lo lamento, pero no hay nada que hacer por los momentos.

Choi estaba a punto de tener una crisis nerviosa en pleno lobby. Se ubican ahora mismo en un motel a mitad de la carretera de entrada a la ciudad metropolitana de Daejeon, todo consecuencia del mal clima invernal que les obligó a detener su viaje y estacionarse en aquel lugar.

Habían otras personas en misma condición, no demasiadas -no a cualquiera se le ocurre la disparatada idea que ellos tuvieron en plena tempestad y año nuevo-, pero las suficientes como para ponerle más inquieto en medio de su ansiedad. Observa alrededor y jala sus cabellos, relamiendo sus labios resecos con intranquilidad.

–Voy a irme de ser así.

Sunoo se interpone en su huida con una cara espantada.

–Yeonjun-ah, n-no puedes irte en plena tormenta.

Jungwon le imita con brazos en jarra.

–Sunsun tiene razón, hyung. Es riesgoso, y no llegarás a ningún lado por tu cuenta con esa tempestad.

–Nadie te llevará ahora – Wonho señala con gesto torcido en desacuerdo –, ninguna persona  puede siquiera manejar cuando no se percibe nada en la carretera.

–Carajo, no puede estarme pasando esto...

– Hey, comprendo que sea importante y quieras llegar con tu pareja, pero dudo que quiera que llegues como un pedazo de hielo o con un accidente directo al hospital – ahora Sehun toma la iniciativa, encogiéndose de hombros –. Ya habrá tiempo, si no es hoy, será mañana que se reúnan.

–No, es que no lo comprenden –gruñe con exasperación, golpeándose repetidas veces el pecho con el índice –. Yo no puedo verlo mañana, no puedo esperar un minuto más.

¿Cómo les explica que es de vida o muerte, literalmente?

–Hyung, hay que tener paciencia, ¿Sí? – el lindo pelimorado se dirige al rubio con tono comprensivo en un intento de calmarlo, cavilando un poquito antes de prometer: – Si en unas horas el clima mejora, nosotros...

–No, pasaremos la noche aquí, nada asegura que la tormenta no regrese en pleno camino, Jungwon – Jay, quien estuvo apartado desde su primera sentencia, se abre paso entre ellos y se posa junto al recién mencionado con voz firme. El menor se cohíbe y trata de objetar, pero no se lo permite, viendo con severidad a Yeon y dirigiéndose ahora a éste: –. Aceptaste acompañarnos con nuestras normas, no pienso exponer a nadie aquí por ningún motivo, muchísimo menos a mi novio, y tampoco me apetece ser responsable de que te suceda algo por tu desesperación.

Yeonjun no halla cómo refutarlo, de ser por él ya se habría dado la vuelta y corrido a la carretera para lanzarse sobre el primer auto que se atreviera a transitar, sin embargo, sabe que los chicos tienen toda la razón ahora. Sus nervios se incrementan con la vista permanente en las ventanas y puerta principal del establecimiento, el mal clima no era algo que podría soportar su cuerpo tampoco, por más hechizos que tuviese encima, y aunque lo detestase, sólo le quedaba esperar.

Abatido, va hasta las escaleras y les espera tras asentir quedamente, los demás le siguen con las dos llaves que disponían y le dan una palmadita de apoyo, incluso Park lo hace.

Su vista se concentra en el reloj de la recepción, tragando pesado cuando marca las seis y diez.

Tiene 5 horas y 50 minutos...

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Con un bajito agradecimiento acepta la taza de té humeante que ha preparado la de cabellos negros, la mira tener el mismo acto con los otros dos estudiantes en la sala, y posteriormente ella también se sienta a su lado con un puchero que se le antoja besar, de no ser porque no está nada animada para aquello.

–¿Tu abuela no volvió a comunicarse contigo? – por la sacudida de cabeza de la más alta, libera una exhalación tendida –. No te preocupes, tal vez se deba a la tormenta.

Lisa no contiene una risita queda por la ocurrencia.

–No es como una llamada telefónica, unnie.

