58. Filmando / El dentista.

Mayo 20

Narra (TN)

Paul y yo nos dirigíamos a Chiswick House porque los chicos y él iban a grabar dos videos para promocionar sus canciones. Brian consideró que era una buena idea hacerlo porque así no tendrían que ir a un programa de televisión y podrían aprovechar ese tiempo para perfeccionar aún más el nuevo álbum. Además, ningún grupo musical había hecho algo así antes.

Los chicos llegaron casi después de nosotros mientras que los camarógrafos que habían contratado ya se encontraban ahí desde temprano para decidir cuál sería la locación perfecta para grabar el video. Habían decidido que todas las grabaciones se harían en los alrededores.

Yo había llevado mi cámara para poder capturar el momento con ella. Los chicos se veían igual de apuestos que siempre. Para algunas partes del video tenían que usar lentes, lo cual me encantaba porque se veían todavía mejor.

Narra Ringo

Los chicos parecían divertirse mucho, pero yo no. Ellos habían traído sus guitarras y bajo, yo no tenía mi batería para tocar; de modo que debía conformarme con permanecer cerca de ellos o caminando.

La pasaba mejor cuando decían que podíamos tomar un breve descanso porque los niños que aparecerían en el video de Rain se acercaban a mí para que jugara con ellos o para que les contara cosas graciosas. Era extraño, pero suelo ser el Beatle favorito de los niños pequeños, quizá se sientan identificados por mi estatura.

— ¿Qué te pasa, Ringo?—me preguntó (TN), apartando su cámara de su rostro—. ¿Tienes algún problema?

—No tengo nada, todo está en orden.

— ¿De verdad?—cuestionó la chica—. Si hay algo que pueda hacer por ti, dímelo.

—Gracias—respondí—. Es sólo que estoy un poco aburrido, los chicos tienen sus instrumentos, pero yo no tengo mi batería. Brian dijo que era muy complicado traerla e instalarla aquí. Pero...sé que no se puede hacer nada.

—Al menos tienes a los niños—dijo—, parece ser que te adoran. Quizá por eso Maureen te escogió como esposo y padre de sus hijos.

—Tal vez—contesté, encogiéndome de hombros.

No quería seguir con la conversación. (TN) me agradaba mucho, pero no me sentía con los ánimos de hablar en ese momento. Estaba muy aburrido, me daba la impresión que en realidad no me necesitaban; que sólo estaba ahí por ser parte del grupo.

—Bien, ahora déjame tomarle una foto a esos hermosos ojos azules—tomó su cámara, enfocó en mi rostro y un "clic" se escuchó—. Tienes los ojos más bellos que he visto, Ringo.

—Creí que los míos eran los más bellos que habías visto—comentó Paul, haciendo una mueca de falsa tristeza.

(TN) y yo reímos levemente. Paul caminó hacia ella y la abrazó efusivamente, entonces me di cuenta que no llevaban a su pequeña niña con ellos. Ladeé un poco la cabeza y los miré.

— ¿Dónde está Mary?—pregunté.

Mary es otra de las tantas niñas que me adora, pero evidentemente prefiere a Paul.

—La dejamos con Maggie, mi ama de llaves—dijo McCartney, miró su reloj de muñeca—. En estos momentos Mary debe estar tomando su siesta. Yo insistí en traerla, pero (TN) no me dejó. Al parecer, no podríamos cuidarla por todo el trabajo.

—Bueno, (TN) tiene razón—admití.

—Hermanita siempre tiene la razón en todo—intervino John—. ¿De qué hablan?

—De Mary—dijo Paul.

— ¿Dónde la dejaron?—preguntó George.

—Con Maggie—musitó el bajista.

— ¿Ahora también es tu niñera?—cuestionó John—. Creí que sólo era tu ama de llaves.

—Es el ama de llaves, está cuidando a Mary sólo por hoy—dijo (TN), abrazando a Paul—. Le tenemos mucha confianza, adora a nuestra niña y Mary a ella.

—Chicos, ya es hora de que vuelvan al trabajo—nos llamó Brian.

