[2:Beast]


–¿Seguro de que no tienes ganas de venir conmigo? Adoras ir a los bolos.

–Tengo mucha tarea pendiente y un proyecto para el miércoles, no puedo ir.

–Hyung, no es sano que te quedes encerrado aquí pensando solamente en la universidad. Estoy seguro de que ya acabaste tus pendientes y sólo te queda el proyecto – Taehyun camina hasta el mayor y revuelve su cabello con ligera gracia –. ¿No es una excusa para no ver a Kai?

–No seas molesto, Kang – gruñe apartando la mano opuesta, inevitablemente con cierto calor en sus mejillas –. No tengo motivos para evitar a Kai y su novio.

–Acabas de hablar demasiado y ya con eso tengo las respuestas que necesito.

–Piensa lo que quieras, yo me quedaré aquí a preparar mi proyecto y luego llamaré a Beom.

Tae se endereza y emite una tos falsa en su andar hasta la puerta, colocando sus zapatos para posteriormente tomar su chaqueta y llaves.

–Eh, claro, como quieras. Tú... Dile hola de mi parte.

Yeon sonríe con diversión, viendo cómo su amigo huye antes de poder sacarle el tema en cara. Solo en el departamento escapa un suspiro tendido, dejándose caer en el sofá y viendo al techo con la mente divagando en la bruma.

La verdad es que, como dijo el pelirrojo, no tenía ninguna tarea pendiente, incluso el dichoso proyecto estaba adelantado, mas no tenía cabeza para salir ahora, y no sólo porque no le apetece ver a su ex con su nuevo novio. No, el asunto era tan alocado y delicado como tener a un chico que vive en un espejo encerrado en su mochila desde anoche.

No volvió a sacarlo, por lo que la presencia física del azabache no era posible, ni siquiera sabe si otros aparte de él sean capaces de verle, pero no quería lidiar con tener que contarle a sus dos más cercanos amigos para evitar que estos le sugirieran encarecidamente que visite con urgencia a un psiquiatra. 

Volviendo a cavilarlo, ¿Cómo les explica a Beomgyu y a Taehyun que tiene a un chico con más de ciento doce años metido en el espejo de su mochila?

Ni él mismo se cree tal disparate.

Además, estaba muy nervioso últimamente por las cartas amenazante y nada amistosas que ha recibido, sin mencionar que se siente asechado constantemente. Conoce el motivo, puesto que su padre lo único que le heredó fue un puñado de lunáticos corpulentos y peligrosos que buscan cobrar sus deudas por ser un borracho obsesivo al juego de azar y tener una mala cabeza.

–Que gran sábado, Choi – musita de malas para sí mismo, recordando y extrañando cuando todo era sencillo en su niñez, siendo inocente e ignorante. Todo hasta que su vida al inicio de la pubertad comenzó a irse en picada y ahora tiene aproximadamente cien problemas encima, y la cuenta va en aumento aparentemente  –. Como sea, no me quedaré hablando solo conmigo mismo.

Se levanta para concluir los detalles finales del proyecto, simplemente le quedaba repasar su discurso el martes y ya todo estaba resuelto en dicha evaluación. A las tres decidió darse una ducha y vestirse casual, resoplando desganado cuando chequeó su cuerpo, había dejado de ir al gimnasio hace tres meses y ya no estaba tan en forma como antes, sin contar que no veía gracia alguna en él o algún atractivo relevante, y menos cuando divisa las pequeñas marcas ya cicatrizadas en su piel que rememoran sus épocas más oscuras. 

Sí, Yeonjun no tenía la mejor autoestima ni amor propio, por más que otros le dijeran que era apuesto, no se siente más que alguien ordinario y sin brillo. Tampoco es malo ser ordinario, tampoco era un malagradecido con la vida, porque hay personas que ni siquiera pueden caminar o cosas peores, era lo que siempre se recordaba en su adentros.