–No imaginaba que fuera posible esa clase de comunicación mediante la magia – el de mechas claras opina para aligerar la preocupación de su amiga–. Aunque, bueno, hace un día no creía que existieran las brujas...

–Soy hechicera, no una bruja, Gyu. 

–Somos nuevos en esto, no nos culpes – Tae defiende dándole una caricia a la rodilla de su futuro -nuevamente- novio, pero se le termina por escapar una mueca preocupada –. Yeonjun hyung tampoco ha llamado.

–No me pareció prudente dejarlo con un grupo de extraños a su suerte.

–No había opción viable, y de no ser por esta urgencia, no lo habría permitido.

–Sigo diciendo que podríamos llamar a mi madre... – Beom opina.

–Soobin no le hará caso a nadie que no sea a Yeonjun en persona. No lo han visto, desde que se fueron está desubicado, destrozado... – la ojos verdes sorbe de su taza, la incertidumbre haciendo que insistentemente golpee con sus uñas largas la cerámica –. Ahora no sólo me angustian los idiotas Chois, sino también mi abuela. Nunca había compartido una línea de comunicación a distancia, leí de ello en el libro de hechizos pero nunca lo emplee, y sé que requiere de mucha energía. Ni siquiera entiendo cómo pude responderle... ¿Qué tal si está mal por haberlo usado?

–No hay forma de saberlo por los momentos – Kim acomoda cariñosamente los cabellos rubios de la chica, colocando estos detrás de la oreja. Es angustiante no tener noticias de nadie, y más el ver a su novia tan consternada, sin poder hacer más –. Ya aparecerán todos, hay que ser pacientes y positivos.

Todos comparten miradas inquietas, era cierto que estaban maniatados y sin muchas opciones. Ninguno de los Choi atiende tampoco el teléfono, era un despropósito seguirles llamando, pero no se rendirían de intentar más tarde, hasta que alguno apareciera, con suerte, teniendo buenas noticias.

–¿Creen que Yeonjun hyung ya esté en Daegu?

–Son casi cuatro horas, pero dudo que con este clima lleguen tan rápido. Estimo que tardarán unas cinco horas, quien sabe.

–Me prometió llamar apenas llegara a Daegu, supongo que no lo ha hecho todavía.

Los jóvenes suspiran en conjunto, la impaciencia les estaba matando, ni siquiera se dignaron a hacer alguna celebración por año nuevo, pues que la señora Choi esté enferma en su habitación, la bisabuela de Lalisa está desaparecida y sus amigos en una pésima situación atípica. ¿Quién vería prudente celebrar en ese estado? ¿Qué celebrarían, en todo caso? Echaban de menos los buenos tiempos.

–¿Qué estarán haciendo Yeon y Soo ahora? – masculla Taehyun. Beomgyu se recuesta en su hombro con pesar.

Lisa comenta por el vacío:

–Espero que Yeonjun esté más calmado que nosotros aquí, al menos mejor que como lo he dejado en la estación.

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–Mami está... ¿Enfermó? Pero si ella come muchas frutas y vegetales, se cepilla los dientes y no ingiere demasiados dulces frunce su entrecejo con confusión. ¿Se mojó con la lluvia o algo?

Nayeon siente el alma echa pedacitos ante el inocente niño de orbes negros cuan el carbón y la noche. Se agacha frente a él y le toma de sus pequeños hombros, la piel en sus manos está reseca como producto de tanto oficio,  con algunos cortes desentonan con las finas telas en las prendas costosas del menor, pero eso poco les ha importado a ambos en todos esos años; de hecho, al infante le fascinan sus cariños y dice que sus manos son suaves al tacto, con todo y sus heridas.

Su voz es suave pero triste al informarle la terrible verdad:

–Binnie, su enfermedad no es estomacal o algo tan sencillo como un resfriado. 

–¿Entonces? No entiendo.

–Es muy complicado de explicar...

–Tengo diez años, no soy un pequeño niño ignorante retrocede con mentón en alto y pecho inflado, su actitud imponente a pesar de tener apenas sus diez años recién cumplidos . Quiero verla, ahora mismo.

