[19: Bleeding Words]

Durante el viaje estuvo impaciente por llegar con su madre, incluyendo que se fue algo indeciso y preocupado por la actitud de su dongsaeng, como si estuviese cometiendo un error al tomar aquel avión, pero no podría serlo si él le aseguró que todo marchaba bien, no si su progenitora era quien lo necesitaba ahí presente. 

El hechizo se rompió, debe de estar feliz y relajado, sin embargo, hay un mal presentimiento en su interior que no descifra del todo, si es por la salud de su madre o por... No sabe qué.

Los chicos le animaron y distrajeron, fue una idea genial de parte de Soobin - además de una muy generosa- haberles pedido que le acompañaran, puesto que alivianaron su carga emocional y le ayudaron a mantenerse cuerdo hasta ir al hospital; se mortifica mucho cuando se trata de la mujer que le trajo al mundo. Por ende, al llegar al sitio fue directamente con su madre, acababan de hacerle los último exámenes justamente, ella le reclamó por haber venido a pesar de sus insistencias de estar bien sin su visita - aunque claro que la animó en demasía ver a su único hijo y a sus encantadores amigos-, mas desistió al no haber más que hacer que recibirlo con cariño y brazos más que abiertos.

Esperaron y conversaron con su vecina, la señora Park, Yeon le agradeció de estar al pendiente de su madre y por todo lo que hizo por ella. La mujer era muy amable y cordial, por lo que le contestó que no era nada, ella apreciaba a Sooyoung como una hermana y con gusto la acompañaba. 

Esperó sentado hasta que al fin salieron los resultados de los exámenes.

–La señora Choi no salió positiva en ninguna de las pruebas, pero estuvo a punto de contraer una bronquitis por su gripe. Debe guardar reposo, estar tranquila y cumplir con los medicamentos, también comer adecuadamente para subir sus defensas – el doctor sonrió cuando todos soltaron el aire en alivio –. Le recetaré algo y podrá irse a casa.

–Por supuesto, muchas gracias, doctor Lee.

–No hay de qué. Mi esposa les llevará todas las indicaciones y le pondrá un último suero a la señora Choi antes de darla de alta – el hombre llama con una seña a la enfermera que precisamente aparece por recepción, sonriéndole con adoración y posando su palma grande en la mejilla contraria –. Tengo unas cosas que hacer, así que te encargaré esto, cariño.

–Claro que sí, Oppa – la joven de uniforme blanco se ruboriza adorablemente y asiente, viendo a su pareja salir con el buscapersonas pitando. Encara a los otros con jovialidad –. Si gustan pueden acompañarme con la paciente en lo que le coloco el suero indicado.

Yeon acepta con una reverencia y va a participarle la noticia a su madre, por suerte los gastos los cubre su seguro médico, así que no se mortifica con ese tema. Tras un rato, vuelve a dejar un mensaje en el celular de Soobin, pero le extraña que éste no haya respondido aún ninguno de los anteriores, ni siquiera los ha abierto. Se supone que estaría al pendiente, pero no quiere darle tantas vueltas, quizás está ocupado o algo sucedió con su móvil, ¿No?

Apenas todo termina, Jun recoge las cosas, llena las últimas planillas y se despide del personal con puro agradecimiento. Los chicos y su madre se dirigen junto a él al domicilio donde solía vivir anteriormente y ahora sólo habita Sooyoung. La señora Park va a su casa, justo la del frente, y ellos entran a la pequeña y modesta sala de su hogar, sacando sus zapatos en la entrada.

–Te haré algo de comer, los chicos dejaran sus cosas en mi habitación y yo dormiré en el sofá – levanta un dedo para interrumpir al par detrás suyo –. Antes de que se quejen, no aceptaré un no por respuesta. 

Taehyun resopla con cansancio.

–Al menos déjanos cocinar contigo.

Yeonjun concede en mismo tono agotado.

–En eso no los voy a refutar.

Tanto el pelirrojo como el azabache acatan las ordenes y luego esperan a su amigo en la cocina, mientras que éste encamina a su madre hasta su habitación con sumo cuidado. La mujer estaba exhausta y algo mareada por el medicamento para la tos que le provocaba somnolencia, sin mencionar que la noche anterior fue terrible para ella con los síntomas. 

Depositándola en la cama, su hijo se encarga de arroparla lo suficiente y dejar el bolso encima del gabetero.

–Estoy perfectamente, no te angusties tanto, Yeonjunssi.

–Mamá, me habías asegurado que era un simple resfriado y luego me entero por la señora Park que era mucho peor que eso – señala con cierto reproche, su progenitora a veces se comportaba como una niña que debe cuidar –. Por suerte conseguimos un vuelo y vinimos rápido hasta aquí.

 –Bueno... ¿Y cómo lo pagaste? Conseguir en esta fecha es complicado y muy costoso – inquiere con curiosidad, y al percibir la evasiva mirada de su hijo, adivina: –. ¿Fue acaso ese joven Choi?

–...Sí, fue él – le cuenta resignado, no tiene caso ocultárselo; tampoco es su intención mantenerla alejada del chico que le gusta –. Se preocupó y como vio que yo estaba casi calvo de la angustia, nos ayudó con los gastos.

Sooyoung observa los movimientos de su hijo en lo que arregla sus cosas, conociendo cada rincón de memoria, lo había echado demasiado de menos en su espacio, el de ambos. Sonríe ligeramente porque nota un brillo nuevo en Yeonjun que le indica que se debe a cierto joven con mismo apellido que el suyo.

–Agradécele de mi parte, suena como alguien muy bondadoso y noble.

Con una tímida sonrisa y un beso en la frente de la mujer, se despide y regresa a la sala, permitiéndole descansar un rato en lo que preparan la cena. Antes que nada vuelve marcar el número de Soobin cuando no recibe aún contestación a sus mensajes, y se descoloca cuando le deja repicando, nuevamente. Va a la cocina dándose por vencido y comienza a preparar junto a los otros jóvenes la comida, chequea de vez en tanto su teléfono, pero no emite sonido alguna, al menos no por parte de la persona que espera.

Comen primero al estar hambrientos desde que aterrizaron, y luego va a alimentar a su madre, tarda un rato por su estado de salud. Repite el intentar varias veces llamar a Bin, no teniendo éxito alguno. Da un soplido inquieto al lanzar el celular a su costado en el sofá.

–Todavía no contesta.

–A nosotros tampoco nos contesta, que raro – Beom aporta con misma confusión –. Mamá dice que está bien, encerrado en la mansión, pero bien.

–Tranquilo, tal vez se ocupó o algo más – Tae aporta en un intento para apaciguar a su amigo–. Ya te llamará, hyung.

Lo esperaba, mas en toda la noche le fue difícil y casi imposible cerrar un ojo, no tanto por la incomodidad del sofá, o por estar al tanto de su madre, sino porque su teléfono seguía en blanco y sin datos del azabache. 