Para detener el tren de pensamientos destructivos y su auto padecimiento, opta por emprender una visita a casa de su persona favorita, quien nunca falla en sacarle un sonrisa o carcajada sincera desde el pecho, agregando que su presencia le conforta gratamente.

–Estoy mucho mejor, mamá es muy buena cuidándome – al oír el carraspeo demandante del mayor, ríe un poco –. Y tú igual, hyung.

–Me alegro mucho, y por eso voy a visitarte un rato. Espérame listo y no en calzoncillos, querido.

El dongsaeng cancela al segundo:

–No, no, estoy bien. De hecho, voy a jugar videojuegos con Lisa esta tarde.

La mención de la chica le hace rodar los ojos por reflejo.

–No sé cómo la toleras.

–Es más graciosa que Jisoo, te lo aseguro.

–Claro, sigue alucinando con tus secuelas de resfriado, Beomgyu. 

–Ja, ja, que cómico eres. Mejor ve a divertirte o algo por el estilo, estoy bien.

Yeonjun pausa su andar relamiendo sus labios y asintiendo a pesar de que no tiene enfrente al pelinegro. No posee ganas para quedarse solo en el departamento pensando tantas cosas, no con ese espejo, no con la mala sensación en su estómago, pero es que ni tenía a nadie con quien salir ni ningún plan llamativo. Estaba seguro de que Jisoo -que era su otra amiga más cercana, de hecho, era la mejor- tenía planes con sus amigas justo hoy.

Entonces decide seguir sin compañía, ya estaba acostumbrado a sí mismo, ¿Qué más daba? 

Continua su caminata por el vecindario y luego visita la tienda de música del centro comercial más cercano a su calle tras tomar un bus, va a unas tiendas de ropa a ver cosas costosas que no puede comprar pero aprovecha de probarse - y sacar algunas selcas a escondidas, ocultando las etiquetas, claramente-, para terminar viendo a unos chicos bailando en el parque, sonriendo melancólico al recordar cuando él tenía mayor confianza en su persona y hacía lo mismo en las plazas de Seúl.

Decide regresar cuando oscurece yendo por unos caramelos a la tienda de convivencia y va directo a su edificio, caminando con sus audífonos y sujetando sus mochila, tratando de no tener presente que hay cierto objeto ahí dentro. Llevó consigo el espejo porque quizás se quita un poco de ese peso moral por no dejar salir al azabache insufrible. Piensa que algo de aire le entrará por ahí, ¿No?

De pronto oye unos cuantos pasos a sus espaldas cuando la música se cortó anunciando que la playlist terminó, y un frío le recorre por su espina dorsal cuando voltea y divisa a los sujetos que continuamente le perseguían desde el mes anterior. Traga en seco y actúa como si nada, buscando irse por dónde transita más gente, pero a esas horas todos están en otro sitio al ser un vecindario pequeño, las calles de esa zona no eran las más seguras, y cada vez experimenta más miedo cuando los tipos aumentan el paso. 

Yeonjun oye su respiración agitada y no sabe cuándo empieza a trotar apresurado, chocando con unos cuantos en pequeñas disculpas, buscando donde entrar o conseguir a un oficial que le auxilie, pero talparece que su mala suerte estaba bastante presente, como sus latidos desbocados. Cuando está por ir a una tienda de revistas, uno de los sujetos le agarra del brazo con brusquedad y una mirada amenazante, algo frío en su costado le advierte de ir al callejón de la derecha. No le queda mas que obedecer, rápidamente armando una maniobra que lo salve de tres tipos grandes -en sus plenos treinta y tantos, quizás-, con un arma blanca que le roza las costillas.

Lo empujan entre risas despectivas y gruñidos intimidantes al callejón. Uno de ellos se marcha a vigilar y los otros dos se quedan con él para aterrarlo, sonriendo con malicia y sorna pura.

