21. ¿Nuevos sentimientos?

Septiembre 2

Narra (TN)

Me encontraba con Aaron en el hospital. Él aún no recordaba algunas cosas, pero según los doctores, iría recuperando la memoria poco a poco y en algunos días sería el mismo de antes. Los últimos estudios que le hicieron revelaron que su cerebro no sufrió daños irreversibles, así que tanto sus padres como yo estamos muy contentos. El tiempo de convalecencia de Aaron nos sirvió a sus padres y a mí para empezar de nuevo.

— (TN)...anoche soñé algo —dijo James.

— ¿Qué cosa? —cuestioné sin darle mucha importancia, el doctor nos había explicado que sus sueños le ayudarían mucho a recordar.

—Fuimos a un concierto —musitó—. Había cuatro chicos tocando en medio de un estadio repleto de personas. Tú no dejabas de mirar a uno de esos chicos, ¿qué crees que signifique?

—Hace algunos días hicimos eso, Aaron —le confesé—. Yo miraba a uno de esos chicos, al bajista, para ser exactos, porque es el padre de mí bebé. ¿Recuerdas que mi bebé comenzó a patear durante el concierto?

—Creo que sí —dijo—. Aunque, hay algo que todavía no comprendo. Sé que quizá te aburra con mis preguntas, pero en ocasiones un traumatismo craneoencefálico puede provocar amnesia temporal; por eso necesito que me ayudes a refrescar mi memoria. ¿El bebé que llevas en tu vientre no es mío?

—No, Aaron —negué con la cabeza y él pareció hacer una mueca de desilusión.

—Pensaba que sí, tú eres mi novia y... —abrió los ojos exageradamente— ¡Paul! ¡Paul McCartney, el Beatle, es el papá del bebé!

—Así es —sonreí con timidez.

—Pero te engañó... con Jane Asher, su novia —dijo algo confundido y llevándose una mano a la cabeza—. Pero (TN)... ¿cómo es eso posible? Me refiero a engañar a alguien que no es tu novia con tu propia novia.

Comencé a reír. Aaron confundido era un encanto, en esencia seguía siendo el mismo, pero había olvidado la mayoría de los acontecimientos recientes.

—El doctor dijo que no debía forzar su cerebro de esa manera, señor James —lo reprendí—. Puede provocarse un dolor de cabeza.

—Señorita (TA), ¿debo recordarle que también soy médico y conozco todas las posibles consecuencias y riesgos que conlleva?

Sonreí. Él suspiró y miró nerviosamente por toda la habitación.

—Ya me quiero ir de este lugar —musitó y luego volvió a mirarme—, ¿podrías mostrarme la copia de la última tomografía axial, cariño?

Asentí y le di lo que me había pedido. Aaron aún no recordaba la conversación que tuvo con sus padres el día de su accidente; tampoco que yo había decidido darle en fin a nuestra relación. Y, después de lo que pasó, no me atrevía a romperle el corazón de nuevo; aunque en el fondo sabía que tarde o temprano recordaría todo. Sólo esperaba que cuando ese momento llegara, él lo tomara de buena manera. Volví a mirarlo, seguía analizando los resultados con una inmensa sonrisa en su rostro. Escuchamos que alguien llamaba a la puerta y ambos miramos con curiosidad a la puerta para ver cómo el doctor entraba.

—Buenas tardes —nos saludó—. Señor James, veo que está revisando sus resultados. Supongo que ya sabrá a qué he venido.

—Por supuesto, doctor —dijo Aaron sonriendo—. ¿Dónde firmo mi alta? Mi madre debe estar afuera con mi ropa limpia, ¿le parece si me cambio y luego paso a firmar?

Como si hubiese sido llamada, Margaret entró a la habitación con una mochila llena de ropa limpia para su hijo. El doctor rió un poco ante la escena y le dijo a Aaron que lo esperaría afuera para firmar en cuanto terminara de cambiarse. Cuando el doctor salió, Aaron tomó la mochila y fue al baño a cambiarse.

—Gracias por cuidar de Aaron, (TN); sé que no tendremos muchos momentos a solas después de que él salga del hospital y yo sólo quería decirte que no tengo ningún inconveniente contigo, ni tampoco con que Aaron quiera hacerse responsable de tu bebé aunque él no sea el padre.

—Muchas gracias, señora.

—Estaré afuera con Patrick —dijo antes de salir de la habitación.

Aaron regresó a la habitación poco después de que su madre saliera. A juzgar por el extraño nudo de su corbata, se había vestido lo más rápido que pudo. Me reí un poco y me acerqué para ayudarle a hacer el nudo bien. Él colocó sus manos en mi cintura mientras yo hacía lo mío con su corbata. Terminé y lo miré a los ojos.

—Listo.

—Me pregunto qué haría sin ti, pequeña —dijo antes de darme un beso en los labios.

Había ocurrido algo en mi interior. Ese beso no fue como todos los demás que Aaron me había dado. Este beso había provocado que me estremeciera, que por un momento me sintiera la mujer más feliz del mundo. Me había sentido como cuando Paul me besaba.

—Pequeña, ya puedes soltarme —dijo Aaron.

Me separé de él de inmediato, mis pensamientos me habían hecho olvidar que tuve los brazos en su cuello todo este tiempo. James me tomó de la mano y salimos juntos de la habitación para ir a ver lo de su alta del hospital.

—Bueno, supongo que eso es todo —dijo el médico después de revisar que todo estuviera en orden y decirnos la lista de cuidados que debía tener Aaron, por último lo miró a él—. Señor James, usted sabe que debe tomar descanso por algunos días, eso lo dejará como nuevo. Sé que a nosotros no nos gusta estar lejos del trabajo ni un momento, pero la salud propia está primero.

—Claro que sí, doctor —respondió James.

El padre de Aaron nos llevó a la casa. Nadie dijo nada en el camino, el ambiente era un poco tenso aunque no tanto como lo era al principio. Mi novio no soltó mi mano en todo el camino. Al bajar, me acompañó hasta mi habitación.

—Será mejor que hagamos nuestras maletas de nuevo —dijo.

— ¿Para qué? —cuestioné—. El doctor dijo que debes reposar, así que nos quedaremos en Los Ángeles un par de días más.

—Lo siento, pequeña —me respondió—. Mañana regresamos a Nueva York.

­—Pero el doctor dijo...

— ¿Quién de los dos sabe más de esto? —preguntó—. ¿Tú o yo?

—No quiero que te pase nada, Aaron —le confesé—. No me lo perdonaría si...

—Relájate, (TN), nada pasará —dijo y me guiñó el ojo—. Debes confiar en mí.

Margaret nos preparó una deliciosa cena y luego nos fuimos a dormir. Ya había terminado de empacar todo para regresar a Nueva York mañana. Me puse el pijama y me metí a las cobijas. El beso de Aaron y lo que me hizo sentir no podían salir de mi cabeza. Me disponía a dormir, cuando escuché que alguien llamaba a la puerta.

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