Al despertar en la mañana con un montón de contracciones musculares, ojeras y agotamiento, se exaspera por volver a ver su buzón vacío y ninguna llamada. Marcó y seguía sin contestar.

¿Qué le pasaba al mocoso que no le responde?

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Sorpresivamente, durmió toda la noche de una manera profunda, tal vez otorgado el hecho a que se aferró a las sábanas que aún olían a la esencia de Yeonjun, convenciéndose de que estaba ahí a su lado y no a muchos kilómetros de distancia, o quizás concilió el sueño porque su cuerpo estaba inconscientemente ayudándolo a no pensar  en todo lo que le asusta tras los acontecimientos del día anterior. 

Su celular estaba repleto de notificaciones, mensajes y llamadas perdidas, en su mayoría de parte de su hyung, pero no se molesta en revisar nada a pesar de las inmensas ganas que le invaden por hacerlo, es un gran impulso que está conteniendo a duras penas. 

No estaba listo, no aún.

Con toda la pesadez se arregló y descendió a la primera planta, preparándose para ser recibido con desagrado y una ida que le removía completamente, sin embargo, peor fue lo que encontró: Moonbyul sonriéndole con el desayuno servido, ese gesto maternal en sus preciosas facciones mientras le daba los buenos días, y Jisoo en mismo estado, como si no las hubiese  prácticamente despachado y tratado tan frívolamente hace horas atrás.

–Quisimos comer contigo antes de irnos, ¿No te molesta, Soobinssi?

–No, para nada – examina la cómoda y luego a ellas, casi como un cachorro de orejas caídas muy perdido y deprimido –. G-gracias, no se hubiesen molestado.

–Nos recibiste en tu casa con las puertas abiertas, todo este tiempo te comportaste muy generoso, a pesar de los conflictos – sonríe como sólo ella lo hace, acariciando cariñosamente la gran mano del muchacho –. Esto es lo menos que podíamos hacer por ti.

Soobin siente el tacto como un remedio, uno efímero, pero que al menos le ayuda a ser sincero al dirigirse a ambas.

–Yo no...No quise sonar grosero ni duro con ustedes, no fue mi intención comportarme así anoche. 

–Está bien, lo entendemos – concede con una palmadita –. Aún así, queremos que sepas que estaremos por si nos necesitas, y eres bienvenido a visitarnos cuando plazcas.

–Será un honor. Ustedes también son bienvenidas aquí – no duda en decir, tragándose el pesar de saber que volver a verlas no sería posible, y quedé ellas venir algún día, él no estaría para recibirlas como quisiera –, las dos.

Comparten su último desayuno amenamente, aunque el aire melancólico era palpable para cualquiera. Al finalizar ellas mismas insisten en irse para no importunar más al joven; éste se remuerde por dentro al hacerlas creer que le estorbaban ahí, cuando es todo lo contrario.

 Soo casi se aferraba a ellas al despedirse, como un niño asustado de ser abandonado en un parque, en pleno invierno, porque tal cual es como se siente.

–Cuídate mucho, querido– Byul le da un abrazo reconfortante al alto, está triste de dejarlo, no tiene buen presentimiento desde el día anterior, pero ella no puede hacer nada para contradecirlo.

–Ustedes también – se aparta despacio, sonriéndole como puede–. Gracias, no olvidaré su hospitalidad.

Moon le da una caricia a su mejilla, con una sonrisita.

–No hables como si fuese la última vez que nos estamos viendo, Soobin-ah. Gracias a ti.

Jisoo espera para también abrazar al mayor, pero la diferencia es que ella sí luce más preocupada e insegura.

–¿Seguro?

Soobin le examina aquel par de orbes grises, sus rasgos delicados, y su cabellera negra, nuevamente se estremece por el parecido con su ex cuidadora, y asiente despacio. 

Al par no le queda más que acatar el pedido e irse en el taxi que llamaron, ahora dejando a Soobin completamente solo en la mansión, la misma a la cual éste entró con el alma en el suelo. La propiedad se sentía más inmensa, más fría y silenciosa...

Aterradora y ensordecedoramente silenciosa.

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–¿Qué? – pestañea con perplejidad, no era posible lo que escuchó – Repíteme lo que dijiste, Beomgyu.

–Mi madre dice que Soobin les pidió que desocuparan la mansión, se fueron hace una hora y están en mi casa desde hace unos pocos minutos – vuelve a informar, igual de contrariado que su mayor –. No saben el motivo, simplemente les comentó que tendría otros planes y que nos pagaría a todos el dinero por lo que trabajamos.

–Carajo, ¿Qué diablos le pasa? – farfulla ofuscado, dejando la bandeja de medicamentos sobre la encimera con un ruido seco. Su pie estaba golpeando repetitivamente el suelo y su mano peinando sus cabellos hacia atrás. Nadie aporta nada, sumido en sus mentes como él, hasta que analiza a su amigo con más detenimiento – Dijo más, ¿No es así? Me estás ocultando una parte de la charla. 

Beomgyu aprieta sus labios al ser atrapado.

–Creo que lo indicado es que hables con él, hyung. Yo n-no puedo decir más, perdón.

Taehyun continúa a un lado sin mencionar nada, procesando también los extraños hechos. Su hyung maldice una vez más antes de excusarse para ir con la bandeja al cuarto de su madre, es ahí que aprovecha de ir con el otro Choi.

–¿Qué más te dijo tu madre?

–No nos avisó anoche para no preocuparnos, pero dijo que Soobin está muy raro, que no luce del todo bien, pero que insistió en que desocuparan la mansión – pausa para recordar la parte que más le lastimó, asegurándose de que su mejor amigo no estuviese cerca para oírlos –. No planea venir aquí por nosotros, les indicó que, si querían venir ellas para año nuevo, lo hicieran, pero solas.

–¿Qué demonios le sucede a ese idiota? – gruñe en impaciencia, le afectó igualmente que los rechazara repentinamente –. Más le vale que le responda las llamadas al menos a Yeonjun. 

–Yo igual, Taessi...

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Pasó toda la mañana ocupándose del invernadero, ya estaba prácticamente terminado, sólo quedaba recibir las flores en el camión al día siguiente. Era absurdo, sí, considerando que Yeonjun - por quien principalmente lo hizo- ya no estaba ahí, ni muy probablemente iba a regresar después de lo que estaba por hacerle.

 Limpia el sudor de su frente producto del esfuerzo, era impresionante hacerlo cuando la temperatura afuera estaba tan baja, eso sólo habla del empeño que tuvo en la actividad. Observa con melancolía las macetas de colores que hicieron todos, el dibujito del zorrito le oprime el pecho porque su creador está lejos, muy lejos, y no sólo por su ubicación...