–Bien, niño bonito... Ya que no hemos recibido respuesta a nuestras amenazas y cartas, nuestro jefe ha decidido darte un pequeño susto.

–L-les dije que estaba reuniendo el dinero. 

–Pero nosotros no podemos esperar más. Tu padre era un sucio perro que nos robó demasiado con sus préstamos y putos disparates.

Jun no tuvo tiempo de apelar cuando un puño en su abdomen le doblega el cuerpo, robándole todo el aire mientras otro es estampado en su espalda dolorosamente, haciendo que caiga de rodillas con un siseo quejumbroso. Sus manos tiemblan y su corazón late acelerado oyendo las carcajadas de fondo.

Está en un laberinto sin salida.

–Eres tan débil como él, muchacho.

–Deberíamos cobrarte con tu lindo cuerpo, pero también queremos el dinero.

–¿Por qué no tomar ambos, Lay?

–Buena idea, Wonho.

Retrocede asustado, trata de huir a rastras pero es lanzado al suelo violentamente, sus manos raspan en el sucio pavimento y sus rodillas golpean duro con la seca caída que truena sus huesos. Su mochila cae a un costado,  quiere agarrarla de prisa para buscar el gas pimienta o algo que le socorra inútilmente, sin embargo es pateada y su palma pisada, haciendo que suelte un alarido en lo que algunas cosas salen del bolso para dispersarse. Los tipos le agarran y abofetean dos veces, arrinconándolo para sacar su chaqueta a pesar de sus gritos, sus mejillas arden y queman ante el violento arrebato. 

–¡A-auxilio! ¡Ayúdenme!

–Nadie va a oírte, nadie va a venir. 

–Que patético maricón eres, Choi.

Las lágrimas bajan por su cara y su garganta arde, siente frío cuando comienzan a arrancarle la camisa, pero cuando cierra los ojos, el peso de uno de los tipos se desvanece, escucha golpes, una aparente pelea, y cuando enfoca la vista queda perplejo ante la escena: 

El chico vanidoso del espejo estaba peleando con uno de ellos, luego con el otro que lo suelta por ordenes del primero y se va a ayudar, todo ocurre de una manera que no comprende; porque los hombres eran fuertes, pero el joven parece lidiar bien con ellos, es hasta más alto y es algo que le da ventaja. Yeon no se queda atrás, saliendo de su shock para golpear con una vara metálica, que divisa cerca de la basura, al tal Wonho que trataba de ir contra el muchacho que le auxiliaba. El hombre cae con un gruñido al suelo debido a su ataque, y el recién aparecido pelinegro aprovecha para agarrarlo de la mano y tomar la mochila -con su brazo libre tras guardar el espejo-, corriendo junto al rubio a la salida del callejón para evitar que los sujetos se recuperen. Al parecer el que vigilaba había desaparecido, porque no existe rastro alguno de este, para su buena suerte.

Corren sin importar a quien chocan, o lo agitado de sus respiraciones ni los golpes que recibieron, la adrenalina les invade en plena huida, examinando a cada ciertos segundos para corroborar que nadie les persigue. Yeonjun se acomoda como le es posible los botones de su camisa, Soobin en ello le jala con insistencia.

–Tenemos que ir a tu casa, ahora.

–P-pero me van a seguir, conocen mis datos. Ahora que los atacamos van a venir por mi – Yeonjun estaba temblando, temeroso al dar miradas a su espalda y pensar las consecuencias de lo que han hecho –. N-no me van a dejar tranquilo con esto.

–Entonces vamos con las autoridades – gruñe de mala gana.

–¡No van a hacer nada, no sirven! Ya puse denuncias y no cesan los ataques.

–¡Algo hay que hacer, tonto! – Soobin le mira con exasperación, pero por el estado del rubio decide tomar una inhalación y peinar su cabello hacia con su mano libre al haberse detenido brevemente para descansar –. Bien, vienes conmigo a la mansión.