Ya no hubo ningún descanso, pero la pasamos mejor en lo que restó de la grabación. Terminé acostumbrándome a no tener nada para tocar. De todos modos habían tenido razón, hubiera sido casi imposible llevar mi set de batería a ese lugar.

(TN) nos llamaba de vez en cuando para que posáramos para alguna fotografía. Paul parecía encantado ante las peticiones de su novia. ¿Por qué no traje a Maureen conmigo? Así hubiera sido más divertido todo.

Narra (TN)

Al terminar las grabaciones de los dos videos, Paul y yo nos dirigimos a casa. Los chicos se habían ido a celebrar, pero el bajista dijo que no dejaría que regresara sola a casa. George sugirió que fuera con ellos, pero no quería dejar a Mary tanto tiempo con Maggie, no porque desconfíe de ella sino porque no es su obligación cuidarla.

— ¿Cómo se portó Mary?—preguntó Paul.

—Estuvo llorando mucho—contestó el ama de llaves—. La calmé y la puse en su cuna, pero creo que se pondrá inquieta de nuevo. También rechazó su comida.

—Nosotros nos haremos cargo, muchas gracias Maggie—le dije.

El ama de llaves se retiró. Paul dijo que iría al baño, yo decidí ir a ver a nuestra hija. Al llegar a su cuna, noté que estaba frotando sus manos contra la cara; me vio y comenzó a llorar. La tomé en mis brazos y comencé a hacerle mimos para tranquilizarla, pero el llanto sólo se incrementó. Vi nuestras sospechas confirmadas.

— ¿Por qué llora tanto?—preguntó Paul, entrando a la habitación y acercándose a nosotras—. No llores, princesa. Mami y papi están aquí para protegerte y cuidarte.

—Le están saliendo los dientes, su encía debe dolerle.

—Por eso tenía tanta saliva y no podía dormir en la noche—musitó el bajista—. Y seguramente fue la misma causa de que te ha estado mordiendo estos últimos días. Creo que ya sé qué hacer para que deje de llorar.

Mi novio tomó a Mary en sus brazos e introdujo la punta su dedo meñique en la boca de nuestra hija. Comenzó a moverlo lentamente sobre la encía de Mary y ella se calmó. Paul y mi niña estaban haciendo contacto visual, él le sonreía y ella parecía estar cada vez más tranquila.

— ¿Se siente mejor, princesita?—le preguntó McCartney, luego me miró a mí—. Mi amor, seguramente tenemos que comprarle un juguete para que muerda y calme un poco su dolor; por lo pronto, trae el biberón para darle de comer.

Hice lo que me pidió y él se encargó de alimentar a nuestra hija. En cuanto la hizo expulsar el aire, la colocó en su cuna y se quedó dormida. Observé cómo Paul sonreía ampliamente, dejando al descubierto la evidencia de su accidente en motocicleta. Cuando me contó cómo había ocurrido, me horroricé; no sé qué hubiera hecho si viese a Paul caer al suelo y perder un pedazo de su diente, además de abrirse el labio. Seguro hubiera gritado y comenzado a llorar.

—Paul...

—Dime, preciosa.

— ¿No crees que...deberías ir al dentista?

— ¿Para preguntarle qué debemos hacer con la princesita para que no le duelan sus encías?—cuestionó—. Me parece una buena idea, mi amor. Veré si podemos ir mañana mismo.

—En realidad...para ver qué se puede hacer con tu diente. Brian ya te ha dicho varias veces que debes hacerlo, Paulie. Es por tu imagen, y la del grupo también.

—Es que...yo...—suspiró profundamente—me da miedo ir al dentista, pero no se lo vayas a decir a nadie.

—Yo puedo acompañarte—me ofrecí.

— ¿De verdad harías eso por mí?—preguntó esperanzado—. Me ayudaría muchísimo, dejaría de tener miedo.

Sonreí y asentí. Paul me besó repetidamente, igual que haría algunos días más tarde cuando su diente había quedado como nuevo otra vez.

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