[14: Dancing in Christmas]

Soobin despertó con un centenar de emociones revueltas para sus adentros, la luz del día se cuela por las grandes cortinas y las siluetas de los copos se divisan en el espacio, como partículas flotando en las sombras, cuando revisa la hora en su celular experimenta un vacío al leer la fecha. Las navidades para él no eran sinónimo de momentos agradables tras el fallecimiento su madre, agregando que, incluso ahora que las cosas eran lejanamente iguales a cuando vivió en su época, rememora los acontecimientos de su último veinticuatro de diciembre fuera del espejo.

Entonces, el aparato suena dándole un sobresalto en el colchón, su entrecejo fruncido al percatarse que se trata del contacto de Yeonjun. Atiende con voz ronca a la llamada:

 –¿No mencionaste que era absurdo comunicarnos por teléfono cuando estamos dentro de la mansión y nuestras habitaciones están casi juntas?

–Hola para ti también, yo dormí genial, gracias – resopla con diversión, igualando su ronquera –. Hubiese ido personalmente a darte los buenos días de no ser porque ninguno de nosotros aparentemente se ha salido de las sabanas y está hecho un desastre.

–Gran motivo – reconoce con complicidad, callándose el deseo de verlo recién despertando, porque no olvida lo lindo que se ve su mayor cuando duerme. En su lugar, pregunta con un susurro suave:–. ¿Me llamaste apenas abriste los ojos?

–Eh, tal parece que sí.

–¿Por qué?

Hubo unos pocos segundos sin nada formulado, únicamente se oyen sus respiraciones apasivas del lado opuesto de la línea. Al final es Yeonjun quien relame sus resecos labios para confesar:

–Porque quería oírte y bajar juntos a desayunar.

Soobin se da cuenta que toda la maraña de ansiedad en su cuerpo se va aplacando y una sonrisa sincera se asoma en sus comisuras, agradecido porque sabe que desde primera hora el mayor está considerando su aversión para la fecha.

–Entonces es adecuado que nos levantemos y colguemos el teléfono, Yeonjun-ah.

Lo hacen con un titubeo, ambos sintiendo un cosquilleo de anticipación en lo que van a sus respectivos baños para alistarse velozmente y abrir las puertas a la par.  El más bajo se acerca primero con una sonrisa cordial.

–Buenos días, Soobinssi.

–Buenos días, Yeonjunssi.

–Así que hoy hay mucho por hacer – alarga en su lenta caminata a las escaleras, nota que sus amigos seguramente estaban en el comedor o a punto de bajar, significando que están solos en el tranquilo pasillo; de alguna manera aquello le da un cosquilleo por dentro –. ¿Estás preparado?

 –Lo estoy, si me acompañas en mi inexperiencia – bromea con total sinceridad, su leve intranquilidad surgiendo en lo que pisan los escalones, opacada por su risita temblorosa –. Promételo.

Yeonjun se enternece por el lindo azabache que luce tan nervioso a pesar de su imponente presencia, con sus murallas bajas frente a él, y no logra reprimirse al sujetar su mano con una tierna caricia de su pulgar en el dorso terso y blanquecino.

–Prometido.

Con más optimismo, los Chois arriban a la cocina y apartan -muy a su pesar- su tacto para abstenerse de burlas del resto que los esperaba, a los dos minutos entrando el hijo de la increíble cocinera. Todos estaban de excelente ánimo, planeando lo que harían en el día.

–Es temprano, mamá.

–Nada de eso, las horas vuelan. Hay que preparar toda la comida, limpiar el salón de fiestas, confeccionar los trajes y alistarnos.

–Todo saldrá perfecto, señora Choi – tranquiliza una risueña Jisoo.

–¿Tiene que quedar perfecto? – Tae opina en lo que agarra una nueva pieza de pan de la canasta – Me refiero a que a la final sólo seremos nosotros esta noche.

Moon contesta con toda convicción:

–Exactamente, ¿A quién es mejor impresionar que a quienes apreciamos? ¡Yo cocino para mí y para ustedes, por ejemplo!

Yeonjun completa con mismo énfasis:

–Entre amigos es bueno sorprenderse, Taehyunie.

El de cabellos rojos asiente con una sonrisa ladina, dándoles la razón.

Por otro lado, el más alto en la mesa los aprecia conversando tan vívidamente que es inevitable no contagiarse de su jovialidad. Rememora las mañanas con los empleados, su madre y Nayeon, cuando él era un niño eufórico e inquieto por la llegada de la navidad. Volver a experimentar la misma sensación es indudablemente muy grato.

El grupo se decide por ir al tercer piso, donde la noche anterior el dueño de la propiedad había colocado todo lo adecuado que usarían, trayendo del ático las prendas que ahora eran examinadas en una de las recámaras se aquel piso por los impresionados huéspedes.

–¡Wow! – Beomgyu da una expresión de asombro en lo que juega con las largas mangas del traje color crema que escogió, como si aleteara graciosamente – Es increíble cómo tienes todo esto conservado, hyung.

–¿Por qué quedó todo aquí? – Taehyun secunda con su interés en los ropajes elegantes, tratando de no sonreír como bobo por el actuar infantil del anterior – ¿Nadie de tu familia lo recogió antes? 

–Bueno, todos lo abandonaron aquí – formula despacio, hallando una excusa creíble sin sonar demasiado sentimental. Todos le observan, y aparta su rostro hacia una de las ventanas para evitarlos–. Mi familia y todos los que vivían aquí están en otro sitio, ellos no... Hay muchas cosas viejas.

Algunos cavilan que las cosas que posee la propiedad sí son en demasía antiguas, pero era extraño que no hubiese rastros de artículos de épocas más actualizadas, como de diez, veinte o treinta años atrás por lo menos. Pensaban que la familia Choi debía de ser muy grande y habrán abandonado realmente la mansión desde hace muchísimo tiempo, pero ¿Por qué el joven luce tan ausente de pronto, como si fuera un asunto delicado? Fue un cuestionamiento general.

