39. Mimi.
*Publicado originalmente el 25 de febrero de 2016*
Enero 11
Narra (TN)
Ya no había vuelta atrás. John había llamado a la puerta de la casa en la que crecimos, pero yo aún no me sentía lista para ver a Mimi. No sé qué pueda llegar a pensar cuando se entere de que estuve embarazada y que ahora soy madre. Mi hermano mayor, quien tenía a Mary en sus brazos, pudo notar lo nerviosa que me sentía.
—Cálmate, Mimi no te matará —dijo.
—Siento que lo hará —confesé—. O la decepcionaré.
— ¿Cómo yo cuando Cynthia quedó embarazada?
Asentí. En ese momento, la puerta se abrió y Mimi esbozó una sonrisa enorme. Inmediatamente me abrazó y nos hizo pasar a la casa. Se acercó a ver a Mary y luego miró a John.
—No sabía que Cynthia estaba embarazada de nuevo —dijo.
John negó con la cabeza. Tragué saliva, ya era hora de que ella se enterara, y yo era la única persona indicada para decirle.
—Es mi hija, Mimi.
La mujer con la que crecí dio un respingo y me miró con confusión. John se acercó a mí y me entregó a mi pequeña. Mimi no decía nada, simplemente alternaba la vista entre mi bebé y yo. La mujer se acercó hasta mí y sonrió tímidamente.
— ¿Puedo cargarla? —preguntó.
—Claro que sí —contesté y le entregué a mi hija.
De todas las posibles reacciones que tenía en mente, esa no era una de ellas. Mimi comenzó a hacerle cariños a mi nena. Supongo que se lo tomó de muy buena manera.
— ¿Cómo se llama? —cuestionó.
—Mary Annelisse.
—Tu madre te puso un nombre hermoso, nenita —le dijo a Mary—. Eres mi nueva nietecita y te voy a querer mucho.
John me dio un ligero abrazo y me susurró un "te lo dije". Suspiré aliviada porque Mimi había tomado las cosas de la mejor manera posible. La sonrisa de Mimi se hizo débil y me miró.
— ¿Quién es el padre?
Sabía que no podría evadir esa pregunta por toda la eternidad. Mary tenía un padre y de nada serviría ocultárselo al mundo.
—Paul McCartney.
— ¿Tu mejor amigo? —le preguntó a John. Él asintió—. ¿No te había pedido que cuidaras de tu hermana, John?
—Sí —contestó él—. Te aseguro que yo los vigilé bastante, les di buenos consejos, simplemente fue un pequeño descuido de ellos. A mí me pasó lo mismo... una botella... y nueve meses más tarde era padre.
—John no tiene la culpa —le dije a Mimi, y luego miré a John—. Mi hija no es un pequeño descuido, mucho menos consecuencia del alcohol. Paul y yo nos queríamos mucho.
Mimi y John asintieron mientras sonreían de nuevo. Jamás permitiría que alguien, ni siquiera ellos, dijera que Mary fue el resultado del alcohol o de un descuido. Paul y yo conocíamos perfectamente las posibles consecuencias de nuestros actos.
—Me molesta un poco el que no me hayas comentado de tu embarazo, (TN) —dijo Mimi—. Tú eres como una hija para mí. Quizá en el momento de la noticia me hubiese molestado y culpado por no haberte vigilado más, pero ahora tengo la satisfacción de haber criado a una verdadera mujer, responsable y consciente de sus actos. —Hizo una pausa—. Hay algo que aun no entiendo... ¿dónde está Paul?
—No quiero obligarlo como Cynthia hizo con John —musité.
—Cynthia no me obligó a casarme —dijo mi hermano—, simplemente no me dejó otra opción. —Miró a Mimi—. Mi hermana tendrá sus razones; ya es adulta, Mimi, y no la podremos cuestionar siempre por todo lo que haga o piense. Somos su familia, debemos apoyarla en lo que ella decida, sólo eso.
—Gracias, John —le dije.
Mimi arrugó un poco la frente y asintió. Comprendía a la perfección cómo se sentía. Ella siempre esperó que John y yo lleváramos una vida que la sociedad califica como correcta, pero la realidad fue otra. Con John, Mimi sólo experimentó decepción, pero conmigo era una mezcla de felicidad y decepción. Un silencio agradable inundó la habitación, nadie sabía qué más decir. Mary fue quien se atrevió a romperlo.
—Tranquila, pequeñita —le dijo Mimi mientras la mecía para calmarla—. No llores, por favor. —Me miró—. Creo que extraña a su mamá.
Sonreí y la tomé en mis brazos. Mi nena se tranquilizó en seguida. John y Mimi sonreían conmovidos ante la escena.
Mi hermano debía regresar a Londres porque viajaría a Trinidad junto con Ringo para que la prensa no sospechara de la boda de George, lo cual me pareció terrible. Yo jamás me perdería la boda de April.
Antes de marcharse, John se acercó a mí para despedirse. Mimi estaba cuidando a Mary. Mi hermano tenía una enorme sonrisa en el rostro. Me abrazó y parecía no querer soltarme jamás.
— ¿Sabes? Todo este tiempo creí que Mimi le cortaría las bolas a Paul luego de enterarse que te dejó embarazada.
—Ella no es así de cruel —me reí.
—Lo sé, pero sólo imagina la escena.
— ¡Auch!
—Exacto —dijo antes de emitir una sonora carcajada.
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