8
El encargado de la recepción del spa les tendió un par de toallas a cada uno y también sendas pulseras magnéticas para poder abrir y cerrar las taquillas. Por separado, entraron a los vestuarios de hombres y mujeres. Y después, se encontraron al otro lado, ya en el propio spa.
—Esto está desierto —comentó Irene mientras miraba a un lado y a otro, comprobando que allí no había nadie a aquellas horas.
—Te dije que de noche estaríamos más tranquilos. Así si tienes un ataque de ansiedad no le tendrás que dar explicaciones a nadie —argumentó él.
Irene asintió.
—Mira, allí están las piscinas, ¿vamos?
Caminaron de la mano hasta llegar al borde de unas escaleras que se sumergían en un cuadrado de agua caliente lleno de burbujas. Marc se sumergió hasta la cintura (porque realmente la profundidad de aquella piscina era muy escasa) y le tendió la mano a Irene, invitándola a entrar con él.
La pelirroja tardó en decidirse unos segundos. Hizo de tripas corazón, respirando todo lo hondo que sus pulmones le permitían y agarrando la mano de Marc con firmeza fue bajando los escalones hasta que el agua le llegó a cubrir el pecho.
—¿Qué tal? —preguntó él, atento a cada uno de los gestos de Irene, que se mantenía quieta junto a él, mirando el agua con infinita desconfianza.
—Mal. No puedo. Es... Es superior a mí —respondió.
Y salió corriendo de la piscina hacia una de las tumbonas, donde cogió su toalla y se envolvió en ella rápidamente.
Marc fue a buscarla, con la intención de no tirar la toalla.
—Ni siquiera me has abrazado, como esta mañana en Garachico... Vamos a intentarlo otra vez... Y si tienes miedo, recuerda que yo estoy aquí —dijo él.
De nuevo, Marc volvió a introducirse en el agua y le tendió la mano a Irene, quien, esta vez, tardó un poco menos en decidirse a entrar.
Se quedó pálida otra vez y muy quieta, pero entonces, él se adelantó a abrazarla y a acariciarla el cabello, hasta notar que los músculos femeninos se relajaban entre sus brazos.
—Gracias —susurró ella.
Pero empezó a temblar de nuevo. Sin embargo, Irene recordó cómo el beso que Marc le había dado aquella mañana había logrado calmarla, así que decidió intentarlo otra vez:
—Dame un beso —pidió Irene en tono de súplica.
Marc la miró y en lugar de sonreír, pensó que si la besaba allí, a solas y medio desnuda, era muy probable que perdiera el control de sí mismo.
—¿Estás segura? Sabes lo que puede pasar si te doy un beso —avisó él entonces.
Pero ella tembló aún más fuerte.
—Dame un beso, Marc o saldré corriendo de aquí. Me estoy agobiando mucho —amenazó Irene.
Entonces él se lanzó sobre la boca de la pelirroja y literalmente, la devoró. No tuvo piedad ninguna. Y tampoco tuvo reparos en recorrer todos y cada uno de los rincones del cuerpo de la pelirroja, que en lugar de temblar, se arqueaba de placer, cada vez que los dedos masculinos rozaban puntos clave.
Llegó un momento en el que la falta de aliento les obligó a separarse. Y fue en ese momento en el que silenciosamente decidieron, sólo con una mirada hambrienta de ambos, que no tenían por qué guardar las formas, ya que allí no había nadie que pudiera verlos.
Marc desabrochó de un tirón el nudo que ataba la parte de arriba del bikini y que ocultaba aquellos pezones que le habían vuelto loco dos noches atrás. Los lamió con desesperación mientras con su otra mano, se encargaba de penetrar el interior de la pelirroja, quien gemía quizá demasiado alto, corriendo el riesgo de que alguien los escuchara desde fuera del spa.
—Marc, Marc... —susurraba ella—. Basta... Hazlo ya —pidió entonces.
—¿Te estás agobiando? —preguntó él con una sonrisa traviesa.
—No, es que lo necesito —dijo ella con un tono de voz muy sensual.
De un momento a otro se encontraron haciendo el amor desesperadamente dentro de la piscina de burbujas. Como Marc tenía mucha fuerza, se las apañaba bien para sostener a la pelirroja de la cintura, mientras mantenía sus piernas abiertas y abrazas entorno a la cintura masculina. Mientras la penetraba, se miraron fijamente y se dieron pequeños besos, unos tiernos y otros salvajes. Pero siempre, muy intensos y cargados de electricidad.
Llegado un punto, Irene arañó la espalda de Marc mientras se convulsionaba de placer entre sus brazos y él, que no había llevado preservativo, se obligó a salir del interior de la doctora y a respirar muy despacio y muy hondo para serenarse.
Se abrazaron durante unos minutos, en los cuales tuvieron que hacer grandes esfuerzos para normalizar su respiración.
Eso sí, Irene había perdido todo el miedo de un plumazo.
—Ven —dijo ella.
Desnuda y con su bikini en la mano, guió a Marc hasta las duchas del vestuario femenino, que también se hallaba desierto en aquellos momentos.
Abrió el agua caliente y le dio un pequeño mordisco en los labios. Él la miró excitado e impotente, pues al no tener un preservativo a mano, no podía llegar al orgasmo sin consecuencias.
Sin embargo, Irene tuvo una gran idea. Se agachó hasta la altura del miembro de Marc y comenzó a lamerlo y a besarlo despacio, haciendo que él gruñera y tuviera que agarrarse a las barras metálicas de la pared.
—Joder, Irene —dijo él—. Joder.
Lo succionó con fuerza varias veces y entonces, Marc perdió el control y se dejó ir en los labios de la pelirroja, quien lo recibió aún más excitada de lo que estaba cuando empezó a masturbarlo.
—Ahora tú a mí —dijo ella mientras se apoyaba en la pared y abría sus piernas, invitándolo.
Marc se agachó y obedeció, haciendo alarde de su talento para llevarla al cielo. Cosa que no tardó en suceder.
Después se abrazaron bajo el agua de la ducha y se besaron durante un buen rato y entonces Marc acercó su boca al oído de la pelirroja y dijo:
—Te quiero.
————————————————————————————————————————————————
Sé que este capítulo es cortito pero... Intenso!!! os está gustando??? Espero que sí.... Bueno, que sepáis que esta novela la tenía acabada de hace un tiempo y la voy a colgar entera del tirón y además la podréis adquirir en Amazon (si queréis) que está a muy buen precio :D (y así contribuís a que pueda pagarme la universidad!!! jajaaj) nah es broma.
Os quiero <3
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top