Mientras que los únicos que conocen la verdadera respuesta observan al pelinegro con pena.

–Bien, hay que hacerles muchos arreglos para que se adapten – Moon rompe la atmosfera con su contagiosa simpatía y un aplauso enérgico –. Seleccionen las prendas que les gusten y las confeccionaré ¿Alguien más tiene habilidades de costura para terminar antes?

–Yo sé algo, puedo servirle de ayudante – Lisa eleva su mano con una reverencia servicial –. Ademas de que soy rápida en ello, señora Choi.

–También puedo servirles – el menor de los chicos aclara su garganta con rostro sereno –. Mamá me enseñó algo de costura por el negocio familiar de la abuela, y mi hermana mayor es diseñadora.

–Tae, ¿Hay algo que no sepas hacer? – Jisoo y su chiste traen unas risillas que la hacen sonreír –. Perfecto, ¿Qué haremos los demás mortales sin habilidades de costura?

–Limpien el salón, les tomaré las medidas antes y luego serán libres de ir.

Cada quien hace lo acordado tras seleccionar el vestuario de su preferencia, los tres costureros se encargan diligentes de sacar sus medidas y anotar los detalles que confeccionarían para posteriormente quedarse trabajando exhaustivamente. Los demás van al salón con la perplejidad del impresionante lugar, era uno de las zonas que no habían sido abiertas ni mostrados desde su llegada a la vivienda, por lo que estaban deslumbrados al ser su primera impresión.

–Es como una película de palacios.

–Deja de dar vueltas o te marearás y tendremos vomito que limpiar.

Jisoo le saca la lengua a Beomgyu y éste le regresa un insultito que hace que la pelinegra comience una persecución con el insolente muchacho. Yeon y Soo se ríen bajito entre negativas, comenzando a limpiar con los artículos de aseo.

–¡Yah, detengan sus bromas y vengan a ayudarnos! – se queja con un bufido que es ignorado por el par.

–No entraba aquí desde hace mucho – se le une con un plumón para sacudir el polvo de las superficies.

–Apuesto que hacían muchas fiestas y celebraciones aquí.

–Muchísimas más de las que recuerde, pero eran todas iguales y aburridas. Comida en exceso, bebidas costosas en copas aún más costosas, gente compitiendo y escaneando todo de extremo a otro, charlando de lo mismo...

–Dios mío, suenas como Rose antes de querer lanzarse del barco– carcajea con su propio chiste, causando un entornar divertido en su menor. Una cuestión viene a su mente, y no logra controlar su curiosidad con un comentario falsamente desinteresado: –. Imagino que aquí bailaste con muchas chicas hermosas de padres adinerados.

–Hmm, unas cuantas, pero... – se aproxima para sacarle de su rubia cabellera una diminuta pelusa, delicado y con una sonrisa ladina, pues percibió un adorable recelo en el mayor que quiso borrar con simple honestidad: – Ninguna me atraía como tú.

Jun difícilmente traga con su pulso alterado ante los intensos y traviesos orbes oscuros que le roban el habla. Va a decir algo para no continuar luciendo como idiota, cuando la voz de su mejor amigo y su lloriqueo aparecen:

–Oigan, ya dejen de coquetear cuando estamos aquí~

–¡Gyu, los interrumpiste! ¿Quieres otro golpe?

–¡N-no, ya vamos a limpiar!

Sería un día sumamente cargado de diversas situaciones en la mansión Choi, no cabe duda.

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–Usaste magia, debí intuirlo.

–En mi defensa, la señora Choi estaba cansada y se moría por correr a la cocina para adelantar la cena – señala con expresión solemne –. No íbamos a terminar si no ponía en práctica los conocimientos de mi nana.

Soobin escapa una mueca con un gruñidito bajo por la mención de la hechicera, mas no desea pelear con Lisa en plena sala. 

–De acuerdo, fue lo indicado. ¿Te descubrieron? Espero dieras precavida.

Lalisa se incorpora con orgullo, una palma en su pecho.

–Claro que no, tonto. Una hechicera sabe cómo usar sus trucos.

–¿Les dijiste que descansaran y cuando volvieron los convenciste de que ya no faltaban retoques? Apuesto que complementaste con algo más, no iban a creerte si se acordaron que dejaron el trabajo incompleto.

–Usé un poquito de confusión y persuasión con un hechizo que aprendí hace dos días – completa con una sonrisa traviesa –. Vaya, ya empiezas a adivinar mis movimientos, debo cambiarlos.

–Te comienzo a conocer mejor, Manoban  – se mofa con misma acción –. No se te ocurra usar tus encantadores hechizos en mi contra.

Antes de la rubia aportar algo, la aparición de otra chica les hace voltear a la entrada, esta luce repentinamente callada pero sonríe ligeramente para entrar e informarles que se probarían todo para corroborar que estuvieran a la medida los atuendos. La siguen y la menor intuye que algo anda mal con su pensativa Unnie.

Los trajes efectivamente quedaron con las medidas perfectas, a esas horas de la tarde almorzaron muy ligero y se dispusieron inmediatamente a participar en la elaboración de la gran cena. En esta ocasión Yeonjun sí pudo acercarse a ayudar a Soobin con paciencia y bromas no maliciosas que relajan al inexperto cocinero. Se sorprende del rápido aprendizaje de su dongsaeng y se siente orgulloso de éste por su capacidad de absorción.

La señora Choi no podía estar más encantada con todos los jóvenes y los preparativos, sólo quedando pendientes unos minusculos detalles -a eso de las siete y treinta de la noche-, los despacha para que alisten el salón con la música, mesas con comida y los adornos faltantes. 