Oh, y vaya que es consciente de que no está, ni él ni el resto. Era uno de los motivos por los cuales no quería estar en el interior de la mansión, sin embargo, debe refugiarse en esta cuando la nieve cae más fuerte y la temperatura desciende, penetrando el invernadero que luce menos vivo que antes, frío. Va a su estudio con pasos arrastrados, sin ánimo alguno, toma las hojas de papel y la pluma de tinta que solía usar su padre anteriormente, en aquel imponente y grande escritorio de caoba oscura con cientos de artilugios y objetos propios de un viejo despacho.

Soobin examina el papel y suspira nuevamente - algo que desde ayer se ha vuelto repetitivo-, burlándose irónicamente de sí mismo porque estaba haciendo algo que nunca antes imaginó hacer: Escribir cartas románticas, expresar por escrito sus sentimientos. Solía parecerle cursi e innecesario, humillante inclusive, pero descubrió que de esa manera todo fluía mejor de lo esperado, no tuvo conflicto siquiera en plasmar todo lo que le fue tan difícil verbalizar en voz alta durante toda su vida. No tiene sentido, pero es un desahogo, y todo lo que pueda tomar para apaciguar su quebrantada alma, era bienvenido.

Transcurrido un rato en la actividad, su estomago ruge, pues no ha almorzado y ya echa de menos el aroma de comida casera de la señora Choi, los llamados a comer de parte de las chicas, y las charlas aleatorias de los muchachos en el comedor. Se levanta muy a su pesar y va a buscar algo, por más que deba alimentarse y tenga sorpresivamente apetito -a comparación del día anterior-, no le apetece debido al malestar y las nauseas que presenta desde ayer. 

Descubre que de eso hablaban sobre las emociones y su descontrol cuando algo nos afecta fuertemente, los sentimientos que se ligan a la estabilidad de una persona, y es que el amor podía enfermarnos. 

Estar enfermo de amor, vaya.

Casi se rompe cuando en la cocina halla comida hecha con una notita de Moonbyul, esta dictando que sólo le quedaba calentarla. No se siente digno de degustarla, no con todo lo que hizo, y lo que le falta por hacer. 

Como un karma que acaba de invocar, el celular vuelve a sonar y de exhalar tendidamente, sabe que postergarlo es patético y que no serviría de nada, al contrario, conoce lo terco que es su hyung, y no lo culparía de aparecerse como un tonto en su puerta para patearlo... Aunque, sinceramente, si eso no ocurre, de ser posible él mismo se patearía hasta el cansancio por lo que estaba a punto de hacer.

Se arma de valor y se recuerda lo que se prometió, que esto era lo mejor para todos, por lo que marca el número que tantas llamadas y mensajes le dejó desde el día anterior. El repicar es tan breve, que tarda muy poco en oír su voz, e inevitablemente se paraliza al hacerlo.

–Dios, hasta que al fin apareces, mocoso – Jun recobra el aire sin siquiera avergonzarse de lo apresurado que atendió la llamada apenas la recibió. Va al patio para más privacidad, añadiendo en un intranquilo reproche: –. ¿Por qué no atendías a mis llamadas ni a los mensajes? Todos estábamos preocupados por ti.

–Yo... – se recompone muy apenas, dando un carraspeo que no mejora su voz, más ronca de lo usual – Estaba ocupado.

–¿Ocupado con qué? La madre de Gyu dijo que no saliste de casa, ni siquiera de la habitación – sisea en desentendimiento –. Además, ¿Por qué les pediste que se fueran?

–Era el trato, ya está por cumplirse el plazo – controla el temblor en sus dedos y sujeta mejor el celular, obligándose a no retractarse –. El dinero...

–Soobin, no todo gira entorna al estúpido dinero, no importa – interrumpe con frustración, algo raro ocurría con el chico del otro lado de la línea, y ya le estaba preocupando en verdad –. ¿Qué es lo que pasa realmente, Binnie?

El apodo, la dulzura con la que se dirige a él, era demasiado asfixiante en esos momentos. Transcurre un breve silencio en la llamada donde Soo se mentaliza de lo que se avecina.

–Estuve mucho tiempo encerrado en el espejo, desperdicié demasiado, Yeonjun – suelta en un susurro débil –. Simplemente decidí irme.

–¿...Irte? – contiene el aire de repente, con un vuelco en su estomago ante el mal presagio de lo que vendría – ¿Irte a dónde?

–No tengo un destino específico, supongo que a recorrer un poco el mundo – cierra sus ojos, apretando fuerte el borde de la silla, sus nudillos blancos por la presión –. Iré a dónde sea, pero no sé si vaya a regresar.

–¿C-cómo que no vas a regresar? Soobin, no entiendo nada – logra formular al salir de su shock inicial, se le cierra la garganta y las palabras le salían temblorosamente –. ¿No quieres que te acompañe?

Bin se controla para no ceder, para no cortar sus mentiras y explicarle que sólo añora quedarse a su lado por siempre, o hasta que sea permitido por el destino, mas no debe... No puede.

–No, quiero estar solo.

Yeonjun se tambalea por el impacto de la repentina noticia, la sentencia le heló profundamente, más de lo que imaginó posible. 

–P-pero... – está tan aturdido, que sus sentencias salen desorganizadas y dolidas – Creí que te gustaba, q-que te importábamos. 

"Lo hacen, como nada en este mundo asqueroso. Los adoro, hyung."

–Lo pensé mejor, y tú y yo somos muy distintos – espeta con sequedad, ahogándose por dentro al escucharlo afectado, él mismo acallando su malestar como todo un profesional que enmascara sus sentimientos; tenía práctica, después de todo –. Vemos el mundo distinto, y no tenemos nada definido, ¿O sí?

–Siempre fuimos distintos, eso no importa. Yo soy tu...– suspende su frase al no tener certeza real de lo que diría, sintiéndose muy patético de pronto por lo elevado y desesperado que salió su exclamación.

–¿Mi qué, Yeonjun? – inquiere tras la interrupción, tan lastimado que no pudo ocultarlo por un segundo – ¿Mi amigo?

–Creí... ¿En serio somos sólo amigos?

–¿Qué más podríamos ser?

Ahí lo entendió, o creyó hacerlo.

–Tu me usaste ¿Cierto? – deduce tras cavilarlo todo, sus orbes se empañan y su respiración comienza a desestabilizarse por las devastadoras emociones – E-esperaste a romper el hechizo y aprovechaste esto para apartarte.

–No lo planee – pasa la saliva como si pesara más que su conciencia, parpadeando para alejar las lágrimas, no sabe cómo manteniendo la seriedad y firmeza en su hablar –. Es lo mejor.

Yeon escapa el aire ahogado, completamente consternado.

–¿Lo mejor para quien? 

Soo resopla entre dientes, desesperado para que toda esa tortura acabe de una buena vez.

"No lo soporto, no quiero oírte así por mi culpa... Perdóname, Junnie"

–Para los dos, Yeonjun.

"Soobinssi... ¿Por qué me estás rompiendo luego de que me ayudaste a recomponerme? Eres tan cruel..." 