–¿Qué? No, no puedo ir ahí – sacude su cabeza repetidas veces, sus orbes abiertos en demasía –. No me gusta ese sitio.

–¿Tienes una mejor idea? Si conocen tu dirección de seguro están informados de todos los que son cercanos a ti y sus ubicaciones. Mi mansión es el sitio más idóneo ahora mismo, te agrade o no.

Odiaba admitir que tenía lógica, le pide que entren a una tienda por los momentos para evitar estar expuestos, hasta que decide resignado tomar un taxi rápidamente y partir con el ojos negros al punto acordado. No pasa desaparecido que el alto estaba perdido escaneando el vehículo como hizo con el examinar minucioso de la tienda, como si fuera primera vez en su vida que apreciaba tales cosas; entonces recuerda que, literalmente, el otro vivió en más de un siglo atrás, por lo que si era su primera ocasión ante tanto avance.

Todo estaba siendo una locura y no tenía tiempo ni de procesarlo siquiera.

[][][]


La mansión está tal como la dejaron la noche anterior, apenas entran el aire que les da la bienvenida es helado a pesar de que están ahí resguardados por la estructura sólida, y el más bajo debe abrazarse a sí mismo a consecuencia de la perdida de su chaqueta en el altercado que vivió una hora atrás. El chico azabache se va directamente a la sala central para lanzar descuidadamente el bolso al haber extraído lo único de relevancia para él, examinando minuciosamente así el objeto.

–Casi se rompe el espejo, ¿Tienes que ser tan torpe?

–¿Disculpa? No sé si te fijaste en el lío que estaba, no tuve tiempo de pensar en tu estúpido espejo.

Soobin entorna los orbes por la indignación en el contrario.

–Deberías de agradecerme por salvarte y no estarte quejando. Soy tu héroe, reconócelo.

Yeonjun niega ofendido e incrédulo por sus acciones.

–Puede que estés pensando que soy débil, pero no fue nada fácil tener a dos asquerosos hombres mucho mayores y fuertes que yo amenazándome. Grité y nadie me hizo caso.

–Tienes suerte que tomara diversas clases con actividad física y pude defenderte – vuelve a enfatizar con superioridad y petulancia –. Es una prueba de lo útil que soy estando fuera y no dentro de un insípido bolso.

–Tal vez me agradas más ahí dentro – le arrebata el artefacto con agilidad y lo voltea sin ganas de continuar la disputa, el alto lo va a detener, y es sorprendido cuando precisamente logra hacerlo. Ambos se observan entre parpadeos, y por más que el rubio vuelve a ocultar la parte del cristal, el contrario sigue frente a él – Wow, wow, ¿Por qué demonios no regresas al espejo como antes?

–No lo sé, nunca había ocurrido – confiesa con mismo desasosiego, cierta emoción crece en su interior, irrefrenable. Prefiero no cavilar demasiado para no denotar su ilusión, sin ceder a su postura estirada –. En fin, pasarás la noche aquí, y no coloques esa ridícula expresión. Tú mismo me comentaste que estás siendo vigilado por esos maleantes, irán a tu hogar primero que a cualquier lugar.

Jun de pronto entra en pánico al recordar algo que le arrebata su comentario, mordiendo su labio y caminando de un lado a otro con inquietud.

–Joder, n-no puedo estar aquí así. Debo avisarle a Taehyun o podrían hacerle algo. Es mi compañero de piso, un amigo – agrega lo último con rapidez ante la ceja enarcada del opuesto, buscando velozmente su celular en su bolsillo y marcando el número del pelirrojo bajo la curiosa mirada oscura. Tarda unos cuatro toques para atender, y escapa un suspiro de alivio –. Tae, hola.

–¡Hyung! ¿Está todo bien? – inquiere con genuina duda– En un rato iba a casa y me extrañó que no respondieras mis mensajes.