Concluyendo esa última labor, cada uno va a darse una ducha y alistarse dedicadamente para la velada, con distintas emociones pero con misma anticipación burbujeante. Posiblemente los más intranquilos son los tres Choi y Kang.

Para un mayor efecto festivo acordaron una hora en la que todos se reunirían en el comedor para servir la cena, todo por orden de Moonbyul y Jisoo, misma que acataron todos porque - muy en su interior- estaban en misma magnitud encantados con la idea. Todo quedó impecable y les enorgullece.

Soobin detesta apreciarse excesivamente en los espejos, hace la excepción ahora mismo al chequearse repetidas veces, sin embargo, Yeonjun le ha ganado con creces en dicha acción desde su dormitorio. Consientes de que ya era la hora para salir, toman una boconada y controlan sus ansias antes de abrir sus puertas como lo hicieron en la mañana.

La diferencia es que el menor salió con dos minutos de ventaja, por lo que éste esperaba en el pie de la escalera, rompiendo un poquito las reglas por quedarse ahí.

En aquel instante fue que Yeonjun hizo aparición y captó todo su enfoque, descendiendo con lentitud, su mano derecha trazando la baranda como en las películas, viéndole con una sonrisa tímida, robándole todo el aire de los pulmones y haciendo que su boca se abriese ligeramente; luce con un traje entallado color escarlata, una entallada camisa de volantes blanca, su cabello rubio peinado y separado a la mitad, zapatos elegantes de color negro. Oh, y ni mencionar sus labios brillantes y rojizos como una apetecible cereza, todo el look es como un príncipe de cuentos, tal como en su época, pero no recuerda que nadie se viera tan impresionante en las innumerables fiestas.

Una vez llega hasta el estático azabache, le saluda con cierto nerviosismo en su voz:

–Joven Choi, luce muy bien esta noche.

–Y-yo...

–¿Qué tal?... H-hey, ¿Tan mal estoy o finges estar encantado para no hacerme sentir mal?

–No seas absurdo, estás maravilloso – alega con una exhalación casi exagerada, pero nada falsa –. Escogió uno de los trajes que más detestaba en mi armario y lo ha transformado en mi favorito, joven Choi.

Yeon aparta el rostro para que no sea perceptible cuan caliente estaba éste, ocultando también su tonta sonrisa.

–Fuiste el creador de esto. Jamás usé trajes de príncipe de cuentos y mucho menos he ido a celebraciones de este estilo. 

–¿Te desagrada? – la desilusión es rápidamente captada por su hyung.

–No, no, en lo absoluto. Sencillamente algo me da curiosidad – ablanda su semblante, comprensivo –. ¿De dónde surgió la idea? ¿Echas de menos todo? Al fin y al cabo era la época de donde viniste.

–Mínimamente, pero si te soy franco, deseaba ver cómo lucías de esta manera. Quise mostrarte un poco de mis raíces, involucrarte en lo que en gran parte soy, ya que tú me has adentrado a tu mundo – ahora es él quien actúa torpe por el despampanante chico que tiene en frente, observándole con dulzura ante cada palabra que suelta –. Sé que es desfasado y anticuado, sólo...

Yeon le acorta con un dedo en sus labios, retirándolo luego con diversión.

–Me encanta la idea, y es muy lindo de tu parte, Soobinssi. Si te soy sincero, ansiaba verte así también.

Bin escapa un sonidito ansioso y se acomoda en su puesto, ajustando su chaqueta y relamiendo sus labios.

–¿Y...?

–Luces tal como imaginé – se regocija de gastarle una bromita que le hace torcer la nariz a su menor como un conejito insatisfecho. Le acomoda el cuello de su prenda y lo alisa con gracia, retrocediendo para verificar el resultado con un suspiro retenido ante la despampanante imagen del más alto –. Ya, ya, vámonos antes de que la señora Choi nos jale las orejas.

Soobin tiende su brazo con cortesía, un hábito arraigado que hace pestañear al lindo hyung antes de que acepte con una risita. Al entrar en el decorado comedor, es el de traje rojizo quien escapa un a exclamación sorprendida por la decoración entre flores, frutos, adornos navideños y candelabros, además de la gran cantidad de comida que todos estaban trayendo. Otro punto a favor para su deleite es el apreciar a todos vestidos con maravillosos atuendos y tan pulcros, alegres; las chicas con peinados acordes a la temática y con joyas preciosas, los chicos similares a él y su acompañante, y sin olvidar a la preciosa Moonbyul como toda una dama de sociedad gracias al prestamo del dueño del lugar.

Apenas son divisados, todos se aproximan a recibirles - y a reprocharles por llegar juntos y no seguir las reglas del encuentro-. Entre el grupo de estudiantes juguetean por sus aspectos tan "pomposos" y se halagan a la par. La señora Moon es la más contenta y conmovida con todos los jóvenes luciendo tan radiantes. 

–Bien, bien, no sé ustedes pero yo muero de hambre.

–¡Sí, sí, sirvamos la cena!

–¡Voy por las demás bandejas!

Terminan de traer toda la comida y bebidas, las servilletas bordadas de tela, copas de cristal, cubiertos de plata y vajilla de porcelana pura e importada, una combinación que les deslumbra, mas no era algo nuevo para el azabache que actúa como si fuera parte de aquel mundo - y lo es, en parte-, con la diferencia de que por dentro éste temblaba inseguro, pues no quiere que sus instintos surjan ante la presión, por cada recuerdo que lucha por apartar de su mente.

Soo saca una silla para que su hyung se coloque a su lado, cumpliendo todo el papel y juego que han tomado todos, ganándose una sonrisa genuina del mismo. Imita la acción con Lisa y Moon, mientras que Tae se encarga de Gyu y Jisoo.  