Yeonjun está desconsolado, todo por dentro se quiebra con el dolor de la realización, porque está más que claro que el chico de lindos hoyuelos no lo quería, ni siquiera duda en descartarlo después de todo lo que vivieron durante esas semanas que consideró tan valiosas. 

No significó nada para Soobin, sólo para él ha sido importante, fue el único estúpido que...

–¿Sabes qué? Eres un idiota, y tienes toda la razón con que somos diferentes, porque yo nunca en esta maldita vida podría hacerle algo así a alguien que me aprecia – sabe que está respirando agitado, soltando todo con sollozos que le hacen escucharse inestable, diciendo las cosas amargas de un corazón roto que está guiado por la rabia –. P-pensé por un patético segundo que te conocía, que cambiaste, pero era una farsa, u-una jodida mentira, ¡Es eso lo que eres, una vil farsa disfrazado de chico bonito! P-pues toma todo tu estúpido dinero y vete a la mierda. 

–Y-Yeon...

–Espero que disfrutes de tus jodidos viajes solo con tu egoísmo narcisista – da una risa rota que suena más como un penoso lamento, no iba a dejarlo continuar hiriéndole. Sólo escupe con todo el pesar que puede sentir: –. Eres una bestia horrible, Choi Soobin, te detesto, y no mereces nada, a-absolutamente nada de nosotros.

Yeonjun no lo pensó, aterrado de oír algo que le rompiera más, motivo por el cual corta la llamada sin meditarlo ni un segundo extra. Ahora sí libera los sollozos en alto y se sacude producto de ellos, abrazado a sí mismo mientras la nieve le cae con copos encima, no se percató que estaba tan devastado hasta que ya no oyó la voz de Soobin, hasta que procesa la reciente discusión y analiza los hechos de una ruptura que, tristemente, no podía siquiera clasificarse como una...

Taehyun y Beomgyu van hasta su amigo totalmente preocupados tras haber escuchado el ruido, y no titubean al ir corriendo a abrazarles desconcertados, adentrándolo a la casa para calmarlo.

–Y-yo... Chicos...É-él...

–Shh, tranquilo, hyung...

–Estamos aquí, respira.

Lo importante no era que les contara o acontecido, intuyen con quien ha sido la pelea, pero no pedirían ahora detalles que sólo afectarían más a su hyung; lo principal es brindarle su apoyo incondicional, porque su llanto les calaba hondo.

Por su parte, Soobin no tiene a nadie a su alrededor que lo consuele, deja el teléfono en la encimera y permanece en su sitio sin acción alguna, hasta que se da cuenta de que estaba llorando y que su pecho no sólo dolía, sino que quemaba fuertemente, su respiración se vuelve errática y las lágrimas no paran su descenso. 

Estaba llorando después de mucho tiempo, expulsando cada herida y pesadumbre, porque se rompió completamente cuando escuchó llorar a Yeonjun, porque todo lo que le dijo le fue directamente como un puñal al corazón...

Ahí, solo en la cocina, cayendo al suelo y abrazando su propio cuerpo, comenzó a confirmar la poca duda que le quedaba acerca de sus verdaderos sentimientos. Era una ironía muy cruel enterarse bajo aquellas condiciones.

Lalisa hace presencia en la casa de Beomgyu tan rápido como sus piernas le permiten, siendo atendida por su novia y la señora Choi. Apenas las saluda les pide un reporte completo sobre los acontecimientos que se perdió desde la mañana anterior, todo producto del inconveniente familiar que la trasladó al otro lado de Daegu. 

–Lo más recomendable es que le den su espacio, momentáneamente al menos – opina Moon en medio de la charla –. Soobin-ah es alguien complicado en gran parte, pero por otra, es sumamente predecible. Sé que si lo presionamos a contar qué le sucede, va a ser mucho peor. 

–Pero debo hablar con él – Lisa resopla con impaciencia, apartando su fleco –. Iré esta tarde, no aceptaré un no por respuesta de su parte, así deba patearle el trasero.

–Lalisa.

La aludida se encoge en su sitio con un mohín enfadoso, cruzándose de brazos.

–Bien... No lo patearé, pero sí necesito presionarlo un poquito.

–Esperemos que sea lo correcto – termina por aportar Jisoo, moviendo su pierna ansiosamente, segundos antes de que su novia le otorgara una caricia en su rodilla en señal de apoyo. Aunque bien sabe que la menor también está intranquila con el asunto.

Lisa partió a la mansión con cara de pocos amigos, a eso de las cuatro de la tarde. Estaba furiosa con los arrebatos repentinos del mayor, ni siquiera tiene la versión completa y ya estaba inquietándole esa conducta tan repentina ¡No podía irse ni cinco minutos sin que todo colapse, por dios!

Entró usando un pequeño truco de magia cuando la puerta no cedió ante el cerrojo, y apenas logra dar con la ubicación del ojos negros, no duda en usar un entonar furioso:

–Choi, explícame qué demonios fue lo que hiciste. ¿Por qué les hiciste regresar a casa? ¿Por qué no te fuiste con Yeonjun o le pediste quedarse?  – cruza sus brazos, a espaldas del pelinegro que ve por el gran ventanal del despacho, impasible por fuera. Resopla impaciente por su falta de contestación – Sé un cretino después, por si no lo recuerdas, el reloj corre y el...

–Iba a llamarte, ya me extrañaba que no aparecieras a estas alturas – interviene el discurso al darse vuelta, totalmente estoico –. Comprendo que sea tu intención decirme muchas cosas, pero no tengo mucho tiempo, como acabas de mencionar. Necesito pedirte algunos favores muy importantes, Lalisa.

La mencionada cierra su boca por el estado en el que encuentra al mayor; nunca lo había visto tan carente de vida y distante, como si estuviese cargando un vacío existencial que le remueve los sesos a cualquiera. Inclusive cuando se conocieron y era un narcisista imbécil y mimado, encerrado en una maldición, no se vio tan mal como ahora. 

–¿A qué te refieres? – inquiere con cautela.

Soobin retira sus lentes con montura negra y los coloca toscamente en el escritorio, un actuar no usual en él que demuestra su ansiedad. 

–Primero, quiero que te asegures que todos mis fondos monetarios se repartan entre los chicos y la señora Choi de una manera justa–  comienza a relatar con tenacidad, tomando desprevenida a la muchacha –. Daré una cantidad considerable para que ella pueda traer a su esposo a Corea del sur, y a Yeonjun le daré lo necesario para que estudie y viva tranquilo sin trabajar durante el tiempo que dure su carrera, igualmente para los gastos de su madre si requiere tratamiento. 

–¿Ah? Espera, Choi – gesticula con sus manos, completamente perdida entre la petición–, ¿Y tú qué harás sin dinero?

–No lo requeriré más – da una pausa para tomar aire, asegurándose en verla sin decaer su postura; ella es astuta, si flaquea, pierde seguridad, tal como sucedió con la abuela de la rubia –. Mi segunda petición es que, cuando se acabe el tiempo del plazo, a la medianoche de año nuevo,  rompas el espejo.

