35. Soledad / Moda.

Narra Paul

Diciembre 20

Desperté y coloqué mi mano en el espacio vacío que había en mi cama. Fugazmente recordé cuando (TN) dormía conmigo y reprimí una sonrisa. Siempre me había gustado despertarme y verla dormir pacíficamente, ella lucía como un ángel. Me levanté despacio y bajé a tomarme un café para mejorar un poco mi ánimo. Mi día apenas empezaba y ya me sentía desvanecer por la tristeza.

Cuando terminé de preparar mi café, tomé la taza y salí de la cocina para dirigirme al pequeño estudio de música que había acondicionado en casa. Un horrendo silencio llenaba el ambiente de mi casa, que se había convertido en un lugar vacío, igual que yo y todo lo demás. Estaba intentado componer una canción, pero parecía que incluso mis intentos de canción eran fríos y sin significado alguno. Dejé la guitarra a un lado y me acerqué al piano. Tomé asiento antes de comenzar a teclear acordes al azar.

(TN) no dejaba de aparecer en mi mente, una y otra vez. ¿Cómo era posible que me atrajera tanto? Cerré mis ojos e imaginé que ella estaba a mi lado, con esa hermosa sonrisa que provocaba que me derritiera. Me disponía a besarla cuando un acorde agudo y fuera de tono me hizo regresar a la realidad. Ella no estaba a mi lado y yo seguía cuestionándome la misma pregunta: ¿por qué yo la necesito tanto cuando aparentemente ella a mí no?

Your day breaks, your mind aches —comencé a cantar con tristeza—. You find that all the words of kindness linger on, when she no longer needs you...

Tomé un papel que estaba cerca y anoté las primeras líneas de mi nueva canción. Volví a pensar en mi amada y básicamente la letra se escribió por sí misma. La leí varias veces al terminar. No estaba muy seguro de querer mostrársela a alguien más porque evidenciaba lo débil que era respecto a mis emociones.

Estaba a punto de hacer una bola con el papel donde escribí la canción y tirarlo a la basura cuando el teléfono de mi casa sonó. Di un respingo. ¿Quién me estaría llamando? Puse el papel sobre el piano y accidentalmente se fue al suelo. Me encogí de hombros y fui a contestar.

— ¿Hola? —musité sin mucho entusiasmo.

—Hola, hijo —escuché la voz de mi padre—. ¿Cómo estás? ¿Qué tal todo por allá?

—Hola, papá. Estoy perfecto —mentí—. Muy contento de recibir tu llamada. Por el momento estoy de vacaciones, los chicos y yo terminamos el álbum recientemente y queremos un descanso. Ya sabes, Ringo y John tienen a sus hijos, y George necesita tiempo con su prometida.

—Eso está muy bien —dijo—. Y... ¿pasarás la Navidad con tu novia o vendrás a casa con tus hermanos, Angela y yo?

—Eh... estaré con Jane y sus padres —volví a mentir—. Pero a ustedes los visitaré antes de Año Nuevo, lo prometo. ¿Cómo están Ruth, Mike y Angela?

—Todo en orden, hijo —respondió—. En fin, debo irme, Ruth quiere enseñarme una nueva canción que está aprendiendo en el piano. Sólo necesitaba saber si vendrías.

—Está bien, papá —musité—. Haré lo posible por estar allá en Navidad, pero no te aseguro nada. Saluda a todos de mi parte, ¿sí?

—Claro, Paul —colgó el teléfono.

No me atrevía a contarle lo que pasó entre Jane y yo por teléfono. Milagrosamente la prensa aún no sabía nada. Sólo los chicos, Brian y yo. El mánager se había puesto furioso cuando se enteró de mi ruptura con la pelirroja, no por mí sino por el comportamiento de ella. A veces sentía que Eppy nos quería como si fuéramos sus hijos.

Narra (TN)

Mary acababa de quedarse dormida, lo cual indicaba que era momento de que me tomara una de mis muchas siestas al día. Cuando una persona dice que cuidar un bebé es sencillo... está mintiendo. Mi hija despierta cada tres horas para comer o para que le cambie el pañal. Al principio no parece complicado, pero luego de días sin dormir bien, descubres que es difícil. Papá y Dylan me ayudaban a cuidarla durante el día para que yo pudiera descansar, pero sé que ella es mi responsabilidad así que procuro no tomar siestas tan largas.

Mi abdomen está algo flácido, Aaron dice que no es nada que una buena alimentación y algo de ejercicio no puedan arreglar. No obstante, aún me siento un poco débil como para ejercitarme. Miré la hora: casi las cuatro de la tarde. Me recosté junto a mi bebé y comencé a quedarme dormida. Un sueño se hizo presente casi al instante.

Estaba caminando por las calles de Nueva York, me dirigía a Central Park. Me sentía muy emocionada, como si presintiera que algo importante estaba a punto de ocurrir. Me distraje un poco y alguien chocó conmigo, provocando que cayera de bruces en el suelo.

—Lo siento, no te vi —se disculpó esa voz encantadora que no podría olvidar jamás. Paul me tendió la mano con una gran sonrisa en su rostro y me ayudó a levantarme—. Hola, (TN). Luces igual de hermosa que siempre.

— ¿Paul? —cuestioné—. ¿Qué estás haciendo aquí?

—Vine a buscarte —contestó—. Quiero que regreses a Inglaterra conmigo, estoy dispuesto a todo si aceptas. Te amo, por favor vuelve a mi lado.

—Yo... no puedo hacer eso.

— ¿Por qué?

—Porque... alguien está tocando la puerta.

— ¿Qué? —preguntó confundido.

Abrí los ojos y escuché el timbre. Me levanté de prisa y fui a ver de quién se trataba. Era April. Mi mejor amiga traía varias bolsas con su nombre impreso. Fruncí el ceño con curiosidad y la invité a pasar. Ella tomó asiento en el sofá y comenzó a buscar algo en las bolsas. Yo tomé asiento frente a ella.

—Quería tener todo esto listo antes de que mi bella sobrinita naciera, pero no se pudo —dijo—. De todos modos, aquí está. Te lo aseguro, (TN), Mary va ser la envidia de todas las niñas de su edad.

Quise reír ante su comentario porque mi hija apenas tenía pocos días de nacida. No obstante, la impresión que me causó el hermoso conjunto de ropa para bebé que me entregó, lo impidió. Miré la etiqueta: April Turner for Babies.

—Es precioso, April —lo elogié—. ¿Por qué no me habías contado de esto?

—Quería que fuera una sorpresa —me confesó—. Es la primera colección de ropa infantil que diseño, se lanzará en Navidad, pero quería que Mary la tuviera antes que todas las niñas. Aaron adoró la colección y quiere que nuestros futuros hijos vistan con ella.

— ¿Futuros hijos? —cuestioné con el ceño fruncido—. ¿Estás embarazada, April?

—No —respondió con una carcajada—. Aunque Aaron tiene muchas ganas de tener un bebé.

—Aaron será un excelente padre —le dije.

—Lo sé, pero queremos esperar un poco más —contestó la diseñadora—. Ambos acordamos que nuestra boda debe ir antes de mi embarazo. Estamos muy entusiasmados con la idea.

—Me parece muy bien, April. Cuidar de un bebé seguramente es más sencillo en pareja.

Pronuncié lo último con un poco de tristeza. En ocasiones deseaba que Paul me ayudara a cuidar de nuestra hija. Mi corazón aún tenía esperanza, pero mi cerebro sabía que eso no iba a pasar.

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