Al servirse en sus platos, el llamado de la señora Choi, quien toca con su cubierto delicadamente en la copa, capta la atención de los muchachos que se ríen por el comportamiento elegante de la mujer.

–Primero que nada quisiera darle un cordial agradecimiento a nuestro anfitrión, Choi Soobin – levanta su copa con una sonrisita –.  Nunca habíamos experimentado una navidad como esta, y creo que hablo por todos aquí, así que este ha sido un muy encantador gesto de tu parte, querido. Claro está que no se trata de los lujos, de los montones de comida, regalos ni nada de eso, pero estar reunidos y compartiendo todos juntos es lo más grato para mi corazón. Gracias, Soobinssi.

El aludido da un asentir con su cabeza, acogido por las sinceras palabras de la castaña. Levanta su copa igualmente antes de que cierren el brindis, tragando y observando a todos para aclarar su garganta. 

–Es un honor para mi tenerlos a todos como invitados, aunque no lo parezca debido a que no he ofrecido mi mejor comportamiento en algunas desafortunadas ocasiones, motivo por el cual soy yo quien les da las gracias por permitirme estar a su lado durante esta velada – pausa un segundo, eligiendo lo siguiente con detenimiento: –. No he vivido navidades agradables desde hace muchos años, más de los que se imaginan. No tengo con quien pasarlas y hay recuerdos desagradables... – se acalla porque le pesa a sus adentros, su vista está oscurecida y clavada en el mantel, contiene el remolino de memorias, hasta que una cálida mano cubre la suya debajo de la mesa, voltea entre parpadeos para cruzarse con unos orbes miel que le brindan un apoyo que logra disuadir toda su bruma, tranquilizando su corazón. Sonríe ladino de a poco, volviendo hacia el resto con más certeza:–. Será maravilloso crear nuevos recuerdos con ustedes, y principalmente espero que Yeonjun sea consiente de que esto es gracias a él. Mi brindis es por ustedes, pero esencialmente va por él.

El acto toma desprevenido a Yeon, se gira con una risa tímida que enrojece más sus mejillas con la vista de los demás risueños sobre él. Se siente conmovido por las lindas miradas, sobre todo por la del orbes oscuros a su derecha. Levanta su copa con dedos levemente temblorosos y brinda junto al resto, apenado porque estos aportan de acuerdo a las palabras de Bin.

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La cena marcha de maravilla, degustando las exquisiteces de la madre de Beomgyu, charlan entre todos y otorgan cumplidos más que merecidos a la cocinera, se llenan hasta el cansancio y disfrutan el postre con sonidos de goce que invaden el pecho de la castaña con orgullo y afecto. Esperan unos minutos entre más conversaciones triviales, hasta que sus estómagos se alivianan y escogen hacer llamadas a sus demás seres queridos, tomándose un rato aparte antes de ir al ya preparado salón que les espera.

Soobin invita a Yeonjun a un ala de la planta baja, cercana al salón de eventos, tratando de persuadir al preguntón e inquieto chico. 

–Yah, no seas tan misterioso y dime a dónde me secuestras.

–No es secuestro si es voluntario, Jun – enarca una ceja con diversión, tomando las manillas doradas en la imponente puerta de madera tallada y estilizada del salón donde se han dirigido –. Es aquí, bienvenido a uno de mis lugares favoritos en esta inmensa mansión anticuada.

Cualquier frase le queda atorada como la respiración en su pecho, sus ojos y boca se abren ante la impresión de la descomunal biblioteca a la que se adentran. Él va más apresurado mientras su dongsaeng cierra a sus espaldas, escanea cada estante, lámpara, mueble, libro y decoración de la estancia; todo en colores marrones y rojizos bien equilibrados con la madera caoba y la iluminación, una gran chimenea con ángeles tallados, planetas en un área del alto techo. Era tan fascinante que permanece un rato más chequeando los detalles, casi quebrando su cuello y mareándose de tanto girar.

–¿Estás Jodiéndome?

–Ese vocabulario, joven Choi.

Yeon escapa el aliento sin siquiera sentir pena por la mofa de Bin, encarándole en lo que sus dedos pasean por los estantes, eran altísimos y habían cientos por todo el sitio, casi tapizando cada pared, adornados con cientos de libros de tapa dura; incluso hay una escalera y un piso entero con barandas arriba para buscar.

¡Está alucinando y eso le hace maldecir sin percatarse, por dios! 

–¿Cómo pudiste ocultarme este paraíso durante tanto tiempo? 

Bin alza sus hombros con transparente inocencia.

–En mi defensa, no imaginé que te gustaría. Hay muchos libros antigüos y fuera de época aquí.

–¿Bromeas? ¡Amo los libros aunque sean viejos, Soobin! – apuntiza con casi indignación de no ser porque el asunto era algo chistoso – Estudio literatura, por si no lo recuerdas.

–Tiene sentido – oculta vagamente una risita en lo que se aproxima al rubio –. Juro que no lo pensé, supongo que se me escapa el tiempo contigo.

–No inventes tonterías, Choi ¿No notaste mi reacción en La Bella y la Bestia durante esa escena?

–No mencionaste palabra alguna.

–Porque estaba fantaseando en que algún caballero me invitara algún día a su descomunal biblioteca.

–Bueno, ya me tienes a mi – el tono bromista se corta con su suave alegación, robando el habla del mayor. Sonríe con sus labios sellados, señalando los estantes –. Todo lo que desees está disponible y a tu alcance. Incluso podrías agregar los libros que te apetezcan.

–Me encantaría... – contesta saliendo de su ensimismamiento por el lindo azabache que desestabiliza su ritmo cardíaco – ¿Has leído todos? Me agradaría verificar tus sugerencias.

