61. Extraños síntomas / Paul se va.
*Publicado originalmente el 18 de junio de 2016*
Agosto 10
Narra Paul
Los meses que (TN) y yo llevábamos juntos habían sido perfectos. Mi inspiración para canciones alegres había vuelto, ella y Mary eran mis musas; no podía pedir más. Mi familia me había acompañado en los conciertos que habíamos dado en nuestro nuevo tour: fuimos a Alemania, Tokio, Filipinas e India. En Filipinas tuvimos una mala experiencia, creímos que no saldríamos de ahí nunca; (TN) y yo habíamos decidido no volver jamás.
—Buenos días, preciosa—le susurré al oído, ella sonrió sin abrir sus ojos.
—Hola, Paulie—dijo ella, antes de que yo le diera un beso—. ¿Qué tal dormiste?
—Contigo a mi lado, todas las noches son perfectas—contesté—. Mary ya no debe tardar en despertar y...ya no hay leche de reserva en el refrigerador. Es oficial: se nos terminó la leche. Por eso te desperté, preciosa. ¿Preparo leche con la fórmula o le doy algo sólido? Porque hay algo de fruta en la cocina, puedo picarla para...
—Me parece bien lo de la fórmula, tiene que acostumbrarse a ella, porque mami ya no tiene más leche para darle—respondió, levantándose—. Dejemos la fruta para la merienda.
Sonreí y asentí. (TN) me vio por un momento, luego se llevó las manos a la boca y salió corriendo de la habitación. Me preocupé, no debía ser nada bueno. Corrí detrás de ella hasta el baño. Cuando se inclinó hacia el inodoro, supe que iba a vomitar, así que tomé su cabello rápidamente. Estuve parado junto a ella, escuchando cada arcada que emitía, con una mano sosteniendo su cabello y la otra sobre su espalda, hasta que terminó.
— ¿Estás bien, mi amor?—pregunté.
Ella asintió y me miró con preocupación. Yo también me sentía así, no era la primera vez que pasaba esto en la mañana. Di un paso atrás y supe que ella estaba pensando en lo mismo que yo.
— ¿Has tenido tu periodo con normalidad?—cuestioné.
—No...tengo un retraso.
Alcé las cejas y abrí los ojos con sorpresa, al mismo tiempo que una gran y sincera sonrisa se dibujaba en mi rostro. Miré su vientre, ¿habría alguien ahí adentro? Ojalá que sí. Ya me imaginaba, con Mary en un brazo y mi otro bebé en el otro. Todo sería perfecto.
—Mi amor... ¡vamos a ser padres otra vez!—exclamé con entusiasmo.
—No lo sé, Paul—dijo—, podría tratarse de otra cosa, no necesariamente tiene que ser un bebé.
—Debemos ir al médico para comprobarlo—musité con una sonrisa tímida—. Ojalá que se trate de un bebé, contigo quiero tener todos los que se puedan. Por eso no usé protección en nuestras últimas sesiones de amor.
Decía la verdad, por algo había dejado de usar condón al hacerle el amor, me encantaría tener veinte o más hijos con (TN). Además, ya me había fastidiado de usar preservativo. Ella puso una cara de disgusto, ¿no quería tener muchos hijos conmigo? Tomó su cepillo de dientes y comenzó a cepillarse; no me dirigía la mirada.
— ¿Qué pasa, mi amor?—pregunté.
—No era mi deseo volver a ser madre tan pronto, Paul—me confesó—. Mary es muy pequeña todavía, aún no era el momento. No me siento preparada para otro bebé, de verdad deseo que no sea un bebé.
Agaché la vista, creí que a ella le fascinaría la sospecha tanto como a mí. Terminó de limpiar su boca y me besó de forma extraña, haciéndome sentir culpable de su comportamiento.
"Eres un torpe, McCartney. Debiste decirle que querías un bebé -o al menos preguntarle si ella estaría de acuerdo en tener uno-, no sólo embarazarla"—me reprendí internamente.