–¡No! – hasta él mismo se sobresalta por su grito, masculla masajeando su puente – E-es decir, no vayas a casa, ni te acerques por allá. 

–¿Por qué no? No me digas que tienes invitados, pervertido.

–Mira, yo no iré esta noche, y no es buena idea que tú lo hagas – cierra sus ojos porque comenzaba a sentir un dolor de cabeza punzante –. Te lo explicaré el lunes, pero no regreses hasta que te diga, ¿Sí? Quédate con Kai o Beomgyu.

–...Bien, lo haré. Pero me estás asustando un poco – expresa preocupado, dejando sus bromas al notar la seriedad de su amigo – ¿Estas bien? ¿Dónde vas a quedarte tú?

–Yo, eh, estaré con alguien que me ofreció hospedaje. Estoy bien, tranquilo – comenta otras cosas antes de colgar, terminando su conversación tras una despedida corta donde le asegura nuevamente al pelirrojo que estaba bien, aunque fuese mentira. Al girarse hacia el otro no evita ponerse medio a la defensiva –. ¿Que?

–Te comunicaste por ese artefacto portátil. La última vez que salí se usaban los teléfonos de cable – se obliga a salir de su asombro y carraspea, enderezando su postura –. Hiciste bien en advertirle, pero debes tener en cuenta que tampoco saldrás de aquí el lunes.

–¿Cómo que no? No me quedaré encerrado.

–Seguirás en peligro de no hacerlo. 

El rubio eleva una ceja con inseguridad.

–¿Te preocupa?

Con un encogimiento, responde el pálido:

–Claro, si eres quien me sacó del espejo no puede sucederte nada o yo volveré con otra oportunidad desperdiciada.

–Disculpe, su majestad, ¿Entonces pretende que me quede aquí teniendo universidad? Salgo de vacaciones el viernes, debo asistir hasta entonces – responde con irritación por los continuos comentarios insufribles –. Igual van a verme y seguirme, no tiene caso.

–Aquí no te harán nada, y yo iré contigo a la universidad o adonde vayas – insiste con seriedad, sin tacto alguno –. Entiende, no dejaré que te hagan nada o yo saldré perjudicado. ¿Tienes poca capacidad de comprensión?

–No hay necesidad de ser tan odioso – dice entre dientes, apretando sus puños –. ¿Y después qué? Tengo dos años reuniendo el dinero que piden y no van a dejarlo así. Todavía me quedan ocho meses o tal vez más para terminar de juntar todo el monto. Ellos lo quieren ya, si me quedo el jodido mes que necesitas no significa que las cosas cambien en nada. La deuda seguirá y yo habré perdido tiempo de haber conseguido obtener el dinero para...

–Ese no es mi problema. Te ofrezco mi ayuda por ahora, es todo – le corta con su mano en alto para hacerlo callar, pausando un segundo para añadir con socarronería: –, y si eres inteligente sabrás aprovechar el mes como yo lo imponga. 

Yeonjun no logra creer que exista alguien tan egoísta y cruel, se siente burlado y asqueado ante semejante mal comportamiento, pero muy a su pesar el chico tenía razón. No posee más opción que acceder por ahora, así que simplemente le pide que le indique su habitación y va detrás del dueño cuando este le encamina por el piso de arriba. En otro momento habría quedado maravillado con la obra arquitectónica y el diseño de todo, pero ahora sólo desea acostarse y atragantarse con los dulces que compró temprano, su cuerpo dolía por los golpes de los cuales ahora sí es consciente por no estar corriendo ni discutiendo con el que tiene enfrente.

La recamara es abierta y mostrada por parte del heredero, se adentran con un vistazo lascivo, más por parte del desinteresado y acostumbrado alto.

–¿No hay sabanas extras y artículos de higiene?

–En el armario, pero he de advertir que tienen una gran cantidad de tiempo ahí.

Resopla por lo bajo, sin energía. 

–Genial...