–...¿Qué? – examina al contrario en busca de una emoción, de algo que le dijera que no estaba siendo serio en su sentencia y que era un muy mal chiste, sólo que al no percibir nada más que decisión en sus oscuros e insondables ojos, no evita flaquear con un paso en retroceso ante el shock – ¿Tienes idea de lo que me estás pidiendo? S-si rompo el espejo, tú...

–Ya lo he decidido – corrobora con serenidad, aunque no es más que una fallado que está conteniendo –. Es la última vez que saldré, no me apetece volver a hacerlo, me cansé de ello. 

–¿Así que estás decidiendo suicidarte? Hablas como si no te importara tu vida – expulsa un bufido enfadado y preocupado – Sólo lo estás poniendo con otras palabras cuando es lo mismo – ante la continua evasiva del más alto, insiste: –. No tienes que hacer esto, se supone que Yeonjun va a romper el hechizo, tarado. Carajo, ¿Por qué de pronto cambias los planes así?

Soo sisea una realización que le quema por dentro:

–Porque Yeonjun no me ama.

Ella da una mueca incrédula.

–¿Estás ciego, Choi? Yeonjun babea por ti.

–Le gusto y me tiene un gran afecto, pero no es suficiente, tanto tú como yo lo tenemos presente– aclara con énfasis y un tono más elevado, con el amargor en su lengua y todo su ser –. Ya me mentalicé y lo asumí, por más duro que sea. Pensé que sería capaz de enamorarlo en estos días que tuvimos, pero no fue así, y ya no lograré hacerlo a estas alturas – aparta el rostro, intentando modularse y no perder los pocos estribos que conserva –. Le dije que el hechizo estaba roto, no es participe de nada de esto.

–No, no, ¡¿Estás demente?! – Lisa ahora se altera, no da crédito a absolutamente nada de lo que escucha – Es que si se entera, ¡Agh, por dios! ¡¿Por qué hiciste algo tan estúpido?! 

Pero Soobin no lo soportó más, rompiéndose en un grito potente:

¡Porque yo lo amo, Lisa! ¡¿Entiendes?! ¡Todos estos días me cegué y creí ilusamente que los dos éramos perfectos para el otro! Ignoré la diferencia de épocas, el que claramente no supera a su ex, desplacé el hecho de que ambos tenemos nuestras inseguridades, el maldito espejo y todo lo demás– recobra el aliento con una mueca afligida, afectado –. Tu tuviste la jodida razón, no debí escucharlo conversar con Kai, pero quizás eso, y el que me dijera que el amor era una palabra muy grande, me hizo darme cuenta que era mejor liberarlo de toda mi basura, de todo mi infierno. 

Porque Choi pasó horas leyendo, escribiendo, y reflexionando cada cosa del reciente casi mes. En un punto, sin percatarse de ello, había dejado de actuar como alguien que quería ganarse el amor de Yeonjun para romper el hechizo, no fingió nada de sus comportamientos, no eligió palabras a su conveniencia, simplemente comenzó a ser él, y hasta empezó a cambiar porque el rubio le inspiró a hacer aquello.

Irónicamente, se metió primero Yeon en su corazón, haciendo que experimentara algo que jamás comprendió, que nunca antes había sentido, hasta su llegada... Y ahora que se fue, no descifra el cómo sobrellevar la perdida tan irreparable y tormentosa.

–Pero...  – Manoban había quedado sin palabras ante todo el estallido, notoriamente. El alto luce tan devastado que no descubre cómo ayudarlo a sentirse mejor, y eso le da suma impotencia –. Debe de existir una manera...

 –Lalisa, si me quedo aquí y le digo que regrese, no va a cambiar nada. Sólo conseguiré que sea peor para él cuando se dé cuenta de que volví al espejo y no podré salir más por el resto de su existencia.

Ciertamente, estaban quedándose sin opciones, se siente en el aire la angustia.

–¿Y tu plan es alejarlo como si nada? – persiste para tratar de persuadirlo – ¿Engañarlo? ¿No es eso peor?

–Es mejor que imagine que me fui lejos y que estoy libre. Si él o el resto regresa, ya no estaré aquí – apela con resignación, tampoco le agrada el mentirle a su hyung después de todo lo honesto que fue con él, pero era la alternativa más viable que consigue –. Que viva pensando que soy una bestia es preferible a que se entere de la realidad y termine lastimado. No es justo que él pague conmigo una condena que fue sola y exclusivamente mi culpa.

–Ajá, y dime, ¿Te tragarás lo que sientes entonces? ¿Qué hay de tus amigos?

–Lo escribiré todo para desahogarme, aunque nunca se lo entregue, eso es lo de menos. En cuanto a los chicos, confío en que estarán bien sin mi... Tendré que sobrellevarlo por ahora – traga la aprensión en su tráquea, su voz se torna más profunda –. Sé que no lo comprendes, pero tengo motivos. Me niego a regresar años después y conocer a alguien más que lo reemplace, no quiero pasar una eternidad pensándolo, torturándome con imaginar que ya está con alguien más o... – su mirada va de desconsolada a una asustada, se le quiebra un poquito la voz – Que envejeció y m-murió, mientras yo me atormento por un maldito hechizo que me gané por m-mi inmadurez y estupidez. 

Lalisa no halló cómo protestar ante todo lo expresado, le caló fuertemente, incluso sus orbes se nublaron en lágrimas que intentó disipar entre pestañeos. Le pesaba toda la situación que escapaba de su dominio.

–Yo no... – suelta un suspiro con dificultad, sacudiendo su cabeza en negación. Si bien no puede refutarle la decisión tomada, hay algo que está plenamente seguro en no cometer: – No me pidas que lo haga, lo del espejo, y-yo no soy capaz de algo así.

–¿Por qué? – presiona con el entrecejo fruncido en desacuerdo, hasta que la otra mostró su rostro y captó sus orbes llorosos, tristes por él.

–Porque soy tu amiga, Soobin. 

No replica por unos segundos, detestándose un poco más por causarle daño a las personas que le importan, porque significó mucho para él que ella lo considerase su amigo. Francamente, tampoco sería capaz de hacerle algo así a la chica, o a nadie, así que rectifica su pensar y descarta hacerle la petición nuevamente.

–Entonces encárgate del resto, y por favor, no intervengas en nada, Lisa – concluye con un musitar –. Lo lamento, en serio.

Choi la esquiva al sentarse en la silla de cuero que pertenecía a su padre, pidiéndole vagamente que se retire. Manoban totalmente obstinada y decidida sale del despacho para correr a la salida de la propiedad y partir al departamento de su novia. 

Apenas llega, Jisoo la abraza desconcertada por su estado.

–De haber sabido que estaba tan mal, habría ido antes a verle... Maldita sea, esto es muy malo, unnie.

–Cariño, cálmate. ¿Qué ocurrió?