Me miré en el espejo del baño, me veía patético; la sonrisa se había esfumado de mi rostro. Tomé valor y salí del baño para ir a ver a mi novia. La encontré en la habitación de Mary, agitando el biberón. Se veía muy bien en su papel de madre.
—Mi amor...perdón—fue todo lo que pude decir.
—Está bien, Paul—respondió, luego de un largo suspiro—, no es totalmente tu culpa. Yo sabía que no estabas usando protección y ambos conocíamos a la perfección los riesgos que eso conllevaba, no debes disculparte. Debí haber consultado al médico para usar otro anticonceptivo. —Suspiró profundamente—. No creí que esto pasaría tan pronto, me hubiera gustado que Mary estuviera más grande, pero, si es un bebé...
—Podremos y lo vamos a querer mucho—completé su oración—. Cuando volvamos de Estados Unidos, iremos al doctor para que te revisen.
Mi novia asintió sonriendo, tomó a nuestra hija en sus brazos y le dio un beso en la frente. Luego llevó una mano a la cara de Mary, pero no le presté mucha importancia.
—Paul...—su tono de voz me indicaba que algo no estaba bien.
— ¿Qué ocurre?
—Mary tiene fiebre.
— ¿Segura?—me acerqué y toqué la frente de mi princesa—. No es tan serio, con un baño volverá a su temperatura normal. Iré a preparar todo.
—De acuerdo—contestó—. Yo le daré de desayunar mientras tanto.
Salí de la habitación y fui a poner todas las cosas en orden para bañar a mi hija. La fiebre nunca es una señal buena. (TN) entró al baño y comenzamos a desvestir a nuestra nena. No supe qué hacer cuando vi una especie de sarpullido en su pequeña espalda, parecía que el contacto de la ropa o cualquier cosa le causaban comezón en esa zona.
—Démosle el baño—dije—, y luego directo al pediatra.
Después de la ducha, llevamos a Mary con el especialista. Durante el camino, (TN) y yo fuimos enlistando todos los síntomas: el día anterior había estado muy irritable, como si algo le doliera; había presentado fiebre por la mañana; tenía un sarpullido leve en su espalda; en el auto, Mary parecía muy cansada, como si no hubiese dormido bien. Luego de contarle los síntomas al pediatra, revisó a mi hija.
—La pequeña Mary tiene varicela, ella es una niña muy fuerte por lo que no será algo grave, en máximo dos semanas estará bien. Eviten que tenga contacto con personas que no hayan padecido la enfermedad. Los baños con avena coloidal le ayudarán muchísimo con la picazón. Y sobre todo, aunque sé que parecerá una tarea imposible: no permitan que se rasque las ampollas o las costras que se formen; eso sólo haría más lento el proceso.
—Doctor, en caso de que estuviera en las primeras semanas de un nuevo embarazo, ¿puedo contagiarme?
— ¿Tuvo varicela en algún momento de su vida?
—A los doce años.
—Entonces hay muy poco riesgo de contagio, su cuerpo producirá los anticuerpos necesarios para que el virus no le afecte al bebé o a usted.
—Doctor...
— ¿Sí, señor McCartney?
—Mañana tengo una salida de trabajo a Estados Unidos, quería que mi familia fuera conmigo.
—Me temo que su hija está indispuesta para viajar, podría ser muy riesgoso, por lo fácil que es el contagio de esta enfermedad.
Durante el camino a casa, ni (TN) ni yo nos atrevimos a decir algo. ¿Qué íbamos a hacer ahora? No quería irme sin ellas y no me sentiría bien dejándole toda la responsabilidad a (TN), quizá lo mejor sería cancelar la gira o, tal y como hizo Brian cuando Ringo enfermó, contratar a alguien más.
—Ya deberías hacer tu maleta, serán casi tres semanas.
—No iré, no voy a dejarte sola con mi hija enferma; acepté ser parte de este positivo, mi amor, no podría irme así.
—Paul...no puedes dejar a los chicos solos, en especial con el problema que tienen por lo que John dijo...