Titubea un poco antes de cuestionar:

–¿Te sientes muy adolorido?

–¿Por qué?

–Pregunto para que luego no te quejes de mi discordialidad. 

–Oh, estoy fantástico ¿Y tú? No quiero ser descortés con su alteza – responde con deje de burla e ironía, hasta que se cruza con el golpe en el pómulo del más fornido. Al fijarse que este portaba igual un ligero corte en su labio y que sus finas ropas terminaron sucias le invade una punzada de culpa. Por reflejo estira su mano para tocar levemente su mejilla, sólo que el muchacho se aparta con un siseo entre dientes que le hace torcer el gesto –. Lo siento, puedo...

–No necesito nada – acorta con recelo, el toque anterior le había causado otro efecto desconocido aparte de la incomoda molestia por el golpe, y aquello le inquieta levemente, por lo que se mantiene alejado del contrario –. Querías tu habitación y ya te la di. Dejémoslo así.

–Hey, tampoco me trates así. Intentaba ser amable.

–Por tu culpa recibí esta paliza, no es para menos mi actuar contigo. Con todo esto que causaste no saldrás de aquí, es en serio.

–No puedes hacer eso.

Soo le observa de manera retadora.

–Soy el dueño de esta mansión, son mis reglas.

Jun contrae su entrecejo, ni siquiera controla su impulso ante lo primero que se le cruza por tan odiosa contestación:

–Eres una bestia. No tienes que ser un animal o tener ninguna cicatriz, eres horrible.

Aquello da directo en el ego y memorias del azabache, quien de inmediato ensombrece su expresión. Va entonces hasta la puerta, sacando la llave que estaba en el cajón de la mesa de noche y viendo fríamente al rubio, sin pizca de remordimiento.

–Si es lo que piensas, te mostraré que tan bestia puedo ser.

El estudiante se alerta con sus orbes al tope.

–No, no, ¡Espera! – corre en vano cuando la madera golpea y detecta el sonido del picaporte cerrándose, sus golpes sobre la superficie y el girar desesperado de la perilla son inútiles, pero continúa gritando furioso: – ¡Idiota, abre la puerta! ¡Esto es injusto! ¡Eres una mierda, ábreme la estúpida puerta!

Soobin del otro lado se pierde por el pasillo sin interés alguno, ignorando los gritos y blasfemando otra vez a la bruja que le otorgó tan inoportuna y tediosa maldición. 

Pero si ella, su nuevo huésped y el resto del mundo lo miran como una bestia, él lo sería sin ningún problema. 

–Te digo que no me ha dado explicación sobre nada. Solamente me pidió quedarme contigo o Beomgyu porque ni él ni yo podemos estar en el departamento hasta que me lo indique – repite limpiando su boca con la servilleta después de tragar el pedazo de pizza en su cavidad –. Lo noté muy raro y me preocupó, pero no me quiso decir dónde o con quién exactamente estaba.

–Es bastante extraño – reafirma con tono ausente, pues estaba consternado con la noticia; él conoce un poco de las deudas familiares que su ex cargaba, y no puede evitar preocuparse al imaginar que algo de ello se relaciona. Sacude lejos el pensar de su mente y da una probada a su bebida en su lugar –. Debe confiar mucho en ese amigo como para quedarse a dormir con él este fin de semana. Hyung no suele tener tantos amigos.

–¿Celoso?

–No, intrigado.

–No negarás que te importa saber de Yeonjun y si se involucra con alguien algún día.

–Él me importa, no lo niego, pero no compares tu situación con la mía.

Tae hace una mueca incomoda.

–¿A qué te refieres?

Kai sonríe lascivo.

–A que a ti sí que te importaría que Beomgyu salga con algún chico, ¿O me equivoco?

El pelirrojo se ahoga con su soda y comienza a toser mientras el menor se ríe maliciosamente, dándole unas palmaditas en la espalda para socorrerlo.