–Le mintió a Yeonjun, le dijo que el hechizo se rompió cuando eso es totalmente falso – confiesa con los nervios de punta, confundiendo a la contraria –. El idiota cree que Choi no lo ama, p-pero yo creí que sí, que lograría q-que... 

–Hey, hey, tranquilízate – acaricia sus mejillas para alivianar su carga, dudando en si contarle o no, pero lo considera necesario a la final: –. Taehyun me llamó, parece que Soobin habló con Yeonjun por teléfono antes de tu visita y las cosas terminaron muy mal. Tiene sentido si me dices esto ahora.

Lalisa libera un quejido entre dientes.

–Ese imbécil quiere cortar todo, que Yeonjun se olvide de él.

–Eso no es posible, y creo que está muy equivocado con esto – Jisoo exhala agotada –. ¿Por qué hace esto? ¿Por qué no le pregunta lo que siente a Yeonjun?

–Tiene miedo, nunca creí verlo así... Jisoo, me pidió que rompiera el espejo ¿Te das cuenta? – el dato paraliza a la de cabellos morados, que detiene sus caricias al captar la magnitud del conflicto. Se aparta de la mayor, peinando su cabello hacia atrás en un gesto de exasperación – Necesito encontrar a mi bisabuela ahora mismo. 

–¿E-eso es probable?

–No lo sé, pero tiene que aparecer, esto es su jodida culpa.

Sin más que añadir, ambas jóvenes parten con un rumbo desconocido, decididas a no rendirse hasta las últimas instancias. Para mala suerte, Yeonjun no les atiende el teléfono, aunque tampoco pensaban que era recomendable el comentarle todo el asunto cuando no tendría resultados, era un tema muy delicado. 

Lalisa no recuerda siquiera la última vez en la que vio a su bisabuela, no hay pistas de dónde buscarla, pide ayuda de su abuela y de su madre, pero ellas tampoco le dan muchas esperanzas al respecto.

Sin embargo, la rubia intentó un pequeño truco que la misma Irene le enseñó de pequeña, uno de sus pocos recuerdos con la mujer. Sacó el cristal de su collar y concentró su energía en éste, en aquella orilla de la carretera en la que sintió una presencia familiar, un presentimiento que la llamó al sitio. El cristal se iluminó y de pronto fue como una epifanía, porque sin explicación mínima, supo que debía dirigirse hasta la zona residencial cercana a la mansión, entre las casas abandonadas del entorno. Una vez ahí, logró captar una que no era visible para el resto, pero lo fue apenas mostró al aire la prenda que cargaba, tal como una llave para la puerta secreta.

Jisoo estaba boquiabierta ante todo, se había limitado a seguirla y no divagar en lo que su novia estaba haciendo, y ahora que ante ella aparece por, literalmente, arte de magia una vivienda, estaba muy impresionada. La sigue adentro de la casa y se sorprende más aún al hallar a un gato bastante más grande que el promedio, que les maúlla en bienvenida en plena sala, justo a los pies de una mujer de largo cabello rojo que se gira para verlas con mirada indescifrable.

Fue así, hasta que se topa con los ojos de su bisnieta, y sus rasgos se sumen en pura tristeza.

–Lalisa, ha pasado mucho, mi niña...

–Sí, demasiado – no impide su tono rencoroso – ¿Todo este tiempo estuviste aquí? ¿Es que siquiera tienes idea de lo enojada que está mi abuela contigo, o lo decepcionada que está mamá? ¿Lo molesta que yo estoy? 

–Lisa...

–Te fuiste, desapareciste, y sólo apareces hasta ahora que tuve que invocarte en medio de una crisis que tú causaste – retrocede, consciente que de recibirla en un abrazo, iba a colapsar y arruinar su objetivo al estar ahí –. Ellas dos piensan que nos abandonaste, y no las culpo en lo absoluto por ello.

–No lo he hecho – explica con remordimiento palpable –, nunca me he ido del todo. He estado siempre vigilándolas, 

–No lo suficiente, abuela – limpia sus lágrimas con brusquedad, bufando bajito –. Yo no estoy aquí para esto, vine porque debes ayudarme con Soobin. ¿Lo recuerdas? El chico al que le arruinaste la vida con tu patético hechizo del espejo, y déjame decirte que usaste un truco muy poco original y bastante tedioso.

–Claro que lo recuerdo – confirma con melancolía, llenándose de fuerzas para afrontar los reclamos que sabe bien se merecía –. Estoy igual de preocupada, lo he vigilado.

–Vaya, que considerada – farfulla con sarcasmo –. ¿Te enteraste de lo que planea? Ya no quiere salir del espejo, lo va a romper, o quien sabe qué otra idiotez se le ocurra con todo el malestar que acarrea.

Irene le sostiene la mirada, la chica estaba furiosa y angustiada, claramente. Ella también lo está, no miente, aunque mantiene su cordura.

–Lo sé todo, y créeme que estoy pensando en la forma de impedirlo.

–Disculpe que interrumpa, soy Jisoo – la más bajita se abre paso con una reverencia educada, interrumpiendo a las Manoban con cierta pena – ¿No hay una forma de borrar el hechizo o algo? Dijo en el conjuro que Soobin debe ser amado por alguien, ¿No puede ser un amor fraternal o distinto al romántico?

–Sé quien eres, cariño – le regala una leve sonrisa antes de que decayera con pesar –. El hechizo es muy preciso, y me temo que en ese entonces lo hice pensando en una pareja. La persona debe conocerlo completamente con todo y fallas, las partes más feas de su alma, y aún así, amarlo profundamente. El más cercano con el que se ha mostrado a estas alturas, es Choi Yeonjun.

–Soobin es mi amigo, no puedes dejar que esto ocurra – Lisa la acusa, maldiciendo para sus adentros y fulminandola con la mirada nuevamente –. Es tu responsabilidad, ¿De acuerdo? Así que vas a ayudarme a repararlo como sea.

La pelirroja es incapaz de recriminarle sus malos tratos, lo ganó con sus actos, y ella siempre ha sido alguien que enfrenta la realidad. Con mentón en alto y decisión en su mirada - pero con alma rota-, responde:

–Lo haré, siempre y cuando que él me reciba.

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–Juro que voy a partirle los dientes de sonrisa de comercial que tiene – gruñe andando de un lado a otro en la sala, peinando sus cabellos repetidas veces y maldiciendo en voz baja de vez en tanto –. ¿Quién se cree que es?

–Taehyun....

–Voy a ir ahora mismo, en serio. Iré de regreso a Daegu, entraré en la mansión y...

–Tae, basta. No tiene sentido, tal vez ni siquiera esté ahí ahora mismo – Yeonjun quiso sonar firme en medio de su lamento, pero apenas y le funciona. Sin embargo, consigue su propósito de contener al de grandes ojos, quien se detiene en un sitio finalmente por el agarre que emplea. Con toda la tristeza, suspira tendido –. No vale la pena.

Beomgyu expulsa igualmente una boconada decaída, sobando el bazo de su hyung.

