53. La esposa del médico / Ven a casa conmigo.

Narra April

Desperté en una habitación de hospital y me asusté muchísimo. ¿Qué había pasado? Lo último que recordaba era estar hablando con Aaron después de casarnos, luego todo se había vuelto negro. Miré alrededor, esperaba que mi esposo estuviera ahí, pero no fue así. Advertí que mi vestido de novia había desaparecido y llevaba una bata.

La puerta se abrió lentamente y Aaron entró, usando su bata de doctor y con un estetoscopio al cuello. Lo miré a los ojos, parecía estar a punto de llorar. Él sonrió ampliamente y se acercó a mí. Se sentó en la cama y se colocó el estetoscopio para examinarme.

—Todo parece estar en orden, mi amor—dijo, antes de regresar el estetoscopio a su cuello—. ¿Cómo te sientes?

—Me siento bien. Aaron, ¿qué me pasó?

—Pues...tengo los resultados de algunos estudios que te hicimos cuando llegaste inconsciente al hospital. Tengo una sospecha, pero quiero hacerte un estudio más. En un momento vendrá el camillero para llevarte a mi consultorio.

—Eso sí que no, yo puedo caminar—dije y me levanté.

—April...

—Vamos a hacer ese estudio que dices, así podremos seguir con las celebraciones por nuestro matrimonio. Aaron, ¿mis padres saben que estoy bien?

—Sí—contestó—, pero no han querido moverse ni por un segundo de la sala de espera. De todos modos, no ha sido mucho tiempo. Llevamos cerca de una hora aquí, mi corazón.

James y yo nos dirigimos a su consultorio. Él me pidió que me recostara en la especie de camilla que tenía ahí. Mi esposo sacó un gel y me descubrió el abdomen. Sonrió maliciosamente y bajó mis calzoncillos un poco.

— ¿Dónde está la profesionalidad, doctor James?

—Le aseguro que no hay nada debajo de estos calzoncillos que no haya visto antes, señora James—dijo riendo mientras esparcía el gel por mi abdomen.

— ¿Me harás una ecografía?

—Así es, mi amor—dijo y comenzó a pasar el transductor por mi vientre. Se detuvo y miró con atención la pantalla—. Mi amor... ¿tú lo sabías?

— ¿Saber qué cosa?

—April: estás embarazada—anunció con una sonrisa de orgullo y comenzó a besar mis labios una y otra vez—. Un bebé es el mejor regalo de bodas que pudiste haberme dado, bonita. ¡Te amo!

— ¿Embarazada?—cuestioné.

Él asintió con la cabeza y yo comencé a sentir mariposas en el estómago, no sabría decir si era por la emoción de que sería madre o por los nervios de ser primeriza. El doctor regresó la mirada a la pantalla y movió un poco el transductor. Miré a mi esposo con una sonrisa, se veía muy entusiasmado. De repente, Aaron abrió los ojos como platos y me miró, llevándose las manos a la cara en pose de "El grito" de Edvard Munch. Comenzó a asustarme.

— ¿Qué ocurre?

Narra Paul

(TN) y yo estábamos junto a los padres de April en la sala de espera. Tuvimos que ir a dejar a nuestra hija con el padre de (TN) porque un hospital no es el mejor lugar para traer niños. Mi novia estaba muy preocupada, me abrazaba con fuerza cada vez que una enfermera se acercaba. Yo la entendía a la perfección, también me preocuparía muchísimo si John llegara a perder el conocimiento.

—Mira, aquí vienen Aaron y April—le dije y ella se separó un poco de mí para poder ver.

La pareja de recién casados estaba llorando. ¿Qué había pasado para que estuvieran de esa manera? Cuando estuvieron lo suficientemente cerca de nosotros, comprobé que ambos tenían una gran sonrisa en su rostro. No debía ser nada malo.

— ¿Qué te pasó, April?—preguntó su madre.

—Todo es culpa de Aaron—dijo la nueva señora James.

—Es culpa de ambos, bonita—dijo Aaron—. No digas que es únicamente mi culpa, llevarme todo el mérito jamás ha sido lo mío.

— ¿De qué hablan?—preguntó la señora Turner.

—April está embarazada—reveló el médico con una sonrisa enorme—, pero eso no es todo: serán gemelos.

La mejor amiga de mi novia asintió y todos comenzaron a felicitar a la pareja por el nuevo embarazo. Suspiré al ver que el amor de mi vida volvía a sonreír e imité su acto. Estuvimos con April y Aaron unos cuantos minutos más en el hospital. Nos mostraron la ecografía con mucho entusiasmo y nos explicaron por qué sabían que eran gemelos: había dos bolsas. Al parecer tenían alrededor de un mes de gestación.

————————————

Aaron y April habían querido seguir con la fiesta de su matrimonio en cuanto dejaron el hospital con una sonrisa en su rostro. Todos estábamos realmente aliviados porque todo estaba bien. (TN) y yo nos sentamos en una de las mesas que se encontraban cerca de la de los recién casados. Los James se dieron un tierno beso antes de tomar las copas para hacer el brindis. La copa de April tuvo que ser llenada con refresco por su embarazo. (TN) me dio a Mary y una extraña nostalgia me invadió. ¿Por qué (TN) y yo no pudimos ser como Aaron y April? Ojalá esa hubiera sido nuestra boda, ojalá me hubiera enterado a tiempo del primer embarazo del amor de mi vida.