–A la próxima buscaré a alguien más para quedarme en su casa...

–¿Por qué no te fuiste con Beom entonces?

–Yah, no seas tan fastidioso, Huening.

–Es de amigos molestarse un poco – da un guiño antes de revisar su celular, abriendo el mensaje de JungKook –. Si me disculpas, voy a charlar un rato con mi novio. Te toca lavar los platos por ser mi invitado especial.

Taehyun le reprocha en vano, porque el castaño ya estaba perdido en el mundo de Jeon Jungkook, así que no le queda más que liberar el aire dramáticamente y comenzar a asear el área. Durante su actividad, regresa a su mente la idea de cierto pelo largo con alguien más en un futuro, e inevitablemente bufa con malhumor, una punzada en su pecho bastante obstinante.

–Kai idiota...

–Te oí, Hyunnie.

–Ti ii hiinnii.

La carcajada de Hyuka resuena tan dura que el más bajito se contagia sin remedio por el sonido.

[][][]



Yeonjun pasó toda la noche encerrado - como era de esperarse en su desafortunada circunstancia-, y temprano abrió el closet como le indicó el dueño de la mansión para buscar alguna cosa decente de higiene que no le envenene o algo raro por su caducidad, porque tampoco podía salir hasta que al idiota se le antojase. Sin embargo, se asombra de hallar toallas limpias y un cepillo de dientes en su empaque, también hay jabón, desodorante, afeitadoras y crema de afeitar nuevas. Se pregunta si era una posibilidad que en lo que dormía el chico odioso le habría colocado todo eso, aunque descarta la idea porque no escuchó nada y duda que el este sea tan cordial cuando lo mantenía en cautiverio, prácticamente.

Usa lo necesario, se da una ducha para colocarse los mismos jeans de anoche y una camisa un poco holgada que consiguió en el armario, posteriormente sentándose impaciente en el borde de la cómoda cama, detallando fastidiado y ansioso la habitación como hizo la noche anterior. Es bastante amplia y lujosa, como toda la residencia, tiene una decoración anticuada y bastante polvo, tonos azul real con blanco predominan. Había limpiado superficialmente anoche pero seguía temiendo de no encontrarse diversos insectos por ahí.

En un momento que está desprevenido, la puerta se abre y la acción le hace dar un salto para levantarse de prisa, viendo al atractivo rostro carente de emociones dejar una bandeja con el desayuno y saliendo sin darle oportunidad de nada más. Resopla con exasperación y toma el plato para comerse el emparedado, se bebe el jugo y deposita todo en su sitio. Se impacienta cuando transcurre más rato encerrado, y  más tarde se repite el proceso anterior a la hora de almuerzo.

–¿Piensas en serio mantenerme como prisionero aquí, idiota? No sólo necesito comer.

–Es precaución, no está de más. Hay un baño dentro.

–No seas... Agh, ¿Y si se quema la mansión o tengo un infarto?

–He vivido por poco más de un siglo y juro que nunca he conocido a alguien tan dramático.

Yeonjun maldice entre dientes, sentado en el incómodo piso de mármol y pegando la oreja a la madera; por lo que capta, el tonto no se ha marchado.

Tal vez si lo trata un poquito más amable, aunque no lo merezca, logre que le saque de la aburrida habitación.

–¿De dónde sacaste la comida?

Efectivamente, el pelinegro estaba del lado opuesto, sentado en uno de los sillones del pasillo. Se endereza por inercia y aclara la garganta.

–Estaban en la cocina ya, alguien puso cosas nuevas ahí.

–¿Viste las fechas?

–Sería muy contradictorio de mi parte quererte envenenar, por supuesto que las revisé.

El rubio rechista de malas.

–Bien, alguien también dejó cosas nuevas aquí adentro. ¿Tienes idea de quién pudo ser? Dijiste que no había más nadie aquí.

Soobin lo medita mejor, su expresión contrariada.