De acuerdo, pero sólo por un rato. Ella debe descansar apropiadamente y sin interrupciones, querido desiste con un suspiro largo, incorporándose sobre sus pies y extendiendo su mano para que fuese tomada, la cuestión es que el niño era obstinado y ya estaba encabezando la marcha a la recamara de su madre, por lo que su palma quedó extendida. Va detrás del pequeño, con los nervios alborotados. Al abrir la puerta y dejarle pasar, éste no corre con su madre, manteniendo sus modales y buen porte ante ella,  a la espera de que sea la mujer quien le concediera la entrada. La de largo cabello negro la observa, no tiene de otra más que darle una reverencia apenada –. No pude contenerlo, disculpeme usted, señora.

Jieun sonríe ladina y le da un gesto para apaciguar a la de moño pulcramente recogido, la misma se despide para dejarlos a solas cuando ontiene su aprobación. A pesar de su debilidad, recibe con brazos abiertos a su pequeño, prestándole finalmente la atención que requiere.

–Mi cielo, ven aquí.

Soobin no rechista al acatar el pedido y correr hasta la gran cama de su madre, arrodillándose en el colchón a su lado para sujetar sus femeninas y delicadas manos con un mohín preocupado. Había estado días fijándose en que ella no lucia sana, y cuando los doctores llegaron y pasaron toda la mañana en su habitación, tuvo una profunda angustia en su pecho, una que no cede a pesar de la encantadora sonrisa que le es regalada por su progenitora, porque ve el agotamiento en su expresión.

–Noona Nayeon dice que estás enferma y no quiere contarme lo que padeces. Cree que soy pequeño, pero no es así.

–Eres un niño grande, ¿Verdad? – enternecida, acunando una de las regordetas mejillas del de tez blanca – De ese modo, debes entender que mamá te adora mucho.

–Sí, lo sé, pero... – muerde sus labios con nerviosismo, recostándose en la caricia para intentar aliviar su preocupación – Mamá, ¿Qué tienes?

–Lo que padezco no se quita con un simple remedio más, querido  aclara tras cavilarlo unos segundos, no deseando poner peso en su hijo con cuestiones tan complejas y dolorosas como aquellas. Le duele profundamente en el alma tener que hacerlo afrontar una situación así de precaria –. Chae no te lo ha esclarecido porque, a pesar de ser un niño grande, hay cosas que hasta a los adultos se nos dificulta aclarar.

–Pero... ¿E-es muy malo acaso? – se espabila, más alterado mientras mira suplicante a la pálida mujer – Yo no quiero que te suceda nada malo, mamá.

–No lo hará, porque te tengo a ti para cuidarme, como a nuestro angelito, ¿Recuerdas?  le arrulla con ternura, el objeto mencionado estaba en la primera planta de la mansión, pero ambos saben de cuál se trata al ser un objeto tan importante y valioso para ellos; pasó entre generaciones, y el valor sentimental de familia, unión y amor, también prevaleció. Con todo y sus atenciones para con el infante, lo siente asustado en sus brazos, por lo que da un beso en su frente y, débil ante su instinto maternal, asegura lo que ni siquiera sabe: – Para la siguiente navidad te prometo estar mucho mejor.

Jieun cometió el error de ilusionarlo cuando, desde aquella fecha, su estado fue decayendo sin remedio alguno. Ni el dinero de su marido, ni los cientos de doctores y exámenes médicos, o todo el amor de las personas que la rodeaban, fueron suficientes para curar lo que en esos tiempos era incurable. Su cuerpo estaba padeciendo los efectos de la enfermedad, se volvió mortal en cierto punto y quedó desahuciada.

Ya estaba resignada a su destino, sin embargo, su esposo no pudo hacerlo, sólo se convirtió en un ser irracional  por no saber lidiar con su futura partida... Oh, y su pequeño Binnie, no tenía mínimo conocimientos de nada, era ajeno a que la vida de su madre estaba escapándose lentamente, y que pronto estaría solo junto a Nayeon y su progenitor, en una enorme mansión que poco a poco se tragaba las épocas de felicidad.

