7. Un estudio.
3 de mayo de 1965
Narra (TN)
Desperté temprano y miré extrañada lo que me rodeaba, a pesar de que ya llevábamos más de dos semanas en Nueva York, seguía sin acostumbrarme del todo. Me desperecé un poco antes de levantarme pero, apenas si mis pies tocaron el suelo, sentí una arcada y tuve que correr al baño para vomitar. Cuando terminé de hacerlo, me di cuenta que April me veía con preocupación.
— ¿Estás bien?
—Yo... sí, no te preocupes —contesté apenada.
—Insisto, deberías ir al médico —sugirió April—. No es la primera vez que esto pasa, ni la segunda. Tal vez eres alérgica a algo y no te has dado cuenta.
—April, estoy bien —dije con seguridad—. No necesito ir a ver al médico, estoy segura de que fue la cena lo que alteró mi estómago.
—Quizá tengas razón —mi amiga se encogió de hombros—. Últimamente has estado comiendo demasiado... creo que incluso has aumentado de peso. Tal vez... sea lo que te dije el otro día.
—Muy graciosa, April —fingí una sonrisa y ella rió—. Como sea, se me hace tarde para el curso de fotografía, así que te agradecería si me dejas sola para poder desvestirme. Necesito ducharme.
Ella salió del baño, así que me lavé los dientes y pude meterme a la regadera para que el agua me relajara mientras limpiaba mi cuerpo. Estaba cansada de tener extraños cambios de humor, así que me había propuesto controlarlos. Por el momento, me encontraba muy feliz porque iría a desayunar con Aaron antes del curso de fotografía. Ese extraño se había convertido en un buen amigo para mí después de todos los encuentros que tuvimos por casualidad. Mi mejor amiga también se llevaba muy bien con él.
Salí del cuarto de baño después de mi larga ducha y fui a cambiarme. Me miré al espejo, ligeramente preocupada por lo que April había dicho sobre mi aumento de peso. Yo no notaba nada. Me maquillé, tomé mi cámara fotográfica y estuve lista justo a tiempo. Fuimos a un sencillo, pero bonito restaurante. Él pagó el desayuno y luego me acompañó hasta el estudio donde impartían el curso.
Como llegamos muy temprano al lugar, decidimos platicar mientras empezaba mi curso.
— ¿Qué harás esta semana? —me preguntó James.
—Ir al curso de fotografía, igual que siempre —respondí con una sonrisa—. Es lo único que he hecho desde que llegué, no tengo otros planes, ¿por qué?
—Por nada —contestó—. Es que... bueno, ya llevas mucho en Nueva York y no te he llevado a conocer casi nada. Yo... necesito... eh... ¿puedo contarte algo?
—Claro.
—Desde que te vi la primera vez en Central Park —se rascó la nuca con nerviosismo, gesto que me hizo pensar en Paul por un momento—, me recordaste a alguien muy especial para mí. Yo... tenía una hermana, se llamaba Heather.
Vi que la expresión de su rostro se tornaba triste. Era extraño ver a Aaron así, él siempre sonreía. Llevábamos poco tiempo conociéndonos, así que yo no sabía casi nada de su pasado y agradecía que él tampoco supiera del mío. Pero algo me decía que era hora de romper esa barrera, y era ese mismo algo lo que me hacía sentir que podía confiar en él.
— ¿Le pasó algo a ella? —pregunté.
—Sí —asintió con la cabeza—. Verás, mis padres nunca fueron los padres más ejemplares, ellos nos descuidaban mucho, eran alcohólicos. Yo siempre fui más responsable, pero mi hermana... no. Heather siempre fue una chica rebelde, descuidada. A nadie le extrañó el hecho de que quedara embarazada a los dieciséis años. —Suspiró profundamente—. Mis padres no se preocuparon por ella.
—Debió ser muy difícil para ti.
—Lo fue. El padre del bebé era un hombre más grande que mi hermana, incluso mayor que yo. Como sea, mis padres no se preocuparon por Heather, tampoco el padre del bebé. Yo la ayudé en todo lo que me fue posible, fue algo realmente hermoso y nostálgico, al mismo tiempo: ver cómo mi pequeña hermana de dieciséis años se transformaba para ser madre. Una niña que iba a dar a luz a un bebé. —Los ojos de Aaron se llenaron de lágrimas—. Pero hubo complicaciones en el parto... el doctor era un hombre inexperto y poco valiente, no hizo nada porque creyó que mi hermana era muy joven para aplicar otro procedimiento. —Las lágrimas comenzaron a salir de los ojos de James—. Ni ella ni el bebé se salvaron.