–No todos, pero sí la mitad. Siempre me ha maravillado la literatura – es indudable su entusiasmo, igual al del contrario que le escucha atento y animándolo a continuar: –. Solía leer demasiado y pasar muchas horas aquí. Podríamos sugerirnos libros mutuamente, intercambiar lecturas.

–Es genial hallar a alguien con quien compartir este gusto – reconoce con un involuntario suspiro de alegría. Examina algunos estantes con interés, y carcajea extrayendo una cubierta polvorienta con el titulo "La Bella y la Bestia", mostrándola en lo que la ve con fascinación –. Que conveniente, ¿Es el original?

–La primera edición, tengo todas las versiones, o al menos hasta la del año mil ochocientos setenta y cinco – responde con misma expresión jovial –. Ven, te mostraré unos libros de poesía, ¿Te gusta?

–¡Por supuesto!

No se percatan de la cantidad de minutos que transcurren perdidos en su charla.

Soobin en un principio estaba titubeante de mostrar su sitio sagrado por diversas causas; como menciona, se le había pasado por alto que a Yeonjun le atrajera la idea, de igual manera que se lo cuestionó por lo desfasado que eran los libros y temía que éste los despreciara, además de que los primeros días de conocerse él solía ser un egoísta que no era capaz de enseñar algo que consideraba privado. Ahora se fija lo distinto que es todo, hallándose a un lado del rubio en el sofá más grande y cercano a la chimenea que encendió, inclinados por el calor corporal del otro en unos trajes sumamente refinados, riendo y leyendo líneas de libros que han captado su interés en una atmósfera relajante.

Los dos se sienten sumamente... ¿A gusto? ¿Cómodos? ¿Felices? Una mezcla de todo, sumando una sensación de familiaridad que crece a pasos agigantados cada día que pasan juntos. Se miran a la par ante una frase que se cruzaron en una de las páginas desgastadas con manchitas cafés:

"El más poderoso hechizo para ser amado, es amar". (Baltasar Garcián)

–Eh... 

–A-aquí hay otra – Jun señala por inercia el primer párrafo que capta, leyendo atropelladamente:– "Ven a dormir conmigo. No haremos el amor, el amor nos hará." Julio Cortazár...

Si antes estaba rojo y a punto de esconderse, al percatarse de lo dicho ahora Yeonjun ansiaba desesperadamente correr lejos de la mansión y no volver nunca. Se hunde discretamente en el sofá y de reojo divisa el enfoque del pálido sobre él, se cohíbe abochornado en su posición hasta oír la carcajada de éste. Da un puchero mientras cubre su rostro con ambas palmas, se reiría de no estar tan apenado.

–Eres todo un poeta, Yeon, pero si quieres algo de mi parte, nada más debes decírmelo.

 –¡Cállate, estúpido! 

Soobin descubre con delicadeza el rostro de Yeonjun, sonriéndole con suavidad una vez termina sus risas. Los dos comparten miradas en silencio, no hay incomodidad ni tensiones, sencillamente se pierden unos segundos en los orbes contrarios. Sin embargo, la puerta es tocada y por reflejo se apartan despacio, rompiendo su burbuja a causa de Beomgyu al entrar.

 –Ustedes dos han estado extraviados por una hora entera, ¡Los busqué por media mansión!  – se queja tendido, pero al reconocer su alrededor indudablemente queda asombrado, dando un silbido. También se da cuenta de la cercanía de sus mayores y lo íntimo que luce el ambiente por la chimenea, colocando una expresión sugerente y retomando con melosería: – Hyungs, lamento irrumpir en su nido de amor ñoño, pero mi madre nos matará a los tres si no vamos ahora al salón.

 –¡No digas ridiculeces!   – Yeon se levanta con un gruñido malhumorado por las insinuaciones que arruinaron su momento con el pelinegro – Además, aquí el cursi que llora con The Notebook eres tú, tonto.

  –¡Y-yah, no me golpees que me despeinas! ¿Tienes idea de cuánto tardé en arreglarme, hyung? ¿O de lo duro que es ver esa película sin romperte en pedazos?

Soo se resigna con un suspiro para unírseles, depositando el libro de poesía en una de las mesas. No se había molestado en leerlo nunca, pero no sonaba mal hacerlo pronto...

Durante aquella hora que el par de Chois estuvo en la biblioteca, ocurrieron unas cuantas cosas con el resto. Lo más relevante de destacar es el hecho de que las chicas compartieron una conversación sincera y de suma importancia en el jardín, donde Jisoo había salido sólo unos minutos para no congelarse demasiado con el clima.

 –Chicken... Estás muy rara, más de lo usual   – Lisa se abraza a sí misma por un estremecimiento que le recorre ante la gélida brisa –. Para empezar, ¿Por qué estás aquí afuera con esta temperatura y usando vestido? 

 –Necesitaba aire, perdón  – musita mordiendo posteriormente su labio inferior con indecisión –. ¿Eres muy cercana con Soobin? ¿Desde cuándo se conocieron?

Las preguntas desconciertan a la de vestido negro, sobre todo por la forma en la que su emisora las ha realizado.

  –Eh, lo conozco desde inicios de mes. Nos llevamos bien, aunque discutimos mucho.

 –Oh... Entonces fue una conexión inmediata.

 –Unnie, me estás confundiendo. ¿A qué va esto y porque pones esa cara decepcionada?

 –Lalisa, dime una cosa  – ignora lo dicho, viéndola con firmeza a pesar de que en su interior estaba intranquila – ¿Te gusta Soobin-ah?

 –...¿Bebiste demasiada champaña o fue el vino de doscientos años de antigüedad?  – niega horrorizada, sin embargo, se le escapa una fuerte risa al comprender la situación –. Un minuto, ¡¿En verdad crees que me gusta Soobin?!