— ¿Qué te ocurre, Paul?—me preguntó mi novia, sacándome de mis pensamientos—. Parece como si estuvieras en trance.

—Estoy perfecto, mi amor—dije con una sonrisa—. Pensaba en los mucho que se van a divertir April y Aaron cuando tengan a sus bebés...y también el sacrificio que tendrán que hacer. Si un bebé implica muchos cuidados, sólo imagina tener dos al mismo tiempo.

Mi novia sonrió y desvié la mirada para ver a mi bebé. No debía estar quejándome ni deseando la vida de los demás. El tiempo que (TN) estuvo lejos de mí me hizo ver lo mucho que la quería; ahora estoy con ella y tenemos una hija preciosa, eso me es suficiente para ser el hombre más feliz del mundo.

Al terminar la fiesta, emprendimos el camino a casa. (TN) sostenía a mi Bella Durmiente en sus brazos y yo acariciaba el brazo de mi novia para controlar mi ansiedad un poco. Esa noche iba a ser muy importante para mí, no sólo porque la disfrutaría con (TN) sino porque quería pedirle que regresara conmigo a Londres y que viviéramos juntos. Entramos a la casa en silencio para no despertar a Mary.

—Ten dulces sueños, mi amor—le dijo (TN) a Mary mientras la colocaba en su cuna—. Mami y papi te aman.

— (TN)...—tenía que hacerlo ahora.

— ¿Qué ocurre, Paul?

—Es que...—comencé a rascarme la cabeza con lentitud. No sabía cómo explicarle la situación—. Tengo que volver a Inglaterra y el vuelo sale mañana a las nueve y media de la noche.

— ¿Tan pronto?—preguntó ella con tristeza mientras se acercaba a mí para verme directamente a los ojos—. ¿No puedes quedarte un poco más? Mary y yo te necesitamos mucho, Paul. No queremos que te vayas.

—Ven a casa conmigo, mi amor—dije—. Yo tampoco quiero estar lejos de ustedes, las necesito. Por favor, acepta mi propuesta. Ya compré los boletos de avión, sólo necesito que digas que sí, preciosa. Por favor, accede, no toleraría otro no. Eres el amor de mi vida, quiero estar siempre junto a ti...y también junto a mi bella princesa.

—Paul...es que...no sé qué decirte, ¿qué hay de Dylan y mi papá? No puedo dejarlos solos, ellos me necesitan.

—Yo...—no sabía qué más decir. Ellos también eran su familia, era normal que ella se preocupara al respecto.

—Paul te necesita más, hija—el papá de (TN) había entrado a la habitación—. Dylan y yo podemos cuidarnos solos, no debes preocuparte. Mary es quien necesitará tener cerca a su padre; y tú necesitarás un compañero, alguien que te proteja y te ame con todo su corazón.

—No sé qué hacer—dijo (TN) sin apartar la vista de su padre—. ¿No te molestarás si me voy? Hay un mar de distancia; Inglaterra no está a la vuelta de la esquina y no podría verte con tanta frecuencia.

—Lo que decidas estará bien para mí—le dijo su papá—. Te extrañaré mucho si te vas, pero es tu decisión, cariño. Recuerda que yo te adoro y, como padre, es mi deber apoyarte en todo.

—Gracias, papá.

El señor (TA) le dio un abrazo a mi novia y luego fijó sus ojos en mí, con una mirada severa, pero igual agradable.

—Sea lo sea que mi princesa decida, quiero que cuides de ella, ¿de acuerdo?

—La trataré como a una reina, señor. Se lo aseguro.

Tomé a (TN) entre mis brazos y le di un casto beso en la coronilla de su cabeza. El padre de mi novia esbozó una sonrisa y luego salió de nuestra habitación. Ella se separó un poco y puso sus manos en mi pecho. Lucía extrañamente preocupada por algo, sus ojos me lo hacían saber.

—Si voy contigo, ¿me engañarás con otra chica de nuevo?

—Eso nunca—respondí con firmeza—. Sé que fui la peor basura al hacerte eso, aún me avergüenzo de mí mismo cuando lo pienso; pero no volverá a pasar. Sólo tengo ojos para ti. Mary y tú son mi todo. Ven a casa conmigo, preciosa.

Mi novia observó a nuestra hija durmiendo y luego a mí, poniendo una extraña mueca en su rostro. Con ella, la respuesta era impredecible; eso ya me había quedado claro cuando le propuse matrimonio y no aceptó. Me sentía muy nervioso, (TN) todavía no contestaba, ¿por qué a las mujeres les gusta tanto torturarnos así?

—De acuerdo.

Abrí los como platos y una enorme sonrisa se hizo presente en mi rostro. ¿Había escuchado bien? ¿Vendría conmigo a Inglaterra? Quería volver a escuchar su respuesta.

— ¿Qué dijiste?

—Dije que regresaré a Inglaterra contigo.

Esa noche le mostré lo agradecido que estaba por haber aceptado mi propuesta. Hacer el amor con ella era algo de lo que nunca me cansaría. Tuvimos que ser muy silenciosos para no despertar a nadie.

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