—Lo lamento mucho, Aaron —le dije, abrazándolo.
Al parecer yo no era la única que había sufrido una gran pérdida. Aunque en lo de Aaron debía sentirse aún peor. Descubrir que tu novio te engaña era asqueroso, pero perder a alguien de tu familia de esa manera, te dejaba destrozado. Por otro lado, la "pérdida" de mi verdadera familia era algo que en su momento no llegué a sentir, era algo extraño.
—Esa es la razón de que sea médico —me confesó después de limpiar sus lágrimas—. Juré que nunca permitiría que a otras mujeres les pasara lo que le pasó a Heather. —Hizo una pausa y me miró directamente a los ojos—. No sé por qué, pero cuando te veo... siento como si ella estuviera conmigo. Perdón si esto te incomoda, no me gustaría que creyeras que estoy loco.
—No es así —lo tranquilicé—. No me molesta recordarte a tu hermana ni tampoco creo que estés loco, Aaron.
Ambos guardamos silencio por varios minutos. James me recordaba a John, sabía que mi hermano también quedaría destrozado si me viera morir. Aaron se tranquilizó y por fin dejó de llorar.
— ¿Sabes? Eres la primera persona a la que le cuento esto —su voz había dejado de sonar quebrada—. Sentía que debía hacerlo, lo necesitaba. Han pasado muchos años y yo lo tenía guardado. Me inspiras confianza, pequeña.
—Usted también me inspira confianza, doctor —le hice un guiño.
Él sonrió, pero esa expresión se desvaneció por completo cuando notó que comenzaba a perder el equilibrio. Me sostuvo deprisa y me miró preocupado.
— ¿Estás bien? —cuestionó, con el ceño fruncido.
—Sí, sólo fue un mareo —llevé una de mis manos hasta mi frente y cerré los ojos, todavía sentía que todo a mi alrededor daba vueltas—. No es nada, tranquilo, ya se me pasará.
— ¡¿Un mareo?! —exclamó—. ¿Ya pasará? ¿Quieres decir que todavía lo sientes? (TN), no es algo normal, casi te caes. ¿Te había pasado antes?
—Antes no, pero desde que llegué aquí sí —admití, agradeciendo que ya no me sintiera mareada.
—Vamos a mi consultorio —la voz de Aaron no había sonado como una sugerencia—. Quiero hacerte unos estudios.
—Sólo fue un mareo, doctor James —rodé los ojos—. No es para tanto. Además, no puedo faltar al curso de fotografía.
—Tu salud es más importante que un curso, pequeña —alzó las cejas y supe que tenía razón—. Además, April me ha comentado más cosas acerca de tu salud, sé que no es el único síntoma extraño que has presentado desde que llegaste a Nueva York. Así que será por tu bien, señorita.
—Sonaste igual que mi tía Mimi —me burlé.
Él sonrió y me tomó del brazo para dirigirnos a su auto. Me abrió la puerta y no me quedó más remedio que subir. Aaron cerró la puerta y condujo hasta el hospital. Cuando entramos al enorme lugar, todas las enfermeras y otros doctores lo saludaron. Una vez en su consultorio, me pidió que tomara asiento.
—No quiero estar aquí —hice una mueca de disgusto—. Me siento como una niña pequeña a la que han obligado a ir a ver al doctor.
—Verás —comenzó a decir—, tu gran y mejor amiga, April, me pidió que te hiciera unos estudios porque parece ser que ella no te pudo convencer de venir por voluntad. Ella sospecha que tú...
Rodé los ojos, ya sabía a qué quería llegar con eso de los estudios. April había insinuado hace unos días que yo estaba embarazada. Pero eso era prácticamente imposible.
— ¡No! —exclamé—. No me haré ningún estudio.
—Por favor, pequeña —Aaron ladeó su cabeza y me sentí incapaz de negarme—. Me preocupas, no quiero que te pase nada malo.
—De acuerdo.
—Primero haremos una prueba rápida, luego algunas que tardarán más tiempo.
Aaron abrió un cajón de su escritorio y sacó una caja pequeña. Me la entregó y me señaló una puerta para indicarme dónde se encontraba el baño. Observé la caja por un momento: era una prueba de embarazo.
Suspiré pesadamente y me levanté para ir al baño.
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