A ella se le partía el corazón de sólo imaginarlo, la agonía constante de la que su alma se embargaba se debe al desasosiego por Soobin, aterrada de lo que sería de él, el cómo crecería sin ella, pues no quería que el niño sufriese demasiado y se convirtiera en alguien como Sejin, su esposo, tan frívolo e indolente con el paso de la vida, una persona que dejó de ser el mismo hombre al que tanto amó... Mismo al que seguirá amando a pesar de todo aquello.

Fue en la navidad siguiente que, todo lo contrario a lo que prometió a su hijo, su estado se tornó moribundo. Lo retrasaron lo máximo posible, se ocultó de su pequeño hijo durante sus peores momentos, el dolor de la enfermedad y los malestares eran intolerables a tal punto, y supo que ya no poseía más oportunidad para enfrentar lo ya no postergable. 

Soobin se asustó cuando le llamaron con ojos llorosos para que acudiese a un encuentro con su madre, corrió sin refreno, sin importar que aquello fuera un pase directo a los regaños furibundos de su padre o de sus maestros, sólo quería llegar con Jieun.

Una vez llega con sus pulmones agitados ante la falta de aire por su carrera, se acerca a la cama de esta, aterrado de verla tan vulnerable, como jamás vio a aquel cuerpo sano, el cual con el transcurso de las estaciones se fue deteriorando cuan una flor marchita; aún así, ella le es el ser más precioso que ha visto en sus once años de vida, pero le duele mucho que luzca tan sufrida.

M-mami... Seré un niño bueno, pero d-debes mejorarte – no le interesó ser un niño llorón, se aferró a la contraria mientras temblaba entre sollozos –. Prometiste que e-estarías mejor para esta navidad. No s-soy lo suficientemente grande para estar sin ti, m-mamá.

–Mi amor... la pelinegra reprime su propio llanto, le dolía mucho el pecho y apenas puede retener el oxígeno con dificultad, pero ver a su hijo en aquel estado le causaba más pesar – Lo lamento, sé que estás sufriendo por mi culpa.

Puedo sufrir por los dos, pero no quiero que tú lo hagas, mami. 

–Oh, bebé... Eres el niño grande más valiente del mundo.

Binnie cierra sus ojitos y, recostado junto a Jieun, niega al instante, aspirando su bonito aroma a vainilla mientras estuviese presente.

–No sin ti.

–Conmigo o sin mi, lo eres. No importa dónde yo esté, siempre te voy a acompañar, ¿Sí, Soobinssi? Jieun toma la fuerza para acunar su rostro y verlo a los ojos con suplica, llorando ella misma en lo que limpia las otras mejillas esponjosas, igualmente repletas de lágrimas que le quiebran por dentro, más que cualquier enfermedad  P-prométeme que no te volverás como el resto, no como tu padre ni nadie más, no vayas a dejar de ser tú, mi tesoro.

–P-pero no hables como si te despidieras, mamá ruega con voz rota, no le gustaba en lo absoluto verla llorar, menos cuando está en un estado tan frágil. 

–Si me tienes aquí, yo seré como nuestro angelito. Mami te ama, siempre lo hará, aquí o donde esté pone un dedo sobre el pecho de su hijo, arrullándolo dulcemente cuando éste se lanza a ella por segunda vez, sollozando y mojando su bata. Con tono quebrado, susurra en su cabecita con mismos cabellos oscuros que los suyos: . Amar es una palabra eterna y muy grande, Binnie, nunca lo olvides, porque así nunca me iré de tu lado. 

–También te amo, mami.

Soobin deseó que aquella sentencia hubiese sido suficiente para que los ángeles se apiadaran de ellos y no se llevaran a su lado a Jieun, sin embargo, de su memoria jamás removerá la imagen de los últimos minutos que estuvieron juntos, esos en donde ella respiró y murió en un cálido abrazo que se tornó tan helado como su piel al caer en manos de tan terrible enfermedad.