 –Los he visto muy juntos y cercanos estos días, no te burles  – sisea con amargura, soplando un mechón que cae en su periférico –. Decoraron juntos toda la noche, te arrima la silla, se ríen mucho y conversan a solas. ¡Dijo que no usaras tus encantadores hechizos en su contra, no lo niegues porque los escuché!

Manoban sacude su cabeza y se acerca con una sonrisa enternecida a la refunfuñona y celosa chica que la tiene loca, acunando su rostro con dulzura.

–Despistada unnie, la que me gusta ere tú ¿No he sido lo suficientemente obvia desde el inicio del semestre pasado? 

Kim deja de funcionar por unos segundos, estática frente a la alta. Boquea y su entrecejo se frunce, sus mejillas calientes bajo el tacto y los bichos alborotados en su estomago.

 –¿Y-yo? Pero... ¡¿Q-qué manera de confesarte es esta, dongsaeng descuidada?!

 –¡Lo lamento, es que no me resistí! Eres muy linda estando celosa.

 –No estoy... Ok, lo estoy y también me gustas  – se resigna con derrota –. Imaginé que sería un momento más bonito.

 –¿Quieres que finjamos y me vuelvo a declarar en el salón?

 –No, la verdad es lo de menos el cómo. Todo termina siendo bonito porque eres tú  – afirma con una ligera sonrisa –. Siento que no me estás diciendo toda la verdad...

Lalisa se lo piensa, no le es bonito tener a la chica que robó su corazón luciendo tan insegura, por lo que inhala y ahora sujeta sus manos, observándola directamente con una risita nerviosa.

 –Todo tiene una explicación... Hay cosas que necesito contarte, Jisoo unnie.

La aludida se prepara porque la rubia luce bastante seria de repente, imagina que es algo muy importante, pero nada la preparó para todo lo que ésta le soltó...

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 –Beomgyu, si no te controlas vas a terminar colapsando antes de las doce.

 –Mamá, no seas cruel.

 –Te has escondido todo el rato y regresaste con una cara de cachorro mojado. ¿Estás bien?  – la mujer acaricia preocupada los cabellos de su hijo  –. ¿No es algo relacionado con Taehyun?

 –No lo menciones aquí  – masculla con un pedazo de panecillo en la boca –. Mejor vamos a conversar de algo más.

Moon escapa el aire y le concede al jovencito salirse con la suya. Observan el gran salón decorado que, apenas abrieron, les dejó anonadados, pues era despampanante y hermoso por igual, la música era ideal para la velada y los acompañaba a todos. Estaban dispersos entre conversaciones, luciendo diminutos en el amplio espacio que era diseñado para cientos de personas.

Lo más agradable y bonito es que todos bailan entre ellos, comen de algunos postres con el poco espacio que les queda en el estómago y beben más vino de la cosecha de los Choi, era un ambiente fascinante. Soobin disfruta más de aquella pequeña reunión que de cualquier despampanante fiesta a la que se le obligó a asistir por su familia.

Le parece más real y gratificante tener menos cantidad y mayor calidad de personas en el salón.

A las once de la noche Byul ejecuta sus planes al colocar unas baladas lentas y románticas, es entonces que Soobin y Yeonjun se reencuentran nuevamente tras compartir con el resto.

 –Realmente es un gran salón. Luce como en una de esas películas de millonarios, ¿Sabes?

 –Ujum, pero hay algo que no hemos hecho aún  – extiende su mano con una nata caballerosidad –. ¿Me permite un baile, joven Choi?

El de traje escarlata se sorprende por la propuesta, sintiéndose halagado al instante.

 –Y-yo no sé bailar muy bien este tipo de danzas.

 –No estropees mis intenciones, Yeonjun. Yo te guío, lo prometo.

 –... De acuerdo, joven Choi  – finalmente sonríe al aceptar su agarre con una revolución dentro de él en lo que caminan al centro del salón. Se posicionan cuando va a sonar una nueva canción, y no contiene escapar una risa cuando la melodía de flauta comienza:– Es un chiste, ¿My heart will go on? Tú arreglaste esto.

–Quizás – reconoce con un guiño, sosteniendo la cintura fina del más bajo y aproximándolo más a su cuerpo, éste le sujeta por los hombros y luce tímido primero, por lo que le susurra con suavidad:–. Enfócate en mi, Yeonjunssi.

Lo hace, se mece y aliviana su tensión junto al contrario, sin apartar su vista de la suya, abrigados con el sonido instrumental y la bella voz de la cantante. Se experimenta como otra época, una fantasía de cuento donde el tiempo se detiene y todo desaparece en su baile, ambos enfrascados en el otro. 

Mientras ellos bailan, Taehyun se traga todas sus mortificaciones viéndose inspirado por el par. Se acerca con aplomo hasta Beomgyu, captando su atención y ofreciendo su palma.

–Hyung, ¿Me permites bailar esta canción contigo?

–¿A-ah? – titubea con perplejidad – ¿Es conmigo? 

–No hay otro hyung, los que quedan están bastante ocupados en su baile  – bromea con ganas de gritar por sus nervios. Ante la indecisión de su mayor, su sonrisa decae tanto como su tono suplicante –. ¿Podemos olvidar todo por ahora y vivir esto, Beomie?

Choi no se resiste ante los ojitos grandes y gatunos que siempre han sido su perdición, con el pulso a mil aceptando su mano y yendo junto al éste a la pista. Se colocan como sus amigos en una intima y cercana posición para dar rienda suelta a su danza. No deja de admirarlo, era más alto que el pelirrojo, y es irremediable no sonreír por la actitud caballerosa del mismo, con sus manos sin bajar demasiado y manteniendo su espacio personal.

