79. Rishikesh.
28 de febrero de 1968
Narra Paul
Ya llevábamos una semana en Rishikesh y (TN) y yo estábamos muy tranquilos. Lo único malo de estar ahí era que Mary se había quedado en Liverpool con mi papá porque, aunque yo quería traerla, papá nos convenció de que disfrutaríamos más nuestro tiempo si la dejábamos con él. Luego me dio un discurso acerca de que los abuelos también necesitan pasar tiempo con sus nietos, y que era muy injusto que no lo visitáramos seguido. Así que no me quedó más remedio que acceder a dejar a mi princesa con él mientras estuviéramos en India. También se ofreció a cuidar a Martha.
Todo era muy tranquilo en Rishikesh. Un día normal era muy parecido a un campamento de verano. Nos levantábamos por la mañana y desayunábamos todos juntos. Toda la comida era vegetariana, y era deliciosa.
Después del desayuno, volvíamos a las cabañas, meditábamos un rato, comíamos algo y después me reunía con los chicos para hablar o tocar algo. Básicamente consistía en comer, dormir y meditar, y asistir a las charlas que daba Maharishi de vez en cuando.
La ropa india era muy cómoda, y (TN) se veía increíble con su vestimenta. Lo que más me sorprendía era lo natural que era el entorno, los monos llegaron incluso a robarnos pan del desayuno. Eso sin mencionar la gran diversidad de insectos que la región poseía. La esposa de Ringo, Maureen, era quien se la estaba pasando muy mal por el aspecto de los insectos, especialmente aquellos que tenían alas. Agradecía que (TN) no les tuviera miedo a los insectos.
John y yo nos encontrábamos en un periodo muy productivo, ambos llevábamos varias canciones para nuestro próximo álbum. Él único que se había dedicado por completo a la meditación y a seguir todo lo que Maharishi decía era George, él estaba fascinado por todo; y se molestaba con nosotros por pensar en otras cosas.
—Hola—le saludé a un mono que se encontraba en un árbol junto a mi cabaña—. ¿Qué tal tu día? El mío está igual de relajado que siempre. El desayuno estuvo delicioso, pero creo que a tu primo le gustó mi pan.
— ¿Qué haces, mi amor?—mi novia había salido del bungaló.
—Nada, contándole sobre mi día a ese mono.
— ¿Crees que pueda entenderte?
Me encogí de hombros y pasé mi brazo por la cintura de mi chica. Ambos miramos al mono, quien saltó a otra rama para encontrarse con otro animalito de su especie para tomarle las manos.
— ¿Viste eso, mi amor?—le pregunté a (TN) con una sonrisa—. Parece que alguien tiene un amigo.
Ella asintió, sin apartar sus ojos de mí. Y entonces se escucharon como gritos, provenientes del árbol. Miramos arriba, ambos con el ceño fruncido, sólo para darnos cuenta que los monos estaban copulando. Solté una risita nerviosa.
—Ese mono sí que tiene suerte—dije—. Sólo llega y lo hace con su pareja. Además, no tienen que esconderse como nosotros, simplemente lo hacen al exterior.
—Lo hacen con fines reproductivos, Paulie—musitó (TN) con timidez—. Para que no se extinga su especie.
—Hablando de fines reproductivos...
—Tuve mi periodo hace una semana.
— ¿Todavía no estás embarazada? Creí que me estabas rechazando por el embarazo.
Ella negó con la cabeza y yo me sentí un poco mal. Ya llevábamos varios meses intentando, incluso varias veces al día, y no conseguíamos nada, ¿qué nos pasaba? Lo único que se me ocurría era que quizá (TN) me pudo haber dejado estéril con la patada que me propinó aquel día que nos encontramos en Nueva York, me había dolido inefablemente.
—Tal vez deberíamos hacernos estudios cuando regresemos a Londres—sugerí, encontrando insoportable la idea de posiblemente haber quedado estéril—. Los especialistas nos dirán qué nos está pasando.
—O podríamos preguntarle a Aaron por teléfono—sugirió ella.
—Ya veremos.
—Hay que hablarle a Mary—dijo mi novia para cambiar de tema—, quiero escuchar la voz de mi pequeña.