–Es que no lo entiendo. ¿Qué propósito tenía Soobin para hacerte esto? ¿Qué ganaba, un romance fugaz? Se tomó demasiadas molestias, fue amable con nosotros, no sé...

Taehyun da una mueca de incomprensión, él mismo no averigua lo que puede estar ocurriendo con el pelinegro que llamó por la tarde a soltar semejante información.

–Es verdad, no tiene sentido. ¿Cómo pudo actuar todo esto? 

Yeonjun se hunde en el sofá, abrazado a un cojín y cerrando sus exhaustos e irritados ojos para no tener que mentirles nuevamente. Sabe perfectamente qué ganancia obtuvo Soobin, pero no puede explicarles a ese punto acerca del hechizo, y le dolía haberles hecho encariñarse a todos con el muchacho para que éste les abandonara sin más, sin tacto o consideración, pues se siente como el culpable al haber aceptado el asunto.

Por tener tanto corazón y dar un buen gesto, terminó siendo pisoteado y roto, peor que alguna otra vez en su vida.

Esto es distinto, Soobin es diferente... Y no como él pensó.

–Quizás simplemente se arrepintió, chicos... N-no quiero hablar de esto, por favor.

Resignados a no abrir más la herida de su mayor, ambos desisten de la insistencia; no pueden estar tranquilos, el rubio luce peor que incluso cuando rompió con Kai; siempre les decía un "Estoy bien" y se ocultaba, lo consolaban, pero solía aparentar o sacaba fuerzas al menos para distraerse con ellos. La diferencia es que ahora no se atreve siquiera a decirles nada, muestra lo afectado que está sin esforzarse en esconderlo, y no saben cómo aliviarlo...

–Ok, no hablaremos más de esto – Gyu toma la palabra, sujetando una de las manos del más alto para darle un apretoncito solidario –, pero prométenos que comerás y dormirás mejor, hyung.

Duda que pegue un ojo en toda la noche o que su estomago acepte la comida, pero se convence por asentir.

–Lo intentaré...

"Seguramente Soobin debe de estar disfrutando calmadamente de un banquete ridículamente costoso mientras yo estoy aquí queriendo vomitar sin haber probado nada..." 

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Se obligó a probar la comida que improvisó él mismo porque su estomago se lo ordenó, sólo que cada bocado le revuelve las entrañas, casi al punto de querer expulsarlo todo.

Si no terminaba de romper el espejo de una buena vez o descuidaba su estado de salud, es exclusivamente porque se estaba autocastigando por todo  mal que ha causado con las personas que más apreciaba y las que apreció alguna vez, las cuales, para empeorar todo, habían puesto en él sus esperanzas y cariño. No sólo fueron Yeonjun, el grupo y la señora Choi, sino también Nayeon y su servidumbre en el pasado. 

Más tarde al dirigirse hacia la sala principal, le descoloca el hallar a Lalisa y Jisoo esperándole, ni siquiera cuestionaría cómo entraron sin permiso.

–¿Por qué regresaron? ¿Qué haces aquí, Jisoo?

–Vinimos a intentar convencerte de que no hagas nada de lo que haya que lamentarse, Soobin. 

–No puedo permitir que hagas esto tampoco, no siendo amiga de Yeonjun y tuya.

–Un minuto... – el joven se tensa al analizar todo, examinando a ambas detenidamente –. Lalisa, ¿Le contaste a Jisoo sobre...?

–Eso no es lo principal aquí, ¿Ok? – lo acorta con tajancia – Lo importante es que tú tienes que aclarar las cosas con Yeonjun.

Soobin espera unos segundos antes de farfullar desganado y darles la espalda, dispuesto a ignorarlas e irse. No le apetecía discutirlo más, de no ser porque la de cabellos morados confiesa algo que le deja atónito y le paraliza en el lugar:

–Soobin, yo soy la bisnieta de Nayeon. 

–...¿C-cómo dices? 

Kim levanta su mentón con decisión, plantándose frente al que luce perplejo.

–Im Nayeon, tu cuidadora, la mujer que te guardaba mucho aprecio. Soy su nieta, ¿La recuerdas?

Choi aprieta sus puños, su bilis tenía ese mal sabor.

–Cada día lo hago. ¿Tú cómo sabes que ella era mi cuidadora?

–Porque ella nos contó sobre ti, acerca de todo, tenía un diario porque le gustaba escribir mucho, tanto como leer.

–Ella me enseñó, lo sé – agacha la mirada, no sabe si sonreír o llorar ante el recuerdo de las tardes y noches donde la mujer le leía o le enseñaba a escribir.

–No imaginé que era la misma mansión, nunca creí siquiera que el hechizo fuera real, ni mucho menos que se trataba de ti al principio – su semblante se suaviza como su entonar al percibir el estado contrario  –. Después de navidad descubrí su habitación, y con lo que Lisa me contó, uní los puntos... Soobin-ah, tienes que saber que ella te adoraba a pesar de todo.

Ahora asimila el parecido de la chica con su antigua cuidadora, los gestos tan idénticos, la familiaridad inexplicable que le provocaba a veces, y no cabe duda de que era cierto, era toda una Im, pero con otro apellido que supone es el de su familia paterna.

–¿Por qué haces esto? – niega, retrocediendo un paso – ¿Qué ganas al contármelo?

–Sólo quiero...

–La maltraté, fui injusto con ella, tal como con Yeonjun. ¿Acaso no lo ves?

–Si no vas a escuchar a Jisoo, entonces alguien más te debe iluminar – Lisa interviene al predecir la huída del alto, atrapando otra vez su atención. Se traga el nerviosismo producto de la incertidumbre, dándose seguridad de que aquello era lo correcto de hacer –. Abuela, sal.

La presencia de Irene era algo que Soobin no esperaba en lo más mínimo, ni deseaba en lo absoluto, sus ojos se abren y destellan cólera al salir del impacto inicial, su entrecejo se frunce y no controla el bramarle.

–Bruja, ¿Qué demonios haces tú aquí?

–Vine a ayudarte.

–¿Ayudarme? Es por tu culpa que estoy en esta situación – escupe con sorna, dando una pisada más cerca con resentimiento –. Todo el dolor, la desesperación, cada maldita cosa es tu jodida culpa, Irene Manoban.

–Soy consciente de mis fallos, Soobin – enfrenta sin flaquear, a pesar de que sus orbes reflejan arrepentimiento –. Necesitas saber muchas cosas de mí, aunque no sea de tu agrado escucharme, tienes que hacerlo. Hay personas que se interesaron por ti, velaron por ti, tal como lo hacen ahora otras que llegaron a tu vida.

–A nadie le importo una mierda, si esto es un intento absurdo de mantenerme aquí, están perdiendo el tiempo.