Por un minuto le hace caso, olvidando cada mal rato que han vivido, permitiéndose ser feliz en sus brazos al recostarse en su hombro con un abrazo, casi escuchando los latidos contrarios igual de acelerados que los suyos al ser correspondido con cariño.

Jisoo y Lisa son la otra pareja que baila en la pista, ahora más unidas con todo lo conversado, a pesar de que aún hay mucho que procesar, estaban más que contentas de compartir un momento tan mágico.

Porque el salón irradia magia ahora mismo para cada uno de los presentes que se sumergen en una danza de navidad.

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Al tenerse que separar del cuerpo del otro fue como una larga exhalación, había estado tan cómodo recostado en el hombro de Soobin como éste lo estuvo al abrazarle, ambos experimentando el cosquilleo, los latires y esa sensación de vuelo que les hacía flotar en una nube. Tal cual sucedió con Tae y Beom, y por supuesto, con Jisoo y Lalisa.

Y es que las parejas habían bailado por un rato sin fijarse en los minutos, se habrían perdido el espectáculo exterior de no ser porque Moon les informó que faltaban veinte minutos para las doce.

Cantaron algunas canciones clásicas en el mismo salón lo que restaba de tiempo, hasta que estuvieron a diez minutos para la medianoche. 

–Los fuegos artificiales serán geniales, los amarás – Yeon casi saltaba inquieto en su silla –. En parte me preocupan los animalitos, pero han hecho campañas preventivas e informativas para ayudar a que no se asusten o para refugiarlos e impedir que los ruidos les aturdan. Es lo mejor que se les ha ocurrido en Daegu. 

–Es grandioso saberlo – reconoce con una ceja enarcada al recordarle:–, pero ya he visto anteriormente fuegos artificiales, Choi.

–¿Existían en tu época? – susurró con travesura cerca de su oído, el menor entorna sus cuencas y por instinto le soba el brazo para consolarlo –. Aunque fuera así, te aseguo a que estos fuegos artificiales son mucho mejores que los de antes.

–Entonces hay que apreciarlos como es debido – toma desprevenido al rubio cuando se capta la atención del resto –. Vamos al balcón del tercer piso, hay una gran vista para los fuegos artificiales. 

–¡Ok, pero traigan sus abrigos!– Byul eleva su tono para hacerse oír entre los entusiastas jóvenes que casi corren infantilmente a los percheros de la entrada –. Rápido, rápido.

Llegan a tiempo al balcón, cinco minutos anticipados, donde están todos abrigados y viendo la nubecita saliendo de sus bocas al exhalar o modular. Soobin estaba anticipandolo que cualquiera, a un lado de Yeonjun, y cuando el conteo empezó en retroceso, sujeto él mismo la mano de éste, sin voltear a ver su reacción por pena, no captando su sonrisa, mas sí su apretoncito bajo el tacto.

Las doce dieron y los fuegos artificiales estallaron en el firmamento, iluminando el cielo en diversos colores, mostrando tantos tipos, incluso los llamados globos de los deseos que al azabache le recordaron a viejas lamparas de su infancia - con diferencia de que éstas flotaban en el cielo-, su boca se abrió en asombro porque todo le era una novedad. Las risas y alaridos a su alrededor le sacan de su burbuja. 

Todos comparten abrazos y felicitaciones, pero no está claro el cómo integrarse, como un desorientado y torpe chiquillo, ajeno a los demás.

–Feliz navidad, Soobinnie.

Escuchó el susurro dulce a su costado, proveniente del ojos miel que sonríe hermosamente para él y sin soltarlo, es entonces que el mismo le jala y los demás van por su cuenta a él, a ellos, compartiendo abrazos que embargan al azabache con una familiaridad hogareña que le calienta el alma que pensaba dormida.

Soobin al armarse de valor abraza con fuerza el cuerpo de Yeonjun, un movimiento que deja por un efímero segundo estático al chico antes de que lo estreche también. Aspira su aroma, escondido ahora en su cuello mientras murmura con plenitud:

–Feliz navidad, Yeonjunnie.

Por su parte, Taehyun abre sus brazos para Beomgyu con una sonrisa sincera que el mayor corresponde y los hace unirse, como si estuviesen recomponiendo los pedazos rotos por ellos mismos, aunque sea por un minúsculo instante, tal como durante el baile.

La señora Choi estaba tan feliz con las dos chicas abrazadas a sus costados, apreciando la bellísima escena. Era el mejor regalo para ella el que todos estén contentos y unidos.

–Te dije que la vista sería increíble, mocoso.

Soobin se aparta del más bajo al liberarlo, embobado por su linda risilla en lo que vuelve a levantar su vista al espectáculo de fuegos artificiales, sin percatarse en el cómo él le aprecia, detallando los colores reflejados en su nívea piel y ojos brillosos, admirando la forma en la que sus mechones rubios son mecidos por la brisa invernal, estallando por dentro en goce y nada más mostrándolo en su sonrisa de hoyuelos.

–Sí... Es la vista más hermosa que he presenciado, Yeonjun.

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Coinciden a la media hora acerca del agotamiento que les dejó el ajetreado día, acordaron unánimemente en limpiar todo al día siguiente y despertar temprano para no perderse el anhelado intercambio de regalos navideños. Los que se quedan en el balcón un rato más son Taehyun y Beomgyu, sólo que el primero permanece oculto apreciando al mayor con melancolía, mas no teniendo el coraje de darle aún el regalo, yéndose cuando el muchacho está por regresar al interior de la residencia.

Cada quien se desplazó por la propiedad, los Chois mayores van hasta el pasillo de sus habitaciones tras despedirse. El de menor estatura es detenido por el opuesto con un leve jaloncito en su muñeca cuando estaban frente a sus puertas.