No detuvo su llanto, su garganta dolió debido a sus gritos y ruegos, pero no lastimaba tanto como su pecho ante la perdida de la mujer que le dio la vida y le enseñó a vivirla durante tan corto tiempo, y con el transcurso de los días posteriores a su funeral, todo fue empeorando. El pesar no aminoró, sino que se volvió una cicatriz más grande que cualquiera de las que portaba en su cuerpo, la carga pesaba más, y todo se volvió negro en él, al punto de dejarlo transformado en el ser el cual su madre precisamente no quería que fuera.

Ahora mismo estaba en la habitación de Jieun, pues fue lo primero que visitó apenas regresó a la mansión después de su expedición del día, inútilmente queriendo percibir su aroma y presencia en el espacio. De pequeño solía adentrarse y olfatear el perfume, sus ropas, toallas y sábanas, todo quedó intacto y nada fue extraído de la recamara, parecía un museo porque su padre de ese modo lo ordenó. Él ni siquiera regresó a los aposentos, cambió a otra alcoba y aquella era más que un recuerdo paralizado en aquel último instante devastador. Incluso el hombre se enfurecía como una bestia cuando alguien se adentraba al dominio, y él debía de esconderse o escabullirse para hacerlo, valía la pena porque se sentía más a salvo y cerca de su difunta madre cuando entraba.

Esa tradición se perdió con el transcurso de las estaciones, dejó de colarse en la recámara porque cada vez dolía más, en vez de ser al contrario.

En esos instantes Soobin era como ese infante refugiado entre las sabanas, abrazado a las almohadas, pero la diferencia es que ya no lloraba, y a pesar de que toda la vida le lastimaría tal suceso lamentable, ahora no era como antes. Perfectamente es consciente de que todo se acredita a su la ayuda y aparición de su hyung, quien amortigüó el malestar aunque se volviese el suyo también, curando las heridas y regresándolo a la vida de aquella oscuridad... Tristemente, trajo con ello unas cicatrices distintas, unas que ahora su corazón padecía como una enfermedad, y él se iría con todo esa misma noche, tal y como su madre una vez de diciembre...

–Lo hubieses adorado, madre... La sonrisa de ustedes es la cosa más sublime y hermosa que he tenido el honor de apreciar en esta vida – expresa a la nada, sonriendo con labios sellados ante los recuerdos –. Cuando esté contigo donde estás, te voy a contar todo sobre Yeonjunnie.

Y se volverían en sus ángeles, sin dudarlo, porque si su nueva misión es cuidar de Yeonjun a lo lejos, lo haría. Lo amaría en ese y en todos los planos, por haber sido su salvavidas cuando se ahogaba.

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–¿Ya estás mejor?

–Sí, lo estoy. Gracias, Namjoonie.

–No vuelvas a repetirlo – el más moreno se cerciora de que la pelirroja no esté mintiendo al asentir, y con cuidado toma asiento en el colchón de su cama, el peso hunde el edredón –. Soobin ya está en la mansión, se quedó en el cuarto de su madre.

–No le pierdas pista, hay que asegurarnos de que esté a salvo hasta que Yeonjun llegue – muerde su labio por inercia, aún consternada –. Se está tardando, tiene oportunidad hasta las doce.

–No ha sido sencillo salir de la ciudad con la tempestad, en todos lados lo dicen. Ha sido valiente de su parte arriesgarse – opina con suavidad –. Solamente alguien que ama y es muy noble puede hacer tal acto.

Irene sonríe, concordando con la descripción.

–Sólo un ángel tan encantador puede salvar a las doce campanadas de medianoche... O eso espero que logre, Joonie.

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El estrés aumenta con estos episodios ajsnsxks perdón.

Jieun me duele, pero tenía que hacerlo TT Es una situación que marcó mucho a Soobin, ahora ven el motivo. La decidí colocar en el fic como su madre porque Beom y Soo son muy fans de ella (IU), y yo igual adoro sus canciones ❤

¿Creen que Yeonjun llegue a tiempo a la mansión? 

¿Les están gustando los recuerdos de Soobin en su infancia? Le dan un poco más de trasfondo ;;

Estas canciones de en estar en la playlist del fic, sí o sí:

https://youtu.be/LJ8iFOP8JF4

https://youtu.be/mHSmuR5NILM

¡Voten y comenten! 💖

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