(TN) terminó convenciéndome para que fuera a la gira y ayudara a John a enfrentar el problema que había causado por decir que éramos más famosos que Jesús. No sé cómo hacía (TN) para tener tanto poder sobre mí, supongo que estar enamorado de ella me deja en desventaja. Mi novia me ayudó a hacer mis maletas y luego hicimos el amor. La iba a extrañar demasiado, y a mi pequeña también.
Agosto 11
Narra (TN)
—Paulie—le susurré al oído—. Tu avión sale a las once, no lo olvides. Te he preparado un desayuno delicioso para que no te vayas con hambre.
—No quiero ir...—gruñó y se cubrió con la almohada.
—Mi amor...por favor—le susurré con dulzura—. ¿Qué tengo que hacer para que te levantes?
Paul no contestó, su respiración indicaba que se había vuelto a quedar dormido. ¿Qué debía hacer para levantarlo? Una idea vino a mi mente. Lo descobijé para comenzar a jugar con su también dormido miembro. Paul tensó sus piernas como reflejo ante el contacto. Su amigo comenzó a reaccionar, pero McCartney seguía dormido. Seguí haciendo lo mío.
— ¡Ah!—exclamó después de un rato, abriendo los ojos de golpe, al mismo tiempo que lanzaba la almohada lejos de su rostro y me miraba—. Mi amor...justo así.
Dejé de hacer lo que estaba haciendo y Paul me miró con frustración. Me reí un poco y me alejé de él.
—Mi amor, ya estaba muy cerca—puso cara de perrito—. Ayúdame a terminar, no puedes causarme esto y luego dejarme con ganas.
—Lo siento, señor McCartney—dije—. Usted puede hacerlo solo.
—Lo sé, pero no es igual de satisfactorio—ignoré lo que dijo y salí de la habitación sonriendo—. ¡No te vayas, (TN)! ¡Preciosa! ¡Mi amor! ¡Cariño! ¡Si no vienes a ayudarme, voy a manchar tu lado de la cama! ¡Por favor!
Bajé a la cocina y serví mi desayuno y el de Paul. Mi novio no tardó en bajar, con su bóxer puesto y una sonrisa de satisfacción en el rostro, miré su entrepierna y advertí que ya se había encargado de su "problema". Se sentó y comenzó a comer con entusiasmo.
—Está delicioso, preciosa—musitó el bajista—. Voy a extrañar mucho la comida que haces. Eres una gran cocinera.
Paul terminó de desayunar y subió a darse un baño. Escuché que alguien abría la puerta y vi que Maggie entraba; como siempre, había una sincera sonrisa en su rostro.
—Buenos días, señora—me saludó—. ¿Todo listo para su viaje?
—A decir verdad, Mary y yo no iremos—le confesé.
— ¿Por qué? ¿Se peleó con el señor Paul?
—No...Mary tiene varicela, yo me quedaré para cuidarla. Paul no puede faltar a la gira.
Maggie dijo que iría a ver a Mary, yo decidí subir a ver a Paul. Lo encontré en nuestra habitación tomando la ropa que se pondría, llevaba una toalla alrededor de su cintura que lo hacía ver muy sexy. Toda la magia se desvaneció cuando vi una mancha en mi lado la cama.
— ¡Paul!—exclamé con molestia.
— ¿Qué pasa, mi cielo?
— ¡Manchaste la cama!
—Yo te lo advertí—rió y me atrajo hacia él para besarme—. Además, tenía que marcar mi territorio, poner un repelente anti-hombres. Estaré lejos por casi tres semanas, no quiero que nadie se acerque a ti durante ese tiempo; eres sólo mía. Si alguien se atreviera a apartarte de mi lado, te juro que moriría.
—Eres un sucio...
—Soy Paul "el sucio" McCartney—rió.
—Cállate.
—Yo también te amo.
Le di un codazo, ocasionando que me soltara, y salí de la habitación. Paul terminó de ponerse su traje, fue a despedirse de nuestra hija y tomó un taxi que lo llevaría al aeropuerto.
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