–Hay algo que quiero darte – comienza con la valentía luchando por no flaquear ante aquellos ojos rasgados que le provocan tanto –. Fue complicado hallar algo adecuado para ti porque sé que no eres fanático de las cosas costosas a las que me acostumbraron desde niño, y comprendo que eres alguien de detalles pequeños y modestos. No nos conocemos desde hace mucho tiempo, sin embargo – suspende su oración mientras rebusca en su bolsillo una cajita pequeña y decorada sencilla pero hermosamente, tal como describiría al chico frente a él –. No pude esperar hasta el amanecer así que... Ábrela. 

Yeonjun acepta el obsequio con dedos temblorosos, no lo esperaba, le acogen las palabras del ojos negros. Al abrirlo un jadeo se le cuela por el sumamente precioso y exquisito collar con una rosa dorada que reposaba en la aterciopelada cajita; era una prenda simple, mas con un encanto excepcional, sobre todo por la  diminuta pedrería rojiza repartida en sus pétalos. Claramente era algo caro, pero que valía la pena. Sin embargo, imaginarse con algo tan impresionante puesto, siendo portado por alguien mundano como él, le parece hasta absurdo.

Sin mencionar que lo que le tiene sin modular contestación alguna, es que era perceptible que Soobin pensó en él al escoger una joya que sin duda era de su estilo.

–Soo... No debiste molestarte, es... Es precioso – escapa en cada boconada, abrumado en totalidad –. ¿Cómo supiste que las rosas eran mis flores favoritas? Digo, es lo más típico, pero...

–Amas las flores tanto como el color rojo, y te he visto apreciando los rosales. Eran las primeras flores que elegiste en el catálogo para el invernadero  – sonríe con labios sellados, adorando la tan tierna reacción de su sonrojado mayor –. La vi y supe que debías de tenerla. Por favor, acéptalo.

Sin ser capaz de rechazarlo, suspira y asiente, pidiéndole con un susurro que se lo coloque. Su piel cosquillea y se eriza cuando las yemas del menor le rozan al colocar el accesorio, y es al girarse que aquellos pares negros le hacen perderse.

–¿Por qué me miras así? – escapa casi oprimido, en un tono bajito.

–Porque tuve razón – admite sin ser capaz de callarlo –. Es perfecto porque lo traes puesto

Los dos comparten una última mirada, porque sus cuerpos se atraen como imanes y sellan la distancia con un beso sin prisas, disfrutando de sus suspiros, la lengua del contrario acariciando la suya, y la aparición de fuegos artificiales en sus cuerpos.

Al separarse por aire, muy a su pesar, Yeon levemente aprieta con sus dedos el hombro de Soo, sin abrir sus ojos y todavía con sus frentes unidas.

–Ya es tarde...

Bin inhala su aliento con necesidad, negando leve con una suplica:

Quédate, por esta noche... 

"Quiero despertar contigo mañana, porque sino no será real, recordaré todo lo malo..."

Yeonjun duda, sin embargo, no puede refutarle nada a Soobin en ese estado, no siendo consiente de lo difícil que era afrontar tal fecha traumática. Se aparta tras darle un besito en su mentón y sonríe para calmarlo:

–Iré a cambiarme y vendré. ¿Bien?

Se separan y cambian con un centenar de ansias en sus estómagos, volviendo a encontrarse dentro del cuarto del pelinegro cuando éste abrió la puerta al ser tocada por los nudillos del rubio. Se van a la cama con una sonrisa cómplice debido a sus pijamas, y a pesar de que ya han dormido relativamente juntos anteriormente, estaban algo apenados.

Se acuestan al posarse sobre el colchón y se cubren con el edredón, la cama es suave y olía a la esencia de su dueño, sin darse cuenta el mayor inhala y se acerca al cuerpo más grande. Ambos adormilados, oyendo la respiración del contrario, y es el Choi más joven quien se atreve a colocar su brazo en la cintura del rubio tras una petición tácita de los dos, no verbal pero añorada.

Estaban cayendo por el otro tanto como los copos del exterior, los primeros de navidad, en una danza donde los dos se suman y duermen calurosamente.

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–Esto es lo más hermoso que he visto en muchísimo tiempo – la voz llorosa y las lágrimas de alegría se escabullen de la pelirroja, cargada por las emociones de todo lo que presenció. Algo que anheló por mucho, y que estaba cumpliéndose de a poco –. "El amor es una maravillosa flor, pero es necesario tener el valor de ir a buscarla al borde de un horrible precipicio." 

»Lo ha dicho Stendhal, está en el libro de poesía que leían. Dios, leen juntos, bailan cerca, duermen abrazados... ¿Te das cuenta que es posible que el hechizo se rompa finalmente?

 –Es una gran posibilidad... Pero...

–Lo sé, lo sé... Estoy feliz, es sólo eso.

El hombre se acalla sus preocupaciones para no preocuparla, afirmando y sonriendo para ella.

Porque hace mucho no la veía tan radiante.

–Hay que disfrutar del momento, es cierto. 

Ella va a darle un abrazo, poniéndose de puntillas para acariciar su rostro con cariño fraternal luego.

–Feliz navidad, Namjoonie.

–Feliz navidad, Irene.

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My heart will go on es mi canción fav desde los doce años, no tiene mucho que ver con la historia del YeonBin, pero me encantó ponerla en una danza. La escena de parejas fue preciosa :') 

https://youtu.be/aYStPLxnLfA

Yeonjun y Soobin empiezan una nueva tradición en este episodio, ya se fijarán.

Taegyu... Pendientes en el siguiente cap :)

Lisoo best yuri ship, amo sus dinámicas akslspd

El fin es bastante romántico y soft, he querido relatarlo como un cuento con aprendizajes sobre el amor, la superación y más, como verán ;; Espero les esté gustando, me quité lo antiromantic por esto JAJAJAJA

¡Voten y comenten! 💖

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