95. Tittenhurst Park.

22 de agosto

Narra (TN)

Los chicos estaban a punto de lanzar otro disco, así que tenían que hacer una sesión fotográfica como de costumbre. Se había decidido que fuera en la nueva casa de John, una casa de campo gregoriana, que contaba con 72 acres en la calle London Road en Beggar's Bush, cerca de Ascot y en la frontera de la parroquia en Sunningdale, en el condado de Berkshire.

Paul me pidió que llevara su cámara para tomar video, y yo decidí llevar la mía también. De cualquier forma, habría fotógrafos contratados para la sesión y Mal Evans también iría.

La casa de mi hermano era enorme, incluso tenía un lago. Paul había comprado una granja en Escocia pero, aunque tenía más acres, no era nada parecido a la casa de los Lennon. A la que más le gustó fue a Martha, pues podía correr todo lo que quisiera sin que nadie la detuviera.

— ¡Ay!—gruñí, antes de bajarme del auto.

— ¿Estás bien, preciosa?—me preguntó Paul con preocupación.

—Tuve una contracción, Paulie.

—Eso no es bueno—musitó mordiéndose el labio—, ya estamos en término, sabes que el bebé puede nacer en cualquier momento. ¿Fue una contracción de parto o de las otras?

—Me parece que de las de práctica, Paul—él pareció hacer una mueca de desagrado.

Acaricié mi enorme pancita de nueve meses. El embarazo era algo lindo, pero nadie habla de que no puedes encontrar una posición cómoda para dormir ni de los horribles dolores de espalda o la hinchazón de pies. Mi marido pasó su mano por detrás de mí y fuimos a reunirnos con los demás.

—Bien, ya estamos todos—dijo Ringo—. Deberíamos empezar.

Los chicos posaron para una serie de fotografías en varios lugares de la propiedad. Yo aproveché para grabar video y mis propias fotos en algunas ocasiones. Martha no se cansaba de ir y venir corriendo, Paul también estaba encantado con el comportamiento de la canina.

—Tienen una hermosa casa, Yoko—le dije mientras reposábamos sentadas en el pasto.

—A John y a mí nos gustó mucho—contestó—. Es nuestro primer hogar como matrimonio. A mi hija Kyoko también le fascinó, igual que a Julian. Gastamos mucho dinero en las remodelaciones, pero valió la pena.

— ¿Todo bien?—Paul se había acercado y me tendió una mano para ayudarme a ponerme de pie.

—Absolutamente—tomé su mano—. Yoko estaba contándome un poco más de la casa.

Paul le dirigió una mirada de desagrado a la japonesa y me pidió que fuéramos a otra parte, pero sólo accedí a dar unos cuantos pasos. Ciertamente, me parecía que mi esposo estaba siendo injusto con Yoko. Había cambiado totalmente la forma de pensar de mi hermano, sí, pero también había hecho de él una persona feliz.

—Deberíamos ir a casa—sugirió Paul.

— ¿Ya terminó la sesión?

—No, todavía no, pero no quiero que te canses demasiado—contestó—. El bebé podría...

—El bebé está bien, Paul—sonreí y lo tomé de las mejillas—, también yo. Además, tengo que seguir tomando fotografías y video, ¿lo olvidas? Me pediste que trajera tu cámara para eso.

—Tienes razón—me besó.

—Paul...

— ¿Sí?

—Deja de tratar a Yoko así.

— ¿Ahora estás del lado de John?—cuestionó—. Trataré bien a Yoko cuando ella me trate bien a mí...y cuando me regrese a mi mejor amigo.

Rodé los ojos y él se alejó para volver a reunirse con los chicos. Las fotos que siguieron se tomaron frente a una de las puertas de la mansión. Era extraño ver a los chicos tan serios, era como si hubiesen olvidado cómo sonreír. Yoko y yo posamos junto a ellos sobre un balcón.

Narra Ringo

John y George se portaban distantes con Paul por los problemas, pero yo no. Nunca me ha gustado tener enemistades, eso no va conmigo. McCartney se preocupaba mucho por su esposa, y no era para menos.

—La pancita de (TN) está enorme, mi experiencia me dice que no falta mucho para que el pequeñín quiera salir—le comenté al bajista con una sonrisa.

—No estás equivocado, narizón—me dijo Paul—. Mi hijo puede nacer en cualquier momento, (TN) está en término.

—Recuerdo perfectamente cuando a Maureen se le rompió la fuente—musité—. Me puse sumamente nervioso, no sabía qué hacer, bueno, sí sabía qué hacer, pero los nervios hicieron que todo se me olvidara.

—Flashback—

Septiembre de 1965

— ¡Richard!—escuché a Maureen gritar—. ¡El bebé! ¡Se rompió la fuente, Ritch!

Corrí hasta donde ella se encontraba y vi que tenía las manos en su vientre. El doctor nos había dicho que nacería ese mes, así que supuse que ya estaba listo para cuando eso pasara, que podría tomar las cosas con tranquilidad. Me equivoqué.

—Mi amor, debemos ir al hospital de inmediato—dije con nerviosismo—. ¿Te duele mucho? ¿¡Qué hago?!

—Fin Flashback—

—Me da un poco de miedo cuando el bebé quiera nacer—admitió Paul—. Es la primera vez que tendré la oportunidad de estar junto a (TN) en el trabajo de parto, y tengo miedo de no poder ayudarla en lo que necesite. No quiero equivocarme.

—Tranquilo—lo calmé—. Vas a hacerlo bien. Tú tienes la fortuna de que (TN) ya pasó por eso una vez, ella sabrá decirte qué quiere que hagas, y podrás hacerlo.

McCartney agachó la cabeza y puso una expresión extraña. Sabía que todavía se arrepentía de haber estado lejos de (TN) en momentos tan importantes como el embarazo y el parto de Mary.

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