–Tu padre, él sufrió cuando supo del hechizo. Quiso vengarse de mí, desaparecí de Daegu por mucho tiempo debido a ello. Contrató otras hechiceras, investigó, pago fortunas para ayudarte o hacer que alguien te amase, pero no funcionó – le ignoró, exponiendo sin retenciones, aquello retuvo al chico – . Cometió muchísimos errores, se fue y dejó todo, sí, pero hasta el final no se rindió y lamentó cada cosa mala que te hizo.

Pensó todo ese periodo de tiempo que el hombre no hizo nada por él, que se marchó tras la última vez que lo vio, justo la primera vez que la hija de Chae lo sacó del espejo, pero ser participe de esa versión de los sucesos, vaya.

–Eso no me interesa – farfulló con el rencor palpable, a pesar de que la explicación alivianó ligeramente algo de la furia que alberga contra su padre. Da una risa despectiva para sí mismo al señalar un punto del discurso: –. Confiaba tan poco en mi, sabía que era tan repulsivo como él, que hasta le pagó a personas para obligarlos a amarme.

–Estaba equivocado, y tú lo estás al creer que eres como él lo era. Hay personas que sí te han querido, y una de ellas fue Nayeon. Tampoco tienes la versión completa de la última vez que la viste a ella – detiene su hablar cuando el pelinegro va por las escaleras en total negación. Lo sigue apresuradamente sin rechistar –. ¡Ella fue quien impidió que el espejo se rompiera en manos de esa jovencita! – hubo una tensa pausa, breve, pero eso no la detuvo – Tu regresaste al espejo en medio del conflicto, pero ella la paró, le suplicó que no te hiciera daño.

–Cállate... Joder, cállate.

–El hechizo de protección que la mansión posee, lo hice porque Nayeon me lo pidió después de eso, porque su deseo era que nadie con malas intenciones en tu contra volviera a aparecer. Me pidió que te cuidara, que te guiara, todo antes de ella falle...

–¡No quiero escuchar más! – empieza  a subir las escaleras toscamente, con respiración aprisionada por la presión en su tórax –. ¡Vete!

–¡Yo te ayudé con Yeonjun durante este tiempo! Lo guié hasta aquí, los observé, y los auxilié cuando lo requirieron – eleva el tono en lo que agitadamente sube los escalones, sujetándose de la baranda para no caerse o tropezar –. Puse mis esperanzas en él, nunca llegaste tan lejos, y yo sé que Yeonjun...

–Fallaste, no funcionó – titubea bajando la rapidez, pero aún ascendiendo –. No hay oportunidad.

–Tiene que haberla, ¡Soobin! – le alcanza el brazo, jalándolo con desesperación – Se lo juré a ella, no puedo fallar esta vez, no cuando ya no tengo más vida.

Las chicas se quedan detrás de ellos con total aturdimiento, tal como el chico que finalmente detiene su huída para enfrentar a la de cabellos rojos.

–Abuela... ¿C-cómo que no tienes más vida?

Irene exhala, apoyándose del agarre del muchacho para no caerse ante el mareo debido a tanto movimiento y a las emociones fuertes. Por inercia, nota que éste presiona sus músculos para que se afiance mejor, y ese pequeñito gesto le conmueve por dentro; definitivamente se equivocó con su primera impresión del muchacho durante aquella navidad.

–Sólo me quedan unas semanas después de año nuevo, tal vez días, no lo sé. Te lo explicaré luego, Lalisa, pero necesito que Soobin me permita terminar... La única oportunidad que tengo de asegurarme que se cumpla su voluntad, es esta – sentencia con detenimiento –, si fallo, si te dejo romper el espejo sin tratar de romper el hechizo, sería insultar la memoria de Im Nayeon.

Jisoo sujeta a Lisa para brindarle consuelo en lo que el par en las escaleras se observa fijamente, igual toma fuerzas de su novia ante las fuertes declaraciones que no sólo involucran a sus abuelas, sino a muchas personas cercanas que aprecian.

Soobin se debate en irse o acatar, sólo cede porque una parte suya se lo ordena, porque no iba a guardase todo lo que siente, ya no.

 –Durante mucho tiempo me pregunté por qué no usaste el viejo y clásico truco de volverme feo, desagradable, un monstruo en todo el aspecto exterior, hasta que comprendí que no lo necesitaba. Yo soy una bestia por dentro ¿No? 

–Eso no...

–Me encerraste en un espejo donde sólo veía mi reflejo y oía mi voz en un eco enfermizo, no sentía nada, ni hambre, ni sed, ninguna necesidad primaria. Solamente pensaba, me atormentaba, totalmente solitario en ese frío lugar, sin envejecer o cambiar en nada – continuó sin inmutarse, desganado –. Me valía mierda no ser amado por el resto, por cada uno de los que me trajo de vuelta fuera del espejo, me resigné, pero todo cambió con Yeonjun... – traga el nudo que presiona en su tráquea, de simplemente mencionarle ya se le estrujaba el corazón – No te equivocaste con él, es la mejor persona de este egoísta planeta asqueroso, el ser más puro, y él con su forma de ser me hizo amarle.

–E-entonces...

Bin vuelve a interrumpirla:

–Pero eso no quitará tu culpa, porque no funcionó a la final.

Irene casi solloza, angustiada por la dureza de sus palabras.

–Soobin, déjame...

–Nayeon y mi madre son unos ángeles, no merecían nada malo, tal como Yeonjun, pero aún así les ocurrieron cosas malas en la vida. Lamentablemente, no puedo impedirlo, no pude ni podré – retoma, conteniéndose las lágrimas que ya no quiere derramar más –. No hago esto como venganza hacia ti, simplemente me cansé. Me diste una gran lección, y lo único que agradezco, es que eso me llevó a Yeonjun... Aunque por ello no significa que pueda quedarme con él, ¿Verdad?  – se encoge en derrota, soltándose cuidadosamente del agarre en su brazo –. Vaya forma de castigarme, Irene.

–P-por favor, Soobin – trata una última vez, ni siquiera lo detalla correctamente por las lágrimas que empañan su visión –. Lo siento mucho...

Choi le da una última mirada, suspirando con desolación.

–No más que yo. Siento haberte negado la entrada, haber sido grosero contigo, y... Por no complacerte en esto que me pides.

Las estudiantes y la hechicera lo llamaron en vano, trataron de convencerlo, habían más cosas que decir, sin embargo, él no quiso prestarles atención cuando su decisión era irremovible. Se disculpó con ellas superficialmente antes de perderse en su habitación

A Soobin sólo le quedaba sangrar por palabras escritas, por lágrimas saladas y agridulces, porque ya todo estaba dicho para él, y ya era suficiente.

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PERDÓN POR DEMORAR UN MES ENTERO EN DAR ACTUALIZACIÓN TT

Soobin nos rompe el corazón a todos :( Only love can hurt like this

¿Se esperaban lo de Irene? TT

Soobin es muy buen escritor, ya verán las cartas en el siguiente episodio </3

https://youtu.be/yGAEsh47U1E

https://youtu.be/w90dGcDA5V4

En fin, stream Do it like that y Sweet ✨

¡Voten y comenten!  💖

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