—Ve tú—le dije—, yo iré en un momento.
—Lo que tú digas, mi amor.
Ella fue adentro y yo observé cómo el mono se alejó de su pareja para ir a otra rama. Me llevé una mano a la barbilla, esa patada no podía haberme dejado estéril porque (TN) había quedado embarazada después de ese encuentro.
"¿Y si disminuyó mi fertilidad con el tiempo hasta quedar estéril?"—el pensamiento llegó a mí repentinamente.
No quería ser estéril como George, deseaba embarazar a (TN) de nuevo, poder ver cómo mi bebé se desarrollaba en su vientre, haciendo crecer la pancita de mi amada, y sentir las pataditas que dicen son maravillosas. Ya tengo a Mary, y sé cómo es ser padre, pero quiero más hijos, sería inmensamente feliz con tres. Suspiré pesadamente y entré al bungaló para reunirme con mi novia.
—Claro que sí—decía mi novia al teléfono—. Nosotros los queremos a ustedes. Adiós.
Colgó el teléfono y la miré con el ceño fruncido, yo quería hablar con mi pequeña también. Quería preguntarle cómo estaba con el abuelo y escuchar su linda vocecita.
—Sé lo que estás pensando—se apresuró a decir mi chica—, pero no estaba hablando con Mary. Hablé a la casa de mamá y papá, adivina qué.
— ¿Quieren que vayamos a verlos?
— ¡Nos han invitado a su boda!—exclamó ella con felicidad—. Mis padres volverán a casarse, mi amor; y yo estoy muy contenta por la noticia. No podemos faltar a su boda, será el quince de mayo. ¿Qué te parece si posponemos lo del bebé?
— ¿Posponerlo?
—Sí, no quiero ir a la boda encinta.
—Así te verías todavía más linda, pero será como tú gustes—suspiré—. Creí que nuestra boda iba a ser la siguiente, bueno, pospondremos el bebé e iremos a la boda de tus padres.
Sonreí forzadamente. No sé por qué, pero siempre tenía que posponer lo que más deseaba: mi propuesta de matrimonio. Le iba a pedir a (TN) que se convirtiera en mi esposa cuando llegué de Estados Unidos, pero en lugar de eso, me dejó; después se lo iba a proponer en Bangor, pero la muerte de Brian me puso muy triste y preferí esperar hasta que termináramos todo lo relacionado con Magical Mystery Tour; había pensado hacerle la ansiada propuesta aquí en India, pero con la boda de sus padres no querrá que nos casemos tan pronto.
—Llamemos a papá para ver cómo está Mary, ¿te parece?
Quería cambiar el tema a toda costa, no deseaba que se enterara de mi propuesta, ni siquiera que lo sospechara, debía ser completamente una sorpresa para ella. Así la recordará por siempre.
—Me parece bien—dijo y marcó el número—. ¡Hola Angela! ¿Podrías hablarle a Mary?
(TN) separó un poco el teléfono de su oreja para que yo también pudiera acercarme. Angela fue a buscar a Mary, y no tardó en decirnos "hola" con esa angelical vocecita que poseía.
—Te extrañamos mucho, princesa—le dije.
— ¡Papi!—exclamó con entusiasmo—. Ven a casa conmigo y Madtha.
—En unas cuantas semanas estaremos de regreso, nena—le dijo mi novia—. Verás que el tiempo se pasa muy rápido, y luego iremos a ver al tío Dylan y a tus otros abuelitos.
— ¡Tío Dydan!—exclamó y luego escuchamos que nos mandó besitos.
(TN) y yo también le mandamos besitos. Después, (TN) y Angela empezaron a hablar de lo que había hecho mi princesa en el día, así que decidí ir a sentarme a la cama. Tomé mi guitarra y comencé a rasguear las cuerdas de la misma. Aún no podía sacarme de la cabeza la imagen de los dos monos.
— ¿Por qué no lo hacemos en la calle?—me pregunté a mi mismo, y la letra para la melodía vino de inmediato—. ¡Eso es!
Why don't we do it in the road?
No one will be watching us.
Why don't we do it in the road?
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