–No lo sé...

Hay un breve silencio, ninguno aporta nada por unos instantes. Yeonjun examina desde su posición el balcón de la recamara nuevamente, cosa que no sirve porque estaba atascado de tantos años sin abrirse, no cedía el pestillo, y no era sano saltar por la ventana desde un segundo piso tan alto; lo estuvo sopesando toda la noche.

Soobin por su parte juega con las llaves en sus dedos, no era su intención principal encerrar al chico, no obstante, no tuvo opción por miedo a que este se marchase.

A la mente de Yeon llega aquel "Bestia" que le soltó al pelinegro, y si bien se lo ganó por su mal comportamiento, en parte no quiso ser tan ofensivo. No era alguien cruel ni grosero, incluso si la otra persona se lo busca, no le agrada ponerse al mismo nivel porque no iba con su naturaleza.

"Si las bestias atacan cuando se sienten en peligro o tienen una espina en una pata..." 

–No voy a salir corriendo por la puerta apenas me abras, ¿Sabes? No soy tan torpe – decide finalmente, captando la atención del contrario –. Además, me hiciste un favor, y no soy malagradecido. Por más que fuera para tu beneficio, me ayudaste.

–...¿Es una disculpa?

–No, no tengo razones para disculparme.

–¿Ah, no?

Jun gruñe y muerde sus labios por el caprichoso tono del niño odioso. 

–Bien, lo siento por decirte Bestia.

Soo admite que le toma desprevenido, no imaginó que se disculpara con él, y tampoco que sonara tan honesto. Sí, puede ser un truco para hacerlo ceder, pero sinceramente, no quería continuar con aquello.

Oye las llaves y ve la manilla girarse, se levanta con una torpe rapidez para ver la puerta abrirse por tercera ocasión ante él. Unos pares negros le detallan con aburrimiento.

–No me acompañarás a cenar, y al mínimo intento de huida, te quedas aquí. No te quiero de ninguna manera husmeando en todas las alas y habitaciones.

–Que generoso...

Bin le ignora y se marcha por el pasillo, dejando al rubio solo, pero más aliviado. Él también se quita un peso de encima al haberlo dejado libre, porque en la noche no descansó bien por la vocecita que le regañaba por su impulsividad.

"... Una palmadita en la cabeza puede hacer que se tranquilicen un poco."

[][][][]


Irene resopla desde su asiento en la banca, la noche estaba empezando a bajar su temperatura en dadas fechas, lo que le obliga a abrigarse y abrazarse más a su gato ojos esmeralda. El felino ronronea y la observa cuando ella habla:

–Juro que ese sujeto del callejón fue muy fácil de apartar, pero darle más ventaja a Soobin sin que le hicieran un poquito más de daño me costó bastante. ¡Merece un moretón más grande en su presuntuosa cara! – ríe un poquito, acariciando las orejas del animal –. Fue divertido ver a ese chico batallando por sólo darle la comida preparada al lindo rubio de Choi. De no ser porque Nayeon me caía bien, no le habría ayudado en nada y el pobre Yeonjun habría tenido que morir de hambre y cepillarse con los dedos antes que con aquellas cosas anticuadas y caducadas. ¿No crees que hubiese sido gracioso y lamentable, Joonie?

El gato asiente con su cabeza y se restriega del abrigo de su dueña, haciendo que esta sonría apenas.

Las bestias son domesticables, y aunque no lo parezca, pueden convertirse en algo muy dócil y hermoso si la persona indicada las cuida.

[][][][]

También quiero zarandear a Soobin por encerrar a Yeonjun, pero a la vez le doy una palmadita cariñosa por salvarlo en el callejón :(

¿Creen que Kai está celoso o sólo es instinto protector? 

¿Tienen teorías de la vida de Soobin y el motivo de su actuar? En el trailer hay varias pistas uwu 

Voten y comenten 💖


Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top